sábado, 9 de agosto de 2014

¡HOSANNA! LIGERO SUSURRO DE AIRE


1 R 19,9a.11-13a; Sal 85(84), 9-14; Rm 9,1-5; Mt 14,22-33

¡Ven! Es la vocación definitiva por su palabra estamos llamados por Él a caminar como Él y con Él sobre el abismo.

Silvano Fausti

¿Dios Seísmico?

Entramos en el Primer Libro de los Reyes, en el capítulo 17 en el que conocemos con el título de “ciclo de Elías”, que se extenderá hasta el capítulo 2 del Segundo Libro de los Reyes. Pero antes, en el capítulo 16, versos 29-33 se nos presenta un resumen de la política real en Israel aproximadamente en los siguientes términos: Después del reinado de Asa que duró 38 años, se posesionó Ajab, cuyo reinado duró 22 años, su gobierno fue aún peor que el de su padre Omri (juntos reinaron 34 años), se podría decir –se nos acota en 1R 16, 30b- que fue el peor rey de Israel. Se casó con Jezabel hija del rey de los Sidonios (Tiro) Etbaal (posiblemente fenicio) para refrendar un pacto bélico; ella llevó el culto de Baal a Samaria y el de otros ídolos como Astoret. Su sevicia está retratada en el episodio de la viña de Nabot que además muestra que era Jezabel quien manejaba al rey, conduciéndolo por las vías del homicidio, el hurto, la calumnia, el peculado, el enriquecimiento ilícito.


Podríamos tratar de hacer una radiografía general de los manejos económico-políticos del momento en el que se inserta el ciclo de Elías: a) el rey se comprometió en atroces delitos, b) alimentaba sus animales con cebada y avena c) mientras el pueblo pasaba hambre d) y el proceso de pauperización se aceleraba e) mientras el ritmo de enriquecimiento de los comerciantes galopaba a la misma velocidad que se empobrecían los campesinos; f) lo más grave, seguramente era, la idolatría, puesto que esta conlleva el fanatismo y la enajenación: «Idolatría… es considerar como Dios aquello que no lo es… colocando en ellos nuestra confianza o teniendo miedo de ellos… Idolatría es aún más, usar el verdadero nombre de Dios para alienar a las personas y usar esa herida para explotar y oprimir.»[1]

Encontramos a Elías acosado por la tribulación y presa de la angustia, el desaliento, la depresión, el desánimo, la desolación (de paso recordemos que Horeb en hebreo significa “desolación”).  ¿Cuál es la causa de este agobio? ¿Por qué se encuentra Elías desolado? A raíz de la muerte de los “profetas” de Baal [aquí es muy importante recordar que la palabra Baal significa propietario, dueño, amo; debe entenderse como una divinidad esclavista, un dios-esclavizador; dios terrateniente, propietario de tierras ganado, ¡mujeres! dueño de la esposa o esposas, casas y campos] a manos de Elías (en el sentido de que es él quien azuza a la gente para que los atrapen y los lleva al lago Quisón, donde él mismo los degolló) 1R 18, 40; a raíz de lo cual la reina Jezabel lo sentencia a muerte (“Y que los dioses me castiguen duramente, si mañana a esta hora no he hecho contigo lo mismo que tú hiciste con esos profetas” 1R 19, 2b) y este se ve obligado a huir para salvar su vida.


Dos veces interroga Dios a Elías por qué se ha llegado hasta allí. En dos oportunidades le presenta Elías la razón que le ha llevado hasta el Horeb, en ambas oportunidades le dice que ha venido a “darle quejas”: “He sentido mucho celo por ti, Señor, Dios Todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu alianza y derrumbado tus altares, y a filo de espada han matado a tus profetas. Sólo yo he quedado, y me están buscando para quitarme la vida” (1R 19, 10. 14)


Nos encontramos aquí con el episodio del ricino bajo el cual durmió Elías su depresión, renegando de la vida y clamando al Señor que lo privara de ella. Es entonces que el Ángel le trae una torta, y lo motiva a salir en Éxodo, marchando durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al Horeb.

