jueves, 31 de octubre de 2024

TODOS LOS SANTOS


  

Ap 7, 2-4. 9-14

En la esfera de la fe, también hay amarillismo, sensacionalismo, terrorismo literario, -cosas estas que uno cree están circunscritas a la prensa y el cine. Sueñan y acarician su anhelo de recibir como regalo un lanzallamas, o en su defecto unos cuantos galones de Napalm. Personas hay fascinadas con la “lluvia de fuego”, se frotan las manos con energía -con evidente regocijo ante la perspectiva-  y se saborean la comisura de la boca, presagiando la catástrofe cósmica; ¿y, lo demás? -no podemos entender cómo, lo pasan desapercibido.

 

Hoy en medio de todo el catastrofismo -vemos que Dios no procederá indiscriminadamente- Él hará separar muy cuidadosamente los santos de los opresores, los projimales (ya hemos hablado sobre la condición de “prójimo”: no se es porque vive al lado, sino porque uno -al ver su dolor o su necesidad- se acerca a ayudarlo, al acercarse, se hace “prójimo”; no se es prójimo por accidente, por casualidad, sino porque uno mueve los piecitos para allegarse allí donde el socorro se precisa),de los crueles, las cabras de las ovejas. No tocará nada que sea Santo y Puro, para ellos tiene reservada una realidad soteriológica. Soteriológica está relacionada con la Salvación.

 

¿Eran 144.000? ¡No! Leamos con cuidado y atención: “… una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, ´pueblo y lengua, … ”, ¿Por qué tenemos la manía de reducir las entradas y acaparar los boletos haciendo que sólo circulen los VIP? Más abajo leemos que “el Señor extenderá su Tienda sobre ellos” (Ap 7, 15), ahí está pintada la Benevolencia, la Acogida, la Protección, la Misericordia del Señor que hará su Templo ilimitado, para que quepan todos los Santos, no sólo los que han sido canonizados.

 


Así es, ¡serán Huéspedes del Señor, no sólo los que se hayan peinado con gel! Pero, ahí saltan muchos para elevar su voz de protesta: «tantos años como llevo sirviéndote, no te he desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para deleitarme con mis amigos. Pero llega este “hijo tuyo”, que se ha gastado la herencia con prostitutas, y le has hecho matar el ternero cebado».

 

Se acuerdan que al hijo que “estaba perdido” lo hace vestir, y ponerle sandalias y recibe de nuevo el anillo-filial; pues miren cuán coherente es el Señor: a estos que acoge en el Templo de su Amor y su aprobación, les da vestiduras blancas y los hace -a cada uno- portador de la palma de la victoria. ¿Se imaginan tamaña alegría? Gritan por siempre -sin quedarse nunca roncos: «La Victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el Trono del Cordero». ¿Alguien necesitará que se le recuerde quién es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo?

 

¿Qué merece este Victorioso? ¡Veámoslo:

1.    La Alabanza

2.    La Gloria

3.    La sabiduría

4.    Acción de Gracias

5.    Honor

6.    Poder, y

7.    Fuerza.

 

En particular, recibirán los sitiales preferenciales aquellos que han lavado y obtenido la Blancura Suprema, enjuagando sus vestiduras en ¡La Sangre del Cordero!

 

A los que les pesa la consciencia, a los que han hecho flagrante mal, a los sanguinarios que no han vacilado en martirizar a estos Santos, a esos desalmados, que les tiemblen las vestiduras desde la capucha hasta el propio borde de la botamanga. Pero -como reza la sabiduría popular- ¡el que nada debe, que nada tema!

 

Sal 24(23), 1-2. 3-4ab. 5-6

Decir: “Venga tu Reino”, es comprometerse a hacer cualquier cosa para vivir según sus exigencias.

Noël Quesson

 

No basta que cantemos, ni que batamos palmas y muy piamente levantemos los brazos para luego postrarnos. Todo eso queda en nada si no nos esforzamos por vivir cristianamente: Por ejercer la caridad, por hacer las obras de misericordia, por portarnos como samaritanos conmovidos que socorremos al que está caído al borde del camino, mal herido. Su Trono serán nuestras acciones movidas por el amor a Jesucristo.

 

La Nueva Jerusalén es el Reino, ya consumado, llevado a Su Más Alto Grado de Perfección; de eso es que estamos hablando, por eso hoy tenemos un Salmo del Reino. Acompañamos el Cordero a posesionarse por toda la Eternidad de su Trono, en su Palacio. Ahora ya es Rey de Israel, y de todas las naciones y pueblos de la tierra, del Cosmos entero y de toda criatura. ¡A Él Honor y Gloria y Majestad! Para Él, todo el bien que quepa en nuestras pobres manos, todas las sonrisas que puedan animar al desalentado, al descorazonado.

