viernes, 24 de octubre de 2014

NO SON DOS MANDAMIENTOS, ES UNO SÓLO



Ἔχομεν δὲ τὸν θησαυρὸν τοῦτον ἐν ὀστρακίνοις σκεύεσιν
Ese tesoro lo llevamos en vasijas de barro
2Cor 4, 7

Fuimos creados a partir del barro y no seríamos más que barro si Dios no hubiera colocado en nosotros la Divinidad. Al crearnos nos ha hecho hijos suyos poniendo algo de Sí-Mismo en sus criaturas. Y ese Tesoro que llevamos en nosotros y que nos hace tan infinitamente importantes y valiosos es el Amor.

Amar a Dios, a Quien no vemos, es –desde nuestra materialidad- un imposible; en realidad no podemos amar a alguien que no-conocemos. Dios se nos ha manifestado pero el conocimiento que de Él tenemos es indirecto, Él se ha explicado a nosotros a través de parábolas donde lo vemos a través de “accidentes” materiales. Tomemos un ejemplo: se revela en la Forma Consagrada, se reveló a Moisés como algo material, como, como una Zarza que ardía sin consumirse; o, aún otro ejemplo, se revelo a Elías en una brisa suave. Nuestra mente y nuestros “sensores” están diseñados de tal manera que sólo nos es dado percibir lo material.

Pero entonces, ¿estamos vetados y vedados de acceder a Dios? No, no es así. Sabemos que Dios nos sale al paso, que Él se hace el encontradizo; para que pudiéramos “contactar” con Él, se quedó en nuestros prójimos. La “chispa” de Dios que me habita puede contactar con Dios, simplemente acercándonos amorosa, tierna, compasiva, misericordiosamente a otros seres humanos, quienes son igualmente portadores de la “chispa” del amor de Dios que los inhabita.


Cuando decimos que Dios puso su tienda de campaña entre nosotros, no sólo significa que se encarnó de María Santísima –por obra del Espíritu Santo- en la persona de Jesús, sino, también, y más en general, que se ha quedado en nuestros hermanos, en el que más nos molesta, en el que más nos maltrata y hiere, en el que más dificultades nos siembra al paso; además de haberse quedado en la Sagrada Eucaristía como fortaleza, como “vitamina” para ser capaces de seguirle sonriendo precisamente al que nos incomodó.

Hay unos rostros que nos revelan a Dios más directa y explícitamente: el pobre, los niños, el huérfano, la viuda, el extranjero, los enfermos, los ancianos, los hambrientos, los necesitados, todos los más débiles y frágiles, tienen más a flor de piel la “chispa” de Dios comunicándose a nosotros. Ellos son mucho más prójimos en tanto tienen mayor derecho a esperar de nosotros amor, ternura, cuidado compasión.

Este Domingo Trigésimo del tiempo ordinario del ciclo A, es motivo de Acción de Gracias porque Dios-Invisible no nos exigió amar lo etéreo, no nos pidió amar fantasmas, no nos enclaustró en el templo para amar en “abstracto”, sino que se corporizó, se materializó, adquirió rostro, y rostro sufriente; nos llamó al templo a nutrirnos de su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad para tener la fuerza indispensable a la misión que nos encargó. Salir el mundo a proclamar su Amor sin fin, sin condiciones.



Pero, para cumplirlo, amémonos –antes que todo- en primera persona. Recordando que Dios nos creó porque nos Ama, que se entregó, por Amor, y se sigue entregando en ese trocito circular de pan que transustancia, para venir a vivir en nuestro corazón y transustanciar nuestras propias personas en Tabernáculos-Vivos que pueblan la tierra en pleno siglo XXI y por todos los Siglos de los Siglos proclamando que Dios es Amor, no amor abstracto sino Amor-Concreto.

sábado, 18 de octubre de 2014

POBREZA RICA O RIQUEZA ESCLAVA


“El Señor que ya llega, ya llega a regir el orbe: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad”.
Sal 96(95), 13.

