sábado, 28 de abril de 2012

ὁ ποιμὴν ὁ καλός

EL BUEN PASTOR
Hch 4, 8-12; Sal 118(117), 1. 8-9. 21-23. 26. 28-29; 1Jn 3, 1-2; Jn 10:11-18

 
Ἐγώ εἰμι ποιμὴν καλός. ποιμὴν καλὸς τὴν ψυχὴν αὐτοῦ
τίθησιν ὑπὲρ τῶν προβάτων·
Yo soy el Buen Pastor, el Buen Pastor da la vida por sus ovejas.

Jn 10; 11

1

Τίθησιν “da” es el verbo griego τίθημι poner, colocar, cifrar en algo, establecer, rendir. Aparece en el versículo 11 y en el 15 de la perícopa del Evangelio que hoy leemos. (Como veremos más adelante, también en los versículos 17 y 18. Es el verbo regente, el verbo que pone de presente el sentido de entrega, y no cualquier clase de entrega, sino entrega voluntaria. No entrega porque unos asaltantes se la quitan. Más bien, es como salir con una bolsa de monedas de oro, con la intensión de donarla. Ya, previamente, se lleva la disposición a “la entrega”.


Pero hay otra idea fundamental: El dueño de las ovejas las ama y se juega la vida por ellas. No así el asalariado que llega sólo hasta cierto punto de riesgo y de allí para adelante, salva su pellejo, y las ovejas… que se las apañen como puedan, mejor dicho, que se las coma el lobo. Siempre es conveniente re-leer Ezequiel 34, 1-31 para comprender la verdadera misión del Pastor. Allí en el verso 2c nos dice cual es la función del pastor “Lo que deben cuidar los pastores es el rebaño.”
Pero un pastor puede olvidar su misión y extraviar el sentido de su existencia, puede cometer errores garrafales como

a) Preocuparse por el autocuidado
b) Beberse la leche
c) Hacerse vestidos con su lana
d) Matar las ovejas más gordas
e) No ayudar a las ovejas débiles
f) No cuidar a las débiles
g) No vendar a las que tienen alguna pata rota
h) No hacer volver a las extraviadas
i) Buscar a las que se pierden
j) Tratarlas con dureza y crueldad



Reflexionemos estos errores de los “Malos Pastores” para que podamos convertirnos en Buenos Pastores. Definitivamente no debemos hacer nada de esto. Evitemos cualquiera de los numerales de la “a” a la “j”. Son 10 mandamientos, diez faltas muy lesivas porque dañan a las “ovejas”.

El verso 31 de Ezequiel 34 descifra quienes son las ovejas, de qué ovejas nos habla el Señor: “Ustedes son mis ovejas, las ovejas de mi prado. Yo soy su Dios. Yo, el Señor, lo afirmo”.

Dice también esta profecía Ez 34, 17-29 que El propio Dios se ocupará de sus ovejas; Él va a llamar a David para que vuelva. ¡Ese David que regresa es Jesús!



2
καὶ ἀλλὰ πρόβατα ἔχω “Tengo otras ovejas que no son de este corral.” Jn 10, 16 Estas terminaran por ser de la misma manada, se unirán y formaran parte del mismo rebaño ἀκούσουσιν, καὶ γενήσονται μία ποίμνη, εἷς ποιμήν. Llamamos “hermanos separados”, aludiendo al doloroso episodio histórico en que aparecieron tantos y tantos grupos que se llamaron “protestantes” y que rechazaron uno u otro o varios de los dogmas que la Iglesia Romana sostienen. Este fenómeno, muy posterior a la escritura del capítulo 10 del Evangelio de San Juan, parece dirigirse a esta división y a todas las que desmiembran a los seguidores de Jesús, a los cristianos. Proponemos, al orar por ellos y por la reunificación, hacía la cual se dan pasos, a veces pequeños y tímidos, incluir este versículo, porque creemos firmemente que la división dada en el actual estado de cosas, no complace a Jesús, sino que remueve los dolores en su costado. El ora al Padre por nuestra unidad, “Te pido que todos ellos estén unidos; que como Tú Padre estas en mi y yo en Ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste” Jn 17, 21. Esta es la unidad que Jesús anhela de su discipulado.


3
ἐγὼ τίθημι τὴν ψυχήν μου, ἵνα πάλιν λάβω αὐτήν. Viene en el versículo 17 el anuncio de la Resurrección. El Padre ama al Hijo, tanto como lo ama, porque es dócil y no tienen inconveniente en “dar” su vida por el rebaño. Nadie se la quita, sino que el mismo la da y la volverá a tomar. ἐγὼ τίθημι τὴν ψυχήν μου, ἵνα πάλιν λάβω αὐτήν. “En mis manos está entregarla y también volverla a recobrar” ἐξουσίαν ἔχω θεῖναι αὐτήν, καὶ ἐξουσίαν ἔχω πάλιν λαβεῖν αὐτήν· (Hemos traducido “En mis manos está” pero dice textualmente “Tengo la autoridad para…”) Aparece por tercera y cuarta vez (esta cuarta vez está en aoristo infinitivo activo θεῖναι)  la idea de τίθημι τὴν ψυχήν “entregar la vida” y dos veces la idea de re-tomarla expresada en el verbo λαμβάνω tomar(la); λαβεῖν αὐτήν o sea, resucitar.

