domingo, 28 de abril de 2013

LA RESURRECCIÓN TRAE RENOVACIÓN



V DOMINGO DE PASCUA



Si tuviéramos que darle un nombre a este Domingo, así como el anterior lo llamamos el Domingo del Buen Pastor, este Quinto Domingo de Pascua podríamos llamarlo el Domingo de “lo Nuevo”, o el domingo de la Nueva creación. Verdaderamente, la Resurrección tiene como consecuencia una Nueva Creación. Todo empieza de nuevo, como empezó en el Paraíso, todo es regenerado.  Lo leemos en el verso 5a del capítulo 21 del Apocalipsis, que es lo último de la perícopa de la Segunda Lectura que hacemos en este Domingo: “Ahora todo lo hago nuevo”.

¿Recuerdan ustedes qué dice la parte b de este versículo? Pues, aun cuando no está incluido en la liturgia de esta fecha, bien vale la pena recordarlo: “… y me dijo: «escribe que estas palabras son verdaderas y seguras». Valga decir, que la parte b del versículo contiene una garantía, una garantía del Fabricante, una garantía irrevocable, y esto es algo inimaginable, algo especial, como para alguien que sufra de ataques de desconfianza, para aquellos cuya fe flaquea o tambalea. Es la “Palabra de Dios” la que nos ofrece garantía, perdón, debemos decir Garantía.

Y ¿qué es lo garantizado? Un cielo nuevo, y una tierra nueva, es decir, un cosmos nuevo; tenemos una ciudad nueva, la Nueva Jerusalén, y –en el Evangelio- tenemos un Mandamiento Nuevo. Pero allí, damos un gran salto, del entusiasmo por el Don Infinito que nos trae la Resurrección entramos en la dialéctica del Mandamiento. Y es que el Mandamiento implica una reciprocidad entre Mandador-mandatarios. Nosotros, la humanidad, el pueblo de Dios, somos los mandatarios, y nuestro Creador el Mandador, la alianza, si pudiéramos decir, el contrato bilateral, está plasmada en el Mandato, si el Mandato no es cumplido por los mandatarios, la alianza se rompe, el Mandador quedaría de esta manera desobligado, ya el Mandador no tiene el nivel de compromiso previsto, puesto que el Mandato (Mandamiento) fue desoído. La popular canción enuncia con claridad, compendiando Jn 13, 34-35:

Un Mandamiento Nuevo nos da el Señor,
Que nos amemos todos como lo manda Dios.
…………………………………………………


¿Qué podría hacer el Mandador? ¡Buscarse un nuevo mandatario! No cambia su mandatario de buenas a primeras; al contrario, la Historia de la Salvación es la enumeración incansable de las miles y miles de terapias que el Mandador procura a sus díscolos mandatarios. Ya en Los Hechos de los Apóstoles vemos a Dios, buscarse otro pueblo, pese a los abundantes llamados, pese a las innumerables invitaciones, este “pueblo de dura cerviz” ha rehusado acudir con su docilidad y buena disposición; en cambio, han revestido su corazón de férrea coraza de rebeldía, sus oídos han sido de sordos y, su desobediencia ha dado al traste con el Plan Salvífico que el Señor les tenía reservado. Tampoco quiere decir que Dios cierre la puerta definitivamente al pueblo “elegido”, Dios no es un niño de pataletas dando portazos. La puerta sigue abierta para ellos de par en par, la Fidelidad de Dios es inquebrantable. Pero nadie entra a la fuerza. El Señor envía a sus mensajeros a promover el “banquete”, pero si los invitados no acuden, mandará llamar los mendigos y los lisiados que están a la vera del camino.

Quien a sus hermanos no ama,
miente si a Dios dice que ama.

La tristeza y el descorazonamiento invaden a cualquier persona que vea un supuesto “discípulo” dando muestras de indiferentismo, de indolencia, de falta de fraternidad y de insolidaridad. ¿Habrá algo más penoso que ver a un “cristiano” falto de caridad? ¡Eso constituye el colmo del anti-testimonio. La fe que se espera del verdadero “discípulo” –que se nos perdone llover sobre mojado- no consiste en llevar escudos o insignias de cristiano, ni llevar en el bolsillo muchas estampitas de Santos, tampoco se trata de “batir camándula”, ni de portar la estola de la cofradía o la chaqueta distintiva del tal o cual grupo pastoral. Se trata de AMAR, así, con mayúscula, se trata de perdonar, se trata de ayudar, de servir; se trata de convencer –como se narra en los hechos de los Apóstoles- asombrando a los demás por la manera como nos amamos, por los gestos de fraternidad misericordia, hospitalidad y compasión. Tenemos que sorprender a los incrédulos con nuestro amor-ágape.

¿Qué leemos en Hechos?