Jesús es el Hijo de Dios, eso lo sabemos, si  Él es el Hijo entonces es Dios mismo, Dios es el Dueño de todo, todo lo creado le pertenece puesto que todo viene de sus manos de Padre. Y sin embargo, el Hijo de Dueño-de-todo no tiene ni siquiera un denario; para poder ilustrar su respuesta tiene que pedir uno prestado, para poder mostrar que tiene impreso en cada una de sus caras. Nos parece que en este caso su riqueza se muestra precisamente en su “no poseer ni siquiera la moneda que representaba la paga de una jornada de trabajo”, no posee ni siquiera “la moneda del tributo”.

En cambio, sus contradictores, los que quieren enredarlo con preguntas, atrapándolo en sus propias palabras: ἐν λόγῳ. A Él que es el verbo de Dios, quieren atraparlo en el verbo. La liturgia de este Domingo XXIX Ordinario (A) nos muestra que YHWH es el Único Señor y que fuera de Él no hay otro; nos muestra que obra por amor, que ama a su pueblo escogido y que obra –aunque por caminos insospechados- en favor de su pueblo elegido, valiéndose hasta de los que no son conscientes de servir a su Altísima Majestad, Nuestro Dios y Señor. Hasta los que no lo conocen pueden ser vía para servir a sus designios.


Pero fariseos y Herodianos –que curiosa mezcla, el agua y el aceite juntos para servir los intereses del Malo- ellos si tienen a mano la “Moneda del Impuesto”, la presentan de inmediato; en tal caso, tener la moneda es sinónimo de dependencia, de esclavitud, están en condiciones de pagar tributo a un rey extranjero que los ha avasallado, que los guarda bajo sometimiento, que les enajena la libertad. Pero pese a ello, andan con las fichas de su juego entre el bolsillo. Jugando con las fichas del juego enemigo. Este detalle de la moneda del tributo pone en evidencia su hipocresía. Esa aparente paradoja de tener o no la moneda para pagar los impuestos al Imperio, desvela quienes están con Dios y quienes dispuestos a traicionarlo, a venderlo, a hacerle el juego al César que siempre se ha pretendido hijo de dios. Del otro lado, el verdadero Hijo de Dios, que no tiene moneda para pagar el impuesto (pero que la puede crear en las entrañas de un pez, para pagar el impuesto de Jesús y el de Pedro), sabe qué imágenes tienen plasmadas y por lo tanto a qué juego pertenecen tales fichas.

La riqueza de Jesús no estriba en el manejo de monedas sino en su libertad. Esta libertad de Jesús está expresada por los labios del adversario, es la libertad que:
·         Le permite ser siempre sincero
·         Enseñar de verdad el camino de Dios
·         No importarle el qué dirán
·         No vivir ni depender de respetos humanos
·         No está esclavizado de las apariencias de los hombres.



Ahí dichas contundentemente las pautas de quien es y cómo obra Jesús, para que sepamos quienes somos y como obramos sus discípulos, cómo es la justicia cristiforme. Sólo moviéndonos en el espacio ilimitado de la libertad que nos enseña Jesús seremos obreros del reino y podremos aportar cada uno un ladrillo, cada cual su propio baldosín. En cambio, el juego de las monedas, siempre nos encadenará a la ambición de tener otras y ser esclavo de las efigies en ellas gravadas, sean escudos de armas, águilas imperiales o serpientes venenosas. Con razón el dilema de las monedas es el de cara o cruz.

domingo, 12 de octubre de 2014

Santa María del Pilar, Compañera inseparable




Madre y amiga de todas las horas.

Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra española donde tantos frutos ha producido. Y quiero encomendarte, Virgen santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas. 

¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra! A tus cuidados confío esta tarde las necesidades de todas las familias de España, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos. Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el reino de Cristo en estas tierras. En tus manos pongo la fatiga y él sudor de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad. En tu corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia. 

Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios. Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres. Y asiste maternalmente, oh María a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea.

