miércoles, 31 de diciembre de 2014

CUADRAGÉSIMA OCTAVA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ



La paz es un desafío al prurito que hay en nosotros de ser más guapos y más fuertes, de sobresalir; es un desafío a ese hormigueo de las manos y del corazón que quisiera acabar, rápido e inmediatamente, con quien piensa distinto de nosotros.

Carlo María Martini

La globalización de la indiferencia, que ahora afecta a la vida de tantos hermanos y hermanas, nos pide que seamos artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad.
Papa Francisco


Celebremos a la Madre de Dios que en su discipulado supo hacerse maestra para nosotros en la escucha-lectura orante de la Palabra; este hecho lo destaca San Lucas en la frase central de la perícopa que leemos hoy en el Evangelio: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.” (Lc 2, 19). «María es el primer seguidor de Jesús. Y con él llega al rio, junto al hombre vestido de piel de camello que grita conversión. Con él entra en las aguas y se coloca como uno de tantos en fila. Con él siente estremecerse su cuerpo y su espíritu al caer el agua sobre su ser. Con él se alegra su corazón en el gozo del Espíritu y en la voz del Padre que le dice: “Hijo Amado”. Con él ha entrado en el pueblo para ejercer su misión.

María es el primer discípulo de Jesús. Con él sube al desierto. Con él repite las noches de soledad en oración. Con él ayuna y pasa las horas en silencio ante el Padre. Con él vive la prueba del desierto, de la tentación. Con él vence, donde el pueblo fue vencido. Con él supera la tentación de las piedras y dice no al poder social. Con él vence la tentación del templo y dice no al poder religioso. Con él vence la tentación de los reinos y dice no al poder político. Con él ha experimentado la fuerza de la Palabra de Dios guardada en el corazón. Con él ha sentido su corazón sin poderes, pobre, dócil y abandonado en las manos del Padre. Con él se ha sentido profeta en lo alto de la cruz. Con él se ha sentido sacerdote en lo alto de la cruz. Con él se ha sentido rey en lo alto de la cruz. A su lado se ha sentido madre del Mesías. La promesa se ha realizado.
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María ha vivido la experiencia de la muerte y Resurrección de su Hijo anticipadas… Ella no es capaz de acostumbrarse a la casa vacía. Ella entra en el grupo de Jesús… Ella ocupará el último lugar y sus manos estarán abiertas al servicio. Ella será la buena tierra en que cae la Palabra y da ciento por uno. Ella ayudará a hacer lectura de la Palabra que cae nueva y chocante en tantos corazones… Ella será la madre de la escucha. La madre atenta a la Palabra. La madre donde la Palabra encuentra el lugar preferido.»[1]

«Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la historia.»[2]

El hecho hermosísimo de tener consagrado el Primer Día del Año a María Santísima Madre de Dios, no hace –de ninguna manera- que la Iglesia se olvide de la comunidad humana y de sus deberes de construir fraternidad, para vivir en la esfera inhumana de lo “celestial”. Y es que, así como no admitimos una dualidad entre cuerpo y alma, tampoco lo terrenal existe escindido de lo celestial. Evitemos a toda costa estos dualismos que pretenden ocultar la vida en el “punto ciego” de nuestra visión.


Es así como –al lado del culto a la Madre de Dios- celebramos en esta fecha la Jornada Mundial por la paz en su 48ª edición. Desde 1968 cuando el Papa Paulo VI celebró la Primera y nos convocó –con las siguientes palabras- a establecer esta sana tradición: «Nos dirigimos a todos los hombres de buena voluntad para exhortarlos a celebrar “El Día de la Paz” en todo el mundo, el primer día del año civil, 1 de enero de 1968. Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura.»[3] Podríamos leer el listado de los lemas que cada año ha tenido esta jornada para asir el desvelo que asiste a nuestra Iglesia por los afanes de la humanidad en sus realidades terrenales que deben allanar el camino para la Construcción del Reino. Citemos, a modo de ejemplo, los lemas de la Segunda y de esta Cuadragésima Octava: “La promoción de los derechos del hombre, camino hacia la paz” y “No esclavos, sino hermanos”.

