VIERNES SANTO – PASIÓN DEL SEÑOR
Y como una zarza
ardiendo, como el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, se manifiesta a los que
buscan apresarlo diciéndoles: “YO SOY”. Es Yavé que les hace caer en tierra.
Emilio L. Mazariegos
¿Quién juzga a quién?
Monseñor
Carlo María Martini nos prevenía que es muy difícil seguir la Lectura de la
Pasión porque es un texto muy largo y uno tiende a distraerse y a extraviarse
en la densa maraña de datos y detalles en los cuales San Juan es muy prolífico:
«En todo caso, puesto que la narración es bastante larga (dos capítulos) y a
menudo uno se pierde por las muchas cosas que se encuentran allí,… El pasaje es
muy complejo y largo; más aún, quien lee no puede menos que pensar que Juan habla
demasiado. Casi 30 versículos para narrar algunos hechos sin duda fundamentales
(la condenación a muerte de Jesús), pero que Marcos narra en casi la mitad de
espacio.»[1]
Nosotros
añadimos otra dificultad, la gran cantidad de figuras, imágenes y simbolismos.
Insistimos que los símbolos podían ser decodificados por la Comunidad Joánica
que contaba con los referentes de decodificación, no así para nosotros. Un
comentario que se hace sobre el Apocalipsis se podría adecuar cuando comentamos
la Pasión según San Juan, y, subrayemos que proviene de la misma escuela
escriturística: «La multiplicidad de imágenes empleadas, su originalidad muchas
veces desconcertante, el despliegue siempre imprevisible de la fantasía del
autor, visiones y escenas inauditas, hacen que el lector se pierda en este
laberinto de símbolos.»[2]
Siguiendo
la Pasión con mucha atención lo primero que se nota es el empeño de mostrar a
Jesús como Rey. Evidentemente es un Rey de una clase muy especial. ¡Su corona
es de espinas! El Manto de Púrpura, es un trapo, y se lo proveen los soldados
torturadores; también ellos le adjudican el Cetro, una caña. En este evangelio
se ha prescindido de ciertos detalles que aminorarían la calidad real de Jesús:
No hay insultos, no hay escupitajos.
Pero
el cuadro crucial, donde se muestra todo el señorío de Jesús es el momento en
que el propio Pilato hace sentar (la palabra es ἐκάθισεν indicativo aoristo activo del verbo καθίζω hacer sentar, mandar sentar) a Jesús en
la silla desde donde se juzgaba. «… la expresión ekathisen epi bematos en el v.
13, traducida por la vulgata “sedit pro tribunali”. Mientras comúnmente se
pensaba que la frase significase que Pilato se sentó, dada la cercanía del
nombre de Jesús y la posible atribución de un valor activo al verbo ekathisen
parece que Pilato “hizo sentar a Jesús”, en el sentido de que lo instaló sobre
la silla.»[3] Revisemos cómo traduce
Luis Alonso Schökel: “Al oír aquello, Pilato sacó afuera a Jesús y lo sentó en
el tribunal, en el lugar llamado Enlosado (en hebreo Gabbata)”.Jn 19,13.
Volvamos con el Cardenal Martini: «La impresión que se saca de la escena, pues,
es que el que parece estar siendo juzgado, en realidad está juzgando a la
humanidad.»[4]
«Jesús es acusado, pero de hecho es él el que juzga. Jesús es rey, pero un
soberano que reina sobre los que escuchan su palabras. En el centro la escena
de la coronación, despojada de todo detalle (esputos, genuflexiones), hace
destacar el título de rey. Y la escena termina apoteósicamente: Pilato hace
sentar a Jesús en su tribunal para proclamarlo rey (v.13).»[5]
Parcelación
Este
texto, como hemos dicho, de suyo denso; merece un atento estudio; nuestro rol
de discípulos nos llama a leerlo y meditarlo con atención, con espiritualidad;
acompañar a Jesús en esta Semana Santa, leer de manera meditada y con suma
devoción las páginas de la Escritura consagradas a la Pasión. Pero no sólo hoy.
