NO SOMOS PROFETAS, NI HIJOS DE PROFETAS, SOMOS ENVIADOS.
Am 6, 7-13; Sal 85(84) 9-14; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13
Hay que repartir. Si tienes fe, tendrás que compartirla con los otros hombres.
Carlos Amigó V. ofm.
El ministerio apostólico aparece como una fusión de la misión sacerdotal y la misión profética.
André Feuillet
1
La Segunda Lectura de este Domingo XV del Tiempo Ordinario, ciclo B, está tomada de la Carta a los Efesios (lo mismo que los próximos seis domingos, hasta el domingo XXII). Recordemos que el tema de esta Carta eminentemente Cristológica, es la Iglesia, particularmente, la Iglesia entendida como Cuerpo de Cristo: «No anda equivocado quien ve en la Carta a los efesios una “mística de la Iglesia”»[1].
En el Capitulo 1º, versos 3-14, se trata el Misterio del οἰκονομίαν Plan de Salvación. Ese Plan de Salvación tiene un punto y objetivo de convergencia: Jesucristo. «… quisiera detenerme en el primer capítulo de la Carta a los Efesios, que comienza justamente con una oración, que es un himno de bendición, una expresión de gratitud, de alegría. San Pablo bendice a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque en Él nos hizo “conocer el misterio de su voluntad” (Ef. 1,9). En realidad hay razón para dar gracias porque Dios nos hace conocer lo que está oculto: su voluntad con nosotros, para nosotros, “el misterio de su voluntad.” “Mysterion“, “Misterio”: un término que se repite con frecuencia en la sagrada escritura y en la liturgia. No quisiera entrar ahora en la filología, pero en el lenguaje común significa lo que no se puede conocer, una realidad que no podemos abarcar con nuestra propia inteligencia. El himno que abre la Carta a los Efesios nos lleva de la mano hacia un significado más profundo de este término y de la realidad que nos muestra. Para los creyentes, el “misterio” no es tanto lo desconocido, sino sobre todo la voluntad misericordiosa de Dios, su diseño de amor que en Jesucristo se ha revelado plenamente y nos da la posibilidad de “comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y profundidad, y conocer el amor de Cristo” (Ef. 3,18-19).»[2]
Lo que plantea la Carta, como una especie de resumen previo -antes de entrar en materia y desarrollarlo pormenorizadamente- parte de esta Oración de Bendición, donde está compendiado lo que se propone detallar posteriormente. Suerte de Abstract, donde el Origen y Causa de todo es el Padre, cuya Voluntad es, desde todos los tiempos, poner todo bajo la egida de Jesucristo, y, quienes han oído la Palabra y han creído, fueron desde ya, sellados en el Espíritu: « La visión que nos presenta san Pablo en esta gran oración de bendición, nos ha llevado a contemplar la acción de las tres Personas de la Santísima Trinidad: el Padre que nos ha elegido antes de la fundación del mundo, ha pensado en nosotros y nos ha creado; el Hijo que nos ha redimido por su sangre, y la promesa del Espíritu Santo, prenda de nuestra redención y de la gloria futura.»[3] La oración se desarrolla en seis bendiciones, así:
1ª Bendición: Versos 3-4
2ª Bendición: Versos 5-6
3ª Bendición: Versos 7-8
4ª Bendición: Versos 9-10
5ª Bendición: Versos 11-12
6ª Bendición: Versos 13-14
Conviene que veamos este himno con detenimiento.
[3] ¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús Nuestro Señor, que nos ha bendecido en el cielo, en Cristo, con toda clase de bendiciones espirituales! [4] En Cristo Dios nos eligió antes de que creara el mundo, para vivir en el ἀγάπῃ Amor en su presencia, santos y sin mancha. [5] nos predestinó para ser hijos suyos en Jesucristo y por medio de él. Así lo quiso y le pareció bien (de acuerdo con su gusto y voluntad) [6] sacar alabanzas de esta gracia tan grande que nos hacía ἐν τῷ ἠγαπημένῳ en el Bien Amado (el Predilecto).
