sábado, 31 de marzo de 2012

TANTO AMOR: UN MISTERIO QUE SÓLO PUEDE INTUIR EL CORAZÓN





Toda la historia de Jesús es el anuncio y la concretización de la venida del Reino de Dios… Se trata de una propuesta de alternativa de sociedad que lleva al nivel fraterno a las personas. Eso provoca la oposición de los privilegiados, y el resultado es un conflicto en que Jesús es puesto preso y muerto.

Ivo Storniolo
Euclides Martins Balancin

La perícopa del evangelio que nos ocupa hoy, está formada por los capítulos 14 y 15 del Evangelio según San Marcos. «En Marcos, el relato de la pasión impresiona por su sobriedad. Sin duda, entre los evangelistas, es el que más se acerca al relato primitivo.»[1] Los versos 1 y 2 del capítulo 14 nos dan un marco cronológico en el contexto de las fiestas judías. Temiendo al poder popular, quieren lograr el arresto por fuera de las fiestas, para que θόρυβος το λαο  “la gente se puede alborotar (empezar un alzamiento)” Mc 14, 2b.

Luego, viene el episodio donde una mujer unge la cabeza de Jesús con el frasco de aceite de nardo: imagínense ustedes, esta mujer está tocando el cabello del mismísimo Dios, lo acaricia con amor y Jesús lo aprecia, lo valida; por eso la defiende, la disculpa, argumenta que ella no h hecho nada malo, por el contrario, todo lo que ha hecho es anticiparse a ungirlo, a prepararlo para su sepultura. Este gesto de la mujer –en el contexto de una sociedad machista- es un acto generoso, amoroso, no lo unge con cualquier clase de aceite; al revés, para Dios, reserva lo mejor, perfume de  νάρδου πιστικς nardo puro; y no lo transporta en cualquier frasquito de medio pelo, lo lleva en ἀλάβαστρον. un frasco de alabastro.

Este episodio de la Unción en Betania, se inserta aquí como la primera muestra de la importancia del discipulado femenino que muestra su fidelidad aún en las horas más difíciles; mientras, los discípulos masculinos huyen en desbandada.

Este gesto supremamente amoroso lleva a que Jesús lo marque con el sello de la eternidad, por tanto, που ἐὰν κηρυχθ τ εαγγέλιον ες λον τν κόσμον κα ποίησεν ατη λαληθήσεται ες μνημόσυνον ατς “será recordado doquiera sea proclamada la Buena Noticia”.

2

El Cardenal Carlo María Martini dice que «Marcos se divide claramente en dos partes casi iguales… En la primera parte se trata de comprender el Reino, en la segunda parte se trata de entrar en el Reino… en la segunda parte es donde Él se dedica, en particular, a una formación más cuidadosa del grupo de los Doce»[2] Con este preámbulo el Cardenal Martini empieza a explicarnos los tres anuncios que hace Jesús de su Pasión y Muerte.



Más adelante dirá el Cardenal Martini que «Jesús, siempre más cerca de los suyos, los forma en el único punto esencial y presenta el misterio central del Evangelio: Él, su muerte y Resurrección»[3]

Y así llegamos a donde los queríamos invitar, a una cita del Cardenal Martini donde se reflexiona sobre la muerte de Jesús, lo que él llama “el Misterio de los Misterios”, porque conlleva en su seno una verdadera paradoja. Veámoslo:

«Todos los que por varios motivos han tenido alguna familiaridad con el misterio de la muerte, saben cómo inmediatamente, ante tal hecho, cesa toda retórica.

No hay nada menos humano que la muerte. La persona que muere asume, generalmente, una expresión trivial y tonta; o tal vez, atormentada e incrédula. No hay situación en que el ser humano sea menos él mismo que en el momento de la muerte.

Precisamente en cuanto realidad a la que es difícil dar un sentido, la muerte es un no-sentido para el hombre que vive. La persona muerta representa algo incomprensible, algo que no debería ser.

Ahora bien, pensar que esa realidad, esto es, el no sentido para la vida, haya sido afrontada por el Señor Jesús, constituye precisamente el misterio de los misterios. Que Jesús, la vida misma, haya querido reducirse a todas las expresiones de degradación humana insertas en la muerte, es realmente inexplicable.»[4]

Este aspecto inexplicable y misterioso para nuestros sentidos y nuestra mente, aprehensible solamente desde la dimensión trascendente capaz de sintonizar con la intuición de lo que es el Amor de Dios por la humanidad, nos revela la –por llamarla de alguna manera- Absurda Magnificencia de Dios enamorado de su criatura. No es un acto hedonístico donde el artífice se solaza en su creación; no, es más bien la ternura con la que un a mamá o un papá logran descubrir, en los garabatos de un tierno infante, su hijo, una clara imagen, el retrato más detallado y más preciso que ninguna cámara fotográfica de alta tecnología sería capaz de captar. Les recuerdo el caso de papás que llevan estas “obras maestras” en su billetera, o que consagran un portarretratos para tener sobre su escritorio el papelito garrapateado por sus hijo, y enseñarlo con orgullo a todos sus amistades y compañeros de trabajo.



No queremos explicar lo inexplicable, sólo acercarnos a una intuición del Infinito Amor de Dios que apostó por nosotros, que confía en nosotros pese a nuestras flaquezas sin cuento. El Plan Salvífico, que proviene de esta Misericordia, siempre tuvo previsto que nuestra indignidad fuera suplida con su Gratuidad.



3.

Otro aspecto señalado por el Cardenal Martini nos da una pauta comprensiva del relato de la Pasión según San Mateo.

«En su Evangelio la Pasión es una sucesión de pequeños cuadros que describen situaciones humanas, confrontaciones de personas.

No es tanto una información concatenada de acontecimientos, y ni siquiera un estudio sobre la conexión de las causas, aunque esto esté también presente.

