domingo, 14 de diciembre de 2025

Lunes de la Tercera Semana de Adviento


Nm 24, 2-7. 15-17ª

תּוֹרָה [Torah] que significa "enseñanza", "instrucción" o "doctrina", nosotros traducimos con frecuencia “La Ley”, y está bien, pero contiene, además, todos los elementos que definen la identidad del pueblo elegido. A estos cinco Libros en conjunto los llamamos en griego Pentateuco. Está integrada por cinco Libros:

♦ Génesis, que se llama Bereshit y significa "En el comienzo"

♦ Éxodo, que se llama Shemot y significa "Nombres"

♦ Levítico, que se llama Vayikrá y significa "Y llamó"

♦ Números se llama Bemidbar, que significa "En el desierto".

♦ Deuteronomio, que se llama Devarim y significa "Palabras", "Cosas" o "Leyes".

 

¿Por qué se llama este Libro “números”?  Porque el primer capítulo está dedicado a registrar unos censos, dos, más exactamente. Estos empadronamientos tienen un carácter organizativo, y lo que están significando es que el pueblo elegido va atravesando el desierto como un ejército “terrible” en formación. Donde ellos se estacionan blindan el Arca de la Alianza tres tribus por cada uno de los puntos cardinales. Cuando van marchando, avanzan seis por delante y seis por detrás.

 

Se podría decir que el pueblo de Israel forma un ejército en torno a Él va su pueblo como un sistema planetario que tiene en el centro su Sol: El Arca de la Ley. Supongamos un desfile marcial que saca a relucir todo su poderío con un desfile, y que pone a su Capitán como eje del sistema. Nosotros también hemos visto los desfiles del anticristo todos poniendo por centro su fetiche: los misiles. ¡La idolatría bélica!

 

Hay una cosa bastante sorprendente en la sagrada Escritura, y es que no se canta un panegírico servil que maximiza al líder, sino que se muestran escuetamente las fricciones y las tensiones y desalientos que se dan al seno del pueblo y de sus líderes y lideresas entre ellos y con el pueblo.

 

Podemos trazar un mapa de este Libro, dividiéndolo en tres segmentos:

i)              1,1 – 10,10: Diecinueve días en el Sinaí

ii)             10, 11 – 21, 35: Treinta y ocho años de travesía por el desierto de Cades

iii)           22, 1 – 36, 13: Once meses al nororiente del Mar Muerto, en territorio moabita

 

En la tercera parte, están los capítulos 22 al 24, que narran la historia de Bala´am y de su burra. Se nos introduce un personaje extraño, brujo y adivino del territorio de Moab, en la actual Jordania; Balak, rey de los moabitas, le había pedido que pusiera a Israel bajo maldición. Babilonia era renombrada por sus adivinos. Para gran sorpresa de Balak, Bala´am era inútil para el cumplimiento de esta tarea y, por el contrario, se vuelve instrumento al servicio de los planes de YHWH. En esta parte -capítulo 22-  se insertan, bastante traídos de los cabellos, cuatro oráculos de Balak ("devastador", "desnudador" o "aniquilador". Proviene del verbo hebreo balak, que es poco usado y significa "devastar o asolar").


La perícopa de hoy inicia cuando Bala´am ve al pueblo israelita acampando en perfecto orden de escolta a la Presencia de Dios en el Arca. Lo primero que descubre son las אֹ֫הֶל [o-jel] “Tiendas” del campamento Israelita y lo que él ve en ellas es armonía, que parecen un jardín junto a un río, como aloes plantados por el propio Señor, o cedros que riega con agua de sus Baldes.

 

Pero lo que él ve, no es una visión normal, se le descubre a sus ojos, porque Dios le ha dado esa perspectiva: Ha hecho de él

a)    Alguien capaz de escuchar la Palabras de Dios

b)    De contemplar las visiones del Poderoso

c)    Hombre de ojos perfectos

d)    Del que escucha y atiende las Palabras de עֶלְי֑וֹן [el-yon] Dios-Altísimo y se le han dado a conocer los Planes del שַׁדַּי֙ [Shadai] “El Todopoderoso”, y entra en trance.

 

Dice, no obstante, que “no será pronto”. Anuncia la llegada del Mesías, que aquí es comunicado y proclamado como: a) Estrella de Jacob y b) Cetro de Israel.

 

Este extranjero se hace profeta del Altísimo porque el Espíritu sopla donde quiere, no sólo sobre un pueblo sino sobre todos los seres que -a fin de cuentas- son sus criaturas también amadas.