[7] En él y por su sangre fuimos ἀπολύτρωσιν rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, κατὰ τὸ πλοῦτος τῆς χάριτος αὐτοῦ fruto, según su generosidad inmensa, [8] que derrochó[4] sobre nosotros, mediante dones de sabiduría e inteligencia. [9] Ahora nos ha dado a conocer este proyecto misterioso suyo, fruto de su absoluta complacencia en Cristo. [10] εἰς οἰκονομίαν τοῦ πληρώματος τῶν καιρῶν, Pues Dios quiso (que se había de realizar según su “economía”), cuando llegara la plenitud de los tiempos, ἀνακεφαλαιώσασθαι τὰ πάντα ἐν τῷ Χριστῷ τὰ ἐπὶ τοῖς οὐρανοῖς καὶ τὰ ἐπὶ τῆς γῆς reunir (poner bajo una sola cabeza) en Él tanto a los seres celestiales como a los terrenales.
[11] En Cristo nosotros somos herederos: Aquel que dispone de todas las cosas y las somete a su voluntad, decidió que fuéramos una alabanza continua de su Gloria, [12] nosotros los que desde antiguo προηλπικότας esperábamos el Mesías.
[13] También ustedes, al escuchar la Palabra de la Verdad, el Evangelio que los salva, creyeron en Él, ἐσφραγίσθητε quedando sellados con el Espíritu Santo prometido, [14] que es el ἀρραβὼν (lo merecido, el salario, la paga, la garantía, la prenda, las arras) anticipo de nuestra herencia. Mientra llega la ἀπολύτρωσιν[5] liberación (mejor redención) al pueblo que hizo suyo, ἔπαινον τῆς δόξης αὐτοῦ para que sea alabada su Gloria.
Lo primero que afirma es que Dios es Padre (que está en el Cielo y desde allí nos envía su bendición) y que Jesucristo es su Hijo. Luego, nos dice que fuimos elegidos, no por nosotros, sino por el Hijo, y al elegirnos hemos sido llamados a vivir en “perfección” (inmaculados, en santidad), y se nos llama a vivir, no de cualquier manera, sino inmersos en el Amor ἀγάπῃ, no vivimos en el aire, cual las aves, ni nuestro medio es el agua, como los peces, sino que nuestro medio ambiente natural es el Amor. Podríamos ir un poco más allá y afirmar que cualquier otro medio, diferente del amor, es una forma de vivir antinatural. «Lo que nos hace santos y sin mancha es la caridad.»[6]
En la 2ª Bendición nos postula que, antes de la historia, antes de ser insertados en el cronos, ya por Merito de Jesucristo, el Bien Amado, habíamos sido llamados y destinados a la Adopción Paternal, por parte de nuestro Creador.
Viene en la 3ª Bendición el hecho de haber sido esclavos del pecado y, ahora, ya liberados, porque se pagó el rescate liberador con el Precio de la Sangre (Preciosísima: como hemos afirmado en otro lugar, que una sola gota de Su Sangre habría sido pago suficiente) pero, dada su Generosidad sin límites, se brindó en su totalidad, no ahorró nada para Sí. Esa abundante y desproporcionada entrega emana de su Inteligencia sin par y de su Santa Sabiduría. ¡Maravillosa Sabiduría Redentora! Gloria al Señor.
La 4ª Bendición tiene dos afirmaciones básicas: El no se reservó este Proyecto Salvífico in pectore, sino que nos lo reveló, para que pudiéramos ser copartícipes, «Tenemos que aceptar que el camino de nuestra redención es también nuestro camino, porque Dios quiere criaturas libres, que digan libremente que sí; pero es sobre todo y primero, Su camino…»[7].
En segundo lugar, «…que estamos en sus manos y ahora es nuestra libertad el ir en el camino abierto por Él. Vamos por este camino de la redención, junto con Cristo, y sentimos que la redención se realiza.»[8]; y el eje de ese Proyecto de Salvación es que todo sea puesto ἀνακεφαλαιώσασθαι en Unidad (bajo una Sola Cabeza) en χριστῷ Cristo.