El modo de narrar de Marcos es más bien la presentación de una serie de cuadros en los que entran diversos personajes en confrontación directa con Jesús, viviendo cada uno el misterio de la propia llamada y de la propia toma de posición hacía el Reino….Señalo 14…
1º Jesús y Judas
2º Jesús y los guardias
3º Jesús y el Sanedrín
4º Jesús y Pedro
5º Jesús y Pilato
6º Jesús y Barrabas con la multitud
7º Jesús y los soldados
8º Jesús y Simón de Cirene
9º Jesús y los crucificados
10º Jesús y los que se burlaban
11º Jesús y el Padre
12º Jesús y el Centurión
13º Jesús y las mujeres al pie de la Cruz
14º Jesús y los amigos

Una galería de personas que se confrontan con la semilla del Reino. Cada uno con su respuesta distinta, delante de un Jesús siempre igual en su actitud de disponibilidad y de oferta de salvación»[5]

De esta manera, engarzando cuadros, Jesús va llegando progresivamente a su Reinado, en una soledad igualmente progresiva. Va subiendo hacía el Trono de su Reino, el Madero de la Cruz. «…cuando se aproxima la muerte de Jesús, la iniciativa pasa a Dios y a Jesús, y los hombres se convierten en agentes activos par llevar a cabo el designio divino.»[6]



«… es al morir abandonado de todos, hasta aparentemente del Padre, asumiendo todo el sufrimiento humano como siervo doliente, cuando Jesús revela cómo es Cristo y rey»[7] «Frente a lo anterior, es inútil ponernos a racionalizar nuestra fe. Si no experimentamos de alguna manera la profunda miseria de la marginación humanan que Jesús cargó en su cuerpo o si, por lo menos no nos solidarizamos efectivamente con ella, ¿cómo vamos a creer que un crucificado es el Juez universal, el Rey, el Mesías, el Hijo de Dios?»[8]







[1] Equipo “Cahiers Evangile” PRIMEROS PASOS POR LA BIBLIA Cuadernos # 35 Ed. Verbo Divino Navarra – España 1992 p45
[2] Martini Cardenal, Carlo María. sj. LAS NARRACIONES DE LA PASIÓN. MEDITACIONES Ed. San Pablo Santafe de Bogotá D. C. 1998 p. 79
[3] Op. Cit p. 86
[4] Op. Cit. p. 90
[5] Ibid pp. 94-95
[6] Martínez Aldana, Hugo orlando. EL DISCIPULADO EN EL EVANGELIO DE MARCOS  Ed. Consejo Episcopal Latinoamericano CELAM  Bogotá- Colombia 2006 p. 111
[7] Charpentier, Etienne PARA LEER EL NUEVO TESTAMENTO Ed. Verbo Divino Navarra-España 2004 p. 84
[8] Balancin, Euclides M. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE MARCOS ¿QUIÉN ES JESÚS? Ed San Pablo Bogotá D. C. – Colombia 2002 p. 182

sábado, 24 de marzo de 2012

CADA GRANO DE TRIGO ENFRENTA SU PROPIA DISYUNTIVA


En ninguna parte Dios es tan poderoso como en su impotencia. Si el misterio del mal es indescifrable, el del amor de Dios lo es más todavía.

José L. Caravias sj.



En el capítulo séptimo nos encontramos un aspecto muy importante y relacionado con “la hora” de Jesús: Mientras Él andaba por Galilea, habiendo pasado a la clandestinidad, sus hermanos lo desafían para que vaya a Judea a obrar milagros allí dándose a conocer abiertamente. Jesús se niega argumentando que su Hora no ha llegado, les dice: “Para ustedes todas las horas son buenas. Pero yo tengo mi hora, que aún no ha llegado” (Jn 7, 6) Y se niega a subir con ellos a Jerusalén; sin embargo, más tarde va y predica delante de todo el mundo, y los “judíos” tratan de tomarlo preso; “pero nadie le puso la mano encima; porque aún no había llegado la Hora” Jn 7, 30.

El tema de la ρα es un tema reiterativo, como lo son diversos temas de capital importancia dentro de este Evangelio joánico. Una de las técnicas compositivas y redaccionales que rigen en este Evangelio es volver, una y otra vez, sobre los temas importantes; y al decir importantes queremos destacar que la “importancia” la elige el Evangelista, desde la Comunidad con la que él trabaja, sobre la historia y el devenir de esa comunidad, sus problemas, sus conflictos, su idiosincrasia, su identidad como comunidad. Cada evangelista dibuja a Jesús desde la perspectiva de la comunidad desde la cual surge ese Evangelio; muchas veces lo que se retrata es la comunidad cristiana que se está construyendo y las reflexiones, así también como la liturgia que van generando, y desde ese ángulo, el Rostro de Jesús que van descubriendo. Nos volvemos a encontrar con esta idea de “la Hora” en Jn 8, 20; ya en las Bodas de Caná, al responderle a su Madre María, cuando ella le presenta la dificultad por la que atraviesa la pareja de recién casados a quienes “se les agotó el vino” Jn 2, 3, Jesús le responde a su Santísima Madre, arguyendo precisamente que no puede obrar todavía puesto que “Todavía no ha llegado mi Hora” Jn 2, 4b. Es la primera vez que nos encontramos con este tema en el Evangelio Joánico.



Leyendo todas estas alusiones a la Hora, se intuye que Dios Padre maneja ciertos ritmos, que marcan y definen la oportunidad o inoportunidad de una acción, de un suceso o evento. Cierto que la mayor parte de las veces obramos de manera inopinada y –muy rara vez o casi nunca- preguntamos a Dios si es el momento preciso y adecuado para que pase algo. Se percibe, en cambio, que para Jesús esto reviste la mayor importancia; el respeto de los Ritmos Divinos, el saber aguardar por la Hora apropiada: La Hora de Dios.

Todo lo hacemos cuando se nos ocurre, y queremos que cada cosa se produzca en el momento de nuestro antojo. Sólo ciertas almas orantes, espíritus habituados a hablar con el Padre Celestial por la vía oracional, nos orientan y enseñan que Dios tiene su Tiempo y que el Tiempo de Dios no es el mismo tiempo de los hombres. Hoy, frente a este Evangelio, nos sentimos llamados a centrar nuestra mirada en los Ritmos de Dios, en el acompasamiento del tiempo humano, el Cronos, al tiempo de la Gracia, el Kairos.