Lo que nos retrata la Primera Lectura es «… el resultado final de la primera excursión misionera es “el modo como Dios había abierto a los gentiles las puertas de la fe”. Esto confirma a la comunidad que Dios es un Dios de todos y que su proyecto no se limita a un país, a una raza o una religión. Son los hombres los que levantan muros y ponen cercas creando así divisiones y límites. Y todo aquel que llega a conocer a Dios termina por perder el “espíritu de clan”: el universo entero se convierte en su hogar y todos los seres llegan a constituir su familia. Lo difícil no es admitir que los demás sean salvados. La gran dificultad en la práctica, consiste en aceptar la convivencia, o por lo menos, tener la disponibilidad para convivir con los demás…»[1]


En esta perícopa se destaca que Bernabé y Pablo, antes de partir instituían presbíteros para dar continuidad al culto y para preservar y estabilizar las Comunidades que iban fundando a su paso. Sobre Bernabé diremos con el Padre Eduardo de la Serna: «… con los datos que tenemos podemos ver en Bernabé un judío piadoso, incorporado al grupo de seguidores de Jesús desde muy temprano, con gran generosidad (vende el campo) y gran predicador (“hijo de la exhortación”), disponible a donde el espíritu lo conduzca (Antioquía y misión por la región), y atento a los signos de Dios manifestados en la persona de Pablo y su “conversión”, y a quien reconoce, acompaña e instruye para que sea luego “el gran evangelizador”. Anunciador del evangelio a los paganos, supo aceptar la novedad inaudita de la aceptación de los paganos sin exigir previamente la circuncisión, reconociendo la centralidad del bautismo en “nombre de Jesús”, y se nos revela como un misionero capaz de mostrarnos la necesaria apertura a los caminos siempre nuevos que el espíritu de Dios va marcando y la necesaria disponibilidad y libertad plena para seguirlos.»[2] Del conjunto de rasgos que destaca el Padre de la Serna, nosotros subrayamos el que nos parece definitivo: la capacidad de aceptar la novedad inaudita.

Efectivamente, no podemos disfrutar los frutos de la resurrección las más de las veces porque no somos capaces de “aceptar sus novedades inauditas (un cielo, una tierra, una Jerusalén y un mandamiento nuevos); y, también, nos cuesta tener “la apertura a los caminos siempre nuevos que el Espíritu de Dios va marcando y la necesaria disponibilidad y libertad plena para seguirlos”, sin estos elementos, sin esta disponibilidad y apertura la novedad se queda inconclusa, se queda irrealizada –si cabe decir-, o queda latente, puesto que no la vemos, o no la queremos ver, o no la queremos percibir, o no la queremos aceptar porque no nos queremos comprometer con ella. Hemos oído decir que toda novedad “levanta roncha”, que la novedad des-acomoda; y es cierto. Gran parte de nuestra cerrazón para aceptar las novedades de la Resurrección provienen de nuestro deseo de no des-acomodarnos. Se va dando una especie de homeóstasis que permite –triste y desafortunado permiso- mantenernos en nuestros “infiernos” pese a que la puerta está abierta para salir de “ellos”, así arrastramos nuestras penas y angustias, porque estamos acostumbrados a ellas. Y, la aceptación de la novedad, del paraíso ofrecido ¿Dónde queda? Nos trae a la memoria el relato kafkiano del hombre que aguardó toda la vida a las puertas y, sólo en su postrer aliento preguntó cuándo se podría entrar y supo que la puerta siempre estuvo abierta, y que estaba reservada para él…. Aquí damos un salto, de Kafka al Evangelio: ¡Jesús es la Puerta.!

¿Qué decir respecto del Salmo 144?

Amor, amarnos unos a otros. Excelente, ¿y Dios dónde queda? También hay que amor a Dios. A Dios por sobre todas las cosas. El amor al prójimo debe pasar por Dios. El amor humano, mediocre, desfigurado, adulterado o débil, debe pasar por su Potenciador: el Amor Divino. Es amando a Dios como nuestro amor se potencia, se vitaliza, se llena del Espíritu Santo, y alcanza el rango y la dignidad del amor Misericordioso de Dios. Amor que es ágape, puro, sublime, verdaderamente desinteresado. Amor oblativo, que se ofrece como propiciación.

Nosotros siempre buscamos nuestros intereses, nuestra oración está ego-centrada, van en ella sólo nuestros afanes, nuestros deseos, nuestras propias penurias, nuestras necesidades. Este salmo en cambio, no pide nada para el orante, el salmista no pide nada para sí; todos sus versos van destinados a cantar al Señor y su Grandeza. Verso a verso es una loa indetenible que ensalza al que es Digno de toda alabanza. Al-Dios-del-Amor.

El salmista se solaza en la Acción de Gracias; según su clasificación es un salmo de la Alianza. Canta el pacto bilateral entre el Mandador y el mandatario, su pueblo elegido. Según su género es un himno de alabanza. Pero no pide nada. Se concentra en dar gracias, en bendecir, en amar a Dios como fuente de todo bien, de toda generosidad de toda misericordia. Amor ágape dirigido a Dios: no pedimos, pero si damos gracias.

Tomarse el Amor en serio

Para orientarnos en la lectura del Evangelio queremos retomar el enfoque de Augusto Seubert.

«Cuando la comunidad del discípulo amado compuso este Evangelio al final del primer siglo, ya había experimentado estos fracasos de discípulos débiles que ignoraron, negaron, desertaron del Señor.

¿será que el pedazo de pan que Jesús comparte con Judas era la comunión con Él? ¡Aparentemente si! Al pasar un “pedazo de pan” a Judas (vv. 26s.30), este Evangelio quiere enseñar el increíble amor de Jesús aun a un tipo tan repugnante como Judas. ¡Dentro de unas cena eucarística, Jesús da la comunión al tipo al más despreciado en todo este Evangelio (véanse 6, 70s; 12, 4-6; 13, 2.11.21.27)!