La 5ª Bendición nos habla de una continuidad histórica, no es un Evento que surge de un momento a otro, ya desde mucho atrás, la humanidad, en el pueblo de Israel, aguardaba al Prometido, al Vaticinado, al Anunciado, la Esperanza de nuestra Salvación, el Mesías. En el pueblo elegido, Dios nos fue entregando paulatina y pedagógicamente las pautas y las claves que nos permitirían reconocerlo y seguirlo cumpliendo su Voluntad, Voluntad que comprende el proyecto Salvífico.
La 6ª bendición nos señala una prenda de garantía que nos fue dada: El sello del Espíritu Santo, mientras la Redención de ese Proyecto Salvífico llega a su Plenitud.
Es todo un tratado teológico en 12 versos. Queremos tocar tres puntos adicionales, que nos presenta José Bortolini[9]:
a) Existe… una progresión interesante que vale la pena tener presente. Se caracteriza por los verbos escuchar, creer, ser marcado y esperar…este dinamismo… supone un pasado que debe ser abandonado y un futuro diferente que debe ser asumido.
b) Cristo es la cabeza de todas las cosas, y todas ellas se orientan hacía Él, son parte de él, cabeza de un único cuerpo. Este tema será desarrollado ampliamente a lo largo de la carta, apareciendo en cada momento. Podemos afirmar que es el eje o motor de toda la carta a los efesios…
c) …el himno pretende decir que el primer proyecto de Dios Padre fue el ser humano. La creación es consecuencia de la elección, y no viceversa. Hasta aquí la referencia a José Bortolini.
Esta antropología allí contenida es de insospechadas consecuencias para entender el Amor de Dios por nosotros, sus criaturas. Él ya nos había “Pensado”, antes de Crear y todo nos estaba sometido, en Cristo, su Hijo Unigénito, para nosotros, sus hijos adoptivos. «San Ireneo dijo una vez que en la Encarnación el Espíritu Santo se ha habituado a estar en el hombre.»[10]
Este himno es una enciclopedia para el Apóstol. Es el mensaje resumido, es el contenido del Anuncio, la Buena Noticia. Contesta a la pregunta ¿Cuál es el mensaje del cual es portador el discípulo “enviado”?.
2
El Domingo pasado (XIV del Tiempo Ordinario, ciclo B) nos prevenía la difícil misión del Profeta. Muchos hasta oyen pero de ahí a escuchar, hay un tramo muy considerable; muchas veces se cumplen lo que reza el adagio popular: “Les entra por un oído y les sale por el otro”. Así se registraba en la Primera Lectura tomada del profeta Ezequiel. Hoy, en la Primera Lectura, tomada del profeta Amós (siglo VIII aC.), en franca continuidad con el planteamiento de hace ocho días, se ve otro peligro que enfrenta el profeta: el destierro, el desplazamiento, la expulsión (Am 7, 10 -13). La perícopa se inicia con la expulsión del profeta por parte de Amasías, que –como nos lo explica el texto, era sacerdote en Betel. Amasías, en los versos anteriores, ya ha echado a la guerra a Jeroboán contra Amós. Efectivamente, la situación del profeta es muy rara y especial: Está en territorio “ajeno” porque está en Samaria y viene de Judea, de hecho, era natural de Tecoa, un pueblo a 20 Km . de Jerusalén –es decir, un sureño venido a tierra norteña- peor todavía, metido en el Templo Norteño, la sede cultual de los samaritanos, mejor dicho, metido en el terreno sacerdotal y profetizando contra el “santuario real y nacional” haciendo predicciones de “pájaro de mal agüero contra Jeroboán (Cfr. Am 7, 10-13).