Se está edificando un paralelismo con Moisés: en el Horeb Dios se le reveló a Moisés como el Dios “Yo-soy” Ex 3,14. Después de pastorear ovejas durante cuarenta años, Moisés se encuentra con Dios en “la zarza que arde sin consumirse” y recibe una “misión”. Hay una conversión radical en la vida de Moisés que deja de ser pastor de ovejas para ser pastor de su pueblo. Elías también se encuentra hoy (en la Liturgia de la Palabra de hoy) en el Horeb con Dios: Dios pasa ante Elías pero –para resumirlo en breves palabras, lo esencial es que- Dios “no estaba” en el huracán, ni en el terremoto, ni en el fuego que pasaron sucesivamente ante el profeta, sino en el susurro de una brisa suave. «Incluso Elías necesita ser educado en la fe, en el conocimiento de Dios no ya según los esquemas “tempestuosos” y “sinaíticos”, sino según el verdadero rostro que el Señor simboliza en la suave brisa vespertina.»[2]


Se trata de una teofanía, Dios se hace perceptible, se deja “ver”, se hace sentir para que el ser humano tenga noticia de Él. ¿Qué noticia tenemos de Dios a través de Elías, su profeta? Se podría decir que la importancia de esta teofanía radica en un cambio de Imagen de Dios. Hasta ese momento, Dios se ha revelado con Poderío, con Fuerza, Atronador, Dios–Huracán, Dios-Terremoto, Dios-Fuego, Terrible y Temible, Dios-descuajador-de-montes, Dios-quebrador-de-peñas. En continuidad con esa imagen de Dios-Guerrero Elías procede a degollar los falsos profetas, los profetas de Baal del Monte Carmelo, porque Dios se podía visualizar y “entender” como un Dios-exterminador. ¡Ojo! que estamos hablando de un Dios que no puede asimilarse con Aquel que permite que la semilla buena y sus plantas sigan germinando lado a lado con la cizaña: Estas dos Imágenes de Dios eran hasta ese entonces incompatibles. Pero esta teofanía da inicio a un proceso de profundización en el conocimiento de Dios. Además de ser un Dios Todopoderoso; pero no sólo además, sino principalmente, Dios es un Dios de suavidad, un Dios que prefiere el arrullo del Silencio que el aparato, el bullicio, el farrago ensordecedor, la violencia, o la guerra. La imagen Nueva de Dios es la de Dios-Susurro-de-Una-Brisa-Suave (es una imagen de Dios que ya lleva en sí, la imagen del Siervo Sufriente, del Cordero mudo que es llevado al matadero).

Consideramos que ahí está la clave interpretativa de esta perícopa. Dios inicia este proceso de dejarse conocer mejor mostrando cuál es su estilo favorito, cómo prefiere hacer las cosas, aún más, donde se le puede buscar, cómo es el ambiente donde Él habla y se revela. El silencio, la paz, la suavidad, la ternura.

Shekînâh

El enamorado va dejando tras de sí señas de su existencia y de su presencia: una carta, una nota, un ramo de rosas, un chat, un trino, una chocolatina en la mesa, un dulce en la almohada.

Este Enamorado (además Fiel-Enamorado) ha dejado su huella y su rastro a su puebla-elegida (aquí volvemos sobre la idea que pueblo en hebreo es femenino; su Elegida) en la epístola a los Romanos nos encontramos con una de esas señales: δόξα La nube brillante. Regresamos a Romanos exactamente donde dejamos el Domingo anterior cuando leímos la parte final del capítulo 8; este Domingo retomamos en la primera parte del capítulo 9.
 
Así como en el 1er Libro de los Reyes está presente el celo de Elías, está también en Romanos el celo de Pablo por su pueblo, porque han abandonado y dado la espalda a la Alianza; también él lamenta como esta puebla-elegida ha dado la espalda a su Dios (“tengo una gran tristeza y en mi corazón hay un profundo dolor continuo, pues hasta quisiera estar yo mismo bajo maldición, separado de Cristo, si así pudiera favorecer a mis hermanos, los de mi propia raza”. Rm 9, 2-3)  que le ha entregado su Bendita-Presencia, su δόξα Gloria. San Pablo enumera algunos de los detalles, cartitas, dulces, tweets y flores que Dios-Enamorado le ha ido dejando a su amada-puebla: su Presencia Gloriosa (lo que los rabinos, en su lenguaje targumeno, llaman שְׁכִינָה la Shekînâh), la Alianza (una y otra vez refrendada), la Ley (que les entregó por medio de Moisés), el “culto” y las promesas.