Cuando Judas salió, “era de NOCHE” (13, 30). La palabra noche trae a la mente las TINIEBLAS de los que viven sin Cristo. No han encontrado a Cristo, LUZ del mundo (8,17). Viven y trabajan de NOCHE. Judas representa a esos que, a pesar del amor del Seño, se aparan de Él. Por eso sale de noche… el c. 13 de este Evangelio quiere subrayar el amor de Cristo a los que se vuelven contra Él. Lamenta: “El que come el pan conmigo, se levantará contra mí” (v. 18b). Discípulos que comparten la mesa con Él, sin embargo se levantan contra Él. “Se los digo de antemano, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que YO SOY el que soy.” (v.19). A pesar de los rechazos, el sigue amándoles, sigue lavando sus pies, sigue compartiendo su pan con ellos, aún sigue enviándolos como sus representantes (v.20)… Tal vez un ejemplo moderno puede ilustrar el camino que también tomó Jesús. Era el año 1988. Durante un ataque contra la aldea de Slilma Lila, Nicaragua, una granada de mortero cayó en la casa de Gonzalo Thomas, delegado de la Palabra allí. Gonzalo quedó mortalmente herido y muere horas después. Mientras se le iba la vida, NO condenó a sus asesinos. NO les guardo odio ni pidió vengarse de ellos. Aprovechó sus últimos minutos de vida para insistir en el perdón. Sus últimas palabras a su esposa fueron: “Si algún día mis asesinos llegan a pedir comida, dales de comer. Si piden bebida, dales de beber.” Con eso, Gonzalo murió.»[3]

¿Qué es lo nuevo?: El Mandamiento nuevo, ¡el Amor! Como conclusión, un fragmento del prefacio IV de Pascua:



«En verdad es digno y justo, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado. Porque en Él fue demolida nuestra antigua miseria, reconstruido cuanto estaba derrumbado y renovada en plenitud la salvación.»[4]


[1] Storniolo, Ivo. CÓMO LEER LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES. EL CAMINO DEL EVANGELIO. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá – Colombia. 1998. p. 144
[2] De la Serna, Eduardo pbro. BERNABÉ UN APÓSTOL. En Iglesia SINFRONTERAS Revista Misionera Católica. #363 Marzo 2013 p. 15
[3] Seubert, Gonzalo. CÓMO ENTENDER LOS MENSAJES DEL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá – Colombia 1999. pp.107-108
[4] Misal Romano

sábado, 20 de abril de 2013

HABÍAMOS QUEDADO EN EL “PUNTO OMEGA”



4to de Pascua – Ciclo C


ὅτι τὸ ἀρνίον τὸ ἀνὰ μέσον τοῦ θρόνου ποιμανεῖ αὐτοὺς καὶ ὁδηγήσει αὐτοὺς ἐπὶ ζωῆς πηγὰς ὑδάτων
Porque el Cordero que está en el Trono, será su Pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la Vida…
Ap 7, 17ª

… sembremos esperanzas / donde quede soledad
Dios nos puso como hermanos / a luchar por la unidad.

De “ES TIEMPO” canción de Miguel Enrique Cubillos


Marchando hacía “Omega” lento pero firme

«Cristo glorioso, influencia secretamente difundida en el seno de la Materia y centro deslumbrador  en el que se centran las innumerables fibras de lo Múltiple; Potencia implacable como el Mundo  y cálida como la Vida; Tú, cuya frente es de nieve, cuyos ojos son de fuego, cuyos pies son más centelleantes que el oro en fusión; Tú cuyas manos aprisionan las estrellas; Tú que eres el primero y el último, el vivo, el muerto y el resucitado; Tú que concentras en tu unidad exuberante todos los encantos, todos los gustos, todas las fuerzas, todos los estados; a Ti era a quien llamaba mi ser con un ansia tan amplia como el universo ¡Tú eres realmente mi Señor y mi Dios!»[1]

Este texto de Teilhard de Chardin se refiere al Pastor Universal, si, el que “aprisiona las estrellas; … el primero y el último, el vivo, el muerto y el resucitado; … que concentra en su unidad exuberante todos los encantos, todos los gustos, todas las fuerzas, todos los estados” Cfr. Él va guiando todo el Universo, en suave y armoniosa convergencia, exenta de toda violencia, de toda coerción, ejerciendo su ternura de Pastor a través de su infinita ternura-misericordiosa. Es muy difícil referirse a este Pastor-Mesías con las frágiles palabras; aludimos a Él por medio de triquiñuelas literarias, como esta genial de los “pies  más centelleantes que el oro en fusión” para tratar de asir lo intangible, lo indescriptible. Tal vez, la medida de la espiritualidad se exprese en la sutileza y profundidad de las metáforas, con las que –a duras penas- sólo asimos un borde del haz resplandeciente de su Luz.

Y todo es conducido, con una lentitud inexorable para la brevedad de la vida humana, pero –seguramente- normal en los relojes de la Eternidad. ¿Por qué va tan lento para nosotros? ¿No ve Dios que nos desesperamos? ¿No tiene acaso Misericordia con los que ya desfallecen, con los que no soportan un instante más sus dolores y sus angustias?

Pero de otra parte, ¿Quiénes somos nosotros para pedirle cuentas a Dios, para fijarle términos? ¿Qué sabemos nosotros de los ritmos universales y de las premuras celestiales? Sólo tratemos de imaginar ¿cuántos perderían la oportunidad si Dios resolviera que es Ahora y no después? Muy probablemente, también nosotros seríamos sorprendidos desprovistos, impreparados, inmaduros para el Cielo; ¿Cuántos tenemos cuentas tan grandes por saldar que un balance final en este punto de la historia sería letal para nosotros y el Juicio nos condenaría? Ahí la profunda motivación del Divino Pastor que todos los días nos amplía el plazo, nos alarga las “recuperaciones”, ¡nos multiplica, con su Bondad, las ocasiones de alcanzar la Salvación!