4
ὁ γενόμενος εἰς κεφαλὴν γωνίας. Y que ahora es la Piedra Angular (la cabeza del ángulo). La piedra angular que así leemos en todas las versiones; es en albañilería, la piedra donde su juntan dos paredes, formando el ángulo. Se ha pensado que la κεφαλὴν γωνίας alude más bien, a la piedra cimera o clave del ángulo, que era la piedra más alta de un puente romano, que soportaba todo el puente porque en ella convergían las dos ramas del puente. También se ha pensado en la piedra cimera de un templo que debía tener una perforación o canal para que escapara el humo de los sacrificios por ahí. En todo caso, entendemos el significado de la expresión “piedra angular” y la potencia de la expresión nos permite enseguida intuir que se trata de la roca que al suprimirla todo el edificio se vendría abajo. Así, precisamente es Jesucristo en el Cuerpo Místico que es su Iglesia. Sin Él, toda la edificación valdría nada. Es la convergencia de las dos naturalezas en una sola Persona lo que lo convierte en la Roca Cimera de toda la estructura, Llave de la Salvación; con Ella se abrieron de nuevo las Puertas del Paraíso que Adán cerró tan estrepitosa como imprudentemente.
4

La siguiente es una propuesta de un taller para profundizar la comprensión de “Buen Pastor”. Insistimos en la idea de estudiar los atributos de un Buen Pastor para que nosotros trabajemos para llegar a serlo. Todos pastoreamos a alguien, no sólo aquellos que ocupan posiciones de autoridad sino cada uno de nosotros, muy a pesar de nuestra modesta posición.
1) Sobre la mascota.

Todos hemos vivido la experiencia, directa o indirecta, del encariñamiento con una animalito. Como sufrimos y gozamos con lo que le pasa. Como corremos al veterinario para aliviarle una dolencia, afanes y desvelos, cuidados y mimos sin fin para él.

De aquí podemos sacar dos conclusiones:
a) Si el Padre nos ha creado a su imagen y semejanza es lógico que seamos capaces de estas ternuras, de esta manera de encariñarnos, de ese sentido de responsabilidad, de ese actuar de –digámoslo así- “pastores” cuidadosos, amorosos, tiernos.

b) Si esa ternura habita en  nuestro corazón por un animalito que es adoptado ¿cómo será la inefable ternura de Dios por nosotros que somos sus creaturas?

Reflexionemos -en un silencio orante- durante unos segundos, trayendo a nuestra memoria una experiencia, un recuerdo de una mascotita que hayamos tenido, y del cariño que le hemos brindado.

2) Sobre la maternidad / paternidad

Ahora vamos a tratar de traer a nuestra mente la idea de la maternidad/paternidad, ¿cómo es el amor de una madre o de un padre por su hijo? ¿Hasta dónde somos capaces de llegar por cuidarlos, protegerlos y sacarlos adelante?

Al traer este recuerdo a nuestra memoria y recordar algún episodio de la vida familiar fijémonos en los actos verdaderamente heroicos que nuestros padres han tenido con nosotros, o nosotros mismos con nuestros hijos.

Dediquemos unos breves segundos a esta rememoración haciendo que nuestras propias experiencias de vida se transformen en oración.

De esta reflexión  podemos sacar una conclusión maravillosa:

Si así es el amor humano, ¡cómo será el Amor Divino! Comprendiendo hasta dónde somos capaces en nuestro amor por nuestros hijos podemos –aunque sólo sea un “poquito”- vislumbrar el  Amor de nuestro Padre Dios por nosotros. Como nos lo dice Jesús en el capítulo 7mo del Evangelio según San Mateo: «Si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!» Mt 7, 11.

3) Meditación

Un pastor “cuida” un rebaño. Esa es la definición de pastor, “cuidador de ovejas”. Observemos el verbo que siempre se usa: CUIDAR. Y ¿en qué consiste ese cuidado? Las lleva donde haya pastos abundantes, las lleva a abrevar en fuentes de aguas limpias y sanas; pero, especialmente –y esta es la tarea protectora más importante del PASTOR, las defiende de las fieras que las pueden atacar y devorar. Aquí tenemos la clave para esta reflexión: Jesús eligió la imagen del Pastor para explicarnos su papel con nosotros. Él nos enseñó que Él es el Buen Pastor. Alguien a Quien, el Dueño del Rebaño –o sea Papá Dios- ha puesto al CUIDADO de sus ovejitas para que las proteja.



Recordemos lo que nos dijo Jesús cuando nos enseñó que Él es el Buen Pastor, en seguida añadió: «El Buen Pastor da la vida por sus ovejas». Subir al Calvario con la cruz a cuestas fue el fiel cumplimiento de esta vocación de Buen Pastor, efectivamente, para defendernos de todos los males, para defendernos de las fieras del pecado, la maldad y la perdición; y luchando contra esos males, Jesús ofrendará su Vida para que tengamos nosotros “La Vida Plena”.

Mientras meditamos silenciosos, con profunda devoción, al Buen Pastor que defendiéndonos entrega su vida, vamos a honrar su Sacrificio Redentor pronunciando la Coronilla de la Divina Misericordia.

Somos los Amados de nuestro Creador, por mucho que “metamos la pata”, por muy malos que lleguemos a comportarnos, en el fondo de nuestro ser hay algo muy valioso que hace que Dios nos ame tanto que ofrezca la VIDA  de Jesús por nosotros.

Este misterio inalcanzable del Amor Misericordioso de Dios por sus criaturas que lo lleva a amarnos tanto debe impulsarnos a buscar en nuestro interior para que de ahora en adelante, saquemos de nuestro ser lo-mejor-que-hay-en-nosotros. Que a partir de esta Pascua, celebremos la Resurrección, y nuestra manera de vivir sea la de una vida en plenitud, sacando de nosotros lo mejor, todo lo bueno, todo lo que Dios ha depositado en nosotros al crearnos, lo que nos hace -aunque indignos- merecedores de tan Gran Redentor.

Aprovechemos este minuto, en que vamos a guardar silencio, para hacernos la promesa de procurar –con todas nuestras fuerzas- con la ayuda de Dios, sacar de nosotros lo mejor, lo que Dios puso en nuestro ser al crearnos, alejándonos de todo aquello que le pueda ofender. Que Dios escuche y acepte, como sincero propósito que vamos a interiorizar en este momento.