«Frente a lo que podríamos llamar una visión “turística”, él ofrece la visión “profética”. Unos espectadores invitados a visitar Samaría habrían escrito algo muy distinto. Se sentirían admirados por el lujo, sus esplendidos palacios construidos con piedras sillares. Amós no descubre una ciudad prospera y en paz, sino sumida en el terror. El turista admiraría el lujo de las grandes familias, su habilidad financiera, su sabiduría humana, sus espléndidos edificios repletos de objetos caros y lujosos. Amós desvela el trasfondo de mentira, de violencia criminal que los rodea. No son dignos de admiración sino de desprecio y de castigo.»[11]
¿Qué hace allí Amós, en el mismísimo nido de los sacerdotes, en el núcleo del avispero, enfrentado con el sacerdote y con el rey? Todo se comprende al leer el verso 15: ויקחני יהוה מאחרי הצאן ויאמר אלי יהוה לך הנבא אל־עמי ישראל׃ “pero YHWH me sustrajo de andar cuidando ovejas y YHWH me dijo: ‘Ve y habla en mi Nombre (profetiza) a mi pueblo Israel’”. Schökel y Gutiérrez señalan que aquí se plantea un problema de competencias. El poder político estatal -en ese momento histórico fusionado con el poder clerical religioso- en abierto contubernio contra el profeta. Sólo que el profeta en este caso representa la «…instancia suprema, que está por encima de todo: el profeta, porque es la palabra de Dios, que no puede estar subordinada a nadie y tiene que ser libre e independiente… El profeta de Dios no se sirve de la palabra, sino que se hace servidor de ella: ni dispone de Dios a su antojo, sino que se deja manejar de Él… Esta es la función del carisma profético: desenmascarar, desengañar, iluminar la verdad.»[12] Si Amós no estuviera representando la instancia suprema, no se podría justificar su acción contra la teocracia Israelita, pero YHWH está por encima, y eso es lo que pone a Amós en la cima de las competencias.
El Señor llama, y no llama a personas especialísimas; Él llama al comerciante, al profesionista, al agente de policía, al joven y a la joven estudiantes, llama al adulto tanto como al adulto mayor, llama a los sanos y a los enfermos, llama a los ocupados y a los vacantes, llama a los desempleados y a los ocupadísimos, ¿a quién no llama el Señor? Llama a los virtuosos y a los pecadores, a los que creen con devoción y llama a los que no creen y a los que han abandonado o están a punto de abandonar su fe. Llama a los ganaderos, a los que cuidan ovejas, a los agricultores y a los recogedores de higos, llama a Amós como llama a cualquiera de nosotros (Cfr. Am 7, 14b). Llama a los que están dispuestos a aceptar el llamado y a los que se niegan y rehúsan el envío:
Nos envías…
a los edificios bien protegidos
y a los tugurios más miserables,
a los hospitales y a los colegios,
«…la razón de ser; la primera y esencial vocación de la Iglesia es la de evangelizar. Es decir, hablar de Dios con las palabras y el ejemplo que nos ha dejado Jesucristo, gran profeta en obras y en palabras. La Iglesia existe para evangelizar, para ser profeta, para anunciar la buena noticia, para predicar el evangelio… La verdadera y autentica profecía no es otra que la palabra de Dios que el mismo Cristo ha confiado guardar y predicar a la Iglesia.»[14]
Así, el profeta tiene una doble finalidad, no solamente en positivo, anunciar el Reino de Dios y promoverlo; también en negativo, una misión destructora: denunciar, desenmascarar la injusticia, como anti-reino. También, en ambos sentidos, el apóstol comparte la misión profética.
3
Veamos el mensaje del Evangelio en Mc 6, 7-13, retomando donde dejamos el Domingo pasado cuando Jesús padece el desprecio de sus paisanos: Jesús llamó a sus “doce” y destinó a sus discípulos al “envío”. Los envía a predicar el “arrepentimiento, a expulsar demonios y a sanar a los enfermos con la unción: “[7] Llamó a los δώδεκα Doce y comenzó a ἀποστέλλειν enviarlos δύο δύο de dos en dos, ἐδίδου αὐτοῖς ἐξουσίαν τῶν πνευμάτων τῶν ἀκαθάρτων dándoles poder sobre los espíritus malos. [8] Les ordenó que no llevaran nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni morral, ni dinero; [9] que llevaran calzado corriente μὴ ἐνδύσασθαι δύο χιτῶνας y pónganse una sola túnica.
