miércoles, 28 de mayo de 2025

Jueves de la Sexta Semana de Pascua


Hch 18, 1-8.

De Atenas, Pablo va a Corintio que era la capital administrativa de la provincia de Acaya, ubicada en el istmo de Corinto, de unos 6 km de ancho, que une el Peloponeso con la Grecia continental, tuvo una gran prosperidad desde la época clásica, Homero le aplicó el epíteto de opulenta cuando la menciona entre las ciudades que participaron en la expedición contra Troya. Los corintios tenían predicamento de ser sexualmente liberales, a los que contribuía el hecho de tener un puerto con un gran tránsito de mercancías, y, por lo tanto, con gran afluencia de marineros de muchos lugares. En el santuario de Afrodita, según lo afirmó Estrabón, se practicaba la prostitución sagrada, y tenía más de un millar de heteras esclavas.

 

Pablo encontró allí, en Corintio, a Aquila y su esposa Prisca, cuyo diminutivo es Priscila, que habían sido expulsados de Roma por Claudio, quien hizo desplazar a todos los judíos por decreto. Aquila y Prisca tenían el mismo oficio que Pablo, hacían tiendas de lona. Esta pareja venía de Italia, de donde habían sido expulsados por un decreto de Claudio que ordenaba la salida de todos los judíos, de Roma, promulgado en el año 49 d.C.

 

Se piensa que Pablo -al igual que lo hacían los rabinos que predicaban gratuitamente el credo judío, y se ganaban la vida con algún oficio, aceptando, eso sí, donativos que los “fieles” les traían- trabajaba entre semana y los sábados, se dedicaba a predicar el Evangelio en la sinagoga, tanto a judíos como a griegos. Parece que Pablo recibió de las iglesias fundadas en Macedonia, una generosa contribución que le permitió suspender por algún tiempo su oficio de fabricante de tiendas de campaña, y dedicarse al anuncio de la Palabra, donde él afirmaba que Jesús era el Mesías. Hay que tener en cuenta que los judíos esperan al mesías, como un futuro líder, rey o salvador, descendiente de David, que llegará para liberar a los judíos y establecer una era de paz y justicia, pero no lo ven como Dios, sino como un hombre enviado por Dios para abanderar al “pueblo elegido”. Existe, hay que decirlo, una “secta” judía, llamada judaísmo mesiánico, que reconoce a Jesús como el Mesías, pero -a diferencia de los cristianos- afirman que no vino a fundar una religión, ellos no son cristianos ni se tienen por tales. Celebran el Shabbat (el sábado), como día sagrado.

 

Como los que escuchaban a Pablo rechazaban entre blasfemias su anuncio, Pablo, sacudiéndose las vestiduras, los dejó y se fue a predicar a los gentiles, yéndose a casa de un tal Ticio Justo, que era judío y cuya casa era vecina de la Sinagoga.

 


Crispo -al perecer ciudadano romano-, jefe de la Sinagoga, aceptó la predica de Pablo junto con otros muchos corintios que escuchaban a Pablo y pedían el bautismo para ellos y sus familias. Pablo llegó a Corinto en el año 50 d.C. y salió en el 52 d.C., lo que indica que la iglesia fue establecida durante ese tiempo.

 

Sal 98(97), 1bcde. 2-3ab. 3cd-4

Hemos hablado de los Salmos del Reino, que acompañaban un cortejo del Arca para entronizarla en el Sancta Sanctorum, acompañado de muchas muestras de jolgorio y regocijo. Se ha dicho que el esquema general lo tomaron los judíos de las procesiones de este tipo que entronizaban a Marduk -dios babilonio- que se enfrentaba en combate a Tiamat, dragón que, representaba al Dios del mal. Lo que hizo el judaísmo fue depurar este ritual de todo aquello que fuera incompatible con la entronización de YHWH, que no era un Dios nacional sino la Divinidad Cósmica que adora el pueblo elegido. Surgió así Tehom, la divinidad maligna de los hebreos, representante del desorden, figura del caos, que YHWH desaloja fundando el Cosmos.


La invitación al canto y la aclamación emparentan este salmo con los himnos que hemos venido glosando en estos días. En sí, el Salmo se titula “El Señor da a conocer su Victoria”.  Se inserta en la festividad de las Succot, que -como lo hemos anotado mil veces- representaban las viviendas improvisadas en que habitaban y se guarecían los judíos en su deambular por el desierto durante los cuarenta años del Éxodo. El festejo tenía por culmen una magnifica ovación, una aclamación de la Divinidad de YHWH, denominada Teruah, sonido de aclamación estridente, pero también voz de alarma, que en sus orígenes era un grito de guerra. Esta magnífica ovación concita a todos los pueblos a aunarse en Alabanza común porque los atributos del Dios-Justo resplandecen sobre los habitantes todos de la tierra, derramándose equitativamente Justo-Gobernante, Pastor-Fiel.

