domingo, 11 de mayo de 2025

Lunes de la Cuarta Semana de Pascua

Hch 11, 1-18

Dios declara puro lo que los judíos declaran impuro.

Vamos a caminar en el sentido que ya se ha anunciado en días previos. Ya antes hemos aludido a esa situación de ampliación de las comunidades y de la inserción de los “helenistas”, pero lo que se produce ahora es una verdadera “metanoia”, un cambio de mentalidad, una visión del hecho desde una perspectiva totalmente diversa. Lo que vamos a tener ahora es a Pedro que ha recibido en un sueño una “revelación” que le explica, le hace entender y lo capacita para explicarle a los hermanos lo que se está dando. Pedro va a “justificar” sus acciones, a la luz de una “reinterpretación” compartida, porque nosotros no podríamos entenderla si Dios no nos la descifrara. Requerimos una exegesis.

 

Estaba San Pedro -en Jafa (Jope), en casa de Simón el Curtidor- sumido en oración cuando recibió -por medio de un ἐκστάσει [ekstasei] “éxtasis” (con toda exactitud significa “sacarlo a uno de su estado psíquico normal” “arrebatarlo llenándolo de asombro”)- como una sábana grande, como un mantel, como un enorme lienzo; que descendía del cielo con los alimentos que los judíos tienen por impuros, y oyó una Voz que le ordenaba, “Levántate, Pedro, mata y come”; su reacción fue, la natural de una persona de la mentalidad judía, responder con repulsión y negarse. He aquí que la Voz le revela una verdad poderosísima, Dios puede sacar de cosas impuras, lo “puro”; lo que Dios ha limpiado, ha purificado, uno no lo puede llamar “contaminado”, “profano”. Se repitió por tres veces la escena y todo fue llevado nuevamente el Cielo.

 

En aquel mismo momento llegaron tres personas -delegados de Cesarea- a buscarlo y -no se explica cómo, los tres se convirtieron en seis Hch 11,12b (es que aquí está la historia del centurión Cornelio -que se excluye), que lo escoltaron a Cesarea, donde el anfitrión (precisamente Cornelio, cuya participación está narrada en el capítulo 10, 1-33 de los Hechos, aun cuando no se le nombra en ningún momento en esta perícopa -que cumple una función exegética sobre Hch 10, 1-48) le manifestó que había recibido una revelación paralela que le anunciaba que un tal Simón Pedro vendría y le revelaría verdades de Salvación para todos en aquella casa (Cfr. Hch 11,13). Y -según lo cuenta el relato- sucedió el Pentecostés sobre los paganos; experiencia que es un duplo perfecto respecto del Pentecostés para los judíos, que se narra en el capítulo 2 de los Hechos.

 

Los hechos con los que la conversión también es ofrecida a los paganos son, pues, estos:

a)    Visita a Cornelio, visión de Pedro y visión de Cornelio. Hch 10, 1-33

b)    Acontecimiento del Pentecostés sobre los Paganos Hch 10, 34-48

c)    Exegesis del Éxtasis Hch 11, 1-10

d)    Exegesis de la visita de Pedro, llevado a Cesarea que entra en casa de un “incircunciso”. Hch 11, 11-14

e)    Exegesis del Pentecostés sobre los paganos Hch 11, 15-18.

 

Todo esto ha supuesto una adaptación, una “plasticidad” para ir forjando la catolicidad, que se flexibiliza frente a los contestos, a la época, al marco de la civilización a la que se llega: se dan las pautas de la “inculturación de la fe” que nosotros necesitamos hacer consciente.


Esta, -que llamamos metanoia- que se da en Cesarea, abre una nueva etapa a la Evangelización y dota de una nueva identidad al cristianismo, que ya no estará más cerrado a los judíos, aun cuando tendrá que librar una tesonera labor para derribar las fronteras que los “circuncisos” se empeñaban en sostener como imbatibles.

 

Sal 42(41), 2-3. 43(42), 3.4

Estos dos salmos -conforme se nos presentan en la Biblia hebrea- son en realidad un salmo único, dividido en tres partes algo así como pasado-presente y futuro. Cada parte termina con un estribillo: “Espera en Dios que volverás a alabarlo: / Salud de mi rostro, Dios mío”//.

 

Son un salmo de súplica. Lo que expresa es el anhelo de volver al Templo para ver a Dios. Parece escrito en el exilio en Babilonia, aquí el pueblo elegido, está representado por un Levita, que echa de menos el culto, y todas las ceremonias que allí tenían lugar. El estribillo representa un espíritu de resistencia, a pesar de estar rodeado de personas que se burlan de su fe y le arrostran que, si Su Dios fuera poderoso, no lo habría dejado caer en esta situación.