5
Ahora, traemos una propuesta de moniciones para esta fecha litúrgica:


ACOGIDA

Estamos acostumbrados a traducir “Buen Pastor”. Una traducción más precisa, más exigente, diría: “Ejemplo de Pastor”, “modelo o prototipo del Buen Pastor”.

Al hablar de “Buen Pastor” pensamos en los Obispos, los Sacerdotes, el Papa, los gobernantes,… pero todos somos pastores: Si somos cristianos, somos pastores. Nadie puede decir como Caín: “Soy yo el guardia de mi hermano?” pues sabemos que si, somos responsables los unos de los otros, los padres de los hijos, los hijos de los padres y de sus hermanos,… Todos somos pastores y Jesús nuestro modelo, nuestro prototipo.

Esa es la verdad de este cuarto Domingo de Pascua. Con ese mensaje vivamos esta Liturgia.

LITURGIA DE LA PALABRA

El Libro de los Hechos de los Apóstoles nos remite a pensar en Jesús como Piedra Fundamental, como la roca sobre la que toda la edificación se sustenta. El mismo Jesús nos enseñó que sin Él, nada podemos. El salmo es una acción de gracias, por eso empieza invitándonos a dar gracias a Dios, y confiarnos en Él, no en los seres humanos haciendo alianzas con los poderosos. En especial, démosle gracias porque su Misericordia es Eterna

El evangelio nos muestra a Jesús, el Buen Pastor, el que no vaciló en entregar su vida por nosotros, sus ovejas. Escuchemos con total concentración y poniendo en cada Palabra el alma entera.

ORACIÓN UNIVERSAL DE FIELES

Presidente
La Iglesia tiene como meta fundirse en Cristo, que todos seamos uno, para que Dios sea Todo en todos, es decir la plenitud de la Comunión. Hoy le pedimos al Padre nos conceda la fidelidad evangélica suficiente para vivir conforme a Nuestro Señor Jesucristo, nuestro modelo de Pastor:
Que seamos fieles al Modelo que es Jesús

  • Por los Sacerdotes del mundo entero, y por los que se preparan al Sacerdocio en todos los seminarios del mundo, para que Tú Señor les socorras la fortaleza necesaria para vivir en fidelidad y coherencia su vocación.
Que seamos fieles al Modelo que es Jesús
  • Por nosotros, las ovejas de tu rebaño, para que vivamos acogidos a la intercesión de la Santísima Virgen, Abogada nuestra y Madre de los fieles. Y por los Hermanos evangélicos y protestantes para que “hermanos separados”, pasemos a ser ovejas del mismo redil.
Que seamos fieles al Modelo que es Jesús
  • Por los jóvenes, en particular por aquellos que andan “como ovejas sin pastor” para que experimenten en su corazón Tu Voz que los llama por nombre propio.
Que seamos fieles al Modelo que es Jesús
  • Para que desde los hogares católicos se extienda el resonar de tu Palabra, y las familias vivan en el amor, la caridad y la devoción trasparentando, en cumplimiento de su misión evangelizadora, al Divino Pastor.
Que seamos fieles al Modelo que es Jesús
  • Para que sepamos distinguir, en medio de la avalancha de ofertas, del millón de propuestas, de las idolatrías del mundo actual, a Jesucristo, y sepamos que “Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como Salvador nuestro”.
Que seamos fieles al Modelo que es Jesús


Presidente

Padre Celestial, te pedimos en especial por las vocaciones religiosas: al sacerdocio y a la vida consagrada, para que tu Mensaje siga llegando hasta los confines de la tierra y tengamos siempre Pastores que nos confeccionen la Eucaristía. Repitamos la plegaria por las vocaciones:
«Señor, danos sacerdotes, danos muchos sacerdotes, danos muchos sacerdotes santos».

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor que vive y reina por los Siglos de los Siglos Amén.

sábado, 21 de abril de 2012

EL RESUCITADO NOS INFUNDE SEGURIDAD Y CONFIANZA

He 3,13-15,17-19; Sal 4; 1Jn 2:1-5 Lc 24, 35-48

Todas las miserias y angustias de la vida serían incomprensibles y sin sentido, si, detrás del tiempo terreno, no nos esperara la definitiva libertad.
Gerhard Kukofka

                Levántate, Señor, no olvides a los oprimidos y no dejes a los tiranos en la fe
     de que ellos escaparán incólumes. Tú ves lo que pasa, tú conoces nuestras cárceles, Tú miras a los perseguidos, a Ti ha sido confiado el huérfano, los hijos de los asesinados.

Ernesto Cardenal

Siempre que pretendemos fundamentar la fe en el Resucitado
con nuestras elucubraciones, lo convertimos en un fantasma.

José Antonio Pagola



1

La liturgia del tiempo de Pascua nos propone lecturas que entablan una dialéctica, una especie de dialogo comparativo entre dos caras –por así decirlo- de la misma moneda. La primera Lectura se toma del Libro de los Hechos de los Apóstoles; el Evangelio, donde predomina San Juan y comparte con Lucas y con Marcos. En esta oportunidad le corresponde el turno a San Lucas. Esa dialéctica confronta y yuxtapone la historia de la Iglesia Primitiva, de las primeras Comunidades Cristianas, con el tema de los Evangelios: La Resurrección.

Decimos que son como las dos caras de la moneda, en tanto y cuanto, fue la Resurrección lo que “trasformó” a los discípulos de pusilánimes en decididos y valientes promotores del Anuncio. Fue a raíz de la comprobación de que Jesús había Resucitado que los Discípulos llegaron a ser “testigos” y entendieron el significado trans-histórico de Jesús. Una mirada a la rotunda cobardía y a la deserción de los Apóstoles y el correspondiente cotejo con la actitud, por ejemplo de Pedro, quien pasa de la negación y el escondite –que no otra cosa era el aposento alto- donde, prácticamente diríamos que en su susto estaban “debajo de las naguas de María Santísima”. De este escondite sale Pedro, decidido e inicia la predicación sin temer azotes, encarcelamientos y otras modalidades de persecución que se desataron y que impulsaron los Saduceos y los mismos fariseos, detentadores del poder, afincados en el Sanedrín.

