Hch 11, 21b-26. 13, 1-3
Antioquía, donde por
primera vez llamaron a los discípulos cristianos
En la cultura hebrea, donde hunde sus
raíces nuestra fe, los nombres son esenciales, nos guían en el desciframiento
del rol que juega la persona, y eso nos facilita leer el Mensaje. Tomemos el
nombre Bernabé: Βαρναβᾶς (Barnabás), בר נביא
(bar nəḇiyyā, bar naḇyā), que significa "Hijo de la Profecía" su etimología
es, "Hijo del Profeta", בּר
(bar, “hijo de”) y נְבִיָּא (nəḇiyyā, “profeta”). Originariamente se llamaba José, muy probablemente su impacto y
eficacia como predicador. San Pablo dirá refiriéndose a él que “era un buen
hombre, lleno del Espíritu Santo y de fe” (Cfr. Hch 11, 24).
Jerusalén era el centro del judaísmo y se convirtió también en el corazón de la Cristiandad, pero a raíz de las persecuciones los cristianos judíos y los cristianos helenistas tuvieron que abandonar la “Ciudad Santa” y se dispersaron por todo el mediterráneo y el oriente medio, de manera tal que, hubo un geo-desplazamiento y poco a poco la tercera ciudad en importancia en aquella época -después de Roma y Alejandría-, Antioquia de Siria- nucleó el centro de convergencia de oriente y occidente, donde llegaron los chipriotas, los cireneos, y se dio la conversión al cristianismo de paganos, judíos y judíos helenistas.
Muy paulatinamente se fue dando un cambio
de óptica de los que al principio se sentían judíos de origen y cristianos
conversos, con una neta identidad propia, abrieron sus puertas y su corazón a
la aceptación de los paganos que no se habían convertido al judaísmo, ni
siquiera en la categoría de simpatizantes, a los que ellos denominan “temerosos
de Dios”.
Esta situación los llevó a precisar su
identidad y así fue como -bien sabemos- finalmente que en Antioquia empezaron a
llamarlos “cristianos”; de otro lado, conforme Jesús era declarado y tenido por
Señor, se oponía a los intereses del imperio, con conflictos encontrados de sus
intereses políticos y económicos. La evangelización se declaraba como directa
contradictora de los que habían y querían seguir detentando el monopolio
político, ellos se consideraban los “señores únicos”. Pero ahora, aquellos
“anunciadores” predicaban un Señor que estaba por encima de ellos, en tanto y
cuanto, era el Señor de los Cielos, bueno eso vaya, y pase, pero también lo
declaraban Señor de la tierra, y era ahí, que decían: ¡un momentico!
Ante el crecimiento de la comunidad
creyente en Antioquía, y habiendo alcanzado la noticia a Jerusalén, fue enviado
Bernabé. ¿Reparó en celos y
prevenciones? No, sino que saludó este avance y se alegró y les recomendó
seguir unidos y mantenerse activos y vigilantes. ¿Por qué procedió tan
positivamente Bernabé? Porque era un hombre de bien y estaba lleno del Espíritu
Santo. No cayó en melindres ni se puso en guardia, sino que los aceptó
Se nos informa, en esta perícopa que en
Antioquía había profetas y maestros. Los doctos investigadores nos han traído
la noticia de que allí nacieron comunidades muy semejantes a las que hoy
llamamos “pequeñas”, donde se reunían para considerar las Escrituras y para
celebrar cena-ágapes, orar y ayunar.
Este Bernabé, levita de origen chipriota,
jugará un rol sobresaliente en este giro, fue él quien tuvo la iniciativa de ir
a buscar a Pablo para aprovechar su hondo conocimiento de las Escrituras, se
quedaron allí, en Antioquía todo un año, y se les unió para asumir la tarea
evangelizadora e itinerante que condujo el ciclo de viajes de Pablo, que conocemos
en el número de cuatro. Esta decisión fue tomada a la luz del impulso generado
por el Espíritu Santo, como se nos narra, un día en el que se encontraban
unidos en oración y ayuno. Antes de la partida, hubo consagración en el
Espíritu, con la “imposición de las manos”, simbolizando este Envió y la Gracia
que los iba a acompañar.
