De ese tronco que es
Jesé, brotará un retoño;…
El Espíritu del Señor estará continuamente sobre él,…
Juzgará con justicia
a los débiles
Y defenderá los
derechos de los pobres del país.
Sus palabras serán
como una vara para castigar al violento,…
Siempre ira revestido
de justicia y verdad.
Is. 11, 1a. 2a. 4a. 5.
… el Hijo de Dios se
ha encarnado en la historia de su pueblo hasta tal punto de que se ha plegado a
un rito del que no tenía ninguna necesidad.
Jean-François Baudoz
¿Por qué Jesús se
hace bautizar?
Con
esta fiesta del “Bautismo del Señor” -que se celebra siempre en el Domingo que
caiga entre el 9 y el 13 de enero- cerramos el tiempo de navidad y abrimos el
tiempo ordinario, mañana lunes, ya estaremos en el tiempo ordinario de este
ciclo C. Este bautismo –que por otra parte es lo más atípico del mundo y de la
historia- es la ocasión para que Dios Padre, deje oír su Voz que manifiesta su
Paternidad sobre Jesús. Es una verdadera Epifanía, y como tal –en la Iglesia de
oriente- se celebra la Epifanía en esta fiesta y no en la de los “Reyes Magos”.
A la vez, para completar el sentido circumincesivo, el Espíritu Santo también
está presente (aun cuando no se nombra la Presencia del Padre y la palabra
“Padre” no aparece en ninguna parte de la perícopa, es evidente que la Voz que
se oye es la Suya –dado que sólo el Padre llama Hijo a quien lo es.)
καὶ καταβῆναι τὸ πνεῦμα τὸ ἅγιον σωματικῷ εἴδει ὡς περιστερὰν
ἐπ’ αὐτὸν καὶ φωνὴν ἐξ οὐρανοῦ γενέσθαι· σὺ εἶ ὁ υἱός μου ὁ ἀγαπητός, ἐν σοὶ εὐδόκησα.
“y bajó sobre Él el Espíritu Santo en
figura corpórea de paloma y se oyó una voz del Cielo: ‘Tú eres mi hijo querido,
mi predilecto”
Lc 3, 22
Ahora
bien, ¿por qué hablamos de un bautismo atípico? Porque el bautismo que proponía
San Juan el Bautista, era un βάπτισμα μετανοίας
εἰς ἄφεσιν ἁμαρτιῶν, “bautismo
de arrepentimiento para el perdón de los
pecados”, y Jesús ni conocía ni conoció el pecado. Entonces, ¿para qué se
bautizaba Jesús? Ahí radica la paradoja bautismal de Jesús.
Para
encontrarle sentido a este episodio de la vida de Jesús tenemos que mirar «¿Qué
sentido le da Jesús a su bautismo? De parte de Jesús es la aceptación solidaria
de su pueblo y de su historia. Es importante recalcar desde un primer momento, la
clara conciencia y la libertad con que Jesús realiza sus acciones. Al oír la
predicación de Juan, abandona a Nazaret en Galilea, acepta su predicación y la
crítica al judaísmo que el bautista lleva a cabo por su ministerio. Por este
motivo, su bautismo hay que entenderlo como un signo profético, semejante a los
realizados por los profetas del Antiguo Testamento ante la impenitencia de
Israel (Is 8, 1-5; Ez 12, 1-6); como un gesto claramente programático que
implica una toma de posición frente al judaísmo oficial.
A
esto hay que añadirle un hecho que se encierra en el bautismo de Jesús: Él no
busca las autoridades judías, En Jerusalén, centro del culto de Yahwe, sino que
va donde Juan, un profeta, junto al Jordán, al lado del desierto. El desierto
en la predicación de los profetas, evoca el tiempo de la fidelidad de Israel y
de la ternura amorosa de Dios con su pueblo. Ir al desierto es afirmar que
Israel se ha olvidado de Dios, aun teniendo su templo en medio de él… Este
texto pone de manifiesto un hecho: toda la predicación de Jesús se sitúa en
continuidad con el A. T., pero instaura también un rompimiento: los profetas
llegan hasta Juan, desde ese momento se instaura y se hace presente el Reino de
Dios.