Y es que el Pastor Divino no tiene “ovejas” para esquilarlas y comerciar con su lana, ni para engordarlas y sacrificarlas; por el contrario, vive enamorado y enamorándose de sus ovejas, no se limita a saberles el nombre, sino que las está apacentando para que vivan para la Eternidad. Como son “ovejas” con inteligencia, con “razón”, con “alma”, con espiritualidad, con vida “trascendente”, saben muchas cosas que las otras ovejas -las cuadrúpedas- no saben. Las ovejas cuadrúpedas desconocen el concepto de muerte, no piensan nunca en ella, no conocen el concepto “tiempo”, como nosotros, no les angustia envejecer, no saben qué pasa con sus cuerpos cuando yacen en tierra. Otra es nuestra suerte, sufrimos ante la expectativa de la muerte, penamos en la vejez, medimos el tiempo, fabricamos relojes, proyectamos nuestra conciencia de “vida” allende el minuto presente, extrapolamos por la suerte de otros lo que se cebará posteriormente con nuestro “ser”, y –quizás lo más duro- sufrimos con la “partida” de un amigo, de un ser querido. Por todo lo anterior, previó el Divino Pastor, dar antídoto para todas estas aflicciones; καὶ ἐξαλείψει ὁ θεὸς πᾶν δάκρυον ἐκ τῶν ὀφθαλμῶν αὐτῶν. “… y Dios enjugará de sus ojos toda lágrima” Jn 7, 17b, que fuéramos “ovejas” destinadas a la vida trascendente, se subió a la Cruz e inmediatamente enseguida, pavimentó una Vía hacía la Vida Inmortal, y, Victorioso, Resucitó, para ya nunca morir, a la muerte, la derrotó por siempre y para siempre. Así le dio consuelo a nuestra finitud. Nos advirtió, Oh! Pastor de Eternidades, que se iba adelante a prepararnos “moradas”, viviendas paradisiacas donde no campee ninguna baja pasión y donde –en vez de sol- sea el Amor lo que ilumine: Luz para nuestros ojos. Sólo el visionario, el profeta y –en menor medida- el vate y el teólogo, pueden entrever los destellos de esa esfera, de esa Dimensión.

Fraternidad

El año pasado, cuando miramos el tema del Buen Pastor, quisimos subrayar que todos somos pastores, algunos con rebaños más grandes, otros con mínimos rebaños de una o dos personas. Enfatizábamos que el esposo es pastor de su esposa, que el padre y la madre lo son de sus hijos, el docente de sus alumnos y el párroco de sus feligreses. Así podríamos ensanchar la enumeración sólo para fatigar al lector. Digámoslo sólo otra vez, con tono sentencioso, para que no lo olvidemos: Todos somos pastores y el ideal es que seamos Buenos Pastores; eso nos enseña Jesús.



Este año queremos enfocar el reflector desde el vértice opuesto.

Miremos el Salmo con atención. Allí leemos (vamos entresacando para proponer la idea que queremos señalar) “… el Señor es Dios,… nos hizo y somos suyos… somos su pueblo, ovejas de su rebaño”. Sal 100(99), 3. Somos su pueblo, somos de su rebaño, miembros, es decir “ovejitas suyas”. ¿Qué implicación leemos en esta afirmación? Al ser compañeros del mismo redil, somos por eso “ovejitas hermanas”, somos parte del mismo pueblo. Él nos invitó a llamar a Dios Abba, para que ganáramos consciencia que si Él es Padre Nuestro, entonces somos –nada más y nada menos- que hermanos. Hermanos en Cristo Jesús.

El peor riesgo que nos puede amenazar es que ignoremos nuestra calidad de hermanos. Oremos para que nunca perdamos de vista esta conciencia. Siempre cuidadosos los unos de los otros. Este versículo del Salmo inicia con el verbo דְּע֗וּ “Reconozcamos” ¿Qué hay que reconocer? Las tres cosas: 1) Dios nos creó, 2) somos ovejas de su rebaño, 3) somos hermanos-en-el-mismo-rebaño, que es la conclusión natural, y aun cuando no está puesto de manera expresa en el Salmo, se infiere, se desprende.

«Ser mirado por ti, Señor,
es sentirme con el corazón grande,
capaz de abrazar todo el mundo,
de amar a la multitud de mis hermanos
y de compartir con ellos mi gozo.»[2]



O con las palabras de Carlos Vallés, «Haz que me sienta oveja de tu rebaño, Señor. Haz que me sienta responsable, sociable, amable, hermano de mis hermanos y hermanas y miembro vivo del género humano. No me permitas pensar, ni por un momento, que ´puedo vivir por mi cuenta, que no necesito a nadie, que las vidas de los demás no tienen nada que ver con la mía… No permitas que me aísle en orgullo inútil o engañosa autosuficiencia, que me vuelva solitario, que sea un extraño en mi propia tierra…»[3] Pensamos que es una oración hermosa la del Padre Vallés, hermosa y urgente en nuestro momento histórico, cuando mil laceraciones nos ensimisman y nos enconchan como erizos, como puerco-espines, sacando a relucir nuestras más ásperas aristas. Mientras la historia nos reclama todo lo contrario: la apertura, la solidaridad.


τὸν λόγον τοῦ θεοῦ - La Palabra de Dios

En la perícopa que leemos hoy como Primera Lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, 13, 14.43-52. Leemos por lo menos cuatro veces esta frase: “La palabra de Dios”.