La perícopa que leemos en este V Domingo de Cuaresma (Jn 12, 20-33) tiene a este respecto, un punto esencial: Las menciones sobre la Hora que se hacen antes se refieren todas a una Hora no llegada todavía. A partir de esta vez, Jn 12, 23 Jesús anuncia que: λήλυθεν ρα να δοξασθ υἱὸς το νθρώπου “Ha llegado la Hora en que va a recibir su Gloria el Hijo del Hombre”.
Su Santidad, Benedicto XVI, nos recuerda la herejía surgida en torno a esta temática de la Obediencia de Jesús y su capacidad de acoger la voluntad del Padre como su propia voluntad. Nos recuerda el Sumo Pontífice que los Monotelistas hicieron surgir la pregunta «¿Qué hombre es el que no tiene su propia voluntad humana? Un hombre sin voluntad ¿es verdaderamente hombre? ¿Se ha hecho Dios verdaderamente hombre en Jesús si este hombre resulta que no tenía una voluntad?» A este respecto es oportuno recordar al «…gran teólogo bizantino Máximo el Confesor (†662) ha elaborado la respuesta a esta pregunta en su esfuerzo por comprender la oración de Jesús en el Monte de los Olivos. Máximo es ante todo y sobre todo un decidido adversario del monotelismo: la naturaleza humana de Jesús no queda amputada por la unidad con el Logos, sino que permanece completa… hay en Jesús la “voluntad natural” propia de la naturaleza humana, pero hay una sola “voluntad de la persona”, que acoge en sí la “voluntad natural”…Al asumir la voluntad divina, la voluntad humana alcanza su cumplimiento y no su destrucción. Máximo dice a este propósito que la voluntad humana, según la creación, tiende a la sinergia (a la cooperación) con la voluntad de Dios, pero, a causa del pecado, la sinergia se ha convertido en contraposición.»[1]




Esto nos sugiere un plan de acción en nuestro caminar salvífico, si queremos apartarnos del pecado y hacer la Voluntad de Dios, debemos trabajar por recuperar esa sinergia, no deformar la libertad y la voluntad como un querer lo que “yo quiero”, sino por medio de la espiritualidad de nuestra existencia, aprender a querer lo que Dios quiere, porque en el fondo, eso es lo que verdaderamente “quiero yo”, aunque el Malo se empeñe en convencerme que mi “querer” se opone al querer de Dios y que la realidad debe adquirir los ritmos humanamente impuestos, pretendiendo forzar a Dios a hacer “lo que a mi se me da la gana en el momento que a mi me viene en gana”.

2

Miremos por un momento la agonía de Jesús en Getsemaní: “Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní y Jesús dijo a sus discípulos ‘Siéntense aquí mientras voy a orar’ Y llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan y comenzó a sentir temor y angustia. Entonces les dijo: ‘Siento en mi alma una tristeza mortal. Quédense aquí y permanezcan despiertos.’ Jesús se adelantó un poco y cayó en tierra, suplicando si era posible no tuviera que pasar por aquella hora. Mc 14, 32-35


Proponemos compararlo con el Evangelio joánico, en 12, 27. Ahora, me siento turbado (τετάρακται). ¿Diré acaso: Padre, líbrame de esta hora? Pero no. Pues precisamente he venido para esta hora. (πάτερ δόξασόν σου τ νομα) Padre, ¡Da gloria a Tu Nombre! Como se nota de inmediato, mientras en Marcos la oración es evidentemente, pidiendo si es posible no tener que pasar por este trance; en Juan, Jesús asume la Pasión que le sobrevendrá, como la conclusión lógica del encadenamiento de los hechos. Y lo presenta aquí como la razón de ser de su Encarnación.

Se podría deducir de esta perícopa que le Plan de Dios se quedaría trunco si no sobreviniera la Pasión. Esta idea es muy enfática en los cuatro Evangelios donde, en diversas oportunidades se plantea la necesidad de dar la vida sin escatimes puesto que es donación es la que nos permite ganar la vida, mientras que escatimarla conduce a perderla. Ver Mt 10, 38-39; 16, 24-25; Mc 8, 34-35: Lc 9, 23-24 y también Lc 17, 33.

Jesús siempre pone como condición de un verdadero discipulado, la capacidad de tomar la propia cruz e ir en pos suyo: “El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre” Jn 12, 26.

Recordemos que lo que da pie a esta perícopa es la solicitud de algunos “griegos” que a través de Felipe y Andrés solicitan ser admitidos a la Presencia del Señor. Muchas veces se ha dicho que estas declaraciones de Jesús son –por lo menos extrañas- en ese contexto y, algunos han llegado a afirmar que no tienen nada que ver, que Jesús lo que hizo fue cambiar de tema. Pues ya vemos que no es así. Lo que Jesús hace es explicar las reglas de “afiliación”; podríamos explicar la concatenación diciendo que frente a una solicitud de admisión (por parte de unos griegos) Jesús responde señalando las condiciones y el “reglamento interno”.

Nosotros también podemos leer el “reglamento de admisión, la Misión-Visión” el requisito de llegar hasta las últimas consecuencias para “dar mucho fruto”, la regla del compromiso total, hasta dar la vida si fuere preciso –como tantos y tantos mártires lo demostraron; es decir, la norma de admisión es el compromiso total”, ahí verán, la admisión es libre y voluntaria, pero no a medias tintas, o todo o nada, el cero o el infinito.

Llegando a este punto conviene elevar nuestra oración

Pero, no es fácil
seguirte camino al Calvario
hacía el cual quieres ir a toda costa.

Sin embargo, si no mueres
no puedes entrar en la Luz de la Resurrección,
si no mueres no derrotas la muerte.

Dame la fuerza, Señor,
para estar cerca de Ti
también cuando el camino sube,
para que pueda estar contigo
en la cumbre de la montaña y gozar contigo
la belleza de las cumbres
siempre tan limpias y suaves. Amén[2]



Sobreviene una teofanía, similar al la Transfiguración, es la Voz Divina Atronadora que declara: Καὶ ἐδόξασα κα πάλιν δοξάσω “Tanto lo glorifiqué como lo volveré a glorificar”; en esta frase el verbo que domina es el verbo δοξάζω glorificar, prestar honra y honor, revestir de gloria.

Lo que nos lleva a la frase medular de esta perícopa en Jn 12, 24: μν μν λέγω μν ἐὰν μ κόκκος το σίτου πεσν ες τν γν ground, ποθάν ατς μόνος μένει ἐὰν δ ποθάν πολν καρπν φέρει “Si el grano de trigo que ha caído en tierra no muere sólo permanece (otros traductores dicen que “queda solo”); si  muere –en cambio- mucho fruto dará”

3

Hacía el final de la perícopa de Juan que hoy nos ocupa dice Jesús en Jn 12, 32 κγ ἐὰν ψωθ κ τς γς πάντας λκύσω πρς μαυτόν “Y si Yo soy levantado de la tierra, todos serán atraídos hacía mí”. Otra vez aparece la idea de ψωθ “ser levantado”, que –como hemos dicho en otra parta- se debe leer en varios niveles, ser levantado es
a) En el primer nivel, ser crucificado, y quedar en lo alto como la serpiente de bronce.
b) En el segundo plano, ser honrado y dignificado con la Gloria que acaba de ratificar el Padre con su Voz estertorea.
c) Ser glorificado con la Resurrección, que vence la muerte definitivamente, dándonos Vida Eterna, en calidad de co-herederos.