El
gesto de Jesús es totalmente programático: el camino de su ministerio será el
camino de la aceptación de la historia de su pueblo, tal como es, sin
discriminarlo…»[1]
La Primera Lectura:
Is. 42, 1-4. 6-7.
Esta
perícopa de Isaías está formada por tres fragmentos articulados. El primero
está formado por un solo versículo, el versículo Is 42, 1. Se trata
precisamente de la Frase que Dios pronuncia para diafanizar a su Hijo,
mostrándonoslo:
“He aquí a mi siervo a quien yo
sostengo, mi elegido el preferido de mi corazón”
El
segundo fragmento está constituido por los versos 2-4 a los que Carlos Mesters
denomina el “Retrato hablado del Siervo
de Dios”.
«Dios
quiere que todos miren hacia los pobres y descubran ahí la Buena Noticia que,
por medio de ellos, ofrece a todos… este texto fue usado muchas veces para
enseñar a los pequeños la humildad, la paciencia y la mansedumbre. Pero no es
precisamente éste su sentido. Es lo contrario… describe la manera de vivir de aquel
pueblo oprimido allá en el cautiverio y quiere llamar la atención de todos
hacía el derecho y la justicia que él ya está practicando… el pueblo, es
presentado como alguien que… no aplasta ni ofende a los más débiles que él… no
usa ni propaganda, ni demagogia, como hacen los grandes. Pero de frente,
insistente y fiel, sin desanimarse ni desfallecer, hasta establecer el derecho
sobre la tierra….a pesar de lo aplastado, él no aplastaba; a pesar de lo
oprimido, no oprimía; a pesar de recibir injusticias, no respondía con
injusticias. A pesar de todo su sufrimiento y desánimo, el pueblo resistía y no
se dejaba contaminar por la manera de vivir de sus opresores… quien vive así,
aunque no sepa nada, es un anuncio vivo de la Buena Noticia que Dios tiene para
todos. Quien vive así, aún sin saberlo, promueve el derecho y es semilla de
resistencia contra la opresión. El merece la preferencia del corazón de Dios.
Así, aún sin darse cuenta de la importancia de su testimonio, el pueblo del
cautiverio ya prestaba al mundo el servicio de Dios. ¡Ya era Siervo de Dios!
Pero
no todos los pobres viven así. Muchos de ellos se dejan contaminar por la
manera de vivir de sus opresores… A pesar de ser los oprimidos tiene cabeza de
opresor. Dan cama y comida a los que los explotan. Pierden así su dignidad de
gente y dejan podrir dentro de sí la semilla del futuro que está escondida en
el suelo de su vida.»[2].
La
tercera parte de la perícopa está integrada por los versos 5-6, donde –como lo
dice Mesters, «… define la misión del pueblo del cautiverio y dice»[3]:
כֹּֽה־ אָמַ֞ר הָאֵ֣ל יְהוָ֗ה בֹּורֵ֤א הַשָּׁמַ֙יִם֙ וְנֹ֣וטֵיהֶ֔ם רֹקַ֥ע הָאָ֖רֶץ וְצֶאֱצָאֶ֑יהָ נֹתֵ֤ן נְשָׁמָה֙ לָעָ֣ם עָלֶ֔יהָ וְר֖וּחַ לַהֹלְכִ֥ים בָּֽהּ׃
אֲנִ֧י יְהוָ֛ה קְרָאתִ֥יךָֽ בְצֶ֖דֶק וְאַחְזֵ֣ק בְּיָדֶ֑ךָ וְאֶצָּרְךָ֗ וְאֶתֶּנְךָ֛ לִבְרִ֥ית עָ֖ם לְאֹ֥ור גֹּויִֽם׃
“Yahwe, que creó el cielo y lo
extendió
que formó la tierra y todo cuanto
crece en ella,
que da vida y alienta a los hombres
que la pueblan dice a su siervo:
‘Yo, Yahwe te he convocado,
te he tomado de la mano para hacer de
ti mi justiciero (el ejecutor de mi justicia),
Señal de mi Alianza con el pueblo, Luz
de las naciones.’”
