Miq 5, 1-4; Sal 79,
(2-19); Hb 10, 5-10; Lc 1, 39-45
Sólo por el servicio el hombre cambiará la
tierra gastada y cansada en Nueva Humanidad.
Emilio L. Mazariegos
1
San
Juan Bautista no sólo predicaba un bautismo de conversión (distinto de nuestro
bautismo que es sacramento de iniciación y nos vincula a la Iglesia haciendo
oficial nuestra filiación al Padre y anulando en nosotros las consecuencias del
pecado original, sin embargo, no elimina nuestra inclinación al mal, una de las
consecuencias de ese “pecado original”). Además, señalaba que quien se
convertía verdaderamente con su bautismo, empezaba a dar unos frutos que evidenciaban tal conversión.
Gentes
de distinta procedencia le preguntaban cuáles eran esos frutos, Καὶ ἐπηρώτων αὐτὸν οἱ ὄχλοι λἐγοντες· τί οὖν ποιήσωμεν; "La gente le preguntaba “Qué debemos hacer?”"(Lc 3, 10).
Aquí queremos dirigir el reflector sobre la profunda conciencia de la gente. Ellos
sabían claramente que sus frutos
debían ser obras, que una conversión no es simplemente un acto abstracto
simbolizado por una “inmersión” y ya, ¡estuvo el bautismo!, que es lo que muchas veces nos sucede a
nosotros: vamos a la Iglesia, recibimos el chorrito de agua (o se lo hacemos
aplicar a nuestros hijos) y todo sigue igual. Con grande preocupación vemos la
actitud poco o nada piadosa de personas que están ocupadas tomando fotografías,
o con sus teléfonos celulares y sus mensajes de texto, que conversan mientras
el sacerdote procura “develar” lo que es “develable” en el sacramento, mientras
la feligresía -padres y padrinos-
conversan amenamente como en el mejor club; y, seguramente ignorando que la
Mesa del Altar representa a Jesucristo que es Víctima, Sacerdote y Altar de su
Sacrificio, encontramos a un papá que no tuvo inconveniente en parar a su niña
sobre La Mesa Sagrada.
Aquella
gente que se bautizaba con San Juan, entendían que había un compromiso de cambio, y así llegaban a su cuestionamiento: τί οὖν ποιήσωμεν “Qué debemos hacer?”. Ese fue nuestro tema del Tercer
Domingo de Adviento, esa era la perícopa que leímos el Domingo Anterior. No
está de más que repasemos la respuesta que les dio San Juan:
- A los pudientes, a los solventes, a
los acomodados, a los adinerados les dijo: “El que tenga dos capas dé una al
que no tiene y quien tenga qué comer, haga lo mismo” Lc 3, 11
- A los publicanos (es decir, a los
cobradores de impuestos) “No cobren más de lo debido” Lc 3, 13c
- A los soldados, representantes de la
casta militar les respondió: No abusen de la gente, no hagan denuncias falsas y
conténtense con lo que les pagan” Lc 3, 14c
Un
predicador que oímos los parangonó con el Ministro de Finanzas, los Coroneles
de los “falsos positivos” y la feligresía de la comunidad a la cual el
predicador se dirigía, actualizando así el Mensaje para nosotros. Ahí dejamos
la Semana Anterior, hoy retomamos con la Primera Lectura, del Profeta Miqueas,
cuyo nombre traduce “Quién como YHWH”; él era un campesino, nacido en Môresheth Gat (propiedad de Gat) como a 35 kms
de Jerusalén, cerca de Kiryat Malaqhi y de Kiryat Gat; si leemos su libro en la
Biblia, es decir, la trascripción de sus profecías, nos encontramos con la
denuncia de los abusos de explotación por parte de las clases acomodadas
aprovechándose de los pobres, de los labradores por medio de un sistema basado
en la violencia. «… denuncia un mal peor que la propia guerra, la codicia y las
injusticias sociales, en las cuales ve la causa principal de la ira de Dios
(2,8)»[1]
Podemos
dividir este Libro en cuatro secciones: la primera que se ocupa de los oráculos
amenazadores, forman los capítulos del 1 al 3; en la segunda parte, de la cual
se toma la perícopa que leemos este Cuarto Domingo de Adviento, la conforman
los capítulos 4 y 5; la tercera parte, especie de juicio a Israel, forma los
capítulos 6 y 7; y concluye con el capítulo 7 que muestra las perspectivas
salvíficas.