 

Sal 25(24), 4-5a. 6 y 7bc. 8-9

Este es un salmo de súplica que alterna la meditación con la plegaria. La súplica es regada -como un jardín- por lágrimas de humilde penitencialidad.

 

El penitente ilumina su propio marco, para que el Señor lo vea allí, rodeado de su abajamiento, de su apocamiento, de su arrepentimiento

i)              Pobre

ii)             Desgraciado

iii)           Atormentado

iv)           Miserable

v)            Apesadumbrado

vi)           Empecatado

vii)          Sitiado por sus enemigos.


Es, también un salmo alefático. Lo que se propone es mostrar que la Ley es la Palabra perfeccionada para llevar al hombre a las Cumbres Celestiales. Son pues, veintidós versículos. Tomamos cinco de ellos para articular, en tres estrofas, la perícopa que se proclama hoy.

 

1ª estrofa. Tómame de la mano Señor y condúceme como a niño pequeño que no ha aprendido a caminar.

 

2ª estrofa. Apela a la Ternura y a la Misericordia Divinas.

 

3ª estrofa. Se deja guiar por el Señor porque Él es Recto, a los pecadores les muestra el Camino verdadero, se complace en guiar a los humildes.

 

La antífona responsorial suplica: Señor, instrúyeme para caminar por tus Sendas. La Torah es la Senda para la que nos instruye el Todopoderoso.

 

Mt 21, 23-27

Él es el rechazo de toda idolatría

“Pero sean así ¿no? Un poco más normales, no sean tan rígidos…” Pero detrás de esto está: “Pero no vengan con historias ¡Qué Dios se ha hecho hombre!

La Encarnación del Verbo, ¡ese es el escándalo que está detrás!

Papa Francisco

Jesús es una fuente de inquietud para las autoridades del judaísmo, Él irrumpe en el Templo y, vienen a interrogarlo los sumos sacerdotes y los ancianos, a quienes se les entregaba, en el judaísmo, la máxima autoridad, eran los monopolizadores de esas facultades, se consideraban sus detentadores: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?

 


Es como un pulso: Ellos se arrogaban la autoridad total, autoridad institucionalizada.  El tema es, la ἐξουσίᾳ [exousia] “autoridad”, “poder”, “potestad”, “facultades para proceder en determinada situación y dentro de cierto territorio, carácter jurisdiccional de a autoridad”.

 

Se trata de una nueva emboscada. No es una pregunta de aquellas que el docente hace para promover o no al estudiante. Aquí estamos ante un examen cuya calificación dará la tumba o la muerte: falso dilema. Cualquiera que sea la respuesta va a “perder el año”. Si Jesús, simplemente se compromete a contestar, diga la que diga, su nota será la peor. Por eso, no les contesta, a boca de jarro -es decir, a quemarropa, un tiro a quemarropa, no puede fallar, la víctima está tan cerca al cañón del arma, que la pólvora alcanza a chamuscar sus vestiduras, cuánto más quemará las carnes del que caerá súbitamente muerto. Les pone por condición, contestarle antes una pregunta, una vez le contesten, Él se compromete a dar su propia respuesta, pero si ellos no le contestan, Él quedará libre de caer en la celada.

 

Se creen muy “brillantes” estos sumos sacerdotes y ancianos, que sólo ellos tienen y saben formular preguntas acorralantes.  Ante todo, lo que Jesús quiere enseñarles es que, Él no cae en la emboscada en la que puede caer el ingenuo presumido. Que Él sabe -perfectamente- que lo que hacen es tenderle una insidia. Pues contra insidia menor, insidia mayor, contra pelos de perra -como dice la homeopatía- pelos de la misma perra: El bautismo que daba Juan, ¿por qué ellos no lo aceptaban? ¿Era del Cielo o era una invención humana?

 

Quieren plantear dilemas irresolubles, pues miren, ¡aquí tienen uno!

1)    Si ellos decían que el bautismo joánico venía del Cielo, todos dirían, entonces ¿por qué no lo acogieron?

2)    Si respondían que “de los hombres”, el corazón de todos gritaría: “Juan era un profeta de Verdad, venido de Dios”, ¡Era el Elías, que había quedado de preceder al Señor! ¡Era el Precursor!

