viernes, 2 de mayo de 2025

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

 


DÍA NACIONAL POR LA RECONCILIACIÓN 2025 - COLOMBIA

 

Nm 21, 4b-9

Esta perícopa que vamos a leer hoy viene exactamente después de la muerte de Aarón (Nm 20, 22-29). Es una perícopa muy interesante y muy importante porque en ella aprendemos que Dios les había prometido una tierra feraz, la tierra de promisión. Y, uno cuando oye eso piensa que Dios les va a dar una tierra, cultivable, de fáciles y frecuentes cosechas, deshabitada, donde nadie les va a cuestionar la titularidad y donde todo será de pan coger. Y en cambio, ¿qué se encuentran? una tierra habitada, con dueños y que esos dueños la defienden a dentellada limpia, por ser suya, y no la ceden así como así, y los israelitas tienen que esforzarse mucho para conquistarla.

 

Salieron, pues, los israelitas, rumbo al Mar Rojo, rodeando para evitarlo, el territorio de Edón. ¿Cómo iba el pueblo israelita? וַתִּקְצַ֥ר  [wat tik tsar] “Muy desanimado”, “total desaliento”, “extenuado”, “carente de fuerzas”. El pueblo armaba su campamento aquí, lo recogía, lo volvía a armar acullá, se enfrentaba con los cananeos que hallaba a su paso. ¿En que resultaba todo esto? En que el pueblo se sintiera así: abatido, completamente fatigado, desesperanzado, sin una gota de aliento, algunos traductores han puesto “perdieron la paciencia”. Y ¿qué hacían? ¡Despotricaban contra Dios y contra Moisés! ¡Atención! Suele suceder que la fatiga nos quebranta, y nos lleva a dudar de la “Fidelidad Divina”; y, entonces, nuestra lengua osa atentar contra el Nombre Sagrado, levantando murmuraciones de insatisfacción.

 

Vienen entonces las הַנְּחָשִׁ֣ים הַשְּׂרָפִ֔ים serpientes “venenosas”, la palabra es “quemantes”, “ardientes”, viene de שָׂרָף [saraf] la raíz de la que también se deriva “serafín”, se suele decir que por el efecto febril que causaba su picadura y la agonía subsecuente. Es una especie de secuencia: fatiga extrema descontento murmuración y chisme culebras muerte.

 

A la serpiente se la ha atribuido tradicionalmente ser simbología de la traición, la maledicencia, la difamación, en fin, representación del “chisme”. Más extensamente se le tiene por personificación del Maligno, y al Maligno se la llama “Padre de la Mentira” (Cfr. Jn 8,44).


 

Viene -muy importante- la toma de conciencia por parte de los israelitas- que se confiesan delante de Moisés. ¡No se impone penitencia! Moisés intercede ante YHWH y, el Señor le ordena hacer una imagen en bronce de “una de esas” (ardientes) y cuando alguien fuera víctima de su picadura, su cura provendría de “mirar a la serpiente en la asta de bandera, y se salvaba.

 

Ya en el Evangelio joánico nos dicen que: “Mirarán al que traspasaron”. (Juan 19, 37) de lo que encontramos antecedente en la profecía de Zacarías: “Llenaré de espíritu de bondad y oración a los descendientes de David y a los habitantes de Jerusalén. Entonces mirarán al que traspasaron y harán duelo y llorarán por Él como por la muerte del hijo único o del primogénito” (Za 12,10).

 

Estos textos se emparentan y resultan ser vaticinio del efecto Salvífico del Salvador muerto en la Cruz -verdadera asta de bandera- donde serpentea el “INRI” (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum), estandarte de la Salvación.

 

Pero la serpiente en la vara no les gana las batallas, ni asusta a los cananeos. Sólo es un antídoto, solo es un antídoto contra la picadura de las serpientes.

