martes, 20 de mayo de 2025

Miércoles de la Quinta Semana de Pascua


Hch 15, 1-6

Proponiendo que llegaran a existir “cristianos de segunda clase”

Llegan unos cristianos judaizantes de Judea a Antioquía -indietristas profesionales- y llegan exigiendo que los cristianos deben cumplir con la ley mosaica, en particular con la circuncisión, es decir, que deben hacerse por entero judíos. Que se hubiera decidido predicarle -también- a los paganos, no encerraba un gran problema, era similar a lo que sucedía con los “temerosos de Dios”, o sea, los “prosélitos”, que se acercaban al judaísmo, pero cuanto mucho podían llegar a ser judíos de segunda clase. Algo análogo encerraba su propuesta con los cristianos venidos del paganismo, a menos que se plegaran a la práctica estricta del judaísmo. Se puede diagnosticar como un retroceso: se ha dado un paso atrás, se está revisando para imponer lo que hasta aquel momento no se había exigido. Y debían guardar todas las demás leyes del mosaísmo. Claro, no se tomó esta propuesta sosegadamente, sino que, como lo dice el texto, “Esto provocó un gran στάσεως [staseos] “altercado”, “disenso”, “revuelta”, “sedición”.

 

El punto de la circuncisión, no es cualquier tema: los fariseos se aferran a la circuncisión Gn 17, 10-14. 22-27, para ellos -esto nos puede ayudar a entenderlos- decir que la circuncisión no era necesaria era como si hoy alguien llegara a decirnos que el signo de la cruz es algo superfluo, que lo podemos abandonar. Por supuesto que para la rama “fanática” del cristianismo-hebraico, era inconcebible decir que la circuncisión no era indispensable. Así como hoy, nosotros los católicos, llevaríamos la pregunta para elevarla ante el Vaticano, así, la Iglesia Antioquena sentía como Iglesia Madre la de Jerusalén.

 

Por eso, comisionaron a Pablo y Bernabé para subir a Jerusalén a consultar a los apóstoles este asunto. En Jerusalén fueron recibidos con alborozo tanto por parte de los Apóstoles, como por los Presbíteros y por la Iglesia entera. Pero encontraron también allí, un frente de oposición, constituido por los que venimos mencionando, fariseos-cristianizados.

 

¿Quiénes eran los fariseos, del seno de los cuales brotó la rama de los cristianos-hebraicos? “estaban formados por laicos provenientes de varias clases sociales, principalmente de los artesanos y los pequeños comerciantes. La mayoría del clero pobre también pertenecía o era simpatizante de este grupo. Nacionalistas y contrarios a la dominación romana, los fariseos ejercían una resistencia de tipo pasiva. En el terreno religioso se caracterizaban por la rigurosidad en el cumplimiento de la ley en todos los campos y situaciones de la vida diaria. Conservadores celosos y también creadores de nuevas tradiciones, interpretaban la ley para el momento histórico que estaban viviendo. Creían en la resurrección de los muertos y en la venida del mesías descendiente de David, que traería la libertad para Israel.” (Euclides Martins Balancín) Para ellos el cristianismo era solo un desarrollo del judaísmo, pero nunca una renuncia a él o a alguna de sus tradiciones.

 

Hay que notar que aquí el “florero de Llorente” era el tema de la circuncisión; pero, detrás de este “objeto” estaban todos los disensos que emanaban del judaísmo en el cuál se hundían las raíces del cristianismo naciente y de todas las comunidades que se iban fundando en cumplimiento de la misión evangelizadora que nos confió Jesús. Todo el libro de los hechos de los apóstoles se las va viendo con ese proceso y las diversas modalidades que cobra en cada sitio donde el Kerigma era proclamado.  

 


La perícopa nos deja, por hoy, en la asamblea de Apóstoles y Presbíteros que se reunieron a estudiar el asunto. Mañana retomaremos justo allí (Hch 15, 7).          

 

Sal 122(121), 1bc-2. 3-4b. 4c-5.

Un salmo gradual (הַֽמַּעֲל֗וֹת [ma'alah] “subiendo las gradas”, “procesionar por los peldaños”, “describe un movimiento ascendente, como en la subida”, lo que está relacionado con las gradas que rodean el presbiterio de nuestras iglesias, por lo general tres escalones), es un salmo sobre la peregrinación a Jerusalén, para visitar el Templo. Todas las peregrinaciones, la misma acción de procesionar, tienen su antecedente en esta marcha ritual hasta el Templo. En verdad se está hablando de otras “subidas”, son subidas que aluden a una “liberación alcanzada”: se sube de Egipto, se sube de la deportación de Babilonia, se sube como cada mortal asciende al Señor “marchando en peregrinación” a lo largo de toda la vida, y, se subirá al final de los tiempos, que es la subida escatológica.

 

Este poema en particular maneja un contrapunto en cada dístico: primero un verso con tres acentos y luego el siguiente, con sólo dos acentos. Es como una emoción contenida, casi inmanejable, declamada al compás de la alegría. Hay una dicha incontenible cuando pisan, ya casi, los umbrales de la Ciudad Santa, בֵּ֖ית יְהוָ֣ה. [bet Yahwe] “la “Casa del Señor”. ¡Estamos ingresando en la Ciudad que Dios se escogió como Morada!