[10] Y les decía: «Quédense en la primera casa en que les den alojamiento, hasta que se vayan de ese sitio. [11] Y si en algún lugar no los reciben ni los escuchan, no se alejen de allí sin haber sacudido el polvo de sus pies: con esto darán testimonio contra ellos.»
[12] Fueron, pues, ἐκήρυξαν a predicar, μετανοῶσιν invitando a la conversión. [13] Expulsaban a muchos δαιμόνια espíritus malos y sanaban a numerosos enfermos, ἤλειφον ἐλαίῳ ungiéndoles con aceite.”
Queremos yuxtaponer este Evangelio a esta otra perícopa –titulada Elección y Misión de los Doce- tomada de San Mateo 9, 35-38, porque nos parece que las dos perícopas juntas iluminan de manera esplendida la idea del “Envío”:
35. “Jesús iba recorriendo todas las ciudades y villas, enseñando en sus sinagogas, y predicando la buena noticia del Reino de Dios, y curando toda clase de dolencias y enfermedades.
36. Y al ver aquella multitud, ἐσπλαγχνίσθη[15] se conmovió entrañablemente de ellas porque estaban maltrechas y postradas como ovejas sin pastor.
37. Entonces dijo a sus discípulos: La mies es abundante; mas los ἐργάται obreros pocos. 38. Rogad, pues, al κυρίου τοῦ θερισμοῦ Dueño de la Mies que envíe obreros a su mies”.
Llamó a doce, uno por cada una de las tribus de Israel, como quien dice para que “todos” estén representados en ellos: nos llama a los miembros de “todas” las tribus, nadie está excluido, no se tiene que pertenecer a tal o cual etnia, para ser enviado; para ser apóstol, basta con ser miembro de la raza humana. Como vimos arriba, la palabra usada es ἀποστέλλειν del verbo griego ἀποστέλλω de donde deriva el sustantivo ἀποστολ-ή “apostol”: «”Llamó a los que quiso”. Uno no puede hacerse discípulo por sí mismo, sino que es el resultado de una elección, una decisión de la voluntad del Señor basada, a su vez, en su unidad de voluntad con el Padre.»[16], nos dice el Papa «Jesús instituye a los Doce con una doble misión; “para que estuvieran con Él y para enviarlos»[17]. Antes de ser enviados, antes de hacerse apóstoles, deben pasar por una etapa formativa, deben estar con Él, «se necesita la instrucción y un camino de discipulado en comunión continua con el Maestro.»[18]
Los versos 37 y 38 de la perícopa de San Mateo que hemos querido poner en paralelo, nos dirigen al Dueño de la Mies para pedir los operarios necesarios; a este respecto comenta Benedicto XVI: «…a quienes trabajan en la cosecha de Dios no se les puede escoger simplemente como un patrón busca a sus obreros; siempre deben ser pedidos a Dios y elegidos por Él mismo para este servicio.»[19]
No envía a cada uno por su cuenta, los envía en equipos de dos para que se den mutuo apoyo, mutuo consejo, reciproco cuidado. Y les da poder sobre los espíritus malos lo que «indica que la misión de los discípulos es una práctica liberadora y no simplemente teorías bonitas sobre Dios y la religión, las cuales atan a las personas a una institución»[20] «…fuerza liberadora, el gran exorcismo que libera al mundo. Por muchos dioses que fluctúen en el mundo, sólo uno es Dios y sólo uno es el Señor. Si pertenecemos a Él, todo lo demás no tiene ningún poder… en la fe, en la comunión con el único verdadero Señor del mundo, se le han dado las “armas de Dios”, con las que –en comunión con todo el cuerpo de Cristo- puede enfrentarse a esos poderes, sabiendo que el Señor nos vuelve a dar en la fe el aire limpio para respirar, el aliento creador, el aliento del Espíritu Santo…»[21] «Expulsar demonios…es desalienar a las personas, es decir, librarlas de todas las ataduras que las hacen esclavas y objeto de explotación. En otras palabras, todo lo que impide a las personas ser libres, y no las deja pensar, sentir, andar, hablar, oír, actuar por sí mismas.»[22]
