sábado, 25 de julio de 2015

VOLUNTARIOS PARA CONSTRUIR EL REINO


R 4, 42-44; Sal 145(144), 10-11. 15-16. 17-18. Ef 4, 1-6; Jn 6, 1-15

Permíteme Yahvé, hacer que tu Gloria resplandezca y no ser, precisamente yo, el eclipse de tu Resplandor.

Ha aparecido un letrero descomunalmente enorme. Toda la humanidad lo puede leer. “Se buscan voluntarios para ayudar –en pleno siglo XXI- a obrar un milagro”. Voluntarios que se dejen trillar y amasar para hacer con ellos un sabroso trozo de pan, gente que no le de asco inclinarse a lavar los pies de un “compañero”, voluntarios que prefieran decididamente la unidad a la división. Gente con el corazón pleno de amor y entrañas sensibles, capaces de enternecerse.


La Primera Lectura vaticina a Jesús. También en este episodio el profeta  Eliseo da el pan; veinte panes  se multiplican y alcanzan para 100 comensales; el profeta piensa primero en los otros que en sí mismo. En el trasfondo está el Señor-Dios–Padre. Eliseo confiesa que su actuación se desprende de la “orden” de Yahvé, la Palabra del Señor indica la ruta del “hacer”, y lo que el Señor dice se cumple, tal cual, no sólo comen sino que abunda –mejor todavía- sobre-abunda. Por eso la palabra clave que descifra el resto del mensaje es “abundancia”, el Señor no da con mezquindad, no estamos ante un dios-tacaño, estamos ante יְהוָ֖ה אָכֹ֥ל וְהֹותֵֽר Dios-que-da-todos-comen-y-sobra: Dios previsor, Dios-generoso, Dios-providente.  Dios siempre se ocupa y se ocupará, Dios-aprovisiona a su fiel, recordamos por su especial consonancia con este episodio, el sacrificio de Abraham. Él no llevaba una ofrenda sacrificial de re-emplazo, el Señor le habría pedido a su hijo, él no se lo negaría. Pero Dios provee una ofrenda sustitutiva: allí hay un carnero con los cuernos enredados en las ramas de un arbusto, en tal situación, Abrahán decide llamar el lugar יְהוָ֣ה ׀ יִרְאֶ֑ה “El Señor da lo necesario” (Gn 22, 14b).

El Señor provee, con profusión, con exagerada prodigalidad, el Señor es oportuno en su respuesta, tiene el don para el momento exacto, el Señor conoce el momento justo y es inmediato al momento oportuno. No es un Padre-permisivo, que deja a sus hijos caer en el capricho. Pero, sin ninguna clase de duda, está allí y dará cuando conviene. Si bien Eliseo en este pasaje pre-anuncia al Hijo de Dios, Jesús potencia la “abundancia” de Eliseo. Jesús da de comer a cinco mil aun cuando los recursos son excesivamente menores, no tiene a su disposición los veinte panes de Eliseo, Él sólo cuenta con cinco panes y dos peses. Destacamos la abundancia en esta perícopa: καὶ ἐγέμισαν δώδεκα κοφίνους κλασμάτων ἐκ τῶν πέντε ἄρτων τῶν κριθίνων ἃ ἐπερίσσευσαν τοῖς βεβρωκόσιν. “… llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido” (Jn 6, 13). El verbo περισσεύω comunica la idea de dar “una medida rebosante”, comunica que “sirve hasta el tope y se derrama”, expresa el hecho de que “supera la expectativa”, en fin, sobre-abunda. Si repasamos las Escrituras encontramos diversos episodios de generosidad indescriptible que definen a  Dios como el Señor-rico-en-prodigalidad. El episodio de las Bodas de Caná (Jn 2, 1-11) es prototípico y paradigmático.


Aquí el signo es el pan. El pan es signo de todo alimento, signo del alimento material y, óigase bien, no menos sígnico del alimento espiritual. Hay una esencia sacramental en el pan. El pan es signo de comunidad en la misma medida en que es siempre la unificación de granos plurales de cereal. Muchos granos hacen un solo pan: muchos hombres, aunados (recalquemos el significado de esta palabra,  a-unado, “muchos hechos uno”) hacen comunidad. La palabra comunidad tiene varios parientes que nos pueden –por aproximaciones sucesivas) acercar a su significado, entre ellas: comuna, comunero, comunismo, comunicación. Si uno quisiera acercarse con premura a su núcleo semántico podríamos definirla como la asociación humana que ha alcanzado la unidad: Comunidad=con-unidad.