Oración de Juan Pablo II

sábado, 11 de octubre de 2014

DESACOMODARSE, DESRUTINIZARSE


Is 25, 6-10a; Sal 22, 1-6; Flp 4, 12-14.19-20; Mt 22, 1-14
XXVIII Domingo Ordinario (A)

«Aquí encontramos una situación paradójica: hay un rey que ofrece un banquete de bodas; el banquete es bueno, los bueyes y los animales gordos ya han sido sacrificados. No es algo que suceda todos los días en Oriente. Además, en ese tiempo no había neveras, y cuando se mataba los animales había que comerlos todos y pronto; después, durante meses no se comía carne. La situación tenía que ser muy atractiva para hombres acostumbrados a comer escasamente durante la semana; es una ocasión privilegiada por la dignidad de quien invita: no todos los días se casa un hijo del rey. La invitación, pues, es muy grande; por eso resalta mucho más la negativa: “ellos no quisieron ir

Más adelante dice: “No se preocuparon”. Es algo verdaderamente paradójico, no sucede nunca que ante una tal invitación la gente diga: no, no me interesa. Por lo menos buscará excusas: no estoy, tengo graves motivos. Pero decir: no me interesa, es absurdo.  Jesús insiste en la paradoja: “Se fueron cada uno a su campo, a sus negocios”. Es un comportamiento inconcebible; ¿por qué Jesús narra una parábola tan extraña? Es una actitud que en realidad nunca sucede! Pero este hecho extraño e inconcebible sucede en nosotros que amamos más nuestras costumbres.



En el fondo, ¿cómo razona esta gente? Metámonos dentro de su propio pellejo: para ir a la fiesta hay que cambiarse de vestido, ¡se encontrará gente nueva! No tengo ganas, más bien me quedo así, con el vestido viejo y voy a trabajar, estoy acostumbrado al trabajo, mi jornada es así… Por tanto se trata de la fuerza de una rutina: ¿para qué cambiar, hacer algo distinto, tener molestias? Además, yo no soy capaz de estar en sociedad, con esa gente importante, príncipes, no me siento cómodo…

…No se dice que los invitados hagan cosas malas: van a su trabajo, al campo, claro que es algo más difícil que ir al banquete. Pero el día siempre se ha pasado así y ni siquiera viene a la mente que se pueda hacer algo distinto, que se pueda estar alegres en compañía, por ejemplo.

Con este procedimiento paradójico Jesús nos hace comprender cuánto puede haber en nosotros de esta rutina que nos tapa los ojos y que nos hace creer que  no puede haber nada distinto. ¿Para qué cambiar? ¡Así estamos bien! Por eso Jesús nos pone esta espada en nuestro corazón diciéndonos: ¿no te sucede también a ti que no quieres probar algo distinto?

Esto se puede aplicar a diversas situaciones nuestras. Les pongo un ejemplo que puede ser significativo. ¿Cuántos de nosotros que vivimos en Roma, nos habíamos dado cuenta, al bajar de tren en la Estación Termini, que había allí vagabundos, gente que dormía en los bancos, debajo de los pórticos? Todos nos habíamos dicho: ¿y qué se puede hacer? Es gente que vive así, no hay nada que hacer. Cada uno se iba para su casa, hasta pensando que sería muy hermoso hacer algo, pero… Ninguno de los millones de romanos, que se bajaban del tren por la noche en Termini, en los años pasados, había tratado de hacer algo.


Lo que más impresiona es que en Roma hay muchos institutos de caridad, específicamente dedicados al servicio de los pobres, pero ninguno de ellos se había puesto el problema… Se necesitaba que viniera de muy lejos Madre Teresa de Calcuta, para darse cuenta que había que hacer algo. Ahora mucha gente se mueve, ayuda, da material, alimento, prepara y ofrece alojamientos. Pero antes ninguno había comprendido que algo se podía hacer, parecía inútil, un problema demasiado grande, sin solución.»[1]



[1] Martini, Carlo María Cardl. EVANGELIO ECLESIAL DE SAN MATEO. Ed San Pablo Santafé de Bogotá – Colombia 1996 p. 52-53.

sábado, 4 de octubre de 2014

CONSTRUIR COMUNIDAD CON CULTURA DE FRATERNIDAD


Is 5, 1-7; Sal 80 (79), 9-12. 16. 19-20; Flp 4, 6-9; Mt 21, 33-43

Se trata de conocer al Señor que seguimos “contemplativamente”, con todo nuestro ser, particularmente con el corazón. Como un discípulo, no como un estudioso. Como un seguidor y no como un investigador.