Esta declaración que leemos en la perícopa de Romanos, ratifica que Dios no se hace el escondido, por el contrario, se hace El-Encontradizo, va poniendo “citas”, muy coqueto se va dejando ver, deja “pistas y señales”. Él que es Misterio no se regodea en su carácter Misterioso para nosotros, sino que encuentra los medios y las maneras para hacérsenos asequible y accesible.

Concluye la perícopa con la afirmación de motivos para haberse encarnado (en cuanto a lo humano) entre los del pueblo judío: ¡Tan nos ha elegido que se hizo carne entre los de su puebla-escogida! Rm 9, 5b.

La Justicia será su Antecesora

El Salmo 85(84) se clasifica como una “liturgia centrada en un oráculo” porque en su tercera parte (que es precisamente la perícopa que leemos en este 19º Domingo Ordinario del ciclo A, nos encontramos con un “mensaje profético de salvación”, anunciando la paz y la prosperidad: “El Señor mismo traerá la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto” Sal 85(84), 12(13).

El oráculo no puede ser mejor Buena-Noticia: “El amor y la verdad se darán cita, la paz y la justicia se besarán” Sal 85(84), 10(11). Pero para que pueda llegar el Señor (Parusía), será necesario que la Justicia le preceda, ella debe ser la “precursora”, ella debe abrir el camino. Deben borrarse los usos a lo Ajab, la idolatría y las profanaciones a lo Jezabel.

Así pues, el Señor nos habla de Paz en este Salmo; es otro fino y galante detalle, pronuncia su “oráculo” anunciándonos su cercanía, reclamando nuestra fidelidad, pronostica que Él vivirá entre nosotros, será nuestro “Paisano”, será “conciudadano”, será Emmanuel, Dios-con-nosotros.

Como es un Enamorado, Amante de su criatura, habla en el lenguaje de los enamorados de citas y de besos: Su augurio es que “la paz y la Justicia se besarán” Sal 85(84), 10(11)b.

No afanarnos, ni desolación, ni angustia; ser fieles amándolo sólo a Él, nada de vendernos al dios-esclavista, propietario y terrateniente, no plegarnos a la idolatría; nuestra confianza y nuestra fidelidad sólo en el Señor יְהוָ֣ה YHWH, que no volvamos a hacer locuras וְֽאַל־יָשׁ֥וּבוּ לְכִסְלָֽה׃  Él salvará a los que le honran.

הַרְאֵ֣נוּ יְהוָ֣ה חַסְדֶּ֑ךָ וְ֝יֶשְׁעֲךָ֗ תִּתֶּן־לָֽנוּ׃ : ¡Oh Señor, muéstranos tu amor (la fidelidad a tu Alianza) y sálvanos! Sal 85(84), 7(8).

Ejemplo de oración

Cuando Jesús renuncia a la tentación de la soberbia de dejarse hacer rey, lo vemos seguir la enseñanza de Elías, se va a solas, a la montaña a encontrarse con su Padre. Jesús hace las cosas no a la manera humana sino a la manera divina, Él sabe que Dios está en la brisa suave y ἀνέβη εἰς τὸ ὄρος κατ’ ἰδίαν προσεύξασθαι. ὀψίας δὲ γενομένης μόνος ἦν ἐκεῖ. se va a la soledad y el silencio. Estaba Él solo allí… Mt 14, 23. Él también necesita “re-cargar la baterías” entrando en contacto con su Padre, en dialogo con el que nos habla con una brisa-dulce y serena.

Jesús nos repasa la lección: Dios no es como nos lo imaginamos, ni lo podemos “atrapar” en nuestras definiciones. Cuando –de pronto- creemos tenerlo ubicado, nos muestra que Él es el Impredecible. Nos sale al encuentro, se nos “revela” pero no lo podemos “cuadricular” en nuestras categorías: «Dios mostró que continuaba siendo el mismo Dios de siempre; totalmente libre, imposible de ser aprisionado en cualquier proyecto, esquema o pensamiento humano; más grande que todo aquello que nosotros o la tradición, pensamos, hablamos o enseñamos respecto de Él; Dios es mayor que nuestro corazón»(1Jn 3,20)[3]

También en esa línea, el Papa Francisco nos advierte que: «La Palabra tiene en sí una potencialidad que no podemos predecir… La Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas».[4] El viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de donde viene ni a donde va. Jn 3, 8a,b.