Este triple plano superpuesto impone, sin embargo, una restricción. Queremos invitarlos, aquí, a compartir un texto del Cardenal Martini: «El modelo de valor que el hombre está invitado a leer en el Crucificado parece a muchos el de un anti-humanismo; la cruz aparece como el equivalente de un ideal de negación, una especie de “no “ universal y, en cierto sentido, lo es. La cruz es un “no” a cualquier figuración de lo divino y de lo humano que no tenga en cuenta lo que nos revela el misterio del Crucificado.



La cruz de Jesús es un “no” dicho a toda figura de lo divino entendido como omnipotencia despótica, vengativa, incapacidad de don y de autodonación, como santidad o justicia inconciliables con la misericordia.

La cruz de Jesús es un “no” dicho a cierto tipo de proyecto de hombre…Es condenación de un hombre que quiere colocarse en la línea de Adán pecador y, por consiguiente, en la de Caín asesino del hermano. El humanismo condenado por Cristo es el humanismo de la autosuficiencia, de la alienación de Dios, del rechazo de cualquier referencia trascendente, es el humanismo de la prepotencia y de la insolencia, de la opresión y de la injuria hecha al hermano; es el humanismo del engaño y de la mentira… El Crucificado nos propone otro humanismo: el del discípulo de Jesús, que para serlo carga con la cruz cotidiana… hasta soportar –si es necesario- la persecución… El humanismo del Crucificado, vuelve a proponerse a la maravilla, al estupor humilde y adorante, de todos los hombres… El Crucificado es la cuestión fundamental para saber con qué idea de Dios me alineo, con qué Dios estoy, y por qué tipo de hombre quiero expresarme. En efecto, el hombre es él mismo cuando imita al verdadero Dios, y está de su parte, para compartir el anhelo de comunión, la fuerza de reconciliación, la capacidad de perdón creativo que resplandece en el Crucificado»[3]


[1] Benedicto XVI, JESÚS DE NAZARET SEGUNDA PARTE DESDE LA ENTRDA EN JERUSALEN HASTA LE RESURRECCIÓN Ed. Encuentro S.A. Madrid 2011pp. 189 - 190
[2] Dini, Averardo EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN TOMO II –CICLO B. Ed. Comunicación Sin Fronteras Bogotá y Quito p. 34
[3] Martini, Carlos María Crnal. POR UNA SANTIDAD DEL PUEBLO Ed. San Pablo Santafe de Bogotá-Colombia 2da. Edición. 1994 pp. 30-31

sábado, 17 de marzo de 2012

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO

Esforcémonos por conocer al Señor; tan cierta como la aurora es su aparición y su juicio surge como la luz; bajará sobre nosotros como lluvia tempranera, como lluvia de primavera que empapa la tierra.

Os 6, 3



¿Para qué levantó Moisés -en un asta de bandera- una serpiente de bronce? Para que cuando alguien fuera mordido por una serpiente, la mirara y se salvara. Así pues de entrada, en esta perícopa que leemos hoy (Domingo 18 de marzo de 2012) Juan nos revela –mejor dicho Dios a través de San Juan Evangelista- el significado de la crucifixión. A este respecto hay dos elementos contextualizantes: Recordemos que ser crucificado era un “escándalo”, era la muerte más vergonzosa, además de morir, era en picota pública; muerte reservada a los grandes criminales, especialmente a los sediciosos. El segundo aspecto: que el Evangelio según San Juan fue escrito, según nos dicen los estudiosos, alrededor de unos 60 años después de la muerte de Jesús, esto dio tiempo a que los cristianos elaboraran una teología explicativa del por qué su Maestro había muerto de tal forma, lo que condujo a asociarla con el episodio en el que el pueblo hebreo, itinerante en el desierto, empezó a renegar contra Dios por haberlos sacado al desierto donde no tenían ni agua, ni comida y, se veían obligados a nutrirse con perdices y maná, dieta que –al cabo de algún tiempo- les terminó por parecer monótona. Fueron sus protestas las que airaron a Dios y les merecieron el castigo de las serpientes que, gracias a la oración intercesora de Moisés, les alcanzó la serpiente de bronce redentora (cfr. Nm 21, 4-9). ¿Cuál era la consecuencia de mirar al crucificado? Así como mirar la serpiente de bronce acarreaba la curación de las mordidas de las serpientes venenosas, así, en el caso de mirarlo con fe, creyendo en Él, confiando en Él, la visión del crucificado nos obtiene la “vida eterna” Jn 3; 15.

A renglón seguido, San Juan Evangelista nos explica la razón que asistió a Dios para llegar a tal sacrificio: fue su amor tan grande por el mundo, amor perdonador, amor misericordiosos que no desea, ni mucho menos busca nuestra perdición, antes bien, siempre está a la caza de atenuantes que nos justifiquen, que disminuyan la gravosa culpa de ofender a un Dios tan Bueno. Por eso,, estamos llamados a entender que Jesús no fue enviado para que Dios Padre tuviera otro pretexto para condenarnos, todo lo contrario, Jesús vino para cargar sobre sí nuestras culpas y con su Pasión, redimirnos. Aquí engrana perfectamente con la Segunda Lectura, que hoy está tomada de la Carta a los Efesios capítulo 2, versículos 4-10: «el Dios de Jesucristo no es el Dios de la ira y la punición, pero sí es el Dios de la misericordia, el “bendito” celebrado en el gran himno (1, 3-14). Vale la pena recorrer Efesios 2, 4-10 y anotar las expresiones positivas con las que el texto se refiere a Dios y lo caracteriza. En este sentido, la carta recupera lo que es más importante y fuerte en todo el Antiguo Testamento: “rico en misericordia”, “nos amo por el gran amor”, “nos dio vida”, de Él viene la gracia que nos salva, “Dios nos resucitó y nos hizo sentar en el cielo”, “quiso mostrar a los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia”, la salvación es don  de Dios, “Dios nos hizo y nos creo en Jesucristo”.»[1]


Y ¿cuál es el criterio de condenación o salvación? ¡La fe! Toda la perícopa Jn 3, 16-19 se ocupa de recordarnos que πιστεύων ες ατν ο  κρίνεται δ μ πιστεύων δη κέκριται τι μ πεπίστευκεν “El que cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado por no creer”, tenemos tres veces el verbo πιστεύω dos veces en participio pasado activo y una vez en indicativo presente también activo. En síntesis, lo importante es creer, tener fe, tener confianza.

