Dan
7,13-14; Sal 93(92), (1-5); Ap 1, 5-8; Jn 18, 33-37
En el mismo momento en el
cual la humanidad trata de aplastarlo, en realidad Cristo reina y triunfa.
Card. Carlo María Martini
… voz de los sin voz,
y voz contra los que tienen
demasiada voz…
Jon
Sobrino
«Barret dice … que “Juan ha identificado en la realeza de
Jesús con la mayor sagacidad la clave para interpretar la historia de la
Pasión, y ha resaltado su significado tal vez más claramente que ningún otro
autor neotestamentario”»[1]
«El camino de Jesús culmina en su última fiesta de Pascua
(cf. 12, 1), en la que Él mismo, como verdadero cordero pascual, derramará su
sangre en la cruz»[2]
«Pilato manda que azoten a Jesús. Para el que ha declarado
inocente (18, 28c) ordena el castigo reservado a los esclavos y a los soldados
que han delinquido. Jesús sirve de hazmerreír; los esbirros del poder se
ensañan con él: lo coronan con espinas, lo adornan con un manto color púrpura
–lo más seguro, una hilacha apestosa de esas que sólo se hallan en los
cuarteles tercermundistas- como muestra de homenaje le dan bofetadas.»[3] Este es un rey
digno de comedia, no se parece para nada a la idea que tenemos de un rey. «Pilato
pregunta a Jesús si es rey de los judíos. En realidad, “es la realeza el motivo
teológico que domina el proceso”[4] Y, sin
embargo, en Jn 18, 37d, Jesús le contesta a Pilatos
ὅτι βασιλεύς εἰμι. ἐγὼ “…lo que dices, Rey soy yo…” …«siempre sale a
flote la pregunta central, que es la siguiente: ¿Cómo Jesús es rey? ¿Cuál es la
verdadera realeza de Jesús»[5]
Nada más difícil que ver tras este “Hombre”
azotado, hecho un guiñapo, cuya imagen humana es lo más inhumano que quepa,
sangrante por cada poro, escupido, abofeteado, con su manto que en vez de ser
de armiño es un trozo desflecado de bayetilla, pero, especialmente, coronado
con corona de espinas. Nuestra mente retiene la imagen de los reyes según la
registra la cinematografía, pero, la primera imagen que acude a nuestro
recuerdo es la del rey de una conocida marca de condimentos, o el de la
estampita impresa en la cajetilla de los fósforos. A su lado, ponemos la Imagen
de este Rey-Jesús, nada más distante, ni más contradictorio. «… el condenado
era golpeado por varios guardias hasta que se cansaban y la carne del
delincuente colgaba en jirones sanguinolentos”(Blinzer, p. 321)»[6]
«“Jesús de Nazaret, Rey de los JUDÍOS” (19,
19). Pilato, el representante del poder político más potente del tiempo,
reconoce y proclama rey a Jesús. La cruz es su trono. Al escribir su letrero en
los idiomas principales del tiempo, hebreo, latín y griego (19, 20), Pilato
proclama al MUNDO ENTERO que Jesús es rey. Incluso, insiste en el letrero y lo
defiende sin cambiar: “Lo que he escrito, escrito se queda” (19, 22). Sin darse
cuenta, Pilato se hace testigo y defensor oficial de la dignidad real de Jesús.»[7].
Es muy extraño que muchas iconografías hagan el
juego a la imagen del rey tradicional, con corona de oro, y elegante capa,
adornando con ese “disfraz” a Jesús. Pero, hay que contestar rotundamente que
Jesús es un Rey de otra clase: «…Pilato entiende y ejerce el poder explotando y
oprimiendo al pueblo, sin temor de matar a alguno para mantener su cargo y sus
privilegios. Jesús es rey, pero su realeza es diferente, es decir, no es de
este orden social injusto (mundo). Su realeza es servicio a la vida hasta las
últimas consecuencias… La realeza de Jesús es para este mundo, pero no sigue
las reglas de juego de los poderosos. Para Jesús, ser rey es servir hasta la
entrega plena de la vida.»[8]
2
«El trozo de Jesús ante Pilatos es muy complejo
y muy largo,… inclusive, quien lee no puede menos que tener la idea de que Juan
–que escribe en estilo hierático- dice aquí como demasiadas cosas. Hasta se
tiene cierta impresión de prolijidad: casi 30 versículos para narrar algunos
hechos naturalmente fundamentales (la condena a muerte de Jesús),…»[9]
Este “trozo” está construido sobre una doble
estructura, de una parte, es ascendente y va intensificando in crescendo hasta llegar a un clímax;
si lo subdividimos en siete escenas, reguladas por las entradas y salidas de
Pilatos:
1ª.
