Hch 25, 13b-21
El Nuevo Testamento
exhorta a la vigilancia y a la lucha, porque conoce muy bien la condición
humana…
Carlo María Martini
«La
existencia cristiana es una prueba no despreciable, porque nos coloca ante un
adversario implacable que continuamente vuelve a atacarnos. Cuando consideramos
la realidad cotidiana, las cosas sencillas de cada día, nos parece excesivo
este lenguaje; pero si vamos más al fondo en nuestra historia, en la historia de
los otros hombres, en las pruebas dolorosísimas que la gente vive, en los
problemas que llevan a la angustia y a la desesperación, entonces vemos mucho
más claramente que el enemigo del hombre está trabajando». (Carlo María
Martini)
Antonio
Félix, el procurador romano de Judea, fue destituido y en su lugar encargaron a
Porcius Festo, el nuevo procurador
se encontró que entre los numerosos casos a resolver también estaba la cuestión
del prisionero Pablo. Casi de inmediato Festo se dirige de Cesarea a Jerusalén,
la capital religiosa, para trabar relación con los judíos. Cuando Festo sube a
Jerusalén para hablar con las autoridades del sanedrín, le piden que transfiera
al prisionero a Jerusalén. Como no habían logrado matar a Pablo,
intentan por todos los medios volverlo a tener bajo su jurisdicción. El versículo
3 nos trasparenta sus intenciones, hacerlo matar por el camino. Festo no se
dejó manipular, así como así, les volteó la carta y les dijo que fueran con él
a Cesarea a carearse con el “acusado”. Por lo pronto el “tiro les salió por la
culata”.
En
primera instancia parecía que el Gobernador entrante, reconocía la inocencia de
Pablo. Hay muchos que piensan que el hagiógrafo, que estaba escribiendo en este
momento las líneas de los Hechos de los Apóstoles, quiso -poniendo como imagen
de toda la Comunidad Cristiana de ese entonces- declarar y dejar sentado que
aquellos fieles no llevaban sobre sí culpa alguna, y que esto se supiera y
llegara hasta el Emperador -Domiciano, en ese instante- quien había desatado
una brutal persecución, y se ensañó contra los cristianos y también contra los
judíos.
La
cosa era contra los judíos, pero como ellos no tenían claro quién era quien,
ahí también cayeron atropellando a los del “Camino”. Así las cosas, Lucas quiso
aprovechar, el fallo de Festo. Festo, no había decidido en favor de Pablo, ni
consignado un documento sobre su inocencia, sólo le dio largas al asunto, como
dice él mismo, no entendía nada acerca de los argumentos que le presentaban los
judíos contra el Apóstol, confundido en los vericuetos de la argumentación y,
se sentía “perdido en semejante discusión”.
Pero
la cosa se le volvió una “papa caliente”, porque, se lo iba a tener que remitir
a Nerón, y ¿con qué acusación lo despacharía? Herodes Agripa I, dejó en su
puesto a su hijo, Herodes Agripa II, a quien el emperador otorgó el título de
rey sobre algunos territorios de norte de Palestina. En esto llegan Herodes
Agripa II (gobernante del territorio de Judea) y su hermana Julia Berenice
-que, si nos atenemos a Flavio Josefo, sostenían un amorío incestuoso-, que
vinieron a ἀσπασάμενοι [aspasamenoi] “mostrar sus respetos” a Festo, delante de
quienes Festo hace su tercera declaración de inocencia de Pablo. (Siguiendo el
relato de este encarcelamiento de San Pablo, esta es la quinta vez que es
declarado inocente).
Pablo
sabía bien que ante un tribunal judío en Jerusalén sus posibilidades eran prácticamente
nulas, Pablo rechaza esta posibilidad porque se da cuenta de que no hay
apertura a la verdad; no hay actitudes disponibles para un juicio serio (Claudio
Doglio cmf) por eso saca a relucir su ciudadanía romana, que se afirma era
hereditaria, por que el papá de Pablo -también fabricante de carpas- había
alcanzado dicha ciudadanía por los servicios brindados al Emperador
aprovisionando de carpas a sus ejércitos. Y pide ser llevado a juicio en Roma.
«(El enemigo del hombre) trata con todos los modos más sencillos, más encubiertos, más engañosos, de llevarnos a todos a faltar a la fe y a la esperanza, sugiriéndonos una visión resignada de la vida, sin luz interpretativa del plan salvífico de Dios. Continuamente quiere destruir la chispa de la fe que nos permite ver todo como camino de Dios en nosotros y camino nuestro hacia Él.» (Carlo María Martini)
Sal
103(102), 1bc-2. 11-12. 19-20ab.
Este
es un Salmo Eucarístico, es decir, de Acción de Gracias. Nosotros lo bendecimos
a Él porque es fuente de nuestra Salud, de nuestra Salvación, de Vida Eterna.
Pero, Él, que se complace en ser Proveedor, no se queda con algo -que Él no
necesita-; nos lo refleja, nos lo rebota. Es una Acción de Gracias porque todo,
incluidas mis pobres alabanzas, son Su Obra y Su Obra es siempre Don. ¡Alabado
y Bendito! Quiero poderte ofrecer algo, aun cuando sea sencillo, y Tú nos lo
retornas, multiplicado.
La primera estrofa nos convoca a בָּרֲכִ֣י [berakí] “bendecir” a Dios, a alabarlo. Y, nos previene para evitar que lleguemos a olvidar, todo lo bueno que hace a nuestro favor.