Observamos que hemos traducido κρίνεται como “condenado”, seguramente es mucho más exacto “juzgado”, sin embargo, en el co-texto que nos ocupa se refiere al veredicto de culpabilidad o inocencia que arrojaría tal “juicio” por lo que nos ha parecido mejor la opción elegida. Hablando de elegir, en el transfondo de la palabra κρίνεται está la idea de elección, de separación, aún más en el fondo, de separar entre el grano y la paja, o sea (en nuestro co-texto), discernir entre lo que se salva y lo que se condena. κρίνεται como verbo está derivado del sustantivo κρίσις que se podría tomar como “sentencia” y, entonces, en nuestro co-texto habríamos podido poner “sentenciado” y al que “no es sentenciado” por “exonerado”: la traducción quedaría “El que cree es exonerado, pero el que no cree ya ha sido sentenciado por no creer” (Todo lo anterior tiende a reducirse a una filigrana filológica, pero no sentimos que aporte, en sí, a la mejor comprensión del sentido bíblico de la perícopa en cuestión).

¿Por qué son sentenciados? Porque en el momento de prender la Luz, estaban haciendo lo malo, entonces, “cuando la Luz φῶς vino al mundo” φς  λήλυθεν ες  τν κόσμον ellos eligieron, o mejor, “prefirieron” la oscuridad a la Luz: “κα γάπησαν ο νθρωποι μλλον τ σκότος τ φς ν γρ ατν πονηρ τ ργα”. Donde traducimos “prefirieron”, dice textualmente γάπησαν o sea “amaron”.


Ocupémonos ahora de la palabra σκότος “oscuridad”, sobre ella nos dice el Cardenal Martini «las tinieblas. Esta expresión aparece nueve veces en Juan (ocho como Scotia, una vez como skotos) casi siempre en sentido teológico. Aparece ya en el prologo: “Las tinieblas no comprendieron”; las traducciones varían: “no comprendieron” (esto es no recibieron), o también “no sofocaron” (es decir “no vencieron”) la luz. En todo caso es clara la oposición entre tiniebla y luz, que aparece en 3, 19 como símbolo de actitudes humanas opuestas: “prefieren las tinieblas a la luz”. Estas actitudes opuestas se hacen explicitas en 8, 12, en relación con Jesús: “El que me sigue no camina en tinieblas”. Una vez más tenemos una reducción radical de todo a la relación con la persona del verbo encarnado:»[2]

En este Evangelio de hoy Jn 3, 14-21 Jesús es la Luz, y la Luz es la fuente de la Vida, no de cualquier vida, sino de la Vida Eterna. Para ganarla, basta con acercarnos a la Luz con verdadera fe. Nuestra vida ha de ser un proceso de hacerse y llegar a ser verdaderos amigos de la Luz, de tal manera que todo lo que hagamos sea iluminado por esa Luz.

2

La perícopa del Evangelio de San Juan que leemos hoy es la segunda parte del dialogo entre Jesús y Nicodemo (nombre de origen griego que significa “el vencedor del pueblo”) que abarca en el capítulo 3 los versículos 1-21. La perícopa que va del 1-13 es un referente importante para mejor penetrar en la lectura del Evangelio que la liturgia nos propone para este cuarto domingo de Cuaresma.

Sólo queremos resaltar los siguientes puntos:

a) Nicodemo, se nos dice en el versículo 1, era un fariseo importante entre los judíos. Ahora bien, como era importante, no iba a relacionarse con Jesús a plena luz del día, sino que –se nos informa en la primera parte del versículo 2- fue de noche. (Aquí Nicodemo entra en el juego de φῶς – σκότος observemos que Nicodemo no obra al amparo de la Luz sino escondiéndose en la oscuridad de la noche).



b) μν μν λέγω σοι ἐὰν μή τις γεννηθ νωθεν ο δύναται δεν τν βασιλείαν το θεο Jesús le habla del requisito de nacer “de nuevo”, siempre traducimos ἄνωθεν por “de nuevo”, “otra vez”, “de nuevo y desde el principio”; pero no perdamos de vista que también significa “de lo alto”. En todo el texto se juega con la oposición arriba/abajo; lo que está en alto/lo que está aquí abajo, lo que es del mundo; que, francamente estamos tentados a preferir traducir ἄνωθεν como “de lo alto” y, entonces el texto bíblico diría “Te aseguro que el que no nace de lo alto no puede ver el Reino de Dios”. Los exegetas nos recomiendan tener siempre en mente las dos posibilidades. Todavía más: nos advierten que –especialmente en San Juan- hay diversos “niveles” de lectura-comprensión, y que siempre hay que estar alerta con las polisemias que maneja, puesto que en un plano se nos dice una cosa, pero en el otro plano, se nos está comunicando otra. Esto hace ardua la lectura de este Evangelio, pero también la hace más fascinante y encantadora. Además, y tal vez es lo que ha hecho siempre preferible la traducción “de nuevo” que cuando se ganaba un gentil para el judaísmo, este no podía alcanzar la condición entera de judío, sino sólo la de prosélito, se le bautizaba y se hablaba de que había “nacido de nuevo”.

«…nacer en el Espíritu es esta tremenda transformación que Dios hace en uno por dentro, en la mente, en las actitudes, en nuestro modo de ser. Uno corta su cordón umbilical con las contradicciones de antes; sale del útero cómodo al riesgo de ser discípulo pleno y público. Esto lo deja tan cambiado que es como un nacer de nuevo»[3]

c) Cuando floreció el estudio de "las formas" se empezaron a identificar las estratagemas y los diversos procedimientos literarios que emplearon los hagiógrafos para plasmar el mensaje que Dios nos enviaba. Por ejemplo estos diálogos que parecen entrevistas periodísticas a las que estamos hoy en día tan habituados en la televisión y que se fraguan entre bambalinas, tanto que, con mucha frecuencia se editan y luego los entrevistados salen declarando que con la edición se adulteró lo que ellos había querido decir.



