Hch 15, 1-6
Proponiendo que llegaran a existir “cristianos de segunda
clase”
Llegan
unos cristianos judaizantes de Judea a Antioquía -indietristas profesionales- y
llegan exigiendo que los cristianos deben cumplir con la ley mosaica, en particular
con la circuncisión, es decir, que deben hacerse por entero judíos. Que se
hubiera decidido predicarle -también- a los paganos, no encerraba un gran
problema, era similar a lo que sucedía con los “temerosos de Dios”, o sea, los
“prosélitos”, que se acercaban al judaísmo, pero cuanto mucho podían llegar a
ser judíos de segunda clase. Algo análogo encerraba su propuesta con los
cristianos venidos del paganismo, a menos que se plegaran a la práctica
estricta del judaísmo. Se puede diagnosticar como un retroceso: se ha dado un
paso atrás, se está revisando para imponer lo que hasta aquel momento no se
había exigido. Y debían guardar todas las demás leyes del mosaísmo. Claro, no
se tomó esta propuesta sosegadamente, sino que, como lo dice el texto, “Esto
provocó un gran στάσεως [staseos] “altercado”, “disenso”, “revuelta”, “sedición”.
El
punto de la circuncisión, no es cualquier tema: los fariseos se aferran a la
circuncisión Gn 17, 10-14. 22-27, para ellos -esto nos puede ayudar a entenderlos-
decir que la circuncisión no era necesaria era como si hoy alguien llegara a
decirnos que el signo de la cruz es algo superfluo, que lo podemos abandonar.
Por supuesto que para la rama “fanática” del cristianismo-hebraico, era
inconcebible decir que la circuncisión no era indispensable. Así como hoy,
nosotros los católicos, llevaríamos la pregunta para elevarla ante el Vaticano,
así, la Iglesia Antioquena sentía como Iglesia Madre la de Jerusalén.
Por
eso, comisionaron a Pablo y Bernabé para subir a Jerusalén a consultar a los
apóstoles este asunto. En Jerusalén fueron recibidos con alborozo tanto por
parte de los Apóstoles, como por los Presbíteros y por la Iglesia entera. Pero
encontraron también allí, un frente de oposición, constituido por los que venimos
mencionando, fariseos-cristianizados.
¿Quiénes
eran los fariseos, del seno de los cuales brotó la rama de los
cristianos-hebraicos? “estaban formados por laicos provenientes de varias
clases sociales, principalmente de los artesanos y los pequeños comerciantes.
La mayoría del clero pobre también pertenecía o era simpatizante de este grupo.
Nacionalistas y contrarios a la dominación romana, los fariseos ejercían una
resistencia de tipo pasiva. En el terreno religioso se caracterizaban por la
rigurosidad en el cumplimiento de la ley en todos los campos y situaciones de
la vida diaria. Conservadores celosos y también creadores de nuevas
tradiciones, interpretaban la ley para el momento histórico que estaban
viviendo. Creían en la resurrección de los muertos y en la venida del mesías
descendiente de David, que traería la libertad para Israel.” (Euclides Martins Balancín)
Para ellos el cristianismo era solo un desarrollo del judaísmo, pero nunca una
renuncia a él o a alguna de sus tradiciones.
Hay
que notar que aquí el “florero de Llorente” era el tema de la circuncisión;
pero, detrás de este “objeto” estaban todos los disensos que emanaban del judaísmo
en el cuál se hundían las raíces del cristianismo naciente y de todas las
comunidades que se iban fundando en cumplimiento de la misión evangelizadora
que nos confió Jesús. Todo el libro de los hechos de los apóstoles se las va
viendo con ese proceso y las diversas modalidades que cobra en cada sitio donde
el Kerigma era proclamado.
La
perícopa nos deja, por hoy, en la asamblea de Apóstoles y Presbíteros que se
reunieron a estudiar el asunto. Mañana retomaremos justo allí (Hch 15, 7).
Sal
122(121), 1bc-2. 3-4b. 4c-5.
Un
salmo gradual (הַֽמַּעֲל֗וֹת [ma'alah]
“subiendo las gradas”,
“procesionar por los peldaños”, “describe un movimiento ascendente, como en la
subida”, lo que está relacionado con las gradas que rodean el presbiterio de
nuestras iglesias, por lo general tres escalones), es un salmo sobre la
peregrinación a Jerusalén, para visitar el Templo. Todas las peregrinaciones,
la misma acción de procesionar, tienen su antecedente en esta marcha ritual
hasta el Templo. En verdad se está hablando de otras “subidas”, son subidas que
aluden a una “liberación alcanzada”: se sube de Egipto, se sube de la
deportación de Babilonia, se sube como cada mortal asciende al Señor “marchando
en peregrinación” a lo largo de toda la vida, y, se subirá al final de los
tiempos, que es la subida escatológica.