Dos elementos fundamentales de la Presencia de Jesús Resucitado -hasta nuestros días- nos hacen tangible su Resurrección y han animado, generación tras generación de creyentes: La primera es “El partir del Pan” τῇ κλάσει τοῦ ἄρτου. Al partir el pan Lc 24, 35 los discípulos lo reconocen, es decir, trascienden su incapacidad de reconocerlo, la ceguera que les impide verlo. Es este gesto eucarístico (que el Sacerdote repite en cada consagración) la que se vuelve señal de su Presencia y a partir de la cual, todos se hacen concientes de que Él está allí.



Hay otro elemento que dinamiza la captación y aceptación de la Resurrección: Que el Propio Dios ya lo había vaticinado, que La Palabra de Dios en la Escritura
ὅτι δεῖ πληρωθῆναι πάντα τὰ γεγραμμένα ἐν τῷ νόμῳ Μωϋσέως καὶ τοῖς προφήταις καὶ ψαλμοῖς περὶ ἐμοῦ. Lo anunciara. Tal vez jamás habrían entendido y aceptado la Resurrección si Dios no hubiera dejado como pistas por el camino para que, una vez el Hecho consumado, fueran capaces de acceder a este saber. Tenemos que aceptar que este es un tipo de conocimiento trascendente al que no se puede llegar si el Propio Dios no lo revela. Es algo inimaginable desde el pensamiento puramente humano; todavía hoy en día, muchas personas renuncian a este dogma de nuestra fe, porque excede los límites de su imaginación; quizás no alcanzan a vislumbrar que los caminos de Dios no son iguales a nuestros caminos y … que para Dios no hay nada imposible. Que tenía que cumplirse todo cuanto dicen de mí la Ley de Moisés, los Salmos y los profetas 24, 44b esta clave que Jesús les manifiesta en algunas de sus presentaciones,  les viabiliza aceptarlo, simplemente como el cumplimiento de una Promesa, de una Oferta que Yahwe –en su Misericordia Infinita- les había entregado.

Bien dice el Evangelio, para que pudieran alcanzar semejantes alturas místicas fue preciso que  τότε διήνοιξεν αὐτῶν τὸν νοῦν τοῦ συνιέναι τὰς γραφάς “Entonces, Él les abrió la mente para que entendieran las Escrituras” 24,45. Este abrir de la mente es totalmente análogo a la caída de las escamas de los ojos de San Pablo.  Valga aclarar que la Misericordia Infinita, que por eso es Infinita, no ha cesado – a través de la historia, de entregar prodigios asombrosos, y Apariciones y Portentos para facilitarnos el Acceso. Pero no solamente con destellos deslumbrantes, y rutilantes sucesos, sino también, en la sencillez y en la cotidianidad de un trozo de Pan y de un sorbo de Vino.



Dios no se cierra, no es un Dios Hermético, es un Dios –que como hemos insistido- nos sale al encuentro, se nos cruza al paso y se nos hace el Encontradizo. Gloria sea dada a un Dios tan Bueno, al Dios-del-Amor.


2
Jesús se manifiesta a la Comunidad. No se presenta a personas individuales sino que se manifiesta donde están dos o más de ellos reunidos. No se le apareció a Tomás para sacarlo de su incredulidad sino que el siguiente domingo (primer día de la semana, o sea el día siguiente al Sábado Judío) se le aparece cuando se encuentra reunido con los otros discípulos.

La importancia de la Eucaristía: ¿Por qué deberíamos asistir? Pues precisamente por eso, porque allí estamos reunidos en comunidad y allí se nos manifiesta el Resucitado.

ἐπὶ τῷ ὀνόματι αὐτοῦ μετάνοιαν εἰς ἄφεσιν ἁμαρτιῶν εἰς πάντα τὰ ἔθνη “…en su Nombre se anunciaría la Conversión y el Perdón de los pecados a todas las naciones 24, 47ª; eso es lo que nos relata San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. El plan de esta obra lucana va, como en irradiación, primero se anuncia en Jerusalén, luego en Judea y Samaria y, finalmente, hasta los confines del orbe. Así el relato sobre las primeras comunidades cristianas va, como por decirlo de alguna manera, avanzando en círculos concéntricos, alcanzando fronteras cada vez más amplias.



ὑμεῖς μάρτυρες τούτων. “Ustedes son testigos de esto. 24,48 “viene a definir, entonces, la misión que nos corresponde, al ser sus discípulos, debemos testimoniarlo. Debemos, igualmente, llevar el Mensaje de Jesucristo, en círculos cada vez más amplios. Irradiando la Buena Nueva.



En la Primera Lectura, Pedro, en su discurso, insiste en reconocer que esa es nuestra calidad, la de ser testigos οὗ ἡμεῖς μάρτυρες ἐσμεν He 3, 15b, vayamos a la Primera Lectura y observemos de qué es que somos μάρτυρες [martires] palabra griega que significa “testigos”. θεὸς ἤγειρεν ἐκ νεκρῶν [teos egeiren ek nekron] exacto, de que “Dios lo resucitó de entre los muertos”. Ese es el “testimonio” que nosotros damos sobre este τὸν ἅγιον καὶ δίκαιον … τὸν δὲ ἀρχηγὸν τῆς ζωῆς Santo, Justo, Autor de la vida He 3, 14 a,15ª. Este testimonio, en mayor profundidad, significa el reconocimiento de Dios-Padre de la naturaleza de este Santo y Justo: «si toda su obra hubiera terminado definitivamente en el patíbulo de la cruz, la muerte habría sido el fracaso de su persona, de su buena nueva, de su mensaje y la desaprobación de Dios»[1]. Pero fue el propio Dios de ellos, al que ellos siempre declararon adorar, El Dios de Abraham, Iasaak y Jakob  ὁ θεὸς Ἀβραὰμ καὶ Ἰσαὰκ καὶ Ἰακώβ, ὁ θεὸς τῶν πατέρων ἡμῶν, ἐδόξασεν τὸν παῖδα αὐτοῦ Ἰησοῦν El que dio a su propio Hijo que ellos traicionaron y se lo entregaron ὑμεῖς μὲν παρεδώκατε καὶ ἠρνήσασθε a la presencia de Pilatos πρόσωπον Πιλάτου.