En su Mensaje para este 2015, el Papa Francisco desea y ora «por el fin de las guerras, los conflictos y los muchos de sufrimientos causados por el hombre o por antiguas y nuevas epidemias, así como por los devastadores efectos de los desastres naturales. Rezo de modo especial para que, respondiendo a nuestra común vocación de colaborar con Dios y con todos los hombres de buena voluntad en la promoción de la concordia y la paz en el mundo, resistamos a la tentación de comportarnos de un modo indigno de nuestra humanidad.»[4] Pero no se engaña el Papa al identificar el foco originario de la guerra y descifrar cuales son las bases verdadera de la paz: «… el flagelo cada vez más generalizado de la explotación del hombre por parte del hombre daña seriamente la vida de comunión y la llamada a estrechar relaciones interpersonales marcadas por el respeto, la justicia y la caridad. Este fenómeno abominable, que pisotea los derechos fundamentales de los demás y aniquila su libertad y dignidad, adquiere múltiples formas sobre las que deseo hacer una breve reflexión, de modo que, a la luz de la Palabra de Dios, consideremos a todos los hombres «no esclavos, sino hermanos».[5]

No podemos dejar de invitarlos a leer el texto completo del Mensaje Papal puesto que en él nos señala las “múltiples formas de este fenómeno abominable” entre las que caben la explotación de los emigrantes “clandestinos”, tráfico de personas, comercio de órganos, mujeres vendidas o entregadas en sucesión, empleo de las nuevas tecnologías para sonsacar jóvenes ingenuos y llevarlos a la prostitución y –también- retención de los documentos para prolongar los vínculos que -como cadenas- perpetúan estas nuevas esclavitudes.


A veces nos consideramos completamente impotentes ante estas realidades, pero el Papa sabe que hay gestos sencillos que –a imagen de los gestos que Jesús tuvo- son muchas veces tan o más liberadores que las gestas grandiosas de las que gusta la politiquería: « Otros … optan por hacer algo positivo, participando en asociaciones civiles o haciendo pequeños gestos cotidianos –que son tan valiosos–, como decir una palabra, un saludo, un “buenos días” o una sonrisa, que no nos cuestan nada, pero que pueden dar esperanza, abrir caminos, cambiar la vida de una persona que vive en la invisibilidad, e incluso cambiar nuestras vidas en relación con esta realidad.»[6]




[1] Mazariegos. Emilio L. EN ÉXODO CON MARÍA Ed. San Pablo. Santafé de Bogotá-Colombia 1997. pp. 93-95
[2] Casaldáliga, Pedro. TODAVÍA ESTAS PALABRAS. Ed. Verbo Divino Estela (Navarra)-España 1990. p. 79
[3] MENSAJE DE SU SANTIDAD PABLO VI PARA LA CELEBRACIÓN  DEL «DIA DE LA PAZ» 1º de enero de 1968
[4] MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CELEBRACIÓN DE LA XLVIII JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1o de enero de 2015
[5] Ibid.
[6] Ibid.

sábado, 27 de diciembre de 2014

LA SAGRADA FAMILIA EN CONTEXTO DE SÍNODO



«…todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
Mt 12, 48b-50.

Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.

Col 3, 14

«… viendo cómo funciona el cuerpo humano entendamos cómo funciona la comunidad cristiana.

… la Iglesia como comunidad no es una organización, la Iglesia es un organismo vivo. Una organización busca intereses, una organización consiste en que, las personas se juntan para buscar entre todas, colaborándose, un interés. Y ese interés está muchas veces fuera de la asociación misma… Eso se llama una organización. En cambio un organismo busca personas, busca fabricar las personas, en otras palabras, un organismo edifica personas. Lo que más se parece a la Iglesia es la familia.

La familia es un espacio (padre, madre, hijos) en donde todos están interesados en la edificación de las personas, la educación de las personas, la transformación de las personas. O sea, una familia no es una empresa, es una fábrica de seres humanos.»[1]

«El concilio Vaticano II ha hablado de la familia en términos de “Iglesia doméstica”, de “santuario intocable” donde la persona madura en los afectos, en la solidaridad, en la espiritualidad…. En la exhortación apostólica Familiaris consortio, el Beato Juan Pablo II indicó para la institución familiar cuatro deberes que quisiera recordar brevemente: la formación de una comunidad de personas; el servicio a la vida; la participación social y la participación eclesial. Todas ellas son funciones en cuya base está el amor, y es a testo a lo que educa y para lo que se forma una familia.»[2]

Dios hecho hombre nació y creció en el seno de una familia, de una fábrica de humanidad, y allí cobra todo su significado aquello de “Dios Humanado”. Si Jesús es enteramente Dios y enteramente humano, esta segunda parte de la afirmación  requería ser producto de una “fabrica” de seres humanos: La Divinidad se tradujo en humanidad al seno de la Sagrada Familia. ¿Cuánto aprendió Jesús de María y de San José? Al meditar sobre este tema es definitivo no perder de vista que ¡Jesús no se disfrazó de hombre, se hizo hombre!