El sentido intrínseco a esta celebración que la Iglesia ha instituido y
conservado, lleva en sí, la Orden Eucarística: “Hagan esto en memoria mía”, y
el alma toda de la Iglesia opera con este sentimiento, conservar lo que Jesús
–con su Vida, Pasión y Muerte- nos cedió, y que alumbra nuestro caminar en el
discipulado.
El
Cardenal Martini nos legó un diseño exploratorio, diríamos una especie de mapa-guía
para la Pasión según el Evangelio de San Juan. Él nos propone una subdivisión
en 7 episodios:
1. El arresto de Jesús (Ego Eimi) 18, 1-12
2. Jesús ante los sumos sacerdotes y la
negación de Pedro 18, 13-27
3. Jesús ante Pilatos 18, 28–19, 16
4. La Crucifixión 19, 17-22
5. El “cumplimiento” 19, 23-30
6. Agua y sangre y el Cordero de Dios 19,
31-39
7. La valentía de los Amigos 19, 38-42.
Podemos
aprovechar este “plano-pauta” que trazó Carlo María Martini para explorar la
Pasión con mayor provecho y profundidad.
Retomemos el asunto de la
opción preferencial
Pilato
nos mostrará a Jesús: Ἰδοὺ ὁ ἄνθρωπος “Ecce homo”: “Aquí tienen al hombre” Jn 19, 5c. Ya es un
guiñapo; azotado, coronado de espinas, abofeteado, víctima de la burla, pero sobre
todo y ante todo, sentenciado. Pilato no se cansa de pronunciar su sentencia:
No encontró en Él culpa alguna, lo declara tres veces inocente. Sabemos que los
opresores romanos les habían quitado a los judíos toda autoridad para condenar
a muerte, por eso lo presentan al gobernador romano para esta farsa de juicio.
El Sanedrín, los Sumos sacerdotes, los fariseos y los saduceos ya llevaban la
sentencia escrita en su corazón. Como lo dijera Caifás, “conviene que un hombre
solo muera por el pueblo” (Cfr. Jn 18, 14).
Cuando
Pilato lo muestra, aquella gente lo “ovaciona”: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Pero
el hombre que Pilato les muestra es – ¿cómo dijéramos?- hombre-reducido-a-piltrafa;
pero el hombre, no puede ser reducido por ningún medio en su humanidad, será
–pese a cualquier vejamen- “hombre”. “Muchos se horrorizan al verlo porque
estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre;(Is 52, 14)…
No vimos en Él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los
hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento, como uno del cual se
aparta la mirada, despreciado y desestimado. (Is 53, 2d-3).
Aquí se nos presenta el tema de la opción
preferencial de Dios por los pobres. Si nos preguntamos por la razón para esta
opción preferencial podemos mirar a Jesús en su trono: ¡Miremos al crucificado!
Los pobres son su imagen y semejanza. «… el pobre no es un tema de la agenda de
los teólogos al lado de otros temas. No es una nota de algún diccionario
teológico. El constituye el horizonte a partir del cual leemos e interpretamos
los demás temas. Por tanto, el pobre es mucho más que un tema de reflexión
teológica y política. El pobre ocupa la importancia de un lugar social y
epistemológico.»[6]
«Dios
escogió a los pobres… porque encontraba en ellos el reflejo de sí mismo, el
resto que quedó de su honra y gloria divina en medio de la humanidad (Is 42,
8). Los escogió porque en ellos seguía existiendo el ideal que Él soñaba para
todos, el ideal de una sociedad igualitaria y fraterna, sin opresor ni oprimido.
Pues, a pesar de ser maltratados, ellos no maltrataban; a pesar de ser
oprimidos, no oprimían (Is 42, 2-3) En ellos existía la matriz del futuro de la
humanidad. Y los escogió de acuerdo a su justicia divina (Is 42, 6)»[7]
El
salmo para este Viernes Santo es el Salmo 31(30). El responsorio dice: בְּיָדְךָ֮ אַפְקִ֪יד
ר֫וּחִ֥י “En tus manos encomiendo
mi espíritu”. Sal 31(30), 5(6)a. Otra versión dice: “En tus manos está mi
destino”, aún otro traductor ha dicho: “En tus manos están mis azares”. Como quiera
que sea, es la confianza en el Señor. El estará siempre al cuidado, de Él nos
podemos fiar. Lo cual se relaciona directamente con aquello de que en los
pobres está la matriz del futuro de la humanidad: Ellos como nadie se preocupan
del hermano, si tienen un pan lo comparten, son el epítome de la solidaridad.