San Pablo en la Segunda Lectura nos propone siete hálitos de unidad, son razones más que suficientes, no son obra y gracia humana, sino don divino: 1) un solo cuerpo; 2) un solo Espíritu, 3) una sola esperanza; 4) un solo Señor, 5) una sola fe, 6) un solo bautismo; 7) un solo Dios y Padre (Ef 4, 4-6a). Aquí es donde llega otra palabra con una etimología connatural con la de com-unidad: la de compañero. ¿Quién es el compañero? Es el prójimo especial que ha alcanzado la unidad en el único cuerpo de los creyentes comiendo del mismo “pan”. Quizás por eso San Pablo lo nombra como primer impulso hacia lo “Uno”: Un solo cuerpo, el Cuerpo Místico de Cristo, donde todos somos uno, la comunidad eclesial, en ella somos Uno gracias al único Dios y Padre, al único Señor y al único Espíritu. Esta Santa Trinidad nos entrega la unidad a través de “virtudes” es decir, una fuerza, un valor, una valentía que nos capacita para resistir, para ser fieles, para ser μετὰ πάσης ταπεινοφροσύνης καὶ πραΰτητος, μετὰ μακροθυμίας, ἀνεχόμενοι ἀλλήλων ἐν ἀγάπῃ “humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en el amor”.(Ef 4, 2): Compañero es precisamente el que comparte con nosotros el mismo pan, procede del latín ‘cumpanis’ (cum: con panis: pan), cuya traducción literal es ‘con-pan’ dándole el  significado de ‘compartiendo el pan’, o sea ‘los que comparten el pan’, los que ‘comen de un mismo pan’.

Esta manera de compartir, nos lleva a una “novísima visión de la economía”, una que sea consonante con el “hombre nuevo”, aquel que es célula del Cuerpo Místico de Cristo: Es una economía “otra”, que nos asombra (por su novedad), porque no es mercantil, mucho menos mercantilista. No la obnubila la pasión del enriquecimiento, está basada en el “compartir”, exige sensibilidad (similar a la de la Virgen Santísima cuando notó que se les estaba acabando el vino a los recién casados de Caná). Algo impensable e inimaginable para quienes hemos vivido, toda la vida y miles de años sumidos en la compra venta, terca en su pasión por la “ganancia”. ¿Cómo –nos preguntan- se puede construir una economía basada en la satisfacción de necesidades, cimentada en la fraternidad y en la solidaridad?

En este punto de nuestra reflexión se tocan dos mundos: el de la fe y el del gobierno del mundo: el de las realidades del espíritu y aquel de las realidades materiales. Nosotros siempre hablamos del “hombre integral” el que no puede diseccionarse en dos personas distintas, casi diríamos “divergentes”, ofuscados por una ideología esquizofrénica: de un lado el cuerpo y, del otro lado (ojalá post-mortem) el espíritu; y en aras de mantener excluyentes las dos esferas, sacrifica la unidad del ser. Por lo tanto se trata de una ideología diabólica.

¡Claro que el asunto es espinoso! Jesús resuelve el problema, multiplica el pan, ellos se lo quieren llevar para hacerlo rey. Y muchos hay que dicen: ¿Qué más podía esperar? Su manera de mostrarle gratitud es el deseo de nombrarlo para el cargo más alto… Ahí es donde, como solía ocurrir, ¡no le hemos entendido nada! Jesús no vino para poner un restaurante comunitario y alimentar miles de barriguitas diariamente y montar una transnacional de “beneficencia”, eso de ninguna manera dignificaría al hombre, peor aún, lo denigraría, sería peor el remedio que el propio mal.


Por eso, Él se les escabulle, Él no vino a reinar sobre nadie, vino a servir y… ¡se ata una toalla alrededor de la cintura, toma un platón y se inclina a lavar los pies! Hay algo que dice la Madre Teresa de Calcuta que nos ha hecho pensar mucho: «No debemos preocuparnos de por qué existen los problemas en el mundo, sino simplemente responder a las necesidades de las personas. Hay quienes opinan que si nosotros damos caridad a los demás eso hará disminuir la responsabilidad de los gobiernos para con los pobres y los necesitados. No me preocupo de esas cosas porque los gobiernos no suelen ofrecer amor. Me limito a hacer lo que yo puedo hacer; el resto no es asunto mío.

Dios ha sido muy bueno con nosotros: las obras de amor constituyen siempre un medio para acercarnos a Dios.»[1]

Entonces, ¿qué es asunto mío? Pues Jesús me da una instrucción, me ordena ir y recoger las sobras, y no permitir que se desperdicie nada, no permitir que manos voluntarias se queden vacantes, que generosos corazones se vean imposibilitados de brindar su propia entrega y su capacidad de servicio, no generar ni proponer obstáculos al impulso de la gracia que florece en cientos de millones de diferentes formas. ¡Que yo no sea el impedimento para que el milagro de la multiplicación se dé! Lo demás, como dice la Madre Teresa, “no es asunto mío”. ¡Está en las manos de Dios!









[1] Madre Teresa de Calcuta. CAMINO DE SENCILLEZ. Ed. Planeta. Barcelona- España 1998  p. 120

sábado, 18 de julio de 2015

LLAMADOS Y ENVIADOS A SER HOMBRES NUEVOS


Jer 23, 1-6; Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6.; Ef 2, 13-18; Mc 6, 30- 34

“No somos más que guijarros que se arrojan al mar y trazan ondas”, y una onda se puede hacer con un pequeño acto de ayuda, que no es sino el primero de otros tantos…
Madre Teresa de Calcuta

Cuando vemos a alguien que anda como “oveja sin pastor” de inmediato debemos entender que esa oveja es nuestra prioridad.