Los envía dotados de un sentido de desprendimiento, con una mentalidad austera que los hace independientes de comodidades y lujos, adversarios de la mentalidad consumista, “ligeros de equipaje”, con la felicidad y la paz espiritual que les permitirá gozar con las pobrezas de quienes los reciban con amable cordialidad y les brinden hospedaje y acogida. Ni ropas ni calzados especiales, «Hasta el vestir debe ser simple… pues ropas diferentes generalmente indican “status” social más que disponibilidad.»[23] μὴ ἐνδύσασθαι δύο χιτῶνας Dice que “no se pongan doble túnica” «El no ponerse dos túnicas significa no aparecer como los ricos que solían ponérselas»[24]
El verso 10 reviste gran importancia: Quedarse en la casa que los recibiera: Se imagina la ofensa para el primer anfitrión que los viera cambiar de casa; esa persona quedaría “ardida”, si él los acogió, ¿por qué se fueron para otro lado?, ¿qué les molestó?, ¿qué les hizo falta? Ese primer acogedor, en vez de ser ganado, pasaría a ser prácticamente lo contrario, enemigo de los apóstoles. Ahora bien, otro motivo para permanecer en una casa es que esa “casa” que los acogió, se convertiría en un centro de “operaciones”, un “hogar” que congregaría a la comunidad naciente «un lugar, donde a su partida, la comunidad pueda seguir reuniéndose y proseguir la realización de la Buena Nueva del Reino»[25]
Luego, en el verso 11, viene el tema de “escucharlos o no”, «El verbo escuchar en lengua griega tiene la misma raíz de obedecer. Escuchar al Maestro por medio de los discípulos es obedecer, es hacer su voluntad. El discípulo se convierte ahí en el alter Cristus, en el vicario de Cristo, formando una unidad intima entre quien envía y quien es enviado. Recordemos que las actividades principales de la misión eran las siguientes: predicar la conversión, expulsar demonios y ungir a los enfermos (6,12). Todas ellas están en la misma línea de las obras que hacía el Maestro, sin embargo, el verbo enseñar se reserva para Jesús. Sólo Jesús es el Maestro por excelencia, Él es el que imparte la verdadera enseñanza.[26]»
Finalmente, en el verso 13b se lee: “sanaban a numerosos enfermos, ungiéndoles con aceite.” Sobre este aspecto comenta Benedicto XVI: «Curar es una dimensión fundamental de la misión apostólica, de la fe cristiana en general. Eugen Biser define el cristianismo incluso como una “religión terapéutica”, una religión de la curación…. El curar por medio del poder de Dios es al mismo tiempo una invitación a creer en Él y a utilizar las fuerzas de la razón para el servicio de curar. Con ello se entiende siempre una razón abierta, que percibe a Dios y por tanto reconoce también a los hombres como unidad de cuerpo y alma. Quien quiera curar realmente al hombre, ha de verlo en su integridad y debe saber que su última curación sólo puede ser el amor de Dios.»[27] lo que nos remite de nuevo al profeta Amos, en el verso 4 de la Primera Lectura de hoy: “Dios nos eligió antes de que creara el mundo, para vivir en el Amor en su Presencia” (Am 7, 14b)
4.
En el cumplimiento del Envío se puede tropezar con no pocos problemas. Está el rechazo, también la agresividad con la que –en muchas oportunidades- se recibe el Evangelio, la “Buena Noticia” y el “enviado”. Pero, además, existe el peligro de plantear “mal” la proclamación del Anuncio.