En el caso bíblico, el hagiógrafo cuadra las preguntas y plantea los equívocos, las ambigüedades, las ignorancias, las sorpresas, valga decir que “edita” el diálogo para que diga lo que quiere decir el Espíritu. «Los diálogos joánicos se relacionan muy probablemente con las formas habituales que empleaba la filosofía popular de aquella época. Utilizaban procedimientos fácilmente discernibles, como por ejemplo el malentendido. En el diálogo con Nicodemo, se le presente a este únicamente para replicar. E incluso para dar la impresión de que no entiende nada.»[4] Esto me recuerda las parejas de los super-héroes que existían simple y llanamente para que el super-héroe tuviera interlocutor y tuviera con quien verbalizar lo que pensaba, aún cuando –evidentemente- al guionista lo que le interesa es que nosotros lo oigamos. Annie Jaubert aprovecha esta ocasión para prevenirnos contra el intento de sicologizar la lectura de personajes como Nicodemo o la Samaritana que están puestos allí, como lo está “Chita” al lado de Tarzán y Robín como fiel compañero cuasi-mudo que en oportunidades no profiere más que interjecciones, pero que propicia los discursos de Batman (aunque claro está que el mensaje Batmaniano está más a nivel de los ¡bang! y los ¡pow! ,los “crash”, “ouch” y todo el sartal de onomatopeyas que llenaban la pantalla).

3


Sólo una palabra sobre el Salmo. Se trata del Salmo 137(136) los versos 1-6. Donde se nos ilustra lo que es la Resistencia Pasiva. ¿Cómo podían tomar las citaras y cantar estando deportados en Babilonia? Conforme lo dice el Salmista, mejor que se les pegara la lengua al paladar antes de darle gusto al explotador. ¿Quiénes eran esos explotadores? ¡Los Babilonios! En la misma línea de las oposiciones radicales entre arriba y abajo, Luz y oscuridad, encontramos en este Salmo la oposición entre Jerusalén y Babilonia (aquí llamada Babel). «Es preciso intentar escuchar el pedido de los opresores y la respuesta del silencio… Los ladrones querían robar hasta lo más profundo del alma del pueblo, pero no lo consiguieron: el pueblo defiende la última trinchera de su dignidad. Cantar es estar ligado al modo de ser y de vivir. No se canta en tierra extranjera. El silencio aquí aparece como un gesto político. Negativa formal de que la cultura del pueblo se transforme en folklore que, en la expresión de Michel de Serteau, “es la belleza del muerto” »[5]




[1] Bortolini, José. CÓMO LEER LA CARTA A LOS EFESIOS Ed. San Pablo Bogotá  - Colombia 2005 p.38
[2] Martini, Card. Carlo María EL EVANGELIO DE SAN JUAN EJERCICIOS ESPIRITUALES SOBRE SAN JUAN Ed. Paulinas Bogotá –Colombia 1986 p. 41-42
[3] Seubert, Augusto. CÓMO ENTENDER LOS MENSJES DEL EVANGELIO DE SAN JUAN Ed San Pablo Santafe de Bogotá 1999 p.40
[4] Jaubert, Annie EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN Ed. Verbo Divino Estella Navarra 2000 p.12
[5] De Barros, Marcelo LA VIDA SE VUELVE ORACIÓN. COMO REZAR LOS SALMOS A PARTIR DEL PUEBLO Centro Bíblico Verbo Divino Vicaria Sur de Quito 1994 4t ed. P.74

sábado, 10 de marzo de 2012

EL NUEVO TEMPLO ES ÉL


¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que recibieron de Dios y reside en ustedes? De modo que no les pertenece.

1Cor 6, 19


ξέβαλεν κ το ερο τά τε πρόβατα κα τος βόας κα τν κολλυβιστν ξέχεεν τ κέρμα κα τς τραπέζας νέτρεψεν (Él expulsó del Templo tanto las ovejas como los bueyes y a los cambistas de monedas les esparció las monedas y les volteó las mesas.) Jn 2, 15b. «Voltear Mesas y echar a los vendedores, era el gesto de un profeta que anunciaba el paso de un sistema viejo a una forma nueva. Jesús era el último de una larga línea de profetas que habían denunciado el culto vacío, de prácticas exteriores, nada más. Él insistía que ‘Dios  es Espíritu, y lo que lo adoran deben adorarlo en espíritu y verdad. (Jn 4, 20-24).»[1]

Este gesto de purificación del templo alude a otra de las fiestas judías «la fiesta de la dedicación…Esta fiesta celebraba la purificación y la consagración del templo después de las profanaciones que sufrió en tiempos de Antíoco Epífanes»[2]

Así hemos asistido en estos tres domingos de Cuaresma a tres alusiones de fiestas judías. Primero nos hemos encontrado con Jesús tentado en el desierto «Revivir el desierto era revivir los beneficios de Dios a su pueblo, aquel Dios que había formado, protegido, alimentado y dado de beber en el desierto a los israelitas. El beneficio que más se celebraba, junto con el del maná, era el don del pozo en la roca que acompañó al pueblo a lo largo de todo su camino y que, en medio de la aridez y de la sequía, le distribuía el agua viva.» [3]

El domingo anterior, el 2do de Cuaresma, como hemos comentado, se aludía a «la fiesta de las tiendas (o de los tabernáculos)… esta fiesta recordaba la estancia de los hebreos en el desierto viviendo bajo chozas, hechas de ramaje. …en el desierto los israelitas habían recibido el agua que les permitió vivir. En la fiesta de las tiendas venían a pedir el agua que fecundase sus cosechas… La michna (codificación judía del siglo II de nuestra era) indicaba que, durante esta fiesta, se iba a sacar agua a al fuente de Siloé, se subía en procesión al templo cantando con palmas;»[4]

Así, retomamos la cita hecha en el blog anterior, «…los grandes acontecimientos de la vida de Jesús guardan una relación intrínseca con el calendario de fiestas judías; son, por así decirlo acontecimientos litúrgicos en los que la liturgia, con su conmemoración y su esperanza, se hace realidad, se hace vida que a su vez lleva a la liturgia y que, desde ella, quisiera volver a convertirse en vida»[5] Este entronque de la vida de Jesús con las fiestas tradicionales parece ratificar que Jesús no representa una ruptura, una nueva religión, sino una continuidad potenciada, llevada a su perfección. (Cfr. Mt 5,17) Bastaría revisar algunas perícopas del Primer Testamento: Is 1, 11-17; Jr 7, 1-11; Am 5, 21-24 Mi 6; 6-8 para constatar que lo que propone Jesús sobre la justicia, el perdón, la misericordia como ofrendas verdaderamente agradables al Señor y no los holocaustos de animales, ni la ofrenda de frutos de la tierra, lo satisfacen verdaderamente.