Dios anti-seísmico


Jesús acaba de multiplicar los panes y los peces, nos llenó la barriguita, según dice el relato del Evangelio de San Juan lo querían “hacer Rey” y, muy seguramente los discípulos estarían como niño con zapatos nuevos que a todos llama la atención y les muestra los piecitos, irían orondos disfrutando la “popularidad” de Jesús; antes habían querido que Jesús los despachara, ahora parecen quererlos retener. «Liberar a alguien de algo es el mayor favor que puede hacérsele. Pero la liberación tiene un peligro. Con frecuencia el libertador libera… con el resultado de que los liberados quedan sometidos al libertador. Conocemos países que estaban dominados por una dictadura, se organizó la revolución que derrocó a la dictadura… sólo para convertirse en una nueva dictadura. El precio de ser liberado es con frecuencia el someterse al libertador.»[5] Entonces Jesús  ἠνάγκασεν (del verbo ἀναγκάζω) los forzó, los obligó, “hizo que” se desmontaran de sus presunciones, de su borrachera de arrogancia, y se los lleva al lado opuesto, “a la otra orilla”, o sea al lado para nada orgulloso, nada jactancioso, se los lleva al lado humilde, manso… porque la salvación no viene por vía tiránico-despótica, su manera no es la de los reyes que degüellan y sentencian a muerte, no las maneras del amo-dueño Baal; la salvación viene con modales suaves y tiernos, con lenguaje de enamorado, va conquistando los corazones no imponiéndoles sus dictados; su manera de “conquistar” es de mansedumbre, ella enamora, gana el corazón. Sus maneras son las del Novio coqueto (Jesús se ha referido a sí mismo como Novio: “¿Pueden los amigos del novio ayunar mientras el novio está con ellos?” Mt 9, 15), «Jesús comprendió el peligro de convertirse en un Mesías proveedor, un “gran papá”, y por eso les pidió a los discípulos que se fueran.»[6]


Podemos acercarnos a la perícopa del Evangelio según San Mateo que leemos este Domingo como una parábola sobre la Iglesia.

Muchas veces hemos insistido en la palabra griega Ekklessia que se suele traducir por Asamblea, Congregación, convocados para un cierto propósito; que proviene del verbo καλέω que se traduce llamar, convocar, invocar, nombrar, invitar, citar, emplazar. Así cobra una enorme importancia la interjección que pronuncia Jesús cuando invita a Pedro a caminar sobre las aguas: Ἐλθέ. ¡Ven! Se trata del verbo  ἔρχομαι “venir” en imperativo Es un verbo que llama, que convoca, que hace de quien lo oye un invocado, un miembro de la Asamblea, su invitado.


Jesús no está en la “barca” y llama a Pedro a “salir de la barca”, a caminar fuera de sus seguridades; hoy día, el Papa Francisco llama también: “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino  que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del evangelio… Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo.”[7]


En el evangelio Jesús mismo nos dice que no debemos tener miedo, por el contrario, nos convoca al valor, nos invita Θαρσεῖτε a tener ¡Animo!, ¡Coraje! Y nos da ánimo recordándonos que es Él quien nos acompaña no Φάντασμά un fantasma. Pero para los discípulos «La experiencia de Dios no ha profundizado en sus vidas. Ni lo ven como el Hijo de Dios, ni lo ven como a un hombre.»[8]

Aquí cuando Él nos da su identidad, su carta de presentación es identificarse con Dios, para lo cual alude a la Voz (teofanía) que sale de la Zarza Ardiente, que dice Yo-soy; El-Que-Camina-sobre-las-aguas (sólo Dios puede caminar sobre las aguas) también les dice: ἐγώ εἰμι· “Yo-Soy”. Ellos entienden la alusión, por eso al final de la perícopa, lo adoran postrándose ante Él, declarando: Ἀληθῶς Θεοῦ Υἱὸς εἶ. “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios” Mt 14, 33.


