sábado, 29 de marzo de 2014

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO


1 Sam 16, 1b.6-7.10-13;Sal 22, 1-6; Ef 5, 8-14; Jn. 9,1-41

No olvidemos que los primeros cristianos llamaban al bautismo “iluminación”

José Bortolini

 “Mientras esté en el mundo, Yo soy la Luz del Mundo.”
ὅταν ἐν τῷ κόσμῳ ὦ, φῶς εἰμι τοῦ κόσμου.

Jn 9,5



«Papá Adán y mamá Eva
(Génesis 2, 7. 21-23)


Nos cuentan las viejas historias, cuando todavía no se había inventado el papel ni la imprenta, que Dios, después de haber hecho la luz y las estrellas, los peces de todo tamaño, la tierra, las rocas, las montañas y los precipicios con todos los animales que los habitan, vio todo, se dio cuenta de que no le había salido tan mal la cosa, y decidió coronar la creación con algo “super”,. Pensó: -¿Qué haré? ¿Algún ángel con diez motores y cuatro alas? ¿Un mundo nuevo en el cual se apriete un botón y salgan las ideas y las buenas acciones, como quien presiona un botón de una máquina expendedora y se llena un vaso con gaseosa? ¿O, por qué no, un paraíso en serio, donde gocemos de una eterna primavera: sin inundaciones, sin terremotos, sin sarampión, ni sarna, ni conjuntivitis, ni cáncer, sin inflación, ni recesión, ni desempleo, ni contaminación ambiental; con “el agujero de Ozono” zurcido de nuevo; sin corrupción, sin villas miseria, ni miserables en las villas, sin dolor, sin estrés, sin… sin…? Y siguió pensando, mientras se rascaba la cabeza y jugaba con su barba…


Entonces, como si se hubiera encendido una luz vieja descubrió lo que siempre quiso: haría un hombre y una mujer, mejor que la más bella piedra, el más jugoso fruto, la más ágil gacela… Mejor que lo mejor hecho en los primeros cinco días de trabajo. Y una vez que pensó, obró. Y esa obra tuvo dos nombres: Adán y Eva. Hombre y mujer. Miró el fruto de su buena idea y no pudo menos que pegar un fuerte grito: -¡Aleluia, jupi-jupi! Y se acostó a descansar pues la jornada había sido dura: hacer un pequeño mundo que resumiera y perfeccionara todo, no era pavada…


¿qué significa todo esto? Que tanto vos como yo, nacimos hace muchísimo tiempo, cuando los ríos daban sus primeros pasos. Que tanto vos como yo nos llamamos Adán y Eva. Que tanto vos como yo tenemos necesidad de reír y de llorar, luchando por la vida, pero no contra la vida. Que tanto vos como yo caminamos hacia un punto final, hacía allí donde nace el arco iris.

ttt


Nadie nace hoy: todos hemos nacido “ayer”. Todos somos un poco Adán y Eva, santos y pecadores. En ellos está nuestra “marca de fábrica”. Pensemos cómo devolver, a esa marca, la imagen y semejanza de Dios, sanando sus heridas.»[1]

La sexta señal es un Acto Creador

En el versículo 6 del capítulo nueve del Evangelio según San Juan, de donde tomamos la perícopa correspondiente a este Cuarto Domingo de Cuaresma, ciclo A, leemos: “Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos”…

A todas luces, este versículo guarda una sorprendente conexión con aquel otro del Génesis: “Entonces Dios el Señor, formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente. Gn 2, 7.


Establecida esa relación entre estos dos versículos, uno del Segundo Testamento  y el otro del Primer Testamento; podríamos leer el gesto de Jesús como que Él, Dios-Hijo, obra igual que su Padre y crea con el barro. Se trata de la creación de “unos ojos nuevos”, porque los ojos de un ciego de nacimiento no sirven, no pueden ser “reparados”, entonces Jesús crea unos nuevos ojos para que este ciego pueda por fin ver. No se trata de una recuperación de la vista; se trata de darle el ciego algo que él jamás había tenido, simple y sencillamente, porque nació con los ojos “dañados”.

“Jamás se oyó contar que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.” ἐκ τοῦ αἰῶνος οὐκ ἠκούσθη ὅτι ἠνέῳξέν τις ὀφθαλμοὺς τυφλοῦ γεγεννημένου· 9,32. O sea que Jesús es el único Alguien capaz de hacer tal; porque no es un hombre común y corriente; es el Hombre, el “hijo del hombre”. Mejor dicho, esta es la prueba de que Jesús es el Enviado, la demostración del mesianismo de Jesús. Este “Jamás se oyó contar…” que pronuncia el ciego de nacimiento, es teología de altísimo vuelo, como lo es todo su discurso testimonial:

 “El hombre contestó: ‘Esto es lo maravilloso, que ustedes no entiendan de dónde es un hombre que me abrió los ojos. Todo el mundo sabe que Dios no escucha a los pecadores sino a los hombres buenos, que hacen lo que Dios quiere… Si ese no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada’” ἀπεκρίθη ὁ ἄνθρωπος καὶ εἶπεν αὐτοῖς Ἐν τούτῳ γὰρ τὸ θαυμαστόν ἐστιν, ὅτι ὑμεῖς οὐκ οἴδατε πόθεν ἐστίν, καὶ ἤνοιξέν μου τοὺς ὀφθαλμούς. οἴδαμεν ὅτι ὁ Θεὸς ἁμαρτωλῶν οὐκ ἀκούει, ἀλλ’ ἐάν τις θεοσεβὴς ᾖ καὶ τὸ θέλημα αὐτοῦ ποιῇ, τούτου ἀκούει. εἰ μὴ ἦν οὗτος παρὰ Θεοῦ, οὐκ ἠδύνατο ποιεῖν οὐδέν. Jn 9,30-31. 33.