«Esquemáticamente podemos expresar el pensamiento paulino acerca del “hombre nuevo” de la siguiente forma:

Por el bautismo se realiza en nosotros el misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo:
v   Es aniquilado el hombre viejo, herencia de Adán y muerto este,
v   somos introducidos en una novedad de vida (“resucitamos”),
v   buscando las “cosas de arriba” (las realidades de Dios) y
v   revistiéndonos del “hombre nuevo”, realidad espiritual que se manifiesta en un comportamiento nuevo, un caminar según el Espíritu se realiza, de hecho, el paso (transito) del hombre viejo (el “pagano”) al hombre nuevo (el “cristiano”).

Mediante la incorporación en el Hombre Nuevo que es Cristo. En Él el bautizado es recreado (Cf. Ga 3, 27; Rm 13, 14), trasformado en una nueva creación. (Cf. 2Co 5, 17).

El ya de la “vida nueva en Cristo” (bautismo, Cf. Ga 3, 27) debe concretarse en una existencia (un “caminar”) que haga concreta y palpable esta realidad divina. Así, el Evangelio se actualiza como vivencia cotidiana y se consolida la “vida nueva en Cristo”.»[1]

Toda la marcha del pueblo de Dios a través de la historia no es otra cosa que la lenta ascesis del hombre que muy poco a poco logra identificar al paradigma del Homo Novus y ponerse en la vía imitativa. Este proceso no es de avance lineal, cuanta con retrocesos y hasta con estancamientos. El Malo no se conforma, nos ciega, nos embrutece con sus pérfidos elixires, y con sus dosis de alucinógeno. Nos pone a buscar entre falsos paradigmas de superhéroes, propuestas belicistas y estrellas de farándula.


Varias imágenes nos ilustran los rasgos esenciales del paradigma. Hoy tenemos la instructiva revelación del Pastor. Esta magistral imagen verdaderamente nos alecciona como hemos de actuar amorosamente con nuestros prójimos, con el tierno cuidado y desvelo que el pastor cuida sus ovejas. Ya sabemos y hemos reflexionado que el Pastor ama a sus ovejas y les da nombre a cada una, las conoce por nombre propio y ellas identifican su timbre de voz. En el Evangelio según San Juan leemos que Él entra por la puerta puesto que es Pastor-Verdadero y n o ladrón.

Insistimos en no quedarnos en la imagen idílica del pastor. Los pastores huelen mal, huelen a oveja, andan por el monte, por los campos, son trashumantes tras su rebaño. Eran gentes incultas, podríamos decir que eran pueblo-pueblo, y aún más, siguiendo la usanza hebrea, configurando una especie de superlativo: pueblo-pueblo-pueblo.

Esta imagen antecede a la imagen central de Dios que nos entrega Jesús y en la que Él se basa: la de Padre. Pero en aquella sociedad agrícola-ganadera que era el contexto de la realidad Escrituristica, era una imagen muy clara y rica, ellos sabían con cuánto cariño cuida el pastor a sus “animalitos” y cómo se desvive por ellos. Así es el Amor de Dios por nosotros y así debemos aprender a amarnos entre nosotros para cumplir con el mandamiento del Amor no sólo a Dios sino también al prójimo como a uno mismo.  El Buen Pastor que es nuestro modelo, Jesucristo, nos llama a ser “hombres nuevos” para así construir una Nueva Humanidad donde rijan la justicia y la bondad.


Vemos en el Evangelio que el Buen Pastor se compadece -el significado de la palabra griega σπλαγχνίζομαι explicándola como tener piedad, conmoverse, sentir compasión, sentirse tocado profundamente, sentir que se le remueven a uno las entrañas, sufrir solidarizándose con su semejante desde el meollo del propio corazón. Gustavo Gutiérrez, comenta sobre esta palabra en los siguientes términos: «Amándonos como hombre, Cristo nos revela el amor del Padre. La caridad, amor de Dios por los hombres, no se da sino encarnada en el amor humano: de padres, esposos, hijos, amigos, y lo lleva a su plenitud. El samaritano se acerca al herido que está al borde del camino no por un frío cumplimiento de una obligación religiosa, sino porque se le “revuelven las entrañas” (eso es lo que significa literalmente el verbo splanknizein usado en Lc 10, 33; cf. Lc 1, 78; 7,13. 15. 20.) porque su amor por ese hombre se hace carne en él»[2] (seríamos más partidarios de entenderlo como “enternecerse” al vernos como “ovejas huérfanas”, que no tienen quien vele por ellas. Ese “sentimiento” en Jesús no es superficial, es algo que tiene su origen en su fuero más interno, en sus “entrañas”. Es un Pastor que toma todo lo nuestro como propio, que le duele lo que a nosotros nos duele, y, además quiere que cada uno de nosotros asuma su condición de hermano de cada prójimo del mismo modo que lo hace Él, con esa misma intensidad, con igual calidad y calidez, recordando que cada ovejita es hija del mismo Padre, el Padre-Celestial.

Esta imagen debe superar la imagen pervertida de los Malos pastores. «La imagen del pueblo como “ovejas sin pastor” recuerda ciertamente varios pasajes del Antiguo Testamento como en Nm 27, 17; 1Re 22, 17 etc; y sobre todo Ez 34, donde se denuncian las traiciones de los que han sido llamados a guiar al pueblo.»[3] Eso denuncia el profeta Jeremías en la Primera Lectura, Dios encomendó funciones gubernativas a unos pastores de hombres, les encargó la dirección y el liderazgo, la defensa y el cuidado de su pueblo-pueblo-pueblo, pero esos encargados lo defraudaron, se ocuparon sólo de sus egoísmos, de sus intereses personales, de engordar la bolsa propia. Al verdadero discípulo le corresponde denunciar al Mal Pastor, y superarlo siendo él mismo como el Buen Pastor. Además, esa es la ruta para sembrar la paz, porque el contenido profundo del Evangelio es la Paz, es la Buena Nueva de la Paz.