Dice a este respecto el Padre Diego Jaramillo cjm: «Algunos predicadores que glosan los textos bíblicos frase por frase, procurando no dejar término sin explicar. Es un método clásico que debe sortear dos peligros: quedarse en lo superficial sin aportar realmente gran cosa, o caer en el detalle exegético más propio de la cátedra bíblica que del púlpito. En caso de valerse de este método se procurará no afirmar lo que la exégesis bíblica rechaza, ni olvidar lo que la Iglesia ha leído en las páginas sagradas a través de los siglos. Algunos predicadores dividen el tema de su predicación en varios puntos o ideas… Es un método que puede dar claridad y profundidad a la exposición, si se cuida de no convertir la predicación en clase teológica, pues el predicador debe ser más catequista que teólogo. Por eso se evitará exponer teorías dogmáticas o morales que no nutran la vida espiritual de los fieles, o que planteen temas discutibles que sólo pueden provocar desorientación y extrañeza.»[28]
Así, un adecuado asumir la misión por parte del “enviado” le exige un discipulado responsable, una preparación profunda, y una comunión estrecha de corazón a corazón con su Maestro para que pueda –con fidelidad- ser un alter Cristus, un apóstol de verdad.
[1] Fabris, Rinaldo. PARA LEER A SAN PABLO. Ed. San Pablo Bogotá – Colombia 2000 p. 150
[2] Benedicto XVI. Audiencia del 20 de junio de 2012.
[3] Ibidem
[4] ἐπερίσσευσεν del verbo περισσεύω sobreabundar, derrochar.
[5] La misma palabra utilizada en el verso 7.
[6] Benedicto XVI Loc. Cit.
[7] Ibidem
[8] Ibidem
[9] Bortolini, José. CÓMO LEER LA CARTA A LOS EFESIOS TODO EL UNIVERSO REUNIDO EN CRISTO. Ed. San Pablo 2005 pp. 26-30
[10] Benedicto XVI Loc. Cit.
[11] Sicre, José L. LOS PROFETAS DE ISRAEL 2da PARTE “PARA ARRANCAR Y ARRASAR” LA DENUNCIA Ed. Centro Bíblico “Verbo Divino” Quito – Ecuador 2000 p.25
[12] Schökel, Luis Alonso y Gutiérrez, Guillermo. MENSAJES DE PROFETAS. MEDITACIONES BÍBLICAS Ed. Sal Terrae Santander España. 1991pp. 148, 151
[13] Dini, Averardo. EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN TOMO II-CICLO B. Ed. Comunicaciones Sin Fronteras Bogotá – Colombia p. 67
[14] Amigo Vallejo, Carlos. CIEN PREGUNTAS PARA TENER FE. Ed. Planeta .Barcelona-España 2003. pp. 30-31
[15] Del verbo griego σπλαγχνίζομαι “sentirse tocado, conmoverse en lo más hondo, en las mismísimas entrañas”
[16] Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET. Ed. Planeta. Bogotá–Colombia. 2007 p. 208-209
[17] Ibid p.210
[18] Martínez Aldana, Hugo Orlando. EL DISCIPULADO EN EL EVANGELIO DE MARCOS Ed. CELAM Colección Quinta Conferencia. Bogotá-Colombia. 2006 p. 61.
[19] Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET. p. 208
[20] Balancin, Euclides M. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE MARCOS ¿QUIÉN ES JESÚS? Ed. San Pablo Bogotá – Colombia. 2002. p. 87.
[21] Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET. p. 214.
[22] Balancin, Euclides M. Op. Cit. p. 89
[23] Ibid p.88
[24] Mateos, Juan. Sj. COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN MARCOS Ed. Centro Bíblico “Verbo Divino” 5a ed. Quito-Ecuador 2000 p. 91
[25] Balancin, Euclides M. Loc. Cit.
[26] Martínez Aldana, Hugo Orlando. .Op. Cit. pp. 60-61
[27] Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET. pp. 214-215.
[28] Jaramillo, Diego cjm. ¿CÓMO PREDICAR? Corporación Centro Carismático Minuto de Dios 4ta ed. 2001 p. 143
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