Segundo Galilea

Cómo acercarnos a la Sagrada Escritura

Tal vez convendría decir una primera palabra sencilla y muy lógica para iniciar nuestra aproximación a las lecturas de la liturgia de este Domingo, el XXVII del tiempo ordinario del ciclo A. Está relacionada con el enfoque que tiene nuestra lectura. Y es que indudablemente hay muchas formas de leer, podemos por ejemplo, leer para informarnos, es decir para allegar información, es el caso del historiador, que lee para  juntar las piezas y así hilvanar una visión del pasado, un poco –con todo respeto hacia los amantes del modelismo- como el modelista que arma ya sea un tren, un avión o un barco, figuras que a veces agrupan cientos y cientos de piezas, y las pone en su orden estructural para armar el “modelo” .  ¡Así no leemos nosotros la Sagrada Escritura!


Nuestra lectura de la Biblia es mucho más una comunicación epistolar con un Amigo. Nos interesa saber de Él, conocerlo, pero sobre todo acrecentar nuestra amistad, y claro, también queremos saber si podemos hacer algo por ese Amigo, de pronto conocer sus gustos para poderle ofrecer algo, un regalo –por ejemplo- o, si ese amigo tiene un Proyecto en el que nosotros le podemos colaborar, de alguna manera, si quizás tiene Él un Jardín, un Huerto o una Viña en la cual podemos dar una mano, y ayudarle a velar por sus cultivos.

“Los amigos de mis amigos, son mis amigos también”, este adagio popular da que pensar frente a la amistad con Dios. Y es que con grande frecuencia pensamos que el tema del amor de Dios es un tema individualista perdiendo de vista que no podemos construir una relación fuertemente fundamentada, a menos que logremos aceptar a las personas que el otro (en este caso; el “Otro”) tiene como amigos. En su ofrecimiento de amistad, Dios no nos ha ocultado quienes son sus favoritos, entre los cuales tenemos a los pobres, los enfermos, los despreciados, los huérfanos, las viudas, los niños, las mujeres, los extranjeros, los adultos mayores; para sólo citar una parte de la lista, teniendo cuidado en citar los principales. ¿Aceptamos a los amigos de Dios prodigándoles la amistad como si fueran Él mismo? Aquí regresa ese texto medular del Evangelio según San Mateo, en el capítulo 25: «Vengan, ustedes benditos de mi Padre; hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedaste, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme».


Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?»

Y el rey les dirá:
«Les aseguro que cada vez que lo hiciste ὅσον ἐποιήσατε ἑνὶ τούτων τῶν ἀδελφῶν μου τῶν ἐλαχίστων, con uno de éstos mis humildes (más pequeños, ínfimos, los tenidos por menos) hermanos, conmigo lo hiciste».

Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apártense de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, fui forastero y no me hospedaste, estuve desnudo y no me vestiste, enfermo y en la cárcel y no me visitaste».
Entonces, también éstos contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?»
Y él replicará: «Les aseguro que cada vez que no lo hiciste con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hiciste conmigo». Mt 25, 34b-45

Para decirlo con unas palabras ingenuas, la Sagrada Escritura se constituye en una “Cartilla”, en un “Manual” de la amistad con Dios y con sus amigos. No hay lugar para leerla de otra manera, con otro tipo de espiritualidad, por muy espiritual que suene. Son las dos caras de la misma moneda: ¡Amar a Dios y al prójimo!