No se puede dejar de lado una idea de San Ireneo sobre la creación del Hombre que afirma que mientras Dios Padre creaba al ser humano, lo que tenía en mente, mejor dicho, el modelo–tipo que tenía en mente era Jesús. Dios-Padre, que vive en la Eternidad, crea al hombre, inspirado en su propio Hijo, que era ya antes de todos los tiempos. Pero, ¿a cuál Jesús se remite, como paradigma para su criatura? «Cristo es el modelo ideal del hombre. Pero Cristo vivió sometido a las leyes comunes del desarrollo humano; ¿en qué etapa, pues, de su vida sirvió Cristo de ejemplar al Padre en la formación del hombre?... el modelo de Dios en la creación del hombre fue el Verbo Humanado, cabeza de la creación, en unidad con sus miembros los santos, en la consumación final de los tiempos… Por eso responderíamos que el ejemplar del hombre, a que Dios miraba, fue la humanidad gloriosa de Jesús. Sólo Cristo resucitado constituye el hombre perfecto, a cuya imagen y semejanza fue plasmado el cuerpo de Adán[2]

El ciego ve lo Divino de Jesús

Cuando el Ciego-de-nacimiento rinde su firme y valiente testimonio sobre Jesús, el castigo que se le impone es la expulsión de la Sinagoga. A este ostracismo, a esta expatriación, es más, a esta excomunión que implica desvinculación de la comunidad, valga decir, cierre a todos los medios de subsistencia (como lo mencionamos en otro lugar, la excomunión respecto de la comunidad implicaba casi una pena de muerte porque segregados de la comunidad era prácticamente imposible allegar los recursos mínimos para la conservación de la vida); pero no queda sólo, es acogido por Jesús (por su comunidad), como lo leemos en los versículos 9, 35-39.


Cuando Jesús le dice que Él es: “Lo has visto, es el que está hablando contigo”. Respondió: Creo Señor. Se produce un fenómeno muy particular: El antes- ciego ha recibido unos “ojos” muy especiales, son los ojos poderosos de la fe, porque pueden ver aquello que los videntes-normales no son capaces de ver. «…santo Tomás, al principio del capítulo LIII del Libro III de la Suma contra gentiles, al tratar del lumen gloriæ, nota que, para ver a Dios, es necesario que la inteligencia creada reciba de Dios una semejanza especial con Él. Es imposible, dice, que la esencia divina se haga forma inteligible de un entendimiento creado, “si no participa de alguna semejanza con la divinidad”. Y en la Suma (I, q 12, a 5c y ad 3), esta semejanza es llamada por su verdadero nombre: “El lumen gloriæ, dice hace a la criatura deiforme: Y por esta luz, los bienaventurados se hacen deiformes, esto es, semejantes a Dios,… Pero ya desde ahora son deiformes los justos en virtud de la gracia santificante por la que Dios se les comunica. La gracia es esta semilla de Dios en nuestras almas, tan estrechamente relacionada con el lumen vitæ de los bienaventurados, que excluye por sí misma toda tiniebla de pecado (1Jn 3,9). Es luz, aunque todavía no deslumbradora, porque es la iluminación de la esencia de nuestras almas por Dios, luz increada, lumen vitæ (Jn 8, 12).»

El otrora ciego se cristifica

Este ciego llega a participar de una de las peculiaridades del Resucitado: su irreconocibilidad. Se traemos a la memoria todos los pasajes donde el Resucitado se presenta ante quienes lo conocían muy bien, ahora, no lo pueden reconocer. Pues es eso exactamente lo que le pasa al antes-ciego; la gente está dividida, unos creen que es él, otros opinan que no, que es uno parecido. Hasta tal punto llega la duda que es necesario apelar a los propios padres para saber si es o no es. Ese es el punto de tangencia entre Jesús y el ciego sanado, el ciego que adquiere la visión. Este parecido nos dice que se han llegado a igualar en “algo”; lo que pasa es que Jesús al obrar en él esta “señal” lo incorpora a su Cuerpo Místico, siendo así, pasa a formar parte de la comunidad de los creyentes, del pueblo llamado (todo “llamado” es también “enviado”; es más, todo aquel que es llamado lo es para recibir la misión de ir; por eso nuestra Eucaristía se llama Misa, o sea, “Envío”.


Hablemos sobre la cronología de los "Envíos": Jesús ha sido enviado por el Padre; ahora, después de crearle unos “ojos nuevos” al ciego de nacimiento, Jesús lo envía a lavarse en el pozo de Siloé: καὶ εἶπεν αὐτῷ Ὕπαγε νίψαι εἰς τὴν κολυμβήθραν τοῦ Σιλωάμ (ὃ ἑρμηνεύεται Ἀπεσταλμένος). ἀπῆλθεν οὖν καὶ ἐνίψατο, καὶ ἦλθεν βλέπων. Él va y se lava y regresa βλέπων “viendo”.

