Hch 5, 12-16; Sal 118(117), 2-4. 22-24. 25-27a; Ap 1, 9-11a. 12-13.
17-19; Jn 20, 19-31
“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo” (cf. Jn
17,23ss; 14,21). Hay una especie de cascada de amor y de misión, que arranca del
corazón del Padre y pasa por el corazón de Jesús, en el que reverbera el amor
de Dios Padre. Dios mismo nos ama, a Él no le somos indiferentes, junto a Él
hay siempre oportunidad para la esperanza.
Ricardo Blázquez.
Misericordia
El
propio Jesús le manifestó a Santa Faustina Kowalska su voluntad de que fuera
celebrada la Fiesta de la Divina Misericordia en esta fecha, el Segundo Domingo
de Pascua. Esta festividad tiene por objeto profundizar y adentrarse con tesón
en el poder de la Misericordia de Dios-Hijo que puede enfrentar y ha vencido
con su Resurrección -no sólo la muerte- sino también y, además, el poder del
pecado para tenernos maniatados a la muerte. Esta Misericordia Divina está
definitivamente conectada y es co-existe con el Amor de Dios por sus criaturas.
Tomás,
el discípulo que no estaba con los apóstoles, que se hallaban reunidos a puerta
cerrada, cuando Jesús-Resucitado vino y exhaló su aliento sobre ellos, milita
en las filas del agnosticismo. ¿Hasta qué punto este discípulo encierra en su
actitud la representación de muchísimos que así sea sólo por formación
académica se rigen en sus comprobaciones por la línea de acción empirista:
“Hasta no ver no creer”?. Y suena terriblemente funcional, funcional para el
ateísmo; sin embargo, se requieren otras formas de pensamiento y de percepción:
“… dichosos los que creerán (aoristo participio activo) sin haber visto”. (Jn
20, 29c).
El
Mesías para el pueblo judío era el Esperado, pero se esperaba que fuera según
la perspectiva mundana, empirista, bélica; Jesús-Es el Mesías, el Ungido, el
Cristo, pero –aquí viene lo difícil de aceptar y de captar- un Mesías de otro
modo, no se trata de un guerrero líder-militar que devolverá el poderío y la
“buena vida” del apogeo davídico; este Mesías, por vía de sencillez y humildad,
por medio del sufrimiento en la cruz, derrotará el pecado y vencerá la muerte.
¡Señor de la Misericordia! De Él proclamamos: ¡Resucitó!
Pero
¿cómo así? Preguntara el empírico, ¿dónde veo esa victoria? Por el contrario,
veo muerte y desolación por todas partes, guerras y masacres, hambre y pobreza…
Cuando así nos sucede, como a Tomas (que significa “mellizo”) quien tuvo un
aplazamiento porque para él, Jesús seguía muerto. Esta demora fue de
exactamente una semana, que marca la
demora para pasar de discípulo en soledad a discípulo en el seno de la Comunidad:
Pasar de “Tomás,
uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.” a “A los
ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos”. ¿De
quién era “mellizo” Tomas? Pues de todos nosotros los que no podemos aceptar
hasta ver la llaga y meter los dedos en el costado. Y sí nuestra incredulidad
es más fuerte, entonces la espera será más larga. «¿Tomás tuvo caracteres de
agnóstico? Es duro de cabeza. Sólo le entra lo que él calcule, razone, pruebe y
argumente… El agnóstico ´pasa´ de Dios. No le importa. Deja el tema arrinconado
y quiere que también Dios lo deje a él en paz. En el fondo es su ´narcisismo´,
su orgullo y soberbia, su autosuficiencia lo que le ha vuelto ´todopoderoso´. Él es ´dios´ para él mismo.»[1] Somos de la misma ralea de
incrédulos. Creer no es algo que se logra haciendo mucha fuerza o haciendo
ejercicios de voluntad. La capacidad de creer es un don del cielo, una
iniciativa divina. Otro aspecto bien distinto es que –una vez la hemos
recibido, tenemos el deber de cultivarla, fortalecerla, llevarla al “gimnasio”,
instruirla, para que pueda desarrollarse.