Bernabé y Pablo pasaron todo un año
juntos en Antioquía y fue la oportunidad de “enseñarles a muchos” las sendas
del cristianismo. Fue a ellos -Pablo y Bernabé-
a quienes los antioquenos comisionaron para llevar el fruto de la
campaña económica que, para socorrer a los hierosolimitanos, se hizo en
Antioquía. Cumplida esta misión volvieron a Antioquía, llevando con ellos a
Juan Marcos.
Es muy importante en el estudio de la historia
del cristianismo primitivo, hacer conciencia del proceso vivido por los
antioquenos, que se sintieron responsables y suficientemente capaces para
sostener y auspiciar una misión que llevara el Anuncio, más allá. Esta misión
fue encomendada a los tres: Pablo, Bernabé y Juan Marcos.
Este era el que ahora nosotros llamamos
el “primer Viaje de Pablo, que levantó ampolla en Jerusalén, en los cristianos
de origen judío; por eso, se reunió el “Concilio de Jerusalén”, que era una
Asamblea de la Dirigencia Cristiana, no un Concilio como los 21 que conocemos
hasta hoy en día, pero que ciertamente asumió en su momento discernir el asunto
de la circuncisión y el ingreso de los gentiles.
A pesar de la aprobación del Concilio, Pedro y Bernabé, dudaron y se detuvieron en cuanto lo tocante a la admisión de los no-judíos en el cristianismo. Al reanudar su misión Pablo y Bernabé se separaron, Pablo siguió adelante en compañía de Silas y Bernabé con su primo Juan Marcos. A partir de ese momento, no sabemos a ciencia cierta qué fue de Bernabé, pero hay tradiciones que lo ven, primero predicando en Alejandría y Roma, y posteriormente como primer Obispo de Milán.
Sal 98(97), 1. 2-3ab, 3c-4. 5-6
“El Señor da a conocer su Victoria,
revela a las naciones su Justicia”. Es en este preciso momento, cuando
descubrimos su Grandeza y la Maravilla de sus Obras, que nosotros nos vemos
obligados a cambiar la melodía de fondo y la letra de nuestros himnos, no
podemos seguir cantando el mismo cantico de ayer, se precisa incluir en el texto
la nueva perspectiva:
Su Santo Brazo nos ha dado la Victoria.
Él no ha olvidado sus promesas, lo que le
ofreció a su pueblo escogido, si bien ha habido un cambio y los destinatarios
de su predilección se han visto acrecentados con pueblos y pueblos que se han
sumado, sustituyendo a los que no quisieron aceptarlo. Así ha manifestado que
su Justicia es aún mayor de lo que nos habíamos imaginado.
Esta Victoria inefable ha traspasado todas las fronteras, a los que ayer se les negaba el pasaporte para pertenecer a sus tribus, hoy les ha abierto las puertas y los brazos de par en par. ¿Cómo no cantar a grito en cuello, con un ruidaraje-espantoso, atronador, para los que son envidiosos- que ya no se cuentan los fieles por miles, que ahora su número supera los quintillones?
Todos en la tierra, de extremo a extremo,
gritan. vitorean, y tocan. Es la Teruah, estrepito hecho por las trompetas, el
silbido de una gran reunión de personas gritando a una sola voz (cfr. Nm 10,
5-6), es la aclamación que lo reconoce como Rey: Kyrios, será la aclamación en
griego.
¿Cómo podemos negarnos a alabarlo si Él
rige ya y regirá por siempre el Orbe y su Justicia y la Rectitud de su Mandato,
destellará cada vez más como Insigne Lumbrera?
Es un salmo del Reino, ¡Es YHWH El que Reina!
