2Cor
11, 18. 21b-30
Al exigir a los fieles
que los mantengan, los “súper-apóstoles” están realmente devorando y despojando
a la comunidad (cf. 11,20). Pablo toma una posición muy distinta frente a lo
económico.
José Bortolini
Ya
se viene señalando que los superapóstoles se querían mostrar -como pasa muchas
veces- como los legítimos continuadores y enviados por el Señor a Corinto;
sacaban a relucir ciertas “credenciales”, un elenco de títulos que los
desconocedores de Pablo, pensarían que lo deslegitiman, mientras que -a poco de
informarse- más bien demuestran que él es más probado y legítimamente verdadero
Apóstol.
Como
punto de partida toma su pasado fariseísmo, para referenciar que él sabe
perfectamente de lo que está hablando, puesto que conoce el derecho y el revés
del judaísmo. Así que les exhibes sus propias credenciales.
a) Que son hebreos
b) Que son del linaje
abrahamico.
c) Que son siervos de
Cristo.
d) Que ratifican esa
legitimidad por las torturas soportadas, por los encarcelamientos, por las
fatigas soportadas, por las palizas resistidas, por las veces que han corrido
peligros de muerte.
e) Por las lapidaciones
arrostradas, por la cantidad de naufragios a los que sometió su existencia.
f) Por los viajes
hechos en la misión apostólica y por las distancias recorridas.
g) Por los incontables
peligros aguantados de bandoleros, de paisanos, de extranjeros.
h) Noches en vela,
hambre y sed, frio y desnudez.
i) El celo por todas
las iglesias.
j) Por su sinodalidad
en la enfermedad, en los tropiezos.
En
ninguna de estas credenciales es Pablo menor, sino mucho mayor -y con lujo de
ventaja-que cualquier súper-apóstol.
Hasta
el punto donde se compara con los siervos de Abrahán, va a la par con los judíos
“tradicionalistas”; más, cuando pasa a examinarse como cristiano, tiene que
referirse a la persecución, la cárcel, las amenazas de muerte que ha
arrostrado, los azotes -que de acuerdo con su ley, estaban limitados a treinta
y nueve- habiendo sido también apedreado hasta suponerlo muerto, naufragios. En
fin, muestra que ha sido probado con multitud de padecimientos.
Sus
credenciales no paran ahí; él ha anexado comprobantes de interés sincero y
preocupación constante por las dificultades que se vivían en cada comunidad
donde ellos habían establecido una Iglesia. Su paternidad eclesial lo lleva a
desvelarse atendiendo los tropiezos de cada iglesia. Cuando el hijo enferma, su
papá se desvela y padece: así ha obrado Pablo con sus comunidades muy queridas.
Así
las cosas, todas estas cosas han debilitado sus fuerzas y él las presenta,
todas juntas, para mostrar cómo ha sido fiel en la entrega y constante en la
tarea que Dios le encomendó al constituirlo en apóstol de creyentes y paganos,
por tal, lo recordamos como apóstol de los gentiles, pero no debemos caer en la
ingratitud de ignorar que su apertura a los gentiles nunca lo separo de su responsabilidad con los miembros
del judaísmo, pese a haberse constituido en verdaderas trabas para el avance.
No
podemos apresurarnos a culparlos, como tampoco hoy en día se puede despotricar
de quienes se precian por su fidelidad a las tradiciones, y su aplicación al
intento de “hacer como siempre se ha hecho”. No es fácil desprenderse de los
dogmas aun cuando ellos se conviertan en obstáculos para acercarnos al Señor.
Sal
34(33), 2-3. 4-5. 6-7.
A los justos se les librará de sus zozobras
Este
es un Salmo de Acción de Gracias, que convoca a la gratitud a todo el que tenga
en su ser la identidad del humilde. Recordemos que es un salmo alefático. Este
“humilde”, recibe en del desarrollo del salmo otro nombre “afligido”; y para él
hay una declaración de Principios Divinos: si el afligido invoca al Señor,
obtendrá su atención y Él mismo se encargará de suplir todas sus necesidades.
Por alefático, tiene 22 versos, por las 22 letras del alefato. Hoy se engrana la perícopa tomando seis de sus versos, que se toman de dos en dos para obtener tres estrofas:
En
la primera el salmista se declara consagrado a bendecir al Señor, también con
el alma. Los עֲנָוִ֣ים [anawin] “humildes” han de escucharlo y וְיִשְׂמָֽחוּ [weyismajú] “alegrarse”.
En
la segunda estrofa, llama a ensalzarLo, mostrar a todos que Él es Grande. Y El
salmista invoca como testimonio que cuando estaba lleno de angustia recurrió a
su “Asesoría”, y Él se convirtió en su Almena.
