Hch 8:5-8, 14-17; Sal 66(65), 1-3ª. 4-7ª. 16. 20; 1 Pe 3:15-17; Jn
14:15-21
… como la respiración que está presente en todas
las operaciones más ocultas, más sencillas del hombre, pero es también un don
extraordinario, maravilloso, que vivifica y eleva la fatigada existencia
cotidiana de los hombres y que impulsa día a día el decadente peso comunitario.
Card. Carlo María Martini
Confirmación
y Pentecostés
Resulta supremamente
interesante reflexionar sobre cómo hablamos de Dios y cómo Dios nos habla,
haciendo uso de las palabras humanas, de nuestro lenguaje. Hoy, en nuestra
argumentación así como en las perícopas bíblicas que conforman la liturgia de
la Palabra hacemos uso de palabras e imágenes tales como “paloma”, “viento”, παράκλητος “abogado”; hablamos de un “Espíritu” que ἐπιπεπτωκός (del verbo ἐπιπίπτω caer) “cae” sobre los discípulos, o que todavía no había caído sobre los
bautizados de Samaria (Hch 8, 16).
Podemos entender y el mensaje
se nos comunica de manera eficiente a través de estas figuras, pese a que no
están en la tónica del lenguaje “científico” que hoy en día exigiría
univocidad, rigurosidad y precisión. Hoy en día se nos convocaría para
desambiguar estos términos y establecer cómo puede Dios ser paloma, cómo puede
habitarnos, en cuál parte de nuestro cuerpo hace “nido”, etc., etc.
De la misma manera cuando
aludimos A Dios como Persona, esta palabra no deja de ser problemática, como lo
es la palabra Padre -palabra que no es problemática, sino que ha llegado a ser
ultra-problemática- con la cual llamamos a Dios Creador, precisamente porque
Jesús así nos enseñó a llamarlo; dado que la experiencia que tenemos
actualmente de lo que es un padre riñe de plano con la que tenemos de Dios.
Tenemos ante la vista un texto
donde se refiere al Espíritu Santo no como persona sino como “un poder” y la
palabra Viento que lo designa en los Textos Sagrados aludiría a la “fuerza” que
los motivaba cuando el Espíritu Santo les caía. No queremos por ningún motivo
hacer el juego a esos debates sobre el “sentido estricto” de las imágenes que Dios
uso para revelársenos. Por otra parte, el sentimiento que tenemos está más
cerca de la seguridad de que Dios mismo las eligió en la persona de sus
hagiógrafos porque eran las indicadas, las exactas, las que nos podían
trasparentar con absoluta propiedad aquello que en el lenguaje humano es
incomunicable.
Cuando recorremos las páginas
de la Biblia, una de las seguridades de plena convicción que dimanan de su
lectura es que la Bondad de Dios está manifiesta en sus “Libros” donde quizás,
en un punto aislado podamos acusar de “imprecisión” pero que –en su tejido con
los otros Libros- se aclara y se precisa y se perfecciona la Imagen Revelada.
No con ánimo polémico sino
confiando en la riqueza y el poder que Dios ha otorgado a la Lengua Humana, nos
gusta mirar los diversos significados que podemos dar a la palabra Paráclito
que nos encontramos en las Lecturas de este Sexto Domingo de Pascua, en el
periplo que hemos emprendido desde la Resurrección avanzando preparatoriamente
hacía Pentecostés.
Es claro que este Domingo se
hace más evidente que nos estamos preparando para recibir el Espíritu que Jesús
dijo, ἀλλ’ ἐγὼ τὴν ἀλήθειαν λέγω ὑμῖν, συμφέρει ὑμῖν ἵνα ἐγὼ ἀπέλθω.
ἐὰν γὰρ μὴ ἀπέλθω, ὁ Παράκλητος οὐ μὴ ἔλθῃ πρὸς ὑμᾶς· ἐὰν δὲ πορευθῶ, πέμψω αὐτὸν
πρὸς ὑμᾶς nos convenía que Él se fuera para podérnoslo dar ese “Patrocinador, Tutor,
Bienhechor, Padrino, Fiador, Ayudador, Mecenas, Consolador, Reconfortador, Valedor,
Avalador, Garante, Abogado Defensor, Consejero,
El-que-se-pone-de-nuestra-parte”.
