Is 41, 13-20
La Mano del Señor lo ha hecho.
En
los versos 1-5, el profeta nos presenta las cartas diplomáticas que Dios da a
Ciro que entra a formar parte del Proyecto salvífico; en los versos 8-16,
hallamos una presentación de Israel, a quien también Dios le entregó -como
título diplomático- la misión que tiene ante las naciones.
Para
delegarlo a la misión, Dios le hace una declaración de apoyo, de auxilio, y el
Señor se confiesa Go´el, ser la verdadera Fortaleza del pueblo que no es más
que un gusanito (imagen hiperbólica de pequeñez e insignificancia), una oruga.
Pero el Señor es
גָּאַל
[gaal] “el Redentor”, “el Libertador”, “el pariente cercano que está llamado a
cancelar las deudas para librarlo de caer en la esclavitud”, “el que pagará la
fianza para sacarlo de la cárcel”, el único que revira por el indefenso”.
El
Señor le dice a su pueblo que lo va a transformar y de su condición de gusano,
de oruga, va a sacar un מוֹרַג
[morag] “trillo”. Nos hallamos ante una figura literaria, una especie de oxímoron
- figura retórica que
combina dos palabras o expresiones de significado opuesto creando un sentido, paradójico,
contradictorio- en este caso, a algo muy débil se le contrapone algo
despanzurrador: Una oruga es algo de suma fragilidad, si uno lo pisa lo deja
convertido en puré, en cambio, un trillo es una herramienta ruda, tosca, hecha
de madera con cuchillas de piedra o metal. Un trillo no es lo mismo que un
rastrillo, (como muchas veces se ha traducido, con lo cual se estropea la
antítesis tan fuerte oruga/trillo), un trillo es “…de tres a cuatro pies de
ancho y unos seis de largo, variando frecuentemente estas dimensiones, y se
compone de dos o tres tablones ensamblados unos con otros, de más de cuatro
pulgadas de grueso, en los que se hallan embutidas por su parte inferior muchos
pedernales muy duros y cortantes que arrastran sobre las mieses. En la parte
anterior hay clavada una argolla para atar la cuerda que le arrastra, y a la
que se enganchan comúnmente dos caballerías; y sentado un hombre en el trillo
lo conduce dando vueltas sobre la parva extendida en la era. Si el hombre
necesita más peso, pone encima piedras grandes”.
Este
oxímoron conlleva un profundísimo y altísimo sentido de “consolación”, un
pueblo que había sido reducido a la deportación y a la esclavitud, ahora es convocado
para llevar un anuncio más allá de toda frontera. Trillará los montes y praderas,
no con arrogancia y expolio, sino abajando los obstáculos y rellenando los
fosos para dar paso al Señor que llega, para viabilizar la Parusía. Recordemos
que “viene a regir la tierra con
justicia al orbe con rectitud” (Cfr. Sal 98(97), 9)
El
Señor promete no abandonarlos. Estará atento para calmarles la sed, y donará
diversidad de manantiales para garantizar que ya no habrá sed. Y árboles de
toda clase y especie, y será la propia Mano de Dios que obrará todos estos
prodigios. El Señor no ahorrará portentos para dejar traslucir su Amor por su
pueblo en la generosidad de sus maravillas.
«Israel es tan insignificante como lo es un “gusano”; pero en su debilidad será fuerte y realizará grandes empresas, porque con él está el Auxilio Divino. Por eso, no debe enorgullecerse falazmente, sino volverse a su “Redentor”, motivo único de su alegría y de su gloria». (Salvador Carrillo Alday M. Sp. S)
“El
pueblo elegido verdaderamente, trillará los montes hasta molerlos, reducirá a
paja las colinas”.
Sal
145(144), 1bc y 9. 10-11. 12-13ab
Se
nos repite que la maldad va campeona, que la corrupción lo ha invadido todo y
que es el mal de nuestro siglo. Es como un veneno de desconfianza que se nos
inocula y, lo más perjudicial de este veneno es la perdida de fe de los unos en
los otros.
¿Cómo
podemos construir Comunidad en medio de esa desconfianza circulante? Gran parte
del trabajo de zapa que se ha hecho va contra la propia Iglesia. Las monjas son
malas, todas ellas están destinadas a protagonizar alguna historia cinematográfica
de brujería. Los sacerdotes son “degenerados” y para alguna sería televisiva,
uno de los personajes es el “sacerdote mata-policías”.
Se
promueve muchísimo la lectura, (indudablemente que está muy bien), pero la
empresa editorial prioriza los escándalos en las instituciones donde la Iglesia
siembra tanto bien. Porque ¡atacar a Dios vende! Algún ingenuo quiere cerrar el
expediente concluyendo que “si el rio suena…”
Este de hoy es un salmo de la Alianza. Esta palabra codifica toda nuestra relación con Dios, Él ha hecho un hermoso Pacto con nosotros. Este Pacto va por encima de toda la infamia diseminada, de toda la calumnia que Satán ha destilado en sus alambiques.