Debemos decir que leer la Biblia no es el todo, (recordemos que también el diablo se la sabe de memoria, como pudimos constatar en el episodio de las Tentaciones), la revelación es mucho más que memorizar textos. Tomemos el caso de quienes visitan la Biblia como quien visita un arsenal para adquirir una dotación de municiones. ¿De qué nos vale decir que son “municiones santas”? ¡Munición es munición, todas las municiones conllevan un potencial de muerte! Y de vuelta, traemos las cananas repletas de citas para disparar en ráfaga, y nos anexamos el rótulo: “Preparados para el combate”. ¿Cómo se puede dar un combate de “amor”? Las dos ideas se excluyen.


¿Quiénes somos la viña?

כִּ֣י כֶ֜רֶם יְהוָ֤ה צְבָאֹות֙ בֵּ֣ית יִשְׂרָאֵ֔ל
Sí, la viña del Señor omnipotente es el pueblo de Israel…

En la Primera Lectura, inicia el profeta Isaías diciendo que quiere cantar una canción sobre la viña de Su Amado. Eso ya nos sitúa plenamente. La designación de Dios –expresada por boca del profeta, recordando que el profeta no dice los suyo sino que es la Voz de Dios que habla para su pueblo, y que el profeta está “iluminado” por el Espíritu Santo para no desvirtuar el mensaje que se le entrega. Ya en este primer verso entendemos que Dios es Amor. Que el dueño de la viña es un Amado, que con Él nos relacionamos en términos de Amor. ¡Qué punto de despegue! Sólo partiendo de ese arranque podremos penetrar la perícopa de Isaías.


Empieza la parábola que compara el “todo” que Dios nos ha entregado con una viña. Una viña requiere mucho cuidado, quien planta una viña sabe que puede no obtener frutos el primer año, que la “inversión” puede ser muy alta, que se requieren innumerables fatigas para que “cargue”. El texto nos señala algunas:
a)    Cavar
b)    Quitar las piedras (descantarla, escarbarla)
c)    Seleccionar las cepas
d)    Plantar
e)    Construir una atalaya, una torre, desde la que se divisen los peligros que la puedan amenazar: ciervos, conejos, roedores, mapaches, jabalíes…
f)     Excavar un lagar, donde se pisará la uva.

Como se puede notar en esta enumeración, es un cultivo que requiere mucho cuidado, tiempo y esfuerzo, estar vigilante, cuidar del regadío, atenderla con suma solicitud. Así ha sido Dios con su Viña. Y Él mismo la plantó, no uso de empleados, no se la encargó a jornaleros, Él se encargó de todo, porque ningún “agricultor” ama tanto su cultivo como Aquel que lo ha sembrado con sus propias manos, y la ha regado con su propio sudor. Atención a la pregunta que nos dirige YHWH:  מַה־לַּעֲשֹׂ֥ות עֹוד֙ לְכַרְמִ֔י וְלֹ֥א עָשִׂ֖יתִי בֹּ֑ו¿Qué más se puede hacer por una viña que no lo haya hecho Yo? Pregunta típica del que ama y se ha desvivido por el destinatario de su amor.


Pero aquí sobreviene la decepción expresada: debería haber cosechado uvas, pero lo que da son agrazones, es decir, purgante o tóxico. ¡Qué desconsuelo! Tanto afán para nada. ¿Qué se habrá de hacer con una viña tan desilusionante? Algún agricultor querrá empezar de nuevo, desde cero: quitar la cerca, derribar el muro de protección, quitar los arbustos que permiten sostener las plantas tiernas, dejar que la pisoteen, hasta que quede reducida a cardos y abrojos, (si se le quita la lluvia) será seca, sin agua, será como un desierto, sólo desolación.

Se concluye la perícopa resumiendo la decepción del Señor:
a)    Esperaba respeto por la ley, y ¿qué ha obtenido?, ¡sangre derramada!
b)    Esperaba justicia, y a cambio, sólo se cosechan gritos de dolor.