1)    El sábado siguiente casi toda la ciudad de Antioquía acudió a oír la Palabra de Dios
2)    La Palabra de Dios debía ser primero predicada a ustedes…
3)    …los paganos se regocijaban y glorificaban la Palabra de Dios,…
4)    La Palabra de Dios se iba propagando por toda la región.

Los personajes son San Pablo y Bernabé, pero la protagonista es τὸν λόγον τοῦ θεοῦ la Palabra de Dios.



Benedicto XVI nos decía: «Ya sabemos de qué viven las ovejas, pero, ¿de qué vive el hombre? Los padres han visto en los montes altos de Israel y en los pastizales de sus camperas, donde hay sombra y agua, una imagen de las alturas de la Sagrada Escritura, del alimento que da la vida, que es la Palabra de Dios. Y aunque esta no sea el sentido histórico del texto, en el fondo lo han visto adecuadamente y, sobre todo, han entendido correctamente a Jesús. El hombre vive de la verdad y de ser amado, de ser amado por la Verdad. Necesita a Dios, al Dios que se la acerca y le muestra el sentido de su vida, indicándole así el camino de la vida. Ciertamente, el hombre necesita pan, necesita el alimento del cuerpo, pero en lo más profundo necesita sobre todo la Palabra, el Amor, a Dios mismo. Quien le da todo esto, le da “vida en abundancia”.»[4]

Así cuando encomienda a San Pedro que apaciente sus ovejas/corderos, encomienda a la “Piedra” -primero en la serie de la Sede Petrina- alimentarnos con la Palabra porque somos la clase de ovejas que no se nutren de pastos, sino de toda Palabra que sale de la Boca de Dios.




[1] Pierre Teilhard de Chardin S.J. en “Himno del Universo”. www. pastoralenellugardetrabajo.cl/.../CRISTO%20GLORIOSO.doc
[2] Dini, Averardo EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN Tomo III – Ciclo C. Ed. Comunicaciones sin fronteras. p. 42-43
[3] Vallés, Carlos G. sj. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS  Ed. Sal Terrae Santander-España 1989 p. 191
[4] Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET PRIMERA PARTE DESDE EL BAUTISMO A LA TRASFIGURACIÓN. Ed. Planeta Bogotá - Colombia 2007 p. 327

sábado, 13 de abril de 2013

¿QUIÉN ERES?



σὺ τίς εἶ



οὐδεὶς ἐτόλμα τῶν μαθητῶν ἐξετάσαι αὐτόν· σὺ τίς εἶ; εἰδότες ὅτι ὁ κύριος ἐστιν.
 Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “Quién eres? Porque ya sabían que era el Señor.
Jn 21, 12b

Lo que no es Resurrección

Qué aprietos pasamos cuando una persona que no veíamos después de años nos saluda y nosotros no acertamos a reconocer detrás de esa voz y ese rostro, con quién estamos hablando. Realmente es una situación embarazosa; que unos capean mejor que otros. Cuán difícil debió ser para los siete discípulos sobrellevar aquellas circunstancias e ir descubriendo a cada segundo (que parecían siglos) que detrás de aquella “Presencia” estaba Él, el Maestro, el Señor. Por eso queremos empezar con una reflexión sobre la “apariencia” del Resucitado; sabe sólo Dios ¿cuántas veces? Se nos habrá cruzado en la vida con apariencia de niño, de anciano, de enfermo, de pordiosero, de triste, -bueno, en fin- con uno y mil Rostros inconfundibles, pero que nosotros no acertamos a identificar. Al llegar a este punto, irremediablemente siempre desembocamos en la misma idea: por eso el señor no permitió que tuviéramos una estampa Suya, habríamos empezado a discriminar entre los que se parecen y los que no. Las imágenes de un hermoso joven de cabellos rubios y elegantes túnicas pueden convertirse en un peligroso fetiche que nos impida reconocerlo cuando se nos acerca totalmente diferente, tal vez mugriento y tiznado, tal vez mal oliente, anciano, o cogeante…

Nos gustaría ante todo repasar algunas ideas sobre la Resurrección planteadas por nuestro queridísimo Papa Emérito Benedicto XVI que, consideramos fundamentales para acceder a los textos que la liturgia nos señala para este Tercer Domingo de Pascua, y en general,  para adentrarnos en la vivencia pascual –valga decir- estas ideas vertebran y concatenan toda esta temporada que la Iglesia vive con regocijo aun cuando no siempre los fieles logramos superar la esfera de lo ritual.


Decimos todavía más. Si alcanzáramos a ver todas las connotaciones y las implicaciones que la Resurrección tiene para los creyentes, seguro segurísimo que después de Semana Santa seríamos otros; estaríamos - en el mejor sentido de la palabra- completamente cambiados, verdaderamente cristificados.

«… no es un hombre que simplemente ha vuelto a ser como era antes de la muerte… Él es plenamente corpóreo. Y, sin embrago, no está sujeto a las leyes de la corporeidad, a las leyes del espacio y el tiempo. En esta sorprendente dialéctica entre identidad y alteridad, entre verdadera corporeidad y libertad de las ataduras del cuerpo, se manifiesta la esencia peculiar, misteriosa, de la nueva existencia del Resucitado. En efecto, ambas cosas son verdad: Él es el mismo –un hombre de carne y hueso- y es también el Nuevo, el que ha entrado en un género de existencia distinto… La novedad de la “teofanía” del resucitado consiste en el hecho de que Jesús es realmente hombre: como hombre, ha padecido y ha muerto; ahora vive de un modo nuevo en la dimensión del Dios vivo; aparece como autentico hombre y, sin embargo, aparece desde Dios, y Él mismo es Dios...., Jesús no ha retornado a la experiencia empírica, sometida a la ley de la muerte, sino que vive de un modo nuevo en la comunión con Dios, sustraído para siempre a la muerte. ..Jesús, en cambio, no viene del mundo de los muertos,… sino al revés, viene precisamente dl mundo de la pura vida, viene realmente de Dios»[1].