«Para encarnarse el Hijo de Dios, acercarse a nosotros y ofrecer la luz de su salvación a una humanidad que andaba perdida en la tinieblas del pecado, Dios optó por una familia. Llamó a María y a José, quienes asumieron la vocación matrimonial, obedientes al proyecto de Dios y en el interior de ese amor conyugal, nace la luz del mundo… Pero hay que estar dispuestos a recibir al Señor. Adecuar  el interior de nuestro ser, de nuestra familia y de la sociedad.»[3]


Para atender a “Los Desafíos Pastorales de la familia en el contexto de la evangelización” el Papa Francisco convocó  un Sínodo Extraordinario sobre la Familia que se desarrollará en dos etapas: la primera de carácter diagnóstico sesionó este año del 5 al 19 de octubre; la segunda que propondrá líneas operativas, recomendaciones concretas, se llevará a cabo entre el 4 y el 25 de octubre de 2015. Enormes expectativas se cifran sobre la segunda parte del Sínodo. «El Sínodo quiere anunciarle una vez más al mundo que la familia es una institución querida por Dios y que representa para el mundo como un reflejo de Dios uno y trino, por lo tanto, su ser y su misión es de gran nobleza e importancia… En la carta que el Santo Padre envió a las familias en el mes de febrero les dice “les pido que invoquen con insistencia al Espíritu Santo para que ilumine a los Padres sinodales y los guíe en su grave responsabilidad”… “Queridas familias, su oración por el Sínodo de los Obispos será un precioso tesoro que enriquecerá a la Iglesia”… Otra forma de comprometernos en este momento tan significativo para las familias  es tomando la decisión de mejorar en cada familia. Es la hora de la reconciliación, del reencuentro, del perdón y de unir fuerzas para poder enfrentar con valentía los grandes desafíos que el momento le presenta a la familia.

Es la hora de presentar a las nuevas generaciones el proyecto de vida llamado “matrimonio y familia”, como una gran empresa en la que vale la pena comprometerse para toda la vida. Anunciarles que es una propuesta salvífica, que vivida en medio de las dificultades y vicisitudes de la existencia lleva a la santidad, porque Dios lo ha propuesto como un camino de salvación.»[4]

«”También en la evangelización, de hecho la familia tiene un lugar importante, como recordaba recientemente en Ancona: esta no es, sencillamente, la destinataria de la acción pastoral, sino que es protagonista de ella, llamada a tomar parte en la evangelización de un modo propio y original, poniendo al servicio de la misma Iglesia y de la sociedad el propio ser y la propia actuación, como íntima comunidad de vida y de amor”»[5]


Resulta evidente que hay una línea de continuidad entre la Sagrada Familia, nuestras familias y el Sínodo Extraordinario sobre la familia y que los lineamientos de pastoral familiar que de él dimanen nos conducirán con luces claras para celebrar  con sinceridad y compromiso esta Fiesta de Jesús, María y José que no es fiesta de un día sino de toda la vida familiar, de todos los días del año.





[1] Baena, Gustavo. LA VIDA SACRAMENTAL. Ed. Colegio Berchmans Cali-Colombia 1998 p. 16
[2] Benedicto XVI. EL AMOR SE APRENDE. LAS ETAPAS DE LA FAMILIA. Romana editorial. Madrid-España 2012 pp. 69-70
[3] Restrepo, Jaime Pbro. LA NAVIDAD: FIESTA DE LA FAMILIA. En Iglesia SINFRONTERAS. No. 350 Diciembre de 2011. p.13.
[4] Restrepo, Jaime Pbro. ESTAMOS EN EL SÍNODO DE LA FAMILIA. En Iglesia SINFRONTERAS. No. 381 Octubre de 2014. pp.12-13.
[5] Cita de Juan Pablo II. FAMILIARIS CONSORTIO hecha por Benedicto XVI. en Op. Cit.  pp. 71.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

GOCEMOS ESTA MARAVILLA LLAMADA NATIVIDAD DEL NIÑO JESÚS




Si Dios se hubiera encarnado en forma de arzobispo, de farmacéutico, de carabinero o de catedrático, habría tenido alguna posibilidad de ser reconocido. ¿Pero hay algo más inverosímil que un Dios-bebé que no sabe ni hablar?

José Luis Martín Descalzo

Cristo, el Hijo encarnado, es, por decirlo así, la primera idea de Dios y precede a toda creación, la cual está ordenada en vista de Él y a partir de Él…
…en el humilde pesebre de la gruta de Belén está ya este esplendor cósmico: aquí ha venido entre nosotros el verdadero primogénito del universo.