Is 42, 5-6
«…
la opción por los pobres y oprimidos no es facultativa, sino que es un deber de
justicia, de justicia divina!... La misión es muy concreta. Es de liberación… El
pueblo debe unirse entre sí y, así, servir a los otros; no puede cerrarse sobre
sí mismo, sino que debe ser “luz de las naciones”… El pueblo recibe su misión
no de los hombres ni de las autoridades del pueblo, sino del propio Dios…»[4]
Este
capítulo 42 del Libro de Isaías -quisiéramos proponer su lectura integra- es en
el contexto de la cristofanía, un mensaje supremamente importante y claro para
penetrar en el significado de la perícopa evangélica que se nos propone para
este Domingo. Volveremos sobre Is 42, 6-7. tejido con Is 35, 5. 58, 6. 61, 1-2;
dentro de 15 días (Domingo 27 de enero, tercer Domingo Ordinario C) cuando
Lucas lo volverá a evocar.
Con Voz atronadora
Dio un alto grito, semejante al rugido
de un león,
cuando Él gritaba, siete truenos hablaban;
cuando hablaban los siete truenos y yo
estaba listo para escribir
oí una Voz del Cielo que me decía:
Mantén sellado lo que han dicho los Truenos
y no lo pongas por escrito.
Ap 10, 3-4
El
Salmo 29(28) nos cuenta cómo es la Voz de Dios y dónde resuena; así como nos
refiere que gobierna los elementos: el mar, el viento, la tierra, el
agua-lluvia. Esta Voz potente que desgaja los cedros del Líbano es,
indudablemente, la Voz del Padre Celestial. La Voz, similar al retumbar de un
trueno, hace temblar el desierto de Cadés. Es, además, según el verso 10, el
dueño y Señor de las lluvias. Ciertamente que es Dios y que la Voz a la que se
alude, asimilándola con la voz del trueno, es la Voz de Dios. En el verso 3 lo
dice claramente: La Voz del Señor resuena sobre el mar y, esta expresión: קֹ֥ול יְהוָ֗ה [quol Yahweh], se repite una y otra vez en el salmo dándole ritmo, musicalizando el
poema con su ritornelo.
Estos, que hoy por hoy llamaríamos -con alusión a la
cinematografía- “efectos especiales”, caracterizan las teofanías de las cuales
la de Éxodo 19, 16-20 es paradigmática:
“Al amanecer del tercer día hubo relámpagos y truenos y una
espesa nube se posó sobre el monte. Un fuerte sonido de trompetas hizo que
todos en el campamento temblaran de miedo. Entonces Moisés llevó al pueblo
fuera del campamento para encontrarse
con Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí echaba humo
debido a que el Señor había bajado a él en medio del fuego. El humo subía como
de un horno y todo el monte temblaba violentamente. El sonido de trompetas fue
haciéndose cada vez más fuerte; Moisés hablaba y Dios le contestaba con voz
de trueno.” Nos encontramos ante los elementos característicos de las teofanías,
Dios se manifiesta en el rugido de los elementos y su voz es el trueno. Al
decir de Carlos Vallés: «El trueno es tu Voz, y el rayo es la rúbrica de tu
Mano.»[5]
Particularmente en este salmo 29(28) los siete truenos:
«Se podría definir
“el salmo de los siete truenos”, porque el trueno se menciona siete veces. Pero
también se podría llamarlo “el salmo de las siete voces”, porque la palabra
hebrea traducida por “trueno”, en realidad significa también “voz”. Por tanto,
es el salmo de la voz de Dios; bajo el símbolo del trueno y de lo que Él
suscitaba en el hombre antiguo, celebra en realidad la voz de Dios, la fuerza
de la voz de Dios en la historia. El salmo, pues, proclama la potencia de la
voz de Dios, que ha creado todas las
cosas en la naturaleza, en la historia del pueblo, en la historia de Cristo y
en la vida de cada uno de nosotros, y nos invita a ver el mundo y la existencia
humana como llevados, sostenidos y vivificados por esta Palabra.