¿Qué hace Dios ante esta deslealtad de los gobernantes que Él había puesto a cargo? Los reemplaza por un Nuevo Gobernante, un “Hombre Nuevo” este Hombre-Nuevo es un “renuevo en el tronco de David” con dos rasgos prominentes que caracterizan su gobierno: מִשְׁפָּ֥ט  וּצְדָקָ֖ה “justicia y rectitud” y, como ya sabemos, los nombres en esta cultura representan la totalidad del ser que es nombrado, entonces este Rey–Pastor llevará el nombre de   יְהוָ֥ה  צִדְקֵֽנוּ׃  ס “El Señor es nuestra victoria” Jer 23, 6.


Queremos ratificar –y disculpen la reiteratividad- que pastores lo somos todos, unos gobernantes de país, de departamento, de municipio, de ciudad, de pueblo, otros de su casa, de su familia, de su grupo, de su equipo, de su núcleo laboral… todos somos pastores, en lo grande o en lo pequeño. Todos estamos llamados a ser Hombres Nuevos para armar la Nueva Humanidad con  pastores buenos a la manera del Buen Pastor. «No basta, en efecto, decir que el amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. Es necesario afirmar además, que el amor a Dios se expresa ineludiblemente en el amor al prójimo»[4] ¿A qué viene que regresemos sobre esta palabra? Pues, resulta que este verbo está usado en la perícopa de hoy del Evangelio de San Marcos, 6, 30-34. Precisamente en el verso 34 leemos : Καὶ ἐξελθὼν εἶδεν πολὺν ὅχλον καὶ ἐσπλαγχνίσθη ἐπ’ αὐτοὺς ὅτι ἦσαν ὡς πρόβατα μὴ ἔχοντα ποιμένα, καὶ ἤρξατο διδάσκειν αὐτοὺς πολλά. “Y habiendo salido vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y ἐσπλαγχνίσθη ἐπ’ αὐτοὺς se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”.

Lo primero que hace el Hombre Nuevo al enternecerse es dar el pan que cura la ignorancia de Dios, después dará al pan que calma el hambre, el maná que alimenta el cuerpo. Nutrir al hombre integral, calmar todas las hambres, eso es lo que compete al hombre-nuevo, al Llamado-Enviado.




[1] José Matos, Henrique Cristiano. LA VIDA CONSAGRADA A LA LUZ DE LA ESPIRITUALIDAD PAULINA SUBSIDIOS PARA LA FORMACIÓN PERMANENTE. Ed. San Pablo. Santafé de Bogotá – Colombia 2000 pp. 34-35
[2] Cf. UNEC: Caridad y amor humano, Lima, 1966. Citado por Gutiérrez, Gustavo. TEOLOGÍA  DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS. CEP Editorial Universitaria Lima, Perú. 1971 p. 246
[3] Beck, T. Benedetti, U. Brambillesca, G. Clerici. Fausti. S. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE MARCOS. Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 1ª re-imp. 2009 p. 219
[4] Cf. J. Alfaro: Una teología del progreso humano, p. 114. Citado por Gutiérrez, Gustavo. TEOLOGÍA  DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS. CEP Editorial Universitaria Lima, Perú. 1971 p. 248

sábado, 11 de julio de 2015

DESCONFIAR DE LOS MEDIOS HUMANAMENTE GRANDES



Am 6, 7-13; Sal 85(84) 9-14; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13

El ministerio apostólico aparece como una fusión de la misión sacerdotal y la misión profética.

André Feuillet

En los evangelios de estos Domingos del ciclo B, al reanudar después de la Pascua, vamos recorriendo un interesantísimo periplo. San Marcos nos mostró primero a Jesús que llamaba, inclusive nos dio una primerísima instrucción sobre el desprecio, el rechazo y la persecución que, no sólo Él sufriría, sino de las que también sus apóstoles serían víctimas. Nos mostró que, aquellos de los que menos podríamos esperar rechazo, desconfianza y vilipendio como son nuestros paisanos, nuestros vecinos y nuestros propios parientes, serían de los primeros en la fila de nuestros agresores y detractores.  Ahora –llegando al XV Domingo ordinario de este ciclo B- estamos en la zona del Evangelio -según San Marcos- donde Jesús envía e instruye para ese envío.