En
la perícopa de hoy «… existen también promesas y esperanzas. Entre ellas se
destaca el anunció del surgimiento del Mesías en la pequeña ciudad de Belén (5,
1-3). El N.T. tomará ese oráculo y lo atribuirá al nacimiento de Cristo. (cf.
Mt 1, 6).»[2]
2
διὰ τῆς
προσφορᾶς τοῦ σώματος Ἰησοῦ Χριστοῦ ἐφάπαξ. “…por la ofrenda del
Cuerpo de Jesucristo, de una vez por todas” (Heb 10, 10b) alcanzamos ἡγιασμένοι ἐσμεν “quedar santificados”. Eso lo hace Jesús “en
cumplimiento de ἐν ᾧ θελήματι la voluntad de suprimir
los antiguos sacrificios. Esa voluntad emana del “Querer” de Dios, de lo que
Dios quiere. No quiere ni víctimas, ni ofrendas, ni holocaustos, ni
sacrificios, así lo leemos en Θυσίαν καὶ προσφορὰν
οὐκ ἠθέλησας,… ὁλοκαυτώματα καὶ Hb 10, 5b. 6a. En cambio,
Dios le dio para ofrendar un “cuerpo” σῶμα δὲ
κατηρτίσω μοι· (un cuerpo me preparaste). El verbo καταρτίζω señala algo que ha sido dispuesto con destino
preciso, a propósito para tal cosa, que conviene exactamente y cumple todos los
requisitos.
Ahora bien, según lo pone la Carta a los
Hebreos, Cristo dice ofrendándose a Sí mismo: τότε
εἶπον, Ἰδοὺ ἥκω “Entonces dije, aquí estoy” Hb 10, 7a y
continúa diciendo, ἐν κεφαλίδι βιβλίου γέγραπται περὶ ἐμοῦ, τοῦ
ποιῆσαι ο θεος το θελημα σου “como dice en el rollo hablando sobre mí, para
hacer Tu Voluntad, Oh Dios.”.
Sólo resta un punto: ¿Qué tiene todo esto que
ver con la Navidad? ¿Con el Cuarto Domingo de Adviento?
Que este decir de Jesús, esta opción de ser
Víctima Sacrificial por nuestros pecados la toma Διὸ
εἰσερχόμενος εἰς τὸν κόσμον Al
entrar en el mundo.
3
El
salmo 79 es un Salmo de súplica. En la estructura de la súplica va primero la
Invocación al Protector, a quien llamamos por Nombre propio. ¿Cómo se llama
Dios en este salmo? ¿Con qué Nombre se le invoca?
Dios
viene a nosotros en Jesús, “Dios Salva”; nace Pastor entre pastorcitos, como
sabemos, son los pastores de Belén los primeros en venir a visitarlo. Así que
en este salmo lo invocamos con ese título: רֹ֘עֵ֤ה יִשְׂרָאֵ֨ל Pastor de Israel.
En
segundo lugar, siguiendo la estructura de la súplica, vienen las peticiones
generales. En este caso son tres: manifiéstate, despierta tu Poder, ven a
salvarnos.
Viene
el tercer elemento de la estructura de una súplica: La presentación que dice quién
es el que clama. En este salmo, es el pueblo elegido, Israel. Se autodenomina
“la cepa plantada por tu Mano”, “ el renuevo que Tú mismo cultivaste”.
Luego,
viene el siguiente elemento de la súplica: Se ofrece algo a cambio, para que se
conceda lo pedido el suplicante hace un compromiso: “Dame tal cosa y me
comprometo a tal otra”. En el presente salmo la “transacción” es: se pide que
“Tu Diestra defienda al que Elegiste, al hombre que has fortalecido” y a cambio
se ofrece: “Ya no nos alejaremos de Ti”. Se pide “Consérvanos la vida” a cambio
se ofrece: “Alabaremos tu Poder”.
4
La radicalidad del
seguimiento de Jesús está en hacer del amor, servicio.