 

La perícopa se organiza en tres estrofas:

 

La primera pide estrenar un canto nuevo, que reconoce las maravillas obradas por Dios. Y hace consciencia de que el Señor -con su santo-Brazo- es El-que-otorga-la-Victoria.

 

La alegría el júbilo, brota de reconocer que Dios deje ver su Justicia a todas las naciones, no se cierra sobre unos para negarse a otros, hace pública la salvación. Cuando más lo necesitaba esparció Misericordia y Fidelidad sobre el linaje Israelita, es lo que señala la segunda estrofa.

 

Esta Victoria liberadora que sacó a los judíos de la esclavitud en Egipto, llega hasta las comarcas más lejanas, dios se aprestigia porque todos, hasta las fronteras más lejanas han recibido la Noticia: así que todo el Universo puede unirse a la Teruah, todos están llamados a ovacionar, a gritar, a rebosar de dicha: estamos ante un motivo para una Fiesta de Magnitud Cósmica.

 

La Fiesta lleva inmanente la intuición de cómo será el esjatón, cuando Dios reine en todo para todos.

 

Jn 16, 16-20

"Peregrinos de Esperanza", mantener la esperanza en medio de las dificultades.

…la primera piedra que debemos remover … es ésta: la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos. Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida.

Papa Francisco

¡Hay como una intermitencia! Si Dios está allí, a disposición, todo el tiempo, nosotros lo damos por descontado. Lo que pasa con la Eucaristía: está allí, nos espera, …. ¡pues, que siga esperando! Quizá iremos el próximo domingo, o de pronto el siguiente, cuál es el afán, ahí está todo el tiempo esperando, ¿no que es eterno? ¡Pues que espere!


A los discípulos les pasó eso, Jesús les advierte que se ira por un tiempo, pero les ofrece volver, que se va a ir al Padre… Y, ellos, no sacan nada de todo esto. Y, Jesús hace aflorar, de este desconcierto, una paradoja: Ellos se entristecerán por su partida, pero el “mundo” se alegrará; al mundo la Presencia del Señor le estorba, uno piensa -por analogía- cuando los papás están en casa, los jóvenes quieren que se vayan, y llamar a los amigos, y organizar la guachafita.

 

Sin embargo, los que lo estiman, los que le tiene cariño, los “dueños del Amor sincero” se entristecerán provisionalmente; pero cuando retorne, la tristeza se trasmutará en alegría. Quienes lo aman de verdad, preferirían que nunca se fuera y siempre estuviera a su alcance, (y lo está).

 

He aquí la magia del Espíritu Santo, ¿Quiénes harán sonar el Shofar? ¿Quiénes ovacionarán con la Teruah? Los mismos que recuestan su cabeza amorosamente en el pecho del Amado. Los mismos a quienes les arda el corazón cuando se les expliquen las Escrituras.

 

Para nosotros es un riesgo enorme, quedarnos empozados en esa situación de tristeza. Muchas veces nos quedamos acariciando nuestra problemática sin levantar la mirada hacia el Resplandor-Prometido, y hacemos de nuestros problemas el eje del mundo, desconociendo el Verdadero Eje. Es por eso que el discipulado misionero nos pide un descentramiento, dejar de considerarnos personalmente el ombligo del universo, lo cual no es otra cosa que una idolatría, la que el “mundo” nos promueve: la “egolatría”.  Si hacemos nido en la depresión de su “partida” significa que no reconocemos la Resurrección, que no nos percatamos que está ahí, Vivo, Reinante, Glorioso. Es sólo que está ¡allende nuestros sentidos! Fe no es creer en lo que no vemos, sino saber que está Resucitado y vivir acordes y armónicos con esa consciencia. Una metanoia de verdad es el desplazamiento del ego hacia la fraternidad, que está cimentada en reconocerlo a Él como verdadero Eje del tiempo y de la historia: Dándole centralidad al hombre, al reconocerle hermano en el Hermano que se descentró generosamente, dándose por Entero por nosotros.


«Nosotros tampoco encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza, encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados ―cada uno de nosotros los conoce―, para que Jesús entre y los llene de vida; llevémosle las piedras del rencor y las losas del pasado, las rocas pesadas de las debilidades y de las caídas. Él desea venir y tomarnos de la mano, para sacarnos de la angustia.

 

… Evangelizar los problemas. No permitamos que la oscuridad y los miedos atraigan la mirada del alma y se apoderen del corazón, sino escuchemos las palabras del Ángel: el Señor “no está aquí. Ha resucitado”; Él es nuestra mayor alegría, siempre está a nuestro lado y nunca nos defraudará. Este es el fundamento de la esperanza, que no es simple optimismo, y ni siquiera una actitud psicológica o una hermosa invitación a tener ánimo. La esperanza cristiana es un don que Dios nos da si salimos de nosotros mismos y nos abrimos a él». (Papa Francisco)

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