1
R 19,9a.11-13a; Sal 85(84), 9-14; Rm 9,1-5; Mt 14,22-33
¡Ven! Es la vocación
definitiva por su palabra estamos llamados por Él a caminar como Él y con Él
sobre el abismo.
Silvano Fausti
¿Dios Seísmico?
Entramos
en el Primer Libro de los Reyes, en el capítulo 17 en el que conocemos con el
título de “ciclo de Elías”, que se extenderá hasta el capítulo 2 del Segundo
Libro de los Reyes. Pero antes, en el capítulo 16, versos 29-33 se nos presenta
un resumen de la política real en Israel aproximadamente en los siguientes
términos: Después del reinado de Asa que duró 38 años, se posesionó Ajab, cuyo
reinado duró 22 años, su gobierno fue aún peor que el de su padre Omri (juntos
reinaron 34 años), se podría decir –se nos acota en 1R 16, 30b- que fue el peor
rey de Israel. Se casó con Jezabel hija del rey de los Sidonios (Tiro) Etbaal (posiblemente
fenicio) para refrendar un pacto bélico; ella llevó el culto de Baal a Samaria
y el de otros ídolos como Astoret. Su sevicia está retratada en el episodio de
la viña de Nabot que además muestra que era Jezabel quien manejaba al rey,
conduciéndolo por las vías del homicidio, el hurto, la calumnia, el peculado,
el enriquecimiento ilícito.
Podríamos
tratar de hacer una radiografía general de los manejos económico-políticos del
momento en el que se inserta el ciclo de Elías: a) el rey se comprometió en
atroces delitos, b) alimentaba sus animales con cebada y avena c) mientras el
pueblo pasaba hambre d) y el proceso de pauperización se aceleraba e) mientras
el ritmo de enriquecimiento de los comerciantes galopaba a la misma velocidad
que se empobrecían los campesinos; f) lo más grave, seguramente era, la
idolatría, puesto que esta conlleva el fanatismo y la enajenación: «Idolatría…
es considerar como Dios aquello que no lo es… colocando en ellos nuestra
confianza o teniendo miedo de ellos… Idolatría es aún más, usar el verdadero
nombre de Dios para alienar a las personas y usar esa herida para explotar y
oprimir.»[1]
Encontramos
a Elías acosado por la tribulación y presa de la angustia, el desaliento, la
depresión, el desánimo, la desolación (de paso recordemos que Horeb en hebreo
significa “desolación”). ¿Cuál es la
causa de este agobio? ¿Por qué se encuentra Elías desolado? A raíz de la
muerte de los “profetas” de Baal [aquí es muy importante recordar que la
palabra Baal significa propietario, dueño, amo; debe entenderse como una divinidad
esclavista, un dios-esclavizador; dios terrateniente, propietario de tierras
ganado, ¡mujeres! dueño de la esposa o esposas, casas y campos] a manos de
Elías (en el sentido de que es él quien azuza a la gente para que los atrapen y
los lleva al lago Quisón, donde él mismo los degolló) 1R 18, 40; a raíz de lo
cual la reina Jezabel lo sentencia a muerte (“Y que los dioses me castiguen
duramente, si mañana a esta hora no he hecho contigo lo mismo que tú hiciste
con esos profetas” 1R 19, 2b) y este se ve obligado a huir para salvar su vida.
Dos
veces interroga Dios a Elías por qué se ha llegado hasta allí. En dos
oportunidades le presenta Elías la razón que le ha llevado hasta el Horeb, en
ambas oportunidades le dice que ha venido a “darle quejas”: “He sentido mucho
celo por ti, Señor, Dios Todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu
alianza y derrumbado tus altares, y a filo de espada han matado a tus profetas.
Sólo yo he quedado, y me están buscando para quitarme la vida” (1R 19, 10. 14)
Nos
encontramos aquí con el episodio del ricino bajo el cual durmió Elías su
depresión, renegando de la vida y clamando al Señor que lo privara de ella. Es
entonces que el Ángel le trae una torta, y lo motiva a salir en Éxodo,
marchando durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al Horeb.