 

«Pero ¿cuál es el problema que esta gente tenía con Jesús? ¿Son quizá los milagros que hacía? En realidad, el problema que escandalizaba a esta gente era el que los demonios gritaban a Jesús: “¡Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Santo!” este “es el centro” esto escandaliza de Jesús: “Él es Dios que se ha encarnado”. (Papa Francisco)


Este Evangelio mateano está estructurado por “sermones” que alternan con diversos hechos de Jesús:

1)     8,1 – 9,38

2)    11,2 – 12,50

3)    13, 53 – 17,27

4)    19, 1 – 23, 39, de este bloque de "hechos varios" se extrae la perícopa de hoy.

5)    Aquí los diversos hechos de Jesús, son los que lo llevan al pináculo de su entrega: Pasión, Muerte y Resurrección: 26,1 – 28,20; donde concluye el Evangelio.

sábado, 13 de diciembre de 2025

PARA UNA NUEVA ANTROPOLOGÍA

 


Is 35; 1-6; Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10; Sant 5, 7-10; Mt 11, 2-11

 

Si Dios se ha hecho hombre, ser hombre es la cosa más importante que se puede ser.

Ortega y Gasset

 

Mirando el testimonio de san Francisco, comprendemos que el secreto de la verdadera felicidad es precisamente: llegar a ser santos, cercanos a Dios.

Benedicto XVI

 

Gaudete

Salta a la vista el carácter penitencial de esta temporada de Adviento reflejado en el color de los ornamentos: morado, color de sobriedad, de ayuno y penitencia, de arrepentimiento por nuestros pecados. En este Tercer Domingo de Adviento, sin embargo, (llamado “de Gaudete”, que se puede traducir “de alegría”) el color será Rosado, para significar regocijo; y es que tenemos motivo para la alegría, Tú has cambiado mi lamento en danza; me has quitado el luto y me has vestido de alegría.” Sal 30(29), en el verso 11(12).

Los motivos para mudar de sentimientos están expresados especialmente en tres puntos de la liturgia:

·         En la antífona de Entrada, tomada de Flp 4, 4a.5a.c: “Estén siempre alegres en el Señor, se lo repito, estén alegres. El Señor está cerca”.

·         En la oración colecta: “Oh Dios, que ves a tu pueblo con fe esperando la festividad del nacimiento del Señor, concédenos alcanzar la gran alegría de la salvación,…

·         En la Primera Lectura (Is 35; 1-2a): “Regocíjate yermo sediento. Que se alegre el desierto y se cubra de flores, que florezca como un campo de lirios, que se alegre y dé gritos de júbilo, porque le será dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón”.


En la Primera Lectura al Mesías se le designa como “Dios vengador y justiciero viene ya para salvarnos”, y nos precisa cuáles serán sus señas de identidad para poderlo reconocer:

i)              Iluminara los ojos de los ciegos

ii)             Los oídos de los sordos se abrirán

iii)           Saltará como un ciervo el cojo

iv)           La lengua del mudo cantará

 

En el Evangelio San Juan Bautista llama al Mesías “El que ha de venir”; y manda a preguntarle si Él es el Mesías. Jesús –en vez de responderle directamente con un “Si, Yo soy”- le contesta con un elegante y hermosísimo giro literario[1], mostrándole que verdaderamente Él era “el que había de venir”, el que cumple con todas las señas profetizadas. Él es la alegría de la salvación y por eso, este Domingo Tercero de Adviento es de Gaudete, “porque el Señor está cerca”.

 

El salto infinitamente largo

«La mayoría de los pueblos y familias de la tierra celebran en diciembre la Navidad, pero muchos de ellos no saben ya lo que significa Navidad, ni lo que celebran. Se quedan con la apariencia sin el fondo; celebran el “envoltorio” sin abrir el contenido, el regalo que nos llega a todos de parte de Dios. Pero no todos lo abren. ¡Qué lástima! ¡Qué superficialidad!»[2]


 
«T. S. Eliot escribía en uno de sus poemas:

“Hay varias actitudes hacía la Navidad

De algunas de las cuales podemos prescindir:

La social, la torpe, la abiertamente comercial,

La juerguista (las tabernas abiertas)

E incluso la infantil (que no es la del niño

para quien la vela es una estrella y el ángel dorado

extendiendo las alas en lo alto del árbol

no es sólo un adorno,

sino un verdadero ángel)”.