……………………………………………………………………………….........
Pensemos en la “voz desde
el cielo” durante el bautismo de Jesús: “Este es mi Hijo predilecto”, en la voz
de Jesús que manda sobre los vientos en el mar de Tiberíades; en su fuerte
grito antes de morir, esa gran voz que con fuerza y con poder cambia el
destino de la historia; pensemos también en el ruido fuerte que acompañó la
bajada del Espíritu Santo como la describen los Hechos de los Apóstoles»[6]
Segunda
Lectura Hch 10, 34-38
Digamos tan sólo una palabra sobre la segunda lectura y,
tomémosla de Ivo Storniolo:
«Los versículos 37-41 constituyen el meollo de la catequesis,
y en ellos podemos reconocer en germen la estructura que se encuentra en los
tres primeros evangelios… quienes recibieron la misión de anunciar a todos que
Dios ha hecho a Jesús, juez de vivos y muertos. En una palabra, todos y cada
uno van a ser juzgados por el criterio de la palabra y la acción de Jesús,
puesto que Él es el hombre que se mantuvo fiel al proyecto de Dios hasta el
fin. Jesús es el espejo en el que todos pueden y deben mirarse para comprender
lo que Dios quiere y exige de todos.»[7]
Y ¿qué fue
lo que hizo Jesús? ¿Qué habló y que obró? La perícopa es contundentemente
clara:
καὶ
δυνάμει, ὃς διῆλθεν εὐεργετῶν καὶ ἰώμενος πάντας τοὺς καταδυναστευομένους ὑπὸ
τοῦ διαβόλου,
“…y cómo este pasó haciendo el bien y
sanando a todos los oprimidos por el diablo”.
Hch 10, 38b
Pero,
todavía más, Jesucristo fue enviado –lo dice en Hch 10, 36b - para, por
mediación suya, anunciarnos la paz:
εὐαγγελιζόμενος εἰρήνην διὰ Ἰησοῦ Χριστοῦ,
“para proclamar la Buena Nueva de la
paz por medio de Jesucristo.
Y,
¿Quiénes son los oprimidos por el diablo? ¡Los que están divididos,
fragmentados, rotos en pedazos!
Tres
son, en consecuencia, las tareas de nuestra misión:
- Hacer el bien
- Recomponer al que está roto,
quebrantado (darle unidad)
- Y anunciar la paz.
El Evangelio: Lc 3,
15-16. 21-22
En
Lucas encontramos 3 cristofanías, cuatro si contamos la de Pentecostés en
Hechos 2, 1-13 (donde los “efectos especiales” son, no ya el trueno, sino el
viento fuerte y las lenguas de fuego).
«Los
judíos se sabían, como pueblo elegido, “hijos de Dios” (Ex 4,22; Os 11, 1), esa
filiación surge, ciertamente, de una adopción de parte de Dios, no de algo
“natural”, pero es un sello del pueblo.»[8]. En cambio, la filiación
que nos brinda esta epifanía del bautismo, es una filiación completa,
verdadera; Jesús es el verdadero Hijo de Dios.
La
Voz de Dios remite a las promesas de la Alianza en el Primer Testamento:
Primero hace alusión al Salmo 2 que en el versículo 7 dice:
“Yahwe me dijo ‘Eres mi Hijo, te he
engendrado hoy’”
Luego,
refiriéndose al sacrificio inconcluso de Isaac, por parte de su padre Abrahán,
se cita Gn 22, 2: אֶת־ יְחִֽידְךָ֤ אֲשֶׁר־ “eres mi hijo
(unigénito).
