Pastorear para la
unidad
Jer 23, 1-6; Sal 22,
1-3a. 3b-4. 5. 6 ; Ef 2, 13-18; Mc 6,
30-34
… en aquella sociedad
agrícola-ganadera que era el contexto de la realidad Escrituristica, era una
imagen muy clara y rica, ellos sabían con cuánto cariño cuida el pastor a sus
“animalitos” y cómo se desvive por ellos. Así es el Amor de Dios por nosotros y
así debemos aprender a amarnos entre nosotros para cumplir con el mandamiento
del Amor no sólo a Dios sino también al prójimo, como a uno mismo… Nutrir al
hombre integral, calmar todas las hambres, eso es lo que compete al
hombre-nuevo, al Llamado-Enviado.
Podemos
hacer mención de Dios diciendo El-Señor-nuestra-justicia.
Observemos
como se han ido enlazando las ideas claves del cristiano:
Fe-Discipulado-Envío-Misión.
Ahora se
presentan dos nuevas palabras,
tan
conectadas, que parecen una: pastorear-evangelizar.
(Evangelizar
no está pronunciada, está sobreentendida)
Este nuevo
concepto-dupla
aparece
propuesto tanto por el profeta como por el salmista:
La Lectura
de Jeremías 23 inicia así: “Ay de los pastores que dispersan
y dejan
perecer las ovejas de mi rebaño —oráculo del Señor—.”
Dios
encomendó funciones gubernativas a unos pastores de hombres,
les
encargó la dirección y el liderazgo,
la defensa
y el cuidado de su pueblo-pueblo-pueblo,
pero esos
encargados lo defraudaron,
se
ocuparon sólo de sus egoísmos, de sus intereses personales,
de
engordar la bolsa propia.
Al
verdadero discípulo le corresponde denunciar al Mal Pastor,
y
superarlo siendo él mismo como el Buen Pastor.
El Salmo
22 dice: “El Señor es mi Pastor, nada me falta”
El profeta nos está diciendo lo que no
debe hacer el Pastor,
en el salmo lo que hace el Pastor Verdadero.
El Evangelio nos trae modelada
la fuente del accionar pastoral: La compasión.
Y la primera parte de su accionar: Enseñar.
A partir del próximo Domingo dejaremos en
suspenso
la lectura del Evangelio según San Marcos;
iniciaremos una inserción de 5 domingos
en el Evangelio según San Juan, Domingos 17º a
21º,
para mirar esa faceta de la misión –otra dupla-
pan Eucarístico y pan de la Palabra,
que atañe al evangelizador-misionero,
compromiso que nos legó el Divino Maestro
cuando dijo
“denles ustedes de comer” Mc 6, 37b.
Allí veremos qué es todo eso de que “en verdes praderas nos hace recostar”,
“nos conduce hacia fuentes tranquilas y repara nuestras
fuerzas,
nos guía por el sendero justo,
va con nosotros y con su vara y su cayado nos
sosiega,
Su bondad y Su misericordia nos acompañan,
que prepara una mesa ante nosotros, enfrente de
nuestros enemigos;
que nos unge la cabeza con perfume y mantiene la copa rebosante”.
que nos unge la cabeza con perfume y mantiene la copa rebosante”.
Todos esos son comentarios sobre la misión
pastoral,
definen el accionar del evangelizador.
Hay otra labor que nos incumbe,
se trata de la disolución de las barreras,
para lo que tenemos la Segunda Lectura:
en tanto somos evangelizadores, no nos toca
levantar muros o construir diques,
en cambio,
es
nuestra tarea la búsqueda de la unidad.
De eso nos habla la Carta a los Efesios.
A veces se cree que debemos ser netos y claros
en la separación,
pero Jesús anima a lo contrario,
Jesús
vino a superar lo de judíos y gentiles,
Lo que Él hizo fue derribar el muro que los
separaba: el odio.
¿Cómo lo derribó? San Pablo lo dice, “con su
carne”
y “mediante la cruz”,
hizo de los dos un solo pueblo.
Miremos todo el peso de esa tarea:
“uniéndolos en un solo cuerpo
mediante la cruz,
dando
muerte, en Él, al odio”.
Este tesoro está para ser depositado en nuestro
corazón,
no podemos desatenderlo ni un instante,
pertenece a la esencia del cristianismo;
el mensaje es de Paz,
y el verbo está –de manera nítida- consignado
en el Evangelio,
“reconcilió”.
Nosotros no estamos para la división,
esa es tarea del Perverso;
estamos –en cambio- para la Reconciliación.
Juntos podremos postrarnos frente a su Altar.
El Pastor administra derecho-y-justicia.
¡No alejamiento! ¡No separación, no fractura!
Nos pondremos de acuerdo para honrarlo en una
sola verdad,
la del Amor.
No estamos hablando de pactos momentáneos, ni
de imposturas.
Para
que surja el Hombre-Nuevo
trabajaremos por la unión
con
cero-hipocresía.
Será una condición de profunda armonía
sincera en el corazón,
no de dientes para afuera.
Estos que
se dan a la tarea son los que por única vez
En el
Evangelio de Marcos son llamados “Enviados”,
verso 6, 30,
significa
que Jesús los escogió,
los
envío con poder,
con un
doble encargo: predicar y liberar de la garras del Malo.
Jesús
quiere llevarlos de retiro al ἔρημον [eremón],
(pariente directo de la palabra eremita),
evocando
con ello el Éxodo;
Quiere
romper la cotidianidad, busca “descanso” para sus “Enviados”.
Marcos no
nos relata, en absoluto, lo que pasó mientras cumplieron el envío,
ese tiempo
está ocupado por el relato de la decapitación de Juan el Bautista.
Cuando
llegan a su lugar de “descanso”
encuentran
invadido su lugar de refugio,
lo que
ellos esperaban fuera un lugar solitario, es concurrido
está
ocupado por toda una multitud,
pero,
Jesús no se fastidia con esta irrupción,
el
sentimiento que lo invade es muy distinto
siente lo
que sienten los verdaderos pastores:
compasión.
Se retoma
el concepto que propuso Jeremías en la Primera Lectura;
pero aquí
se trata de un Verdadero-Pastor,
que ve a
la muchedumbre como “ovejas que no tiene Pastor”.
Él se pone
a darles el Primer-Pan, el de la Palabra,
“se pone a
enseñarlos largamente”
queda
–digámoslo así- puesta la Mesa para el Segundo Pan,
aquel que sacia el hambre.
La
fusión se logrará en Él.
Como
granos de trigo en un mismo Pan.
(por
Cristo, con Él y en Él
A
Ti, Dios Padre Omnipotente).
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