«…es doctrina de Santo Tomás[3]: “Nada puede recibir una forma superior más que a condición de ser elevado a la capacidad necesaria para esta forma por una previa disposición… Es necesario, por lo9 tanto, que esta unión –la unión propia de la visión en el cielo- comience por una mutación de la inteligencia creada. Mutación, que por otra parte, no puede realizarse más que por la adquisición de una nueva disposición en la inteligencia creada” (Cfr. 3 Contra gent. 53). Esta disposición al acto y a la operación, que es al mismo tiempo mutación de la potencia y el acto, constituye el lumen gloriæ, así llamado porque se llama luz a “aquello que perfecciona el espíritu con relación a la visión”.»[4] Es por esto que el antes-ciego, no solamente cuenta con la visión normal de las otras personas, sino que aparte de eso, posee una visión especial, que le permite descubrir con evidencia, que quien le dio lo que él nunca antes tuvo –según todo el mundo lo sabía- tiene que ser el Mesías. Por eso, tan pronto Jesús se identifica, él –por su parte- se postra ante Él. Porque su espíritu se ha perfeccionado con la “luz” que le “aclara la visión”.

Estructura de esta perícopa del Evangelio de San Juan

Está completamente fuera de nuestro alcance intentar una exégesis más completa de esta pasaje tan rico, además como catequesis bautismal, como también lo era el evangelio del Domingo 3ro de Cuaresma, el de la Samaritana al borde del pozo. «”Padres y padrinos, a ustedes se les confía el alimentar esta luz para que su hijo, iluminado por Cristo, camine siempre como hijo de la Luz. Y perseverando en la fe, pueda salir con todos los santos en el cielo, al encuentro del Señor”



Sin duda el rito, de la luz manifiesta la dimensión profética de la vida cristiana. Por el Bautismo somos iluminados. Participamos de la Luz que es Cristo. Ya no caminamos en las tinieblas, porque somos hijos de Dios. Nos hacemos uno con Cristo, luz que ilumina el camino.

La vela encendida puede significar también nuestra fe, porque, mientras esta permanece encendida, no caminamos en las tinieblas. Le fe nos ha de conducir, pero ella tendrá que ser protegida y alimentada como la cera alimenta la llama.»[5]

Sin embargo, no podemos soslayar la estructura de la perícopa, así que diremos una palabra a este respecto:

El corazón de la perícopa es la identificación de Jesús como un “profeta” (también la Samaritana lo reconoce cono tal cuando le dice “Veo que eres un profeta”(Jn 4,19b).


El primer círculo exterior al núcleo, está formado por los versículos 8-12, donde al ciego no lo reconocen y por los versículos 18-23 donde los padres no “asumen” el reconocimiento pretextando que él tiene la edad suficiente para explicar cómo fue sanado.

El segundo cinturón que rodea los anteriores está formado por los versos 6-7 que muestra a Jesús-Dios-Creador; y 24-34 donde se argumenta que si no viniera del Padre no podría obrar tales signos, es Dios-Hijo que sana-crea.

Finalmente, la capa más excéntrica está formada por arriba por los versos 1-5 que nos muestran a Jesús que llega “Enviado” y los versos 35-38 donde el Enviado del Padre es reconocido por la postración del antes-ciego.



Todo esto encuentra cúspide en los versos 39-41 que actúan como epílogo, conclusión y sinopsis: Los que quieren juzgar a Jesús no tienen verdadera autoridad de jueces, no tienen derecho a juzgar. En cambio Jesús, con toda la autoridad de su “Enviador” emite el veredicto: esos pretendidos jueces son simples ciegos, ¿cómo puede ser juez el que es ciego y no puede por su ceguera juzgar.

Post-scriptum

Mientras escribíamos todo el artículo teníamos en mente este milagro del Padre Pio: Anna María Gemma di Giorgio es una “ciega de nacimiento”, que sanó con la intercesión del Padre Pío… todavía está ciega oficialmente, ¡pero ve!.. Para mí es un ¡milagro viviente! Todavía tiene sus ojos sin pupilas, con unas opacidades blancas feas, que repugnan, ¡pero ve! Todavía es “oficialmente ciega”, recibe el subsidio del gobierno como ciega, ¡pero ve perfectamente!



El nombre completo es Anna María Gemma di Giorgio, que nació en la Nochebuena de 1939. Hay una Película del Padre Pío en la que sus ojos se ven bien, con las opacidades, sin pupilas, ¡y se ve que Gemma ve!: Coge flores y va diciendo sus colores, atraviesa la calle sola, echa agua en una botella, ¡ve!… y se ven sus ojos sin pupilas, con opacidades grises y blancas. 

Evidentemente, como lo hemos dicho arriba, el Padre Pio no podía “crearle unos ojos nuevos a Gemma, pero Dios le permitió la vista por intercesión del Padre Pio. Tampoco Gemma era ciega por el pecado de sus padres o por los de ella, era ciega sólo para que se revelara la acción de Dios en ella. ¡Gloria sea dada al Señor, por los siglos de los siglos!