Finalmente, retornamos a Is 42, en el verso 1a: הֵ֤ן עַבְדִּי֙ אֶתְמָךְ־ בֹּ֔ו בְּחִירִ֖י רָצְתָ֣ה “(Aquí está mi Siervo
al que respaldo, mi escogido), en quien me complazco” realmente que en este
episodio de la vida de Jesús, Él nos es revelado como verdadero hijo de Dios,
por eso como lo mencionamos arriba, «… la fiesta de la Epifanía (proclamación
de la filiación divina por la voz del cielo, en Oriente, la epifanía es el día
del bautismo)…»[9]
El
bautismo nos habla de vida, pasión y muerte. Haciendo alusión a Jesús, habla
también de Resurrección. «Por un lado, en la inmersión se simboliza la muerte y
hace pensar en el diluvio que destruye y aniquila… el río… al ser agua que
fluye, es sobre todo símbolo de vida: los grandes ríos –Nilo, Éufrates, Tigris-
son los grandes dispensadores de vida. También el Jordán es fuente de vida para
su tierra, hasta hoy. Se trata de una purificación, de una liberación de la
suciedad del pasado que pesa sobre la vida y la adultera, y de un nuevo
comienzo, es decir, de muerte y resurrección, de reiniciar la vida desde el
principio y de un modo nuevo.»[10] «Ya no se trata de ser
sumergido en las aguas del Jordán, sino en la muerte y resurrección de
Cristo…”… si hemos sido injertados en Cristo a través de una muerte semejante a
la suya, también compartiremos su resurrección” (Rom 6, 3-5 cf. Gal 3, 27)»[11]
En
esta epifanía, ἀνεωχθῆναι τὸν οὐρανὸν se abre el cielo «…(con un gesto gráfico: como
una tela que se rompe) señala la comunicación entre el cielo y la tierra que se
realiza en la persona de Jesús… Los cielos abiertos permiten la venida del Espíritu
Santo que toma posesión de la persona de Jesús.»[12]
Podemos decir y garantizar, no sólo la filiación divina, sino, además, que
Jesús vivió y actuó bajo la moción permanente del espíritu Santo.
Por
eso el bautismo cristiano es más que el que daba Juan. ¡Entramos de lleno en la
maravilla sacramental del Bautismo! Este es el Primer sacramento, condición sine qua non para la recepción de los
otros, tan es así que lo hemos denominado vitae spiritualis ianua “puerta de la
vida del espíritu”. (cf. CEC #1213) Se ha enfatizado demasiado –a nuestro modo
de ver- sobre la función purificativa de este sacramento respecto del así
denominado “pecado original” tanto como la remisión del pecado. Y se han
olvidado –también demasiado- los otros efectos:
- Hace del bautizado una “nueva criatura”
CEC ## 1265, 1266
o Otorga la Gracia Santificante
o Entrega al bautizado las virtudes
teologales
o Entrega los dones del Espíritu Santo
para poder actuar y vivir “bajo la moción del
mismo Espíritu Santo”
o Genera el impulso necesario para
crecer en el bien
- Nos incorpora a la Iglesia
entregándonos la facultad/encargo misionero. CEC ## 1267-1270 Quedamos pues
“investidos” de una misión. El sentido sacramental de la “investidura” está
representado, en la mistagogia del sacramento, por la vestidura blanca que nos
“reviste” de Cristo.
- Fundamenta la unidad de los cristianos:
Sacramento de unidad. Lo que debe recordarse con constancia y vehemencia,
puesto que llama a todos los discípulos de Jesucristo a conformar una gran
unidad; unidad que sobrepase la actual fragmentación que nos separa de un
sinfín de denominaciones “cristianas”.
- Imprime carácter CEC 1272-1274
Este
baño se llama iluminación (CEC #1216). Es una tradición de la Iglesia desde las
primeras comunidades cristianas, entender que el bautizado ha pasado de su
estadio de catecúmeno a una nueva condición, la de “iluminado”, puesto que ha
recibido la Luz de Cristo.