Emilio L. Mazariegos
«El
hacerse hermano del otro supone salir de “nuestro mundo” para entrar en “el
mundo del otro”. Entrar en…sus necesidades…La fraternidad es tan exigente y
difícil porque no consiste sólo en
prestar un servicio exterior, sino en un gesto de servicio que nos compromete,
que nos arranca de nosotros mismos para hacernos solidarios con la pobreza del
otro»[3]
«Decirle
sí al Señor es ponerse en camino. Y esta vez el éxodo es a través de las
montañas. El amor es capaz de superar montañas… allí pasará unos meses en
experiencia de éxodo, de salida, de encuentro en servicio con Isabel. Su
estancia en el Hebrón es como una bella liturgia anticipada de la Cena pascual
de Jesús con los suyos.
María
se ha quitado la capa, el manto –señal de señorío- y se ha puesto el delantal
–señal de servidumbre-. La Madre de Dios hecha de nuevo esclava, servidora. El
sí a la Palabra de Dios la lleva al sí al hombre. La Fuerza del espíritu en su
corazón la lleva a abrir la vida como abanico en ayuda del necesitado. Jesús
ira creciendo en su interior y ella ira manifestando las maravillas de ese amor»[4]
Se
tiene que resaltar y observar detenidamente el ejemplo de María, y aquí en este
ejemplo, en este detalle de su vida, está compendiada la razón que la lleva a
ser María Santísima, María madre de Dios. Insistimos, María quien acaba de ser
llamada a la maternidad de Dios-Encarnado podría haberse sentado en la butaca
más muelle, y entregarse a un ejercicio auto-contemplativo. ¿Cuál sería la reacción promedio de la
persona que recibiera esta clase de privilegios de Manos de Dios? ¿Hasta dónde
llegaría la vanidad de su orgullo henchido?
Hay
otra reacción probable a raíz de años y años de un tipo de religiosidad, de
piedad aprendida: podría haber salir corriendo hacía el Templo, elevando mil y
mil plegarias. Oración tras oración sin tregua, eso podría sonar como una
respuesta digna de un corazón agradecido.
¿Era
el corazón de la Virgen Santa poco agradecido? No, no se trata de eso. En el Magnificat
muestra su gratitud y sabemos que está consciente del privilegio incomparable
que se le ha otorgado; oímos en su plegaria reverberar los ecos de esa gratitud.
Se trata de algo mucho más profundo, más intenso, se trata de ponerlo todo en
su dimensión correcta, en su justa proporción.
¿Qué
hizo la Virgen María? ¡ μετὰ
σπουδῆς Salió
corriendo hacía Ain Karen! Ahí tenemos la respuesta de María, “manos a la
obra”, no palabras, no oraciones, no contemplaciones, no auto-complacencias. Su
gratitud se traduce de inmediato en acción inmediata, en servicio, servicio
al más necesitado que ella conocía. No buscó la manera de movilizarse hasta
África o la India. El más débil, el más necesitado era su “prima” Santa Isabel,
mujer entrada en años y –pese a ello- en cinta. Era ella quien necesitaba
apoyo, compañía, servicio. Con ella podía ser solidaria.
«María
de Nazaret, ante el privilegio de haber
sido elegida para ser la madre de Dios encarnado, el Mesías,
- No queda extasiada, fuera de sí por la
alegría
- No permanece pasiva, encerrada en su
mundo de jovencita embarazada que necesita atención, cuidados, mimos.
- No se lanza a publicar su privilegio y
alegría
María
sale de su mundo, de sí misma y viaja “a toda prisa a la montaña, a la
provincia de Judea” (Lc 1, 39), lejos a
más de 120 Kms. de Nazaret para ayudar a Isabel. La colaboración de
María le vendría muy bien: su pariente es ya entrada en años, estéril hasta
ahora, primeriza pues, y en el sexto mes de su embarazo, tres circunstancias
que hacen que estos últimos meses sean positivamente molestos y angustiosos
para Isabel… Por eso ella va a ayudar, a servir (Lc 1, 36-40.56)» [5]
«Sólo
por el servicio se levantará al pobre de la miseria. Sólo por el servicio las
manos vacías se llenarán. Sólo por el servicio el hombre encontrará su lugar entre
los hombres. Sólo por el servicio al hombre se llamará hijo de Dios. Sólo por
el servicio a los más necesitados el hombre probará la verdad de su amor a
Dios. Sólo por el servicio el corazón manifestará que está habitado por
Dios-Amor. Sólo por el servicio el hombre sentirá la alegría de vivir. Sólo por
el servicio el hombre sentirá que la vida vale la pena. Sólo por el servicio el
hombre cambiará la tierra gastada y cansada en Nueva Humanidad.»[6]
El
Padre Jesús Antonio Weisensee guiándonos en la Lectio Divina sobre esta perícopa del Evangelio de San Lucas,
formula en la Meditatio10 preguntas, de las cuales queremos tomar las tres
últimas:
«8.