El Señor llama, y no llama a personas especialísimas; Él llama al comerciante, al profesionista, al agente de policía, a la niña y al niño, al joven y a la joven estudiantes, llama al adulto tanto como al adulto mayor, llama a los sanos y a los enfermos, llama a los ocupados y a los vacantes, llama a los desempleados y a los ocupadísimos, ¿a quién no llama el Señor? Llama a los virtuosos y a los pecadores, a los que creen con devoción y llama a los que no creen y a los que han abandonado o están a punto de abandonar su fe. Llama a los ganaderos, a los que cuidan ovejas, a los agricultores y a los recolectores de higos, llama a Amós como llama a cualquiera de nosotros (Cfr. Am 7, 14b). Llama a los que están dispuestos a aceptar el llamado y a los que se niegan y rehúsan el envío:

Nos envías…
a los edificios bien protegidos
y a los tugurios más miserables,
a los hospitales y a los colegios,
a los talleres y a los paraderos de buses.[1]

En la Segunda Lectura, entramos hoy en la Carta a los Efesios que se ocupa y tiene por leitmotiv desde una perspectiva cristológica a la Iglesia: Recordemos que el tema de esta Carta eminentemente Cristológica, es la Iglesia, particularmente, la Iglesia entendida como Cuerpo de Cristo: «No anda equivocado quien ve en la Carta a los efesios una “mística de la Iglesia”»[2]: «…la razón de ser; la primera y esencial vocación de la Iglesia es la de evangelizar. Es decir, hablar de Dios con las palabras y el ejemplo que nos ha dejado Jesucristo, gran profeta en obras y en palabras. La Iglesia existe para evangelizar, para ser profeta, para anunciar la buena noticia, para predicar el evangelio… La verdadera y autentica profecía no es otra que la palabra de Dios que el mismo Cristo ha confiado guardar y predicar a la Iglesia.»[3]


Así, el profeta tiene una doble finalidad, no solamente en positivo, anunciar el Reino de Dios y promoverlo; también en negativo, una misión destructora: denunciar, desenmascarar la injusticia, como anti-reino. También, en ambos sentidos, el apóstol comparte la misión profética.

a) Cristo es la cabeza de todas las cosas, y todas ellas se orientan hacia Él, son parte de Él, cabeza de un Único Cuerpo. Este tema será desarrollado ampliamente a lo largo de la carta, apareciendo en cada momento. Podemos afirmar que es el eje o motor de toda la carta a los Efesios…

b) …el himno pretende decir que el primer proyecto de Dios Padre fue el ser humano. La creación es consecuencia de la elección, y no viceversa. Este himno es una enciclopedia para el Apóstol. Es el mensaje resumido, es el contenido del Anuncio, la Buena Noticia. Contesta a la pregunta ¿Cuál es el mensaje del cual es portador el discípulo “enviado”?.

Miremos ahora la Primera Lectura, tomada del profeta Amos: «Frente a lo que podríamos llamar una visión “turística”, él ofrece la visión “profética”. Unos espectadores invitados a visitar Samaria habrían escrito algo muy distinto. Se sentirían admirados por el lujo, sus esplendidos palacios construidos con piedras sillares. Amós no descubre una ciudad prospera y en paz, sino sumida en el terror. El turista admiraría el lujo de las grandes familias, su habilidad financiera, su sabiduría humana, sus espléndidos edificios repletos de objetos caros y lujosos. Amós desvela el trasfondo de mentira, de violencia criminal que los rodea. No son dignos de admiración sino de desprecio y de castigo»[4]

¿Qué hace allí Amós, en el mismísimo nido de los sacerdotes, en el núcleo del avispero, enfrentado con el sacerdote y con el rey? Todo se comprende al leer el verso 15: ויקחני יהוה מאחרי הצאן ויאמר אלי יהוה לך הנבא אל־עמי ישראל׃ “pero YHWH me sustrajo de andar cuidando ovejas y YHWH me dijo: ‘Ve y habla en mi Nombre (profetiza) a mi pueblo Israel’”. Schökel y Gutiérrez señalan que aquí se plantea un problema de competencias. El poder político estatal -en ese momento histórico fusionado con el poder clerical religioso- en abierto contubernio contra el profeta. Sólo que el profeta en este caso representa la «…instancia suprema, que está por encima de todo: el profeta, porque es la palabra de Dios, que no puede estar subordinada a nadie y tiene que ser libre e independiente… El profeta de Dios no se sirve de la palabra, sino que se hace servidor de ella: ni dispone de Dios a su antojo, sino que se deja manejar de Él… Esta es la función del carisma profético: desenmascarar, desengañar, iluminar la verdad.» [5] Si Amós no estuviera representando la instancia suprema, no se podría justificar su acción contra la teocracia Israelita, pero YHWH está por encima, y eso es lo que pone a Amós en la cima de las competencias.

«Expulsar demonios…es desalienar a las personas, es decir, librarlas de todas las ataduras que las hacen esclavas y objeto de explotación. En otras palabras, todo lo que impide a las personas ser libres, y no las deja pensar, sentir, andar, hablar, oír, actuar por sí mismas.»[6] Vemos aquí, de manera palpable el significado liberador de la Iglesia, de todos sus bautizados, porque todos ellos son “Sacerdotes-Profetas-y-Reyes”, o sea que estas competencias –permítannos cometer una redundancia por demás cacofónica- nos “competen” a todos nosotros los que nos confesamos cristianos. «Porque el Evangelio hace que salte por los aires el egoísmo. Si uno, con la gracia del Señor, se decide a vivir el evangelio –es decir, el anti-egoísmo-, forzosamente encontrará dificultades. Dificultades consigo mismo y con los demás, y no sólo por parte de los gobiernos y de los poderosos, sino también por parte de los eclesiásticos. Y ni siquiera únicamente por parte de los hombres, sino también por parte de las estructuras…»[7]

