Ex 12, 1-8. 11-14; Sal
115, 12-13. 15-16bc. 17-18; 1Co 11, 23-26; Jn 13, 1-15
… el amor fundante
del matrimonio es el amor de Dios y el amor de Dios es un amor misericordia. El
amor de misericordia es el amor típico de Dios que se agacha a servir… ¿Qué
significa el lavatorio de los pies de Jesús? Que si no es por el lado de los
pies, humillándose uno no está amando. Amor que no es humilde no es verdadero.
Gustavo Baena, sj.
Aceptarlo a Él, que
“lava los pies” nos da la capacidad de amar como Él nos ha amado, de tener
parte en su vida como Hijo.
Silvano Fausti
«Vosotros,
los maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó
por ella para limpiarla con el baño del agua y la palabra, a fin de consagrarla
y presentar una Iglesia gloriosa, sin
mancha o arruga o cosa semejante, sino santa e irreprochable» (Ef 5, 25-27). Esta
imagen del “amor-conyugal” es crucial en este punto del Evangelio joánico. «En
la literatura profética es, quizá, más frecuente y más importante el símbolo
conyugal que el símbolo político de la alianza soberano-vasallo.»[1].
Esta
perícopa de Efesios enraíza su referencia en Oseas «En el capítulo 2, verso 4,
da comienzo la historia de un pleito contradictorio entre marido y mujer,
unidos por el vínculo matrimonial. Estamos ante uno de los poemas indudablemente
más importantes del AT, que además creó un símbolo fecundísimo que penetró con
fuerza en el NT y ha sido utilizado por muchos autores… El tema es
profundamente humano. Es el simbolismo de un marido apasionadamente enamorado
de su mujer y traicionado por ella.»[2] «Al escuchar directamente
la poesía apasionada de Oseas revela al momento el vocabulario del amor. “Amar,
seducir, esposa, matrimonio, esposo mío, hablar al corazón, noviazgo regalos de
amor, abandonar, olvidar, traicionar, mentir, adulterio, odiar, cubrirse de
vergüenza, descubrir la desnudez, irse tras de los amantes, buscar, engendrar
hijos ilegítimos, prostituirse, tener espíritu de prostitución…”: es el
soliloquio y desahogo de un enamorado traicionado…. La familia del profeta es
así el breve compendio cifrado de una larga experiencia de pecado, el hecho de
una crisis familiar contiene el reflejo simbólico de la ruptura con Dios, el
relato de una experiencia personal se transforma en “signos y presagios para
Israel de parte del Señor de los ejércitos” (Is 8, 18)»[3].
«2. Es significativo
que la imagen de la Iglesia gloriosa se presente, en el texto citado (Ef 5,
25-27), como una esposa toda ella hermosa en su cuerpo. Ciertamente, se trata
de una metáfora; pero resulta muy elocuente y testimonia cuán profundamente
incide la importancia del cuerpo en la analogía del amor nupcial. La Iglesia
“gloriosa” es la que no tiene “mancha ni arruga”. “Mancha” puede entenderse
como signo de fealdad, “arruga” como signo de envejecimiento y senilidad. En el
sentido metafórico, tanto una como otra expresión indican los defectos morales,
el pecado. Se puede añadir que en San Pablo el “hombre viejo” significa el
hombre del pecado (cf. Rom 6, 6). Cristo, pues, con su amor redentor y nupcial
hace ciertamente que la Iglesia no sólo venga a estar sin pecado, sino que se
conserve “eternamente joven”.
3. Como puede verse, el ámbito de la metáfora es muy amplio. Las expresiones que se refieren directa e inmediatamente al cuerpo humano, caracterizándolo en las relaciones recíprocas entre el esposo y la esposa, entre el marido y la mujer, indican, al mismo tiempo, atributos y cualidades de orden moral, espiritual y sobrenatural. Esto es esencial para tal analogía. Por tanto, el autor de la Carta puede definir el estado «glorioso» de la Iglesia en relación con el estado del cuerpo de la esposa, libre de señales de fealdad o envejecimiento («o cosa semejante»), sencillamente como santidad y ausencia del pecado: Así es la Iglesia «santa e intachable». Resulta obvio, pues de qué belleza de la esposa se trata, en qué sentido la Iglesia es Cuerpo de Cristo y en qué sentido ese Cuerpo-Esposa acoge el don del Esposo que «amó a la Iglesia y se entregó por ella». No obstante, es significativo que San Pablo explique toda esta realidad que por esencia es espiritual y sobrenatural, por medio de la semejanza del cuerpo y del amor, en virtud de los cuales los esposos, marido y mujer, se hacen “una sola carne”»[4]
Cristo
Amigo, consciente de que había llegado el momento de volver a su Padre, al
celebrar la Ultima Cena, “habiendo amado a los suyos, los amó hasta el
extremo”.(Jn 13, 1-17) El extremo,
el límite: les lavó los pies, les dejó
el mandamiento del amor y se quedó para siempre con ellos y con nosotros por
medio de la Eucaristía… se va pues al día siguiente morirá, pero en realidad en
su ingenio divino se las ha arreglado para quedarse con nosotros…. Quedándose
totalmente a mi disposición. Cada vez que participo en la Santa Misa o le
visito en el sagrario tengo la oportunidad de percibir su amor a mí, porque se
ha quedado para ser mi amigo, mi hermano, mi compañero fiel, en quien puedo
confiar en todo momento y circunstancia.