 

Nuestro actuar inspirados en el paradigma del Hijo, son los que se constituyen en Trono, Manto Real, Cetro y Corona; si no fructificamos, no habrá Realeza para Él, nuestros actos desmentirán la fe que decimos proclamar.

 

La primera parte de este salmo habla de los requisitos para acceder al Templo dignamente: Contesta a la pregunta: ¡Quien puede subir al Monte del Señor? ¿Quién puede permanecer en el Templo Santo? Y da los requisitos:

1.    Tener manos inocentes

2.    Tener el corazón puro

3.    No ser idolatra.

Esta tercera condición es, en realidad, una condición múltiple, porque hay un sinfín de idolatrías.

Aún hay otra condición que dice mucho e implica más:

4.    Ser miembro del grupo de los que דָּרַשׁ [darash] “buscan”, “seguir diligentemente”, “le consultan todo” al Señor. En el mismo verso se usa otro verbo, בָּקַשׁ [baqash] “lo buscan para rogarle”, “se esfuerzan en hallarlo”.

 

1Jn 3, 1-3

Dice San Pablo en la Carta a los Romanos: Nos hace co-herederos y nos comparte su Gloria, nos “conglorifica”. En el Salmo de hoy, nos asombramos ante su Misericordia extendida sin fronteras, y agradecemos su Amor que, nos baña a todos, que podemos bañarnos en la filiación que Jesús tiene a bien compartirnos.


 

Nos recuerda San Pablo e que hemos de afianzarnos en la “Esperanza”, que cuando Él se manifieste, derramará la Benevolencia de su Sangre para asimilarnos a Él. Esa Esperanza es una especie de Agua bautismal-escatológica, que nos asimilará a Él: Todo el que tiene esperanza en Él se purifica a sí mismo, como Él es puro.

 

A tener en cuenta que Juan no usa esta palabra, sino muy rara vez, la única vez que la encontramos es aquí: ἐλπίδα [elpida] “expectativa con certeza”, “lo que se espera porque está garantizado”. Hay un testimonio que avala la “expectativa”, es el Testimonio que está dando aquí Juan, y eso nos permite mirar al futuro y prever lo que sucederá: recibiremos una “purificación”, es lo que San Pablo llama -desde sus categorías- “Justificación".

 

Su Reino no es de Imposición, sino de Conglorificación. Atendamos al significado de esta hermosa palabra que implica que Él nos revaloriza, alzándonos del fango, nos dejará ver cuán preciosos somos a sus Ojos. Por eso, estamos llamados a gozar de la Alegría del Evangelio: Esa es la Buena Nueva. Jesucristo, cuyo “regreso” aguardamos, nos purifica, y nos lava nuestras manchadas vestiduras en la blancura de su Sangre.

 

Mt 5, 1-12a

Para entender las bienaventuranzas hay que partir de la ἀπόδοσις [apódosis], es decir, de la “promesa” vinculada a cada una de ellas.

Raniero Cantalamessa


 

Nos parece imposible. ¿Cómo nos van a invitar a nosotros? ¿De dónde vamos a sacar para adquirir el smoking? (Porque en el Cine, esos banquetes son con smoking, pajarita al cuello y llegada en limousine).

 

Pero este Banquete Celestial, en la Nueva Jerusalén, ha cambiado la lógica de la tierra al Cielo. Esta Gloria aquí, es propiedad de los πτωχός [ptochos] “un pobre que está en la inopia”, no es un pobre que tiene bajos ingresos, sino uno que tiene que acuclillarse y reducirse a su mínima expresión para pedir, este pobre es tan miserable que, tiene que mendigar. ¿Ven como se ha revertido la Gloria? El dueño del Reino es un menesteroso, una persona encorvada en su opresión, gibado con el sobrepeso que ha soportado toda una vida, por su carencia. Decía San Agustín: «El verdadero pobre evangélico es el cliente de Dios que ha apostado todo por Dios, en la fe. En el judaísmo de la época el término “pobre” era prácticamente sinónimo de santo (hasid) y de devoto».

 

Hay otra categoría que, sin dilación alguna, ya gozan de las herencias prometidas, son aquellos que son calumniados, despreciados y perseguidos por ser fieles a la Causa de Dios.

 

La palabra μακάριος [makarios] que solemos traducir “bienaventurado”, significa “la persona que ha alcanzado la dicha de tener para sí, los beneficios que Dios concede, y que tiene a su favor la alegría que se desprende de tan magna bendición.