Demos
expresión a la intuición de que su chispa siempre nos habita, que Dios
Misericordiosísimo no se la niega a nadie, que nuestra sed y nuestra hambre de
espiritualidad se manifiestan así. Esta intuición sobre la generosa y abundante
distribución de “chispas” de fe indiscriminadamente, nos obliga a llamar la
atención sobre la responsabilidad que tienen los formadores en esta dimensión.
Si alguien ha intentado prender fuego contando con unos cuantos fósforos sabrá
cuánto hay que cuidar las “chispas” para lograr que ellas evolucionen hacia una
“llama” consistente. Valga la analogía para subrayar el papel que juegan padres
y maestros con la “chispa” de la fe entre niños y jóvenes. Muchas veces creemos
estar enseñando verdadera “sabiduría” cuando promovemos el ateísmo y no somos
capaces de reconocer el profundo mal que se causa al hacer tambalear el don de
la convicción y al desestabilizar el fuero que tiene el corazón para aceptar la
Revelación, que no es ciencia sino fe (aquí debemos añadir que ciencia y fe no
son antagónicos).
El
ser humano no es por su natural desconfiado e incrédulo; por el contrario,
podemos afirmar que somos por naturaleza confiados y propensos a creer, la
historia de las culturas demuestra ese potencial que hemos recibido. El
problema está en que exponemos a los más tiernos, desde su primera niñez, a
sentirse defraudados y a volverse desconfiados. Muchas veces tratando de
prevenir que una persona sea víctima de la gente mal-intencionada (que siempre
la hay) sembramos semillas de desconfianza, con el rotulo eufemístico de “ser
precavidos”. Bueno, esto sin duda daña, pero lo que verdaderamente destruye los
tiernos corazones es defraudarlos, eso si da al traste con la “chispa” de la
fe.
Reflexionemos
cuánto daño hacemos o hemos hecho en el pasado, nunca para “llorar sobre la
leche derramada” porque -ya lo dice la
sabiduría popular- “ya después del ojo afuera no hay Santa Lucia que valga”; ¡no!,
no se trata de caer en la zona de las lamentaciones, sino procurar cambiar, ayudar
a creer, abrirle la puerta del corazón a Jesús que muchas veces está allí, tras
la puerta, llamando obstinadamente mientras nuestra cerrazón se empecina
enquistada en la indiferencia, negándose a abrirle.
El
Papa Francisco se ha referido al hecho de que Jesús muchas veces puede estar
afuera llamando para entrar; pero en no pocas oportunidades, Jesús está
adentro, llamando para salir, para llegar donde otros que también tienen sed de
Él. En otro momento se refirió a la necesidad de proclamar nuestra fe, que no
basta tenerla sino que además Jesús nos envía a anunciarlo, a evangelizar.
Hay
un punto nuclear en el Evangelio que no puede quedar ignorado: «Recibid el
Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Toda esta Misericordia está
concatenada con el Sacramento de la Conversión, o sea la Confesión, que también
se llama de la Penitencia y de la Reconciliación. No nos hagamos de la vista
gacha para no tomar en cuenta que se consagra este sacramento con este mandato
y gracia, ellos, los consagrados, reciben esta potestad de perdonar y retener.
Vayamos sobre el #1446 del Catecismo de la Iglesia Católica: «Cristo instituyó
el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros pecadores de su
Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado
grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial.
El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de
convertirse y de recuperar la gracia de la justificación. Los Padres de la
Iglesia presentan este sacramento como "la segunda tabla (de salvación)
después del naufragio que es la pérdida de la gracia" (Concilio de Trento:
DS 1542; cf Tertuliano, De pænitentia
4, 2).»
Salmo 118(117): Eucarístico
Nos
hallamos ante un salmo de Acción de Gracias por eso lo llamamos Eucarístico.
«Voces de Domingo de Pascua, gritos de victoria sobre la muerte, confianza en
el poder de Dios, regocijo en el triunfo común y proclamación de este día como
el más grande que ha hecho el Señor. Eso es este salmo rebosante de gloria y de
gozo… esta es la liturgia de Pascua en el corazón del año. Pero para el
verdadero cristiano, cada domingo es Pascua y cada día es domingo. Por eso cada
día es Pascua, es “el día que ha hecho el Señor, el día en que actuó el Señor”»[2]
¡Dad
gracias a YHWH, porque es bueno! –porque es eterno su Amor.
