Dt 4, 32-34.39-40; Sal
32; Rom 8, 14-17; Mt 28, 16 - 20
…cualquier exposición
conceptual sobre su unidad esencial y su Trinidad de personas será siempre
imperfecta, por ingeniosa u original que se la pretenda.
Aldo Stella
Superamos
la división que siembra el Malo
-Diablo es el que
divide-
y
construyamos Unidad, Comunidad,
superando la soledad.
Esta
es la razón por la que Dios, que es Uno,
no
es soledad,
porque en su Divina
Trinidad,
Él
es Comunidad.
La
Santísima Trinidad se nos propone como unidad,
solidaridad, fraternidad.
NingUno
quiere ser más que el Otro,
todo
lo que opta el Uno es aceptado por los Otros,
donde
está el Uno,
están los Tres,
son
pues, el epítome de la concordia, la armonía, el entendimiento, la Comunión.
En
Deuteronomio Moisés nos propone una meditación:
“El Señor
es el único Dios,
allá arriba en el cielo,
y aquí abajo en la tierra;
no hay otro.
Guarda los
preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy,
para que
seas feliz, tú y tus hijos después de ti,
y
prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre”.
No hay
triteismo, ¡Dios es Único!
Pero antes
de proponernos el tema meditativo
Nos
propone darnos cuenta –históricamente- que
Pertenecemos
a un Pueblo muy bendecido:
que Dios
nos ha venido a buscar,
nos ha
mostrado su Divino Amor
con tantos y
tantos prodigios,
con tantas y
tantas bondades y maravillas.
¡Grande es
su Amor y Maravillosas sus ternuras para con nosotros!
El Salmo
nos da ocasión de regodearnos en las Maravillosas Ternuras:
La
Maravilla inicialmente citada es doble:
Dios tiene
Palabras Sinceras y Acciones Leales,
Enuncia
–en continuidad lógica- lo que Dios ama: la Justicia y el Derecho
Que son
las dos piezas pilares de su ternura para con nosotros;
declara y
manifiesta con qué ha llenado la Creación,
con Su Misericordia,
lo que
constituye la “infraestructura” del Amor de Dios a sus criaturas.
Dice –a
continuación- que con su Palabra lo Creo Todo,
y-
deducimos del siguiente verso que somos su Ejército
puesto que
dice que con su Aliento creó a su armada,
y sabemos
que lo que Él animó con su Soplo fue a Adán.
Luego dice
que está atento, con sus Ojos clavados
en quienes
le aman fielmente, y viven confiados a su Misericordia,
no porque
viva vigilándolos
sino porque está alerta
para
librarlos de la muerte y socorrerlos tan
pronto haya menester.
En la
estrofa final que se proclama este Domingo
se
compendia todo lo anterior, como haciendo una instantánea de su Rostro:
confiesa
que Dios es nuestro “escudo” y nuestro
“auxilio”,
que
podemos refugiarnos en Él,
acorde con nuestra esperanza
nos
alcanzará su Misericordia.
En la
Carta a los Romanos, San pablo nos pone de presente
que Dios
nos ha hecho libres,
y el Santo
Espíritu nos ha insuflado un espíritu –no de esclavos- sino de libertad,
que para
ser fieles a nuestra fe,
debemos defender, practicar, robustecer.
En el
Evangelio
Jesús, nos
garantiza su acompañamiento –a través de todas las edades-
y nos dice
que nuestra Misión consiste en enseñar,
cabalmente,
a cumplir
todo cuanto Él nos ha mandado.
Dios ha
hablado, nos ha expresado nuestra tarea,
“tarea”
que no está en oposición con nuestra vocación personal.
Este
capítulo 28 de Mateo
-del que
tomamos el Evangelio de esta Solemnidad
de
la Santísima Trinidad-
está
formado por dos bloques, el primero es la brevísima reseña
de la
resurrección, versos 1-15,
el segundo
bloque, el del Envío, son los versos
16-20,
5 versos
que concluyen el Evangelio de Mateo,
son los que proclamamos hoy.
Si nos
fijamos en el primer bloque, nos sorprende que
el Apóstol no haya
Explicitando
mejor y con detalles
lo que
constituye el corazón de nuestra fe.
¿Díganme
ustedes por qué tan extrañamente corta mención
de
Jesús-Resucitado?
Siempre,
siempre, siempre recordamos la frase sentenciosa del Principito,
Pronunciada
por un “zorrito” :
¡”Sólo se
ve bien con el corazón,
lo esencial es invisible a los ojos”!
por eso si
queremos ver al Resucitado
no tenemos
que ir corriendo al Sepulcro
sino
abrir el corazón-de par en par- para
poderlo ver.
Veremos
las Tres Personas, que nos aman,
Quienes
están con nosotros
¡todos
los días!
a través
de todas las edades
¡Per omnia
sæcula sæculorum!
La orden
de predicar el Evangelio
fue dada
para cumplirla en nombre de la Santísima Trinidad:
Nuestra
tarea y nuestro envío,
para
honrar al Tres-Veces-Santo,
es
proclamar que Dios es Misericordioso
y mira el
corazón de los hombres
y no su vestido;
y que
nuestro compromiso es
–como lo dijo San Francisco con
palabras y obras-
llamar
hermano y hermana a todos los hombres y mujeres
y a todas
las criaturas que nos encontremos.