Se
está edificando un paralelismo con Moisés: en el Horeb Dios se le reveló a
Moisés como el Dios “Yo-soy” Ex 3,14. Después de pastorear ovejas durante
cuarenta años, Moisés se encuentra con Dios en “la zarza que arde sin
consumirse” y recibe una “misión”. Hay una conversión radical en la vida de
Moisés que deja de ser pastor de ovejas para ser pastor de su pueblo. Elías
también se encuentra hoy (en la Liturgia de la Palabra de hoy) en el Horeb con
Dios: Dios pasa ante Elías pero –para resumirlo en breves palabras, lo esencial
es que- Dios “no estaba” en el huracán, ni en el terremoto, ni en el fuego que
pasaron sucesivamente ante el profeta, sino en el susurro de una brisa suave.
«Incluso Elías necesita ser educado en la fe, en el conocimiento de Dios no
ya según los esquemas “tempestuosos” y “sinaíticos”, sino según el verdadero
rostro que el Señor simboliza en la suave brisa vespertina.»[2]
Se
trata de una teofanía, Dios se hace perceptible, se deja “ver”, se hace sentir
para que el ser humano tenga noticia de Él. ¿Qué noticia tenemos de Dios a
través de Elías, su profeta? Se podría decir que la importancia de esta
teofanía radica en un cambio de Imagen de Dios. Hasta ese momento, Dios se ha
revelado con Poderío, con Fuerza, Atronador, Dios–Huracán, Dios-Terremoto,
Dios-Fuego, Terrible y Temible, Dios-descuajador-de-montes,
Dios-quebrador-de-peñas. En continuidad con esa imagen de Dios-Guerrero Elías
procede a degollar los falsos profetas, los profetas de Baal del Monte Carmelo,
porque Dios se podía visualizar y “entender” como un Dios-exterminador. ¡Ojo!
que estamos hablando de un Dios que no puede asimilarse con Aquel que permite
que la semilla buena y sus plantas sigan germinando lado a lado con la cizaña:
Estas dos Imágenes de Dios eran hasta ese entonces incompatibles. Pero esta
teofanía da inicio a un proceso de profundización en el conocimiento de Dios.
Además de ser un Dios Todopoderoso; pero no sólo además, sino principalmente,
Dios es un Dios de suavidad, un Dios que prefiere el arrullo del Silencio que
el aparato, el bullicio, el farrago ensordecedor, la violencia, o la guerra. La
imagen Nueva de Dios es la de Dios-Susurro-de-Una-Brisa-Suave (es una imagen de Dios que
ya lleva en sí, la imagen del Siervo Sufriente, del Cordero mudo que es llevado
al matadero).
Consideramos
que ahí está la clave interpretativa de esta perícopa. Dios inicia este proceso
de dejarse conocer mejor mostrando cuál es su estilo favorito, cómo prefiere
hacer las cosas, aún más, donde se le puede buscar, cómo es el ambiente donde
Él habla y se revela. El silencio, la paz, la suavidad, la ternura.
Shekînâh
El
enamorado va dejando tras de sí señas de su existencia y de su presencia: una
carta, una nota, un ramo de rosas, un chat, un trino, una chocolatina en la
mesa, un dulce en la almohada.
Este
Enamorado (además Fiel-Enamorado) ha dejado su huella y su rastro a su
puebla-elegida (aquí volvemos sobre la idea que pueblo en hebreo es femenino;
su Elegida) en la epístola a los Romanos nos encontramos con una de esas
señales: δόξα
La nube brillante. Regresamos a Romanos exactamente donde dejamos el Domingo
anterior cuando leímos la parte final del capítulo 8; este Domingo retomamos en
la primera parte del capítulo 9.
Así
como en el 1er Libro de los Reyes está presente el celo de Elías, está también
en Romanos el celo de Pablo por su pueblo, porque han abandonado y dado la
espalda a la Alianza; también él lamenta como esta puebla-elegida ha dado la
espalda a su Dios (“tengo una gran tristeza y en mi corazón hay un profundo
dolor continuo, pues hasta quisiera estar yo mismo bajo maldición, separado de
Cristo, si así pudiera favorecer a mis hermanos, los de mi propia raza”. Rm 9,
2-3) que le ha entregado su
Bendita-Presencia, su δόξα
Gloria. San Pablo enumera algunos de los detalles, cartitas, dulces, tweets y
flores que Dios-Enamorado le ha ido dejando a su amada-puebla: su Presencia
Gloriosa (lo que los rabinos, en su lenguaje targumeno, llaman שְׁכִינָה la Shekînâh), la Alianza (una y otra vez
refrendada), la Ley (que les entregó por medio de Moisés), el “culto” y las
promesas.