Afuera: 18, 28-32
2ª.
Adentro: 18, 33-38a
3ª Afuera:
18, 38b – 40
4ª Adentro:
19, 1-3
5ª Afuera:
19, 4-8
6ª Adentro 19, 9-12a
7ª Afuera
19, 12b-16
la séptima sería la cúspide, en esa estructura
ascendente. Pero, simultáneamente y superpuesta a esta estructura, hay una
estructura concéntrica (como los círculos en el agua que tiene por centro el
punto donde toca la “piedra”), donde la escena climática sería la del centro, o
sea la cuarta, la de la “Corona de Espinas”. La perícopa que leemos hoy se
ocupa sólo de un fragmento de la 2ª escena, pero –el texto debe ser relacionado
con su co-texto para alcanzar una adecuada comprensión de su mensaje.
Sólo así se hace comprensible que Jesús, Segunda
Persona de la Trinidad es el Rey, Señor de la historia, que compendia desde el
principio hasta el fin, lo cual está expresado en el verso 8 de Apocalipsis,
cuando leemos que Ἐγώ εἰμι τὸ Ἄλφα καὶ τὸ Ὦ, λέγει κύριος ὁ θεός,
ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρχόμενος, ὁ παντοκράτωρ. “Yo
soy el Alfa y el Omega”, donde otra vez se hace presente la expresión Ἐγώ εἰμι “Ego eimi”, mensaje encriptado que significa
la Divinidad de Jesús puesto que se conecta con el Tetragrama YHWH, el Santo Nombre de Dios.
El Salmo lo confirma: יְהוָ֣ה מָלָךְ֮ גֵּא֪וּת לָ֫בֵ֥שׁ לָבֵ֣שׁ יְ֭הוָה עֹ֣ז הִתְאַזָּ֑ר
Tú
eres, Señor, el Rey de todos los reyes.
Estas
revestido de poder y majestad.
3
Hemos resaltado como uno de los grandes males
de nuestra edad, al relativismo. Pilatos juega hoy a ser cofundador de esta
categoría cuando pregunta irónicamente “¿Qué es la verdad?” (Jn 18, 38a), pero
no espera ninguna respuesta, es llanamente una pregunta retórica cargada de
sarcasmo. Podríamos perfectamente releer, detrás de esta pregunta retórica, la
afirmación de “la verdad no existe, no hablemos de irrealidades”
En cambio Jesús, está empeñado en la tarea de
la Verdad, para Él, ese es el sentido de la vida; vive y la razón de su vida es
estar comprometido con el Padre y ese compromiso tiene todo que ver con la
Verdad, se expresa, se manifiesta a través de ella: ἵνα μαρτυρήσω τῇ ἀληθείᾳ· “para
que dé testimonio de la verdad” Jn 18, 37g. «Jesús … caracteriza la esencia de
su reinado como el testimonio de la verdad.»[10] «Dar
testimonio de la verdad significa dar valor a Dios y su Voluntad frente a los
intereses del mundo y sus poderes Dios es la medida del “ser”… dar testimonio
de la verdad significa hacer legible la creación y accesible su verdad a partir
de Dios , de la Razón creadora para que dicha verdad pueda ser la medida y el
criterio de orientación en el mundo del hombre… la irredención del mundo
consiste … en … una situación que lleva necesariamente al dominio del
pragmatismo y, de este modo, hace que el poder de los fuertes se convierta en
el dios de este mundo…”Redención”, en el pleno sentido de la palabra, sólo
puede consistir en que la verdad sea reconocible. Y llega a ser reconocible si
Dios es reconocible. Él se deja conocer en Jesucristo. En Cristo, ha entrado en
el mundo y, con ello, ha plantado el criterio de la verdad en medio de la
historia.»[11] «…Jesús deja claro… lo que Él pretende con su
misión es liberar de todo, liberar del poder del “padre de la mentira”, “del
asesino” (8, 32-47), de todo lo que empuja a uno a hundirse en las “tinieblas”
(3, 19.20)»[12].