¿Cómo será ese testimonio? En el capítulo 2 de la primera Carta de San Juan, que es la perícopa que hoy leemos en la Segunda Lectura, viene la respuesta. Se trata de ser coherentes con sus Mandamientos ἐὰν τὰς ἐντολὰς αὐτοῦ τηρῶμεν (aquí nos parece que la mejor traducción para ἐντολὰς es mandamientos bueno, también podría traducirse por Mandatos, que más o menos son sinónimos... “En eso tenemos una prueba de que conocemos a Dios: en que cumplimos sus mandamientos … en esto conocemos que estamos unidos a Él ” Καὶ ἐν τούτῳ γινώσκομεν ὅτι ἐγνώκαμεν αὐτὸν ἐὰν τὰς ἐντολὰς αὐτοῦ τηρῶμεν… ἀληθῶς ἐν τούτῳ ἡ ἀγάπη τοῦ θεοῦ τετελείωται 1Jn 2, 3. 5a (Verdaderamente se ha perfeccionado en el Amor de Dios, o de otra manera, lo ha llevado a su plenitud).

Observemos que el testimoniar nuestra fe en la Resurrección no consiste solamente en una declaración, no basta afirmarlo de palabra, hay una consecuencia, una implicación que acarrea un compromiso, y este compromiso significa nuestra vida coherente con sus Mandamientos. «El ‘creyente ordinario’, llamado así a divulgar y explicitar el arraigo teologal y evangélico del tipo de existencia que lleva …La proclamación verbal “a tiempo y a destiempo” se ve sustituida por una “proclamación solicitad”,  provocada por un compromiso existencial y un largo período de compañerismo. Se recogen de este modo las exhortaciones de la primera carta de Pedro y algunos acentos del Sermón de la Montaña: ‘Alumbre vuestra luz a los hombres; que vean el bien que hacéis y glorifiquen a vuestro Padre del cielo’ (Mt 5, 16). ‘Portaos honradamente entre los paganos; así, ya que os tachen de malhechores, las buenas acciones de que son testigos los obligaran a rectificar el día que Dios los visite’ (1Pe 2,12). ‘Estad dispuestos siempre a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida una explicación’ (1Pe 3, 15)»[2]

3
No resulta nada fácil relacionarse con alguien que supuestamente está muerto. En muchas culturas y desde tiempos antiquísimos ha aparecido la concepción del fantasma; y relacionarnos con ellos es motivo de espanto. En las películas siempre se ve al “fantasma” como motivo de aterrorizamiento, cuando alguien piensa en verlos no puede menos que espantarse aún cuando no faltan los que recurren a los espiritistas para contactar con ellos.

Tenemos que recalcar, una vez más que Jesús Resucitado no es un πνεῦμα  un fantasma 24, 37c (pneuma significa espíritu, también viento; pero en este contexto tiene que traducirse como fantasma). Jesús no proviene de la realidad de los muertos; precisamente Resucitado significa que ha retomado su naturaleza Viva. Digamos rotundamente que no es un ente ectoplasmático (a la manera como se ha acuñado el término en el lenguaje parapsicológico). En la perícopa que leemos hoy, Jesús manifiesta su ser totalmente vivo, mostrándoles que es alguien de Carne y Hueso, inclusive, que es alguien tan vivo que come, y, evidentemente, los fantasmas carecen de corporeidad real y no comen.

Jesús resucitado los acosa con demostraciones de su naturaleza rediviva. Acaba de aparecerse a los dos que iban rumbo a Emaús. Se acaba de dejar reconocer al partir el Pan, y, recién llegan estos dos testigos felices a compartirlo con los otros discípulos, y Jesús, no dándoles ninguna tregua, como urgido de que por fin se den por enterados, de que no permanezcan “llenos de dudas en su corazón” τί διαλογισμοὶ ἀναβαίνουσιν ἐν τῇ καρδίᾳ ὑμῶν sino que entiendan que Él es el cumplimiento de las Escrituras. Y ahí, entramos en la dialéctica de la que hemos hablado arriba.



4
τῇ τρίτῇ ἡμέρᾳ, al Tercer Día 24, 46d, es decir, cumplido el plazo necesario para iniciar el proceso Salvífico, Jesús los apacienta, los saluda con la cálida expresión propia de la cultura semita y al reconfortarlos los llena –como afirmamos- de valentía, firmeza y decisión, suficientes para entregar la vida.  Lo que queremos enfatizar es que, tres días no es un tiempo calendario, sino un plazo teológico, una expresión “Bíblica” que señala una duración de Gracia, no un cronos, sino un kairós.



Esto nos conduce al Salmo que se proclama con la liturgia de hoy.

En paz, Señor, me acuesto
y duermo en paz,
pues sólo Tú, Señor,
eres mi tranquilidad.