 

Efectivamente hay que prescindir de todas esas falsificaciones que nada tienen que ver con la realidad. Ya hemos desembuchado bastante contra ellas. Son una falsificación tan clara que molestarse en disiparla, aparte de inútil es una vulgaridad. Que la Navidad no es nada de eso (ni la juerga, ni el comercio, ni el champagne) es algo demasiado evidente. Todos esos “usan” la Navidad, no la viven y mucho menos la comprenden.

 

Pero la pregunta es otra: ¿Comprenden la Navidad los que la comprenden, es decir, los que dicen y creen comprenderla? ¿Llegan a la entraña de la Navidad la mayoría de los cristianos, incluidos los fervorosos? ¿Cuántos se han detenido a pensar, completamente en serio, lo que la Navidad es y significa? ¿Cómo es que, incluso en los púlpitos, se hace ternurismo navideño pero ni se intenta teología navideña? ¿Por qué todo se queda en algunos tópicos, más o menos fervorosos?

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Pero pienso yo que para acercarse a los suburbios de la idea de la Navidad y de la encarnación hay que empezar por tener una idea profunda de lo que es en realidad el hombre, de lo que es en verdad Dios y de lo que fue verdaderamente Jesucristo. Dudo que la mayoría de los creyentes tengan claras estas tres ideas, sin cuya profundización la Navidad queda banalizada. Góngora me parece que lo intuyó en aquel soneto en el que explica porque en Belén se mostró más el amor de Dios que en la cruz, cuando escribe que aquella fue una humillación, un descenso de Dios mucho más hondo “porque hay distancia más inmensa / de Dios a hombre que de hombre a muerto (distancia pequeñísima que todo hombre ha de cruzar). Mientras que el salto en Belén tiene una longitud infinita, literalmente infinita: de Dios a hombre.

 

Efectivamente, si entendemos que Dios es “el absolutamente Otro”, el “eterno”, el “creador”, el “por esencia inmortal”, “el que es”, el “Todopoderoso y Todo-poseedor”, ¿qué no será para Él hacerse, a la vez y sin dejar de ser todo eso, “el absolutamente fugitivo”, “el mortal por naturaleza”, la “criatura”, “el que no es”, “el todonecesitado”?


Navidad es para Dios la gran caída. Como decía san Gregorio Nacianceno, “el que es, nace; quien no lo es, se hace creado; el infinito se hace extenso y limitado; el que enriquece, mendiga; se empobrece tomando mi carne para que yo me enriquezca con su naturaleza divina; se vacía quien está repleto de todas las cosas.”


En Navidad, pues, asistimos a un giro de Dios, de ese Dios que es, por naturaleza, inmutable. En Navidad, descubrimos los hombres, un “nuevo Dios”, distinto del que los filósofos nos habían mostrado. “En el hombre Jesús –escribe González de Cardenal-, Dios se ha acercado a los hombres, ha condescendido hasta ellos y se ha situado al nivel de su palabra, de su visión y audición humanas.

 

¿Es todo esto comprensible fácilmente? Sólo desde la fe y un poco de locura.»[3]

 

Comparemos

«Muy sugestiva es la narración de Coloma en la que se cuenta la historia de un individuo que buscaba la camisa del hombre feliz. Y sucedió que el único hombre que afirmaba ser dichoso “no tenía camisa”. Sería de sumo interés elaborar una encuesta para averiguar cuál es el retrato del hombre feliz que cada uno de nuestros contemporáneos ha ido diseñando en su mente. Con seguridad la mayoría de los encuestados pintarían a un hombre cargado de dinero, con una casa muy confortable; un personaje que viaja, que se ahoga en placeres, que es apreciado en la sociedad. En resumidas cuentas se acentuaría el aspecto puramente material. Y no sería nada raro, pues respondería al pensamiento de una sociedad que cifra su dicha en la técnica, en el confort… Algunas de nuestras revistas modernas, que se dedican a sondear la vida íntima de figuras de fama internacional –sobre todo en la farándula-, son testigos de primera mano de la tragedia de tantos individuos que, rodeados de todas las comodidades, se sienten los más solitarios del universo. A esos artistas de cine, escritores famosos o cantantes de cartel, un día casi los hemos llegado a envidiar, al enterarnos por las revistas de sus cuantiosos ingresos monetarios y de sus sonados triunfos internacionales. Pero, un buen día también, con gran asombro nuestro, leemos en algún periódico que uno de esos personajes se ha convertido en un drogadicto desequilibrado o que se ha suicidado, ingiriendo un mordaz veneno o pegándose un tiro en la sien. ¡Y nosotros que los creíamos los hombres más felices del mundo! Se habían postrado ante sus ídolos, que ellos creían de oro puro, pero que resultaron ser de fragilísimo barro que luego se convirtió en polvo barrido por el viento. …………………………………………………………………………………………………………