 

Las otras seis “bienaventuranzas” son promesas para reclamar en el futuro, son escatológicas, todavía no se pueden hacer efectivas (prótasis):

1.    Los que lloran

2.    Los sufridos,

3.    Los que tienen hambre y sed de justicia

4.    Los misericordiosos

5.    Los limpios de corazón

6.    Los que trabajan por la paz

 

Leyéndolas despacio es como si leyéramos los Evangelio y nos mostraran diversos cuadros de la vida de Jesús. Es una sinopsis apretada de Jesús que pasó haciendo el Bien. Pero Jesús es Sacramento del Padre, o sea que -a través de ellas-, nos muestra el perfil del Padre.

 

Y. si nosotros somos imagen del Creador, nos proponen nuestro verdadero perfil, o sea que son paradigmáticas para nuestra plenificación. Son la única manera de no incurrir en la inautenticidad. Por otra parte, podemos leer en ellas las pautas para la sinodalidad, para construir comunidad, y hacer de la fraternidad una oikodome -valga decir- como un cemento espiritual que consolida nuestras relaciones, los vínculos interpersonales. Dirigen nuestras miras para apuntarle a las razones escatológicas de la existencia, al destino final. En fin, nos dan el entramado de nuestra ortopraxis existencial. 

 

No son situaciones que debemos procurarnos, son oportunidades que Dios -que reparte sus Tesoros, según la amplitud de su Corazón- propone (apódosis):

1.    Serán consolados

2.    Heredarán la tierra

3.    Quedaran saciados

4.    Alcanzaran misericordia

5.    Verán a Dios.

6.    Se llamarán “hijos de Dios”.

 

No hay que salir con una pancarta a gritar. No hay que ponerse en alguna posición muy extraña y permanecer en absoluta quietud durante tres años. No hay que rociarse con un bidón de combustible y luego arder en llamas. No es un mantra para repetir 15 veces diarias. Y lo que es más importante, no se trata de leerlas mirando desde arriba hacia abajo para denunciar los “pobres diablos que somos”.

 

No son consignas de desprecio. Hay que leerlas, de abajo hacia arriba: ¡Mirando el Crucificado! No son imposibles para reducirnos a la impotencia. ¡Son Gracia! Y, como Gracia Pura se pueden aceptar. Son afirmaciones acerca de Jesucristo a la vez que una profecía sobre el “Hombre Nuevo”.

 

Cuando decimos Hombre Nuevo queremos decir un retículo cristológico, teológico, antropológico, soteriológico, eclesiológico, escatológico y moral (no moralista); Una superación de nuestra condición adámica.

 

Atención -permítasenos repetirlo-, hay que mirar de abajo hacia arriba (y no por encima del hombro): «Los valores se han trastocado. La serie sucesiva de dichas nuevas se pone en contrapunto de las míseras jerarquías terrestres. Dichosos son los mansos, los hambrientos, los sedientos de justicia, los misericordiosos. La novedad saca de quicio. Estas dichas queman como un tizón cuando se coge con las manos… Nunca fueron tan zarandeadas las clasificaciones oficiales, los rangos, por obra no de una insurrección, sino bajo el impulso de una alegría desconocida para los poderosos… Su novedad todavía no ha encontrado lugar en la tierra»[1]

 

Cuando se cumplan, entonces:

1.    Dios con nosotros extenderá su Tienda de Campaña para que al Encuentro entren todos.

2.    Desaparecerán hambre y sed.

3.    El sol no producirá cáncer de piel, sino dulce tibieza y abrigo.

4.    El Cordero, personalmente, nos apacentará

5.    Nos conducirá a remansos de aguas tranquilas.

6.    Con sus Tiernas Manos enjugará toda lágrima.

7.    Ya no habrá muerte, ni pena, ni llanto, ni dolor.

 

¡Vengan a ver, la Novia del Cordero!



[1] E de Luca – G. Marino. SOTTOSOPRA. Mondadori, Milan 2007 21s.

miércoles, 30 de octubre de 2024

Jueves de la Trigésima Semana del tiempo Ordinario

 


Ef 6, 10-20

Si un hombre con una enfermedad huérfana viniera a nosotros y nosotros le recomendáramos, como tratamiento para su mal, que vaya a venus, recoja una roca y se la aplique sobre las zonas comprometidas de su cuerpo o que raspe un poco de ella y la mezcle con agua y la beba, pues bueno, sería una especie de tontería, porque no es nada fácil que uno pueda recoger esa muestra en venus, por lo pronto -hasta donde sabemos- no está a mano una tecnología para recoger esa muestra de la superficie venusina. (Hasta donde sabemos, la superficie de venus no está hecha de “rocas”, sino de un magma fluido…)

 

Lo que San Pablo predicaba, no era nada parecido a la recolección de muestras de la superficie venusina. En general, la enseñanza bíblica, no se trata de imposibles e inalcanzables. Puede ser que, en ciertos puntos, la Biblia nos proponga ideales y metas por las cuales debemos movernos y que nos ayudan apuntando en cierta dirección. Pero no nos dirige hacia “tonterías” inútiles e irrealizables.