[1] Muñoz, Héctor. CUENTOS BÍBLICOS CORTITOS Ed. San Pablo. Bs As. – Argentina 2004 pp, 12-13
[2] Orbe,  Antonio. UNA TEOLOGÍA CRISTOCÉNTRICA DEL HOMBRE. En SELECCIONES DE TEOLOGÍA. Facultad de Teología San Francisco de Borja. Barcelona-España. Vol II, # 6, abril-junio de 1963. p. 80.
[3] El argumento está construido para explicar cómo veremos cuando estemos cara a cara frente al Señor; pero podemos extrapolarlo para entender por qué el antes-ciego ve más y mejor que todos los otros, cuya vista es tan torpe que se asemeja a la ceguera.
[4] De la Taille, Maurice. s.i. ACTUACIÓN CREADA POR ACTO INCREADO En SELECCIONES DE TEOLOGÍA. Facultad de Teología San Francisco de Borja. Barcelona-España. Vol 6 No. 21 Enero – Marzo 1967. p. 70.
[5] Beckhauser, Alberto. LOS SACRAMENTOS EN LA VIDA DIARIA. Ed. San Pablo Bogotá D.C. – Colombia 2003 p. 59

sábado, 22 de marzo de 2014

AGUA QUE FLUYE EN CLAVE DE AMOR


YO SERÉ SU DIOS Y USTEDES SERÁN MI PUEBLO
Ex 17,3-7; Sal 95(94), 1-2. 6-9; Rom 5,1-2.5-8; Jn 4, 5-42

Los tomaré a ustedes como pueblo mío, y yo seré su Dios.
Ex 6, 7a

Me quito la sed tomando de esta manantial, que por esto se trasforma todos los días en fuente del pueblo para saciar a todos los sedientos del mundo.

Averardo Dini

Incapacitados para ver una salida

¿Nos hemos descubierto –alguna vez- atrapados en una situación  donde percibimos una  ausencia de control sobre el resultado de una situación? Esta pregunta vienen al caso porque el concepto general que las personas tienen sobre su realidad, sobre su propia historia personal, es la de encontrarse en una callejón sin salida, ciego en ambos extremos, en una suerte de laberinto, ciego por todos los puntos donde –por mucho que se procure salir- no se ve escape posible.



Para estos atolladeros la sicología ha acuñado dos flamantes términos: “desesperanza aprendida” e “indefensión aprendida”. «Hoy sabemos que en la política y en la guerra se usan estrategias para generar en los disidentes, opositores y/o enemigos, estrategias de este tipo para desmoralizarlos y evitar iniciativas resistentes a los abusos de poder»[1].



«Cuando yo era chico me encantaban los circos. Y lo que más me gustaba de ellos eran los animales. También a mí, como a otros, me llamaba la atención el elefante. Durante la función la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal…

Pero después de su actuación, y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.


Sin embargo, la estaca era solamente un minúsculo pedazo de madera apenas enterrada unos centímetros en la tierra.  Y aunque la cadena era gruesa, me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol con su propia fuerza, podría, de una forma muy sencilla, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía cinco o seis años, pregunté a algún maestro, a mi padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque está amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: Si está amaestrado, entonces ¿Por qué lo encadenan?... No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.



Hace algunos años descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no escapa por que ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño".

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, y tiró de aquella cadena tratando de soltarse.  Y a pesar de todo su esfuerzo no lo logró. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar y también al otro sin tener buenos resultados… hasta que un día, un terrible día para su historia el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.



Este elefante enorme y poderoso no escapa porque CREE QUE NO PUEDE.

Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que se siente poco después de nacer. Y lo peor es que jamás. Jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez…

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos hacer" simplemente  porque alguna vez probamos y no pudimos.



Grabamos en nuestro recuerdo "no puedo... no puedo y nunca podré'', perdiendo una de las mayores bendiciones con que puede contar un ser humano: La fe. La única manera de saber es intentar de nuevo, poniendo en ello TODO NUESTRO CORAZÓN y todo nuestro esfuerzo, como si todo dependiera de nosotros, pero, al mismo tiempo, confiando totalmente en Dios como si todo dependiera de Él.»[2]


Sin ser esclavos propiamente, vivían esclavizados

El pueblo de Israel que había terminado por vivir en esclavitud en Egipto, donde llegaron y fueron bien acogidos originalmente, y se hicieron prácticamente ricos, y crecieron en gran número, todo lo cual produjo preocupación en los egipcios que vieron en su desarrollo una amenaza, así que les aumentaron los impuestos, y, les impusieron mayor impuesto de trabajo, también les impusieron capataces despiadados que los maltrataban, fue precisamente en esa situación que Moisés mató a un capataz y tuvo que huir. Por eso también, cuando YHWH habló a Moisés le dijo: “claramente he visto como sufre mi pueblo que está en Egipto. Los he oído quejarse por culpa de sus capataces, y sé muy bien lo que sufren. Por eso he bajado a salvarlos del poder de los egipcios; voy a sacarlos de ese país y llevarlos a una tierra grande y buena donde la leche y la miel corran como el agua.” Ex 3, 7b-8c.



Toda la historia de opresión y explotación los había llevado a sentir que no podían ya sacudirse del yugo opresor. ¿Cuál es pues el rol de Moisés? Levantar el ánimo de su pueblo, mostrarles que si podían “arrancar la pequeña estaca de madera”. Moisés fue el instrumento liberador de YHWH para que su pueblo “elegido” saliera de su lamentable condición en Egipto.

Pero cuando se ha vivido largo tiempo la condición del explotado, podemos aplicar aquí la imagen del elefante y decir que "El elefante del circo no escapa porque había estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño". Esa mentalidad de explotado se ha internalizado de tal manera que termina por amarse el servilismo, al punto que, después en el desierto, añoran la carne y las cebollas que comían en Egipto. Viene luego el episodio que nos narra la perícopa de este Domingo Ex 17, 3-7, donde el pueblo se queja de sed y Dios les da agua que mana de  la roca que golpea Moisés con su vara, según las instrucciones que el propio YHWH le había dado. Toda la escena tiene como marco espacial Masá y Meribá, lugares geográficos de la ruta en el desierto, cuyos nombres traducen, precisamente, prueba y querella, porque esto fue lo que hizo el pueblo retar y querellarse con Dios.



