Ez 2, 2-5; Sal 122, 1-2a. 2bcd. 3-4; 2 Cor 12, 7-10; Mc 6, 1-6
“Y sea que escuchen o
se nieguen a hacerlo –porque son un pueblo rebelde– sabrán que hay un profeta
en medio de ellos.”
Ez 2, 5
“Te basta mi gracia, la
fuerza se realiza en la debilidad”. Así que muy a gusto presumiré de mis
debilidades, para que se aloje en mí el poder de Cristo.
2 Cor 12, 9
Dice
el Profeta Ezequiel que “el ר֗וּחַ Espíritu entró en mí, hizo que me pusiera
de pie y oí una voz que me decía: ‘בֶּן־אָדָם֙
Hijo de Adán, yo te שׁוֹלֵ֨חַ envío…’”.
Observamos en la expresión una especie
de pasividad, como si toda la acción correspondiera a Dios y él, Ezequiel,
fuera como un poseso, que no tiene más remedio que obrar. Pero no se puede
asumir así, el Espíritu que lo hace poner de pie es un don, se trata del primer
factor capacitador: es el gracioso impulso de disponibilidad que Dios socorre a
su Enviado, no es su propia fuerza la que lo yergue. Esta Fuerza que lo asiste
y que él relata como un poder “ajeno”
está en él, lo vigoriza y le permite reaccionar de inmediato, es dínamos-Divina.
Notemos
que no escogió a un super-hombre, es un hombre normal, un “Hijo de Adán” el que
Dios designa para llevar el mensaje a este pueblo de “dura cerviz”. Y יְהֹוִֽה׃
el Señor,
Dios-Misericordioso, no lo engaña, de una vez le anuncia que puede que lo oigan
como puede que el Mensaje quede desatendido; además lo previene que son קְשֵׁ֤י
testarudos y וְחִזְקֵי־ obstinados. A este Envío, hemos de tenerlo en cuenta, precede
un “entrenamiento”, el Profeta va a ser aleccionado en la Palabra, Dios se la
entregará en un Libro (Rollo) para que se alimente con Ella, y Ezequiel, al
tragarla, experimenta su Dulce Sabor (Ez 2,9-3,3). El Señor elige su
“intermediario”, su “portavoz”, pero no lo envía desprovisto, lo “entrena”, le
avisa con qué y con quienes se las habrá de ver y luego le da la Sagrada
Escritura, se la da a conocer, para él es dulzura, como lo es para nosotros
también (sin embargo, para los destinatarios serán motivo de tristeza, grises
augurios (ver Ez 2, 10c). Pero, ¿qué fue lo primero? El Espíritu que entra en
él, la Vitalidad-Divina que capacita para el cumplimiento del Envío, el que da
el dinamismo, el que nos hace “duros como Diamante” (Ez 2, 9a), para poder
sobrellevar la tozudez del pueblo, su empecinamiento.
También
Jesús se enfrenta a esta obcecación, a esta terquedad, lo están viendo con su
poder, ven y se dan cuenta del poder de sus manos, oyen su sabiduría, pero son
totalmente incapaces de aceptarlo, de reconocerlo; creen tener suficiente
contra-demostración en el hecho de conocer a sus familiares, en el dato de que
es un simple τέκτων
artesano. La gente parece, herida, ofendida, agredida, “escandalizada” ἐσκανδαλίζοντο
dice en griego, que se traduciría como obstaculizada, impedida de creer; no lo
pueden aceptar, no pueden depositar en alguien tan común y corriente su
confianza, mucho menos su fe. Esto nos pasa con frecuencia, nuestro descreimiento
exige pruebas de espectacularidad, exhibición de poderío desmedido. Por el
contrario, Jesús dice que no se nos dará prueba ninguna, excepto, verlo
resucitar al Tercer Día (Cfr. Lc 11, 29).
¿Cómo
está la gente? καὶ ἐσκανδαλίζοντο ἐν αὐτῷ. Y
esto los escandalizaba, los perturbaba, los ofendía, los desconcertaba. Esa palabra originalmente
significaba caer en una trampa por un tropiezo específicamente dispuesto para
hacer enredar el pie, para hacernos trastabillar. Lo cogía por el pie y lo
alzaba, este mecanismo de cacería fue muy común en el pasado. Pero, aparte de su origen, es evidente que esta trampa –el
skandálethron- impedía que se siguiera por el camino que uno venía, y en ella
quedaba uno “escandalizado”.
Notemos también que, San Pablo tenía su propio
“escandalo”, un
impedimento físico, este σκόλοψ τῇ σαρκί “aguijón en la carne” que menciona él en
2Co 12, 7, «Sólo así Pablo resulta ser un modelo imitable: no tan alto que sea
inalcanzable, ni tan bajo que parezca indigno.»[1] De alguna manera resulta
analógico con el desprecio que sufre Jesús por parte de sus coterráneos; al uno
lo desprecian por su enfermedad, a Jesús por su procedencia de una familia sin
renombre, sin prestigio, sin abolengos terrenales –como lo dijimos antes- un
vecino del barrio y nada más. Otro tanto recibe Ezequiel en la Primera Lectura,
es un “enviado de Dios”, es Su “Portavoz”, recibe el encargo de ser “profeta”,
pero su paga es el desprecio porque se dirige a un וְחִזְקֵי־ לֵ֔ב “pueblo rebelde”. (Ez 2,
4).