Diga
la casa de Israel: -¡Es eterno su Amor!
Diga
la casa de Aarón: -¡Es eterno su Amor!
Digan
los que temen a YHWH: -¡Es eterno su Amor!
Nos
encontramos 4 veces la palabra חַסְדּֽוֹ׃ que viene de la palabra חָ֫סֶד
[jesed] ¿cómo traducirla? Pues la hemos traducido como “Amor”; ¿habría otra
traducción más exacta? Podríamos proponer “Misericordia”,
“Favor”, “Lealtad Divina”, “Predilección Amorosa”. Si se tiene en cuenta que la
relación con Dios se formula bíblicamente en términos de “Alianza” podríamos
decir que “Su alianza no se quiebra nunca jamás” y ese es el motivo de nuestro
agradecimiento expresado en este salmo. Estamos agradeciendo, con el Salmo, que
Dios no quebranta su Alianza, aunque nosotros fallemos, Él no se deja defraudar
con nuestra actitud y nos sigue amando; nos perdona nuestras fallas y nos disculpa,
así como su Hijo declaró que merecíamos perdón porque no sabemos lo que
hacemos, porque “metemos la pata” inconscientes de nuestras faltas, sin
alcanzar a comprender que ofendemos a un Dios-tan-Bueno. Nadie discrepa que
este salmo se compuso cuando ya no había rey en Israel, se trata de un salmo
post-exilico; entonces ¿a qué rey se refiere? Al Rey escatológico, al
aguardado, al esperado, al vaticinado: a Nuestro Mesías, a Jesús Nazareno que
no quebrantó la Alianza y que fiel al Amor-de-Dios por la raza humana, se
brindó hasta la última Gota de su Sangre para ser el
Manso-Cordero-Llevado-al-matadero; aceptó ser el Chivo-Expiatorio y lavó
pagando Altísimo Precio, todas nuestras culpas: A Él, que nunca nos ha fallado,
“que es Bueno, demos gracias, porque su Alianza no se quiebra nunca jamás”,
Cfr. Sal 18(17), 29. ¡Porque es eterna su Misericordia!
Herederos
Jesús
nos había ofrecido que haríamos incluso obras mayores que las suyas. En la
semana anterior (octava de Pascua), hemos venido leyendo continuadamente el
Libro de los hechos de los Apóstoles. Hemos visto a Pedro y a los otros
discípulos realizando muchas señales milagrosas y prodigios en medio del
pueblo, como nos lo narra este sumario, de los cuales encontramos varios en
este libro. Los sumarios cumplen una función dinámica, hacen avanzar el relato
y permiten la transición de un episodio a otro. Encierran un resumen de lo que
se ha contado hasta ese punto; pero, además, son como un telón que baja en la
continuidad del relato como quien dice: “Hasta aquí hemos hablado de una cosa,
ahora, vamos a hablar de otra”. Ahora,
inmediatamente después de este sumario viene la persecución; en el versículo
18, sólo dos versículos más adelante, serán llevados a la cárcel.
Pero
el resumen o sumario -como se le llama- nos deja una idea muy clara: Jesús no
se ha ido, no es que hayan sido abandonados, está con ellos (y con nosotros
veintiún siglos después) y los/nos llena de poder, de autoridad, de seguridad y
firmeza y también de elocuencia, pues a pesar de ser simples pescadores
proclaman sin rodeos y superando sus propios temores e inseguridades, que no
obran en nombre propio sino en el Nombre de Jesús.
Con nosotros está
No
vale trancar la puerta pues no hay obstáculos por fuertes que sean que impidan
la Presencia del Señor.
«Reunió a varios
discípulos para explicarles que el mayor de los milagros era que Dios creó el
mundo por puro amor, y creo al hombre por amor más grande todavía… Jesús elevó
los ojos hacia Dios, su Padre, nos pidió que hiciéramos lo mismo y que
escucháramos atentamente sus palabras. Y expresó, lenta y cadenciosamente, como
en un susurro suave -te alabo, Padre bueno y fecundo, hacedor de toda bondad,
porque Eres-el-que-Eres y Haces lo que Haces. Te doy gracias y te canto con las
notas de la sinfonía de las estrellas y las voces de las lluvias, porque el mar
es hondo, y tu Corazón, más profundo aún. Querría ser poeta para decirte que el
oro es vil, comparado con tu Amor, y que el mejor vino y la miel más deliciosa,
son vinagre y amargor, al lado de la dulce embriaguez que produce tu Palabra.