 

Podemos identificar de la mejor manera posible a la serpiente, si vamos a los tiempos de Salomón, él trajo de Egipto una esposa y además todo un modelo social y económico. En Egipto la serpiente era símbolo de la cultura y la diplomacia que sostenían la política absolutista del Faraón. Como se le ve en las representaciones encontradas, aparecía con una serpiente en la frente, lo que significa que se le consideraba detentador de la absoluta e incuestionable sabiduría para gobernar sin freno. ¿Cuáles fueron las consecuencias de este modelo gubernamental que importó Salomón? Trabajos forzados, pesados tributos, lujo de la corte y, por el otro lado -como siempre sucede- miseria del pueblo (cfr. Euclides Martins Balancin e Ivo Storrnilo).

 

Sal 78(77), 1-2. 34-35. 36-37. 38.

Se ha casado una Alianza. Este salmo tiene por objeto narrar la historia de la Salvación para que podamos cerciorarnos en ella, de la fidelidad de la Alianza. Pasemos revista desde el Éxodo hasta el reinado de David. Es una historia salvífica cuyo curso requerimos interpretar para poderlo trasmitir a nuestra descendencia y -de esta manera- perpetuar la gratitud y el compromiso que tenemos con el Señor. La Alianza requiere memoria histórica no para rendir cuentas escolares de un aprendizaje, sino para atesorar nuestra verdadera herencia: nuestra identidad religiosa, la herencia de la fe.

 

Con los versos entresacados se han organizado cuatro estrofas: En la primera hay una propuesta a recibir los “enigmas del pasado”, porque el Señor nos narra su relato dándole un enfoque clarificador: “desenigmatizándolo”. Él es el Señor de la Historia.


Como buscando el suicidio, muchos tronchaban su vida estrellando su pecho contra la calamitosa roca del pecado; ahí sí, los demás, prontamente se volvían suplicantes cayendo en cuenta que -en cambio- Dios también es Roca, pero no para matarse contra ella, sino para recibir resguardo y protección.

 

El Señor desenmascara el culto hipócrita que “adula” a Dios de dientes para afuera; pero -mientras tanto- el corazón anida la infidelidad a la Alianza.

 

¿Venía entonces el castigo? No, sino el Corazón Compasivo, siempre fiel, siempre firme a la Alianza. Se compadece y perdona, porque Él no es un dios de destrucción, Él es Dios-Misericordia.

 

Jn 3, 13-17

Es posible que la frescura y novedad que ha traído el Papa Francisco se quede en actitudes suyas sin que interpele las nuestras. Que el aire nuevo que de alguna manera se ha sentido con sus gestos y palabras pase a ser una manera propia de su personalidad y no modifique la nuestra. Por eso es tan importante insistir en la propia conversión para esta renovación eclesial que necesitamos.

Consuelo Vélez

 

¿Cómo se prolonga y se lleva adelante esta alianza en nuestro tiempo? En la perícopa del salmo se muestra la expresión de la Misericordia. “Una y otra vez reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor”. La alianza es -verdaderamente- un Dique de contención de su Cólera. Jamás le dará rienda suelta, porque antes que enojo Él es Perdón. Tenemos que entender la verdadera dinámica que subyace a Dios que se humana y se hace “Dios-con-nosotros”. Pues, Su Presencia entre nosotros es Presencia Soteriológica.


Nadie ha estado -previamente a su existencia- en el Cielo, con Dios-Padre. ¡Pero Jesús sí! Él ha bajado del Cielo y escogió por destino, hacerse hombre-integro con la única salvedad del pecado, (urge aquí una precisión antropológica: esta fórmula que se acuñó tuvo un sonante éxito y la repetimos mecánicamente, pero ella anida una ambigüedad, ¿el hombre es -por antonomasia- pecador? Nuestra respuesta es ¡no! El hombre fue creado sin fisura, buenísimo, como lo afirma Dios al final del sexto día (Cfr. Gn 1, 31); pero, el pecado introdujo en él una chitiadura, que técnicamente se denomina “concupiscencia”. La chitiadura no es propiamente un defecto de fabricación, es el resultado de un “golpe” que se le ha dado a una pieza, dejándola resquebrajada y propensa a la ruptura. La concupiscencia es la fragilidad que nos hace vulnerables a la tentación). Nada que sea corruptibilidad lo alcanzó. Aceptó cargar con todos los inconvenientes y las insuficiencias de la criatura, para poder redimirnos. Ya lo estampó la teología ¡sólo lo que es asumido es redimido! (San Ireneo de Lyon); si algo no se asume, queda excluido: el pecado no fue asumido porque no es un rasgo propio sino accidental, en consecuencia, no es redimido. La redención se aplica al sujeto que por pura gracia la recibe: la Sangre de Jesús gotea para perdonar, pero hay que ubicarse en la trayectoria de la gota que desciende, para que ella caiga justo sobre la “falta” y la subsane.