Él
encontró la fórmula. La Eucaristía. “En este don, Jesucristo entregaba a la
Iglesia la actualización perenne del misterio pascual. Con él instituyó una
misteriosa contemporaneidad entre aquel Triduum y el transcurrir
de todos los siglos”»[5]
Al
entrar en el Capítulo 13 de San Juan se produce un “salto” (que explica la
inusitada importancia del amor en este contexto): «El capítulo 13 abre la
segunda parte del evangelio de Juan (13,1 – 20,29).»[6] «El tema de la vida y de
la luz, que hasta aquí es dominante en el Evangelio, desemboca en el del amor.
Y el amor que es la luz verdadera de la vida se realiza no en las palabras ni
con la lengua, sino en la verdad de los hechos (cf. 1Jn 3, 18) en estar al
servicio de los otros (Ga 5, 13) Llevar los unos las cargas de los otros es
cumplir la ley de Cristo (Ga 6, 2), cumplir su mandamiento….de aquí en adelante
la palabra “amor” sustituye las palabras “luz” y “vida”, que hasta ahora han
sido dominantes. El verbo “amar” aparece 38 veces en el Evangelio de Juan: 7
veces en los capítulos 1-12 y 31 veces en los capítulos 13-21 con una
concentración de 26 veces en los capítulos 13-17. A su vez, el sustantivo
“amor” se repite 6 veces, con una concentración de 5 veces en los capítulos
13-17. El verbo, que indica acción, predomina sobre el sustantivo, porque el
amor se manifiesta más en los hechos que en las palabras… La vida de Dios, de
la cual el agua y el viento, la luz y el pan son signo, es el amor: el amor del
Padre, que el Hijo comunica a los hermanos.»[7]
«El
episodio se sitúa en la última cena, en el centro de la cual los otros
Evangelio colocan la institución de la Eucaristía. Juan omite las palabras
sobre el pan y sobre el vino; en cambio, narra el lavatorio de los pies.»[8] «La forma como Jesús sigue
presente en el mundo es la comunidad formada por los que comparten su pan y
viven en consecuencia.»[9] «En la Eucaristía no hay,
pues, sólo comunión entre Cristo y nosotros, sino también asimilación; la
comunión no es sólo unión de dos cuerpos, de dos mentes, de dos voluntades,
sino que es asimilación al único cuerpo, a la única mente y voluntad de Cristo.
“El que se une al Señor forma con él un solo Espíritu” (1 Co 6, 17)… según San
Pablo, la consecuencia inmediata del matrimonio es que el cuerpo del marido es
de la mujer y, viceversa, el cuerpo de la esposa es el del marido (cf. 1co 7,
4).
Aplicado
a la Eucaristía esto significa que la carne incorruptible y dorada de vida del
Verbo encarnado se vuelve mía, pero también mi carne, mi humanidad se vuelve de
Cristo, la hace suya… Cuando Jacob se presentó al padre Isaac para recibir la
bendición en vez del hermano Esaú, el padre notó que la voz no era la del
primogénito, pero los vestidos que llevaba puestos lo hacían pasar por él y le
dio su bendición (cf. Gn 27, 1ss). Una cosa semejante sucede cuando nos
presentamos al Padre Celestial después de haber recibido la Eucaristía. Él nos
cambia por su Hijo unigénito y nos bendice.»[10]
El amor que promueve Jesús tiene su expresión en el
ministerio del servicio, como dice Dom Câmara, “ayudarnos mutuamente; para hacer por nuestros hermanos
lo que les es verdaderamente necesario, aquello de lo que realmente tienen
necesidad”, es por eso que en el Evangelio de San Lucas Jesús se autodefine “yo
estoy en medio de ustedes como el que sirve.”(Lc, 22, 27d). «Jesús
recibe el título de Maestro y Señor. El título de Maestro está ligado a los
fariseos, y el de Señor a los gobernantes de Roma. Jesús acepta los títulos,
pero se pone en el mismo nivel de los discípulos y discípulas: “Ya no los llamo
siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; yo los llamo amigos,
porque todo lo que escuche de mi Padre se los di a conocer” (15, 15)… Por tanto
el lavatorio de pies muestra que todos son iguales y que el servicio nace de la
capacidad de amar. En Juan 12, 1-11 la unción de los pies de Jesús por María es
un gesto que presenta semejanza con la Última Cena de Jesús. María, la amada,
unge los pies de Jesús con perfume y los enjuga con sus cabellos (12, 3).