Parece una parte profundamente arraigada en nuestra cultura condicionar el reconocimiento con la petición de pruebas: En esta oportunidad es Pedro el que pide y condiciona: εἰ σὺ εἶ “Si Tú-eres…” particípame el poder Divino para “caminar sobre las aguas”. Para esa participación, Pedro usa otra vez el verbo καλέω, y le dice que κέλευσόν με ἐλθεῖν πρὸς σὲ ἐπὶ τὰ ὕδατα. …lo llame a caminar sobre las aguas. Al empezar a hundirse, Pedro “llama”, “invoca”, “nombra” a Jesús porque le dice “Sálvame Señor” que es precisamente el significado del nombre יֵשׁוּעַ - Ἰησοῦς – Jesús: “La Salvación”.


«¡Señor, sálvame! ¡Ten misericordia de mí! ¡Ayúdame! Tengo muchos miedos, tantas veces he dudado, me sigo hundiendo en los mismos pecados, no te he reconocido, he desconfiado de tu presencia, de las maravillas que has actuado en mi vida. ¡Sálvame, Señor! Muchas veces he perdido la fe en ti, en mí, en los demás; no he reconocido los talentos que me has regalado, los he enterrado y yo con ellos, muchos temores me agobian, mi pecado muerde mis entrañas y mi conciencia, me ha faltado reconocerme plenamente perdonado para emprender tu tarea. No he sabido darte gracias, otras veces he querido caminar a mi modo, no al tuyo, he dudado como Pedro de tu poder, de tu gracia. Pero aquí estoy ante ti y con humildad te digo: ¡Sálvame, Señor! Sal fiador por mí, dame tu mano que soy un hombre de poca fe. Hazme caminar hacia ti, en ti, contigo.»[9].  

Ir en tu Barca, la Ekklesia, Señor, fiel guardiana de tus enseñanzas, sometida si a los ataques del viento y las olas de la cerrazón, la incomprensión, la persecución y la incredulidad; pero sostenida y protegida por Ti, que has prometido y has cumplido acompañarla siempre y no permitir que “las puertas del Infierno” la hundan, la hagan zozobrar. De esa Barca queremos ser sus grumetes, salir en misión llevando tu Anuncio, (danos también la astucia y la osadía necesarias para no dudar, para “caminar firmes sobre las aguas”, por más que se muestren tormentosas, el viento en contra y las olas encrespadas), con la conciencia de ser simples grumetes, pero seguros y firmes porque Tú eres, el Capitán.


«Agárrame, Señor, y sácame de mi falsa seguridad,
ya que sólo estando en tu compañía
es posible permanecer en la barca
que atraviesa el tiempo y la historia
y que lleva seguramente
al puerto de tu amor sin límites.
Amén.»[10]








[1] Martins Balancín, Euclides. HISTORIA DEL PUEBLO DE DIOS. Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 2005 pp. 90-91
[2] Ravasi, Gianfranco. LOS PROFETAS. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1995. p. 15
[3] Mesters, Carlos. EL PROFETA ELÍAS. HOMBRE DE DIOS, HOMBRE DEL PUEBLO Edicay – Iglesia de Cuenca Colección Biblia Quito –Ecuador #13 p. 35
[4] Papa Francisco. Loc cit. p.27 #22
[5] Valles, Carlos G. sj. DIEZ AÑOS DESPUÉS. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1999. p. 98
[6] Storniolo, Ivo. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE MATEO. EL CAMINO DE LA JUSTICIA. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1999. p. 119
[7] Papa Francisco. EVANGELII GAUDIUM. Ed. San Pablo Bogotá- Colombia 2014. p. 26. 27 #20. 23
[8] Mazariegos, Emilio L. DE AMOR HERIDO. Ed. San Pablo Bogotá- Colombia 3ra ed. 2001 p. 98
[9] Chigua, Milton Jordán. PINCELADAS BÍBLICAS DEL EVANGELIO. Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 2009. pp. 147-148
[10] Dini, Averardo. EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN Tomo 1 Ciclo A. Ed. Comunicaciones sin fronteras. San Pablo Bogotá-Colombia p. 76

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