En
la segunda estrofa, habla de su bondad, comparándola con el firmamento que
cobija toda la tierra, como diciéndonos que su bondad es indiscriminada, así
como lo dijo Jesús: “Hace salir el sol sobre justos e injustos” (Mt 5, 45). Y
luego, menciona cómo hace ojos ciegos a nuestras faltas, y no nos castiga según
merecen כַ֝עֲוֹנֹתֵ֗ינוּ
[kan avon o tenu] “nuestras
culpas” (Sal 103(102), 12). Como se nota, aquí se registra el concepto de עָווֹן
[Avon] “pecado”.
La
tercera estrofa, para agradecerle a Dios tanto Amor inmerecido, reconoce que,
Dios es nuestro Único y Verdadero Rey, con su Trono en los Cielos y cuya
Autoridad abarca la tierra entera. Por tanto, no solo los humanos, sino hasta
los Ángeles han de rendirle acatamiento y consagrarse a cumplir y hacer cumplir
la Divina Voluntad y sus Amables Mandatos.
Este
es pues un Himno pleno de gratitud, que los místicos nos recomiendan aprender
de memoria. En este salmo se da cabida y expresión al inconmensurable Amor
Divino, mostrado como Amor Paternal. Y -a la vez, nos muestra el fruto de este
Árbol חָ֫סֶד,
[chessed] Árbol de la Misericordia, el “Perdón”. Misericordioso, aquí,
significa maternal, de Dios que es Padre-Madre, que nos ama desde Sus Entrañas.
Por eso lo llamamos “Árbol Místico”; como también a Ese-Cuerpo, Cuerpo-Místico.
Jn
21, 15-19
El verbo “me amas” es
muy desconcertante. El griego usa aquí dos verbos: el primero y el segundo es agapáo,
mientras que el tercero es fileo. Agapáo significa el amor oblativo, y fileo
el amor de amistad: sería más exacto traducir “me amas”, “me amas”, “eres, mi
amigo verdaderamente”. Son todos matices de la relación personal.
Carlo María Martini
«El
dialogo comienza con una pregunta hecha por Jesús a Pedro en el marco de la
confianza y la intimidad que genera la cercanía de su relación: “me amas”. La respuesta
de Pedro es también genuina y sincera: “Te quiero”». (Papa Francisco)
Nos acostumbramos a recortar la imagen de San Pedro por una línea punteada que dice “corte por aquí”. Dentro de la línea queda el Primer Papa, el entusiasta que reconoce a Jesús como el Mesías, el cómodo que quiere quedarse en el Tabor a disfrutar de sus Amistades Celestiales y del “anticipo” del Reino, el “traidor” que es capaz de negar tres veces, y, a lo máximo, al amigo arrepentido que confiesa por tres veces, -para compensar la triple negación- su Amor de Amistad.
A
veces se añade a esta imagen una adenda: Pedro crucificado cabeza abajo. La
sugerencia que queremos hacer es de fijarnos en su fidelidad, en su compromiso
de toda la vida. Es importante y muy interesante para un camino de
santificación la constancia, ese Don que se llama “perseverar”. Es el día tras
día, el mes a mes, en la devoción y, la aplicación a la Misión.
No
nos ponemos al lado de los que -refugiados en las fallas de los santos- hallan
buen pretexto para “atropellar” al prójimo. En cambio, estamos en sólida
comunión con los que, reconociendo nuestra imperfección, saben que caer no es
desastre, el desastre consiste en permanecer postrado. Pudo Pedro haber caído
tanto, y tan frecuentemente, y pese a ello, porque Dios así lo quiso, tener la
tenacidad que así templó al que fue Pilar del Edificio Eclesial, esta
institución salvífica, levantada sobre y por Voluntad, de quien es Su Piedra
Angular, Jesucristo.
En
las páginas joánicas, Pedro se tropieza muy frecuentemente, y cae; en estos
relatos, San Pedro recibe frecuentes coscorrones. Según los investigadores,
hubo tensiones entre las comunidades Joánicas y las demás -que aquí aparecen en
la figura de Pedro. Las acusaban de estar obsesionados por temas de jerarquía y
meritocracia. Parece que -como se presenta en diversos relatos, estas
comunidades seguían, una y otra vez averiguando, cuando les iba a tocar pasar a
ellas al “Trono” y cuando era que sería restaurado el poderío de Jerusalén. El
reto, por el contrario, consiste más bien en ser capaces de convocar, sin
delirar por honra y honores. ¡Sólo a Él, sea dado Todo Honor y Toda Honra!
Pensar
y reconocer en Simón -hijo de Juan-, la figura del Cuerpo Místico, como célula
estructurante, de Este Cuerpo Espiritual, que no es Otro que Jesús-histórico
continuado más allá de le temporalidad. Pedro no es la Cabeza -que siempre
es-y-será Nuestro Señor Jesucristo- pero es la yema que primero floreció, el
brote que surgió como primicia, y que se mantuvo, el “pivote” de la Comunidad
Naciente. Cumplió siempre lo último que en este Evangelio le dijo Jesús:
“Sígueme”.
«¿Será
lo mismo amar que querer? Si vamos al uso del léxico podremos encontrar una
distinción entre las dos palabras, tanto en el griego del Evangelio como en su
traducción al castellano, pero el asunto va más allá. El amor implica
compromiso, entrega y Pedro lo ha comprendido, por eso se le ha encargado el
pastoreo de los creyentes. Y nosotros ¿amamos o queremos al Señor?» (Papa
Francisco)
En
síntesis, ¿qué nos pide el Buen Pastor? ¡que también nosotros seamos buenos
pastores! ¿Qué nos ocupemos de su rebañito! ¡Con Caridad fraterna!
No hay comentarios:
Publicar un comentario