… de acuerdo con el
anuncio cristiano, toda la historia que corre entre David y Juan Bautista fue
un tiempo de espera del descendiente de David, del que gobernaría al pueblo con
justicia, conduciéndolo a la paz, es decir, a la plenitud de vida tal como lo
anuncia Is 11, 1-9.
Ivo Storniolo
La
perícopa nos remite al Primer viaje Misionero de Pablo que viaja en compañía de
Bernabé, saliendo de Páfos, en Chipre, se encaminaron hacia Antioquia de
Pisidia, yendo a Perge capital de la provincia de Panfilia. Pisidia estaba al
norte de la provincia de Panfilia (200 X 80 kms de largo por ancha). Antioquia
de Pisidia gozaba del fuero de ciudad libre del Imperio Romano, por ser una
colonia Cesarea. En aquel emplazamiento muchos judíos gozaban de las mismas
atribuciones de los ciudadanos griegos.
Allí,
sucedió algo muy particular, hasta ese punto, Juan Marcos, primo de Bernabé,
viajaba junto con ellos; pero llegando allí, resolvió regresarse, este hecho se
le han dado varias interpretaciones, todas ellas plausibles pero ninguna comprobable
más allá de las suposiciones, por eso preferimos no mencionarlas. En sus cartas
pablo manifestará su disconformidad con esta separación.
En
Antioquia de Pisidia (no hay que confundirla con Antioquia de Siria), en
sábado, entraron en la Sinagoga, y, una vez concluida las Lecturas de la Ley y
los Profetas invitaron a Pablo a tomar la palabra. Se ha producida un cambio de
roles, ahora, Pablo asumirá el liderazgo y será mencionado en adelante entes
que Bernabé.
“…
Lucas sitúa aquí el primer gran discurso de Pablo dirigido a los judíos de la
sinagoga local. Es allí, donde tras la oposición de estos últimos (13, 45)
Pablo y Bernabé se deciden por primera vez a dirigirse a los paganos…” (Michel
Gourgues)
«Pablo
hace un resumen de la historia de Israel, desde la esclavitud en Egipto hasta
David, partiendo inmediatamente hacia Juan Bautista, quien declaró no ser el
Mesías. El meollo del anuncio está precisamente aquí: en el comentario implícito
a la promesa hecha por Dios a David, la de que dicho rey, tenido por justo,
tendría un descendiente que prolongaría su acción salvadora del pueblo (2S 7). La
laguna que media entre David y Juan Bautista no hace otra cosa que poner de
relieve que dicho descendiente debió ser esperado hasta Jesús». (Ivo Storniolo)
Sal
89(88), 2-3. 21-223. 25 y 27
¿Cómo podríamos cantar su Magnificencia?
La
pompa y el boato de los reyes es una imagen impactante, que maravilla la vista
y la imaginación, una situación que -desde cierta perspectiva- es lo mejor que
se puede soñar y anhelar. La corona, la espada, el cetro, el trono, la capa, el
manto con cuello de piel, el palacio, sus banquetes, su opulencia, su corte, su
servidumbre, su autoridad incuestionable, su dominio sobre la vida y la muerte
de sus súbditos, todo su boato. De ese caudal se recabaron múltiples elementos
para retratar la “imagen” de Dios. Posiblemente, nada de eso pertenece a la
realeza Divina, pero ¿cómo más podía, el hagiógrafo, retratar el Reinado de
Dios y su Infinita Grandeza que tomando elementos de la realidad humana? Podríamos
hablar de antropomorfismo, o quizás sería más exacto hablar de regiomorfismo
(en latín, regĭus),
“real”, “perteneciente o relativo al rey”. Se dibujó a Dios como el Más Grande
Rey y se originó lo que se designa como “ideología real”. Así fuera de una
manera inconsciente, el hagiógrafo copió del ambiente cortesano los aspectos
más suntuosos, los hiperbolizó y por ese medio, puso a nuestro alcance, de la
mejor manera posible, valiéndose de exageraciones y depuraciones de los reyes
humanos, la Infinitud de Dios.
¿Se podría acusar al hagiógrafo de “mentiroso”? ¡No y nunca! El hagiógrafo, y eso ha de tenerse siempre muy en cuenta, comunica la verdad de Dios con lenguaje y formas humanas, porque es lo único que podemos captar. Es como tratar de ver el horizonte integro, a través de una ranura, la única posible para ver el mundo exterior desde nuestras fronteras.
Tratemos,
por un instante, de elevarnos por sobre nuestras limitaciones y descubrir ¿cómo
podríamos expresar la Misericordia Divina, de otro modo que no fuera remitiéndonos
a un “edificio eterno”?
Para
el pueblo hebreo, el mejor rey, el más justo, el más poderoso, era David, verdadero
¿a qué otro rey, entonces podríamos comparar y hacer referencia cuando lo que
queremos es aludir al rey de reyes y Señor de Señores?
El
hagiógrafo nos hace una invitación, a Cantar las loas que Dios merece. ¡qué
puede significar eso para nosotros? Ver hasta donde alcanzó el escritor
sagrado, cuanto de esa Magnanimidad logró aprehender, y, partiendo de allí, tratar
de saltar más alto, poniéndolo todo de nuestra parte.
David
descubrió el Nombre Santísimo y se consagró a Él, con todo lo que pudo; ahora,
compete a cada uno de nosotros, vivir una Alabanza tan alta, por lo menos como
las que alcanzaron los labios davídicos cuando dijo: “Tú eres mi Padre, mi Dios,
mi Roca de Salvación”.