 

Jeremías con otra imagen esplendorosa, nos diseña el retrato del hombre feliz, del que confía en Dios: “Es como un árbol plantado junto al agua,… cuando llegue el estío no lo sentirá, sus hojas estarán siempre verdes” (Jer 17, 8). Los santos han sido esos árboles plantados junto a la ribera del río. Sus raíces más profundas estaban en Dios. Para ellos hubo inviernos y estíos, tormentas y huracanes; pero ellos continuaban siempre con sus hojas verdecidas porque para las aguas de Dios no existen estaciones.

 

El fracaso y la desolación han estado presentes con frecuencia en la vida de los santos; pero el santo no es un sauce llorón que goza viendo su melancólica silueta en las aguas del río. El santo es el verdadero hombre feliz que acepta el plan de Dios y entona el himno a la vida. Nunca un santo escribió una novela existencialista a lo Sartre ni hablo del “absurdo” de la vida.

 

El sujeto que salió en busca de la camisa del hombre feliz no la encontró nunca. La camisa de felicidad no se encuentra tejida con finísimo algodón de Inglaterra. La verdadera camisa del hombre feliz está fabricada con la burda tela puramente evangélica.»[4]

 

El hombre nuevo ya ha comenzado

«… lo mismo que en Navidad cambian todos los conceptos sobre Dios, también en este tiempo cambia el concepto del hombre. Ortega y Gasset lo dijo con una frase propia de un Padre de la Iglesia: “Si Dios se ha hecho hombre, ser hombre es la cosa más importante que se puede ser”. Es cierto, en Navidad asistimos a una segunda creación del hombre. En el Paraíso nació un tipo de hombre; en Belén nació el hombre nuevo, una nueva especie humana, el hombre capax Dei, “capaz de Dios”, con una nueva alma, de dimensiones infinitas esta vez. A partir de Belén, la condición humana no es ya una triste aventura de rumiantes y pasa a ser aquello con lo que la serpiente engañó a Adán: “Seréis como dioses”; seréis literalmente hijos verdaderos de Dios.


 

¿No debería ser entonces, Navidad la gran fiesta de la humanidad? En Belén hubo un “incremento del ser”, un crecimiento que ya nunca concluirá hasta el fin de los tiempos. “Cuando Cristo apareció en los brazos de su Madre, acababa de revolucionar el mundo” ha escrito Teilhard.

 

No es por ello, ninguna metáfora escribir que “todos nacimos en Belén”, que todos seguimos “naciendo en Belén”. El don de Dios que fue la entrega de su Hijo es el mayor regalo que jamás han hecho a la humanidad. Y frente a ese don no cabe más respuesta que el asombro, la adoración, el entusiasmo, porque desde ese día no sólo está Dios con nosotros, Dios por nosotros, Dios para nosotros, sino también Dios en nosotros, Dios uno de nosotros.»[5]

 

El secreto de la felicidad

Hace muchísimos años, vivía en la India un sabio, de quien se decía que guardaba en un cofre encantado un gran secreto que lo hacía ser un triunfador en todos los aspectos de su vida y que, por eso, se consideraba el hombre más feliz del mundo. Muchos reyes, envidiosos, le ofrecían poder y dinero, y hasta intentaron robarlo para obtener el cofre, pero todo era en vano. Mientras más lo intentaban, más infelices eran, pues la envidia no los dejaba vivir. Así pasaban los años y el sabio era cada día más feliz.

 


Un día llego ante él un niño y le dijo: "Señor, al igual que tú también quiero ser inmensamente feliz. "Por qué no me enseñas que debo hacer para conseguirlo?"

 

El sabio, al ver la sencillez y la pureza del niño, le dijo:

 

"A ti te enseñaré el secreto para ser feliz. Ven conmigo y presta mucha atención. En realidad son dos cofres en donde guardo el secreto para ser feliz y estos son mi mente y mi corazón, y el gran secreto no es otro que una serie de pasos que debes seguir a lo largo de la vida".

 

El primer paso, es saber que existe la presencia de Dios en todas las cosas, y por lo tanto, debes amarlo y darle gracias por todas las cosas que tienes y por todo lo que te pasa.