Benedicto XVI



«Si los creyentes creyeran verdaderamente, se volverían locos en estos días de Navidad. Literalmente locos y de gozo, como San Francisco de Asís, el juglar de Dios, que vivía la Navidad entre maravillosos disparates.
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“Si el rey fuera mi amigo, le pediría que en este día ordenase a todo el mundo que sembrara trigo en los patios y en las calles durante la Navidad para que hicieran fiesta nuestros hermanos los pájaros. Si el rey fuera mi amigo, le diría que ordenara que, en estos días, cuantos tienen bueyes y asnos en sus establos, los lavasen con agua tibia y les dieran doble ración de alimento. Y, en cuanto a los ricos, estos días tendrían que abrir sus puertas a los pobres y servirles personalmente de comer. ¡Porque Cristo ha nacido, y con Él la danza, la alegría y la salvación!”
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Y como el hombre es triste y aburrido, no puede imaginarse que Dios pueda ser de otra  manera. Le pusimos barba de anciano porque no nos parecía suficientemente serio que Dios fuera más joven que todos nosotros. Y, cuando vino al mundo, no lo reconocimos. ¡Lógico! ¿A quién se le ocurre descender en forma de bebé?
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Si un hombre era Dios, ser hombre era algo muchísimo más importante de cuanto nuestros filósofos imaginaban. Si Dios se hacía pequeñito, ya no bastaba con adorarle y menos con temerle; había que amarle como se aman las cosas que se pueden estrechar entre los brazos.»[1]



[1] Martín Descalzo, José Luis. BUENAS NOTICIAS. Ed. Planeta Córcega-Barcelona (España). 1998. pp. 90-92. 
Para celebrar esta Navidad, he escogido 4 fragmentos de “Si el rey fuera mi amigo” de José Luis Martín Descalzo porque, de varias maneras, este texto me ha permitido penetrar más hondamente el sentido de la Navidad. Al presentarles mi saludo con toda el alma les deseo puedan sostener al Bebé-Divino en sus brazos. ¡Feliz Nochebuena 2014!

sábado, 20 de diciembre de 2014

LA ENCARNACIÓN, RENACIMIENTO CÓSMICO


2 S 7,1-5. 8b-12. 14a.16; Sal 89(88), 2-5. 27.29; Ro 16,25-27; Lc 1, 26- 38

El Evangelio empieza ante una puerta
de una fonda en Belén y un posadero.
-¿No habrá una habitación para esta noche?
- Ninguna cama libre; todo lleno.
Y Dios pasó de largo. ¡Qué pena, posadero!

José María Pemán

¡Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor! Proclamar sin cesar es como el sentido de la vida del salmista, y se vuelve también el sentido de nuestra vida. El verbo hebreo original es שִׁיר que se refiere a la acción de cantar. ¿Qué es lo que canta? אֱמוּנָה la misericordia, más aún, su constante misericordia, su fidelidad, su permanencia inquebrantable. El propio Dios lo declara por boca del salmista: le hice un juramento a David y con él sellé un pacto… y jamás le retiraré Mi Amor, ni quebrantaré ese pacto. Sabemos que esta fidelidad a la palabra empeñada se ha perdido, ya no se estila ser fiel a la palabra dada; pero, en este caso es la Palabra de Dios, esa Palabra no bien pronunciada se cumple por que en los Labios de Dios no hay discontinuidad entre el decir y el hacer, sino simultaneidad: Lo Dicho es Hecho. Así, la perícopa del Salmo es un oráculo mesiánico: עַד־עֹ֭ולָם אָכִ֣ין זַרְעֶ֑ךָ “Te fundaré un linaje perpetuo” Sal 89(88), 4.


En la perícopa del Segundo Libro de Samuel nos encontramos la intención de David de construirle una “casa” al Señor (léase “templo”), en cambio Dios –por boca del profeta Natán- declara que seré Él Quien le dé una “casa” (léase “linaje”, “descendencia”, “dinastía”). Los cananeos tenían una tradición de erigir templos, mientras el Dios de David había sido un Dios trashumante, que caminaba y acampaba con su pueblo en una “Tienda”. Allí se inserta la promesa de hacer partir de David un linaje: אֶֽת־זַרְעֲךָ֙ אַחֲרֶ֔יךָ אֲשֶׁ֥ר יֵצֵ֖א מִמֵּעֶ֑יךָ וַהֲכִינֹתִ֖י אֶת־מַמְלַכְתֹּֽו׃ וַהֲקִימֹתִ֤י “…Engrandeceré a tu hijo, retoño, venido de tus entrañas… Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente”. (2 s 7, 12b. 16.).

Ese retoño, descendiente de David es el Mesías. Y, nosotros nos estamos preparando en Adviento, precisamente para el Advenimiento del Mesías. El Mesías tiene tres rasgos distintivos: a) Es de la “casa” de David, b) Gobernará eternamente y c) Es Hijo de Dios. Precisamente el Evangelio nos confirma que en Jesús se dan las tres características. Que es de descendencia davídica está expresado cuando dice que el arcángel vino a presentarse a una mujer prometida a “José, descendiente de David”; luego, en el verso 33 dice: “gobernara sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin” lo que cumple el segundo requisito; y en el verso 35e leemos: διὸ καὶ τὸ γεννώμενον ἅγιον κληθήσεται Υἱὸς Θεοῦ. “el niño que nazca será santo y será llamado Hijo de Dios”, lo que da cumplimiento al tercer requisito para ser Mesías.