La estrofa 1 de la perícopa proclamada hoy, pertenece y manifiesta la nostalgia del pasado. Las estrofas 2 y 3 se toman del augurio de un futuro resplandeciente, mejor que el pasado. El presente -que se registra en los versos 42(41), 7-12-, no está consignado en la perícopa con ninguna mención. Esta parte está saturada de desánimo y amargura. Quizá por su tinte de aflicción -nada acorde con el sentido pascual que estamos viviendo- se exceptuó.

 

La melancolía, en la primera estrofa, se da a entender con la imagen de la cierva sedienta que busca donde abrevar. Y se pregunta, cuando regresará al culto y al Templo para contemplar de nuevo el Rostro de Dios, y calmar su sed de Dios con el agua de su Presencia.

 

Como alas de águila, una la Luz y otra la Verdad, el salmista suplica ser trasladado al Monte del Templo, en Sion, lugar de la “vivienda” Divina.

 

Actuando como profeta de su propio destino el salmista ya se ve en el futuro, entrando al Templo y aproximándose al Altar de los sacrificios, llenándose de alegría y entonando los canticos acompañados de música de cítara.

 

Jn 10, 1-10

No duerme ni reposa el Guardián de Israel

Jóvenes … A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo con el bien.

Papa Francisco

Jesús nos hace unas propuestas, bastante claras: una de ellas, que la perícopa de hoy resalta, es la de entrar -en cualquier actividad- por la puerta verdadera, no estar tratando de abrir troneras para entrar por otra parte, ni tampoco, saltar la cerca alambrada para entrar como los ladrones; Jesús indica que hay una Puerta Real, y que está allí, como es lógico, para que sirva de acceso.


La Puerta no es alguna adivinanza desconcertante, es la Propia Persona de Jesús: Él mismo es la Puerta, es el Camino, es la Entrada cierta. Antes que Él habían venido una enorme cantidad de “estafadores”, pero “las ovejas” conscientes de Quien es Su Dueño, no los escuchaban.

 

Hay, sin embargo, una dificultad: ahora, con nuevas “tecnologías” criminales, los engañadores de profesión (personifican la Serpiente que se coló en el Paraíso para engañar a la humanidad -Adán y Eva), han perfeccionado sus desconcertantes triquiñuelas, y han forjado maniobras sofisticadas de allanamiento. Los soldados del Perverso trabajan noche y día para introducirse por las paredes, por túneles subterráneos, han dinamitado la cerca y se “infiltran” en el redil. ¿Será que no se les puede contener? ¿Será que son inidentificables? ¿Será que hemos quedado totalmente indefensos?

 

Nosotros tenemos una tecnología imbatible y está en la Sagrada Escritura. Quien estudia la Biblia y la tradición de la Iglesia y se aferra a las “enseñanzas” de nuestra Madre y Maestra, no podrá ser engañado. He aquí nuestra gran responsabilidad, estamos llamados a asumir el compromiso del discipulado cabalmente.

 

Decía Papa Francisco: «… queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés».

 

La perícopa atesora una unidad simbólica fundamental: Jesús no es solo la Puerta, es mucho más que una puerta y su portero; si así fuera, muy sencillamente el usurpador se adentraría por los puntos desprotegidos y las ovejas quedarían expuestas a sus mañas. Jesús es, además, también el Pastor. Y, nos deja entrever que se trata de un Pastor infatigable, que se pasea por todo el redil identificando aquí y allá las amenazas en la cerca y reconociendo los infiltrados.  Jesús es la Puerta (y, nosotros añadimos, el Guarda de la Puerta), pero es también un Celoso Pastor, que se desvive en su “acompañamiento” para estar siempre alerta contra todas las acechanzas del Corrompido-Corruptor.

 

En toda la parábola, con detalles de alegoría, las ovejas, el rebaño en su conjunto figuran al pueblo de Dios, y el redil, no es el lugar de vivienda del pueblo, sino el Templo, la Carpa del Encuentro, donde Dios se reúne con la Comunidad y la convoca. El Templo realiza la Alianza como lugar de convergencia de la Comunidad con su Dios.

 

Lo que nos retrotrae al Salmo en la segunda estrofa de la perícopa de hoy: ¿Cómo ha de ser nuestra oración? ¡Envía tu Luz y tu Verdad!: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu Monte Santo, hasta tu מִשְׁכְּנֹותֶֽיךָ [mizquenoteka], esta palabra se deriva de מִשְׁכָּן [mishkan] “Morada”, “vivienda”, “tabernáculo”, “choza”, “la cabaña del pastor”.


Nos viene como anillo al dedo del salmo 121(120): Puedes descansar tranquilo, / porque hay Uno que cuida de ti, / hay Uno que no duerme, / hay Uno que no reposa, / puedes descansar a gusto, /tu Guardián no duerme.

 

Es muy hermosos, fascinante y encantador que Dios defina (lo hace Jesús pero identificándose con Dios por medio del Nombre que le dio a Moisés cuando en la Zarza el manifestó que Él se llama Yahweh, o sea, el Yo-Soy). En este caso, Jesús muestra su Credencial: Yo-Soy-La-Puerta.

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