Todos
pueden bautizar, claro, esto sólo en caso
de necesidad, con la sola condición de querer insertar en la Iglesia,
haciéndolo en consonancia con lo que hace y “manda” la Iglesia (CEC. #1284). Una
vez superada la “emergencia” -si se da esa superación- se puede pedir al
sacerdote la administración de los “signos” faltantes (dado que el bautismo de
necesidad se hace administrando solamente el agua y pronunciando las palabras
rituales que lo hacen en nombre de la Santísima Trinidad).
«… como descendiente de David, Jesús
es hijo, pero –a su vez- al ser resucitado por Dios, es “hecho hijo” de un modo
nuevo (Rom 1, 3-4). De este modo, el término adquiere novedad. Puesto que el
bautismo nos “sumerge” (recordar que bautismo
es un término griego que significa sumergir)
“en Cristo”, somos como Él, hijos. El bautismo, en cierto modo, nos introduce
en la resurrección de Jesús, y –por tanto- de algún modo “ya” participamos de
una novedad aunque “todavía no” hayamos resucitado (Rom 6, 3-4). Por esta unión
con “el Hijo” Jesús, somos también en cierta manera “hijos” y podemos llamar a
Dios –como Él lo hacía- “Abba”, Papá (Gal 4, 6; Rom 8, 15).»[13]
Concluyamos:
«También nosotros podemos convertirnos en una Epifanía es decir, una
revelación- de Dios hacía los demás, si permanecemos fieles a nuestro llamado
cristiano.»[14]
[1]
Zea, Virgilio, s.j. JESÚS EL HIJO DE DIOS Facultad de Filosofía Universidad
Santo Tomás de Aquino. Bogotá Colombia 1989
.p. 56
[2]
Mesters, carlos O.C.D. LA MISIÓN DEL PUEBLO QUE SUFRE LOS CÁNTICOS DEL SIERVO
DE DIOS EN EL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS. Ed. Centro Bíblico “Verbo Divino” Quito
– Ecuador 1993 pp. 26-27
[3]
Ibid p. 30
[4]
Ibid
[5]
Vallés, Carlos s.j. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae.
Santander-España 1989. p. 58
[6]
Martini, Carlo María. ORAR CON LOS SALMOS Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-
Colombia 1999. P. 82
[7]
Storniolo, Ivo. CÓMO LEER LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES EL CAMINO DEL EVANGELIO.
Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1998. pp112-113
[8] de
la Serna, Eduardo pbro. LA NOVEDAD DEL BAUTISMO. En IGLESIA SINFRONTERAS # 335 agosto de 2010.
Revista Misionera Católica. Misioneros Combonianos. pp. 14-15
[9]
Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET I PARTE DESDE EL BAUTISMO A LA TRASFIGURACIÓN.
Ed. Planeta. Bogotá- Colombia 2007. p. 41
[10]
Ibid p. 38
[11]
Baudoz,
Jean-François. LECTURA SINÓPTICA DE LOS EVANGELIOS. CINCO EJERCICIOS DE
LECTURA. Ed. Verbo Divino Navarra- España. 2000 p. 35
[12]
Oñoro Fidel. DE LAS AGUAS DEL BAUTISMO A LAS ARENAS COMBATIVAS DEL DESIERTO. En
IGLESIA SINFRONTERAS # 286 marzo de 2006. Revista Misionera Católica.
Misioneros Combonianos. pp. 46
[13]
de la Serna, Eduardo pbro. Loc.
Cit.
[14] Buckley, Michael Mnsr. ORACIONES
PARA EL CATÓLICO DE HOY. Ed. Martínez Roca
Planeta Colombiana Bogotá Colombia 2002. p. 26
Oscar Collazos escribía recientemente en una de sus columnas de El Tiempo, que los colombianos, pueblo católico por excelencia(esto es mío) estamos más cabreados que indignados; y decía que los primeros no practica la generosidad y sus explosiones de ira contra el sistema le hace incapaz de una verdadera conciencia social. En cambio el indignado, es aquel que a partir de sus actitudes busca el cambio social, pero no lo hace bajando la ventanilla de su conciencia, el indignado es aquel que no connive con sus opresores. Dice Collazos: Las sociedades desesperanzadas se cabrean; las esperanzadas, se indignan.
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