«Conozco los temores del hombre del desierto al echarse a dormir…el hombre que sacó estos salmos de su experiencia y de su vida. El miedo del animal salvaje que ataca de noche, del rival sangriento que busca venganza en la oscuridad, de la tribu enemiga que asalta por sorpresa mientras los hombres duermen.»[3] Que bien retratado está el rostro de nuestros enemigos, de nuestros perseguidores, en estas frases. Efectivamente son como lobos y coyotes, siempre al acecho, son los enemigos de nuestra fe, de nuestra coherencia con sus Mandamientos. Son los aliados del Malo a quienes les fastidian las enseñanzas de Dios, el Mensaje de Jesucristo.

Pero la Paz que nos comunica Jesús, nos da toda la seguridad, saberlo resucitado nos permite dormir siempre tranquilos:

En paz me acuesto y enseguida me duermo,
Porque Tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.

No sólo dormir tranquilos, sino vivir tranquilos «Tú velas mi sueño y tu guías mis pasos»[4]


[1] Zea, Virgilio sj. JESÚS, EL HIJO DE DIOS Ed. Facultad de Filosofía Universidad santo Tomás de Aquino. 1989 p. 155
[2] Gourgues, Michel MISIÓN Y COMUNIDAD Hch 1-12 Ed. Verbo Divino Navarra-España 1995 p. 11
[3] Vallés. Carlos G. sj. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae Santander –España 1989. p. 16
[4] Ibid. P. 17

sábado, 14 de abril de 2012

VENCER NUESTRAS DIFICULTADES PARA PODER CREER Y CONSTRUIR UNA NUEVA CREACIÓN





El Padre me ama porque yo mismo doy mi vida, y la volveré a tomar. Nadie me la quita, sino que yo mismo la voy a entregar. En mis manos está el entregarla, y también el recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre.

Jn 10; 17 -18

 κύριός μου καὶ ὁ θεός μου !
Señor y Dios mío
Jn 20, 28

“La piedra que desecharon los constructores,
es ahora la piedra angular,
Esto es obra de la Mano del Señor, es un milagro patente.”

Salmo 117

No, no, no basta rezar
hacen falta muchas cosas
para conseguir la paz,
De una canción de Alí Primera




1

La resurrección es algo que los fieles damos por descontado, es un dogma de nuestra fe y estamos habituados a este concepto. Pero, cuando alguien nos cuenta algo, nos refiere un suceso insólito, nada común, nuestra primera reacción crítica es someterlo al tamiz de la duda. Es más, algunos de nosotros nos enorgullecemos de ser altamente críticos y no tragar entero.

Algunos otros, rayando en la altanería, nos negamos a creer en nada y desconfiamos de todos y de todo cuanto se nos dice. Nuestra bandera rebelde consiste en no aceptar “nada” y rebelarnos contra todo.

Especialmente, la modernidad nos heredo un tipo de pensamiento que dice no reconocer sino aquello que podemos reproducir, bajo situaciones controladas, replicándolo punto a punto en sus condiciones para repetirlo tal cual; es ese el único criterio de certeza.

Todo esto está bien, inclusive es un antídoto magnifico para evitar un pensamiento pueril, para caer ingenuamente en diversos engaños y ser muchas veces víctimas de estafadores y engañistas de toda laya. ¿Cuantas veces y cuantos no se valen de un sinfín de patrañas para sonsacarnos nuestro dinero, manipular nuestros sentimientos o, simplemente, lucrarse de algún modo de nuestra credibilidad, poniéndonos al servicio de sus intereses?



Pero acercarnos a Jesús, quien, definitivamente, sabemos que no quiere estafarnos ni someternos de ninguna manera, es otra cosa. De Él podemos fiarnos y en el podemos confiar con plenitud, sabiendo que siempre nos dará mucho más de lo que nos pudiera quitar. Por otra parte, cuanto nos quite es porque antes Él mismo nos lo ha dado. Por eso, ser cristiano significa aceptar la voluntad de Dios y el conocimiento que Él mismo nos brinda, dándonos con generosidad “saberes” que de otra forma nos serían inaccesibles y por eso a ese “saber” lo denominamos “Revelación”.

Dios Padre nos ha Revelado su Rostro dándonos a su Hijo y, Jesús mismo nos ha declarado que Él es el Rostro Humanado del Padre (Cfr. Jn 14, 9b) Y en Jn 11, 25 nos revela “Yo soy la Resurrección. El que crea en mí, aunque muera vivirá”.

La fe, por tanto, la hemos clasificado entre las virtudes teologales, es decir, no brotan de nosotros mismos, sino que son don de Dios. Es Dios mismo quien nos la da y Él mismo la sostiene y la fortifica. «se llaman teologales o divinas: no solamente porque se refieren a Dios, sino también porque es Dios quien las hace posibles, quien nos ofrece la gracia de creer… tienen a Dios como objeto y juntamente nos vienen de su benevolencia, son la vida divina en nosotros, la respuesta que el Espíritu Santo suscita en nosotros frente a la Palabra de Dios.»[1] Entonces, ¿no podemos hacer nada para tenerla? Si, basta con pedirla intensamente al Espíritu Santo para que Él, gustosamente nos la otorgue. Como diversas cosas en la vida, ¡basta quererlas, para tenerlas!

Hay algo más que podemos hacer a favor de la fe: a) Fortalecerla b) Ejercitarla. Estas dos cosas son casi una y la misma: es una especie de dialéctica. Si la ejercitas la fortaleces, si la fortaleces es porque la estas ejercitando. Frente a lo que Dios nos ha revelado es necesaria una especie de terquedad: Sí Dios lo ha dicho y nos lo ha comunicado, lo aceptamos y lo sostenemos a rajatabla, digan lo que digan, pase lo que pase.