En otra parte hemos combatido la visión del resucitado como un fantasma. Ahora quisiéramos arrancar la idea de la resurrección de Jesús vista como la resurrección de Lázaro: un muerto que –por medio de algún enigmático proceso- vuelve a la vida por un determinado espacio de tiempo para, finalmente volver a morir. Se ha dicho que si así fuera la Resurrección no sería nada más allá de la reanimación de un cuerpo fallecido por algún tiempo, y vuelto a la vida por maniobras de re-animación. Lo sustancial aquí, en cambio, es que Jesús resucita para no morir ya más.


«… la resurrección de Jesús es mucho más que una simple reanimación biológica»[2] Nosotros por ser sus hermanos, hijo del mismo Padre-Celestial somos coherederos de este tesoro de la Vida-Inmortal, «Es cierto, no sabemos con qué cuerpo resucitaremos luego de la muerte. Pero ningún teólogo concibe que tendremos un cuerpo con las características biológicas del actual.»[3]


Alianza ratificada

Sobre la continuidad que hay en el Evangelio entre la comida y el dialogo que sostienen el Señor Resucitado y Pedro, nos dice Carlos María Martini: «De esa comida se deriva ahora el dialogo y por eso hay que leer las dos cosas juntas. Hay tres preguntas: “¿Simón, hijo de Juan, me amas más que estos? ¿Simón, hijo de Juan, me amas? ¿Simón, hijo de Juan, me amas? Y tres respuestas: “Claro Señor, tú sabes que te amo; Claro Señor, tú sabes que te amo; Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo ». Luego la triple misión: “Apacienta mis corderos.  Apacienta mis ovejas. Apacienta mis ovejas!”… Puede ser que la triple repetición sea el signo de un compromiso, de un contrato, en buena y debida forma, según el uso semítico”… En esa civilización donde prevalece la forma oral (la forma escrita es secundaria), hay casos en los cuales el contrato asume una solemnidad y una irrevocabilidad particularmente sentidas que se expresan con la triple repetición de la misma cosa. Jesús hace una sola pregunta, siempre la misma repetida para que quede bien claro que es la más importante: la de la relación personal con él. Pregunta que va a lo íntimo de la persona, que compromete todo el ser.»[4]


Cómo actúa Pedro después

La primera Lectura de este Domingo, tomada de los Hechos de los Apóstoles, nos muestra un Pedro totalmente transformado, convertido. Si antes falló, víctima de su miedo, también de su confusión, ante la sorpresa de un desenlace que no se esperaba; ahora, decidido confiesa ante el Sanedrín y se declara amigo de Jesús, su discípulo, dispuesto a arriesgarse. ¡Confiesa su discipulado, su compromiso de seguimiento!

Todavía más, enjuicia a las autoridades religiosas y civiles, sin ambages les enrostra su responsabilidad en la muerte de Jesús. Realmente que sus encuentros con el Resucitado lo han revestido de decisión y valentía para asumir la misión. «Jesús le pasa la misión, aquella por la cual Él murió: la misión de reconducir a la unidad a los que están dispersos.»[5]



Así como los que iban camino de Emaús eran desertores alejándose, dispersándose de la Comunidad ante la derrota de su mesías; así también cuando Pedro – en el evangelio- declara que se va a pescar está desertando: Este asunto no prosperó, así que abandonamos la cuestión y volvamos a nuestro viejo oficio, ¿quién me sigue?

De hecho, nada pescan. Sin Jesús toda faena es vana: “Si el Señor no 
construye la casa, en vano se afanan los albañiles; si Él no guarda la ciudad en vano velan los centinelas” Sal 126, 1-2. Pero cuando Jesús es el líder de nuestra vida y de nuestra acción –especialmente cuando se trata de nuestra labor pastoral- entonces las redes estarán repletas a reventar; y sin embargo, no se reventaran porque el Señor mismo fortalece hasta las propias cuerdas de la red y todos los aparejos de pesca.

Caminando hacía el punto Omega

La segunda Lectura proviene del Apocalipsis; la perícopa que corresponde a este Tercer Domingo de Pascua viene después de aquella en que es requerido Alguien Digno de abrir el “Libro” sellado con siete sellos; y hay nadie digno de abrirlo. Pero aparece Jesús, a quien se alude aquí con el título de Cordero, de Cordero que había sido sacrificado pero a pesar de ello, está vivo, y viene y tomo el Libro de las Mano Derecha del Padre –a quien se alude llamándolo “el que está Sentado en el Trono”; es decir, el rey Eterno de la Eternidad, el Padre Celestial.



Toda esta escena escatológica, el ya-pero-todavía-no, ratifica lo que dijera san Pedro en la Primera Lectura: “El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús,… La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados”. No es un Dios que reina con pompa y boato; es un Dios cuya majestad reside en el perdón, en la conversión, en la reconciliación de toda la Creación con el Creador.

Teilhard de Chardin pensaba que el hombre se mueve en una dimensión de inteligencia, signos y cultura que conforman la noosfera, y profetizaba –con óptica de científica- el advenimiento de una noosfera que gracias al perfeccionamiento de la comunicación, llegaría a una “perfecta” comprensión y entendimiento, todos podrían llegar a comprenderse superando los egoísmos sin diluir la personalidad individual, sino, sólo eliminando las barreras que nos incomunican; se llegaría por esta vía a la superación de la guerra, la violencia, y otros males. Llegando por fin a una meta de paz universal y armonía perfecta: el punto Omega.



