sábado, 5 de julio de 2014

LA PAZ QUE ÉL NOS DA


Za 9, 9-10; Sal 145(144), 1-2.8-11.13-14; Rm 8, 9. 11-13; Mt 11, 25-30

Quien posee el amor de Dios, encuentra en ello tanta alegría que cualquier amargura se transforma en dulzura, y todo gran peso se vuelve ligero.

Santa Catalina de Siena

Jesús… es la escala de Jacob, que une el cielo y la tierra.

Silvano Fausti sj.

Me quedo con Jesús.  Quiero ir con él, aprender de él, ser manso y humilde de corazón.  No voy a cargar con la guerra.  Prefiero que me maten los enemigos, si es que no sean imaginarios, pero morirme con la conciencia tranquila.  Elijo el yugo suave de su paz. 

Nathan Stone sj.

¿Por dónde vamos?

El Concilio de Nicea estableció, en el año 325, la regla según la cual la Pascua se celebraría el primer domingo tras la luna llena que sigue al equinoccio de primavera –llamado vernal-  del hemisferio Norte. El jueves anterior será Jueves Santo; y, cuarenta días antes de este jueves será Miércoles de Ceniza. Así queda establecida la Cuaresma. En este año 2014, la Pascua de Resurrección fue el 20 de abril, en consecuencia el Jueves Santo cayó 17 de abril, y cuarenta días antes, el miércoles de ceniza cayó el 5 de marzo; así, la Cuaresma se extendió entre el 5 de marzo y el 17 de abril.

El 12 de enero, del año en curso, fue el Bautismo del Señor, o sea que concluyó el tiempo de Navidad y empezó el Tiempo Ordinario. Hasta el Domingo 2 de marzo (último Domingo antes del Miércoles de Ceniza) hubo ocho Domingos del tiempo Ordinario. Luego, vino la Cuaresma, a la cual sucedió la Pascua –mediados los dos Tiempos Litúrgicos por el Triduo Pascual (Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección)- el Tiempo de Pascua (7 Domingos, iniciando con la Pascua de Resurrección, incluyendo la Ascensión del Señor) concluyó con Pentecostés, que hemos celebrado el 8 de junio, (cincuenta días después de la Pascua de Resurrección); el Lunes, después de Pentecostés, retomamos el Tiempo Ordinario.

Ahora bien, cada año, en virtud de un acomodamiento que se hace para que el año litúrgico esté formado por 34 semanas del Tiempo Ordinario, se suprime alguna semana de este ciclo. En este año 2014, se suprimió la Novena Semana. Entonces, al retomar el tiempo ordinario, en vez de retomar con el 9no Domingo, retomamos con la 10ª Semana del Tiempo Ordinario (lunes 9–sábado 14 de junio); el siguiente Domingo habrían correspondido las Lecturas del 11º Domingo Ordinario, pero en esta fecha (15 de junio) hemos celebrado la Santísima Trinidad –que tiene precedencia sobre el Domingo Ordinario. El Domingo siguiente (22 de junio) debido a que el calendario civil desplazó el Jueves de Corpus, lo hemos celebrado este Domingo, que correspondería al 12º Ordinario; también coincidió San Pedro y San Pablo con el Domingo 29 de junio y en esta  fecha habríamos leído lo pertinente al 13er Domingo Ordinario pero hemos tenido las lecturas propias de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo.  De esta manera, hasta ahora vamos a retomar con propiedad –en lo que se refiere a las Lecturas- el Tiempo Ordinario, en este primer Domingo 6 de Julio,y retomaremos con las lecturas propias del 14º Domingo Ordinario.

וְרֹכֵ֣ב עַל־חֲמֹ֔ור “Montado en un burrito” Za 9, 9e

Para nosotros Jesús es Profeta, Sacerdote y Rey. Él es el Mesías, o sea el “Ungido” de YHWH (porque al rey se le ungía, así como lo hizo Samuel con David en 1Sam 16, 13)  portador de la salvación a través del cual el Poder de Dios se manifestaría restaurando el linaje de David, Ungido de Dios para reinar.

