Dan 12,1-3; Sal 16(15), (5-11); Heb 10, 11-14,18; Mc 13, 24-32
La
perspectiva escatológica actual … tiene una clara y enérgica incidencia en lo
político, en la praxis social.
C.
Dumont
1
Hoy en día cuando hablamos de” estrellas” en lo primero que
pensamos es en los artistas del mundo de la farándula. En el Primer Testamento al nombrar al sol, la
Luna y las estrellas se aludían a las deidades de los paganos; tan es así que,
en el Génesis, se evita nombrarlos y en Gen 1, 14 se las denomina מְאֹרֹת֙ “luminarias”, “lumbreras” sólo por rehuir su
mención.
En el Segundo Testamento la situación ha
cambiado, sol, luna y estrellas se refieren a los gobernantes y potentados,
príncipes, reyes y reyezuelos; toda la laya de los explotadores, de los
opresores, caían en esta categoría.
ὁ ἥλιος σκοτισθήσεται el sol se oscurecerá
καὶ ἡ σελήνη οὐ δώσει τὸ φέγγος αὐτῆς y la luna no dará su luz
καὶ οἱ ἀστέρες ἔσονται ἐκ τοῦ οὐρανοῦ πίπτοντες y las estrellas se saldrán para caer del cielo
καὶ αἱ δυνάμεις αἱ ἐν τοῖς οὐρανοῖς
σαλευθήσονται. y los
poderes que están en el cielo se estremecerán.
Sigamos leyendo el Evangelio. Cuando todos
estos “politiqueros” caigan, se sucederá el Reinado de Jesucristo: καὶ τότε ὄψονται τὸν υἱὸν τοῦ ἀνθρώπου ἐρχόμενον ἐν νεφέλαις
μετὰ δυνάμεως πολλῆς καὶ δόξης.
“Entonces, verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder
y majestad.
Esta es la verdadera profecía allí contenida.
No se trata para nada del desbaratamiento del universo, que la estrella que
llamamos sol se extinga y que la luna, en consecuencia no tenga ninguna luz
para reflejar; se trata de las tiranías y los despotismos que rigen, se trata
del sistema explotador que, por fin, llegará a su fin (como dice el adagio
popular, “no hay mal que dure cien años” y este mal ya ha durado varios siglos.
¡Es hora de que ceda el paso al Reinado del Justo de los Justos.
Una vez se clarifica lo que significa el
Evangelio comprendemos que no hay que mirar para arriba con telescopio sino ver
lo que va sucediendo con los tiranuelos y con los tiranos, mirar con ojos
atentos y oídos despiertos, lo que está pasando aquí en la tierra. Es hora de
darle una re-lectura a la historia y ver lo que se está derrumbando, lo que se
está desmoronando; cómo, lo que se tenía por inamovible, se ha venido a pique;
y, en cambio, aquí y acullá, brotan espiguitas esperanzadores; hay Luz en el
fondo del túnel, es la Luz de Cristo que como un Faro resplandece al final del camino, allá en el
fondo.
Si, según evoluciona la higuera, somos capaces
de vaticinar la llegada del verano; también el derrumbe de los gobiernos
in-justos nos permite vislumbrar –no el cuándo que es potestativo del Padre
saberlo Él-Sólo- sino, entender que las tiranías explotadoras no duran por
siempre, que inevitablemente les llega la hora, más temprano que tarde. Detrás
de todo esto, podemos presentir al Aguardado, al Vaticinado, al que hemos
esperado generación tras generación. Y exclamar: “Marana-
tha”(¡Ven Señor Jesús!).
2
El salmista está feliz habiendo renunciado a
las deidades paganas y consagrado su vida a loar al Señor. No recibió ninguna
otra herencia que su consagración al culto. Su vida se desarrolla en el Templo,
su oficio es el culto. A las demás tribus les tocaron zonas territoriales, pero
a ellos, a la tribu sacerdotal, la de Leví, sólo le toco eso: Vivir en el
Templo consagrado al culto.
Esta clase de salmos denominados “del huésped de
YHWH” son los cantos sacerdotales de los que viven su vida en esas condiciones
y teniendo por oficio el culto, los sacrificios consagrados a Dios. Su “morada”
es la “morada” del Señor. לִ֭י בַּנְּעִמִ֑ים אַף־ נַ֝חֲלָ֗ת שָֽׁפְרָ֥ה עָלָֽי׃
“Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi
heredad” dice el Salmista.