En
la tercera estrofa insiste en “contemplarlo”, es decir, fijar la mirada en Él
para que el ojo del “que contempla” se cargue de su Bondad y alcance
Discernimiento. Dios salva cuando nos embebemos de su Bondad.
Nos
tomamos ciertas libertades al traducir, procurando dar alas a la comprensión.
Guardándonos eso sí de procurar la fidelidad al Espíritu que anima la letra.
En
el versículo responsorial, el salmista apela al corazón de los que han padecido
tribulaciones y desasosiegos, porque sabe que quienes has experimentado su
mordida, saben de sobra que la angustia es un horrible grillete que impide
vivir la plenitud de la vida: La vida pierde sentido cuando las zozobras
amargan la existencia y no pocos sucumben al debilitamiento de su fe hasta el límite
del abandono. Aquí la promesa es que el
Señor tomará y se llevará esa condena.
Mt 6, 19-23
El ojo enfermo mira con envidia
Aquí viene -como un antídoto, la clarificación que de nada vale desesperarse, y empozarse en el pesar; de lo que el Maligno saca partido, para descorazonarnos. La preocupación nos nubla hasta la ceguera, impidiéndonos descubrir que hay una ventana luminosa que Dios, sin lugar a duda alguna, se encargará de traer la Luz y la Fortaleza del Consuelo.
Uno
puede abrir una cuenta en un Banco u otro. Y, no pocas veces, recurrimos a un
buen economista que nos asesore y nos muestre los pros y los contras de
invertir, de ahorrar, y dónde.
Para
la situación que examinamos hoy hemos elegido con suma inteligencia y profunda
intuición que nuestro asesor sea Jesús, es a Él a Quien consultamos donde poner
nuestros títulos-valores y acertar en los depósitos que hagamos.
Las
firmas son muy dispares: la primera nos insiste en hacer nuestra inversión aquí
en la tierra, pero solapa cuidadosamente el “contra” más delicado, que aquí hay
dos “destructores” inexorables de nuestras ganancias, a saber: la polilla y la
carcoma, pero no paran allí los riesgos, su uno logra aislar con éxito las
ganancias y escapa a estos dos “devastadores”, están los “topos” que cavan
boquetes para robárselos.
La
otra firma bancaria, que ofrece solidas garantías y previene los anteriormente
mencionados “vándalos”, es en el Cielo.
Y
nuestro maravilloso asesor nos explica el “por qué” de su consejo: Porque donde
tengamos nuestros tesoros, allí estará nuestro corazón. Y eso es muy cierto, si
volteamos a mirar nuestro corazón, nos damos cuenta que donde tenemos lo que
nos interesa, allí apuntará siempre la brújula de nuestros sueños y
aspiraciones.
Pero,
uno se pregunta, ¿por qué hay gente que, teniendo a mano tan Tierno, Amistoso y
Dulce Asesor, prefieren consultar otros “confundidores profesionales”, que nos
engañan y nos orientan en dirección a la quiebra y despilfarro de todo cuanto
hay de valioso en nuestra existencia?
Y
es que, si nuestro “ojo” se enferma, nuestra alma queda desahuciada, porque
todos los datos nos llegan por los ojos: Es exactamente como cuando “el que
divide” le mostro a Eva el “fruto” de su mentira, lo maquillo
desconcertantemente seductor, se lo hizo ver hermoso y apetecible, y para
lograrlo, sencillamente le “enfermó la vista”. Lo malo no fue que ella admirara
lo “apetecible” de aquel “fruto”, sino la lectura que el Perverso le dio como
pauta de decodificación: “Puede ser superior a su Amigo-Creador-y-Dueño-del-Huerto,
con sólo una mordida”. ¡Vaya publicista falaz el que los atacó!
Quedarse
en la superficialidad de las apariencias -que fue la desgracia de Adán-Eva- no
consistía en poder predecir si era o no un fruto sabroso, y les traería la posesión
del Poder-Divino; lo que debía entender era que quebrantaba la Amistad que tan espontáneamente
Dios les había regalado: ¡Nos cuesta tanto ser buenos amigos porque nos cuesta
justipreciar a la Persona, al otro!
Muchas
veces lo que veos en el “amigo” es un “relleno” existencia de nuestro vacío.
Hay más de objeto de suplencia que de descubrimiento projimal. El amigo, antes
que nada es prójimo, es otro, que encarna y mediatiza el Gran-Otro.
Moraleja: Tenemos que usar un colirio divino, que siempre nos mantenga sana la vista, que prevenga cualquier envidia -que es el nombre de la enfermedad visual más entorpecedora- y ese colirio se llama “Oración”, porque si sinceramente le pedimos salud de nuestra vista al Señor, tendremos una visión superior a 20/20. No pidamos regalos al Cielo para ahorrarlos en la tierra, es por lo menos absurdo; pidamos bienes espirituales que se registren en las “libretas de ahorro celestiales”, ¡eso es lo coherente!
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