XIII Domingo del Tiempo Ordinario (C)
1 R 19, 16b,19-21;Sal 16(15); Gal
5,1,13-18; Lc 9, 51-62
“Hay dos clases de
libertad: la falsa, en la que uno puede hacer lo que le plazca, y la verdadera,
en a que uno puede hacer lo que debe hacer”.
Charles Kingsley
La libertad es el
poder creativo, poder de inventar una vida, de descubrir los pasos de
liberación de la humanidad.
José Comblin
Conservemos la libertad de hijos de
Dios
Uno
puede iniciar un camino, recorrer media cuadra, arrepentirse, volver a la
intersección y emprender otra ruta, de la cual también se arrepiente, y vuelve
y juega, y así, ad infinitum, todos los días, mañana tras mañana. Algo así como
iniciar mil carreras y no terminar ninguna. O, cambiarse una y otra vez de ropa
sin decidirse jamás a salir y regresando una y mil veces a la primera muda, sin
poder optar cual llevar ese día.
Otros,
quizás, con la idea de usar su libertad, hacen y deshacen, se hacen daño y se
lo causan a otros, dañan el medio ambiente, destruyen las riquezas y bondades
de la naturaleza, agreden a sus semejantes y –al concluir la jornada- hacen
gala de su “manejo de la libertad”, se trata de la libertad anti-social: los
límites de mi libertad inician allí donde empieza la del otro”. Suave y dulce
definición acorde al espíritu del neoliberalismo, con su evangelio
individualista.
Pero
ni siquiera esta libertad limitada por las de mi prójimo es un sano ideal. Hay
que ir más lejos para poder disfrutar la libertad, para vivir la felicidad y el
esplender de la vida (que está conectado muy estrechamente con el esplendor de
la verdad), es preciso ir más allá del respeto de la línea limítrofe de una
libertad equitativa, con gestos de solidaridad, el dialogo, de negociación, de
fraternidad, de búsqueda del bien común, caridad, misericordia, que equiparen al más débil. La construcción
del reino implica aprender, aceptar y partir de un nuevo paradigma: mi libertad
comienza solamente cuando tú también puedes ejercer la tuya, y nos equipara
como hijos de Dios, hermanos en Cristo Jesús. Esta es la manera de
contrarrestar el hecho de que siendo todos iguales, hay unos “más iguales” que
otros.
Evidentemente,
no basta con saber que tenemos libertad, es indispensable saber en qué
consiste. Porque para alguien que siempre ha sido pisoteado, su libertad es tan
mínima, tan ínfima que prácticamente, él no tiene libertad, entonces, los
límites de la libertad del más fuerte, han acaparado desde antes, los espacios
legítimos de la libertad del “oprimido”, del “anawin”. “Pues si ustedes se
muerden y devoran mutuamente, acabarán por destruirse” (Ga 5, 15)
Queremos
recordar el planteamiento de Leonardo Boff sobre este asunto: «Nadie es una
isla. Somos seres de convivencia. Todos somos puentes que se unen unos a otros.
Por eso nadie es sin los otros y libre «de los» otros. Todos estamos llamados a
ser libres «para» los otros y «con» los otros. Como dejó escrito el Che Guevara
en su Diario: “solamente seré verdaderamente libre cuando el último hombre haya
conquistado también su libertad”… Es la perenne lección dejada por Paulo
Freire: jamás seremos libres solos; sólo seremos libres juntos. Mi libertad
crece en la medida en que crece también la tuya y gestamos conjuntamente una
sociedad de ciudadanos libres y solidarios.»[1] Lo que podemos tomar como
Manual para la Construcción del Reino.
Así,
tomando otro “tubo” de los vasos comunicantes, el de la “libertad”, una vez más
desembocamos en el concepto de Cuerpo Místico de Cristo, como Iglesia ampliada,
como comunidad fraternal mundial, universal, que no disuelve a todos en un
“uno” abstracto sino que equipara a cada uno como miembro, como órgano, con su
identidad, con sus funciones, con su “persona” en una macro-entidad de respeto
mutuo, de mutua valoración, donde “Se dice: ‘Uno es libre de hacer lo que
quiera. Es cierto, pero no todo conviene. Si, uno es libre de hacer lo que
quiera, pero no todo edifica la comunidad. No hay que buscar el bien de uno
mismo, sino el bien de los demás.’” (1Co10, 23-24).
Hay
una generosidad, en Cristo (aquí es definitivo recordar lo que hemos venido
estudiando estos últimos Domingos, que no debemos incurrir en un pensamiento
ego-céntrico, sino que debemos colocar a Jesús en el centro de nuestra
existencia de manera tal que cada acto y cada instante se hagan
Cristo-céntricos). Vayamos directamente a la Segunda Lectura de este Domingo
XIII Ordinario, (Ciclo C): “Su vocación hermanos, es la libertad. Pero cuiden
de no tomarla εἰς ἀφορμὴν como pretexto (ocasión, oportunidad)
para satisfacer σαρκί
su egoísmo (materialismo, cuerpo, carne); antes bien, háganse δουλεύετε
servidores (esclavo, consagrado a) los unos de los otros por ἀγάπης amor.”(Ga 5, 13). Así que nuestro
egoísmo, nuestra “carnalidad” debe ser contrarrestada y contrapesada por
nuestra disposición al amoroso servicio de nuestro prójimo.