Los envía dotados de un sentido de desprendimiento, con una mentalidad austera que los hace independientes de comodidades y lujos, adversarios de la mentalidad consumista, “ligeros  de equipaje”, con la felicidad y la paz espiritual que les permitirá gozar con las pobrezas de quienes los reciban con amable cordialidad y les brinden hospedaje y acogida. Ni ropas ni calzados especiales, «Hasta el vestir debe ser simple… pues ropas diferentes generalmente indican “status” social más que disponibilidad.»[8] μὴ ἐνδύσασθαι δύο χιτῶνας Dice que “no se pongan doble túnica” «El no ponerse dos túnicas significa no aparecer como los ricos que solían ponérselas»[9]

Permanecer en una casa es que esa “casa” que los acogió, se habría de convertir en un centro de “operaciones”, un “hogar” que congregaría a la comunidad naciente «un lugar, donde a su partida, la comunidad pueda seguir reuniéndose y proseguir la realización de la Buena Nueva del Reino»[10]

Desconfiamos –y con mucha razón- de todos aquellos que depositan toda su seguridad en los medios y los recursos humanos. Enriquecerá nuestro enfoque del tipo de Iglesia que necesitamos construir leer la siguiente anécdota que debemos al Padre¿? Lorenzo Milani:

«Pasó por aquí un fraile limosnero, con una motocicleta. Hasta ahora iba en bicicleta. “No hay que extrañarse –dice el frailecito dinámico- también San Francisco, si viviera hoy, viajaría así”


No es verdad.

San Francisco, si viviera en otro siglo haría lo que hizo en su siglo, es decir, habría determinado el nivel de “comodidad franciscana” al estudiar cuales son las mayores posibilidades dela renuncia del hombre de un siglo determinado (…)

(Por consiguiente) un San Francisco párroco no habría considerado “necesario” un objeto que el 89% de sus frailes no posee y del cual sus predecesores han prescindió durante siglos sin un daño excesivo.

Si responde que un motor puede llegar antes y a un mayor número de sitios; luego con un motor se hace mayor bien.

Esta es una herejía. Ninguno puede dar más de lo que tiene. Si es un tonto, el motor hará llega antes y a muchos lugares un tonto; y si tiene poca gracia, el motor multiplicará un sacerdote con poca gracia. Si, en cambio, es un sacerdote santo, no tendrá la soberbia de creer que la propia multiplicación pueda ser útil al reino de Dios. Por consiguiente, buscará más bien reducirse.»[11]

Trascribo, ahora, las recomendaciones que un director espiritual daba a una religiosa, porque nos orientaran para reconocer nuestro norte y, además, identificar nuestro propio ritmos  nuestra propia premura, para regular nuestro afán y medir nuestros descansos, ‘para saber cuándo pararnos y cuándo levantarnos: «todos los días… le (diremos) a Cristo… “Oh Cristo, mi Maestro, hablad y esoy pronta… lo que Vos queráis, cuando queráis, de la manera que queráis, donde queráis, hasta que queráis…” Eso es todo… Lo importante es estar allí donde Dios nos quiere…Que podamos decir “sí” a nuestro Cristo… sabe que Cristo no está en una ocupación más que en otra que no está en la oración más que en la acción. Está allí donde nos ha colocado su divina voluntad: allí lo encontramos y allí se da a nosotros. Y no se da siempre en lo que nos agrada, ni siempre en lo que nos parece más grande.»[12]






[1] Dini, Averardo. EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN TOMO II-CICLO B. Ed. Comunicaciones Sin Fronteras Bogotá – Colombia p. 67
[2] Fabris, Rinaldo. PARA LEER A SAN PABLO. Ed. San Pablo Bogotá – Colombia 2000 p. 150
[3] Amigó Vallejo, Carlos. CIEN PREGUNTAS PARA TENER FE. Ed. Planeta .Barcelona-España 2003. pp. 30-31

[4] Sicre, José L. LOS PROFETAS DE ISRAEL 2da PARTE “PARA ARRANCAR Y ARRASAR” LA DENUNCIA Ed. Centro Bíblico “Verbo Divino” Quito – Ecuador 2000 p.25
[5] Schökel, Luis Alonso y Gutiérrez, Guillermo. MENSAJES DE PROFETAS. MEDITACIONES BÍBLICAS Ed. Sal Terrae Santander España. 1991pp. 148, 151
[6] Balancin, Euclides M. Op. Cit. p. 89
[7] Câmara, Dom Helder. EL EVANGELIO CON DOM HELDER. Ed. Sal Terrae Santander-España 1985  pp. 90-91
[8] Ibid p. 88
[9] Mateos, Juan. Sj. COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN MARCOS Ed. Centro Bíblico “Verbo Divino” 5a ed. Quito-Ecuador 2000 p. 91
[10] Balancin, Euclides M. Loc. Cit.
[11] Beck, T. Benedetti, U. Brambillesca, G. Clerici. Fausti. S. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE MARCOS. Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 1ª re-imp. 2009 p. 201
[12] Peyriguè, Albert.DEJAD QUE CRISTO OS CONDUZCA. Ed. Nova Terra Barcelona- España 1965 pp.34-38

sábado, 4 de julio de 2015

SEAMOS ESCÁNDALO, SI FUERA NECESARIO


Ez 2, 2-5; Sal 122, 1-2a. 2bcd. 3-4; 2 Cor 12, 7-10; Mc 6, 1-6


“Y sea que escuchen o se nieguen a hacerlo –porque son un pueblo rebelde– sabrán que hay un profeta en medio de ellos.”
Ez 2, 5