Estas expresiones nos dan la
idea de Alguien que se pone de nuestra parte, que nos brinda su apoyo, en quien
podemos confiar, de quien podemos fiarnos, que nos respalda y que nos asistirá
aún ante los mismos tribunales. Se sabe que cuando alguien es conducido ante
los tribunales, una de las experiencias más inmediatas es el abandono de muchos
que hasta ese momento se hacían llamar “amigos”. Pues este Paráclito no es así,
Él nos respaldará, y el Πνεῦμα τοῦ
Πατρὸς Espíritu del Padre (Viento, Aliento, Soplo) construirá
los argumentos defensivos precisos y nos los dictará al oído Cfr. Mt 10, 19-20.
Este Espíritu será verdadero Amigo-que-nunca-falla.
Las obras que efectuaban los
de la Comunidad creyente –ya que la tarea de la evangelización en aquella
región había sido iniciada por Felipe, uno de los diáconos que habían sido escogidos
para atender las mesas Hch 6, 5-6, y no por uno de los Doce- eran motivo de
alegría, eran verdaderos milagros. ¿Qué obras eran esas?
a) De muchos poseídos salían espíritus inmundos,
salían lanzando gritos
b) Muchos paralíticos y lisiados quedaban curados.
Hay, además una
expresión-imagen, la de ἐπιθέσεως τῶν χειρῶν “la imposición de manos” para entregar el Espíritu Santo que significa una
trasferencia de autoridad, de función, de dignidad, es bendición y a la vez
signo de consagración.
Reparemos en el hecho de que
ya eran bautizados en el Nombre de Jesús, sin embargo, leemos en la perícopa,
que οὐδέπω γὰρ ἦν ἐπ’ οὐδενὶ αὐτῶν ἐπιπεπτωκός “aún no habían recibido el Espíritu Santo”. Algo había que dependía de los
Apóstoles, entregar el Espíritu Santo, esa bendición y consagración era
potestativa suya; los de Jerusalén contaban con la prerrogativa de
proporcionarla y su imposición de manos la comunicaba de forma válida. Estamos
leyendo en esta circunstancia una analogía con la situación actual, donde el
Sacramento de la Confirmación viene directamente de las manos episcopales y
sólo en artículo mortis o por expresa delegación del obispo puede ser conferida
por el Presbítero.
En el fragmento de los Hechos
de los Apóstoles que forma la Primera Lectura de este Sexto domingo, se unen,
por fin, dos perennes enemigas Jerusalén y Samaria, y su encuentro y acogida se
dan por parte de la Primitiva Iglesia Cristiana en la persona de Felipe, Pedro
y Juan. «En los samaritanos, el equivalente de “pentecostés”, en el sentido de
la manifestación extraordinaria del Espíritu, se produjo cuando la imposición
de manos de Pedro y Juan”(Hech 8,17)[1]
Ven, Espíritu Santo Creador,
ven a visitar el corazón
y llena con tu gracia viva y eficaz
nuestras almas, que tú creaste por amor.
ven a visitar el corazón
y llena con tu gracia viva y eficaz
nuestras almas, que tú creaste por amor.
Tú, a quien llaman el
gran consolador,
don del Dios Altísimo y Señor,
eres vertiente viva, fuego que es amor,
de los dones del Padre, el dispensador.
don del Dios Altísimo y Señor,
eres vertiente viva, fuego que es amor,
de los dones del Padre, el dispensador.
