… estando cerradas las
puertas de la casa donde se hallaban los discípulos por miedo a los judíos, se
presentó Jesús en medio de ellos …
Jn 20, 19c-e
Empirismo y modernidad
La
modernidad se caracteriza por su énfasis en lo experimental. Nada es cierto a
menos que se pueda repetir bajo las mismas condiciones (condiciones
controladas), es decir, la piedra de toque de todo saber es el experimento. Ahora,
el experimento es que yo lo vea, con mis propios ojos, que yo lo pueda tocar,
que yo mismo pueda “meter el dedo en la llaga”.
Esta
metodología, propia de las ciencias naturales –particularmente de la física-,
se filtró hasta las ciencias humanas llegando a la política, la antropología y
la filosofía toda ella; esta tradición del pensamiento conduce al nacimiento y
fortalecimiento de la filosofía empirista.
Aquí
no nos interesa discutir la validez o no
de esta filosofía y de esta forma de pensamiento. Sólo queremos señalar hasta
qué punto Santo Tomás milita en sus filas. Hasta qué punto este discípulo
encierra en su actitud la representación de muchísimos que así sea sólo por
formación académica se rigen en sus comprobaciones por esta línea de acción: “Hasta
no ver no creer”. Y suena terriblemente funcional, funcional para el ateísmo puesto
que la experiencia de fe no funciona por repetitividad “experimental” (como
vemos en la Creación, Dios no tiene el estilo de las cadenas de producción
industrial, cada uno de sus “productos” es único); se requieren otras formas de
pensamiento y de percepción: “… dichosos los que creerán (aoristo participio
activo) sin haber visto”. Jn 20, 29c.
Varias
veces hemos argumentado quien era el Mesías para el pueblo judío; Jesús es el
Mesías, el Ungido, el Cristo, pero –aquí viene lo difícil de aceptar y de
captar- un Mesías de otro modo, no es un guerrero líder-militar que devolverá
el poderío y la “buena vida” del apogeo davídico; este Mesías, por vía de sencillez
y humildad, por medio del sufrimiento en la cruz, derrotará el pecado y vencerá
la muerte.
Pero
¿cómo así? Preguntara el empírico, ¿dónde veo esa victoria? Por el contrario
veo muerte y desolación por todas partes, guerras y masacres, hambre y pobreza…
Cuando así nos sucede, como a Tomas (que significa “mellizo”) que tuvo que
esperar un lapso porque para él Jesús seguía muerto. Para él el lapso fue de
una semana.
¿De
quién era “mellizo” Tomas? Pues de todos nosotros los que no podemos aceptar
hasta ver la llaga y meter los dedos en el costado. Y cuando nuestra
incredulidad es más fuerte la espera es más larga. Somos de la misma ralea de incrédulos.
Creer no es algo que se logra haciendo mucha fuerza o haciendo ejercicios de
voluntad. La capacidad de creer es un don del cielo, una iniciativa divina.
Otro aspecto bien distinto es que –una vez la hemos recibido, tenemos el deber
de cultivarla, fortalecerla, llevarla al “gimnasio”, instruirla, para que pueda
desarrollarse.
Expresamos
nuestra intuición que su chispa siempre nos habita, que Dios Misericordiosísimo
no se la ha negado a nadie, que nuestra sed y nuestra hambre de espiritualidad
es su manifestación.
Esta
intuición sobre la generosa y abundante distribución de “chispas” de fe indiscriminadamente
y a diestra y siniestra nos obliga a llamar la atención sobre la
responsabilidad que tienen los formadores en esta dimensión. Si alguien ha
intentado prender fuego contando con unos cuantos fósforos (prueba usual en el
gremio de los exploradores) sabrá cuánto hay que cuidar las “chispas” para
lograr que ellas evolucionen hacia una “llama” consistente. Valga la analogía
para subrayar el papel que juegan padres y maestros con la “chispa” de la fe
entre niños y jóvenes.
El
ser humano no es por su natural desconfiado e incrédulo; por el contrario,
podemos afirmar que somos por naturaleza confiados y propensos a creer. El
problema está en que exponemos a los más tiernos, desde su primera niñez, a
sentirse defraudados y a volverse desconfiados. Muchas veces tratando de
prevenir que una persona sea víctima de la gente mal-intencionada (que siempre
la hay) sembramos semillas de desconfianza, con el rotulo eufemístico de “ser
precavidos”. Bueno, esto sin duda daña, pero lo que verdaderamente destruye los
tiernos corazones es defraudarlos, eso si da al traste con la “chispa” de la
fe.
En
este año de la fe, reflexionemos cuánto daño hacemos o hemos hecho en el
pasado, nunca para “llorar sobre la leche derramada” porque -ya lo dice la sabiduría popular- “ya después
del ojo afuera no hay Santa Lucia que valga”; no, no se trata de caer en la
zona de las lamentaciones sino procurar cambiar, ayudar a creer, abrirle la
puerta del corazón a Jesús que muchas veces está allí, tras la puerta, llamando
obstinadamente mientras nuestra cerrazón se empecina enquistada en la indiferencia,
negándose a abrirle.