El Mesías es el sello distintivo de la “Misericordia” del Señor. Cuando el prototipo humano, Adán, falló y cedió a la tentación,  en ese mismo momento, Dios se apiadó, sus entrañas de Dios-Padre-Madre “segregaron” ese “instinto” protector-cuidador-salvador y dijo (recordemos la Fidelidad de la Palabra Divina) “Haré que tú (la serpiente) y la mujer (aluda a la Santísima Virgen) sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón”(Gn 3, 15).

Por eso, ante el fracaso del prototipo, viene Dios-hecho-hombre a re-crear todo. Como se dice popularmente “borrón y cuenta nueva”. Adán estaba hecho a “semejanza”, Jesús –en cambio- es el mismísimo Dios, no se le parece sino que es perfectamente el propio Dios.


El Adviento está acompañado por ciertas figuras bíblicas que nos sirven de espejo, de referente; nos contestan a la pregunta ¿a mí que me toca?, porque siempre el texto bíblico nos habla de un “deber ser” una ética y de un “deber hacer” una praxis. Estas figuras son San Juan Bautista, San José y Santa María Virgen. Hoy en particular es la imagen de la Virgen-Madre la que nos inspira el deber ser-hacer: Santa María es modelo de humildad, de discipulado, de evangelizadora. María es representativa de los humillados por triple partida: por pobre, por niña, por mujer; el arcángel no va a buscarla al palacio, ni al templo, la busca y la encuentra en su casa. Pero Dios no la avasalla, le pide permiso, por boca de San Gabriel, la invita a ser co-participe de la historia de salvación porque la Redención nos implica, nos vincula, nos abre la puerta a participar, a dar nuestro aporte a ese “Evento-Salvífico”, y ella, -aquí está ausente cualquier verticalismo impositivo- podría decir no, pero acepta, “cúmplase” γένοιτό, pronuncia el “Fiat”, acoge la Voluntad de Dios, como toda la humanidad debiera acogerla: Ἰδοὺ ἡ δούλη Κυρίου· γένοιτό μοι κατὰ τὸ ῥῆμά σου. “Aquí está la sierva del Señor, cúmplase en mi lo que has dicho” Esta es la fórmula de la plenitud-obediente [la palabra central y fundamental en la perícopa de la Carta a los Romanos que leemos este Domingo es ὑπακοή “obediencia”], María representa la raza humana dispuesta, abierta a la historia de salvación, arriesgada a construir el Reino, a cumplir la Voluntad de Dios. Y, entonces sí, sucede la Encarnación del Mesías. 

sábado, 13 de diciembre de 2014

¡QUE SEA EVIDENTE NUESTRA FE!


Is 61, 1-2a. 10-11; Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54(R.: Is 6 1, 1 Ob); 1 Tes 5,16-24; Jn 1, 6-8.19-28

« El Evangelio es ante todo alegría, apertura, certeza de ser amados por encima de cuanto podemos imaginar o esperar y, por tanto, esperanza de dar a nuestra vida, aunque humilde, pobre, escondida, un significado de amor y de servicio. Esperanza de hacer de nuestra vida algún bien para los demás, para todos aquellos que esperan recibir la manifestación de este don.»

Card. Carlo María Martini

La palabra Evangelio significa Buena Noticia, frente a una buena noticia lo que sobreviene es la alegría. Por lo tanto, nosotros, los que hemos recibido la noticia que alegra, hemos sido llamados a la dicha, a la bienaventuranza. ¿Quién es el Evangelio? Jesús es la Buena Nueva, si lo hemos aceptado como “Dios con nosotros”, se puede decir que tenemos la obligación de la alegría. No se explica que un fiel creyente ande por ahí desalentado, sumido en su tristeza, como si estuviera dejado de la mano de Dios, ¡ese es un anti-testimonio!


Durante mucho tiempo se creyó que –siendo el Evangelio un asunto tan serio- nuestro porte de fieles devotos sería el de la “seriedad”, entendida como cara larga y semblante adusto. La Nueva Evangelización tiene que trabajar para corregir eso, y debemos sentirnos llamados a confesar nuestra Alegría porque el Santo Nombre de Jesús es de Victoria, de Resurrección, de Vida.