Como en
virtud de un cargo
La religión que se profesa no
puede consistir en una abstracción o en exclusivos actos de culto; el acto de
culto es una ἁγιάζω acción de veneración, de hacer sagrado, de santificación de Cristo en
nuestro corazón: Κύριον δὲ τὸν Χριστὸν ἁγιάσατε ἐν ταῖς καρδίαις
ὑμῶν (1Pe 3, 15a). ¿Cómo se práctica esta veneración? Por medio de
un testimonio: ἕτοιμοι ἀεὶ πρὸς ἀπολογίαν παντὶ τῷ αἰτοῦντι ὑμᾶς
λόγον περὶ τῆς ἐν ὑμῖν ἐλπίδος exponiendo,
a quien nos las pida, las razones de nuestra de esperanza. (1Pe 3, 15b). Este
ejercicio debe hacerse en el marco de unas pautas que San pedro establece:
a)
Sencillez y respeto
b)
Estando en paz con la
propia conciencia.
Esto es precisamente lo que nos pide le
Sacramento de la Confirmación: dar testimonio de nuestra fe como si esa fuera
nuestra profesión “quasi ex officio” decía Santo Tomás en su Suma Teológica (ver
CEC #1305), por lo mismo, hablamos refiriéndonos a la confirmación como el
Sacramento de la Adultez Cristiana porque requiere que sepamos argumentar
nuestra fe, explicarla, razonarla, supone la capacidad de catequizar, de
enseñarle a otros los pilares de nuestra creencia, y más que con palabras, con
un testimonio de vida.
Tú Dios que plenamente te nos das
dedo de la mano paternal,
eres tú la promesa que el Padre nos dio;
tu palabra enriquece hoy nuestro cantar.
dedo de la mano paternal,
eres tú la promesa que el Padre nos dio;
tu palabra enriquece hoy nuestro cantar.
Los sentidos tendrás que iluminar,
nuestro corazón inflamarás
y nuestro cuerpo frente a toda tentación
con tu fuerza constante ven a reafirmar.
nuestro corazón inflamarás
y nuestro cuerpo frente a toda tentación
con tu fuerza constante ven a reafirmar.
Salmo de Acción de Gracias
Con gritos de júbilo, anunciadlo y proclamadlo;
publicadlo hasta el confín de la tierra. Decid: “El Señor ha redimido a su
pueblo” (Is 48,20)
Uno de los favores que recibimos del Espíritu
Santo, una de sus gracias, consiste en saber dar eses testimonio. Nos fortalece
para soportar los ataques, la persecución, la burla y el desprecio. Permite en
nosotros el valor y la entereza postrarse para orar y de convidar a otros a
postrarse ante el Señor y cantarle y sumar voces para alzarse en canticos y
alabanzas.
Otra gracia, emparentada con la anterior, es la
capacidad de reconocer en la creación, las huellas del Creador; todas las
maravillas que Dios nos regala, desde la hermosura natural hasta las creaciones
dl pensamiento del hombre y de su inteligencia, que son obras suyas directas en
segundo grado. Toda su obra, directa o indirecta, es admirable.
Otra obra –no menor- es la intervención de Dios
en la historia para que se fragüe el camino de la salvación. Para que nos
llegue su mensaje, para que su plan soteriológico se cumpla contra todas las
insidias del Maligno y a pesar de todas las deformaciones que procura
imponerle.
La función cultual, nuestro testimonio, nuestra
tarea “como en virtud de un cargo” es invitar a toda criatura, a toda la creación,
a toda la tierra a aclamar al Señor, a cantar sus maravillas. Así lo hace el Salmo de esta liturgia, el
Salmo 66(65).Venid a ver las obras de Dios, a eso nos invita y esa es la tarea,
que invitemos a otros, que invitemos a muchos, compartirles esta verdad que se
nos ha manifestado que a nosotros se nos ha revelado.
