4to de Pascua – Ciclo C
ὅτι
τὸ ἀρνίον τὸ ἀνὰ μέσον τοῦ θρόνου ποιμανεῖ αὐτοὺς καὶ ὁδηγήσει αὐτοὺς ἐπὶ ζωῆς
πηγὰς ὑδάτων
Porque el Cordero que está en el Trono,
será su Pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la Vida…
Ap 7, 17ª
… sembremos esperanzas / donde quede
soledad
Dios nos puso como hermanos / a luchar
por la unidad.
De “ES TIEMPO” canción
de Miguel Enrique Cubillos
Marchando hacía “Omega”
lento pero firme
«Cristo
glorioso, influencia secretamente difundida en el seno de la Materia y centro deslumbrador en el que se centran las innumerables fibras
de lo Múltiple; Potencia implacable como el Mundo y cálida como la Vida; Tú, cuya frente es de
nieve, cuyos ojos son de fuego, cuyos pies son más centelleantes que el oro en
fusión; Tú cuyas manos aprisionan las estrellas; Tú que eres el primero y el
último, el vivo, el muerto y el resucitado; Tú que concentras en tu unidad
exuberante todos los encantos, todos los gustos, todas las fuerzas, todos los
estados; a Ti era a quien llamaba mi ser con un ansia tan amplia como el
universo ¡Tú eres realmente mi Señor y mi Dios!»[1]
Este
texto de Teilhard de Chardin se refiere al Pastor Universal, si, el que “aprisiona
las estrellas; … el primero y el último, el vivo, el muerto y el resucitado; …
que concentra en su unidad exuberante todos los encantos, todos los gustos,
todas las fuerzas, todos los estados” Cfr. Él va guiando todo el Universo, en
suave y armoniosa convergencia, exenta de toda violencia, de toda coerción,
ejerciendo su ternura de Pastor a través de su infinita ternura-misericordiosa.
Es muy difícil referirse a este Pastor-Mesías con las frágiles palabras;
aludimos a Él por medio de triquiñuelas literarias, como esta genial de los “pies
más centelleantes que el oro en fusión”
para tratar de asir lo intangible, lo indescriptible. Tal vez, la medida de la
espiritualidad se exprese en la sutileza y profundidad de las metáforas, con
las que –a duras penas- sólo asimos un borde del haz resplandeciente de su Luz.
Y
todo es conducido, con una lentitud inexorable para la brevedad de la vida
humana, pero –seguramente- normal en los relojes de la Eternidad. ¿Por qué va
tan lento para nosotros? ¿No ve Dios que nos desesperamos? ¿No tiene acaso
Misericordia con los que ya desfallecen, con los que no soportan un instante
más sus dolores y sus angustias?
Pero
de otra parte, ¿Quiénes somos nosotros para pedirle cuentas a Dios, para
fijarle términos? ¿Qué sabemos nosotros de los ritmos universales y de las
premuras celestiales? Sólo tratemos de imaginar ¿cuántos perderían la
oportunidad si Dios resolviera que es Ahora y no después? Muy probablemente,
también nosotros seríamos sorprendidos desprovistos, impreparados, inmaduros
para el Cielo; ¿Cuántos tenemos cuentas tan grandes por saldar que un balance
final en este punto de la historia sería letal para nosotros y el Juicio nos
condenaría? Ahí la profunda motivación del Divino Pastor que todos los días nos
amplía el plazo, nos alarga las “recuperaciones”, ¡nos multiplica, con su
Bondad, las ocasiones de alcanzar la Salvación!
Y
es que el Pastor Divino no tiene “ovejas” para esquilarlas y comerciar con su lana,
ni para engordarlas y sacrificarlas; por el contrario, vive enamorado y enamorándose
de sus ovejas, no se limita a saberles el nombre, sino que las está apacentando
para que vivan para la Eternidad. Como son “ovejas” con inteligencia, con “razón”,
con “alma”, con espiritualidad, con vida “trascendente”, saben muchas cosas que
las otras ovejas -las cuadrúpedas- no saben. Las ovejas cuadrúpedas desconocen
el concepto de muerte, no piensan nunca en ella, no conocen el concepto “tiempo”,
como nosotros, no les angustia envejecer, no saben qué pasa con sus cuerpos
cuando yacen en tierra. Otra es nuestra suerte, sufrimos ante la expectativa de
la muerte, penamos en la vejez, medimos el tiempo, fabricamos relojes,
proyectamos nuestra conciencia de “vida” allende el minuto presente,
extrapolamos por la suerte de otros lo que se cebará posteriormente con nuestro
“ser”, y –quizás lo más duro- sufrimos con la “partida” de un amigo, de un ser
querido. Por todo lo anterior, previó el Divino Pastor, dar antídoto para todas
estas aflicciones; καὶ ἐξαλείψει ὁ θεὸς πᾶν δάκρυον ἐκ τῶν ὀφθαλμῶν
αὐτῶν. “… y Dios
enjugará de sus ojos toda lágrima” Jn 7, 17b, que fuéramos “ovejas” destinadas
a la vida trascendente, se subió a la Cruz e inmediatamente enseguida,
pavimentó una Vía hacía la Vida Inmortal, y, Victorioso, Resucitó, para ya
nunca morir, a la muerte, la derrotó por siempre y para siempre. Así le dio consuelo
a nuestra finitud. Nos advirtió, Oh! Pastor de Eternidades, que se iba adelante
a prepararnos “moradas”, viviendas paradisiacas donde no campee ninguna baja
pasión y donde –en vez de sol- sea el Amor lo que ilumine: Luz para nuestros
ojos. Sólo el visionario, el profeta y –en menor medida- el vate y el teólogo, pueden
entrever los destellos de esa esfera, de esa Dimensión.