Jesús, tocado por este gesto de amor, hace lo mismo con sus discípulos: también
Él lava los pies de sus amigos y amigas.»[11] «"Habiendo
amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1). Dios ama a su criatura, el
hombre; lo ama también en su caída y no lo abandona a sí mismo. Él ama hasta el
fin. Lleva su amor hasta el final, hasta el extremo: baja de su gloria
divina. Se desprende de las vestiduras de su gloria divina y se viste con ropa
de esclavo. Baja hasta la extrema miseria de nuestra caída. Se arrodilla ante
nosotros y desempeña el servicio del esclavo; lava nuestros pies sucios, para
que podamos ser admitidos a la mesa de Dios, para hacernos dignos de sentarnos
a su mesa, algo que por nosotros mismos no podríamos ni deberíamos hacer jamás.»[12]
Jacob
se disfrazó de Esaú con la piel de los cabritos para remedar a su hermano que
era muy velludo. Jesús se reviste como uno de nosotros, τίθησιν τὰ
ἱμάτια, καὶ
λαβὼν
λέντιον
διέζωσεν
ἑαυτόν· (Jn 13, 4) quitándose el manto y “ciñéndose” una
toalla a la cintura; (sabemos que se quitó el manto, San Juan lo dice, también
dice que se ató la toalla a la cintura; lo que no dice es se haya quitado nunca
la toalla… podríamos inferir que “permaneció” con λέντιον el paño al cinto, y subió a la cruz con su
“disfraz” de servidor).
Para entender lo que todo esto implica para
nosotros, para saber cómo incorporarnos a su Cuerpo Místico, los que recogemos
el ejemplo después de 20 siglos; oigamos un comentario que hacía Dom Helder Câmara:
«Cada Jueves Santo, antes de celebrar la Eucaristía, nosotros celebramos una
hermosa ceremonia, a la que asiste gran cantidad de público, en la que el
obispo o el sacerdote lava los pies a doce personas. De este modo recordamos lo
que el propio Señor hizo. Pero en tal ocasión siempre me inquieta un tanto el
ver que nuestros doce “apóstoles” se presentan con los pies cuidadosamente
lavados de antemano. Y hay que hacerlo entender: “Hermanos, no estamos aquí para
hacer como que lavamos unos pies que ya están perfectamente lavados. Nos
encontramos aquí para decir que estamos dispuestos a tratarnos como hermanos, y
hermanos de carne y sangre; para ayudarnos mutuamente; para hacer por nuestros
hermanos lo que les es verdaderamente necesario, aquello de lo que realmente
tienen necesidad.»[13] «Lavar
pies es como un sociodrama que representa esa entrega total que Cristo ha hecho
para redimirnos. ¿Y qué les toca a los discípulos? De parte de los discípulos,
dejarse lavar los pies, representa su entrega total en ese proyecto de amor y
renovación revelado por Cristo.»[14]
[1]
Schökel, Luis Alonso y Gutiérrez Guillermo. MENSAJES DE PROFETAS. MEDITACIONES
BÍBLICAS. Ed. Sal Terrae Santander-España 1991. p. 129.
[2]
Ibid p. 115
[3]
Ravasi, Gianfranco LOS PROFETAS. Ed San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1996
pp. 46-47.
[4] Juan
Pablo II. EL AMOR DE CRISTO A LA IGLESIA, MODELO DEL AMOR CONYUGAL. Audiencia
General 1 de septiembre de 1982
[5]
Guerra, Héctor, LC. y Ledesma, Juan Pablo, LC. Ed. Planeta Barcelona –España
2009. pp. 109-110 La cita que hacen es de Juan Pablo II ECCLESIA DE
EUCHARISTIA, 5.
[6]
Bortolini, José. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE JUAN. EL CAMINO DE LA VIDA. Ed. San
Pablo. Bogotá-Colombia 2002. p.140
[7]
Fausti, Silvano. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE JUAN Ed. San Pablo
Bogotá-Colombia 2008. pp. 365.367
[8]
Ibid. p. 364
[9]
Charpentier, Etienne. PARA LEER EL NUEVO TESTAMENTO. Ed. Verbo Divino
Navarra-España 2004 p. 140
[10]
Catalamessa, Raniero. ESTO ES MI CUERPO Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 2007. pp.
121.126
[11]
Centro Bíblico Verbo LA NUEVA VIDA NACE DE LA COMUNIDAD. EL EVANGELIO DE JUAN.
Ed. San Pablo. Bogotá Colombia 2010. pp. 61-62
[12] Benedicto XVI SANTA MISA "IN CENA
DOMINI" Basílica de San Juan de Letrán. Jueves Santo 13 de abril 2006
[13]
Câmara, Dom Helder. EL EVANGELIO CON DOM HELDER. Ed. Sal Terrae
Santander-España 1987 p. 170
[14]
Seubert, Augusto. CÓMO ENTENDER LOS MENSAJES DEL EVANGELIO DE JUAN Ed. San
Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1999. p. 105
P.S.
ResponderEliminar«el amor en abstracto nunca tendrá fuerza en el mundo si no hunde sus raíces en comunidades concretas, construidas sobre el amor fraterno. La civilización del amor sólo se construye partiendo de pequeñas comunidades fraternas. Hay que empezar por lo concreto y singular para llegar a lo universal.»
Card. Joseph Ratzinger EL LAVATORIO DE LOS PIES http://es.catholic.net/imprimir.php?id=19133