 

Al ir caminando por aquí, y muy accidentalmente hemos pateado una lata marcada con el rótulo realpolitik. Al querer averigua de qué se trataba, nos hemos topado con la siguiente definición: “es la política basada principalmente en consideraciones de circunstancias y factores dados, en lugar de nociones ideológicas explícitas o premisas éticas y morales”, mejor dicho, lo que realmente se puede hacer y es que la política no permite implementar en la vida real ciertas cosas, como, por ejemplo, ir a Venus a traer una roca. O abolir la esclavitud, aunque mucho lo deseáramos y nos parezca -desde todo punto de vista- realmente deplorable que persista.

 

Como San Pablo no estaba en la real posibilidad de abolir la esclavitud, introduce unos “elementos reflexivo-cuestionantes” que lleven a madurar una nueva actitud frente a este fenómeno, a saber:

a)    El respeto mutuo

b)    La consciencia de que todos están bajo el mismo y único Señorío, el de Jesucristo.

 

Si este principio se echa a andar con honestidad y rectitud, en un breve plazo, el esclavismo habría auto-desenmascarado su rostro inhumano y, una sana moral lo habría llevado a término. Estos principios que pone San Pablo, le habrían cavado su digna tumba a una práctica indigna de los que se consideran “discípulos” de Nuestro Señor Jesucristo.

 

Claro está que para vivir el discipulado coherentemente se requiere tener “corazones compasivos”, cuyo misericordioso palpitar este por encima de la sed de enriquecimiento a costa del sufrimiento del otro.


 

En el capítulo 7º de la 1ª Carta a los Corintios leemos: “Si cuando fuiste llamado eras esclavo, no te preocupes; aunque si tienes oportunidad de conseguir tu libertad debes aprovecharla. Pues el que era esclavo cuando fue llamado a la fe ahora es un hombre libre al servicio de Dios; y de la misma manera, el que era hombre libre cuando fue llamado, ahora es esclavo de Cristo” (vv. 21s).

 

Descubrimos aquí una recomendación: procuren ante todo y como lo preferible, llegar al estado de Libertad, y salir de toda esclavitud; eso sí, haciéndonos libremente -esclavos de Nuestro Señor-, lo que no es sino una manera de decir que, acojamos lo que Dios nos da, porque la aceptación de su Santa Voluntad, nos hace libres y nos da alas para remontarnos hacia la Vida Eterna.

 

No quiere decir que nos sentemos o nos arrodillemos ahí, inconscientes y “recostados”; nos lo viene a recalcar hoy la perícopa: se nos llama a una actitud “militante”, comprometida, responsable y coherente. Como un soldado, que no se conforma con un distintivo o con un uniforme, sino que toma sus armas y se entrena y, además, se disciplina, para asumir el “combate”. Es un lenguaje parabólico, no quiere decir que nos metamos al ejército, sino que la actitud que hemos de asumir se parezca a la de un militar comprometido con el ejercicio de su oficio: debemos tomar todas las piezas de la armadura del militar de aquel entonces: el cinturón, la coraza, las sandalias, el escudo, el casco y la espada, y revestirnos.

 

Cada elemento militar de estos, tiene su análogo en la tarea de la fe y en el ejercicio del cristianismo, veamos las equivalencias: verdad, justicia, ἑτοιμασίᾳ [etoimasia] “prontitud”, estrictamente hablando “preparación, “entrenamiento” (o celo), fe, la salvación y el Espíritu.

 

Aún hay otro detalle, que recalca que lo que se pide no es volverse un “peleador”, un “fanático”, alguna clase de buscapleitos, so capa de estar luchando por la defensa de la fe; que la milicia a la que se nos convida es la milicia espiritual, que tiene mucho que ver con la oración. Por eso, dice el autor de la carta: “Siempre en oración y súplica, oren en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con constancia y suplicando por todos los santos (bautizados). Pidan también por mí, para que cuando abra mi boca, se me conceda el don de la Palabra y anuncie con παρρησίᾳ [parresia] “valentía” (estrictamente significa “la audacia total”) el misterio del Evangelio, del que soy embajador encadenado, y παρρησιάσωμαι [parresiasomai] “tenga valor”, “con osadía”, “con denuedo”, “con arrojo” para hablar de Él como se debe”: ¡Somos soldados no bélicos sino orantes!