Sin embargo, este Templo, la “morada del Señor”
fue destruido. Como todos sabemos, hoy en su lugar se alza una Mezquita. Para
los fieles judíos, la peor desgracia, dicho en otras palabras: ¡El fin del
mundo!. Muy seguramente cuando el Templo fue profanado, y no quedó del él,
piedra sobre piedra, esta fue la señal para ellos de que había iniciado el
principio del fin.
¿Fue defraudado el Salmista? Jesús, al hablar
de la demolición y destrucción del Templo, hoy lo sabemos y lo entendemos, se
refería al Templo de su propio cuerpo porque a raíz de la Muerte y resurrección
de Nuestro Señor Jesucristo, desde el preciso momento cuando se rasgó el velo, el
Señor dejó de morar en una edificación y pasó a morar en nosotros. «El morir
obediente de Cristo en la cruz es, según el NT, libre donación y entrega de la
propia vida y, con ello, renuncia de Jesús a su propio tiempo en favor del tiempo
de los hombres»[1] Por eso, conforme lo
leemos en la Segunda Lectura, μιᾷ γὰρ προσφορᾷ
τετελείωκεν εἰς τὸ διηνεκὲς τοὺς ἁγιαζομένους. (Hb 10, 14) “con
una sola ofrenda, hizo perfectos, para siempre, a los que ha santificado”
Esta es la esperanza que nos sustenta. ¡Este es
el lote de nuestra heredad! El Señor nos guía, y, como lo dice el salmista,
hasta de noche nos instruye. No permitirá que “su siervo” –cada uno de nosotros
es “su siervo”- conozca la corrupción (más precisamente el salmo dice “que se
quede a vivir en el Sheol, o sea en la morada de los muertos”.
¿Por qué no vivirá en el Sheol? La respuesta
está dada en la profecía de Daniel, en la perícopa que leemos hoy en la primera
lectura dice que וּבָעֵ֣ת “En aquellos tiempos”,
los tiempos escatológicos, וְרַבִּ֕ים מִיְּשֵׁנֵ֥י אַדְמַת־ עָפָ֖ר יָקִ֑יצוּ אֵ֚לֶּה לְחַיֵּ֣י עֹולָ֔ם muchos
de los que duermen en el polvo, despertaran (unos) para la vida eterna…de entre
ellos el Salmista y los que clamamos con él.
Y
continúa diciendo Schlier «En todos los niveles y escritos del NT percibimos
que el fin del tiempo ya ha irrumpido en la historia con Jesucristo, que con
Jesucristo el tiempo de Dios ya se ha plantado en medio del tiempo profano… El
evangelista Marcos sitúa la obra de Jesús bajo este lema: “el tiempo se ha
cumplido” (Mc 1, 15)» Unos renglones más arriba había dicho schlier: «Con ello
comienza definitivamente el nuevo Eón y el tiempo nuevo, “aquel Eón” “de la
Resurrección de los muertos” (Lc 20, 34ss) “el nuevo cielo y la nueva tierra
en los que vive la justicia que esperamos” (2Pe 3,13)»[2]
3
Podríamos
buscar en el evangelio de Marcos en qué contexto espacial se ubica Jesús al
pronunciar las Palabras de la perícopa que leemos hoy. Se trata de ir al verso
3 de este capítulo 13: Allí leemos que “Poco después, Jesús se sentó en el cerro
de los Olivos, frente al Templo”, el Cerro de los Olivos estaba plantado de
higueras, Jesús –entonces- rodeado de higueras las retoma como signo: ¿cómo
sabemos que ya llega el verano? Cuando la higuera tiene tiernas sus ramas y le
brotan las hojas. Pero la llegada del verano no es la llegada de una calamidad,
de una catástrofe. ¡La llegada de verano es maravilloso augurio!
οὕτως
καὶ ὑμεῖς ὅταν ἴδητε ταῦτα γινόμενα, γινώσκετε ὅτι ἐγγύς ἐστιν ἐπὶ θύραις. “Así también ustedes, cuando vean
todo esto, comprendan que ya está cerca, a las puertas” ¿Quién está a la Puerta?
