Gen 3,9-15.20; Sal 98(97),
1.2-3ab.3bc-4; Ef 1,3-6. 11-12; Lc 1,26-38
¡Lanza
gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo
corazón, hija de Jerusalén! Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti, ha
alejado a tu enemigo. ¡Yahveh, Rey de Israel, está en medio de ti, no temerás
ya ningún mal! Aquel día se dirá a Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión, no
desmayen tus manos! Yahveh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador!
El exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de
júbilo, como en los días de fiesta. Yo quitaré de tu lado la desgracia, el
oprobio que pesa sobre ti. He aquí que yo haré exterminio de todos tus
opresores, en el tiempo aquel; y salvaré a la coja y recogeré a la descarriada,
y haré que tengan alabanza y renombre en todos los países donde fueron
confundidas. En aquel tiempo os haré venir, en aquel tiempo os congregaré.
Entonces os daré renombre y alabanza entre todos los pueblos de la tierra,
cuando yo vuelva a vuestros cautivos a vuestros propios ojos, dice Yahveh.
So
3, 14-20
Prolegómeno
de la antropología cristiana
Nadie
puede decir esta oración (“hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo”)
con sinceridad a menos que crea que Dios dispone todos los hechos visibles,
negativos o positivos, para nuestro beneficio y que Dios es más atento y
previsivo por la salvación y bienestar de su propiedad de lo que somos con
nosotros mismos.
Juan
Casiano
Conferences
Esta solemnidad debe ser correctamente enfocada. No se debe
mirar como un dato histórico, simplemente como una fiesta de los católicos
establecida por el Papa Pio IX, ni como un referente previo al nacimiento de
Jesús, una especie de condición que debía cumplir la Madre de Jesús y punto.
Inclusive, si aceptamos la Maternidad Universal de la Santísima Virgen –porque Jesús
mismo nos la entregó en la Cruz, haciéndonos a la vez hijos suyos, por ser
hermanos de Jesús- aún falta dar un paso adelante y entender que la Inmaculada
está en la base de la antropología e ilumina un aspecto básico del ésjatos contestando a las consecuencias de ser librados del pecado.
Cuando miramos hacía
María Santísima hemos exagerado la definición de obediencia hasta vaciarla de
significado –entre otras cosas porque nos hemos dedicado a fetichizar la palabra
“rebeldía” como un valor cúspide- y hemos perdido de vista que la palabra
obediencia convoca a la entrega, a la donación, a la docilidad. Para entender
la profundidad de la ob-ediencia es preciso tender una cuerda de trasporte
entre el “Shema Israel” y el γένοιτό μοι κατὰ τὸ ῥῆμά σου. “Hágase en mí según lo que has dicho” (Lc 1,38a),
la δούλη “esclavitud” aceptada.
Con alta frecuencia
al meditar el Pater Noster llegamos a esa médula; “Hágase, Señor Tu Voluntad” y
súbitamente encontramos el profundo sentido del pecado: hacer mi voluntad, por
encima de la Voluntad Divina. Valga decir que somos libres de obedecer o de rebelarnos.
Cuando Dios creo el género humano hizo una elección en nuestro favor. Como
especie, fuimos preferidos, si cabe decir, privilegiados, para recibir el don
de la vida. Lo que causó el pecado fue la muerte. Pero esta consecuencia no es
irreversible. Dios en su Misericordia Infinita puede restituírnosla. La
oferta-solicitud hecha a María de hacerse Madre del Salvador, era para recibir
la Vida a priori, sin tener que procesarla porque Jesús –que vive desde
antes del Principio-, al traspasarla –efectuando una “curvatura” en el tiempo-
hizo antes lo que podría haber hecho sincrónicamente, dicho en otras palabras,
reorganizó el tiempo a “nuestro” favor, para que pudiéramos ver y testimoniar
en la Persona de la Virgen-siempre-pura, que acatar los designios del Providentísimo,
da la vida.
¿Cómo sabemos que le
dio la Vida? Porque ella no murió, sólo se durmió y fue llevada en Cuerpo y Alma
al Cielo. Asunta (fiesta que en el siglo VI fue llamada la Dormitio (χοίμŋσις)
o Dormición de María) como Enoc y Elías. Luego, hay antecedentes, el requisito
es la perseverancia en la virtud –in aliis verbis- obedientes. Retornemos al
asunto de la observancia, porque no basta ceñirse a la Ley, se requiere vivir
coherentemente inclinados a cumplir, a plegarse a la voluntad de nuestro Dueño
y Hacedor. Apostarlo todo, jugársela toda, confiar contra toda lógica. Allí se yergue
María como una propuesta, como paradigma para nuestra raza, como opción
posible; en ella se cumple –como primicia- que la fidelidad en el discipulado
conlleva un premio trascendental.
En los santos vemos
que es posible una vida de obediencia, pero en María lo que se da es la
evidencia de una recompensa; no prometida, puesto que la Gracia no es cuestión
de compra-venta, no es mercancía, sino fruto del amor que acata, que sabe
confiar, que espera paciente pero seguro en la Justicia que es otro Nombre de
Dios.
Pecado original-Feliz Culpa
Adán tiene ahora –después
del pecado original- cosas que esconder, tiene vergüenza de sí, le da miedo, es
consciente de su desnudez. Desnudez es un concepto ajeno al hombre “puro”, Dios
sabe que Adán ha desobedecido porque habla de esa incuria, sabe que carece de
algo que lo cubra, él solo ha edificado su desnudez, que no es pudor, sino
dolor de pecado. Llega el momento de transferir responsabilidades: Adán culpa a
su mujer, Eva culpa a la serpiente; la serpiente recibe la maldición.