Pero nosotros podemos dar esto
porque lo hemos descubierto, no porque seamos muy pilosos, sino porque Dios en
su Bondad ilimitada nos lo ha revelado. Como lo dice el Salmo, son gracia y
favor el que nuestros ojos y nuestros oídos y nuestros sentidos todos lo
verifiquen; mientras, otros ni lo
intuyen, están como bloqueados, como emparedados y ni ven, ni oyen. “Bendito
sea Dios que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor”
בָּר֥וּךְ
אֱלֹהִ֑ים אֲשֶׁ֥ר לֹֽא־הֵסִ֘יר תְּפִלָּתִ֥י וְ֝חַסְדֹּ֗ו מֵאִתִּֽי׃
Deus
Caritas est
… apenas descubres una pequeña grieta entras en mí,
no para invadirme sino para dar vida a la esperanza,
no para quitarme espacio sino para ampliarlo,…
Averardo Dini
El evangelio, la perícopa de
este Sexto Domingo de Pascua, nos sitúa al borde de la Pasión -nos hallamos en
el equivalente Joánico de la Última Cena- allí se nos dice: “El mundo no puede
recibirlo (al Paráclito), porque no lo ve ni lo conoce; ustedes en cambio, si
lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes” (Jn 14, 17). ¡Aceptarlo
en nosotros, nos habilita para reconocerlo! «…así como en el Antiguo Testamento
Dios fue el defensor protector de los huérfanos, el Espíritu de Jesús
resucitado defenderá la comunidad en medio de los conflictos: No los dejaré huérfanos:
Volveré a ustedes (Jn 14, 18).»[2]
Esta, en primer lugar, la
declaración que hace Jesús de que, a causa de que lo van a matar, “lo dejaremos
de ver” y que luego, a causa de la Resurrección, lo volveremos a ver. Y, luego
viene la gran enseñanza: ese saber que nos es dado y que alcanzamos a penetrar
porque el Espíritu de la Verdad nos asiste: que Jesús está en el Padre,
nosotros en Jesús y Jesús en nosotros, porque estamos inter-compenetrados en el
amor, porque el amor nos unifica, porque todos somos Uno en el Cuerpo Místico
de Cristo y somos los obreros que –en la obra de construir el Reino- nos
hacemos Uno en ese Cuerpo Místico.
¿Cómo se construye el Reino? En el amor. En
el acatamiento de los Mandamientos que es el acto de amar a Jesús, amar es
acatamiento, aceptación, obediencia; que es también amar al Padre, lo que el
Padre retribuye con su propio amor así como Jesús también paga con amor –porque
“amor con amor se paga”, dice la sabiduría popular; y entonces, Jesús se
revela, como producto de ese fluir de Amor, en el puro Amor, en Dios que es
Amor.
«Cristo está vivo… Él me está
esperando me conoce y quiere mantener una relación de amistad muy estrecha
conmigo. Ningún otro es mi Creador, mi Redentor ni ha dado su vida por mí. La
decisión de lanzarme y de remar mar adentro es un acto libre. El convencimiento
llegará como resultado de una labor de conjunto entre mi decisión y la acción
de la gracia»[3]
Aparta de nosotros la opresión
tu paz danos pronto, sin tardar;
y, siendo nuestra guía, nuestro conductor,
evitemos así cualquier error o mal.
tu paz danos pronto, sin tardar;
y, siendo nuestra guía, nuestro conductor,
evitemos así cualquier error o mal.
Danos a nuestro Padre conocer
a Jesús, el Hijo comprender,
y a ti Dios que procedes de su mutuo amor
te creemos con sólida y ardiente fe. Amén.
a Jesús, el Hijo comprender,
y a ti Dios que procedes de su mutuo amor
te creemos con sólida y ardiente fe. Amén.
[1] Gourgues,
Michel MISIÓN Y COMUNIDAD Ed Verbo Divino Navarra – España 1995 p. 30
[2] Bortolini,
José CÓMO LEER EL EVANGELIO DE JUAN. EL CAMINO DE LA VIDA Ed. San Pablo Bogotá –
Colombia 2002 p. 155
[3]
Guerra, Hector L.C. y Ledesma, Juan Pablo L.C. ¡VENID Y VEREÍS! LA EXPERIENCIA
DE UN AMOR QUE NO SE ACABA. Ed. Planeta Barcelona –España 2009 p. 256
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