“Te basta mi gracia, la fuerza se realiza en la debilidad”. Así que muy a gusto presumiré de mis debilidades, para que se aloje en mí el poder de Cristo.
2 Cor 12, 9

Dice el Profeta Ezequiel que “el ר֗וּחַ Espíritu entró en mí, hizo que me pusiera de pie y oí una voz que me decía: ‘בֶּן־אָדָם֙ Hijo de Adán, yo te שׁוֹלֵ֨חַ envío…’”.  Observamos en la expresión una especie de pasividad, como si toda la acción correspondiera a Dios y él, Ezequiel, fuera como un poseso, que no tiene más remedio que obrar. Pero no se puede asumir así, el Espíritu que lo hace poner de pie es un don, se trata del primer factor capacitador: es el gracioso impulso de disponibilidad que Dios socorre a su Enviado, no es su propia fuerza la que lo yergue. Esta Fuerza que lo asiste y que él relata como  un poder “ajeno” está en él, lo vigoriza y le permite reaccionar de inmediato, es dínamos-Divina.

Notemos que no escogió a un super-hombre, es un hombre normal, un “Hijo de Adán” el que Dios designa para llevar el mensaje a este pueblo de “dura cerviz”. Y יְהֹוִֽה׃ el Señor, Dios-Misericordioso, no lo engaña, de una vez le anuncia que puede que lo oigan como puede que el Mensaje quede desatendido; además lo previene que son קְשֵׁ֤י testarudos y וְחִזְקֵי־ obstinados. A este Envío, hemos de tenerlo en cuenta, precede un “entrenamiento”, el Profeta va a ser aleccionado en la Palabra, Dios se la entregará en un Libro (Rollo) para que se alimente con Ella, y Ezequiel, al tragarla, experimenta su Dulce Sabor (Ez 2,9-3,3). El Señor elige su “intermediario”, su “portavoz”, pero no lo envía desprovisto, lo “entrena”, le avisa con qué y con quienes se las habrá de ver y luego le da la Sagrada Escritura, se la da a conocer, para él es dulzura, como lo es para nosotros también (sin embargo, para los destinatarios serán motivo de tristeza, grises augurios (ver Ez 2, 10c). Pero, ¿qué fue lo primero? El Espíritu que entra en él, la Vitalidad-Divina que capacita para el cumplimiento del Envío, el que da el dinamismo, el que nos hace “duros como Diamante” (Ez 2, 9a), para poder sobrellevar la tozudez del pueblo, su empecinamiento.


También Jesús se enfrenta a esta obcecación, a esta terquedad, lo están viendo con su poder, ven y se dan cuenta del poder de sus manos, oyen su sabiduría, pero son totalmente incapaces de aceptarlo, de reconocerlo; creen tener suficiente contra-demostración en el hecho de conocer a sus familiares, en el dato de que es un simple τέκτων artesano. La gente parece, herida, ofendida, agredida, “escandalizada” ἐσκανδαλίζοντο dice en griego, que se traduciría como obstaculizada, impedida de creer; no lo pueden aceptar, no pueden depositar en alguien tan común y corriente su confianza, mucho menos su fe. Esto nos pasa con frecuencia, nuestro descreimiento exige pruebas de espectacularidad, exhibición de poderío desmedido. Por el contrario, Jesús dice que no se nos dará prueba ninguna, excepto, verlo resucitar al Tercer Día (Cfr. Lc 11, 29).

¿Cómo está la gente? καὶ ἐσκανδαλίζοντο ἐν αὐτῷ. Y esto los escandalizaba, los perturbaba, los ofendía, los desconcertaba. Esa palabra originalmente significaba caer en una trampa por un tropiezo específicamente dispuesto para hacer enredar el pie, para hacernos trastabillar. Lo cogía por el pie y lo alzaba, este mecanismo de cacería fue muy común en el pasado. Pero, aparte de su origen, es evidente que esta trampa –el skandálethron- impedía que se siguiera por el camino que uno venía, y en ella quedaba uno “escandalizado”.

Notemos también que, San Pablo tenía su propio “escandalo”, un impedimento físico, este σκόλοψ τῇ σαρκί “aguijón en la carne” que menciona él en 2Co 12, 7, «Sólo así Pablo resulta ser un modelo imitable: no tan alto que sea inalcanzable, ni tan bajo que parezca indigno.»[1] De alguna manera resulta analógico con el desprecio que sufre Jesús por parte de sus coterráneos; al uno lo desprecian por su enfermedad, a Jesús por su procedencia de una familia sin renombre, sin prestigio, sin abolengos terrenales –como lo dijimos antes- un vecino del barrio y nada más. Otro tanto recibe Ezequiel en la Primera Lectura, es un “enviado de Dios”, es Su “Portavoz”, recibe el encargo de ser “profeta”, pero su paga es el desprecio porque se dirige a un וְחִזְקֵי־  לֵ֔ב  “pueblo rebelde”. (Ez 2, 4).