Viene
aquí la frase –consigna del Manual para la Construcción del Reino: “Porque toda
la ley se resume en un solo λόγῳ
precepto: Amaras a tu prójimo como a ti mismo”(Gl 5, 14). «… el espíritu es la
memoria de todo lo que Jesús hizo y enseñó (Cfr. Jn 14, 26). Por tanto, vida
según el Espíritu es vivir del modo como vivió Jesús, creando relaciones de
fraternidad, justicia y amor, a fin de que la vida de Dios se manifieste plenamente.
… la vida según el Espíritu y la vida según los instintos egoístas son como dos
árboles con frutos totalmente diferentes: el primero produce frutos buenos; el
segundo frutos malos».[2]
Esto
nos lleva a la perícopa siguiente de la que leemos en este Domingo:
Frutos de la vida según los
instintos egoístas
|
Frutos de la vida según el Espíritu
|
Fornicación
|
Amor
|
Impureza
|
Alegría
|
Libertinaje
|
Paz
|
Idolatría
|
Paciencia
|
Hechicería
|
Bondad
|
Odio
|
Benevolencia
|
Discordia
|
Fe
|
Chismes
|
Mansedumbre
|
Ira
|
Dominio
de sí
|
Rivalidad
|
Contra estas cosas no existe ley.
|
División
|
Los que
pertenecen a Cristo
crucificaron
los instintos egoístas
junto
con sus pasiones y deseos.
Gal 5, 19b-24
|
Sectarismo
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Envidia
|
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Embriaguez
|
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Orgias
|
Quemar las amarras
En
la Primera Lectura, tomada del Primer Libro de los Reyes, encontramos que Dios
está preparando el relevo de sus huestes, ya que Jezabel había obligado a Elías
a huir y lo tenía amenazado de muerte. Como relevos designa a Hazael para Rey
de Siria, a Jehú como Rey de Israel y a Eliseo como sucesor del propio Elías
(1R 19, 15d-16). Sin embargo, cuando Elías cumpliendo el encargo de Yahwe llega
donde Eliseo, este pide plazo, como lo pide también el tercer “aspirante a
discípulo de Jesús” del Evangelio de este Domingo.
Elías
le permite a Eliseo irse a despedir, pero, acto seguido y sin solución de
continuidad Eliseo recapacita y entiende que el llamado no se hace para darle
largas, que cuando uno es llamado es para ya; o como dice la fórmula popular:
“Para antier es tarde”. El llamado que nos hace Dios debe ser acogido con
perfecta e inmediata disponibilidad: “¡Aquí estoy, háblame Señor que tu siervo
escucha!” o como en la respuesta de Santa María: “Yo soy la esclava del Señor,
hágase en mi según tu palabra”. Esta es la enseñanza que podemos sacar de la
Primera Lectura así como del Evangelio: El Señor quiere ver nuestra entrega, y
disponibilidad, Él tiene urgencia de nuestros servicios, en su Plan Salvífico
tiene escritos un “ya” y un “ahora” que no admiten dilación.
Así
que conviene que “matemos los bueyes” y “hagamos trisas el arado y con sus
pedazos encendamos una fogata” (cfr. 1R 19, 21). Recordemos como se
desmovilizaron por ejemplo los dos de Emaús, se desgranaron del equipo y se
volvieron a su pueblo (Lc 24, 13-18); o San Pedro, que una vez muerto Jesús
anuncia que volverá a ser pescador: “Voy a pescar” (Jn 21, 3b); como cualquier
desertor, avisa que vuelve a lo de siempre, que abandona para volver a lo
mismo, a lo conocido, a lo seguro, a lo rutinario; y ¿dónde queda la misión?…
debería haber quemado las redes desde el principio y la barca; quemarlas
siempre significa que no hay vuelta atrás,
conservarlas, así sea en secreto, quiere decir que en el fondo, siempre estamos
pensando en la deserción, en la vuelta al pasado. “Mirar hacia atrás” siempre
síntomatiza que no estamos preparados para entrar a construir el Reino de Dios:
Que
podamos decir con el Salmista:
…lejos
de Ti no hay cosa buena
El
Señor es la parte que me ha tocado en herencia
Mi
vida está en sus Manos
Sal 16(15), 2b. 5b.6
[2] Bortolini,
José. CÓMO LEER LA CARTA A LOS GALATAS. EL EVANGELIO ES LIBERTAD Ed. San Pablo
Bogotá – Colombia 2002 p. 35