 

Los versos 21-24 conforman la conclusión y despedida, cuya médula es la perseverancia en una ἀφθαρσίᾳ [aftharsia] “vida incorruptible”. De esta manera se concluye nuestro estudio de esta Carta. Bendigamos al Señor que nos ha permitido llevar a cabo este encargo y que podamos perseverar -conforme nos lo indica el hagiógrafo- puros y constantes en el Espíritu.

 

Sal 143(142), 1bcd. 2. 9-10

El salvo se sigue moviendo en esta metáfora, (que casi alegoría) de la fe como milicia. Bendice a Dios, comparándolo con la trinchera, donde se haya a salvo. Más aún con la fortificación y el blindaje que lo escuda. Es un salmo de súplica. Porque cada día de la vida puede traer el presagio de un nuevo ataque, de algún nuevo bombardeo, con el que el Malévolo nos quiere exterminar. En muchas formas, cada creyente experimenta cotidianamente el mismo asalto que Jesús enfrentó en las Tentaciones. Sin olvidar que fue el Espíritu quien lo condujo a encarar la prueba, porque la prueba nos tiempla, nos acrisola.

 

San Pablo se refiera al entrenamiento, aquí el salmista agradece y bendice porque quien lo ha entrenado, su asesor de combate ha sido el Propio Dios y Él se ha encargado de dotarle las manos con pericia y hacer que sus dedos sean agiles en cada estocada. Este Entrenador que es Roca, nos reviste de rocosa Fortaleza.

 

Tres elementos sirven para explicar, en la segunda estrofa, como es Dios, en esa metáfora castrense: alcázar, baluarte, escudo. Lo compara con una fortaleza inexpugnable, con una ciudadela fortificada, con un broquel de segura protección.

Es el señor quien administra las victorias y las derrotas, por eso este salmista, que es consciente de estar en combate, alaba a Dios con cánticos, con himnos y ruega que le comparta la Victoria que les ha concedido a tantos reyes, como se lo otorgó a David, su favorito, el nombre David significa, el “amado por Dios”.

 

Este salmo penitencial muestra nuestra debilidad ante el dardo envenenado del Maligno que quiere inocularnos su ponzoña, y nuestra endeblez que el pecado original nos dejó lisiados, arrastrando con nuestra concupiscencia.

 

Lc 13, 31-35

En el capítulo 10º del Evangelio según San Juan leemos: “Por eso me ama el Padre, porque doy la vida para después recobrarla. Nadie me la quita, yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y para después recobrarla. Este es el encargo que he recibido del Padre”.


 

Permítasenos desglosar puntualmente algunos puntos de estas palabras de Jesús que San Juan nos trasmite:

i)      Doy la vida para recobrarla

ii)     Nadie me la quita

iii)   La doy voluntariamente.

iv)   Tengo poder para darla y recobrarla.

v)    Este es el encargo que he recibido del Padre

 

Dios, desde el Principio, se planteó un “Plan”. Ese Plan nos lo entregó, y al pronunciarlo, se convirtió en una “Promesa”. La inquebrantabilidad de la Palabra de Dios hace que podamos contar con el cumplimiento del Plan.

 

Dios Padre y Dios-Hijo concordaron en la entrega de este Don Supremo para la Humanidad. El Don de Dios es tan Grande que al ser humano le cuesta soportarlo. No podemos entender por qué nos ama tanto. No podemos entender que se sacrifique por nosotros. Y, luego, nuestra propia dureza se niega a aceptar la Resurrección. Todo esto está fuera de nuestro alcance y eso se debe a qu son experiencias religiosas, no son datos biológicos o históricos, son eventos excepcionales: son la economía salvífica que Dios nos da por Gracia.

 

En la perícopa encontramos a los fariseos, tratando de torcer este “Proyecto Soteriológico”. Con ningún éxito. Eso es lo que significa “está escrito”. Significa que son las piezas inamovibles del Plan Salvífico de Dios. Si cualquier fariseo pudiera tronchar el Plan de Dios, tendríamos confianza en ese Dios. Porque Dios, ni su Hijo desisten, es por lo que nuestra fe se ve fortalecida.

 

Que el Plan Salvífico resista a todo asalto, es el piso de nuestra fe. A la base de la creencia están los datos de lealtad que Dios nos muestra siempre.

 

Muchas veces nos desconcertamos con los milagros y no nos caben en la mente. Queremos encontrar explicaciones “físico-químicas” para negar que Dios nos va jalonando el camino con sus “signos” para sostenernos y vigorizar nuestra fe. Así como nos da “santos” para que veamos que el camino que apunta hacia Él, no es un imposible, sino que muy a pesar de nuestra fragilidad podemos recorrerlo.

 

Hoy y mañana, tenemos expulsión de demonios y curación de muchos males.

