Is 62, 1-5; Sal 96(95), 1–3. 7–10ac; 1 Co 12,
4-11; Jn 2, 1-11
Ya
sabemos que durante el Tiempo Ordinario, en el ciclo A leemos del Evangelio de
San Mateo; en el ciclo B, del Evangelio de San Marcos, como sucedió el año
pasado; y, en el ciclo C, del evangelio de San Lucas. Este es el Segundo
Domingo del Tiempo Ordinario del ciclo C. Sin embargo, en todos los ciclos
leemos alguna perícopa del Evangelio de San Juan en el Segundo Domingo del
Tiempo Ordinario. En esta oportunidad le ha correspondido el turno a “Las Bodas
en Caná” Jn 2, 1-11.
Es
muy cierto y muy lógico que, para la Revelación de Dios a los hombres, Él no
podía hablarnos en un lenguaje angélico puesto que habría resultado inaccesible
a la inteligencia humana. Quiso –en su Infinita y Misericordiosa Majestad-
poner su Mensaje en palabras humanas, con ideas humanas, con recursos
literarios que estuvieran a nuestro alcance: Como lo dijera San Agustín
«Habiendo, pues, hablado Dios en la sagrada Escritura por hombres y a la manera
humana…»[1]
Un
ejemplo muy claro puede ser el haberse hacho llamar Padre. Todos podemos
entender que un papá ama y a su vez es amado por su prole, protege, defiende,
cuida, provee, enseña, acompaña, vela por sus hijos. En la mayoría de los casos
esto es así. No podemos ocultar las excepciones de papás que ni velan, ni
cuidan, ni protegen. Sabemos de muchos casos en los cuales el papá sólo
engendra y luego desaparece de la escena. Sabemos también de padres
desnaturalizados que abandonan a sus hijos o los maltratan o les infringen un
mar de males y, lejos de parecer sus padres- parecerían ser su maldición. Y,
sin embargo, como lo habla la sabiduría popular, las excepciones no hacen sino
confirmar la regla (aun cuando las excepciones conocidas son cada día más
numerosas, con cierta tendencia a convertirse en la regla, lo cual únicamente
nos informa de cuan enferma se encuentra la sociedad).
Quiso
Dios asimilarse a un papá para que pudiéramos entender la relación que nos une
con Él. No somos hijos en cuanto el concepto biológico sino en cuanto al Amor
providente y brotado de sus Entrañas Materno-Paternas. Es de cuidado, de cariño
y protección que nos habla este Dios que se nos revela como “Padre”. San Pablo
nos indicará llamarlo con tiernos acentos infantiles “Abba”, conforme nos
enseñó Jesús habíamos de hacerlo. Cfr. Mc 14, 36. Ro 8, 15. Ga 4,6.
Este
es sólo un ejemplo. Para referirnos hoy a otro. La relación conyugal: Muchas
veces y ya desde el Primer testamento aparece expresada esta similitud. Lo
normal y lo lógico es que una pareja se ame con entrañable amor. Que el novio
de la vida por su novia y recíprocamente, la novia respecto del novio. Además,
se comprende que este no es un vínculo momentáneo o transitorio. Se intuye que
el vínculo conyugal es “para siempre”, así es el amor de Dios por su pueblo
elegido, nada ni nadie podrá acabarlo. Pueden presentarse infinidad de
situaciones, pero el Amor de Dios por nosotros no cesará.
Aún
hay otro elemento que caracteriza esta relación: el amor de Dios por su pueblo
es un amor fiel. Puede suceder que el ser humano se aparte de Él pero Dios no
dará por terminada la relación; como fiel esposo, mantendrá su fidelidad y
buscará a su consorte caída para restaurarla, para recuperarla, para
restituirle su dignidad de “esposa”.
Es
conmovedor leerlo en los profetas. Aun cuando las infidelidades sean las de una
novia prostituida, vuelve al a buscarla, y al recuperarla le restablece todo su
cariño. A este respecto podemos remitirnos a Oseas 1,2-3,5.
Jerusalén la esposa
restaurada
En
Is 62, 1-5 nos encontramos la promesa de Dios de levantar a su caída Jerusalén.
Esa promesa está cimentada en la oferta de un “nuevo nombre” Is 62, 2b que el
mismísimo Dios le impondrá: En el verso Is 62, 4 aparece este nombre: “Mi
predilecta”, igualmente un nombre nuevo para la tierra: “Esposa mía”. En estos
términos se retoma esta expresión de conyugalidad entre Dios y su pueblo
escogido.
Esta
relación está expresada con todas sus letras en el verso 5, donde leemos:
“Porque así como un joven se casa con su novia,
así Dios te tomará por esposa,
te reconstruirá y será feliz contigo,
como es feliz el marido con su
esposa.”
Salmo del Reino:
¡YHWH reina!
Regresamos
sobre el Salmo 96(95). En esta oportunidad tomamos los versos 1-3. 7-10ac. Con
este salmo se entronizaba a “Marduk”, siguiendo una tradición que operaba en
otros pueblos –paganos- de los cuales el pueblo hebreo tomó la idea. Allá, en
esas culturas, con periodicidad anual, se volvía a entronizar en Babilonia, al
dios Marduk que en franca lid combatía el dragón del mal –Tiamat- y lo vencía.
Los judíos son conscientes que Dios no requiere entronización, que YHWH
permanece en su Trono desde todos los tiempos, es decir, antes de que los tiempos
fueran. Sin embargo, van en procesión hasta el templo donde el pueblo le
reconoce “poder y gloria”. Son invitados a caer de rodillas y reconocer a Dios
como un Dios que gobierna con justicia.
Estamos
invitados en este salmo a una gran fiesta con toda alegría. Una fiesta donde
cantamos y nos alegramos de un Dios que es justo y que nos gobierna con
fidelidad. Es la fiesta de nuestra fe.