¿Qué mensaje nos deja este pasaje conocido como la Visitación a Isabel? ¿A qué
nos invita?
9.
Hoy, ¿a qué nos compromete la actitud de servicio de María? ¿qué debiéramos
hacer nosotros?
10.
Hoy, ¿Quiénes son las Isabel a quienes debemos visitar para ayudar y servir? »[7]
María
nos da la respuesta a estas y a muchas otras preguntas que nos permiten
posicionar nuestra fe, que nos orienta hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos,
dónde y cómo fructificar agradando al Señor. Ella que enamoró al Señor con su
respuesta que no era una interjección, un simple “sí”; ella contestó con un
verbo dijo γένοιτο
“hágase” del verbo γίνομαι que
autoriza, que da su aceptación. Con este examen de la palabra con la que
contestó María al ángel, queremos destacar que María la silente, la que casi no
habla en los evangelios es una “mujer de acción”. Quien ha vivido la
paternidad-maternidad sabe que el cuidado de un bebé no es de palabras sino de
acciones, de compromiso, de responsabilidad. Y más adelante, la formación de un
niño, de un muchacho, es de responsabilidad, de presencia, de acompañamiento.
«El único signo de ser y de estar “tocado por Dios” es descubrirse “hermano
universal” –para emplear un término grato al Padre de Foucauld. Y esto
significa estar en comunión con los hombres y con todos los seres. Al no darse
esta comunión, el signo es asumir la lucha y afrontar la muerte para que esta
comunión se dé.»[8]
«Aquellos tres meses fueron de un compartir
profundo entre dos mujeres generacionalmente distintas, pero unidas por el amor
y la esperanza de una nueva humanidad que despuntaba en el fruto de sus
vientres; unidas en el proyecto del Padre. Tres meses de compartir sus vidas,
desde las riquezas del Espíritu Santo, y de su esperanza compartida hacia el
futuro.»[9]
«María
vive ya el mandamiento nuevo de Jesús. Porque en su comunidad no es la
“igualdad” la ley, sino “el servicio”. No es el estar con los mismos derechos
al lado de los otros, sino el “ponerse por debajo”. Esto es el servicio. Ha
comenzado en la historia la revolución nueva de Jesús. Ha comenzado la
civilización del amor, de lo gratuito, de lo inútil, de lo dado con un corazón
gozoso.»[10]
[1]
Storniolo, Ivo y Martins Balancin, Euclides. CONOZCA LA BIBLIA Ed. San Pablo
Bogotá Colombia. 5ª reimpresión 2002 p. 75
[2]
Ibid.
[3]
Galilea, Segundo. EL SEGUIMIENTO DE CRISTO Ed. San Pablo Santafé de Bogotá –
Colombia. 1999. pp. 40-41
[4]
Mazariegos, Emilio L. EN ÉXODO CON MARÍA Ed. San Pablo Santafé de Bogotá –
Colombia. 1997 pp. 19-20
[5]
Moracho, Félix. LA VIRGEN MARÍA ES MARÍA DE NAZARET. Ed. “Tierra Nueva” Quito –
Ecuador p. 23
[6]
Mazariegos, Emilio L. Op. Cit. pp. 22-23
[7]
Weisensee, Jesús Antonio Pbro. EVANGELIOS DE LA INFANCIA MATEO – LUCAS LECTIO
DIVINA Ed. Federación Bíblica Católica FEBIC-LAC Bogotá –Colombia 2000 p. 58
[8]
Paoli, Arturo LA PERSPECTIVA POLÍTICA DE SAN LUCAS Ed. Siglo XXI editores. Bs
As. Argentina 5ta ed. 1976 p. 15
[9]
Jordán Chigua, Milton. PINCELADAS BÍBLICAS DEL EVANGELIO Ed. San Pablo Bogotá –
Colombia 2009 p. 25
[10]
Mazariegos, Emilio L. Op. Cit. p. 19
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