Para entender esto es necesario comprender que
«Jesús no reina dominando, esto es, extendiendo su influencia de persona a
persona, mediante un poder de lo alto, sino que reina atrayendo. Haciendo
resplandecer en sí el amor de Dios por la humanidad desamparada.»[13]
«El reino de Jesús, negación de toda
servidumbre y de toda humillación, es sólo motivo de burla para los servidores
del “reino de este mundo”, que en este caso se concretiza en el imperio.»[14] «La
acusación de que Jesús se habría declarado rey de los judíos era muy grave. Es cierto
que Roma podía reconocer efectivamente reyes regionales, como Herodes, pero debían
ser legitimados por Roma y obtener de Roma la circunscripción y delimitación de
sus derechos de soberanía. Un rey sin esa legitimación era un rebelde que
amenazaba la Pax Romana y, por
consiguiente, se convertía en reo de muerte.»[15]
«Jesús es un rey que da la vida. Esa fue su
misión. Al dar la vida a los que no tenían vida, Él da testimonio de la verdad,
es decir, es fiel al Proyecto de Dios, que siempre ha querido la vida para
todas sus criaturas. Quien está con Jesús es como la oveja que escucha la voz
del pastor (Cf. 10,5)»[16] πᾶς ὁ ὢν ἐκ τῆς ἀληθείας ἀκούει μου τῆς φωνῆς. “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”
Jn 18, 37h
«La humanidad se encontrará siempre frente a
esta alternativa: decir “si” a ese Dios que actúa sólo con el poder de la verdad
y el amor o contar con algo concreto, algo que esté al alcance de la mano, con
la violencia.»[17]
[1] Benedicto
XVI. JESÚS DE NAZARET. 2ª parte. Grupo Editorial Planeta. Bogotá-Colombia. 2011 p. 217
[2]
Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET. 1ª parte. Ed. Planeta. Bogotá-Colombia. 2007
p. 282
[3]
Pallares, José Cárdenas. PARA SEGUIR EL VUELO DEL ÁGUILA. PISTAS PARA LEER A
SAN JUAN. Editores Verbo Divino Quito ecuador 2001. p. 98
[4] Blank, J. “DI VERHANDBURG VON PILATUS
JOH. 18: 28-19146” en Linchte Johanneischer Theologie Bz (1959) p. 62. Citado
por Pallares, José Cárdenas. PARA SEGUIR EL VUELO DEL ÁGUILA. PISTAS PARA LEER
A SAN JUAN. Editores Verbo Divino Quito ecuador 2001. p. 93
[5]
Martini Card., Carlo María. EL EVANGELIO DE SAN JUAN. EJERCICIOS ESPIRITUALES
SOBRE SAN JUAN. Ed. Paulinas Bogotá – Colombia
1986 p. 128
[6] Benedicto
XVI. JESÚS DE NAZARET. 2ª parte. Grupo Editorial Planeta. Bogotá-Colombia. 2011 p. 233
[7]
Seubert, Augusto. CÓMO ENTENDER LOS MENSAJES DEL EVANGELIO DE JUAN Ed. San
Pablo. Santafé de Bogotá-Colombia. 1999. pp. 138-139.
[8] Bortolini,
José. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE JUAN. EL CAMINO DE VIDA. Ed. San Pablo. Bogotá
– Colombia. 2002 p. 189
[9] Martini,
Carlo María. Op. Cit. p. 124
[10] Benedicto
XVI. JESÚS DE NAZARET. 2ª parte. Grupo Editorial Planeta. Bogotá-Colombia. 2011 p. 224
[11]
Ibid. pp226-227.
[12]
Pallares, José Cárdenas. Op. Cit. p. 95
[13]Martini,
Carlo María. Op. Cit. p. 132
[14]
Pallares, José Cárdenas. Op. Cit. p. 98
[15] Benedicto
XVI. JESÚS DE NAZARET. 2ª parte. Grupo Editorial Planeta. Bogotá-Colombia. 2011 pp. 221-222.
[16] Bortolini,
José. Op. Cit. p. 190