En la Primera Lectura el profeta Zacarías nos anuncia la llegada del Rey, este rey tiene una característica muy especial, digamos un rasgo diferencial, no viene en caballo bélico sino en burrito, la cabalgadura real para los tiempos de paz.


Toda profecía es un meollo de revelación, hay una pedagogía Divina allí contenida, en este caso, se nos permite vislumbrar que Jesús es Mesías, pero un Mesías de naturaleza distinta. Es Ungido o Cristo (que es la traducción en griego para Ungido), pero no como estábamos acostumbrados a pensar, identificándolo con un personaje de enorme y evidente poderío. Y, en cambio, el profeta lo describe con seis rasgos:

a)    Justo y victorioso
b)    Humilde
c)    Hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra
d)    Y de Jerusalén (el nombre de la ciudad traduciría “fundación de paz”) los caballos de guerra.
e)    Romperá el arco del guerrero
f)     Anunciará la paz a las naciones.

Aquí aparece una palabra que, si tomamos toda la perícopa como un sistema planetario, esta palabra sería el sol del sistema. Se trata de la palabra שָׁל֖וֹם  Shaloum “Paz”.

Pese a la עָנִי֙  humildad (pobre, necesitado, oprimido, miserable, afligido, humilde) que rodea como un halo a este personaje; sin embargo, el primer rasgo es justicia y victoria y luego, viene el rasgo séptimo, “Su poder se extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta (inclusive) los últimos rincones de la tierra”.

«… más que como profecía cumplida debemos considerarlos anuncio de algo por llegar. O, si queremos, primicia de una realidad que, aun no se ha manifestado plenamente. Como los pastores, sabemos que “nos ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor”. Pero debemos aceptar que este Mesías no ha terminado con las guerras, con los ejércitos, las opresiones e injusticias. Lo cual no significa su fracaso absoluto. Algo ha comenzado y está germinando de forma escondida, misteriosa. Y el pueblo que camina en tinieblas ha visto una gran luz (Mt 4, 15-16). Nos gustaría que fuese más esplendorosa y radiante. Pero ahora es el momento en que nos toca a nosotros coger el relevo y procurar que esa Luz, aunque pequeña, no quede escondida bajo el perol. Y mientras crece, ilumina toda la casa y se difunde a todo el mundo, las palabras de los profetas nos animan a esperar y a creer que un día nuestros sueños e ilusiones se harán realidad.»[1]

Clima de este Domingo

En la primera lectura ya se define el clima de este Domingo: “Alégrate muchísimo”, “lanza gritos de júbilo”. Pero cuando llegamos al Salmo responsorial este clima se define con mucha mayor precisión, dándole una dirección y un sentido a esa alegría:

Dios y Rey mío, yo te alabaré
bendeciré tu Nombre siempre y para siempre.
Un día tras otro bendeciré tu Nombre
y no cesará mi boca de alabarte.

Este Salmo corresponde a los salmos denominados “del ritual de la Alianza” porque en ciertos momentos es necesario repasar que hemos pactado con Dios, trabajar con un único propósito, “que se haga su Voluntad, y no la nuestra”. Esto es algo que, con no poca frecuencia perdemos de vista, y es entonces cuando sobreviene el desvío y –cuando menos lo esperamos- nos encontramos adorando “el becerro de oro”. Como vacuna, como antídoto, con regularidad debemos renovar nuestra alianza; algo muy similar al ritual con el que los esposos refrendan y actualizan su compromiso matrimonial, ceremonia que denominamos “renovación de los votos matrimoniales”; también tenemos, especialmente en el ritual de confirmación, la “renovación de las promesas bautismales”, todos estos son ejercicios de refrendación, necesarios a la memoria para contrarrestar el olvido y vigorizar el compromiso.


Esta renovación de los compromisos que conlleva la Alianza no está inserta en un clima de tedio, ni mucho menos en un ambiente de depresión y tristeza. Por el contrario,  se enmarca en un ambiente de alegría y festejo. Es la Fiesta de la Alianza entre Dios y el hombre.