El corazón de los pobres es siempre misericordioso como el corazón del Padre.
Son portadores de la semilla de la liberación.
Nuestra
teología para hoy no es un razonamiento alambicado e inaccesible. Es una idea
sencilla de mansedumbre que encierra en sí la imagen de Jesús que avanza como
una oveja llevada al matadero, como varón de dolores,… su manto real es la
toalla que se ató a la cintura con la que amorosamente secó los pies de sus
discípulos y con la que mostró su abajamiento para estar en medio de ellos no
como el que es servido, sino como el que sirve. “En efecto, no tenemos un sumo
sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que
Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros.” Hb 4, 15 ,…(sólo que
Él no pecó). «La lucha contra “el eje del mal” se combate con armas opuestas a
las del mal: no la riqueza ni el poder, ni el orgullo ni la rabia, ni la
mentira ni la opresión, sino la pobreza y el servicio, la humildad y la
justicia, la verdad y la libertad…. Jesús… es rechazado porque, en lugar de
carruajes o caballos, elije el asno, manso y humilde como Él (cf. Jn 12, 14)»[8] Así la imagen del
Crucificado nos remite una vez más a Mt 25, 31-46.
Es
muy arduo soportar la visión de Jesús macerado. Más difícil es acceder desde
allí a la resolución para tomar nuestra cruz y seguirlo. Nuestra vida y esa
visión se contraponen, este discipulado nos hace exclamar: ¡Señor aparte de mi
esta copa! ¡Seremos capaces de añadir la segunda parte? “Que no se haga mi
voluntad sino la Tuya” … Sin embargo, nosotros somos su pueblo. «El sufrimiento
del pueblo parece mayor que todas sus explicaciones y no cabe en ninguna de
ellas. Sobrepasa todo. ¡El sufrimiento crece como matorral en el sembrado del
mundo y no hay azadón que alcance su raíz!»[9]
Un
ligero repaso de la historia actual mirando la panorámica noticiosa, nos
descorazona. Parece que la maldad humana invade como yerba mala. Todo lo que se
nos permite ver conduce a la conclusión que “todo es vano”. ¡Mentira! El que se
conforme en la impotencia y el desaliento se ha quedado buscando en un
sepulcro. ¡No es allí donde se debe buscar!
«…
Dios nos avisa que es necesario dar un paso al frente. Es preciso sobrepasar
los límites de las explicaciones humanas. Pues la razón humana sola, no basta,
para entender la extraña victoria de la justicia de Dios, sobre la injusticia
de los hombres»[10].
La respuesta está en Jesús, ¡al tercer día! Y en tener en cuenta que somos su
Cuerpo Místico. Urge releer la Pasión según San Juan, y las otras -Marcos,
Mateo, Lucas- con la consciencia clara de bajar al sepulcro a buscar la Luz, no
el descalabro.
[1] Martini, Carlo María. LAS NARRACIONES DE LA
PASIÓN. MEDITACIONES. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá –Colombia 1998. pp.156 y
160
[2] Álvarez Valdés, Ariel. ¿QUÉ
SABEMOS DE LA BIBLIA?(I) Centro Carismático “Minuto de Dios” Bogotá – Colombia
p. 83
[3] Martini, Carlo María. Op. Cit. p. 168
[4]
Idem
[5] Charpentier, Etienne. PARA
LEER EL NUEVO TESTAMENTO. Ed. Verbo Divino. Navarra – España 2004 p. 134
[6] Boff, Leonardo. TEXTOS SELECTOS. Ediciones
Paulinas Santafé de Bogotá – Colombia 1992 p. 211
[7] Mesters, Carlos o.c.d. LA MISIÓN DEL PUEBLO
QUE SUFRE p. 110
[8]
Fausti, Silvano. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo Bogotá
–Colombia 2008 pp. 517. 515.
[9]
Mesters, Carlos. LA MISIÓN DEL PUEBLO QUE SUFRE. Edicay Y Centro Bíblico Verbo
Divino. Quito 1993. p. 79
[10]
Ibid p. 83
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