 

El segundo, es que debes quererte a ti mismo, y todos los días al levantarte y al acostarte, debes afirmar: yo soy importante, yo valgo, soy capaz, soy inteligente, soy cariñoso, espero mucho de mí, no hay obstáculo que no pueda vencer. Este paso se llama autoestima alta.

 

El tercero, es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres, es decir, si piensas que eres inteligente, actúa inteligentemente; si piensas que eres capaz, haz lo que te propones; si piensas que eres cariñoso, expresa tu cariño; si piensas que no hay obstáculos que no puedas vencer, entonces proponte metas en tu vida y lucha por ellas hasta lograrlas. Este paso se llama motivación.

 

El cuarto paso es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo que es, ellos alcanzaron su meta, logra tú las tuyas.

 

El quinto paso, es que no debes albergar en tu corazón rencor hacia nadie; ese sentimiento no te dejaría ser feliz; deja que las leyes de Dios hagan justicia, y tú… perdona y olvida.

 

El sexto paso es no tomar las cosas que no te pertenecen, recuerda que de acuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana te quitarán algo de más valor.

 


El séptimo paso, es no maltratar a nadie; todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera.

 

Y por último, levántate siempre con una sonrisa en los labios, observa a tu alrededor y descubre en todas las cosas el lado bueno y bonito; piensa en lo afortunado que eres al tener todo lo que tienes; ayuda a los demás sin pensar que vas a recibir nada a cambio; mira a las personas y descubre en ellas sus cualidades y dales también a ellos el secreto para triunfar y que de esta manera, puedan ser felices".

 

Y como pueden ver, lo que los reyes y poderosos ansiaban, lo tenían al alcance de la mano.[6]


Simplemente se trata de hacer realidad la Navidad en tu propia vida, dejar que Jesús nazca en ti, en mí. Abrir las brazos para recibir a Jesús –como si fueras la mismísima Virgen María y luego decir, con total sinceridad, con los labios del corazón: “¡Ven a nuestras almas, ven, no tardes tanto!”

 

 



[1] «Describe pues su acción mesiánica no como obra de su potencia o como toma de posesión que él hace de un imperio –que también le pertenece porque es el Señor del mundo-; describe su acción mesiánica como obra de diaconía hacia el hombre y hacia el hombre necesitado». Dice El Card. Martini, Carlo María POR LOS CAMINOS DEL SEÑOR. MEDITACIONES PARA CADA DÍA. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1995. p. 176.

[2] Llano, Alfonso. s.j. 100 RAZONES PARA HACER UN ALTO EN EL CAMINO intermedio editores Bogotá - Colombia 2011 p. 138

[3] Martín Descalzo, José Luis. BUENAS NOTICIAS. Ed Planeta Barcelona- España 1998. pp. 87-89

[4] Estrada, Hugo. s.d.b. MEDITACIONES BÍBLICAS  Ed. Centro Carismático “Minuto de Dios” Bogotá-Colombia 1987. pp. 161-165

[5] Martín Descalzo, José Luis. Op. Cit. pp.89-90

[6] Agudelo, Humberto Pbro. VITAMINAS DIARIAS PARA EL ESPÍRITU T. 2. Ed. Paulinas Bogotá Colombia 2005 3ª. imp. Pp. 221-222

viernes, 12 de diciembre de 2025

Sábado de la Segunda Semana del Tiempo de Adviento


Si 48, 1-4.9-11

Los Libros del Antiguo Testamento se suelen clasificar así: El Pentateuco, los Libros históricos, los Libros Proféticos y los Libros Poéticos y Sapienciales. Los Libros sapienciales se ocupan de reflexionar los grandes temas del ser humano, las enseñanzas morales y religiosas, meditan el profundo e insondable misterio de Dios, sobre la Sabiduría y sobre la economía Salvífica, el estudio y la oración. Ellos son: Job, Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría y Eclesiástico.

 

El Eclesiástico fue escrito originalmente en hebreo, por Jesús ben (hijo) de Sirá, por allá en el 190 – 180 a.C. -probablemente en Egipto- pero su original se perdió y sólo se han recuperado fragmentos. El nieto hizo una traducción al griego -aproximadamente en el 132 a.C. y esta es la que nos ha llegado. Los manuscritos más antiguos que se han ido encontrando de las Sagradas Escrituras han demostrado una conservación muy estricta y tan precisa que se pueden considerar mínimas las divergencias; no ha pasado los mismo con los hallazgos de este Libro, que difieren grandemente.