La primera estrofa nos habla de esta toma de consciencia, ¿qué estamos haciendo en esta sinodalidad? ¿Por qué marchamos juntos en ascenso? ¡Y, al darnos cuenta, שָׂ֭מַחְתִּי [maḥ-tî] “qué alegría!” ¡Caminamos juntos hacia el Banquete escatológico!

 

La segunda estrofa evoca una idea de חָבַר [chabar] “hechizo”, hay algo mágico que la defiende, que la sustenta, que le sirve de basamento. Cuando se dice “ciudad bien compacta”, en hebreo tiene que ver con un tipo de amarrado, de nudo, que tiene propiedades mágicas, como cuando en el lenguaje popular se habla de echarle una “liga” a alguien, con la que se puede impedir la libertad o el avance de una persona, puede implicar situaciones del pasado, pacto, amorío, noviazgo, o cualquier fuerza que limite la capacidad de una persona para actuar libremente o para prosperar, el caso más frecuente es para obligar a alguien a permanecer al lado de una persona. En este caso, el salmista alude -muy seguramente- a la fidelidad de todas las tribus de Israel, que ninguna rompa ñla unidad de la Alianza.

 

Recordemos, además, que en sus puertas se ubicaban los jueces a impartir justicia, El Gran Sanedrín, el tribunal supremo, se ubicaba históricamente en Jerusalén, en el Templo. Siguiendo la “tradición” judaica, se sube para loar y adorar el Santo Nombre. Allí se proclaman los testimonios de su Grandeza Misericordiosa.

 

Jn 15, 1-8

Un pueblo que persista en la celebración de su vendimia, aun cuando no encuentre frutos a cosechar, recuperará sus viñedos.

Benjamin Disraeli

Nos hemos saltado los versos 30 y 31 del capítulo 14, y hoy caemos directo en el capítulo15.

En el capítulo 15 de San Juan, encontramos 15 veces la palabra μένω [menó] “permanecer”, también significa “acatar”. Y, se nos plantea a modo de “Mandamiento”: Permanezcan en Mí y Yo en ustedes”. No es un mandamiento caprichoso. Se nos explica el por qué: Sólo injertados en Él, seremos fructíferos. Y, nos da una analogía: si Jesús es la Vid, solamente unidos a la Vid, el κλῆμα [klema]sarmiento” carga. Y, pegados a la Vid que es Jesús, la cosecha será prolífica. Y ¿cómo llegamos a ser “sarmientos”? sólo si logramos entender nuestra fraternal “igualdad”, que consiste en no buscar escalar posiciones en Su Amor, y entender que sólo Él tiene derecho a entregar las “preferencias” de Su Amor, y que no hay “ascensos” por “adulación”. La escala de “promoción” del Señor, no es una escalera por “meritocracia”. ¡El amor verdadero, ni se compra ni se vende!

 

Al contextualizar este capítulo, insistimos -una vez más- que se trata de un discurso de despedida que tiene por sentido animarnos, dejarnos cimentados en fortaleza, convencidos que aquello que se suele llamar derrota, es sólo un proceso de depuración, para evitar que seamos como la higuera estéril. La higuera estéril estaba condenada a ser arrojada al fuego; y, así todo el que no da fruto, será cortado para despejar el terreno y dar cabida a otros que -a su vez- serán también podados. ¡Nuestra firmeza consiste en dejar de temer la persecución, la exclusión, la tortura, y la muerte; todo aquello que nos condena a permanecer encerrados en “el aposento alto” mirando para arriba!

 

Hay una joya verdadera, una Joya Celestial que Jesús nos entrega, y que podemos pasar sin darnos cuenta: “Ustedes ya están καθαρός [kataros] “limpios” por la Palabra que les he hablado” ¿Por qué resulta aquí hablando de pureza”? Es que podar está expresado con la palabra καθαίρει [kathairei] “podar”, “purgar”, “limpiarle el hongo, y los bichitos que la estén perjudicando”, “eliminarle los elementos indeseables”. (Hay que recordar que la Viña que plantó el Señor es Israel, que no dio uvas dulces, sino “agrazones”, puro amargor y sinsabores. Pero a nosotros, Jesús nos ha “podado”, con las Palabras que han salido de su Corazón, a través de sus Labios. Esta perícopa de Juan se enlaza directamente con la apertura a los “paganos” de la que nos habla Hechos de los Apóstoles, hoy: Hemos sido constituidos un Nuevo Israel. Esta parte del discurso de Despedida es una llamada clamorosa a “permanecer auténticos discípulos”.

 

Entender bien esto, nos lleva a entender mejor porque después de la proclamación de la Palabra -en la Eucaristía- se dice “Que por la proclamación de estas palabras sean perdonados nuestros pecados (veniales)”. Formula absolutoria que se basa en la creencia de que la palabra de Dios, tiene poder para sanar y transformar, como nos lo declara la perícopa joánica que hoy leemos.


«… el Evangelio se centra en el premio que recibiremos; en lo que podemos hacer si permanecemos en el Señor: podemos pedir lo que queramos. ¡Qué buena oferta! ¿Quién no quisiera este poder? Pero qué difícil es cumplir el requisito. Permanecer implica constancia perseverancia, compromiso, entrega». (Papa Francisco)

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