El
Papa Francisco se ha referido al hecho de que Jesús muchas veces puede estar
afuera llamando para entrar; pero en no pocas oportunidades, Jesús está
adentro, llamando para salir. En otro momento se refirió a la necesidad de
proclamar nuestra fe, que no basta tenerla sino que además Jesús nos envía a
anunciarlo, a evangelizar.
Salmo 118(117):
Eucarístico
Estamos
ante un salmo de Acción de Gracias:
¡Dad gracias a YHWH,
porque es bueno! –porque es eterno su amor.
Diga la casa de
Israel: -¡Es eterno su amor!
Diga la casa de Aarón:
-¡Es eterno su amor!
Digan los que temen a
YHWH: -¡Es eterno su amor!
Nos encontramos 4 veces la palabra חַסְדּֽוֹ׃ que viene de la palabra חָ֫סֶד
[jesed] ¿cómo traducirla? Pues la hemos traducido como “amor”; ¿habría
otra traducción más exacta? Podríamos proponer “misericordia”, “favor”, “lealtad
divina”, “predilección amorosa”.
Si se tiene en cuenta que la relación con
Dios se formula bíblicamente en términos de “Alianza” podríamos decir que “Su
alianza no se quiebra nunca jamás” y ese es el motivo de nuestro agradecimiento
expresado en este salmo. Estamos agradeciendo con el Salmo que Dios no
quebranta su Alianza, aunque nosotros fallemos, Él no se defrauda con nuestra
actitud y nos sigue amando; nos perdona nuestras fallas y nos disculpa así como
su Hijo declaró que merecíamos perdón porque no sabemos lo que hacemos, porque “metemos
la pata” inconscientes de nuestras faltas, sin alcanzar a comprender que
ofendemos a un Dios-tan-Bueno.
Nadie discrepa que este salmo se compuso
cuando ya no había rey en Israel, se trata de un salmo post-exilico; entonces
¿a qué rey se refiere? Al Rey escatológico, al aguardado, al esperado, al
vaticinado: a Nuestro Mesías, a Jesús Nazareno que no quebrantó la Alianza y
que fiel al Amor-de-Dios por la raza humana, se brindó hasta la última Gota de
su Sangre para ser el Manso-Cordero-Llevado-al-matadero; aceptó ser el
Chivo-Expiatorio y lavó pagando Altísimo Precio, todas nuestras culpas: A Él
que nunca nos ha fallado, “que es Bueno, demos gracias, porque su Alianza no se
quiebra nunca jamás” Cfr. Sal 18(17), 29.
En los versos 17 y 18 se declara expresamente
la victoria de YHWH sobre la muerte.
Sus discípulos heredamos
Jesús nos había ofrecido que haríamos incluso
obras mayores que las suyas. En esta semana hemos venido leyendo
continuadamente el Libro de los hechos de los Apóstoles. Hemos visto a Pedro y
a los otros discípulos realizando muchas señales milagrosas y prodigios en
medio del pueblo, como nos lo narra este sumario, de los cuales encontramos
varios en este libro.
Los sumarios cumplen una función diegética,
hacen avanzar el relato y permiten la transición de un episodio a otro. Encierran
un resumen de lo que se ha contado hasta ese punto; pero, además, son como un
telón que baja en la continuidad del relato como quien dice: “Hasta aquí hemos
hablado de una cosa, ahora, vamos a hablar de otra”. Ahora, inmediatamente después de esta sumario
viene la persecución, en el versículo 18, sólo dos versículos más adelante, serán
llevados a la cárcel.
Pero el resumen o sumario como se le llama
nos deja una idea muy clara: Jesús no se ha ido, no es que hayan sido
abandonados, está con ellos (y con nosotros veintiún siglos después) y los/nos
llena de poder, de autoridad, de seguridad y firmeza y también de elocuencia,
pues a pesar de ser simples pescadores proclaman sin ambages y superando sus
propios temores e inseguridades, que no obran en nombre propio sino en el
Nombre de Jesús.
Con nosotros está
No vale trancar la puerta pues no hay
obstáculos por fuertes que sean que impidan la presencia del Señor. También en
el texto de Apocalipsis Él está allí con Juan, lo anima y lo manda a proclamar
(en este caso por escrito), porque una fe verdadera no es un asunto personal,
privado; la fe es algo para anunciar, para compartir (no para imponer, la fe se
propone).
La Presencia del Señor tiene un valor de presencia
tangible, física. Insistimos que no se trata de una Presencia fantasmagórica,
es alguien que se puede tocar y en efecto, nos narra el Apocalipsis, que “le
tocó con la mano derecha. Si leemos
toda la perícopa Ap 1, 9-20 advertimos el carácter fuertemente físico de la
visión: la Voz, la figura humana, las vestiduras, el pecho, el cinturón de oro,
cabeza, cabellos, ojos, pies, la diestra, etc.
Si bien este es el Domingo llamado de la
Misericordia , podríamos Afirmar también que es el Domingo de la Presencia
puesto que una y otra vez se vuelve al tema de que Él está con nosotros y que
su Alianza, no se parece a las cosas humanas: momentáneas, transitorias,
perecederas. El Amor de Dios es eterno porque Dios es Eterno y Dios es Amor.
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