Le suplicamos que le de vida a la viña

El Salmo es otra súplica. Clama a Dios para que restituya a la Viña su esplendor, para escapar de la muerte merecida y expresada en la sentencia que divulgó por medio del profeta Isaías; para que Dios no le retire sus cuidados eleva el Salmo, para que siga amándola con todo su corazón: אֱלֹהִ֥ים  הֲשִׁיבֵ֑נוּ וְהָאֵ֥ר פָּ֝נֶ֗יךָ וְנִוָּשֵֽׁעָה׃ ¡Haz que volvamos a ser lo que fuimos! Sal 80(79), 3(4)b, míranos con buenos ojos y estaremos a salvo. Este estribillo se repite por tres veces a lo largo del salmo.


La súplica va más allá. Pide a Dios que se ponga de su parte y contra los enemigos. Así que en el verso 16 pide que destruya con el furor divino a quienes cortan y queman la viña.

Para concluir la perícopa de este Domingo leemos los versos conclusivos del salmo, prometiendo que si nos da su ayuda nunca nos apartaremos de Él y sólo a Él invocaremos en nuestras plegarias.

Nunca abatidos sino siempre alegres en Jesús

Desde el XXV hasta el XXVIII (el próximo) Domingo ordinario hemos venido leyendo en la Segunda Lectura perícopas tomadas de la carta a los Filipenses.

Para empezar, en esta oportunidad, nos recomienda: ¡No se aflijan por nada! Y esta es una directriz hermosísima. En el contexto de este mundo, donde el adversario nos inocula el desaliento y el pesimismo, donde no hay una sola “noticia” alentadora, el malo viene y nos siembre su fárrago de desolación. Quien duda que el maligno hace su obra por medio de la desesperación, que él es feliz robándonos la paz, que nuestra vulnerabilidad se acrecienta cuando nos hace mella la desconfianza y la desilusión. Parece que todo y todos se empecinan en una campaña de abatimiento y desamparo. ¡claro que nos coge postrados cuando logra convencernos que estamos solos, que Dios se ha ido o que se ha dormido! Esas son sus sucias estrategias. Pero nosotros, no debemos afligirnos por nada. Sé que es fácil decirlo aun cuando sea duro aplicarlo, pero esa es nuestra consigna: ¡No afligirnos por nada! Y, ¿qué vamos a lograr con eso? Dios nos dará su paz, y esa paz es una paz “protectiva” (vamos a inventar esa palabra para usarla en este caso), es una paz que cuida nuestros corazones y nuestros pensamientos ἐν (este “en” significa apoyado en la dimensión de) Cristo Jesús. (Flp 4, 7)


En la segunda parte, verso 8, nos indica lo que debe ocupar nuestros pensamientos, sigamos la enumeración de San Pablo:
a)    Todo lo ἀληθῆ verdadero
b)    Lo que es σεμνά digno de respeto
c)    Lo δίκαια recto
d)    Lo ἁγνά puro
e)    Lo ἁγνά agradable, lo amable
f)     Lo que tiene εὔφημα buena fama
g)    En toda clase ἀρετὴ de virtudes
h)    En todo lo que ἔπαινος merece alabanza

Eso debe llenar nuestro pensamiento, todo lo que es distinto debe ser erradicado de la mente. Debe procurar todo lo noble y puro, todo lo virtuoso, no nos exige perfección pero si el esfuerzo por superarnos y evitar la tentación de la depresión, del desánimo. Siempre arriba y adelante apuntando nuestra mirada hacia Jesucristo, nuestro Salvador.

La parábola de los viñadores asesinos

Lo bonito de la parábola es esto,: ella suministra un espejo para que las personas se vean en él , reconozcan y digan lo que ellas mismas merecen.

Ivo Storniolo

La viña es cultivada en vista de aquel fruto que alegra a Dios y al hombre: es el amor a los hermanos, del cual tienen hambre tanto el Hijo como el Padre.

Silvano Fausti

Estamos atravesando esa zona del Evangelio de San Mateo que procura mostrarnos que la Comunidad cristiana es una comunidad inclusiva, que no se apuntala sobre racismos y discriminaciones, que no exige una cultura específica o la pertenencia a una pueblo determinado. Ese es el contexto de la perícopa del Evangelio, donde además, Jesús le está hablando a los Jefes de los sacerdotes y a los ancianos de lo9s judíos, es decir a las autoridades.