De una manera muy contundente Dios recuerda que Él es el propietario de bosques, serranías y selvas y de todos los animales que allí habitan y que –llegado el caso que a Él le diera hambre- nada tendría que pedirnos porque Él mismo se auto-abastecería (Cfr. el Sal 50 (49) 8-14).

Queda contestada la pregunta obvia que brota al escuchar que a Él se le adora en espíritu y verdad: ¿Cómo es la adoración en espíritu y verdad? Es el ejercicio de la Caridad, la Misericordia, el Perdón, la fraternidad, la solidaridad y la justicia toda. Como leemos en Isaías otro tipo de sacrificios le repugnan porque esconden el atropello, la explotación y el dolor de los más débiles, entre los cuales se mencionan los niños, las viudas, los enfermos, los ancianos, los asalariados, entre otros. San todos aquellos a los que se aluden en el rubro de los Anawin. Pero todos podemos convertirnos en Anawin llegada la circunstancia, y cuando ese momento o esa situación llega, cada uno es transparencia del Padre-Celestial, y…lo que hicieron con cada uno de estos “más humildes” conmigo lo hicieron o lo dejaron de hacer. Mt 25, 40

μ ποιετε τν οκον το πατρός μου οκον μπορίου “No hagan de la casa de mi Padre un mercado” Jn 2, 16

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 Aquí dice σημεον , [semeion] o sea “signo” y lo traduciremos como prodigio σημεον πιζητε  κα σημεον ο δοθήσεται ατ ε μ τ σημεον ων το προφήτου “No se les dará otro prodigio que el del profeta Jonás” Mt 12, 38 dice Jesús, negándoles a los que le reclamaban un prodigio para demostrar que Él era verdaderamente el Mesías. En la perícopa que leemos hoy, tomada del Evangelio según San Juan, los judíos (no son todos los judíos; de hecho, Él mismo era judío y lo eran también sus discípulos, y el propio Jesús, declaró haber “sido enviado a las ovejas descarriadas de la casa de Israel” Mt 15, 24, es decir, al pueblo judío; esta es una manera de hablar de San Juan en su Evangelio) piden a Jesús sus cartas de presentación para justificar el derecho que le asistía para desalojar a los vendedores y a los cambistas del templo Τί σημεον δεικνύεις μν τι τατα ποιες. Estamos ante otra alusión hecha a la misma σημεον [semeion] prueba (a la letra dice “signo”): permanecer muerto durante tres días y luego levantarse de entre los muertos. Es a este prodigio al que se refiere Jesús al decir que Λύσατε τν ναν τοτον κα ν τρισν μέραις γερ ατόν “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré” Jn 2, 19 (subrayamos que la expresión que traducimos por “reconstruir” es otra vez el verbo γερῶ, es decir “levantar” el mismo que hemos venido encontrando donde los evangelios aluden a la “resurrección”, y que esta vez se refiere al templo con la palabra ναν [ναός, οῦ, ὁ] , es decir, la parte del templo donde habita el propio Dios, sus Aposentos Personales, el Sanctasanctorum).



«El texto dice que los discípulos no captaron el significado de todo esto hsta después de la Resurrección (2, 22). Y en realidad muchos años después de la muerte de Jesús, los discípulos siguieron asistiendo al viejo templo (Hch 2, 46). Sólo a base de años de reflexión en la comunidad, llegaron a comprender que la Iglersia como cuerpo de Cristo debe ser el nuevo templo donde el Espíritu de Dios habita (1 Co 12, 12 ss). Que los cristianos mismos deben ser como piedras vivas en la construcción de ese templo espiritual destinado al culto perfecto»[6]

San Pablo trata el asunto «el centro de su enseñanza es el mensaje de que todos los sacrificios se llevan a cumplimiento en la cruz de Cristo; en Él se ha realizado lo que intentaban todos los sacrificios –la expiación- y, así, Jesús mismo se ha puesto en lugar del templo: el nuevo templo es Él. Baste una breve indicación. El texto más importante se encuentra en la Carta a los Romanos 3, 23 ss: “Todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre. Así quería Dios demostrar que no fue injusto dejand impunes con su tolerancia los pecados del pasado”. La palabra traducida aquí como “sacrificio de propiciación” en griego se dice “hilastērion”, “kapporet” en hebreo. Así se llamaba la cubierta del Arca de la Alianza. En el Día de la Expiación –Yom Hakkipurim (Cf Lv 16)- este lugar es rociado con la sangre del novillo inmolado como víctima de expiación, “cuya vida se ofrece a Dios en lugar de los hombres pecadores merecedores de la muerte” (Wilckens, II, 1, p. 235)… Si Pablo aplica la palabra hilastērion  a Jesús, designándolo de la misma manera que la cubierta del Arca de la Alianza, y por tanto como el lugar de la presencia del Dios vivo, entonces toda la teología veterotestamentaria del culto ( y con ella las teologías del culto de toda la historia de las religiones) queda “abolida” Jesús mismo es la presencia del Dios vivo. En Él, Dios y el hombre, Dios y el mundo, están en contacto…. En la entrega de sí mismo en la cruz, Jesús deposita,. Por decirlo así, todo el pecado del mundo en el amor de Dios, y en Él lo limpia… Para Pablo, el templo, con su culto, ha sido “demolido” en la crucifixión de Cristo; en su lugar está ahora el Arca de la Alianza viva de Cristo crucificado y resucitado.»[7]

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Los discípulos se acordaron entonces que está escrito: Ὁ ζλος το οκου σου καταφάγεταί με “El celo de tu casa me consumirá”; estamos habituados a entenderlo como: “Estoy lleno de celo por tu casa”, hoy, al reparar en la traducción y observar que el verbo κατεσθίω está en futuro, lo que nos lleva a traducirlo como “por este celo seré consumido”, subrayando que el verbo κατεσθίω significa “ser comido hasta que no quede nada”, ser devorado, agotar, exhaustión palabra que fabricamos ahora, para tomar el sentido de la palabra latina exhaurire, “no dejar nada”, “quemarse enteramente”, “holocausto”. Será consumido, si, ofrecido en holocausto, hasta su última Gota de Sangre.

Dice José Bortolini que «En esta expresión misteriosa está presente la denuncia de que el poder religioso será responsable de la destrucción del cuerpo de Jesús (muerte)»[8] Así nos encontramos frente a una disyuntiva: o la opción mercantilista donde todo se hace girar en torno a las ventas para maximizar las ganancias o la opción por el Reino, o sea, poner por encima de los negocios, la vida, el respeto al ser humano: por eso, Jesús llega a plantear otro templo porque el templo se ha convertido en un centro mercantil, Jesús nos propone su propio Cuerpo como sitio de culto, culto en Espíritu y verdad.