Nunca será suficiente insistir que YHWH los hizo vagar 40 años por el desierto precisamente para que se purificaran de su mentalidad servil, de su acomodo a la mentalidad de explotados, de su conciencia de oprimidos. Fue el duro proceso de aprender a vivir en “libertad”. Recuerdo haber visto una película donde un ex presidiario se suicida porque ya no sabe vivir libre, porque ya se había acomodado al ritmo de la cárcel hasta tal punto que su vida en libertad es más penosa para él, acostumbrado al cautiverio- llegando a echar de menos sus cadenas. La idea-imagen se puede llevar más lejos, ha habido mujeres que llegan a extrañar las palizas de sus maridos… y, por mucho que nos extrañe a los que detestamos las golpizas, nació aquel dicho de “porque te quiero te aporreo (según la pronunciación popular “te aporrio”)”.

¡40 años de errar por el desierto! Así sería de profunda la alienación de ese pueblo y su olvido del valor inapreciable de la libertad. El cruce del Mar Rojo es una figura de esa limpieza mental indispensable para salir de la condición y de la resignación a vivir en la condición de subyugado.



También el agua bautismal alude a esta desintoxicación. Cuando nos hemos habituado a vivir en el pecado, es preciso un proceso de limpieza mental, y del corazón también, para ser capaces de asumir el precio de vivir por fuera de él. Muchas veces oímos del combate que dan los santos contra el Maligno  que los ataca y los tortura despiadadamente porque quiere arrastrarlos de cabeza hacia el fondo. ¡Esas son las tentaciones!

Cruzar un Mar de Sangre

La libertad tiene un precio, la libertad dignifica, pero no es gratuita. ¡Hay que atravesar al otro lado del Mar de Sangre que derramó el Redentor!



El Salmo celebra la Alianza. En este Salmo 95(94) se convida al pueblo a restablecer la Alianza. Se lo llama a dejar la actitud que tuvieron en Masá y en Meribá y a reconocer que Dios es Grande, es Bondadoso, es Dios-Creador, es amoroso-protector y defensor, Dueño de todo lo creado. Y retoma la idea de que haber quebrantado la Alianza los llevó a ser castigados. ¿Cuál fue el castigo? Vagar 40 años por el desierto, no poder entrar en el “descanso” del Señor.



La Alianza implica una relación de toma y da-acá. Dios bendice, Dios protege, cuida y alimenta; da de comer y de beber, pero el pueblo también tiene su parte contractual en el pacto de la Alianza: Debe vivir su condición filial, reconocerse hijo del Padre Celestial, asumir la obediencia, la fidelidad al Padre; respetar sus mandatos, vivir coherentemente lo que Él le ha enseñado.

«En el año 721 a.C. , Samaria, capital del Reino del Norte, fue invadida por los asirios. La política de dominación adoptada por Asiria era acabar con la organización del país dominado. Ese imperio deportaba a los pueblos dominados de una región a otra.

Para poblar la región de Samaria, Asiria deportó sus colonos de cinco regiones diferentes: Babilonia, Cutá, Avá, Jamat y Sefarvayím (2 R 17, 24) Cada pueblo llevó consigo su cultura y sus dioses. Con el correr del tiempo, esos colonos asirios se unieron con los judíos, formando un nuevo pueblo. Los samaritanos.»[3]

«Los samaritanos tuvieron un papel decisivo en la formación de la comunidad del Discípulo amado. Por eso el evangelio de Juan presenta el episodio de Jesús con la samaritana y muestra que ha llegado el final del culto que discrimina y margina personas y grupos. La samaritana no tiene nombre, y ese detalle indica que ella representa a todos los samaritanos, que eran considerados por los judíos como personas impuras e idólatras»[4].

También la Samaritana del evangelio padece una triple cadena: Es Samaritana, es decir extranjera; es mujer, tremenda alienación en esa cultura donde la mujer era prácticamente menos que un mueble, algo así como un burro; y la “cadena” del amor-fetichizado, de tener “maridos” que no son “marido” porque “no eran suyos”, eran hombres transeúntes por su vida, no compañeros de vida, no –co-constructores de un hogar, de una familia, compañeros de una misma “lucha”.

«El corazón del hombre no puede vivir “sin un dueño”. Cuando el corazón anda de ídolo en ídolo, de cosa en cosa, de dependencia en dependencia, al final se siente vacío, desganado, perdido y solo. El corazón duele cuando no lo llena quien es la medida de nuestro corazón: Dios.


Al corazón no se le puede mentir. No se le puede enmascarar. No va en juegos de mentira. Al corazón se llega sin razones, sin manejos; se llega por la intuición. El corazón sufre cuando es maltratado, golpeado por una vida vivida “sin corazón”. Al corazón no se le engaña dándole a beber “aguas contaminadas, aguas sucias”. Le gusta el agua limpia, el agua fresca y pura. Al corazón  no le van los postizos, no le cuadran los disfraces. Porque el corazón del hombre lo creó Dios, salió de sus manos, tiene su marca, su sello, su hechura. Y nada lo satisface sino el mismo Dios.»[5]

«Un corazón herido es un corazón indigente. El corazón herido de Jesús, plenamente humano, necesitaba y necesita amistad. Rechazado, necesita fe, confianza y fidelidad. ¿No era eso lo que buscaba en sus discípulos y seguidores durante su misión, que creyeran en Él, que demostraran su caridad amando al prójimo y permaneciendo en su amor? ¿No eran causas de su tristeza y soledad la falta de fe y confianza que hallaba en sus seguidores y discípulos?»[6]