Muchos
de los super-heroes son –por eso- de origen desconocido, u ocultan su
proveniencia y sus lazos familiares con la máscara. En todo caso, ocultan su
identidad, supuestamente para evitar ataques, agresiones, afectación a su
parentela. No pocos de ellos son extra-terrestres, o son de familia millonaria.
Últimamente son mutantes y su poder proviene del daño causado por la radiación.
En fin, ninguno de ellos es hombre-normal, son “hijos de Adán” que han sido
desnaturalizados por algún accidente de laboratorio o por un fenómeno de la
naturaleza. Entonces si podemos admitir: claro, lógico, por eso son
“super-poderosos” y pueden hacerse cargo de “cambiar el rumbo de la historia
ellos solos”, eso es mesianismo puro de la peor laya; “crúcense de brazos, hagan
nada, no se comprometan, inmovilícense hasta que llegue el chacho-de-la-película”.
Nosotros
también corrimos este riesgo: «Algunos Padres de la Iglesia quisieron salvar a
Jesús de la obligación, que consideraban humillante, de comer y beber, y
dijeron cosas que a nosotros ahora, afortunadamente, nos hacen sonreír, como,
por ejemplo, que Jesús, como era Dios, no necesitaba comer, y que lo hacía tan
sólo para que no se sorprendieran los que vivían con Él (San Clemente de
Alejandría); que no podía sentir dolor, pero se permitía a veces derramar
lágrimas para acompañar el dolor de otros (San Cirilo de Alejandría); o que su
cuerpo, como tal, no podía sufrir, pero el Verbo hacía de vez en cuando un
milagro para poder sentir nuestros sufrimientos (San Hilario). Buena voluntad
en los santos autores, pero falta de equilibrio en su teología incipiente.»[2]
En
cambio –aquí viene el tema de la fe- la construcción del Reino no está
encargada a seres sobre-naturales, Jesús, nuestro paradigma, es un “hijo de
hombre”, hombre común y corriente, por mucho que eso nos escandalice; así
también lo es el profeta Ezequiel y exactamente lo mismo podemos predicar de
San Pablo, el apóstol de los gentiles. El Reino no se va a construir por medio
de super-santos, Jesús mostró siempre su favoritismo por los pequeños, los
débiles, los marginados, los leprosos, las viudas, los niños, los pescadores,
los pecadores, precisamente se remitió a los que paradójicamente eran los mínimo-poderosos; su Santidad Benedicto XVI nos dijo: «… comprendemos
que no es el poder de nuestros medios, de nuestras virtudes, nuestras
capacidades, el que realiza el Reino de Dios, sino que es Dios el que obra
maravillas, justo a través de nuestra propia debilidad, de nuestro no estar a
la altura del cargo. Por lo tanto, debemos tener la humildad de no confiar
simplemente en nosotros mismos, sino de trabajar con la ayuda del Señor en la
viña del Señor, encomendándonos a Él como "frágiles recipientes de
barro".»[3]
«Lo
que la Iglesia necesita no son los alabadores de lo establecido, sino hombres
en los que la humildad y la obediencia no son menores que la pasión por la
verdad, hombres que aman más la Iglesia que la comodidad y la seguridad de su
destino.»[4]
Esta
oración, que la Madre Teresa de Calcuta colgó en la pared de Shishu Bhavan, su
orfanato-guardería en la India, viene al caso para animarnos en nuestro
compromiso de enviados, para sostenernos en nuestro compromiso profético de
bautizados, de constructores del Reino:
Las
personas son irrazonables, inconsecuentes y egoístas,
AMALAS DE
TODOS MODOS.
Si haces
el bien, te acusarán de tener oscuros motivos egoístas,
HAZ EL
BIEN DE TODOS MODOS.
Si tienes
éxito y te ganas amigos falsos y enemigos verdaderos,
LUCHA DE
TODOS MODOS.
El bien
que hagas hoy será olvidado mañana,
HAZ EL
BIEN DE TODOS MODOS.
La
sinceridad y la franqueza te hacen vulnerable,
SE SINCERO
Y FRANCO DE TODOS MODOS.
Lo que has
tardado años en construir puede ser destruido en una noche,
CONSTRUYE
DE TODOS MODOS.
Alguien
que necesita ayuda de verdad puede atacarte si lo ayudas,
AYUDALE DE
TODOS MODOS.
Da al
mundo lo mejor que tienes y te golpearán a pesar de ello,
DA
AL MUNDO LO MEJOR QUE TIENES DE TODOS MODOS.[5]
[1] Ghidelli,
Carlo. SAN PABLO, GRAN APOSTOL DE LAS GENTES Ed Paulinas Bogotá – Colombia.
2008 p. 54
[2]
Vallés, Carlos G.sj. «CRECÍA EN SABIDURÍA…» Ed. San Pablo San tafé de Bogotá D.
C.- Colombia 2001. p. 75
[3] Benedicto
XVI. CATEQUESIS EN LA AUDIENCIA GENERAL Junio 13 de 2012
[4] Ratzinger,
Joseph. CRÍTICA Y OBEDIENCIA. 1962 En
SELECCIONES DE TEOLOGÍA Vol 2 No. 5 Facultad de Teología San Francisco de Borja
Barcelona España Enero – Marzo 1963 p. 218
[5]
Kent M. Keith
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