sábado, 10 de enero de 2015

SATURADOS POR CRISTO


Is 55, 1-11; Sal 29(28), 1-4.9b-10; 1Jn 5, 1-9; Mc 1, 7-11

La responsabilidad de un bautizado es ser salvador como Jesucristo… Un bautizado se compromete a jugarse la vida por el otro.

Gustavo Baena, sj.

Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo.

Benedicto XVI

Tenemos que esforzarnos para alcanzar una visión convertida de los sacramentos. Es muy triste y totalmente anti-cristiana la óptica del sacramento como un rito en el templo, con fecha fija. Ese es el momento de recepción del sacramento pero el sacramento es toda la vida. El rito bautismal acontece en cierto día, pero esa fecha no es sino el despegue. Muy mal estaría el deportista que pusiera todo su empeño en la partida y sólo se esmerase en la salida, abandonando todo esfuerzo durante el resto de la competencia; pero precisamente eso es lo que nos pasa con la vida sacramental. Cuando la actitud correcta debiera ser comprender que un día se recibe, pero que luego se hace fructificar el sacramento en cada día de nuestra existencia.

Al celebrar este domingo la fiesta del Bautismo del Señor, particularmente durante la lectura del Santo Evangelio –en su breve perícopa de tan sólo cuatro versículos- nos damos cuenta que se trata de una experiencia trinitaria. Se oye la Voz del Padre, el Espíritu desciende en forma de Paloma y el “Hijo amado es el Bautizado”. «Los Santos Padres dicen que por su Bautismo Jesús tocó todas las aguas de este mundo, fecundándolas con su espíritu, para que generasen vida.»[1]


«La palabra “bautizar” la hemos españolizado, pero es una palabra griega… La palabra bautizar en griego, significa sumergir… La palabra sumergir ¿implica un líquido o no?... ¿cuál es el líquido? Es la muerte y resurrección del Señor. ¿Pero la muerte y resurrección del Señor es un líquido? Tampoco es un líquido, se ve que es una metáfora;… El bautismo es una inmersión en Cristo mismo hasta que nos sature para quedar exactamente como Él… el bautismo son personas que trasparentan a Cristo muerto y resucitado sirviendo a los demás.»[2]

Quisiéramos señalar otros dos aspectos que nos permitan aprehender mejor la trascendencia del bautismo que –no en vano- es la puerta para la vida sacramental. «A partir del momento en que el Sacramento Original abandonó el mundo después de su Ascensión, la economía de los “sacramentos separados” entra en acción, como prolongación de la encarnación. Constatamos asimismo de acuerdo con las Escrituras que ninguno de los doce apóstoles que estuvieron en contacto inmediato con el mismo Sacramento Original, fue bautizado: mientras que el apóstol Pablo, que se reunió a ellos y que jamás se encontró como creyente con el Cristo terrestre, si fue bautizado (Hch 9, 18)»[3] 

Por otra parte, el Cardenal Martini señalaba –después de proponer 5 citas tomadas de los Hechos de los Apóstoles (1,5. 2,38. 8,12. 9,18. 10,48)- «Qué notamos en esos versículos? Los verbos están en voz pasiva. Es decir, ninguno se puede bautizar a sí mismo: es la comprobación unánime de toda la Escritura desde el comienzo. Aunque yo me sumerja en el agua y diga: yo me bautizo, en realidad no hay bautismo. Debo pedir este sacramento, debo ser sumergido en el agua por otro. La alteridad del ministerio, la necesidad de una persona que me lo confiera en representación de Jesús, quiere expresar que la vida divina otorgada en el bautismo no se puede adquirir ni siquiera en un centímetro o en un gramo: es puro don.»[4] El mismo Jesús no se dio el bautismo de propia mano sino que vino a recibirlo de su primo Juan.

Ahora bien, siendo el bautismo, como lo es, el primer sacramento, veamos ¿cuál es su primer signo? Es la señal de la cruz (CEC: #1235) que hace el sacerdote en la frente del candidato seguida del mismo signo efectuado por los padres y después por los padrinos. Si bien la mistagogia es pericoresis (como lo señalabamos arriba, las Tres Divinas Personas están presentes) el bautizado es sumergido y “saturado” en el Hijo, para que la Gracia perdida sea re-novada y seamos también –con Jesús- salvadores e instrumentos de salvación, dispuestos a darlo todo, así como Él se da todo en este Sacramento re-generador que es puro don; «…los cristianos en la Iglesia son sacramentos porque transparentan a Cristo haciendo lo que hizo Jesús. ¿Qué es un cristiano? Un sacramento de Jesucristo, o sea un Jesucristo que en pleno siglo XXI camina en dos pies por las calles. Estamos lejos ¿no?...»[5]



[1] Beckhaüser, Alberto. LOS SACRAMENTOS EN LA VIDA DIARIA. Ed San Pablo. Bogotá-Colombia 2003. p. 53
[2] Baena, Gustavo. LA VIDA SACRAMENTAL. Ed. Colegio Berchmans Cali-Colombia 1998 pp. 40-42
[3] Schillebeeckx. Edward o.p. CRISTO, SACRAMENTO DEL ENCUENTRO CON DIOS. Ed. Dinor S.L. San Sebastian Bilbao 1966. p. 57
[4] Martini, Carlo María LOS SACRAMENTOS. ENCUENTRO CON CRISTO E INSTRUMENTO DE COMUNICACIÓN. Ed. San Pablo. 3ra reimp. 2002. p. 15
[5] Baena, Gustavo. Op. Cit. p. 15 (Nota: En el texto original decía “siglo XX).

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