אֱלֹהִֽים׃ כְּאַיָּ֗ל תַּעֲרֹ֥ג עַל־אֲפִֽיקֵי־מָ֑יִם כֵּ֤ן נַפְשִׁ֨י תַעֲרֹ֖ג אֵלֶ֣יךָ
Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti Dios mío.
Sal 41, 2


El agua que le dará Jesús, es agua purificadora, re-dignificadora, que le enseña a vivir al margen del pecado, a vivir libre respecto de él. La levanta; no la discrimina[7] sino que la trata de igual a igual. Le habla por encima de las discriminaciones raciales y de género y también, la va como llevando de la mano, para hacerle entender que lo que ella llama “maridos” dista mucho de serlo. «Ahora ella es una mujer diferente. Mujer nueva. Mujer regenerada. Mujer limpia y feliz. Mujer profunda y cercana. Mujer fuerte.»[8]

«… todo lo que me limite, me está impidiendo llegar a esa plenitud, a esa totalidad, a esa abundancia en la vida, en la Gracia para hacer todo lo que yo puedo, quiero y debo ser,…»[9]


La Segunda Lectura reconoce que –y en el ara de la brevedad sólo diremos esto- Jesús al sacrificarse por nosotros mostró nuestro valor a los ojos de Dios. Por encima de nuestros defectos y virtudes, tanto y tantísimo valemos para Él, que aun cuando no seamos “justos”, Dios no escatimo a su Hijo, su Amado, en quien tiene sus complacencias, y lo entregó por nosotros. Reflexionemos  y justipreciemos cuánto nos ama y cuánto valemos a Sus Ojos. ¡Él tiene sed, sed de nuestro amor!







[1] Yagosesky, Renny. LA DESESPERANZA APRENDIDA. http://www.gestiopolis.com/organizacion-talento/perdida-de-la-motivacion.htm
[2] Agudelo C.  Humberto A. VITAMINAS DIARIAS PARA EL ESPÍRITU 2. Ed. Paulinas. Bogotá – Colombia 3ra RE-IMPRESIÓN 2005 pp.263-264
[3] Centro Bíblico Verbo LA NUEVA VIDA NACE DE LA COMUNIDAD. EL EVANGELIO DE SAN JUAN. SUBSIDIOS PARA ENCUENTROS. Ed. San Pablo. Bogotá- Colombia 2010. p. 40.
[4] Bortolina, José. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE JUAN. EL CAMINO DE LA VIDA. Ed. San pablo Bogotá Colombia. 2002
[5] Mazariegos, Emilio L. DE AMOR HERIDO Ed. San Pablo. 3ra  Edición  2001 Bogotá-Colombia. p, 126
[6] Galilea, Segundo. LAS LUZ DEL CORAZÓN. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1995 p. 116
[7] Los samaritanos se dan cuenta que Cristo NO es un Mesías limitado a los “judíos”, sino abierto a todas las razas y marginados del mundo, incluso a ellos (Jn 4, 41-42). Seubert, Augusto. CÓMO ENTENDER LOS MENSAJES DEL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo. Santafé de Bogotá – Colombia. 1999 p. 45
[8] Mazariegos, Emilio L. Op. Cit.  p. 131
[9] Vallés, Carlos G. sj. TESTIGOS DE CRISTO EN UN MUNDO NUEVO. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá 1995. p. 52

sábado, 15 de marzo de 2014

EN JESÚS SE NOS REVELA EL AMOR DEL PADRE


Gen. 12, 1-4; 2 Tim. 1, 8-10; Mt. 17, 1-9

…hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas.

Fil 18a, 19

Callar ante las injusticias y violaciones de la sacralidad de cada hombre (res sacra homo) significa complicidad; es más cómodo y fácil: razones de orden, de disciplina, de (falsa) unidad, de no-intromisión en asuntos políticos, son invocadas para justificar el ausentismo.

Leonardo Boff.

… no eres un Dios que se queda
alegremente en su cielo.
Tú alientas a los que luchan
para que llegue tu Reino.

Padre nuestro que estas en la tierra.
A.    Cubiella


No morirse en la esterilidad
  

Como os lo hemos contado en el pasado, sufrimos una extraña fascinación por las “colchas de retazos” que eran un tipo de cubre-lechos antiguamente muy en boga, obtenidos a partir de fragmentos textiles, de distintos colores y de materiales muy diversos. Constituían una especie de “reciclaje” que además de su fantástico y alegre colorido, de su tendencia kitsch directamente emparentada con el naïve, se  ponían en colaboración piezas de géneros tan dispares en cuya contraposición se daba nacimiento a un lenguaje, a un enfoque y a una percepción hasta ese momento no alcanzado. Era –desde el punto de vista cultural- un descubrimiento, una revelación de una dimensión absolutamente desconocida hasta entonces, un hallazgo trascendente, algo a lo que de otro modo no se habría podido acceder. Fue –gracias a las obras manuales de las abuelas- que aprendimos a ver y entendimos el valor del collage, el arte de la yuxtaposición, de la contraposición, del poner lado a lado lo que de por sí se halla distante y no convive en inmediatez sino en lejanía.



Quisiéramos tratar de penetrar y adentrarnos en la “transfiguración” valiéndonos de una colcha de retazos hecha con fragmentos de tres textiles (es decir, en nuestro caso, tres textos de muy dispar procedencia) que colocados, uno junto a los otros dos, nos “revelen”, tal vez, una dimensión nunca antes percibida de estos –también- Tres Personajes tan importantes para nuestra fe, y de su cita en el “monte elevado”.