Esta
declaración que leemos en la perícopa de Romanos, ratifica que Dios no se hace
el escondido, por el contrario, se hace El-Encontradizo, va poniendo “citas”,
muy coqueto se va dejando ver, deja “pistas y señales”. Él que es Misterio no
se regodea en su carácter Misterioso para nosotros, sino que encuentra los
medios y las maneras para hacérsenos asequible y accesible.
Concluye
la perícopa con la afirmación de motivos para haberse encarnado (en cuanto a lo
humano) entre los del pueblo judío: ¡Tan nos ha elegido que se hizo carne entre
los de su puebla-escogida! Rm 9, 5b.
La Justicia será su Antecesora
El
Salmo 85(84) se clasifica como una “liturgia centrada en un oráculo” porque en
su tercera parte (que es precisamente la perícopa que leemos en este 19º
Domingo Ordinario del ciclo A, nos encontramos con un “mensaje profético de
salvación”, anunciando la paz y la prosperidad: “El Señor mismo traerá la
lluvia, y nuestra tierra dará su fruto” Sal 85(84), 12(13).
El
oráculo no puede ser mejor Buena-Noticia: “El amor y la verdad se darán cita,
la paz y la justicia se besarán” Sal 85(84), 10(11). Pero para que pueda llegar
el Señor (Parusía), será necesario que la Justicia le preceda, ella debe ser la
“precursora”, ella debe abrir el camino. Deben borrarse los usos a lo Ajab, la
idolatría y las profanaciones a lo Jezabel.
Así
pues, el Señor nos habla de Paz en este Salmo; es otro fino y galante detalle, pronuncia
su “oráculo” anunciándonos su cercanía, reclamando nuestra fidelidad,
pronostica que Él vivirá entre nosotros, será nuestro “Paisano”, será
“conciudadano”, será Emmanuel, Dios-con-nosotros.
Como
es un Enamorado, Amante de su criatura, habla en el lenguaje de los enamorados
de citas y de besos: Su augurio es que “la paz y la Justicia se
besarán” Sal 85(84), 10(11)b.
No
afanarnos, ni desolación, ni angustia; ser fieles amándolo sólo a Él, nada de
vendernos al dios-esclavista, propietario y terrateniente, no plegarnos a la
idolatría; nuestra confianza y nuestra fidelidad sólo en el Señor יְהוָ֣ה
YHWH, que no volvamos a
hacer locuras וְֽאַל־יָשׁ֥וּבוּ לְכִסְלָֽה׃ Él salvará a los que le honran.
הַרְאֵ֣נוּ יְהוָ֣ה חַסְדֶּ֑ךָ וְ֝יֶשְׁעֲךָ֗ תִּתֶּן־לָֽנוּ׃ : ¡Oh
Señor, muéstranos tu amor (la fidelidad a tu Alianza) y sálvanos! Sal 85(84), 7(8).
Ejemplo de oración
Cuando Jesús renuncia a la tentación de la
soberbia de dejarse hacer rey, lo vemos seguir la enseñanza de Elías, se va a
solas, a la montaña a encontrarse con su Padre. Jesús hace las cosas no a la
manera humana sino a la manera divina, Él sabe que Dios está en la brisa suave
y ἀνέβη εἰς τὸ ὄρος κατ’ ἰδίαν προσεύξασθαι. ὀψίας δὲ γενομένης
μόνος ἦν ἐκεῖ. se va a la soledad y el silencio. Estaba Él solo allí… Mt
14, 23. Él también necesita “re-cargar la baterías” entrando en contacto con su
Padre, en dialogo con el que nos habla con una brisa-dulce y serena.
Jesús nos repasa la lección: Dios no es como
nos lo imaginamos, ni lo podemos “atrapar” en nuestras definiciones. Cuando –de
pronto- creemos tenerlo ubicado, nos muestra que Él es el Impredecible. Nos sale
al encuentro, se nos “revela” pero no lo podemos “cuadricular” en nuestras
categorías: «Dios mostró que continuaba siendo el mismo Dios de siempre;
totalmente libre, imposible de ser aprisionado en cualquier proyecto, esquema o
pensamiento humano; más grande que todo aquello que nosotros o la tradición,
pensamos, hablamos o enseñamos respecto de Él; Dios es mayor que nuestro
corazón»(1Jn 3,20)[3]
También en esa línea, el Papa Francisco nos
advierte que: «La Palabra tiene en sí una potencialidad que no podemos
predecir… La Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que
es eficaz a su manera, y de formas muy diversas que suelen superar nuestras
previsiones y romper nuestros esquemas».[4] El
viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de donde viene
ni a donde va. Jn 3, 8a,b.