Este Tercer Domingo de Adviento celebra la Alegría es Domingo de Gaudete, así se nos recuerda desde el Introito de su Liturgia que se tomó de la Carta a los Filipenses capítulo 4, versos 4.5: Χαίρετε ἐν Κυρίῳ πάντοτε· πάλιν ἐρῶ, χαίρετε…. ὁ Κύριος ἐγγύς· “Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres. El Señor está cerca. No se lee 5a –pero nos parece importante recordarlo- dice: τὸ ἐπιεικὲς ὑμῶν γνωσθήτω πᾶσιν ἀνθρώποις. “Que todas las gentes los conozcan a ustedes como personas bondadosas”; la palabra γνωσθήτω implica que les sea evidente, que les salte a la vista, o sea que debemos ser Luz del mundo y sal de la tierra por nuestra ἐπιεικὲς bondad, mesura, razonabilidad, amabilidad.

En la Primera Lectura, más exactamente en Is 61,10 nos dice el profeta: שֹׂ֧ושׂ אָשִׂ֣ישׂ בַּֽיהוָ֗ה תָּגֵ֤ל נַפְשִׁי֙ בֵּֽאלֹהַ֔י כִּ֤י הִלְבִּישַׁ֙נִי֙ בִּגְדֵי־יֶ֔שַׁע מְעִ֥יל צְדָקָ֖ה “Me alegro en el Señor con toda mi alma y me lleno de júbilo en mi Dios, porque me revistió con vestiduras de salvación y me cubrió con un manto de justicia”; ahí tenemos dos razones de mucho peso para estar alegres: la Salvación y la Justicia que son nuestras vestimentas, nuestro abrigo, nuestra protección y defensa. A través de ellas se transparenta la bondad con la que nos damos a conocer.


En el Salmo Responsorial echamos mano al Magnificat y escuchamos a la Santísima Virgen darnos modelo de alegría: “mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi Salvador”… más adelante insiste “me llamaran μακαριοῦσίν Dichosa” porque Dios no se olvida que su Nombre es Misericordia y tiene presente siempre a su pueblo escogido.

En la Segunda Lectura, tomada de la Primera Carta a los Tesalonicenses se enfatiza: “Vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues es lo que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús.


El Evangelio, tomado de San Juan, vuelve sobre la figura del Precursor y esto tiene un motivo que vamos a buscarlo en el Evangelio según San Lucas, Juan el Bautista ya desde el vientre de Santa Isabel se alegró en Jesús. Recordemos estos versículos: “… tan pronto como oí tu saludo, mi hijo saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!”. Lc 1, 44-45. Jesús se mueve en la alegría, se enmarca en la dicha, ese es su contexto, no la languidez.


lunes, 8 de diciembre de 2014

MARÍA iNMACULADA



«Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres Virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien»

San Francisco

Hay un gran margen de error sobre este dogma católico de la Virgen. Muchos creen que tiene que ver con el hecho de la Concepción de Jesús sin la intervención de varón, sólo porque la “sombra del Espíritu Santo se posó sobre ella”. Nada tiene que ver con ese otro dogma que es el de la Virginidad Perpetua de María Santísima. La Inmaculada Concepción quiere significar que Dios exceptuó a María del pecado original y fue concebida, libre de toda mancha en el vientre de Santa Ana, su madre.

Mirar la ternura de María que se ha hecho presente a través de la historia en distintos sitios y allí donde se necesitaba. Es una Madre que vela por todos sus hijos. Jesús nos encargó a su cuidado cuando se la encargó a Juan, en Juan todos quedamos encargados pero también cobijados bajo su amparo.

María es Madre de la Iglesia por lo tanto vela por todos en la Iglesia. Miremos algunos momentos históricos cuando Ella se ha manifestado. Todos comprendemos que esta Maravillosa Intercesión revela y renueva en nuestro pecho el Amor al Padre y  a su Hijo, el Tres-Veces-Santo.

1

La advocación de Nuestra Señora del Rosario se la apareció por primera vez –hasta donde sabemos- a Santo Domingo de Guzmán. Llevaba la camándula en las manos y le enseño a rezar el Rosario. Santo Domingo tenía un amigo –Simon IV de Monfort, a quien el fundador de los Dominicos le enseñó la devoción, así que cuando este ganó la Batalla de Muret, le construyó una Iglesia a la Virgen del Rosario.


Debemos al beato Alano de la Rupe la reinstauración de esta devoción que en el siglo XV se había extinguido. El beato escribió un libro -a petición de la Virgen- donde se enumeraban los prodigios obrados por intercesión de este rezo y expuso 15 promesas de la Virgen para quienes practicaran esta devoción

San Pío V definió fecha para conmemorar esta advocación, se trata del 7 de octubre, fecha de la victoria en la Batalla de Lepanto, donde las fuerzas cristianas derrotaron a los turcos que invadían Europa, esta victoria se atribuye a la intercesión de la Santísima  Virgen, a quien por tal motivo conocemos también como Nuestra Señora de las Victorias; Fue Gregorio XIII, quien denominó esta festividad “Nuestra Señora del Rosario”. A su vez, León XIII, piadosísimo practicante de esta manera de orar, consagró el mes de octubre al Santo Rosario.


