Ez 2, 2-5; Sal 123(122), 1-2a. 2bcd. 3-4 ; 2 Cor 12, 7-10; Mc 6, 1-6
Cuando un cristiano
ayuda a alguien en su búsqueda de fe, este cristiano es Iglesia para quien
busca… Toda experiencia de fe es una experiencia de Iglesia es el lugar de la
fe, de su encuentro y de su crecimiento.
Segundo Galilea
El
Domingo anterior, tenemos la fe como tema:
La
grandeza de la fe,
ese hombre que cae a sus pies y le
ruega,
(se trata de un judío, jefe en la
sinagoga)
esa mujer que está segura de curarse
con sólo poderle tocar el más mínimo
borde de su ropa
(ante todo, una “impura”, por su
sangrado),
ellos creen, creen “con toda”;
hoy, en cambio, tenemos como tema la incredulidad –valga decir- todo lo
contrario
¿quiénes descreen?
sus paisanos,
sus parientes,
los de su casa:
¡una ironía!
La incredulidad bloquea el “poder”.
En el Domingo anterior Jesús sana a
distancia,
en el caso de “la hemorroisa” sana por
contacto
aun cuando Él ni le
ha visto el rostro;
pero en la hija de Jairo, el poder se ejerce
desde lejos,
lejos o no, Dios visible-humanado se “ve” en
un sitio”,
más su Poder, “Poder-de-Dios” está en todas
partes,
por doquiera,
Él es Omnipresente,
Emmanuel está físicamente, en su carne, “a la
orilla del mar”,
pero Dios no está limitado a esa fisicidad,…
¡Cómo y cuánto nos cuesta creer!
Roguemos a Dios un corazón humilde,
y la consciencia de nuestra vulnerabilidad
para poder creer,
una espina en la carne si fuera necesario.
Cuando Él está a nuestro lado, apretamos los
parpados para no verlo,
cuando oramos, lo hacemos entre dientes,
mascullamos las palabras,
pronunciamos enredado,
hablamos de carrera,
procurando que no se nos entienda nada;
cuando Él nos habla,
todo parece indicar que la cercanía y la
familiaridad nos enceguecen;
es un veto que lanzamos sobre los que tenemos
cerca
porque nos parece extraño que tengan una misión
especial,
que Dios los haya elegido para un carisma
particular,
… ¿le negamos a Dios el derecho a
sorprendernos?...
… ¿acaso le negamos el permiso para escoger
las vías que Él prefiera?...
… tal vez dudamos de su sabiduría,…
Todo lo tenemos previsto, hemos puesto
cadenas y esposas al proyecto de Dios,
se tiene que cumplir por nuestros senderos,
Dios puede elegir el cómo y el cuándo ,
pero sólo Dios, nadie más, ningún Jesús,
si Dios quiere designar a Alguien que por
favor envíe su e-mail oportunamente,
debidamente registrado en notaria,
que se acerque a ventanilla con debida
antelación
-en esta ventanilla no se da prelación a
Nadie-
por lo menos diez años antes debe registrar
Su proyecto en las Decanaturas Teológicas
de todas las Universidades que ofrezcan este
título,
pero nosotros nos negaremos enfáticamente a
reconocerlo
en “la dulce brisa”
sólo estamos dispuestos a aceptarlo
en el huracán, en la tormenta, en las aguas
abiertas
para que pasemos a pie enjuto…
tampoco estamos dispuestos
-tal
vez deberíamos decir mejor-
“mucho menos” vamos a aceptarlo como un
simple crucificado,
¿a quién se le podría ocurrir?
Algo así sólo le ocurriría a un vulgar mortal,
Un vulgar bandolero podría morir crucificado,
pero algo así, jamás le pasaría a Dios.
Bueno, hasta aceptaríamos,
que tiene una especial sabiduría, pero hasta
ahí no más,
¿milagros? No los ha hecho en nuestro barrio,
en foto no nos sirve,
tal vez las retocaron con photo-shop
a los curas –no les creemos-
son embaucadores
que obre sus prodigios aquí, frente a
nosotros,
que baje de la cruz,
que se lance de lo alto del Templo para ver
cómo lo recogen los ángeles
antes de reventarse contra el mundo…
Nos piden mucho…
aquí sólo obró unas supuestas sanaciones,
curó a unos –creo que solamente tenían gripa-
esos no son verdaderos milagros,
eran simples resfriados…
Mejor dicho, ¡no molesten!
Estamos muy ocupados –en asuntos muy serios
verdaderamente importantes- para ocuparnos de
esas boberías.
¡Pueblo rebelde!
Con razón Jesús se maravillaba de su
incredulidad,
con razón la Iglesia le dedica este XVI
Domingo Ordinario
a recordar –con esta perícopa de San Marcos-
su gigantesca-descomunal-falta-de-fe.
.
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