 


Luego sobrevendrá el “tercer tiempo”, el día decisivo, la fecha del cumplimiento de todo lo prometido. En el día prometido, el tercero, se cumplirá todo cuanto se había ofrecido. Así al descolgar sobre su pecho la cabeza, en gesto mortal, pronunciará el santo y seña del cumplimiento perfecto: “Todo se ha cumplido” (Jn 19, 30).

 

En estos dos días que aún quedan, Jesús tiene que subir a Jerusalén, porque es allí, donde está simbólicamente prescrita su muerte.

 

Jesús pronuncia este dolorido ay sobre la Ciudad de la Paz, su amada ciudad, la que Él tenía destinada a la mayor honra, se ha trasformado -ella misma ha elegido ese destino- para ser tumba de los profetas asesinados. Esto no desvirtúa el Plan Soteriológico. Esto no desvía el cumplimiento de la promesa. Esta es más bien el sarcasmo en el que los humanos trasformamos la dulzura de la historia que Dios quiere escribir con nuestro aporte. Dios nos da profetas y nosotros los lapidamos. Dios nos prodiga su personal Amistad, y nosotros lo matamos: ¡Qué ironía!

 

La lucha de los cristianos consistía y consiste no en el uso de la violencia, sino en el hecho de que ellos estaban y están todavía dispuestos a sufrir por el bien, por Dios. Consiste en que los cristianos, como buenos ciudadanos, respetan el derecho y hacen lo que es justo y bueno. Consiste en que rechazan lo que en los ordenamientos jurídicos vigentes no es derecho, sino injusticia. La lucha de los mártires consistía en su “no” concreto a la injusticia: rechazando la participación en el culto idolátrico, en la adoración del emperador, no aceptaban doblegarse a la falsedad, a adorar personas humanas y su poder. (Benedicto XVI)

 

Jesús, no por rencor, no por ira, ve nítido el devenir que le aguarda a Jerusalén. Jerusalén, la casa, (casa porque es la Ciudad del Templo, será arrasada. Quedará en ruinas). Y el templo será borrado del mapa para convertirse en lugar de culto a Alá: la Cúpula de la Roca y la mezquita de Al Aqsa: la explanada de las Mezquitas. Jesús dice a los fariseos: “Miren su casa será abandonada”. Abandonada, porque Dios se ausentará del Templo y ya no habitará más con ellos.

 

Las legiones romanas bajo las órdenes de Tito conquistaron y destruyeron la mayor parte de Jerusalén y el Segundo Templo: Sólo quedan de él las ruinas que hoy se conocen como “Muro de las lamentaciones”. En ese muro resuena el Ay de Jesús: “Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no han querido.

martes, 29 de octubre de 2024

Miércoles de la Trigésima Semana del tiempo Ordinario


 

Ef 6, 1-9

 

…todos ellos, aunque de manera diferente, llevan los signos de lógicas relacionales distorsionadas y a veces opuestas a las del Evangelio. A lo largo de la historia, el cierre a las relaciones se solidifica en verdaderas estructuras de pecado (cf. SRS 36), que influyen en el modo de pensar y actuar de las personas. En particular, generan bloqueos y miedos, que es necesario afrontar y atravesar para emprender el camino de la conversión relacional.

(Documento Final. HACIA UNA IGLESIA SINODAL EN MISIÓN # 53)

Hoy nos corresponde la penúltima lección de nuestro cursillo sobre la Carta a los Efesios. Ayer tratábamos el primer tema de los deberes familiares del cristiano. Hoy estudiaremos los otros dos:

i)      Los hijos y su relación con sus padres, y viceversa

ii)     La relación que, como cristianos, debemos tener los amos para con los esclavos.

 

Al empezar nuestro trabajo sobre esta Encíclica, expresábamos nuestras reservas en cuanto a la autoría del documento, y los elementos sólidos que su estudio nos aporta para pensar que se trataría de una Carta Deutero-paulina.

 

Mirando atentamente el planteamiento que se presenta hoy, lo primero que hemos de decir es que, evidentemente representa una vuelta atrás, un retroceso con relación a lo que se dice en otros documentos, de los que tenemos más seguridad que provienen de San Pablo.


 

Por ejemplo, no se ha cuestionado la legitimidad de la Carta a los Gálatas, ¿qué se dice allí sobre el tema de la esclavitud? «οὐκ [uk] “Ya no hay” judíos o griegos, esclavos o libres, hombres o mujeres; porque unidos a Cristo Jesús, todos ustedes son uno solo» (Gl 3, 28). Todo esfuerzo grande de Pablo, así como casi toda su obra están centrados en la abolición de las distinciones religiosas entre judíos y griegos; entre esclavos y libres; entre hombres y mujeres.