Un tercer elemento para tener la fe consiste en instruirla. A la fe hay que formarla e informarla. Dios no se nos revela a cada uno personalmente, se ha ido revelando paulatinamente a través de la historia a la Iglesia, a la que Él instituyó precisamente como guardiana. Nosotros debemos acercarnos a la Fuente para beber en ell y saciar nuestra sed; además, para poderla comunicar, asumiendo nuestra misión de difusores. A esta misión nos llama el propio Jesús que –ya lo hemos dicho en otra parte- no quiere que dejemos de hacer lo que hemos elegido en nuestra vida como oficio, sino que transformemos ese hacer en un hacer a la mayor gloria de Dios. Para esto llamó a pescadores, a quienes redirigió, haciéndolos, ya no pescadores de peces, sino pescadores de hombres (Cfr. Mt 4, 19).

A algunos les cuesta más el seguimiento confiado y entonces Jesús, Infinitamente Misericordioso, les da más, se les presenta en Persona, y los invita a meter el dedo en sus llagas τς χεράς μου y la mano en su costado πλευράν μου. Cfr. Jn 20, 27: Φέρε τν δάκτυλόν σου δε κα δε τς χεράς μου κα φέρε τν χερά σου κα βάλε ες πλευράν μου κα μ γίνου πιστος λλ πιστός Si, esta oportunidad que da Jesús es para que dejemos de ser incrédulos μ γίνου πιστος y seamos creyentes λλ πιστός.

Ese es el sentido de la perícopa del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan que leemos hoy día: Jn 20, 19-30. Que abandonemos nuestra terquedad de incrédulos, terquedad que es altanería mezclada con rebeldía; y, con docilidad demos a torcer nuestro brazo a Dios, para reconocerlo “Señor y Dios nuestro”. κύριός μου καὶ ὁ θεός μου !



Sin embargo, y aquí está el quid del asunto, muchas veces, teniendo la fe, encontramos cómodo negarla porque nuestro pecado nos acusa en la conciencia, entonces es cuando desautorizamos a Dios y, en medio de nuestra rebelión, decidimos negar cuanto Él nos ha manifestado en su Revelación. Es entonces cuando pateamos a la Iglesia y, con ella a todos los que se mantienen fieles a Jesús. «Cuando, … opto por obrar contra los mandamientos, preferiría que Dios no existiera y por consiguiente estoy dispuesto a prestar fácilmente oído a las objeciones acerc de la fe. No pocas objeciones derivan lamentablemente del hecho que nuestra vida cristiana, nuestros comportamientos no son conformes con el Evangelio. Entonces se requiere un camino de conversión que nos lleve a pensar y obrar según la verdad y la existencia de Dios. Entonces el creer nos resultará mucho más fácil.»[2]


2

La perícopa en cuestión inicia declarando un marco circunstancial de tiempo: Es “el primer día de la semana” τ μέρ κείν τ μι σαββάτων, podríamos, perfectamente entenderlo como el Primer día de la Nueva creación.

En el Principio, en el Primer Día, encontramos que todo era oscuridad (ya nos hemos referido largamente al tema de la Oscuridad y al significado espiritual que tiene dentro del Evangelio joánico), fue “entonces que Dios dijo ‘!Que haya Luz!’ y hubo luz Cfr. Gn 1, 1-3. ¿Cómo era la oscuridad? ¿Cuál era el rostro de esa oscuridad? En el evangelio de San Juan, en Jn 20, 19 se nos informa que, esta oscuridad en particular, tenía el rostro del miedo τν φόβον, miedo de los perseguidores, que en este caso eran los “judíos”: που σαν ο μαθητα δι τν φόβον τν ουδαίων.

Y, entonces, Jesús que se presenta y puede entrar aun cuando las puertas estén cerradas, se pone en medio de ellos, e inicia la obra de la nueva creación; ¡les da la Luz! ¿De qué Luz se trata? La paz, esa paz que significa superar el temor, ya no tener miedo. No hay nada que neutralice más al ser, que lo aliene más, que el miedo: el miedo nos hace “inválidos”, el miedo nos “enmudece”, el miedo anula la opción de ser testigos, el miedo nos silencia para llevar el anuncio del Evangelio. Miedo es lo que usan todos los totalitarismos: Policías secretas, aparatos paramilitares, delatores, propaganda de omnipotencia, conciencia policiva de vigilancia constante; cualquier cosa que usted haga la estamos vigilando y sabemos, inclusive, lo que usted está pensando, así que no piense, no disienta, permanezca quieto, callado…



Así inicia la nueva creación, la del Segundo Adán, con un Acto de des-acobardamiento, combatiendo nuestro miedo. Jesús infunde Valor, nos da la Luz que permitirá que nos convirtamos en testigos valientes y decididos, que no tememos al perseguidor porque no nos puede quitar “la vida”, porque Jesús ha demostrado que no nos pueden robar la vida, porque Él es la Vida, es la Resurrección; podemos dar la vida, porque Él nos la restituirá. Cfr. Jn 10, 17-18 Porque Jesús a nosotros nos hace una delegación exactamente análoga a la delegación que el Padre le hizo a Él: “Así como el Padre me envió a mí, yo los envío a ustedes” Jn 20, 21b.


Y aquí viene el gesto de Jesús que nos confirma que estamos narrando con Juan la segunda Creación: Se trata del soplo de Jesús. En el versículo 22 Jesús sopla sobre ellos el Espíritu Santo, conforme el Creador sopló en nosotros – a través de nuestras narices- el aliento de vida, el famosísimo “Nefesh”.

Queremos hacer paráfrasis y decir que quien no tiene vida es el acobardado que no testimonia, ese carece del “Soplo”, del “Espíritu” (como sabemos las dos palabras son la misma en Griego), ese Espíritu soplado por Jesús, es el aliento de la valentía, de la decisión de ser “testigos”. Así Jesús, Señor y Dios nuestro, nos a re-creado. ¡Ha hecho todo nuevo! (Cfr. Ap 21, 5b.)[3]

3

Este domingo se denomina ahora el Domingo de la Misericordia y tiene en su primera lectura –como en todos los domingos de la Pascua y en todas las misas semanales también- una perícopa  tomada de los Hechos de los Apóstoles 4, 32-35. Su núcleo es la siguiente frase: “Todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.” (He 4, 32b).