Hay
una horrible campaña de desprestigio contra la Institución de la fe, y nosotros
no podemos caer en este bombardeo y conformarnos con ser agentes repetidores de
su falsedad.
El
salmo alefático de hoy nos llama a hacer todo lo contrario: Alabar, Glorificar,
al Dios Justo, el Rey Glorioso, al Eterno, al que es compasivo-con-los-débiles.
Hay
un profetismo que nos incumbe, el de ensalzar a Dios. Hay una tarea que nos
atañe, convocar a toda la Creación a mostrar la Misericordia Divina. Mostrarle al que duda y cree en la semilla y
en el estiércol del que divide que, el Reinado de Dios es por todas las edades.
Pero, sobre todo, que el Señor es Clemente, Misericordioso, lento para montar
en cólera y pletórico de Piedad, que significa amor al prójimo y capacidad de
compasión, con el ser humano que Él nos siente en su corazón como hijos en el Hijo.
Mt
11, 11-15
El mismo Jesús lo llamó
“el más grande” entre los hijos nacidos de mujer. ¡Y sí que lo era! Juan era un
“esforzado “, y el Reino exige esfuerzo: sólo los esforzados lo conquistan,
dice el Evangelio de hoy. Pero al final, no es el esfuerzo personal ni la
radicalidad personal lo que hace grande a una persona en el Reino, sino la sola
misericordia de Dios.
Papa Francisco
Isaías
nos había anunciado el cometido que tenía el profeta: tiene dos tareas básicas,
que se puede definir en una sola: “terraplenar”, “allanar”.
a) La montaña ha de
ser abajada.
b) Que lo hundido sea
elevado
El profeta es un verdadero Trillo. Decimos que el bautismo hace de nosotros “Sacerdotes, Profetas y Reyes”, pero no nos lo tomamos en serio, o por lo menos, no lo suficientemente en serio -y no estamos invitando al fundamentalismo ni al apocaliptismo-.
Juan
se lo tomó muy a pecho -era “el bautista”- llamaba a la Conversión, si uno está
abajado ha de insistir para rellenarse, y si está como “montaña”, protuberante,
tiene que hacer su mejor esfuerzo para abajarse.
Hemos
dejado -flagrantemente- que hagan de las suyas. Falta hacer una toma de consciencia
real. Con toma de consciencia no queremos emparentar con la violencia: ya se ha
dicho hasta la saciedad, no podemos recurrir a métodos contrarios a nuestra
finalidad.
Los
que aplican la violencia no se paran en mientes frente al Reino de los Cielos,
ni a nada, para ellos no hay valores Sagrados; su cinismo no les da para eso.
Así que donde empieza a germinar, ellos llegan con sus guadañas y a punta de
lanzallamas y napalm lo arrancan, lo arrebatan, lo desarraigan: ¡A punta de
violencia!
Sabemos
¿por qué Juan es superior a cualquiera nacido de mujer? Porque Juan no es tanto
profeta, como discípulo. Jesús no ha empezado su anuncio, no ha predicado
todavía, pero ya Juan está allí “siguiéndolo”, lo sigue en la “Vanguardia”, va
por delante, es el Primer Discípulo, quizás segundo, si contamos como Primera a
María Santísima.
¡En
eso estriba que no ha nacido de mujer uno más grande!
¿Qué
hay que hacer? ¿Nos organizamos para implementar nuestra propia violencia? ¡Nada de eso! Sólo les daríamos pretexto para
destruirnos como personas y sepultar el legado cristiano que estamos llamados a
conservar y trasmitir.
Lo
que tenemos que hacer es no fomentar el engaño, no seguir contándonos historias
dulzonas y bobaliconas. No aplicarle maquillaje al Evangelio. No reducir el
legado de Dios a película de muñequitos. Tampoco quedarnos añorando el pasado
glorioso cuando el rey ordenaba en qué y a quien creer. No pactar con
Babilonia. No vender la conciencia al mejor postor, porque no se trata de un
“remate”.
¿Quiénes están en el Reino de los Cielos que Jesús afirma que son superiores a Juan el bautista? Los Mártires, porque ellos han sido coherentes con su fe: fueron fieles y perseveraron en su fidelidad. Pero, aquí viene la clarificación excelsa, un sentido justo de las proporciones, porque la redención no es un sistema meritocrático. Nosotros debemos dar todo lo mejor de sí, pero la contabilidad final, dependió de la Sangre Redentora del Go´el.
«Si
fuera el esfuerzo personal, el momento final sería como un pago de méritos; la
salvación habría sido “ganada” y no una “gracia”. Sin embargo, ha sido la
sangre de Cristo quien nos ha dado la salvación, no nuestros esfuerzos». (Papa
Francisco)
No
temamos a los violentos, que los temblores no nos impulsen a la incoherencia:
Profetismo. Testimonio y Discipulado están emparentados, son distintos momentos
de la misma Fidelidad.





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