Este
poema en particular maneja un contrapunto en cada dístico: primero un verso con
tres acentos y luego el siguiente, con sólo dos acentos. Es como una emoción
contenida, casi inmanejable, declamada al compás de la alegría. Hay una dicha
incontenible cuando pisan, ya casi, los umbrales de la Ciudad Santa, בֵּ֖ית יְהוָ֣ה.
[bet Yahwe] “la “Casa del Señor”. ¡Estamos ingresando en la Ciudad que Dios se
escogió como Morada!
La primera estrofa nos habla de esta toma de consciencia, ¿qué estamos haciendo en esta sinodalidad? ¿Por qué marchamos juntos en ascenso? ¡Y, al darnos cuenta, שָׂ֭מַחְתִּי [maḥ-tî] “qué alegría!” ¡Caminamos juntos hacia el Banquete escatológico!
La
segunda estrofa evoca una idea de חָבַר [chabar] “hechizo”, hay algo mágico que la defiende, que la
sustenta, que le sirve de basamento. Cuando se dice “ciudad bien compacta”, en
hebreo tiene que ver con un tipo de amarrado, de nudo, que tiene propiedades
mágicas, como cuando en el lenguaje popular se habla de echarle una “liga” a
alguien, con la que se puede impedir la libertad o el avance de una persona, puede
implicar situaciones del pasado, pacto, amorío, noviazgo, o cualquier fuerza
que limite la capacidad de una persona para actuar libremente o para prosperar,
el caso más frecuente es para obligar a alguien a permanecer al lado de una
persona. En este caso, el salmista alude -muy seguramente- a la fidelidad de
todas las tribus de Israel, que ninguna rompa ñla unidad de la Alianza.
Recordemos,
además, que en sus puertas se ubicaban los jueces a impartir justicia, El Gran
Sanedrín, el tribunal supremo, se ubicaba históricamente en Jerusalén, en el
Templo. Siguiendo la “tradición” judaica, se sube para loar y adorar el Santo
Nombre. Allí se proclaman los testimonios de su Grandeza Misericordiosa.
Jn
15, 1-8
Un pueblo que persista
en la celebración de su vendimia, aun cuando no encuentre frutos a cosechar,
recuperará sus viñedos.
Benjamin Disraeli
Nos
hemos saltado los versos 30 y 31 del capítulo 14, y hoy caemos directo en el
capítulo15.
Al
contextualizar este capítulo, insistimos -una vez más- que se trata de un
discurso de despedida que tiene por sentido animarnos, dejarnos cimentados en
fortaleza, convencidos que aquello que se suele llamar derrota, es sólo un
proceso de depuración, para evitar que seamos como la higuera estéril. La
higuera estéril estaba condenada a ser arrojada al fuego; y, así todo el que no
da fruto, será cortado para despejar el terreno y dar cabida a otros que -a su
vez- serán también podados. ¡Nuestra firmeza consiste en dejar de temer la
persecución, la exclusión, la tortura, y la muerte; todo aquello que nos
condena a permanecer encerrados en “el aposento alto” mirando para arriba!
Hay
una joya verdadera, una Joya Celestial que Jesús nos entrega, y que podemos
pasar sin darnos cuenta: “Ustedes ya están καθαρός [kataros]
“limpios” por la Palabra que les he hablado” ¿Por qué resulta aquí hablando de
pureza”? Es que podar está expresado con la palabra καθαίρει [kathairei] “podar”, “purgar”, “limpiarle el hongo, y los
bichitos que la estén perjudicando”, “eliminarle los elementos indeseables”.
(Hay que recordar que la Viña que plantó el Señor es Israel, que no dio uvas
dulces, sino “agrazones”, puro amargor y sinsabores. Pero a nosotros, Jesús nos
ha “podado”, con las Palabras que han salido de su Corazón, a través de sus
Labios. Esta perícopa de Juan se enlaza directamente con la apertura a los
“paganos” de la que nos habla Hechos de los Apóstoles, hoy: Hemos sido
constituidos un Nuevo Israel. Esta parte del discurso de Despedida es una
llamada clamorosa a “permanecer auténticos discípulos”.
Entender bien esto, nos lleva a entender mejor porque después
de la proclamación de la Palabra -en la Eucaristía- se dice “Que por la
proclamación de estas palabras sean perdonados nuestros pecados (veniales)”.
Formula absolutoria que se basa en la creencia de que la palabra de Dios, tiene
poder para sanar y transformar, como nos lo declara la perícopa joánica que hoy
leemos.
«… el Evangelio se centra en el premio que recibiremos; en lo que podemos hacer si permanecemos en el Señor: podemos pedir lo que queramos. ¡Qué buena oferta! ¿Quién no quisiera este poder? Pero qué difícil es cumplir el requisito. Permanecer implica constancia perseverancia, compromiso, entrega». (Papa Francisco)
No hay comentarios:
Publicar un comentario