Mt 10, 7-13
Los envió
El apóstol, al dar lo que ha recibido, entra en
el seno de la Trinidad. El don es una victoria sobre la posesión, que encuentra
en el dinero el mediador universal. La ausencia de dinero hace que las
relaciones sean de gracia y amor, en vez de ser de interés y meretricio.
Silvano Fausti
La fidelidad de la misión es liberar del espíritu inmundo y dar el Espíritu Santo. No se trata de lavarnos la cabeza y recibir un Cirio encendido, se trata de una misión que tenemos con esa luz que se nos ha entregado. Se trata de tomarnos en serio el bautismo y llevar la claridad de la Luz de Cristo, allende las fronteras. Hasta los mismísimos confines de la tierra. Llegándonos hasta las periferias existenciales, como nos encarga Papa Francisco.
Se refiere, pues al Envío. Estamos ante
un llamado a ser discípulos. Pero de una Iglesia en Salida. No se trata de una
llamada para pastorear melindrosos a unas cuantas y muy pocas ovejas. Hay que
anunciar que el Reino de Dios está cerca.
Se trata de ondas concéntricas: este
estudio del Envío nos muestra nítidamente que, al principio, Jesús nos envió a
los cercanos, en un segundo momento expandió el circulo a los samaritanos, en
el tercer momento pasamos a los judíos de habla griega, y luego a los paganos,
así cada vez a regiones más amplias y a pueblos sin discriminación.
Demos una mirada eulógica a la Oración
Colecta de esta memoria obligatoria que celebramos hoy día, que en su parte
petitoria dice: “Concédenos, te rogamos, que el Evangelio de Cristo, que San
Bernabé anunció con tanta firmeza, sea siempre proclamado en la Iglesia con
fidelidad, de palabra y de obra”.
Con el cuidado de una Madre y la
Sabiduría de una Maestra, la Iglesia nos descifra el sentido de nuestra misión,
para que podemos ser discípulos-misioneros como nos ha esclarecido Aparecida.
No se trata de estar adentro, sino de
entrar para luego ir a caminar juntos (sinodalidad). En verdad que el Llamado
se ha hecho, no para un selecto y refinado grupo, no se ha convocado a una
elite. No somos ni sabios, ni perfectos. No hemos sido entresacados de en medio
de los escribas y los fariseos. No somos doctores de la ley, ni piadosos que se
arrinconan con sus devociones en los altares de sus casas. No tenemos ningún
título ni carnet que nos avale. Solamente nos hemos sentado a sus pies,
fascinados, a escucharlo, y ahora nos arde el pecho de ansias de salir a
proclamarlo.
«Para el apóstol es determinante la
pobreza: es libertad con respecto al dios de este mundo, signo de gratuidad y
de posibilidad de evangelizar… Si el dinero es la seguridad del rico, la
alforja es la seguridad del pobre, que en ella guarda sus provisiones. En
cambio, el apóstol confía en el Padre y en los hermanos». (Silvano Fausti)
«El Señor quiere una Iglesia pobre que
evangelice a los pobres… La pobreza evangélica es una condición fundamental
para que el reino de Dios se difunda. Ante el ejemplo y las palabras de Jesús,
nos damos cuenta de cuánta necesidad tenemos de conversión, de hacer que la
lógica del ser más prevalezca sobre la del tener más». (Papa Francisco)
Vamos a enumerar, aquí, las cuatro
misiones que Jesús nos confía, porque son las bases de nuestro “servicio”, el
fundamento de nuestras diakonías:
1)
Curad enfermos
2)
Resucitad muertos
3)
Purificad leprosos
4)
Expulsad los demonios
Como estos poderes se nos han confiado
gratuitamente, gratuitamente -también nosotros- los hemos de entregar.
La paz que iremos entregando se quedará, doquiera sea aceptada, y donde fuere rechazada, volverá -cual búmeran- a nuestras manos. (Y al decir búmeran, no estamos hablando de armas, ni sumándonos a los que compiten en las cruzadas armamentistas, sólo subrayando que sale y retorna, si se le sabe arrojar, porque no es un arma, sino -similar al frisbee- un artefacto recreativo).
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