Muchos de los super-heroes son –por eso- de origen desconocido, u ocultan su proveniencia y sus lazos familiares con la máscara. En todo caso, ocultan su identidad, supuestamente para evitar ataques, agresiones, afectación a su parentela. No pocos de ellos son extra-terrestres, o son de familia millonaria. Últimamente son mutantes y su poder proviene del daño causado por la radiación. En fin, ninguno de ellos es hombre-normal, son “hijos de Adán” que han sido desnaturalizados por algún accidente de laboratorio o por un fenómeno de la naturaleza. Entonces si podemos admitir: claro, lógico, por eso son “super-poderosos” y pueden hacerse cargo de “cambiar el rumbo de la historia ellos solos”, eso es mesianismo puro de la peor laya; “crúcense de brazos, hagan nada, no se comprometan, inmovilícense hasta que llegue el chacho-de-la-película”.

Nosotros también corrimos este riesgo: «Algunos Padres de la Iglesia quisieron salvar a Jesús de la obligación, que consideraban humillante, de comer y beber, y dijeron cosas que a nosotros ahora, afortunadamente, nos hacen sonreír, como, por ejemplo, que Jesús, como era Dios, no necesitaba comer, y que lo hacía tan sólo para que no se sorprendieran los que vivían con Él (San Clemente de Alejandría); que no podía sentir dolor, pero se permitía a veces derramar lágrimas para acompañar el dolor de otros (San Cirilo de Alejandría); o que su cuerpo, como tal, no podía sufrir, pero el Verbo hacía de vez en cuando un milagro para poder sentir nuestros sufrimientos (San Hilario). Buena voluntad en los santos autores, pero falta de equilibrio en su teología incipiente.»[2]


En cambio –aquí viene el tema de la fe- la construcción del Reino no está encargada a seres sobre-naturales, Jesús, nuestro paradigma, es un “hijo de hombre”, hombre común y corriente, por mucho que eso nos escandalice; así también lo es el profeta Ezequiel y exactamente lo mismo podemos predicar de San Pablo, el apóstol de los gentiles. El Reino no se va a construir por medio de super-santos, Jesús mostró siempre su favoritismo por los pequeños, los débiles, los marginados, los leprosos, las viudas, los niños, los pescadores, los pecadores, precisamente se remitió a los que paradójicamente eran los mínimo-poderosos;  su Santidad Benedicto XVI nos dijo: «… comprendemos que no es el poder de nuestros medios, de nuestras virtudes, nuestras capacidades, el que realiza el Reino de Dios, sino que es Dios el que obra maravillas, justo a través de nuestra propia debilidad, de nuestro no estar a la altura del cargo. Por lo tanto, debemos tener la humildad de no confiar simplemente en nosotros mismos, sino de trabajar con la ayuda del Señor en la viña del Señor, encomendándonos a Él como "frágiles recipientes de barro".»[3]

«Lo que la Iglesia necesita no son los alabadores de lo establecido, sino hombres en los que la humildad y la obediencia no son menores que la pasión por la verdad, hombres que aman más la Iglesia que la comodidad y la seguridad de su destino.»[4]

Esta oración, que la Madre Teresa de Calcuta colgó en la pared de Shishu Bhavan, su orfanato-guardería en la India, viene al caso para animarnos en nuestro compromiso de enviados, para sostenernos en nuestro compromiso profético de bautizados, de constructores del Reino:


Las personas son irrazonables, inconsecuentes y egoístas,
AMALAS DE TODOS MODOS.

Si haces el bien, te acusarán de tener oscuros motivos egoístas,
HAZ EL BIEN DE TODOS MODOS.

Si tienes éxito y te ganas amigos falsos y enemigos verdaderos,
LUCHA DE TODOS MODOS.

El bien que hagas hoy será olvidado mañana,
HAZ EL BIEN DE TODOS MODOS.

La sinceridad y la franqueza te hacen vulnerable,
SE SINCERO Y FRANCO DE TODOS MODOS.

Lo que has tardado años en construir puede ser destruido en una noche,
CONSTRUYE DE TODOS MODOS.

Alguien que necesita ayuda de verdad puede atacarte si lo ayudas,
AYUDALE DE TODOS MODOS.

Da al mundo lo mejor que tienes y te golpearán a pesar de ello,
DA AL MUNDO LO MEJOR QUE TIENES DE TODOS MODOS.[5]



[1] Ghidelli, Carlo. SAN PABLO, GRAN APOSTOL DE LAS GENTES Ed Paulinas Bogotá – Colombia. 2008 p. 54
[2] Vallés, Carlos G.sj. «CRECÍA EN SABIDURÍA…» Ed. San Pablo San tafé de Bogotá D. C.- Colombia 2001.  p. 75
[3] Benedicto XVI. CATEQUESIS EN LA AUDIENCIA GENERAL Junio 13 de 2012
[4] Ratzinger, Joseph. CRÍTICA Y OBEDIENCIA. 1962  En SELECCIONES DE TEOLOGÍA Vol 2 No. 5 Facultad de Teología San Francisco de Borja Barcelona España Enero – Marzo 1963 p. 218
[5] Kent M. Keith