Puede suceder que el episodio nos deje “por fuera” si en él sólo vemos un “efecto especial”, un “montaje publicitario”, otro “truco de campaña”, una “manipulación de la imagen” encargada al asesor de imagen para impactar y “conseguir más votos”. Este peligro también está allí. Podemos quedarnos “por puertas” si nos detenemos en los super-reflectores que hacían ver las ropas de Jesús tan “maravillosamente brillantes” como si se tratara sencillamente de un comercial de detergente que promete una blancura inalcanzable para otros detergentes o para los jabones en barra…

Si esto nos sucediera, la página bíblica habría quedado para nosotros estéril. Así que, habrá que usar un acceso diferente. Otro tipo de acercamiento. Aproximarnos a la perícopa evangélica con otro instrumental. Nosotros mismos, nos hemos quedado otras veces atrapados en la crítica a San Pedro: “Ah, pedazo de conformista que quería quedarse en lo alto del monte y no bajar a enfrentar la vida”. O, “claro, ahí está pintado Pedro, siempre bocón, afanándose por meter la pata, porque siempre que habla, dice su sandez”. Y, sin embargo, no será tanta sandez porque Jesús lo instituye “piedra” básica para levantar su Iglesia: Primer Pontífice, primero en la serie de los que por ahora van 266 hasta llegar al hoy en día Papa Francisco.  ¡Dios dispondrá cuantos más seguirán en esta serie!



Por tanto, no podemos estancarnos en argumentos inmediatistas, procuremos -con el instrumental sugerido- adentrarnos en el tema, al sesgo, buscando penetrar con mayor efectividad, y más profundo alcance.

«Yo –decía el Padre José Luis Martín Descalzo- siempre he sido un pésimo ahorrador. De dinero y de vida. Tal vez porque veo que en el mundo hay un terrible afán por regatear esfuerzos, de afanes por dejar para mañana lo que a uno no le obligan a hacer hoy. Hay gente -me parece- que se va a morir sin llegar a estrenarse. Se cuidan. Se ahorran. Se «conservan». Van a llegar a la otra vida como un abrigo siempre guardado en el ropero.



Hace años leí una oración de Luis Espinal (el jesuita a quien asesinaron en Bolivia en 1980) que me impresionó: «Pasan los años y, al mirar atrás, vemos que nuestra vida ha sido estéril. No nos la hemos pasado haciendo el bien. No hemos mejorado el mundo que nos legaron. No vamos a dejar huella. Hemos sido prudentes y nos hemos cuidado.

Pero ¿para qué? Nuestro único ideal no puede ser el llegar a viejos. Estamos ahorrando la vida, por egoísmo, por cobardía. Sería terrible malgastar ese tesoro de amor que Dios nos ha dado.»[1]

Sería terrible, sí, llegar al final con el alma impoluta, con el tesoro enterito, pero sin emplear. Creo que fue Péguy quien se reía de los que nunca se mancharon las manos... porque no tienen manos. 0 porque jamás las usaron para nada… Era yo seminarista y vi -¿hace ya cuántos años?- aquella vieja película titulada Balarrasa (que he revisado hace poco y me pareció malísima), que, vista con mis veinte años, resultó decisiva para mi vida en aquella escena en la que un personaje, muriéndose, se aterraba ante la idea de hacerlo «con las manos vacías». Esa imagen me persiguió durante años. Y pensé que ningún infierno peor que el de la esterilidad. Fuera lo que fuera de mi vida, yo tendría que dejar aquí algo cuando me fuera, aun cuando se tratara solamente de una gota de esperanza o alegría en el corazón de un desconocido.



Pienso ahora en aquel verso de Rilke que, como supremo piropo a la Virgen, dice que el día de la Asunción quedó en el mundo «una dulzura menos». 0 pienso en Juan XXIII, de quien, el día de su muerte, dijo el cardenal Suenens que «dejaba el mundo más habitable que cuando llegó». Pienso que es muy poco importante el saber si dentro de un siglo se acordará alguien de nosotros -seguramente no-; porque lo único que importa es que alguna semilla de nuestras vidas esté germinando dentro de alguien (incluso si ni él ni nosotros lo sabemos). Porque entonces nuestras vidas habrán sido ganadas.»

Este relato, nos da motivos para bajar del Monte, para no quedarnos a vivir en las tres “tiendas”, para entender que en vez de “enquistarse”, es preciso “desacomodarse”, armarse de valor y “amarrarse bien los pantalones” porque nos han habituado a pensar y a reaccionar con mojigatería. Pedro no es menos valiente que nosotros. También –la mayoría de nosotros preferiríamos quedarnos arriba, preferiríamos el frasco de formol, al riesgo de vivir el compromiso, de seguir al que es “la Tienda Viviente” porque Él ha puesto su Tienda entre nosotros, ha armado su “Carpa” con Carne, Huesos y Santa- Sangre, y es con Él con quien vale la pena vivir, porque Él es Vida, porque Jesucristo es la vida en plenitud, porque su vitalidad es la del Amor.