 

El conflicto personal de Pablo para poner en práctica la tesis revolucionaria de que ‘no hay judío ni griego’ siempre lo acompañó. Algunas veces, él quiere conciliar las dos formas de vida: la de Pablo el judío, y la de Pablo, el apóstol de Cristo. Es leal a la sinagoga, y al mismo tiempo perseguido por su pueblo… en Pablo y en la escuela paulina percibimos con claridad, ciertos temas emergentes, que reflejan el distanciamiento del judaísmo.

 

No podemos desconocer el hecho histórico de la esclavitud como fundamento de la cultura griega y también en la romana, dejaron una profunda marca que muy difícilmente se pudo barrer, y que sigue presente en muchas sociedades actuales donde se da por ejemplo el tráfico de personas para su explotación laboral o para la prostitución (otra forma de explotación); estas culturas siempre veían, al ser humano, en categorías excluyentes,  los de primera clase, los de segunda, y así iban bajando, hasta llegar a los que no eran humanos. Estas ideas, que para muchos eran naturales diseminaron cicatrices especialmente en la colonización de los continentes americano y africano donde se cultivó esa secuela siniestra bajo el subtítulo de civilización.

 

La carta a Filemón, da otro paso adelante, y Pablo propone la desaparición del esclavismo proponiendo una alternativa provisional: la igualdad en el amor a Jesucristo y en la pertenencia a una misma fe.

 

¿Cómo se nos presenta, aquí, la relación entre amos y esclavos:

La carta a los Efesios manda:

a)    Obediencia a los amos

b)    Y, no cualquier clase de obediencia, sino con temor y temblor.

 

Es cierto que se pide una reciprocidad, pero no se especifica ni se enfatiza allí, donde se pide que se laven los pies unos a otros.


 

Lo factual consiste en que la historia, continúo dando cabida a este régimen donde se abandonaba la libertad como rasgo sustantivo de la persona. El esclavo no era persona y no tenía derechos. Su dueño no era Dios, sino el esclavista y todo lo que producía era pertenencia de su amo.

 

El profetismo no se puede quedar en mostrar el lado romántico de la luna, y desconocer que hay una cara oculta, y lo que allí se está dando. Ahora bien, en aquel tiempo no se sabía nada sobre la “cara oculta” y no teníamos cohetes ni satélites de investigación espacial. Pero hoy los tenemos y los anales históricos han visto cuanta violencia y atropello se exportó y cuanto retroceso nos amenaza con las crecientes olas de discriminación y xenofobia que se están re-editando.

 

“Como cristianos, estamos llamados a acoger y respetar, en las distintas formas y contextos en que se expresa, esta diferencia que es de Dios y fuente de vida. Damos testimonio del Evangelio cuando intentamos vivir relaciones que respeten la igual dignidad y reciprocidad entre hombres y mujeres. Las expresiones recurrentes de dolor y sufrimiento por parte de mujeres de todas las regiones y continentes, tanto laicas como consagradas, durante el proceso sinodal revelan con qué frecuencia no lo hacemos”. (Documento Final. HACIA UNA IGLESIA SINODAL EN MISIÓN # 52) Dice el documento apuntando hacia una de las formas de discriminación que perdura.

 

No se pueden acumular toneladas de indiferencia y complicidad y dejar de lado el principio esencial: ¡tenemos un solo Señor, y ningún otro amo o dueño!

 

Sal 145 (144), 10-11. 12-13ab. 13cd-14

Este es un salmo de la Alianza. ¿Con Quién hemos hecho Alianza? Es preciso tener clara consciencia que nosotros voluntariamente nos hacemos esclavos del Rey-Celestial, porque Él no nos quita nada. No nos trata como vasallos, por el contrario, nos llama “Amigos”. Nos convoca (Iglesia significa “los que son convocados”) para que ejerzamos la Libertad de los hijos de Dios.

 

Cuidado con los que muestran credenciales para decir que son los representantes legales del Señor. En una práctica de la fe se tiene que renunciar a todo “reinado” que propenda por conculcar la realeza de Dios para aprovecharla en pro del interés personal de alguno. No somos posesión de reyezuelos terrenales. No podemos permitir que se suplante a Dios: ¡Nuestro Señor es uno solo!

 

Con toda sinceridad podemos decir como María Santísima: “He aquí la esclava del Señor! Y decirlo con todas nuestras fuerzas y con toda la sinceridad del corazón. Pero que no nos vayan a meter gato por liebre.

 

Observemos que el Salmo nos habla del Señor (refiriéndose también a Jesús). ¿Qué dice el Salmo que hace el Señor? Dice que: “Sostiene a los que caen y levanta a los que ya se doblan”.

 

El Señor es fiel a sus Palabra, cumple todas sus promesas. Por eso, en el verso responsorial proclamamos: “El Señor es Fiel a sus Palabras”.