Alianza es llevar el “yugo”

Este año 2014 corresponde al ciclo A donde leemos el Evangelio según San Mateo. Al llegar el Miércoles de Ceniza e iniciar la Cuaresma, como se dijo arriba, habíamos alcanzado hasta el 8vo Domingo del Tiempo Ordinario. En esa oportunidad leímos Mt 6, 24-34. Vamos –ahora- a hacer un breve tránsito por las lecturas de los Domingos 9º -13º para ponernos en contexto de la continuidad litúrgica:
Domingo 9º habríamos leído Mt 7, 21-27. “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la Voluntad de mi Padre del cielo”;
En el Domingo 10º. correspondería Mt 9, 9-13: “Vayan a aprender lo que significa misericordia quiero y no sacrificios. No vine a llamar a justos, sino a pecadores.”
En el Domingo 11º. se lee Mt 9, 36-10,8: Viendo a la multitud, Jesús se conmovió por ellos, porque estaban maltratados y abatidos, como ovejas sin pastor” y llamó a los doce y los envió a anunciar el Reino.
El Domingo 12º del Tiempo Ordinario nos propone Mt 10, 26-33: “… no tengan miedo, que ustedes valen más que muchos gorriones…”.
Finalmente, el Domingo 13º nos propone Mt 10, 37-42: “El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que se aferra a su vida la perderá, y el que la pierda por mí, la conservará”.

Para este Domingo, 14º del Tiempo Ordinario, el Evangelio nos invita a tomar el yugo de Jesús y a aprender de Él su mansedumbre, su desprecio delas vías de poder, del belicismo. Lo cual está en directa continuidad con tomar su cruz y seguirlo, del Domingo anterior.


Para situarnos todavía mejor demos una mirada panorámica al Evangelio de Mateo, por lo menos hasta donde vamos este Domingo:

·         Los dos primeros capítulos corresponden a la Infancia de Jesús
·         El Padre “proclama” a su Hijo y Jesús es tentado caps. 3-4
·         Ha llegado el Reino de Dios caps. 5-9.
·         Jesús envía a sus discípulos a misionar y para esa tarea los instruye
·         Pero, en vez de partir ellos en misión, es Jesús el que parte en misión. Mt 11, 1
·         Juan el Bautista manda pedir razón sobre Jesús Mt 11, 2-19
·         ¡Ay de las ciudades del lago! Mt 11, 20-24.
·         Y, aquí se inserta la perícopa de este Domingo 14º. llamada “Himno de júbilo”, lo cual está muy en conformidad con el “clima de regocijo” al que nos referimos antes, como ambientación anímica para esta fecha. Es un “gaudete” del Tiempo Ordinario.

Jesús con natural orgullo filial ensalza a su Padre. Proclama la bondad de su Abbá que tiene preferencia por los νηπίοις. Esta palabra tiene varias traducciones y ha sido traducida en este contexto bíblico de diversas maneras: los sencillos, los pequeños, los niños, los ingenuos, los inmaduros, la gente sencilla, los ignorantes, los iletrados, los incultos, los analfabetas. En todo caso, los עָנִי֙, anî de los que hablábamos que se mencionan en la Primera Lectura; allí proponíamos como traducción: pobre, necesitado, oprimido, miserable, afligido. No es exactamente lo mismo, pero ellos son los elegidos para formar el pueblo de Dios, a ellos se les revela y para ellos no quedan ocultas las verdades del Reino. Al encarnarse «…Él mismo será anî, en hebreo “pobre, humilde”, será por tanto hermano de las acostumbradas víctimas de la historia y del poder… como su primer acto de gobierno disolverá  el ejército, aboliendo todo el arsenal militar (carros armados, arcos de guerra, caballería). Su única palabra será shalôm, paz, y resonará de valle a valle, de mar a mar, de región a región en forma tal que unirá toda la tierra en un solo estado, la nación del hombre.»[2]


Toda la Liturgia de este Domingo parece una entrevista de trabajo: la propuesta de trabajo es ir a anunciar la llegada del Reino. Pero en estas entrevistas, no sólo le dicen a uno lo que debe hacer, también le señalan las implicaciones, los riesgos que se corren, los compromisos que se contraen, hasta la paga viene a colación. No sería honesto por parte del empleador si ofreciera un empleo sin decir los riesgos que tiene, los gajes que se enfrentan, las responsabilidades que se contraen…

Hay un gaje que no se puede ocultar, llevar el anuncio del Reino no es un lecho de rosas, no es melcocha y vaso de leche; hay que soportar el “yugo”. Pero, ¡atención! este yugo no es abrumante, no es de desaliento e infructuoso; este yugo es χρηστὸς: suave, fácil, cómodo, tranquilo, calmo, sosegado; y, por otra parte, es ἐλαφρόν: leve, liviano, ligero, suave.