El mal puede llegar a producir frutos de bien

Admiramos la valentía de los jóvenes que son capaces de apostarle todo el mismo número. Y nos vamos llenando –muchas veces- de pusilanimidad, y nos quedamos allí en el rincón, quieticos, inmóviles sin hacer ruido alguno, sin chistar palabra: “No nos la hemos pasado haciendo el bien. No hemos mejorado el mundo que nos legaron. No vamos a dejar huella. Hemos sido prudentes y nos hemos cuidado” como decía la oración de Luis Espinal, y por lo tanto, no habremos hecho al mundo más habitable que cuando llegamos.



Podemos orar para no tener que beber el cáliz amargo, siempre y cuando no pretendamos el muy ofensivo gesto de ponerle talanqueras al Mismísimo Dios. ¡Señor, haznos generosos para no quedarnos en el rincón, lloriqueando; para sacudirnos el miedo, para desatarnos las alienaciones que nos condenan al quietismo, a la inacción, a los pecados de omisión por cobardía! Permítenos, Oh Señor, la osadía de tu Espíritu Santo para no ser resignados sino resistir el Mal, todo mal, que de seguro, tú nos asistirás!

«…una oración que había aparecido garabateada en un trozo de papel de estraza hallado en el campo de concentración de Ravensburg: “Acuérdate, Señor, no sólo de los hombres y mujeres de buena voluntad, sino también de los de mala voluntad. No recuerdes tan sólo todo el sufrimiento que nos han causado; recuerda también los frutos que hemos dado gracias a ese sufrimiento; la camaradería, la lealtad, la humildad, el valor, la generosidad, la grandeza de ánimo que todo ello ha conseguido inspirar. Y cuando los llames a ellos a juicio, haz que todos esos frutos que hemos dado sirvan para su recompensa y su perdón”»[2]



Cuando acusamos a Dios por permitir el mal, se nos queda en el margen, la comprensión anterior: el mal genera mucho bien, el dolor nos permite alzarnos por sobre nuestra fragilidad, no sólo es redentor, es también vitamina de solidaridad, nos hace más unidos, ante él reaccionamos con lo mejor de nosotros mismos. El mal gatilla nuestros impulsos heroicos, es –en no contadas veces- el detonante del Amor que Dios ha depositado en nosotros, y que de otra manera, no despertaría, sino que se mantendría amodorrado en nuestro corazón, modorra rayana en la indiferencia. Pensemos –en este momento- en los frutos que tú mismo has dado como resultado de tu sufrimiento.

No que busquemos el mal, no que promovamos el mal; pero, que comprendamos que el mal inevitable, el que –por ahora- no podemos detener, también es una ventana hacia Dios, que sabe recoger, inclusive allí, frutos provechosos, así como los cosechó del Árbol de la Cruz.

¿Se puede comer la torta y guardarla?
También se nos ha ocurrido pensar si ¿podríamos tenerlo todo? ¿A Jesús, a Elías, a Moisés, las tres Tiendas y –al mismo tiempo- el descenso del monte, ya que no podemos quedarnos arriba? ¿Parece mucho pedir? ¿es absolutamente imposible tenerlo todo? ¿Estamos condenados a elegir o cabe alguna astucia?

El siguiente cuentito nos puede sugerir una alternativa viable: Se titula “Un Dilema”:

Estás conduciendo tu carro en una noche de tormenta terrible. Pasas por una parada y ves a tres personas esperando el bus:
1. Una anciana que parece a punto de morir.
2. Un viejo amigo que te salvó la vida una vez.
3. El hombre perfecto o la mujer de tus sueños.
¿A cuál llevarías, sabiendo que solo puedes llevar a un pasajero en tu automóvil?
Piensa antes de seguir leyendo… Piensa… Piensa…
Este es un dilema ético-moral que una vez se utilizó en una entrevista de trabajo.

Podrías llevar a la anciana, porque va a morir y, por tanto, deberías salvarla primero; o podrías transportar al amigo, ya que te salvó la vida una vez y esta sería la oportunidad perfecta de devolverle el favor. Sin embargo, tal vez nunca vuelvas a encontrar al  hombre o mujer de tus sueños… Piensa antes de seguir leyendo… Piensa… Piensa…

El aspirante que fue contratado (de entre 200 aspirantes) no dudó al dar su respuesta. Me encanto, y espero poder utilizarlo después en alguna entrevista.

¿QUÉ DIJO? 

Simplemente contestó: "Le daría las llaves del carro a mi amigo, y le dejaría que llevara a la anciana al hospital. Yo me quedaría y esperaría el bus con la mujer de mis sueños."
Debemos superar las aparentes limitaciones que nos plantean los problemas, y aprender a pensar creativamente»[3].



Lo cierto es que Pedro, Santiago y Juan, al bajar con Jesús tuvieron a Moisés y toda su ley, y aún más; a Elías y todo su profetismo; a Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios; la bajada más profunda de la montaña, hasta el fondo del Hades, hasta el martirio mismo; pero, tuvieron también la Altura de la Montaña más Alta, la Luz y el Resplandor más enceguecedor, el destello de la Resurrección. ¡Se puede tener todo al tiempo! Para lograrlo ¡hay que animarse a bajar!





[1] Martín Descalzo, José Luis. RAZONES PARA LA ALEGRÍA. Ed. Sociedad de Educción Atenas. Madrid -  España. 1985 pp. 18-19
[2] De Mello Anthony. UN MINUTO PARA EL ABSURDO. Editorial Sal Terrae. Santander-España 5ta ed. 1996 p. 299
[3] Agudelo C. Humberto A. VITAMINAS DIARIAS PARA EL ESPÍRITU 2. Ed. Paulinas. Bogotá – Colombia 3ra re-imp. 2005 pp. 219-220