 

En virtud de su fidelidad invitamos

a)    A que todas las criaturas se muestren agradecidas y le den gracias

b)    A que todos los fieles nos encarguemos de bendecirlo

c)    Que lo reconozcamos como Rey-Glorioso

d)    A que declaremos que nos cuida obrando hazaña tras hazaña.

 

La propuesta consiste en que expliquemos cómo es su Reinado, las características de nuestro Rey

a)    Que es un reinado de Gloria y הָדָר [jadar] “Majestad”, “hermosura”, “magnificencia”.

b)    Que no es un reinado provisional, un periodo de cuatro años, o algo así; sino un reinado Perdurable.

c)    Dura por todas las דּוֹר [dor] “generaciones”, “que permanece”.

 

En la estrofa conclusiva tenemos los siguientes rasgos de Su Reinado

a)    Fiel a sus Palabras, las palabras de Dios no son de las que se lleva el viento.

b)    Todo lo que Él hace está lleno de Bondad

c)    Al que tambalea lo sostiene. O sea, es un Dios que nos comunica Firmeza.

d)    Y si alguien ya se ha tronchado, no lo deja ahí, caído, tirado, abandonado; nada de eso, וְ֝זוֹקֵ֗ף [zakaf] “lo recompone”, “lo restituye”, “lo renueva”, “lo regenera”, en el sentido más fuerte de la palabra “lo resucita”.

 

Lc 13, 22-30

Hay una manera muy peligrosa de plantear el tema de la salvación, y también de la santidad. Cuando nos concentramos en conquistarla para nosotros y los demás que se hundan en los aposentos “inferiores”, que se vayan al “infierno”. La cosa cobra un peligroso parentesco con la xenofobia, con la explosión demográfica y otras ideologías similares, porque entre más gente haya, mayor es el riesgo que no quede espacio para mí.

 


¿Por qué le preguntarían al Señor Jesús si entrarían pocos o muchos? Si el cupo no estaba reservado al pueblo judío, y si los gentiles adquirían tarjeta de identidad Celestial, la aglomeración amenazaba volverse multitudinaria, y entonces, ¿qué iba a pasar con mi antiguo boleta VIP?

 

Nosotros que estamos acostumbrados a comprar la boleta con anticipación ¿qué podemos hacer para garantizar que nuestro pase no va a caducar o que, al llegar a la entrada, de pronto me avisen que esos boletos “ya no son válidos?

 

Seguramente al que preguntó le debió parecer muy raro que Jesús no se refería a las boletas, o al sitio de compra, a las taquillas garantizadas, sino a vivir de cierta manera.

 

¿Cuál era esa manera de vivir que era reconocida con “pases de cortesía”? La clave está en la palabra Ἀγωνίζεσθε [agonizesthe], la que nosotros traducimos como “esfuércense”, “métanle ganas”, “pongan todo de su parte”, “interésense con toda el alma”, “pongan su mejor empeño”. No se trata de esperar ahí, a las de buenas, no se trata de comprar una boleta a ver si cae como número ganador. Se trata de una disciplina, la palabra griega remite al esfuerzo del atleta que se prepara, que asume disciplina para perfeccionarse como competidor y tener mayores opciones de ganar la medalla.

 


No se trata -cuando llegue la hora- de coger la puerta a puntapiés y gritar desde afuera, somos tus amigos, tomamos cerveza contigo, estuvimos en las mismas rumbas y fuimos contigo a los mismos conciertos. Una voz, desde adentro, nos dirá: “No los conozco”.

 

El esfuerzo no es de última hora, cogiendo como pretexto a Dimas, el Buen Ladrón, diciendo que uno puede robarle el pase a alguien si es un carterista hábil.

 

Otros igual, llegaran a dar puñetazos en la puerta con ampolletas de sangre en la mano, alegando somos de tu raza, aquí está el ADN, ábrenos y revisa, con certificación de legalidad, sangre tipo “entrada garantizada”. Lo único que conseguirán será ver, a lo lejos, a sus antepasados, Abrahán, Isaac y Jacob.

 

Es cierto que estos fueron en una época los primeros invitados. Es cierto que a ellos se les mandó la tarjeta plastificada a sus casas, es cierto que se les hicieron reuniones muy especiales en sus sinagogas para registrarlos y tenerles listas las ordenes de acceso. Pero, a pesar de todas las deferencias, a la hora de la verdad, no lo acogieron, no lo aceptaron, vieron sus facciones y su única respuesta fue el rechazo, hasta llegar a la persecución. Ellos fueron los primeros, pero con toda su actitud, pasaron a ocupar el último puesto y con el riesgo que, al llegar, todo esté lleno.