A renglón seguido se
lee el protoevangelio que vaticina quien herirá en la cabeza a la serpiente Gn
3, 15.
Teruah
Proclamo la victoria con los
labios y lucho con las manos para que venga.
Carlos González Vallés, s.j.
El Salmo es un salmo
del reino, se trata de aclamar la posesión del Rey, este es un Rey Justiciero,
se celebra con el sonido entrecortado del Shofar, esta voz del cuerno de
carnero, es la voz festiva, la voz celebrativa: Dios vendrá, está a punto su
Llegada; se van dando los pasos indispensables, se ha buscado una Madre para Él,
la Madre está revestida de toda dignidad, no hay en ella mácula alguna. Verdaderamente
que todos debemos cantar vítores, armemos la algarabía jubilosa, toquemos todos
los instrumentos disponibles, es tiempo de gritar porque el Señor ha hecho
maravillas. La Virgen Pura va a dar a Luz al Mesías-Bebé.
Volveremos a leer
este salmo en la Misa del Día de Navidad.
Himno bendicional
La bendición es dar
vida: esta primera bendición que se lee hoy, extraída del primer capítulo de la Carta a los Efesios pone en la Creación del
hombre el centro y el motivo de toda la Creación
y, en el centro de la Creación la Salvación. Jesús ha venido a liberarnos, librándonos
de las consecuencias del pecado, para que podamos caminar por vías de santidad.
Así, se concatenan los pasos de la soteriología: se busca una Madre, esa Madre
es plenamente Inmaculada, Arca digna con total pureza de dar cobijo al Santo de
los Santos, es Reina Pura, Jesús mismo la ha dignificado, Ella es Stella
Matutina, es Madre
purísima, Madre castísima, Madre intacta, Madre incorrupta,
Madre Inmaculada, Rosa mística, Torre de David, Torre de
marfil, Casa de oro, Arca de la alianza, Puerta del cielo,
Estrella de la mañana, Salud de los enfermos, Refugio de los
pecadores, Consoladora de los afligidos, Auxilio de los
cristianos, por sólo nombrar algunos de sus adornos.
Hemos sido elegidos, y nuestra elección es para la santidad. Los
que estábamos esperando al Mesías, estamos convocados para su aclamación.
El Señor es
contigo
María es
figura de todo creyente y de la Iglesia entera. Lo que le sucedió a ella debe
sucederle a cada uno y a todos. El “si” del hombre que acoge y engendra el Verbo,
del cual todo tiene su principio, es la misma finalidad de la creación.
Silvano
Fausti
Si comprendemos bien la Inmaculada Concepción como introito del
Plan Salvífico en el contexto de la antropología cristiana, entenderemos porque
se ha elegido precisamente este Evangelio Lucano para la Liturgia de esta
Solemnidad. Se trata, en esencia, del que se ha dado en llamar el “Si” de María,
aquel Acto de dadivosa entrega y del asumir total de la Voluntad Divina
expresada por Dios a través del Arcángel. No se puede pasar por encima del
infinito respeto de Dios hacia la voluntad de su criatura, la Dulce ternura de
Dios Padre –no atropella- sino que pide gentil permiso para que su Hijo se
pueda Encarnar. Al saludarla le manifiesta la realeza que la reviste: “Llena de
Gracia”, κεχαριτωμένη “Kejaritomene”. Buceando
en la profundidad de este título de dignidad se encuentra la verdad de la
Inmaculación. Si tuviera cualquier “mancha” no sería “llena de Gracia”. La
Gracia que la consagra es ¡total!.Kejaritomene es: Madre Inmaculada, Rosa
mística, Torre de David, Torre de marfil, Casa de oro,
Arca de la alianza, Puerta del cielo, Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos y todo lo demás que contempla la Letanía Lauretana.
También nosotros, en Jesús y por María estamos llamados a ser
salud, anuncio evangélico, y estrella mañanera.
ὁ Κύριος μετὰ σοῦ. El
Señor es contigo, a veces se traduce por “está”, pero el estar es un “por
ahora”, en cambio, “es” significa -mucho mejor- en todo momento, antes, ahora,
después, significa que la acompaña desde siempre y para siempre. Digamos –al rezar
el Ave María: “El Señor es contigo”.
Oremos con
San Juan Pablo II
El concilio ecuménico Vaticano II recordó que la historia es, en
su realidad profunda, escenario de "una dura batalla contra los poderes de
las tinieblas, que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el
último día, según dice el Señor" (Gaudium et spes, 37).
En este enfrentamiento sin tregua se encuentra implicado el
hombre, todo hombre, que "debe combatir continuamente para adherirse al
bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de
lograr la unidad en sí mismo".
Virgen Inmaculada, Madre del Salvador, los siglos hablan de tu
presencia materna en apoyo del pueblo que peregrina por las sendas de la
historia. A ti elevamos nuestra mirada y te pedimos que nos sostengas en la
lucha contra el mal y en nuestro compromiso por el bien.
Consérvanos bajo tu tutela materna, Virgen toda hermosa y toda
santa. Ayúdanos a avanzar… revestidos de la humildad que te convirtió en
predilecta a los ojos del Altísimo.
En tus manos ponemos el futuro que nos espera, invocando sobre el
mundo entero tu constante protección. Por eso, como el apóstol san Juan, queremos
acogerte en nuestra casa (cf. Jn 19, 27).
¡Quédate con nosotros, María, quédate con nosotros siempre! Ora pro nobis, intercede pro nobis, ad Dominum Iesum Christum! Amen.
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