Hech 13, 14. 43-52; Ap
7, 9.14b-17;
Jn 10, 27-30.
Como tú, Padre, en mí
y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que
tú me has enviado.
Jn 17, 21
…yo estoy entre
ustedes como el que sirve.
Lc 22, 27c
… sed
pastores con «olor a oveja», que eso se note
Papa Francisco
Dios-Padre δέδωκέν ha entregado a su Hijo un
rebaño, y (πάντων μεῖζόν ἐστιν “Quien es superior a todos”) como es
Dios-Omnipotente Quien entrega esa donación, la donación no puede ser revocada.
Nadie podrá, pues, sustraer esas ovejas de su “mano”. Entendemos aquí “mano”
como “Potestad” a la vez que como “Señorío”, personas o “instrumentos” que han
sido destinados al cumplimiento y realización de su Voluntad, a construir su
Reino.
Jesús, en esta perícopa del Evangelio de
Juan nos presenta una serie de afirmaciones puntuales y enfáticas:
a)
Sus “ovejas” escuchan su voz
b)
Él nos conoce
c)
Nosotros (sus ovejas) lo seguimos.
Estas primeras tres afirmaciones
pueden aclararse si las atendemos al revés: precisamente lo que nos distingue
como “sus” ovejas es que lo sigamos; nuestro discipulado es verdadero cuando
hay seguimiento, sin seguimiento no somos “ovejas suyas”. Entre otras cosas
Jesús va señalando unas imágenes que lo definen, Él es camino, Él es Verdad, Él
es vida, Él es Puerta, Él es Luz del Mundo; hoy nos enseña que Él es Pastor,
para que –sabiendo quien es Él, lo podamos seguir; así que si Él es Pastor,
nosotros estamos llamados a ser Pastores. Por eso este Domingo es Domingo de
Las Vocaciones, porque estamos llamados a ser Pastores, desde la profesión u oficio
que elijamos, desde allí estamos convocados a ejercer este pastoralismo. Como
Simón Pedro que siendo pescador fue llamado –tres veces, lo vimos en el
Evangelio de Domingo anterior- a pastorear, a apacentar el rebaño… Después le
dijo Ἀκολούθει μοι “Sígueme”. (Jn 21, 15-17. 19)
Ahora, ¡la cosa se pone más
interesante! Este “Pastor Bueno”, ¿qué es lo que nos da?
d)
κἀγὼ δίδωμι αὐτοῖς
ζωὴν αἰώνιον, καὶ οὐ μὴ ἀπόλωνται εἰς τὸν αἰῶνα “Yo les doy la vida eterna y no
perecerán jamás.”
e)
“Nadie las arrebatará de
mi mano”
f)
“Me las ha dado mi Padre,
y Él es superior a todos”. Dirá en Jn 17, 24 “Tú me las has dado, quiero que
donde yo esté estén también conmigo”.
g)
“El Padre y yo somos uno”.
Intuimos en esta afirmación final una especie de “cima” del conjunto
expositivo: esto es lo máximo en el contexto de esta perícopa; es como la
super-verdad de lo que Jesús nos quiere comunicar aquí: No hay ninguna fisura
entre Dios Padre y Dios Hijo, no hay, ni siquiera, discontinuidad; no podemos
hablar de dualidad, ¡Ellos no son dos, en realidad son Uno! Estamos sobrevolando
la periferia del concepto Trinitario que nos conduce al núcleo monoteísta. Los teólogos
han establecido un “puente” que va de la periferia al núcleo: Dios Padre se lo
entrega “Todo” al Hijo, hay una sola cosa que no le entrega: ¡la Paternidad!,
todo lo demás, se lo da. Por eso el Hijo se entrega “Todo” (ya hemos visto en
los días de la Pasión como asciende en su entrega: en la última Cena –como condensación
de toda su entrega- se entrega para ser comido y bebido; luego, entregará sus
ropas, hasta la última prenda, entrega su Sangre preciosísima, entrega su
Cuerpo para ser taladrado, para que lo agujereen, ya crucificado y a punto de
expirar, entrega su Madre al discípulo-amado, con su postrer aliento, entrega
su Espíritu, Resucitado, entrega sus llagas para que se las escarben) ¡así como
su Padre se ha despojado de Todo, inclusive de la potestad “juzgativa”, así el
Hijo se entrega todo, integro!
En la
Segunda Lectura, tomada del Apocalipsis, vienen otras ricas claridades sobre
como ejerce Jesús –el Cordero- su Pastoreo: Él las acampa, las protege, las
apacienta evitando que sufran de hambre o sed, llevándolas donde el sol no las
queme y el calor no las agobie, las lleva a fuentes del “agua de vida” y les enjuga
toda lágrima, es decir, las sustrae de toda pena, consolándolas. Valga decir,
ejerce con ellas todas las obras de Misericordia.
“Toda lágrima será
enjugada, toda hambre será saciada, toda tristeza transformada en un estallido
de alabanza” Como lo
parafrasea Martha Reyes en una canción.
Es
Domingo de Buen Pastor porque los discípulos verdaderos de Jesús tiene que ser
como Él, Misericordiosos! Es Domingo de Vocación porque nuestra vocación
esencial es Pastorear, Apacentar, Cuidar a cada oveja desde su nombre propio,
es decir, desde su identidad, desde su unicidad, desde sus características propias.
Llevarlas a la unidad, no en la uniformidad, sino en la fraternidad. Ellas, las
ovejas prójimas, las que “nos han correspondido” han sido puestas en nuestra
mano para que las cuidemos, las saciemos, las consolemos y velemos por ellas
hasta la última gota de nuestra sangre. ¡Casi nada!
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