Te canto una y mil veces, con las voces de todos los coros y de todas las
orquestas y también “con el sonido de las batutas”, porque tú eres el Cantor
que merece nuestro canto y porque purificas nuestros labios con brasas encendidas,
para que nuestro aliento te sea grato.»[3]
También
en el texto de Apocalipsis Él está allí con Juan, lo anima y lo manda a
proclamar (en este caso por escrito), porque una fe verdadera no es un asunto
personal, privado; la fe es algo para anunciar, para compartir (no para
imponer, la fe se propone). La Presencia del Señor tiene un valor de presencia
tangible, física. Insistimos que no se trata de una Presencia fantasmagórica,
es alguien que se puede tocar y en efecto, nos narra el Apocalipsis, que “le
tocó con la mano derecha. Si leemos toda la perícopa Ap 1, 9-20 advertimos el
carácter fuertemente físico de la visión: la Voz, la figura humana, las
vestiduras, el pecho, el cinturón de oro, cabeza, cabellos, ojos, pies, la
diestra, etc. «El símbolo de la figura humana… representa allí al Pueblo de los
Santos del Altísimo. Es el anti-símbolo de las Bestias, que representan a los
Impe-rios. En el Apocalipsis este símbolo representa claramente a Jesús
resucitado… la figura humana tiene vestido, cabeza, cabellos, pies, voz, mano,
boca, rostro. El autor expresa simbólicamente cómo él experimenta cada elemento
de la corporeidad de Jesús: el vestido es una túnica sacerdotal; los cabellos
son blancos; los ojos como fuego; los pies sólidos como el metal; su mano tiene
7 estrellas (los responsables de cada comunidad están seguros en la mano de
Cristo resucitado); de su boca sale una espada penetrante; su rostro brilla
como el sol. Finalmente, Juan siente físicamente la mano de Jesús sobre su
cuerpo: El puso su mano derecha sobre mí.»[4]
Si
bien este es el Domingo llamado de la Misericordia , podríamos Afirmar también
que es el Domingo de la Presencia puesto que una y otra vez se vuelve al tema
de que Él está con nosotros y que su Alianza, no se parece a las cosas humanas:
momentáneas, transitorias, perecederas. El Amor de Dios es eterno porque Dios
es Eterno y Dios es Amor.
Celebrar
la Fiesta de la Divina Misericordia requiere trasparentar esa Presencia, vivir
Jesús-mente viviendo misericordiosamente; por eso no podemos pasar
desapercibido el numeral 742 del Diario de Santa Faustina: “Sí, el primer Domingo después de Pascua
es la Fiesta de la Misericordia, pero también
ha de haber obras de misericordia que deben surgir de tu confianza en Mí y de
tu amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas
partes: la acción, la palabra y la oración. No puedes excusarte. La fe sin
obras es inútil.”
[1]
Mazariegos, Emilio L. ESTALLIDOS DE GOZO Y ALEGRÍA Ed. San Pablo
Bogotá-Colombia 2003 p. 73
[2]
Vallés, Carlos G. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae. Santandar
1989. p.224
[3]
Muñoz, Héctor. CUENTOS BÍBLICOS CORTITOS. Ed. San Pablo 2004 BB.AA.-Argentina
pp. 174-175
[4] Richard, Pablo. APOCALIPSIS. RECONSTRUCCIÓN
DE LA ESPERANZA. Ed. Tierra Nueva. Quito-Ecuador. 1999 pp.73-74
Padre, Dios y Señor del Universo, te pedimos que nos concedas el don de la fe que nos hace adherinos a Jesús Resucitado, de tal modo que seamos obedientes a su mandato de ir a predicar el Evangelio a toda la humanidad. Perdonanos porqué nos ha faltado más compromiso misionero y nos hemos quedado en el confort y la comunidad de una vida cristiana de nombre y apariencia. Te lo pedimos señor AMÉN 🙏
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