Dios anti-seísmico
Jesús
acaba de multiplicar los panes y los peces, nos llenó la barriguita, según dice
el relato del Evangelio de San Juan lo querían “hacer Rey” y, muy seguramente
los discípulos estarían como niño con zapatos nuevos que a todos llama la
atención y les muestra los piecitos, irían orondos disfrutando la “popularidad”
de Jesús; antes habían querido que Jesús los despachara, ahora parecen
quererlos retener. «Liberar a alguien de algo es el mayor favor que puede
hacérsele. Pero la liberación tiene un peligro. Con frecuencia el libertador
libera… con el resultado de que los liberados quedan sometidos al libertador.
Conocemos países que estaban dominados por una dictadura, se organizó la
revolución que derrocó a la dictadura… sólo para convertirse en una nueva
dictadura. El precio de ser liberado es con frecuencia el someterse al
libertador.»[5]
Entonces Jesús ἠνάγκασεν (del
verbo ἀναγκάζω) los forzó, los obligó, “hizo que” se desmontaran
de sus presunciones, de su borrachera de arrogancia, y se los lleva al lado
opuesto, “a la otra orilla”, o sea al lado para nada orgulloso, nada
jactancioso, se los lleva al lado humilde, manso… porque la salvación no viene
por vía tiránico-despótica, su manera no es la de los reyes que degüellan y
sentencian a muerte, no las maneras del amo-dueño Baal; la salvación viene con
modales suaves y tiernos, con lenguaje de enamorado, va conquistando los
corazones no imponiéndoles sus dictados; su manera de “conquistar” es de
mansedumbre, ella enamora, gana el corazón. Sus maneras son las del Novio
coqueto (Jesús se ha referido a sí mismo como Novio: “¿Pueden los amigos del
novio ayunar mientras el novio está con ellos?” Mt 9, 15), «Jesús comprendió el
peligro de convertirse en un Mesías proveedor, un “gran papá”, y por eso les
pidió a los discípulos que se fueran.»[6]
Podemos acercarnos a la perícopa del
Evangelio según San Mateo que leemos este Domingo como una parábola sobre la
Iglesia.
Muchas veces hemos insistido en la palabra griega
Ekklessia que se suele traducir por Asamblea, Congregación, convocados para un
cierto propósito; que proviene del verbo καλέω que se traduce llamar, convocar, invocar,
nombrar, invitar, citar, emplazar. Así cobra una enorme importancia la
interjección que pronuncia Jesús cuando invita a Pedro a caminar sobre las
aguas: Ἐλθέ. ¡Ven! Se trata del verbo ἔρχομαι
“venir” en imperativo Es un verbo que llama, que convoca, que hace de quien lo
oye un invocado, un miembro de la Asamblea, su invitado.
Jesús no está en la “barca” y llama a Pedro a
“salir de la barca”, a caminar fuera de sus seguridades; hoy día, el Papa
Francisco llama también: “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el
camino que el Señor le pide, pero todos
somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y
atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del evangelio…
Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el
evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras,
sin asco y sin miedo.”[7]
En el evangelio Jesús mismo nos dice que no
debemos tener miedo, por el contrario, nos convoca al valor, nos invita Θαρσεῖτε a
tener ¡Animo!, ¡Coraje! Y nos da ánimo recordándonos que es Él quien nos
acompaña no Φάντασμά un fantasma. Pero para los discípulos «La
experiencia de Dios no ha profundizado en sus vidas. Ni lo ven como el Hijo de
Dios, ni lo ven como a un hombre.»[8]
Aquí cuando Él nos da su identidad, su carta de
presentación es identificarse con Dios, para lo cual alude a la Voz (teofanía)
que sale de la Zarza Ardiente, que dice Yo-soy; El-Que-Camina-sobre-las-aguas
(sólo Dios puede caminar sobre las aguas) también les dice: ἐγώ
εἰμι· “Yo-Soy”. Ellos entienden la alusión, por eso al final de la
perícopa, lo adoran postrándose ante Él, declarando: Ἀληθῶς
Θεοῦ Υἱὸς εἶ. “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios” Mt 14, 33.