 

En el siglo II a.C. la Palestina pasó del dominio de los Ptolomeos (egipcios) al de los Seleucidas (sirios) estos últimos ejercieron un imperialismo cultural forzando a la helenización de todos los pueblos y culturas sometidas. Frente a lo cual se presentaron dos tendencias opuestas en el judaísmo: Los que estaban abiertos y dispuestos a adaptarse y, por otra parte, los tradicionalistas que se negaron a aceptar esa penetración cultural y procuraron esforzadamente conservar su identidad.

 

Jesús Ben Sirá escribió su obra intentando revitalizar la memoria y la conciencia histórica y revalorizando como perennes sus tradiciones. Para lo cual la base era la identificación de la sabiduría con el mosaísmo consignado en la Torah. Hay otra fibra esencial, en este Libro, que está impregnada e imbuida por el Salterio.

 

Fue el cristianismo naciente el que usó este Libro como Lectura obligada para los neófitos, y por eso se le llegó a llamar Eclesiástico, como quien dice, “herramienta de la Iglesia para incorporar sus nuevos conversos”.

 

Para trazar el mapa de este Libro, podemos considerar que Ben Sirá, compuso tres recopilaciones que nos revelan cómo visualizaba un judío -de aquella época- la historia de su pueblo, así:

Los capítulos 1-24, forman la primera

Los capítulos 25-33 la segunda compilación y

Los capítulos 33- 50 la tercera.

El capítulo 51, vendría a ser la conclusión (un salmo de alabanza)

 

En los capítulos 44-50 se nos presenta un elogio de los antepasados (una especie de “historia sagrada” comprimida, entre los cuales se nombran a: Enoc, Noé, Abrahán, Isaac. Jacob, Moisés, Aarón, Finés, Josué, Caleb, Natán, David, Salomón, Elías, Eliseo, Ezequías, Isaías, Josías, Jeremías, Ezequiel y al Sumo Sacerdote Simeón.


La perícopa de hoy, hace el elogio del profeta Elías, profeta del norte. Señala unos hitos de su profetismo:

a)    Desató la hambruna y, por tres veces, hizo llover fuego

b)    Fue llevado por un torbellino de fuego, y arrebatado por una carroza tirada por caballos ígneos. En otras palabras, no murió y tenemos aquí una alusión a la Vida Eterna. Por eso, se le seguía esperando (Jesús nos dijo que su presencia se expresaba en Juan el Bautista, los judíos lo siguen esperando y en cada Pascua lo nombran confiando que la siguiente pascua ya haya venido. La Cuarta Copa está servida para que Elías, al volver, la beba. En la inmediatez de su vuelta tendremos la llegada del Mesías), para nosotros, ese “Precursor” ya vino: Abajando lo escarpado y rellenando lo hundido, señalando hacia el Cordero Redentor.

c)    Le correspondió el encargo de aplacar la ira y -antes de partir- trajo reconciliación entre padres e hijos, y zanjó las divisiones que habían aparecido entre las tribus de Israel.

Por eso, señala bienaventurados a los que presenciaron sus portentos y fueron testigos y por tanto murieron reconciliados en el amor. 

 

Sal 80(79), 2ac y 3b. 15-16. 18-19

Vamos a insistirle al Señor, Él, que es Omnipotente, puede hacerlo realidad. Muchos no lo reconocieron, nosotros vamos a insistirle por aquellos que no supieron o no quisieron recibirlo y aceptarlo. Su Real-Celestial-Divino Trono no se apoya en las nubes, sino que sus bases son los Querubines.

 

Los querubines son miembros de la Corte Celestial, son los Ángeles que están más cerca de Dios: “ángel que está junto al trono de Dios”. Son por su complexión física como “carrozas”; nosotros le pedimos a Dios que venga y los más “cercanos” no dejarán de escoltarlo. Nuestro llamado es para que Él venga a visitar nuestra viña. La viña figura el pueblo elegido de Dios.

 

Queremos la vida en la tierra para invocar al Señor, para llamarlo en nuestro Auxilio.  Y rogamos con todas nuestras fuerzas que nos יְשׁוּעָה [yeshuah] “restaures”. Esta restauración significa varias cosas: bienestar, liberación, salud, ayuda, salvación. Vale la pena mirar y comparar como se escribe el nombre de Jesús en hebreo: יהושע [Yehoshua], cada vez que nombramos a nuestro salvador estamos clamando que nos “Restaure”, y esto es porque Jesús significa “Dios es salvación”. Míranos con buenos ojos y seremos salvados.