τὸν υἱὸν τοῦ ἀνθρώπου ἐρχόμενον ἐν νεφέλαις μετὰ
δυνάμεως πολλῆς καὶ δόξης. “el Hijo del hombre viniendo en medio de las
nubes, con el poder divino y la plenitud de la gloria”
Hay mucha gente encantada haciendo pésimos
presagios, todo el tiempo y siempre en la historia hemos conocido a los
anunciadores de cataclismos. Cada cierto tiempo surge otro anunciador del “fin”.
Gozan adornando, con toques de ciencia ficción catastrófica, los negros días
que sobrevendrán. Y lo peor de esta actividad es que nos condena a la
pasividad, nos reduce a la impotencia. ¿Qué se puede hacer frente a la horrenda
destrucción de “rayos y centellas” que los adivinos de las tinieblas propagan.
¡Pues nada! Sentarnos a tenernos la cabeza a dos manos y lloriquear.
¡Nada similar hay en la escatología! Claro, los
malvados se puedan poner a temblar, seguro que su fin será triste, será
horrendo. Pero,
גֹּ֔וי עַ֖ד הָעֵ֣ת הַהִ֑יא וּבָעֵ֤ת הַהִיא֙ יִמָּלֵ֣ט עַמְּךָ֔ כָּל־ הַנִּמְצָ֖א כָּת֥וּב בַּסֵּֽפֶר׃ “todos aquellos que están escritos en el Libro
se salvarán” –como leemos en la profecía de Daniel. Viene muy bien aquí
recordar lo del Evangelio de hoy en el verso 31: ὁ
οὐρανὸς καὶ ἡ γῆ παρελεύσονται, οἱ δὲ λόγοι μου οὐ παρελεύσονται. “Pasarán
el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán”.
«Señor,
durante mi vida he visto
grandes
imperios destruidos,
famosos
monumentos derrumbados,
fascinantes
ideologías deshechas como nieva al sol,
murallas
inabarcables pulverizadas
como
hojas secas,
indiscutibles
dogmas científicos superados,
orgullosos
navegantes ahogados
en un
vaso de agua»
nos dice Averardo Dini[3] y
coloca en justa proporción lo que es pasajero, frente a la Palabra de Dios, o
sea, lo que es perdurable. Nada de esto puede ser “contentillo” para caer en el
quietismo resignado. La tarea del cristiano, su misión profética permanece:
Anunciar y denunciar, demoler y construir. «La utopía significa necesariamente
una denuncia del orden existente. Son, en buena parte, las deficiencias de este
las que dan lugar al surgimiento de la utopía. Se trata de un rechazo global y
que quiere ir hasta la raíz del mal… Pero, la utopía es también, un anunció. Anuncio
de lo que todavía no es, pero que será; presagio de un orden de cosas distinto,
de una nueva sociedad… Entre la denuncia y el anuncio está, al decir de Paulo
Freire, el tiempo de la construcción, de la praxis histórica… Si la utopía no
lleva a una acción en el presente, es una evasión de la realidad. La tesis
utópica, escribe P. Ricoeur, no tiene eficacia sino “en la medida en que
trasforma paso a paso la experiencia histórica”, y precisa: “la utopía es
engañosa cuando no está articulada en forma concreta con las posibilidades
ofrecidas a cada época”»[4].
Toda la liturgia de este Domingo nos conduce a
bien comprender el significado de la escatología cristiana: «Se está a la
expectativa de una epifanía del hombre, de una “antropofanía”. La historia no
es más –como para los griegos- una “anámnesis”, un recuerdo. Es más bien una
proyección hacia el futuro. El mundo contemporáneo es un mundo de posibilidades
latentes, de expectativas.»[5]
[1]
Schlier, Heinrich. EL FIN DEL TIEMPO en SELECCIONES DE TEOLOGÍA. Facultad de
Teología San Francisco de Borja Vallés Barcelona – España Octubre a Diciembre
1968. P. 280
[2]
Ibid. P. 279
[3]
Dini, Averardo. EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN. Tomo II – Ciclo B Ed.
Comunicaciones sin fronteras. Bogotá
Colombia p. 93
[4] Gutiérrez,
Gustavo. TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS. Ed. Universitaria Miraflores.
Lima – Perú. 1971. Pp. 298-299
[5]
Ibid. P. 261
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