Tanto la primera lectura como el Salmo, nos remiten a la Ley de Dios, no tanto a los mandamientos, como a la esencia de la Ley de Dios, el Mandamiento del Amor. Nosotros hemos llegado a una sociedad donde toda ley es rechazada, todo orden parece impositivo, esclavizante y se ha construido una ideología-legal que rechaza toda ley; podríamos inclusive hablar de una cultura nomo-alérgica, no a-nómica, sino reacia a toda ley. Habitamos un contexto que todo lo tiñe con esa consigna “hágase le ley y busquémosle el recodo para infringirla” Se trata pues de pintorretear con legalismos pero burlarnos de todo código y de toda ética. Algunos hablan en este tópico de el “acomodamiento de la ley” lo que significa la reinterpretación –inclusive forzada- de cualquier norma para ponerla a nuestro servicio y hacerla útil a nuestros propios intereses. Así las cosas, y mientras existan planos de complicidad subyacentes, “la ley será para los de ruana” es decir, que siempre estará de parte de los poderosos y de espaldas a los humildes. Y esto es lo que va totalmente en contrahilo con la fe de Jesucristo. Las enseñanzas del Maestro de Nazaret giraban en torno a la Ley del Amor –insistimos- el amor al cual se refería Jesús es un amor ágape, es decir desinteresado, generoso, desprendido, caracterizado por la gratuidad, comprometido con el perdón hasta reducir a cero los rencores, además, un amor oblativo, o sea, capaz de llegar hasta el sacrificio: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” Jn 15,13 Este amor es capaz de renunciar a todo para lograr el bienestar del ser amado.

En la base del amor que predica Jesús, ese ideal que Él nos propone para ser sus discípulos, subyace una lógica radicalmente otra que la del mercado. Por eso entendemos que resulte tan dificultoso en un contexto donde toda nuestra vida se ha hacho girar en torno a nuestro éxito y ese éxito egoísta bebe sus jugos en las leyes del mercado, de la ganancia de la explotación. Al evangelio del mercado no le importa un rábano por encima de quien tengas que pasar: a ese evangelio mercantilista suele disfrazársele como lógica de empresa. A nosotros mismo se nos invita con frecuencia a pensar nuestras acciones con “lógica de empresa” y todo, hasta los más caros valores cristianos se nos invita a dejarlos al margen, para respetar la consagrada “lógica de empresa”.



Por eso «Jesús hizo ese día gimnasia para un mes, demostrando que era fuerte y que tenía mano dura, cuando quería y era necesario. Y la horda de vendedores ambulantes sin permiso le gritaba, a su vez “¿Quién te dio bola en este entieero? ¿Te crees la Madre Teresa de Calcuta, que tratas de darnos lecciones de santidad? ¿A quien perjudicamos? ¿Acaso los fieles devotos no tienen que comprar el corderito para la Pascua? ¿ O acaso estás contra las fiestas de precepto? ¡Hereje…! ¡Mira que tenemos amigos en la Municipalidad, y los impuestos están todos en regla!¡Insensible! Bastante nos costó obtener la concesión para los puestitos, que ahora nos tiras abajo la estantería… Los mayoristas se van a aprovechar de nuestra desgracia y van a aumentar los precios, y no podremos renovar el stock… Podríamos conseguir unos corderitos congelados Swift, pero doña Rosa y las amas de casa los quieren fresquitos. Rajá loco, o la vas a pasar mal…!»[9] Que así nos cuenta este episodio Héctor Muñoz, con un lenguaje actualizado, poniendo al día el debate entre la lógica de Jesús y la lógica mercantilista.

Si logramos renunciar a la lógica de la mercancía y la ganancia, a la lógica del lucro con su rimbombante apodito del “éxito”, podremos dar sentido a esta ley transitiva: Si el Templo ya no es el edificio sino Jesús mismo, ¿Quiénes somos nosotros al Comulgar? ¿En qué nos convertimos al consumir el Cuerpo de Dios cuando Jesús viene y hace su morada en nosotros? Reconocemos, eso si, que –como lo dice Bortolini, «la adhesión a Él es un proceso lento pero continuo; es un proceso que lleva a superar prejuicios y barreras en relación con la acción de Jesús. Él no es reformista. Exige un cambio profundo, con el fin de que la vida se manifieste.»[10]

No vayamos a caer en la trampa de negar la Presencia especial de Dios en la Iglesia, no vayamos a seguir el juego a quienes argumentan que podemos encontrar a Dios en todas partes; nosotros hemos argumentado aquí arriba que Dios está especialmente en cada hermano, especialmente en los más débiles y desprotegidos, pero no para negar que el espacio reservado a los templos católicos son la verdadera casa de Dios, porque han sido consagrados a esa finalidad especial, que Jesús se haga presente en las Formas Consagradas. «la iglesia es “la casa de Dios” y es “sagrada”…a través de la celebración  de la conmemoración del Señor. En la celebración eucarística, Él mismo viene y se hace presente de una manera que sólo es válida aquí, Con su amor redentor, con la personificación de su destino redentor, permanece en medio de la asamblea reunida.»[11]


[1] Seubert, Augusto COMO ENTENDER LOS MENSAJES DEL EVANGELIO DE JUAN Ed. San Pablo 2da ed.  1999 p.34
[2] Jaubert, Annie EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN Cuadernos Bíblicos Editorial Verbo Divino Estella Navarra. 2000 p.30
[3] Ibid
[4] Ibid
[5] Benedicto XVI JESÚS DE NAZARET. DESDE EL  BAUTISMO A LA TRANSFIGURACIÓN. Ed. Planeta 2007. pp.357-358     
[6] Seubert, Augusto Op. Cit p.35
[7] Benedicto XVI Op. Cit. pp 53-55.
[8] Bortolini, José CÓMO LEER EL EVANGELIO DE JUAN. EL CAMINO DE LA VIDA. Ed. San Pablo. Bogotá – Colombia 2002 p. 40
[9] Muñoz, Héctor CUENTOS BÍBLICOS CORTITOS Ed. San Pablo Bs As. Argentina 2004  p.114
[10] Bortolini, José. Loc. Cit.
[11] Guardini, Romano. PREPAREMOS LA EUCARISTÍA REFLEXIONES Ed. San Pablo 1ª Ed. 2009 Bogotá- Colombia p. 42