Busquemos
la perfecta imagen mirando al que traspasaron en el Trono de la Cruz y alzando
los ojos hacia la Forma Consagrada.
Jn
13, 16-20
Discípulos-Misioneros
La Eucaristía invierte
los pseudovalores que dominan la sociedad, y hace posible un modo nuevo de
vivir, plenamente hermoso y humano: a la opresión del egoísmo sucede la
libertad del servicio reciproco.
Silvano Fausti
Siempre
insistimos y siempre nos parece que se debe volver sobre el tema del co-texto.
El consejo es nunca separar una “cita” bíblica de su co-texto, procurar
respondernos a la pregunta de la relación que guarda una cita con lo que le
precede y lo que sigue. Es decir, ir observando atentamente qué puso el hagiógrafo
antes y después; y es que, el espíritu que anima el relato es esencial, no se
pueden tomar como retazos autónomos y al adentrarse en su exegesis conservar en
mente como se articula el fragmento con su totalidad. En muchas oportunidades, nos
damos cuenta que perder de vista esos referentes, nos impiden ver lo fundamental
del mensaje, y, no pocas veces, incurrimos en el desvío porque no se ha hecho
esa mirada de conjunto que como dicen los camarógrafos es el paneo que nos
explicita a que realidad remite el episodio.
Si nos preguntamos, sobre la perícopa de hoy, ¿qué hay antes?, la respuesta es así de sencilla como contundente: ¡El lavatorio de pies! Aún hay más, si miramos el versículo justamente anterior, el 15 de este capítulo 13 joánico, ¿qué encontramos?
-“Yo
les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan como yo he hecho con ustedes”.
A nosotros nos resulta iluminadora la palabra “como”, no se trata de andar lavándole
los pies al prójimo, se trata de captar la esencia del “lavatorio” para saber
qué es lo que el Señor espera que nosotros reproduzcamos. Esto conecta y está
muy explicado y desglosado en Lc 22, 27 donde Jesús se auto-define como “el
que sirve”. Ahí está la esencia de ese “como”. Lavar los pies es el
modo más propio como el Señor revela, poniendo en crisis el concepto que
tenemos de Él
Y
esta es la plataforma de despegue desde donde se propulsa lo que viene hoy.
1. Ningún servidor es
más que su señor. Ni el enviado es más que el que lo envía.
2. Dice Jesús que
nuestra bienaventuranza depende y está en función de “entender esto”.
3. Luego Jesús afirma,
rotundamente, conocer a los que ha elegido.
4. No es que Judas se
le coló. Uno de los “compañeros” tenía que voltearse contra Él.
Esto
nos obliga a mirar no sólo ad extra, sino y aun cuando es de lo más difícil y
duro, reconocer que desde adentro se cocina -en el corazón de algún comensal,
el propósito destructivo, inclusive, asesino. Recordemos que compañero es el
que come del mismo pan y comensal el que se sienta a cenar en la misma mesa. “Jesús
sabe que ha elegido a hombres falibles, pero su elección es irrevocable, Judas
es elegido y amado como los otros”. En el verso 18 se dice que Judas “Ha alzado
contra mí su talón”, en hebreo עָקֵֽב [aqueb] “talón” lo que se suele traducir
como “se ha vuelto contra mi”; pero esta alusión al talón nos evoca el
proto-Evangelio, donde leemos: “Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre
tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el
talón”. (Gn 3, 15”.
Otra
connotación de “talón” es que Israel -el padre de las Doce Tribus-, se llamaba
antes יַעֲקֹב
[ya-aqob] “Jacob” y este nombre significa “el que viene agarrado a su talón”.
Jesús
sabe que hay muchas enseñanzas que Él nos da y que nosotros somos incapaces de
captar. A veces, tienen que pasar años para que medio vislumbremos qué nos está
comunicando. No es maldad, ¡es debilidad! Nosotros sabemos que, ante una
realidad áspera, la primera reacción de la mente y el corazón es la “negación”:
que es el mecanismo de defensa inconsciente que implica rechazar o ignorar una
realidad o situación que resulta amenazante o dolorosa para el individuo. Este
proceso permite al sujeto evitar el sufrimiento y la ansiedad asociadas a tal
experiencia. Y esta negación se reviste de diversos ropajes: hacernos los
desentendidos, asumir que hemos malinterpretado, que se quiso decir otra cosa,
que se nos está engañando para “tomarnos del pelo”, que no hemos alcanzado a
oír bien, pero que más adelante preguntaremos para aclarar, y luego -el
inconsciente- lo olvidará para no enfrentarlo.
Traigamos
al recuerdo la reacción de Pedro: ― ¡Dios te guarde, Señor! ¡A ti no te puede
pasar eso que dices! (Mt 16, 22b) cuando
Jesús le anuncia su próxima muerte en Jerusalén.
Obremos
como Él, como Jesús, viviendo nuestras relaciones cotidianas en el servicio
reciproco. De nada valen los discursos si no se acompañan de obras de amor a
los necesitados, pues en ellos se revela el rostro del Padre. Judas no creyó en
la humildad predicada por el Maestro y, desconcertado porque este no se
presentó como Rey triunfante, lo traicionó. Tal vez Judas creía poder catalizar
la manifestación de Jesús como Mesías.
¡Señor,
danos paciencia para ser reyes en el servicio a los pobres y que no tengamos afán
de ser servidos y mucho menos de humillar a los demás!
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