 


El salmo traduce nuestro clamor, incorporando en la invocación el concepto de “Pastor” que teológicamente significa “Gobernante Justo”: Pastor de Israel, vuelve a salvar a tu pueblo”. Cuando decimos que es del linaje de David, no queremos aludir al ADN; lo que queremos decir es que, pertenece a loa clase de los Pastores Niños, recordemos que cuando el papá lo envió a llevarles la lonchera a sus hermanos, que estaban en el frente de combate, apoyando al ejército que enfrentaba a los filisteos, y entre ellos a Goliat, David estaba pastoreando las ovejas de su padre. (Cfr. 1S 17, 17).

 

En 1S 17, 34-36, David explica cómo debe actuar un gobernante justo, un verdadero pastor: “”si un león o un oso venía y se llevaba una oveja del rebaño, iba detrás de él y se la quitaba del hocico, y si se volvía para atacarme, lo agarraba por la quijada y le daba de golpes hasta matarlo. Así fuera un león o un oso, este servidor de Su majestad, lo mataba. Y a este filisteo pagano, le va suceder lo mismo, porque ha desafiado al ejercito del Dios viviente.

 

Este salmo, es un salmo de súplica:  Donde le impetramos a Jesús un מרנאתא [Marana tha], y así lo dice la antífona: “Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve”.

 

Mt 17, 10-13

La Transfiguración comienza cuando, en lugar de pensar y escucharnos a nosotros mismos, lo escuchamos a Él y pensamos en Él. Es la muerte del hombre viejo y el nacimiento del hombre nuevo. Esta escucha hace pasar de las obras de la carne al fruto del Espíritu.

Silvano Fausti

Esta página Evangélica está en continuidad con la Primera Lectura, donde leímos lo que Jesús Ben Sirá, el Escriba, había predicho sobre la venida previa a la del Mesías, del Precursor. Es importante destacar esta precisión y claridad que Jesús nos hace: “Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido”.


Esta perícopa que leemos hoy, es la segunda parte de la perícopa de la Transfiguración. La primera parte es Mt 17, 1-9 donde Jesús departe con Moisés y Elías, que figuran aquí la Ley y los Profetas, es decir las dos primeras partes de la Biblia Judía (תַּנַךְ Tanaj, cabe anotar, aquí, que la Biblia Judía tiene 24 Libros, organizados en tres secciones, precisamente la תּוֹרָה [Torah] “la Ley” y los נְבִיאִים [Nevi´im] “profetas” junto con los כְּתוּבִים [Ketuvim] “los Escritos”).  A la biblia hebrea también se la lama Mikrá que significa “lo que se lee”.

 

De esta manera la Transfiguración nos dice que toda la Escritura se refiere a Jesús como Palabra que lo augura.

 

El nombre אֵלִיָּהו [ēliyahū] es muy diciente, significa “Mi Dios es Yahweh”. Jesús nos da una clave exegética: ¿Por qué ha de venir primero Elías? Porque el “ha de venir a restaurarlo todo”. Pero si el restaurador no es reconocido ¿qué pasará? ¡Que el Anunciado será despiadadamente victimizado!

 

Estamos pues ante un nuevo anuncio de su muerte. La Transfiguración es una clara teofanía para un auditorio limitado: Pedro, Santiago y Juan. Dios se deja oír para comunicarnos que Jesús es el “Verdadero Mesías”: este es mi Hijo Amado, en quien me complazco, escuchadlo”.

 

Pero, ¡no lo escuchamos! En cambio, lo “desfiguramos” como preludio de su asesinato. Cuando Pilato lo muestra es un guiñapo irreconocible. Pilato enuncia “He aquí al hombre”, ¿cómo se entiende esta Ecce homo? Aquí tienen lo que ustedes, con el pecado, han hecho de la humanidad. La muerte desfigura, la Resurrección Transfigura para rescatar la figura original, la que fue hecha a imagen y semejanza. La Transfiguración es un “avance”, el “adelanto” de lo que se verá Tres Días después de la “desfiguración”. Pero todo esto se da, solamente porque Mi Dios es Yahweh.


“Pero los corazones de los discípulos, los corazones de la gente, no estaban preparados para entenderlo. No habían entendido las profecías, no habían entendido que él era precisamente el Cordero para el sacrificio. No estaban preparados”. (Papa Francisco)