Diversidad de dones.
Hemos
insistido que conformamos el Cuerpo Místico de Cristo. En Él cada uno cumple
cierta función, tiene cierto encargo. Nadie puede poseer todas las funciones.
Uno es mano, otro es boca, otro es cabeza. Todos son dignos y todos se
necesitan. Todos son importantes, cada uno desde su función.
Para
que todos sean del mismo cuerpo, todos deben estar animados por el mismo
Espíritu: αὐτὸς θεὸς ὁ ἐνεργῶν τὰ πάντα ἐν πᾶσιν. “Dios que hace todo en todos es el
mismo”1 Co 12, 6b. Esta distribución de dones se hace según los criterios del
Espíritu que los reparte a su arbitrio. A nosotros nos corresponde gozar y
alegrarnos en esta distribución y reconocernos mutuamente dependientes y
mutuamente necesitados. Este mensaje nos trasmite la Segunda Lectura, perícopa
tomada de 1Co 12, 4-11.
Tenemos
en esta lectura un listado de algunos dones.
a) Sabiduría
b) Ciencia
c) Fe
d) Sanación
e) Poderes milagrosos
f) Profético
g) Discernimiento de espíritus
h) De hablar en lenguas
i) De interpretar las lenguas.
«Los
corintios valoraban los dones espectaculares, en especial, hablar en lenguas y
profetizar. Quienes poseían tales dones se creían los dueños de la comunidad….
Ellos se comparaban al ojo, a la mano y a la cabeza, pues ejercían funciones
nobles en la comunidad, mientras los “débiles”, que eran comparados a los pies
o a los ídolos debían sólo escuchar y obedecer, dedicándose a las tareas humildes
y escondidas… Pablo muestra a los “fuertes” que el don de lenguas o el de profecía son menos importantes
que otros… en la lista de los dones … coloca la profecía en el quinto lugar y
el don de lenguas en el último, condicionándolo, además, al don de la
interpretación. Hablar en lenguas sin intérprete alguno es puro exhibicionismo
y no representa ninguna ayuda para el crecimiento de la comunidad. Es pura
exaltación, semejante a la idolatría de la sociedad establecida»[2]
Las bodas de Caná
La
palabra Caná, tiene por raíz la misma del nombre Caín. “Adquirir”. Dios se ha
adquirido un pueblo.
Todo
el lenguaje joánico está lleno de simbologías. Todos los signos deben ser
interpretados y, esto no es fácil puesto que en su comunidad eran de uso común,
pero entre nosotros, ya no. Para facilitar este trabajo hermenéutico, vamos a
señalar algunas de sus equivalencias.
Sabemos
que los judíos acostumbraban baños purificativos y que esa era una tradición de
su cultura. Las seis tinajas representan la antigua Alianza. Siete, se ha dicho
muchas veces, representaba la completitud. En consecuencia, seis representa la
incompletitud. Algo falta.
Jesús,
que se dirige a María llamándola γύναι “Mujer”; lo cual parece indicar que
no se está dirigiendo a la persona de María, sino a “su mujer” en tanto que
alegoría de su pueblo, para establecer la relación de “conyugalidad” a la que
nos hemos referido antes: Dios es el novio, el pueblo es la novia, y una vez
más subrayamos el hecho que, pueblo en lengua hebrea, es un sustantivo femenino.
¿A
qué hora se refiere Jesús cuando declara que su hora todavía no es llegada? A
la hora de ser reconocido Mesías, es decir, Rey de los Judíos. Todavía no
conviene que Jesús se revele, manifieste su divinidad.
¿Por
qué produce Jesús tal prodigalidad de vino? «¿Será que con 6 tinajas… de dos o
tres medidas cada una (¡unos 150 galones de vino), Jesús estaba queriendo
fomentar allí una borrachera?»[3] «Qué sentido puede tener
que Jesús proporcione una gran cantidad de vino –unos 520 litros- para una
fiesta privada?... en modo alguno se trata de un lujo privado, sino de algo con
mucho más alcance.»[4]
«El milagro es devolver la alegría, la felicidad de compartir,
indefinidamente.»[5]
Pensamos
y debemos reflexionar que hemos sido dotados con diversos carismas y todos los
miembros de la comunidad tienen el suyo. El de María, en el relato evangélico,
fue la sensibilidad para darse cuenta de la situación por la que atravesaba
aquella pareja a quienes en su fiesta de bodas, se les había agotado el vino.
También a nosotros nos corresponde estar atentos y, a partir de los dones
recibidos, esmerarnos por proveer la “solución” necesaria a cada coyuntura, tal
que, la felicidad no falte, como no faltó el vino –antes bien- se gozó el de "mejor
calidad” cuando la caridad misericordiosa de Jesús lo proveyó.
[1]
DEI VERBUM Constitución Apostólica # 12
[2]
Bortolini, José CÓMO LEER LA 1ª CARTA A LOS CORINTIOS. SUPERACIÓN DE LOS
CONFLICTOS EN LA COMUNIDAD. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá- Colombia 1996 pp.
54-55
[3] Seubert,
Augusto. CÓMO ENTENDER LOS MENSAJES DEL EVANGELIO DE JUAN Ed. San Pablo Santafé
de Bogotá-Colombia 1999. p. 30
[4]
Benedicto XVI JESÚS DE NAZARET PRIMERA PARTE DESDE EL BAUTISMO A LA
TRANSFIGURACIÓN Ed. Planeta Colombiana Bogotá-Colombia 2007 p. 296
[5]
Jordán Chigua, Milton PINCELADAS BÍBLICAS DEL EVANGELIO Ed. San Pablo Bogotá
–Colombia 2009 p. 150
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