Las apariciones de la Virgen en Lourdes, en 1858, y en Fátima, en 1917 también nos convoca, por medio de Santa Bernardita Soubirous, Lucia de Jesús dos Santos y sus primos Jacinta y Francisco Marto, a practicar el rezo del Santo Rosario.

2

Muy difundida está la historia de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin a quien en cuatro oportunidades se le apareció la Santísima Virgen en la advocación de la Virgen de Guadalupe, la “Morenita” entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531. Celebraremos la fiesta de San Juan Diego mañana, 9 de diciembre.


El nombre de la Virgen pronunciado en Náhuatl era «Te-coa-tla-xope» o «Tequatlasupe» que significa en azteca «la que aplasta la serpiente» y según otros "aplastará la serpiente de piedra", pero para los españoles sonaba raro y difícil de pronunciar. Los españoles la asociaron con la Virgen de Guadalupe y así la llamaron por similitud fonética.

Quetzalcoatl era la Serpiente Emplumada, cruel deidad a la que se tenían que ofrecer sacrificios humanos, gracias a la adopción de la fe católica esta práctica fue abolida. Pero, esta aparición de la Virgen en el ayate de Juan Diego donde quedó estampada y por eso es  ἀχειροποίητα “acheropoietas” o sea, no pintada por mano humana; vino oportuna para desmontar la belicosa actitud de otras tribus aztecas que querían agredir y dar comienzo a una guerra de proporciones intimidantemente insospechadas. Juan Diego era de la tribu chichimeca. A partir de este Divino portento y en sólo siete años, se convirtieron ocho millones de indígenas.

3

En 1946 La estatua de Nuestra Señora de Fátima ubicada en la capillita es coronada por el Cardenal Marsella, Legado Pontificio. La corona fue ofrecida por las mujeres portuguesas en agradecimiento por haber librado a Portugal de la Segunda Guerra Mundial. El Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima es visitado por cuatro millones de peregrinos.

Estos relatos nos dejan ver cómo Dios obra en la historia y cuál es el papel que Jesús le ha encomendado a la Virgen María. Podríamos revisar otras advocaciones y su respectivo marco histórico para mejor entender el rol que a los católicos nos lleva a venerar, óigase bien, venerar –que no adorar, ya que la adoración se reserva a Dios.



Oh Dios,
que mediante la Inmaculada Concepción de la Virgen
preparaste una digna morada a tu Hijo:
Te suplicamos que así como la preservaste a Ella de toda mancha
-en previsión de la muerte de tu mismo Hijo-
así también nos concedas por su intercesión
llegarnos a Ti
purificados de todo pecado.

Por el mismo Jesucristo

Nuestro Señor. Amén

sábado, 6 de diciembre de 2014

VIVIR EN ESTADO DE CONVERSIÓN PERMANENTE


Is 40, 1-5; 9-11; Sal 84, 9ab. 10-14; 2 Pe 3, 8-14; Mc 1, 1-8

La división del mundo en buenos y malos es muy cómoda; es radicalmente falsa. La verdad es que la línea divisoria que separa el bien del mal en este mundo pasa por el centro de cada uno de nuestros corazones.
José Luis Martín Descalzo

Estar despiertos, permanecer alertas, vigilantes, ¿haciendo qué? ¿Esperando qué? En tiempo de Adviento, más claro que en ninguna otra época, sabemos lo que estamos esperando: Al Señor clamamos, ¡Ven a nuestras almas, ven, no tardes tanto! Es a Jesús a quien aguardamos.


¿Cómo podemos demostrarle que lo esperamos con todo amor, inclusive con impaciencia? (Ya nos lo dice San Pedro, en la Segunda Lectura, que “hay quienes lo acusan de tardanza” 2Pe 3, 9b). Tenemos que “allanarle las sendas”, así lo reclamaba el Profeta Isaías (Is 40, 3c). Pero dos versos más arriba el Profeta es más explícito: “Consuelen, consuelen a mi pueblo”, “grítenle que está perdonado su pecado” (Is 40, 1a. 2c). O sea, que en medio del desconsuelo hay que alzar la voz para que sepan que Dios no nos ha olvidado, para que se renueve la fe, para que se sepa que Dios nunca nos falla, que está con nosotros, también en los momentos más desesperados, cuando parece que todo es desolación y muerte, aun cuando haya muchos que ya no creen. Es la hora de desenterrar de entre las cenizas, la Luz Esplendida de Dios.