Esa “ignorancia”, esa “incultura”, esa “falta de educación” de los candidatos a “anunciadores del reino” es el antídoto que disuelve la arrogancia de σοφῶν καὶ συνετῶν la docta “sabiduría” que era el pretendido origen de la autoridad de los escribas y los fariseos. Esos, ni ven ni entienden nada; no son como Jesús que ὅτι πραΰς εἰμι καὶ ταπεινὸς τῇ καρδίᾳ  es  manso y humilde de corazón; humildad de corazón queda perfectamente traducida por anî.

El Espíritu nos da la Paz

«La resurrección realizada en nosotros por la gracia es parcial y  no alcanza todavía a nuestros cuerpos. Por esto esperamos aún la Parusía de Cristo.

Esta relación paulina entre la naturaleza y la gracia se desarrolla en un triple nivel: 1. El nivel psicológico-teológico de la experiencia humano-cristiana expresada bajo la luz de la revelación: el “yo” humano es creado por Dios para el Verbo y orientado hacia Él, en la posesión de la libertad frente al pecado y en la exención de la muerte. Este “yo” sometido luego al pecado y a la muerte, es liberado por la gracia, si se deja guiar y asimilar por ella. Sin embargo, no se trata todavía del “yo” resucitado en su carne y en este aspecto sigue todavía sujeto a la muerte. 2. El nivel ontológico de esta experiencia cristiana: La misma naturaleza del hombre, resultado de la creación, y sometida después, bajo el poder del pecado y de la muerte, ha empezado ya a recuperarse con la gracia, de dicho estado, aunque sin alcanzar la trasformación definitiva de su resurrección. Y en el nivel cósmico…»[3]. De este nivel cósmico hablaremos el próximo Domingo.


«La muerte de Cristo en la Cruz condena definitivamente el pecado, la muerte, los poderes malignos y la Ley. Y desde entonces todo aquel que posee la gracia ha vuelto las espaldas a un pasado imperfecto: la gracia nos ha abierto el mundo espiritual y ha establecido en el alma la paz[4] «Pero he ahí que Pablo se atreve a afirmar que la ley ya no es útil, puesto que ahora debemos dejarnos guiar desde el interior por el soplo de Cristo que nos anima… si tenemos en nosotros el soplo de Cristo, si respiramos del mismo soplo que Él, no podemos hacer otra cosa que pensar como Cristo y realizar sus obras…. Entonces, ya no hay necesidad de consultar un código que es exterior a nosotros mismos, se debe más bien consultar el Espíritu de Cristo que habita en nosotros.»[5]

Hasta el Domingo 8vo veníamos leyendo la 1a Corintios. A partir del Domingo 9º y hasta el 24º estaremos leyendo la carta de San Pablo a los Romanos (hasta el 14 de septiembre), 16 Domingos dedicados a esta carta, que pensamos escribió San Pablo en el invierno del 57 al 58, considerada como el testamento de Pablo y la más aqlta sinteis de su predicación. Muy a vuelo de pájaro demos un vistazo, como hicimos con el Evangelio mateano: La carta inicia con un saludo y una mirada a los viajes que tiene planeados San Pablo; luego, San Pablo presenta el propósito del Evangelio: llevar la posibilidad de la salvación a todos los que la acepten; primero se refiere a los paganos y enseguida a los judíos; y, enseguida pasa a mostrar la intervención sanadora y rescatadora de Jesús en quien estamos llamados a depositar nuestra fe para alcanzar la “justificación”. En el capítulo 4to toma como referente y ejemplo a Abrahán; en el Domingo 13º nos muestra el poder regenerador del bautismo que comunica “muerte al pecado” y a nosotros garantía de Resurrección.