El pensamiento Teilhardiano apunta hacía una “evolución” social que llevaría a la situación que describe el apocalipsis en la perícopa que nos ocupa:

“«Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.»
Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar -todo lo que hay en ellos-, que decían:
«Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos.»
Y los cuatro vivientes respondían: «Amén.»
Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje



[1] Benedicto XVI JESÚS DE NAZARET 2da parte. Ed. Planeta. Madrid – España 2011 pp. 309-312
[2] Quesson, Noël. 50 SALMOS PARA TODOS LOS DÍAS. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá – Colombia, 1996 p. 74
[3] Álvarez Valdés, Ariel Pbro. ¿QUÉ SABEMOS DE LA BIBLIA (II) Centro Carismático “Minuto de Dios” Bogotá-Colombia. p. 109
[4] Carlo María Martini.  ITINERARIO ESPIRITUAL DEL CRISTIANO Santafé de Bogotá- Colombia 1992 pp. 102 - 106
[5] Ibid

sábado, 6 de abril de 2013

VIVO POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS



… estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos …

Jn 20, 19c-e

Empirismo y modernidad

La modernidad se caracteriza por su énfasis en lo experimental. Nada es cierto a menos que se pueda repetir bajo las mismas condiciones (condiciones controladas), es decir, la piedra de toque de todo saber es el experimento. Ahora, el experimento es que yo lo vea, con mis propios ojos, que yo lo pueda tocar, que yo mismo pueda “meter el dedo en la llaga”.

Esta metodología, propia de las ciencias naturales –particularmente de la física-, se filtró hasta las ciencias humanas llegando a la política, la antropología y la filosofía toda ella; esta tradición del pensamiento conduce al nacimiento y fortalecimiento de la filosofía empirista.

Aquí no nos interesa discutir la validez  o no de esta filosofía y de esta forma de pensamiento. Sólo queremos señalar hasta qué punto Santo Tomás milita en sus filas. Hasta qué punto este discípulo encierra en su actitud la representación de muchísimos que así sea sólo por formación académica se rigen en sus comprobaciones por esta línea de acción: “Hasta no ver no creer”. Y suena terriblemente funcional, funcional para el ateísmo puesto que la experiencia de fe no funciona por repetitividad “experimental” (como vemos en la Creación, Dios no tiene el estilo de las cadenas de producción industrial, cada uno de sus “productos” es único); se requieren otras formas de pensamiento y de percepción: “… dichosos los que creerán (aoristo participio activo) sin haber visto”. Jn 20, 29c.

Varias veces hemos argumentado quien era el Mesías para el pueblo judío; Jesús es el Mesías, el Ungido, el Cristo, pero –aquí viene lo difícil de aceptar y de captar- un Mesías de otro modo, no es un guerrero líder-militar que devolverá el poderío y la “buena vida” del apogeo davídico; este Mesías, por vía de sencillez y humildad, por medio del sufrimiento en la cruz, derrotará el pecado y vencerá la muerte.

Pero ¿cómo así? Preguntara el empírico, ¿dónde veo esa victoria? Por el contrario veo muerte y desolación por todas partes, guerras y masacres, hambre y pobreza… Cuando así nos sucede, como a Tomas (que significa “mellizo”) que tuvo que esperar un lapso porque para él Jesús seguía muerto. Para él el lapso fue de una semana.

¿De quién era “mellizo” Tomas? Pues de todos nosotros los que no podemos aceptar hasta ver la llaga y meter los dedos en el costado. Y cuando nuestra incredulidad es más fuerte la espera es más larga. Somos de la misma ralea de incrédulos. Creer no es algo que se logra haciendo mucha fuerza o haciendo ejercicios de voluntad. La capacidad de creer es un don del cielo, una iniciativa divina. Otro aspecto bien distinto es que –una vez la hemos recibido, tenemos el deber de cultivarla, fortalecerla, llevarla al “gimnasio”, instruirla, para que pueda desarrollarse.

Expresamos nuestra intuición que su chispa siempre nos habita, que Dios Misericordiosísimo no se la ha negado a nadie, que nuestra sed y nuestra hambre de espiritualidad es su manifestación.



Esta intuición sobre la generosa y abundante distribución de “chispas” de fe indiscriminadamente y a diestra y siniestra nos obliga a llamar la atención sobre la responsabilidad que tienen los formadores en esta dimensión. Si alguien ha intentado prender fuego contando con unos cuantos fósforos (prueba usual en el gremio de los exploradores) sabrá cuánto hay que cuidar las “chispas” para lograr que ellas evolucionen hacia una “llama” consistente. Valga la analogía para subrayar el papel que juegan padres y maestros con la “chispa” de la fe entre niños y jóvenes.

El ser humano no es por su natural desconfiado e incrédulo; por el contrario, podemos afirmar que somos por naturaleza confiados y propensos a creer. El problema está en que exponemos a los más tiernos, desde su primera niñez, a sentirse defraudados y a volverse desconfiados. Muchas veces tratando de prevenir que una persona sea víctima de la gente mal-intencionada (que siempre la hay) sembramos semillas de desconfianza, con el rotulo eufemístico de “ser precavidos”. Bueno, esto sin duda daña, pero lo que verdaderamente destruye los tiernos corazones es defraudarlos, eso si da al traste con la “chispa” de la fe.