Fraternidad
El
año pasado, cuando miramos el tema del Buen Pastor, quisimos subrayar que todos
somos pastores, algunos con rebaños más grandes, otros con mínimos rebaños de
una o dos personas. Enfatizábamos que el esposo es pastor de su esposa, que el
padre y la madre lo son de sus hijos, el docente de sus alumnos y el párroco de
sus feligreses. Así podríamos ensanchar la enumeración sólo para fatigar al
lector. Digámoslo sólo otra vez, con tono sentencioso, para que no lo olvidemos:
Todos somos pastores y el ideal es que seamos Buenos Pastores; eso nos enseña
Jesús.
Este
año queremos enfocar el reflector desde el vértice opuesto.
Miremos
el Salmo con atención. Allí leemos (vamos entresacando para proponer la idea que
queremos señalar) “… el Señor es Dios,… nos hizo y somos suyos… somos su pueblo,
ovejas de su rebaño”. Sal 100(99), 3. Somos su pueblo, somos de su rebaño,
miembros, es decir “ovejitas suyas”. ¿Qué implicación leemos en esta
afirmación? Al ser compañeros del mismo redil, somos por eso “ovejitas hermanas”,
somos parte del mismo pueblo. Él nos invitó a llamar a Dios Abba, para que ganáramos
consciencia que si Él es Padre Nuestro, entonces somos –nada más y nada menos-
que hermanos. Hermanos en Cristo Jesús.
El
peor riesgo que nos puede amenazar es que ignoremos nuestra calidad de
hermanos. Oremos para que nunca perdamos de vista esta conciencia. Siempre
cuidadosos los unos de los otros. Este versículo del Salmo inicia con el verbo דְּע֗וּ
“Reconozcamos” ¿Qué hay que reconocer? Las tres cosas: 1) Dios nos creó, 2) somos
ovejas de su rebaño, 3) somos hermanos-en-el-mismo-rebaño, que es la conclusión
natural, y aun cuando no está puesto de manera expresa en el Salmo, se infiere,
se desprende.
«Ser mirado por ti, Señor,
es sentirme con el corazón grande,
capaz de abrazar todo el mundo,
de amar a la multitud de mis hermanos
y de compartir con ellos mi gozo.»[2]
O
con las palabras de Carlos Vallés, «Haz que me sienta oveja de tu rebaño,
Señor. Haz que me sienta responsable, sociable, amable, hermano de mis hermanos
y hermanas y miembro vivo del género humano. No me permitas pensar, ni por un
momento, que ´puedo vivir por mi cuenta, que no necesito a nadie, que las
vidas de los demás no tienen nada que ver con la mía… No permitas que me aísle
en orgullo inútil o engañosa autosuficiencia, que me vuelva solitario, que sea
un extraño en mi propia tierra…»[3] Pensamos que es una oración
hermosa la del Padre Vallés, hermosa y urgente en nuestro momento histórico,
cuando mil laceraciones nos ensimisman y nos enconchan como erizos, como
puerco-espines, sacando a relucir nuestras más ásperas aristas. Mientras la historia nos reclama todo lo contrario: la
apertura, la solidaridad.
τὸν λόγον τοῦ θεοῦ - La Palabra de Dios
En
la perícopa que leemos hoy como Primera Lectura, tomada de los Hechos de los
Apóstoles, 13, 14.43-52. Leemos por lo menos cuatro veces esta frase: “La
palabra de Dios”.
1) El sábado siguiente casi toda la
ciudad de Antioquía acudió a oír la Palabra de Dios
2) La Palabra de Dios debía ser primero predicada
a ustedes…
3) …los paganos se regocijaban y
glorificaban la Palabra de Dios,…
4) La Palabra de Dios se iba propagando
por toda la región.
Los
personajes son San Pablo y Bernabé, pero la protagonista es τὸν
λόγον τοῦ θεοῦ la
Palabra de Dios.
Benedicto
XVI nos decía: «Ya sabemos de qué viven las ovejas, pero, ¿de qué vive el
hombre? Los padres han visto en los montes altos de Israel y en los pastizales
de sus camperas, donde hay sombra y agua, una imagen de las alturas de la
Sagrada Escritura, del alimento que da la vida, que es la Palabra de Dios. Y
aunque esta no sea el sentido histórico del texto, en el fondo lo han visto
adecuadamente y, sobre todo, han entendido correctamente a Jesús. El hombre
vive de la verdad y de ser amado, de ser amado por la Verdad. Necesita a Dios,
al Dios que se la acerca y le muestra el sentido de su vida, indicándole así el
camino de la vida. Ciertamente, el hombre necesita pan, necesita el alimento
del cuerpo, pero en lo más profundo necesita sobre todo la Palabra, el Amor, a
Dios mismo. Quien le da todo esto, le da “vida en abundancia”.»[4]
Así
cuando encomienda a San Pedro que apaciente sus ovejas/corderos, encomienda a la “Piedra” -primero en la serie de la Sede Petrina- alimentarnos con la Palabra porque somos la clase de ovejas que
no se nutren de pastos, sino de toda Palabra que sale de la Boca de Dios.
[1] Pierre Teilhard de
Chardin S.J. en “Himno del Universo”. www. pastoralenellugardetrabajo.cl/.../CRISTO%20GLORIOSO.doc
[2] Dini,
Averardo EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN Tomo III – Ciclo C. Ed. Comunicaciones
sin fronteras. p. 42-43
[3]
Vallés, Carlos G. sj. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae Santander-España 1989 p. 191
[4] Benedicto
XVI. JESÚS DE NAZARET PRIMERA PARTE DESDE EL BAUTISMO A LA TRASFIGURACIÓN. Ed.
Planeta Bogotá - Colombia 2007 p. 327
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