Ya antes, en el capítulo 2, se había referido San Lucas a la Comunión fraterna. Glosando esta idea nos dice Ivo Storniolo: «¡En qué consiste la comunión fraterna? La palabra griega koinonía expresa la unión de los cristianos, unión fundada en la misma fe y en un idéntico proyecto de vida. .. Un poco más adelante, el texto pone en claro en qué consistía esta comunión fraterna: “Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno” (2, 44-45) Vemos, en consecuencia, que esta comunión reviste un aspecto político (fraternidad en la que todos pueden participar libremente en las decisiones) y un aspecto económico (repartición de los bienes según la necesidad de cada cual)… La vida de la comunidad cristiana se presenta entonces como un proyecto social alternativo que fermenta e incuba transformaciones políticas y económicas. Justamente por esta razón, la comunidad será desde entonces objeto de oposición y persecución, puesto que los dueños del poder y la riqueza no pueden aceptar pasivamente tal propuesta.»[4]



Y más adelante, tocando la perícopa de los Hechos de los Apóstoles que se lee hoy, dice lo siguiente: «…la primera o las primeras comunidades cristianas… Su rasgo fundamental es la unanimidad que se traduce en compartir… El fundamento de la unanimidad es el testimonio de los Apóstoles acerca de la Resurrección de Jesús: Él está vivo, presente en la vida y en la actividad de la comunidad, dando a todos libertad y vida…el texto explica claramente lo que quiere decir “tener un solo corazón y una sola alma”, que consiste en repartir entre todos el don que Dios ha hecho y destinado para todos. Es una nueva versión de la economía, ya no fundada en la propiedad privada y en la acumulación en provecho personal, sino en disponer todo con miras al bien común. Todo pertenece a todos, y está al servicio y al uso de la necesidad de cada uno. Es esta una comunidad que se tomó en serio lo propuesto en Dt 15,4: “Cierto que no debería haber ningún pobre junto a ti”. Más para que no haya ningún pobre ers indispensable que haya reparto, todos comparten. Quien más posee más comparte, quien tiene menos comparte menos; pero todos acaban por disponer de lo suficiente para tener una vida digna. Es, pues, la aparición simbólica de una nueva humanidad que disfruta igualitariamente de la vida, don que Dios concede a todos.»[5]

4.

«Tomás ha sido un buen discípulo de Jesús, pero un poco lento para captar los altos conceptos de Jesús (11,16; 14, 5). Aquí también exige pruebas palpables de que Cristo realmente vive. Ejemplo de esa fe inadecuada, condenada en 4, 48: “Si no ven señales y prodigios, no creen” (Cfr. 2, 23-25; 6, 26; 12, 18). Tomás en su rol de dudoso, aparece sólo en este cuarto Evangelio. Pero, no sólo él dudaba. El representaría a todos esos discípulos de los primeros años que “dudaban” (Mt 28, 17); tenían “dudas en su corazón” (Lc 24,38); “no creyeron a quienes habían visto al Resucitado” (Mc 16, 14)».

A través de la historia de la Iglesia hemos alabado y nuestro corazón ha hecho eco de esta frase tan hermosa que quedó incorporada a la liturgia de la Consagración Eucarística”, con la cual reconocemos, con la voz de Santo Tomás, ante la Forma Consagrada la Presencia de Jesús-Cristo en su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. «Con esta proclamación asombrosa de Tomás, se termina este Evangelio. El Evangelio comenzó con “la Palabra estaba con Dios y era Dios” (1,1). Ahora lo repite al final: “Mi Señor y mi Dios”. A los cristianos de todos los tiempos que aceptan eso con fe, nos dice “Felices los que creen sin haber visto” (20, 29)»[6]

5

Podemos aislar la Eucaristía en un vacío litúrgico: una hora escasa robada a nuestros afanes y premuras, durante la cual cumplimos un ritual: “Ya fui a misa”.

Pero hay más y ya lo hemos visto. Ya sabemos que la fe des-acobardada es una que da testimonio, que no se puede callar, que va por todas partes gritando lo que Jesús quiere. Es el compromiso de prestarle la garganta y la voz a Jesús para que Él, en pleno siglo XXI, siga diciendo en todas partes y ante todos que ama la justicia, que Él no es un pretexto para que se sigua maltratando a los más débiles. Que hay que construir una sociedad de otra manera, sin violencia, sin explotación, sin injusticia. Que si se puede levantar una sociedad donde la cultura de la muerte estará definitivamente derrotada y la cultura de la vida será triunfante y que ese será el Reino de Dios, y que su Reinado, entonces, no tendrá fin.

La Resurrección, para los bienaventurados que creen sin haber visto, significa aceptar, aún en medio de la oscuridad más densa, que en el fondo, como al final del túnel, hay un destello Resplandeciente, Cegador, Rutilante, Glorioso: Es Jesucristo, el Vencedor de la muerte. Jesús de la Misericordia, y, … Su misericordia es eterna.

“Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.” (1Jn 5, 6b)












[1] Martini, Carlo María. LAS VIRTUDES DEL CRISTIANO QUE VIGILA. Ed. San Pablo Bogotá Colombia 2003 p. 46
[2] Ibid
[3] En la película de Mel Gibson, La Pasión de Cristo, Jesús, subiendo con la cruz a cuestas, hacía el Calvario, dice a su Madre: “Mira como hago todas las cosas nuevas”.
[4] Storniolo, Ivo. CÓMO LEER LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES. EL CAMINO DEL EVANGELIO. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá 1998 p. 47
[5] Storniolo, Ivo Op. Cit. p. 66
[6] Sebert, Augusto COMO ENTENDER LOS MENSAJES DEL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo Santafe de Bogotá 1999. p.152