Parece una parte profundamente arraigada en
nuestra cultura condicionar el reconocimiento con la petición de pruebas: En
esta oportunidad es Pedro el que pide y condiciona: εἰ
σὺ εἶ “Si Tú-eres…” particípame el poder Divino para “caminar
sobre las aguas”. Para esa participación, Pedro usa otra vez el verbo καλέω,
y le dice que κέλευσόν με ἐλθεῖν πρὸς σὲ ἐπὶ τὰ ὕδατα. …lo
llame a caminar sobre las aguas. Al empezar a hundirse, Pedro “llama”,
“invoca”, “nombra” a Jesús porque le dice “Sálvame Señor” que es precisamente
el significado del nombre יֵשׁוּעַ - Ἰησοῦς
– Jesús: “La Salvación”.
«¡Señor, sálvame! ¡Ten misericordia de mí!
¡Ayúdame! Tengo muchos miedos, tantas veces he dudado, me sigo hundiendo en los
mismos pecados, no te he reconocido, he desconfiado de tu presencia, de las
maravillas que has actuado en mi vida. ¡Sálvame, Señor! Muchas veces he perdido
la fe en ti, en mí, en los demás; no he reconocido los talentos que me has
regalado, los he enterrado y yo con ellos, muchos temores me agobian, mi pecado
muerde mis entrañas y mi conciencia, me ha faltado reconocerme plenamente
perdonado para emprender tu tarea. No he sabido darte gracias, otras veces he
querido caminar a mi modo, no al tuyo, he dudado como Pedro de tu poder, de tu
gracia. Pero aquí estoy ante ti y con humildad te digo: ¡Sálvame, Señor! Sal
fiador por mí, dame tu mano que soy un hombre de poca fe. Hazme caminar hacia
ti, en ti, contigo.»[9].
Ir en tu Barca, la Ekklesia, Señor, fiel
guardiana de tus enseñanzas, sometida si a los ataques del viento y las olas de
la cerrazón, la incomprensión, la persecución y la incredulidad; pero sostenida
y protegida por Ti, que has prometido y has cumplido acompañarla siempre y no
permitir que “las puertas del Infierno” la hundan, la hagan zozobrar. De esa
Barca queremos ser sus grumetes, salir en misión llevando tu Anuncio, (danos
también la astucia y la osadía necesarias para no dudar, para “caminar firmes
sobre las aguas”, por más que se muestren tormentosas, el viento en contra y
las olas encrespadas), con la conciencia de ser simples grumetes, pero seguros
y firmes porque Tú eres, el Capitán.
«Agárrame,
Señor, y sácame de mi falsa seguridad,
ya que
sólo estando en tu compañía
es
posible permanecer en la barca
que
atraviesa el tiempo y la historia
y que
lleva seguramente
al
puerto de tu amor sin límites.
Amén.»[10]
[1]
Martins Balancín, Euclides. HISTORIA DEL PUEBLO DE DIOS. Ed. San Pablo
Bogotá-Colombia 2005 pp. 90-91
[2]
Ravasi, Gianfranco. LOS PROFETAS. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1995.
p. 15
[3]
Mesters, Carlos. EL PROFETA ELÍAS. HOMBRE DE DIOS, HOMBRE DEL PUEBLO Edicay –
Iglesia de Cuenca Colección Biblia Quito –Ecuador #13 p. 35
[4]
Papa Francisco. Loc cit. p.27 #22
[5]
Valles, Carlos G. sj. DIEZ AÑOS DESPUÉS. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia
1999. p. 98
[6]
Storniolo, Ivo. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE MATEO. EL CAMINO DE LA JUSTICIA. Ed.
San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1999. p. 119
[7]
Papa Francisco. EVANGELII GAUDIUM. Ed. San Pablo Bogotá- Colombia 2014. p. 26.
27 #20. 23
[8]
Mazariegos, Emilio L. DE AMOR HERIDO. Ed. San Pablo Bogotá- Colombia 3ra ed.
2001 p. 98
[9]
Chigua, Milton Jordán. PINCELADAS BÍBLICAS DEL EVANGELIO. Ed. San Pablo
Bogotá-Colombia 2009. pp. 147-148
[10]
Dini, Averardo. EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN Tomo 1 Ciclo A. Ed. Comunicaciones
sin fronteras. San Pablo Bogotá-Colombia p. 76
No hay comentarios:
Publicar un comentario