Hoy, nos muestra su poder anti-frustración, como veíamos arriba, al hablar de un “fracaso absoluto” frente a un mesianismo en proceso: también el Espíritu nos permite derrotar la materialidad, la inmanencia, el inmediatismo, la instintividad (el gobierno de los instintos), en fin, todo aquello que San Pablo agrupa bajo el rubro de σαρκὶ “la carne”.

«¿Cómo reaccionó Jesús ante el fracaso de sus esfuerzos y ante la injusticia, la pobreza, el sufrimiento y el pecado de tantos miembros del pueblo de Dios?... encontramos una reacción diferente del desaliento y la preocupación por los detalles de la que he observado en mí mismo y que quizá pueden darse también en muchas otras personas. Jesús parece haber tenido una profunda confianza en la solicitud providente de que Dios vendría a reinar. No centró la atención en sí mismo, sino en la iniciativa de Dios. Además parece haber aceptado el fracaso de su ministerio con una ecuanimidad que deslumbra al observador. En un artículo escrito en cuaresma, Mónica Furlong habla de trabajar la virtud de la paciencia y describe lo que podría significar tener dicha virtud.

“Consiste paradójicamente, en no ser más que una insignificante gota cuyo paso sólo significará una pequeña alteración en la superficie… pero que es consciente de que en su interior está presente todo el amor de Dios y ya se ha hecho realidad la redención. En este amor es posible descansar en absoluta tranquilidad, como un niño satisfecho duerme en el regazo de su madre. (The Tablet [04.03.1995] p. 284)”.

…Recuerdo un dicho atribuido a Ignacio de Loyola: “Ora como si todo dependiera de ti, y trabaja como si todo dependiera de Dios”. La idea es que oremos para discernir cómo actuar en este mundo de acuerdo con la intención de Dios, porque es muy importante que actuemos bien; pero una vez que hayamos decidido una línea de acción, podemos dejarlo todo en las manos de Dios, como parece haberlo hecho Jesús… sólo Dios puede mover a otros a cooperar con nuestras mejores acciones en pro del bien común.»[6]


«…si Dios nos ha creado y ha querido que fuéramos seres humanos en el tiempo,… y si todo esto Dios lo ha bendecido, nosotros debemos comprender que, sin la tierra, tampoco existe el cielo.

No, no se trata de evadirse de la tierra; al contrario, mientras más fieles seamos a las tareas que tenemos sobre la tierra –la tarea de labrar esta tierra, la tarea de transformarla, de hacerla más habitable, de hacerla más humana, de embellecerla, según la expresión del Apocalipsis- más dejará esta tierra de ser un simple jardín, y será en cambio una ciudad llena de verde, habitada, construida por nosotros… La morada del Reino la construimos con las cosas que hacemos en esta tierra.»[7]




[1] Sicre, José Luis. LOS PROFETAS DE ISRAEL “PARA EDIFICAR Y PLANTAR”. 3RA Parte. Ed. Tierra Nueva centro Bíblico “Verbo Divino” Quito-Ecuador 4ta ed. 2000 pp 70-71
[2] Ravasi, Gianfranco. LOS PROFETAS.  Ed. San Pablo. Santafé de Bogotá- Colombia 1996.  p. 223
[3] Cerfaux, Lucien. LA TEOLOGÍA Y LA GRACIA SEGÚN SAN PABLO.  en SELECCIONES DE TEOLOGÍA Facultad de Teología San Francisco de Borja. Barcelona-España Ene-Mar 1967. VOL.M 6 NO. 21p. 12.
[4] Ibid. p. 10
[5] Mainville, Odette. CON LA FUERZA DEL ESPÍRITU. APOSTARLE A LA LIBERTAD. Ed. San Pablo Bogotá D.C.- Colombia 2002 pp. 39-40
[6] Barry, William A. sj. ¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO? ENCUENTRO CON EL JESÚS HISTÓRICO EN LA ORACIÓN.  Ed. Sal Terrae Santander-España 1998. pp. 74-75
[7] Bianchi, Enzo. LAS PARADOJAS DE LA CRUZ. Ed. San Pablo Bogotá D.C. – Colombia 2001. pp. 94-95.

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