 

La idea común que manejamos es que la sangre “mancha”. ¡No así la “Sangre Redentora” que limpia y purifica cuanto toca!

 

Esto significa que, “el pueblo” ha obtenido la Victoria, por medio del Salvador. Esta Victoria del pueblo escogido, se alcanzó por medio de Jesús. ¿Quién es en este relato el interlocutor de Jesús? La Victoria del Pueblo: “Nicodemo”. ¡Es muy extraño que este judío, miembro del sanedrín, fariseo por su formación y su posición económica y religiosa como Rabino, tenga precisamente este nombre de raíces griegas: “Victoria del Pueblo”! La Victoria estriba en que Él ha descendido de su Morada Eterna, para que nosotros podamos ascender a Dios.

 

Juan siempre presenta la Cruz como Trono-y-Proyectil de glorificación: La Cruz es un cohete directo a la Gloria, para el “pueblo victorioso”; así como Eva, nace del costado de Aquel dormido en la Cruz con profundo sueño. Esta sangre no ha sido simplemente derramada, ha sido trasfundida en los que creen, para que ellos tengan Vida Eterna. El Calvario tiene que descifrarse como tal, el lugar de la Divina Trasfusión.

 

Es esta Trasfusión la que llena nuestra “vacuidad”. Nosotros hasta el Soplo de Vida de Dios somos הֶבֶל [jabel] “nada”, “vacío”, “vanidad de vanidades”, “futilidad”, “Abel”. Nuestra identidad se alcanza si nos encontramos a nosotros mismos en la “imagen-molde”, en el “ideal de hombre”, solamente adhiriéndonos a Él se puede llenar nuestra “nada”. ¡Si somos esclavos del “engaño”, en el ser-paradigmático de Jesús que cumple a cabalidad la perfección del ser-humano, no podremos ver La Luz! ¡Mucho menos descubrir en Él al Pastor, Él que cumple a cabalidad ser modelo y sentido de Vida!

 


Colombia está llamada a asumir lo que Papa Francisco llamó la “Mística del encuentro”. los obispos de Colombia dirigen un mensaje bajo el lema “Colombia, ¡abre tu corazón de Pueblo de Dios!, ¡déjate reconciliar!”, palabras con las que el Papa Francisco animó al país durante su visita apostólica en septiembre de 2017. Frente a la polarización y la violencia que vive el país, el episcopado subraya que “Colombia necesita reconstruir la confianza como primer paso para lograr la reconciliación”. Señalan que este no es solo un anhelo político, sino un “imperativo humano y cristiano”, que exige “tratarnos como hermanos” mediante el diálogo, la justicia y la misericordia. Los obispos hacen un llamado contundente a todos los actores políticos, sociales, económicos y religiosos, para que asuma la reconciliación como “una responsabilidad inaplazable”: “No podemos delegar esta tarea en otros ni esperar tiempos más favorables: el momento de sanar, de reencontrarnos, de tratarnos como hermanos es ahora”, enfatizan.En sintonía con el Año Jubilar, piden que la reconciliación sea “el más notorio signo de esperanza” e instan a cada colombiano a convertirse en “sembrador de reconciliación”, siguiendo “la mística del encuentro” promovida por el Papa Francisco.

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