Hech1, 1-11; Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9; Ef 1, 17-23; Mc 16, 15-20
No hagan
oídos sordos,
escuchen
atentos,
esa música
de Corte Celestial
es tocada por Ángeles:
¡Anuncia
el hecho más extraordinario,
algo nunca
antes visto,
algo inimaginable
Como toda
obra de Dios
Imprevisible
Dios muestra todo su Poder
El inimaginable tamaño de su Amor.
Ahí está
el peligro, quedarnos alelados ¡mirando para lo Alto!
En el
verso 28 del Evangelio según San Juan leemos:
“Salí del Padre
y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo
y me voy al Padre”.
Esta
expresión de Jesús nos habla de una dinámica,
mejor aún,
de una dialéctica:
Nuestro
Señor Jesucristo se anonadó,
bajó,
descendió; allí se da inicio a un “lapso”
durante el
cual, Él renuncia, (tal vez sería mejor decir “abdica”)
de Su Trono,
a la
Derecha,
y esa renuncia ¡es “a
nuestro favor”!
Pero, de
ninguna manera, Quien es el Rey pierde su Realeza,
lo que ha
hecho Jesús es entrar, voluntariamente en nuestro juego,
para poder
reunificar toda nuestra resquebrajadura,
para poder
reunir todos los trozos en los que habíamos sido divididos, fraturados.
Cumplida
su Misión, se sienta nuevamente en su Lugar,
como Quien
se quita la corona para dejar a sus hijos jugar a probársela,
luego,
cuando quiere,
la retoma.
En los
primeros once versos de los Hechos de los Apóstoles
(que
constituyen la Primera Lectura de esta Solemnidad)
se resume
toda la procesualidad de esta dialéctica:
Jesús
enseñó desde el comienzo
(toda Su Vida es enseñanza,
eso
reviste Su Existencia de sentido Misional
vino para
instruirnos,
para
indicarnos como vivir poniendo nuestras plantas en las Huellas de Sus Pisadas,
y luego,
nos indica que vayamos hacia lo
Alto.
Manera de
hablar que no alude a la dirección vertical del mundo físico,
sino al
esfuerzo de superación permanente de nuestro espíritu,
Iluminado
por el Espíritu Paráclito.
Revisemos
la palabra Paráclito que deriva del griego:
“para”: al
lado;
“calein”: llamado,
“tos” sobre quien recae el Llamado
“El que ha
sido llamado para estar a nuestro lado”.
Eso lo
dice todo,
El Espíritu Santo es
La
Persona de la Trinidad
que ha
quedado a cargo de cada miembro de la humanidad.
Pero, -como
su Nombre lo indica-
hay que
llamarlo, Él siempre nos acompañará,
pero
tenemos que Invocarlo.
Después de
su Pasión,
Instruyó Jesús, también,
a los Apóstoles,
Demostrándose Resucitado,
Lo hizo así
durante Cuarenta Días,
Un
día podría haber sido una alucinación,
Tres días habría podido ser
una fantasía,
Diez
días podría haber sido
un caso de
obsesión colectiva,
¡Cuarenta
Días son incontestables!
Esta fecha
contiene una Promesa de proporciones desproporcionadas,
Que
seremos bautizados con Espíritu Santo.
Ya hemos
oído todos estos días,
leyendo
los Hechos de los Apóstoles,
que el Santo Espíritu vino sin discriminar
judíos de
gentiles,
esclavos
de libertos,
siervos de
señores,
ninguna
viuda, ninguna mujer, ningún eunuco,
ni los que
hacían carpas,
ni los que
comerciaban con purpura;
nadie fue
segregado
a todos se
les convocó.
¡Dios se
sienta en su Trono Sagrado!
“… aventuraríamos
llevar nuestro midrash más lejos
diciendo
que,
si Jesús se hubiera seguido
“Apareciendo”
habría
generado un tipo de dependencia
que nos
mantendría en la servidumbre,
que no nos
habría permitido evolucionar
hacía la amistad,
porque el
siervo es “dependiente”
mientras
que el amigo es autónomo.
Si Él se
hubiera seguido apareciendo
no nos
habría podido entregar el Espíritu Santo.
Por eso
nos convenía que se sustrajera a nuestros sentidos,
para que
nosotros asumiéramos,
por fin,
nuestra entera responsabilidad".
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