En este año de la fe, reflexionemos cuánto daño hacemos o hemos hecho en el pasado, nunca para “llorar sobre la leche derramada” porque  -ya lo dice la sabiduría popular- “ya después del ojo afuera no hay Santa Lucia que valga”; no, no se trata de caer en la zona de las lamentaciones sino procurar cambiar, ayudar a creer, abrirle la puerta del corazón a Jesús que muchas veces está allí, tras la puerta, llamando obstinadamente mientras nuestra cerrazón se empecina enquistada en la indiferencia, negándose a abrirle.



El Papa Francisco se ha referido al hecho de que Jesús muchas veces puede estar afuera llamando para entrar; pero en no pocas oportunidades, Jesús está adentro, llamando para salir. En otro momento se refirió a la necesidad de proclamar nuestra fe, que no basta tenerla sino que además Jesús nos envía a anunciarlo, a evangelizar.


Salmo 118(117): Eucarístico

Estamos ante un salmo de Acción de Gracias:

¡Dad gracias a YHWH, porque es bueno! –porque es eterno su amor.
Diga la casa de Israel: -¡Es eterno su amor!
Diga la casa de Aarón: -¡Es eterno su amor!
Digan los que temen a YHWH: -¡Es eterno su amor!

Nos encontramos 4 veces la palabra חַסְדּֽוֹ׃ que viene de la palabra חָ֫סֶד [jesed] ¿cómo traducirla? Pues la hemos traducido como “amor”; ¿habría otra traducción más exacta? Podríamos proponer “misericordia”, “favor”, “lealtad divina”, “predilección amorosa”.

Si se tiene en cuenta que la relación con Dios se formula bíblicamente en términos de “Alianza” podríamos decir que “Su alianza no se quiebra nunca jamás” y ese es el motivo de nuestro agradecimiento expresado en este salmo. Estamos agradeciendo con el Salmo que Dios no quebranta su Alianza, aunque nosotros fallemos, Él no se defrauda con nuestra actitud y nos sigue amando; nos perdona nuestras fallas y nos disculpa así como su Hijo declaró que merecíamos perdón porque no sabemos lo que hacemos, porque “metemos la pata” inconscientes de nuestras faltas, sin alcanzar a comprender que ofendemos a un Dios-tan-Bueno.

Nadie discrepa que este salmo se compuso cuando ya no había rey en Israel, se trata de un salmo post-exilico; entonces ¿a qué rey se refiere? Al Rey escatológico, al aguardado, al esperado, al vaticinado: a Nuestro Mesías, a Jesús Nazareno que no quebrantó la Alianza y que fiel al Amor-de-Dios por la raza humana, se brindó hasta la última Gota de su Sangre para ser el Manso-Cordero-Llevado-al-matadero; aceptó ser el Chivo-Expiatorio y lavó pagando Altísimo Precio, todas nuestras culpas: A Él que nunca nos ha fallado, “que es Bueno, demos gracias, porque su Alianza no se quiebra nunca jamás” Cfr. Sal 18(17), 29.

En los versos 17 y 18 se declara expresamente la victoria de YHWH sobre la muerte.


Sus discípulos heredamos

Jesús nos había ofrecido que haríamos incluso obras mayores que las suyas. En esta semana hemos venido leyendo continuadamente el Libro de los hechos de los Apóstoles. Hemos visto a Pedro y a los otros discípulos realizando muchas señales milagrosas y prodigios en medio del pueblo, como nos lo narra este sumario, de los cuales encontramos varios en este libro.

Los sumarios cumplen una función diegética, hacen avanzar el relato y permiten la transición de un episodio a otro. Encierran un resumen de lo que se ha contado hasta ese punto; pero, además, son como un telón que baja en la continuidad del relato como quien dice: “Hasta aquí hemos hablado de una cosa, ahora, vamos a hablar de otra”.  Ahora, inmediatamente después de esta sumario viene la persecución, en el versículo 18, sólo dos versículos más adelante, serán llevados a la cárcel.

Pero el resumen o sumario como se le llama nos deja una idea muy clara: Jesús no se ha ido, no es que hayan sido abandonados, está con ellos (y con nosotros veintiún siglos después) y los/nos llena de poder, de autoridad, de seguridad y firmeza y también de elocuencia, pues a pesar de ser simples pescadores proclaman sin ambages y superando sus propios temores e inseguridades, que no obran en nombre propio sino en el Nombre de Jesús.


Con nosotros está

No vale trancar la puerta pues no hay obstáculos por fuertes que sean que impidan la presencia del Señor. También en el texto de Apocalipsis Él está allí con Juan, lo anima y lo manda a proclamar (en este caso por escrito), porque una fe verdadera no es un asunto personal, privado; la fe es algo para anunciar, para compartir (no para imponer, la fe se propone).



La Presencia del Señor tiene un valor de presencia tangible, física. Insistimos que no se trata de una Presencia fantasmagórica, es alguien que se puede tocar y en efecto, nos narra el Apocalipsis, que “le tocó con la mano derecha. Si leemos toda la perícopa Ap 1, 9-20 advertimos el carácter fuertemente físico de la visión: la Voz, la figura humana, las vestiduras, el pecho, el cinturón de oro, cabeza, cabellos, ojos, pies, la diestra, etc.

Si bien este es el Domingo llamado de la Misericordia , podríamos Afirmar también que es el Domingo de la Presencia puesto que una y otra vez se vuelve al tema de que Él está con nosotros y que su Alianza, no se parece a las cosas humanas: momentáneas, transitorias, perecederas. El Amor de Dios es eterno porque Dios es Eterno y Dios es Amor.