(Espacio reservado para una parábola)
«AVANZA

Contaban que un par de marineros había bebido durante toda la noche en una isla cercana al puerto. En la madrugada salieron muy tomados y en medio de la oscuridad subieron a su bote al cual apenas pudieron llegar. A duras penas empezaron a remar y continuaron remando hasta que al amanecer un poco, uno de ellos se dio cuenta de que ¡no habían desamarrado el bote!

Cuantas veces nosotros tratamos de hacer esfuerzos para mejorar nuestras vidas, sin embargo dejamos de lado el hecho de que para seguir adelante requerimos más que buena voluntad. Requerimos soltar amarras que nos atan al puerto. Hay muchas amarras que nos pueden retrasar. Odio, rencor, dolor, tristeza, apatía, pereza o tantas otras cosas a las que estamos expuestos cada día. Si queremos avanzar, debemos soltarnos de todas esas cosas que de una forma u otra evitan que nos acerquemos a Dios.

No desgastes tus fuerzas remando sin haber soltado tus amarras, usa todas tus fuerzas para perdonar, levantarte, animarte y luego usa todas tus fuerzas para avanzar.

Y si sientes desde hace mucho un deseo en tu corazón de que hay algo que falta en tu vida, algo que sientes que has tenido que hacer siempre pero no lo has hecho y no sabes que es. Si sientes que tienes tal vez trabajo, familia, auto y hasta prosperidad pero a pesar de todo eso sientes que algo te falta, ese es Dios que te llama a servirle. Ese es Dios que te llama a avanzar hacia Él. No esperes más, busca hoy mismo la iglesia y el servicio a Dios. Busca un grupo, una parroquia y empieza ser pleno llenando ese espacio que sólo Dios puede llenar en tu vida. Y serás entonces totalmente pleno. Vamos, AVANZA.»[1]

Esto es lo que nos recomiendo San Pedro en la Segunda Lectura, μετάνοια la metanoia 2Pe 3, 9e, vivir ἐν ἁγίαις ἀναστροφαῖς un estilo de vida santo, εὐσεβείαις piadoso 2 Pe 3, 11; σπουδάσατε ἄσπιλοι καὶ ἀμώμητοι αὐτῷ εὑρεθῆναι ἐν εἰρήνῃ esforzarnos por encontrarnos sin mancha, sin culpa y en paz. 2Pe 3, 14b.

Esta “traducción” que encontramos en la Segunda Carta de San Pedro nos ilustra muy concretamente en qué consiste lo que dice Isaías con sus figuras tan elegantes, tan poéticas -lo que le ha valido un sitial en la literatura hebraica- cuando dice: “Que los valles se eleven, que las montañas y las colinas se abajen, que los caminos tortuosos se hagan rectos y los escabrosos llanos” Is 40, 4. En la historia de los marineros borrachos, esa metanoia se ilustra con la llamada a “usar todas las fuerzas para perdonar, levantarse, animarse y luego usar todas las fuerzas para avanzar”. «Yo, y sólo yo, puedo enderezar lo torcido que llevo dentro»[2]

Así queda muy claro para qué se nos pedía en el Primer Domingo de Adviento que estuviéramos despiertos, vigilantes, alertas.  No recordar a San Juan Bautista, ni dirimir si era o no Elías redivivo, sino imitarlo, comprometernos a ser precursores de Jesús que “ya llega, a regir el orbe con Justicia”. Sal 96(95), 13. cfr. 2Pe 3, 13c.

«… la misión del Bautista, del Precursor, no es solamente un anuncio hecho con palabras, sino testimonio encarnado en la vida: es imitación de Jesús y es preparación a su destino de sufrimiento.

Y cada uno de nosotros, llamado según su vocación a preparar el camino al Señor que viene, debe inspirarse, por tanto, en este testimonio con las palabras, con los hechos y con la vida. La vida empleada en la caridad, a partir de la Eucaristía que celebramos, nos hace verdaderamente precursores de Cristo y capaces, en cierto modo, de preparar su venida en el corazón de los hombres y en las diversas expresiones de la vida social: aun en las expresiones de más sufrimiento y dificultad.»[3]



[1] Agudelo C. Humberto A. Pbro. VITAMINAS DIARIAS PARA EL ESPÍRITU 2. Ed. Paulinas 3ra reimpresión 2005 Bogotá – Colombia p. 210
[2] Dini, Averardo. EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN. TOMO II – CICLO B. Ed. Comunicaciones Sin Fronteras Bogotá – Colombia p. 16
[3] Martini, Card. Carlo María. sj.  POR LOS CAMINOS DEL SEÑOR. MEDITACIONES PARA CADA DÍA. Santafé de Bogotá D.C. – Colombia 1995 p.530