Quizás pensemos que está dirigiéndose exclusivamente a los alcaldes y los presidentes, y no es así. Ya hemos señalado como todos somos autoridad, quizás de un grupo de trabajo, tal vez  de un grupo de sembradores, o posiblemente comandamos un piquete de obreros, quizás somos líderes en la universidad, o con un equipo de investigadores, puede que nuestra autoridad se extienda a los compañeros de clase, en otro aspecto, nuestra autoridad puede ejercerse sobre nuestra familia, aun cuando compartamos esa autoridad con nuestro cónyuge, ahora, será más amplia y de mayor compromiso si nuestra autoridad se desenvuelve en la esfera de lo espiritual, en el grupo de oración o en una pequeña comunidad de base. Todos nos miran, todos nos juzgan, ven el ejemplo, eso es autoridad.

Así que está dirigida a los políticos, pero también a los demás, a todos nosotros, cualquiera sea nuestro oficio o nuestro rango en cualquier jerarquía. Todos podemos ser llamados, todos estamos invitados. A todos se nos puede entregar la viña en arriendo, y de hecho se nos ha entregado, ya somos sus responsables. Ninguno de nosotros es el Dueño, el Único Dueño de la Viña es el Señor; y, aunque fue Él quien la plantó, Él no la quiere para Él, Él la plantó para compartírnosla, para dárnosla en administración, para que fuera “el lote de nuestra heredad”.


Pero claro está que nos la da confiando en nuestra respuesta, en nuestro sentido de responsabilidad. Él espera que le demos los “frutos a tiempo”.

Y, ¿cuáles son esos frutos? Justicia, solidaridad, fraternidad. Velar por nuestros hermanos, interesarnos en ellos, preocuparnos por ellos, hacer, como Dios con su Viña… “todo lo que esté en sus manos”. No está como una tarea para la salvación “mía” sino para la salvación nuestra.

Eso ¿qué significa? Amar, dar, no retener sino sabernos desprender, no temer, confiar, así como Dios Padre que siempre crea, también nosotros debemos “crear”. Crear sociedades más humanas, más comprensivas, más tolerantes. Trabajar arduamente contra la indiferencia. Ayudarnos, colaborarnos, tenernos paciencia, cultivar la generosidad, la amistad. Construir comunidad, ¿cómo? Construyendo unidad.


La viña representaba a Israel, pero, así como lo expresa la parábola, fue entregada a unos nuevos arrendatarios, distintos de aquellos que mataron al “propio Hijo”. ¿Será esa nueva nación Santa la Iglesia?

Veamos sobre ese asunto lo que dice un teólogo protestante: «Dios reúne un nuevo pueblo y lo pone a su servicio. Pero esta reunión se lleva a cabo con un criterio preciso: la fidelidad ética (el “reino de Dios” se le dará a un pueblo que dé frutos”).


…Por su endurecimiento culpable, Israel pierde la vocación que le destinaba a la salvación; hace caduca su elección. Este es por lo menos el pensamiento de Mateo, pero no el de Pablo (Rom 11, 29). La vocación que se le retira a Israel se le confía ahora  a un pueblo que se reúne sobre la base de una tarea que realizar. La afiliación a este nuevo pueblo no puede constatarse o demostrarse; tan sólo el juicio revelará quien es el que ha dado fruto y por tanto, quien forma parte del nuevo pueblo… La iglesia no es ni un nuevo Israel, ni el verdadero Israel. Recibe una vocación que la determina por completo. Ella no es el pueblo del reino más que en la medida en que permanece fiel a esta vocación, es decir, a la voluntad de Dios.  Y solamente el juicio dirá si la iglesia, a lo largo de la historia, ha sido precisamente el pueblo que ha dado fruto.»[1]




[1] Zumstein, Jean. MATEO EL TEÓLOGO.  Ed. Verbo Divino Estella – Navarra 1999 p. 57