sábado, 28 de enero de 2012

EXPULSÓ LOS DEMONIOS

Mc 1, 21-28


κατ' ξουσίαν
con autoridad



Los textos sagrados contienen un aspecto de la verdad de Cristo, un rasgo de su personalidad o un acontecimiento de su vida que aparecen y deben ser comprendidos y entendidos para poder llevarnos a la plenitud de aquella verdad que durante la transustanciación se hace presente, no en la palabra, sino en el ser.
Romano Guardini

ληθεύοντες δ ν γάπ αξήσωμεν ες ατν τ πάντα ς στιν κεφαλή Χριστός
Viviendo según la verdad y en el amor, podremos crecer en todo hacía Él -que es la cabeza- Cristo.
Ef 4, 15

διδαχὴ καινή
enseñanza nueva

Mc 1,. 27b

1

Seguimos –en este IV domingo del tiempo ordinario, ciclo b- en el primer capítulo del Evangelio según San Marcos. En una lectura continuada que seguiremos el próximo domingo. Recapitulemos que ha pasado hasta aquí en este Capítulo Primero:
a) Se nos presenta al Mensajero Precursor, San Juan Bautista; quien era, lo que hacía, lo que comía, cómo vestía.
b) Jesús se hace bautizar por el precursor y el Espíritu Santo le manifiesta su identidad de hijo de Dios.
c) Jesús llama a sus cuatro primeros discípulos, y, ahí vamos.

Hoy estos discípulos fundantes, viven su primera experiencia con el “Maestro”. Van a Cafarnaún, entran en la sinagoga, y allí Él empieza a comunicar su doctrina. ¿Cuál es el eje de esta perícopa? La autoridad con la que enseña Jesús. Dice el texto griego en el versículo 22 ὡς ἐξουσίαν que traduciríamos “como quien tiene autoridad”, o tal vez mejor  “como quien es autoridad”. Evidentemente no estamos ante un escriba que era más bien como comentadores de la Escritura, según las escuelas y los enfoques de ciertos Rabinos, mientras que Jesús tiene una propuesta que, si bien hunde sus raíces en la fe judía, resulta –en muchos sentidos- una enseñanza en contraposición con la tradicionalista.

Cabe destacar que San Marcos nos dice que Jesús en la sinagoga ἐδίδασκεν “enseñaba”, pero no reporta de qué se trataba su “enseñanza”. Inclusive, hemos llegado a pensar que su enseñanza no era tanto lo que decía sino precisamente lo que hacía, que eso si nos lo describe –y de manera contundente- el evangelista: Lo que Jesús hace, y con ese hacer enseña, es un exorcismo.

“Se encontraba en esta sinagoga un hombre que tenía un demonio dentro” Mc 1, 23b Se trata de un caso de posesión demoníaca, un hombre esta poseído por un demonio que lo lleva a decir cosas, es un demonio ventrílocuo. Podemos retomar en este caso el concepto de alienación, se le ha quitado al hombre su propia voluntad y está sujeto a la voluntad del demonio que lo lleva a gritar cosas:

a) ¿Qué quieres de nosotros Jesús de Nazaret?
b) ¿Has venido a derrocarnos? λθες πολέσαι μς (hemos traducido πολέσαι como “derrocar”)
c) Dice el demonio “Yo te he reconocido: Tú eres el Santo de Dios” ε γιος το θεο
Mc 1, 24

Varias cosas nos sorprenden: Precisamente un demonio lo reconoce como el Santo de Dios y esto sucede en la sinagoga que es el centro oracional donde se congrega la comunidad local judía. Uno se pregunta de inmediato ¿cómo es posible que el demonio haya invadido el recinto donde se proclama la Palabra de Dios y se reflexiona sobre ella? «En esta primera actuación de Jesús, no podemos pasar desapercibida una dura crítica a la sinagoga como institución y al día sábado como tiempo sagrado. Jesús se hace presente allí en medio de las tradiciones más sagradas de Israel dando a entender que en el lugar de los puros habita paradójicamente la inmundicia, y en el tiempo sagrado (día sábado) hay que liberar al ser humano.»[1]

Tratemos de aclarar este tema de la liberación. «¿Cuál es la acción del espíritu malo…? Poseer al hombre y hablar a través de él. Es decir, no dejarlo actuar libremente; lo toma por entero, haciendo que no piense ni actúe por sí mismo.»[2] «El endemoniado grita porque ve que la predicación de Jesús es el descrédito de la enseñanza por medio de la cual se ejercía el dominio ideológico para someter al pueblo. Jesús libera de esa ideología oficial y con ello pone en peligro el orden establecido»[3] Cuantas veces, en nuestra realidad actual, vemos “endemoniados” que gritan, convulsionan y echan espumarajos por la boca, porque sienten atacada su ideología, la que han bebido en las más dulces fuentes de sus “demonios” y son portadores ingenuos de su alienación. Defienden a dentellada limpia cualquier crítica a los sistemas inhumanos y se erigen en cómplices de la violencia justificada con disfraces de “legalidad”. Estos “endemoniados” son los primeros en proponer el exterminio a sangre y fuego, el armamentismo y la “justicia” tomada por propia mano. A su vez, se presentan como los detentadores de la “mano firme” y añaden –día tras día- argumentos para promover sus tácticas militaristas y bélicas; son, en resumidas cuentas, los promotores de la cultura de la muerte.

¿Y nosotros? ¿Dónde estamos? ¿Por la muerte o definitivamente por la vida? Frente a estas “posesiones” tenemos que tener una clara identidad cristiano-católica: ¡Rotundamente por la vida! Sin pretextos guerreristas, sin discursos prebélicos, sin engaños, sin subterfugios, por muy refinados que parezcan. Prácticamente el recursos para desenmascarar esas “demoniadas”, por sutiles que sean, consiste en revisar si promueven la muerte –en cualquiera de sus formas- o, verdaderamente defienden la vida. Por favor, no nos dejemos echar tierra en los ojos. A estos “demonios ventrílocuos” hay que forzarlos al silencio, mandarlos callar: Φιμώθητι κα ξελθε ξ ατο! “Cállate y sal fuera de él” Mc 1, 25.

Hay que hacerlos callar y expulsarlos. No podemos permitirnos el lujo de la indiferencia puesto que aprovechan para fortalecerse en el interior de la persona y hacerse día a día más poderosos e inexpugnables. Es preciso que los exorcicemos cuanto antes. Jesús entró a la sinagoga y –pese a que era sábado- expulsó al demonio por que no se le podía dar tregua. Son de esas cosas que no se pueden postergar, que no se pueden dejar para más tarde.

Una de las consecuencias más graves de estas postergaciones es que siembran el mal ejemplo del “dejar para después” en nuestros “discípulos”. ¿Quiénes son nuestros discípulos? Toda persona que pueda estar esperando de nosotros que como verdaderos discípulos de Jesús, actuemos de inmediato. Además, están esperando para saber qué hay que hacer, porque muchos no han presenciado un “exorcismo”.

No estamos refiriéndonos a los exorcismos cinematográficos que con su aspecto pintoresco distraen nuestra curiosidad y poca o ninguna enseñanza nos dejan. No, nosotros estamos refiriéndonos a la situación, nada espectacular pero muy frecuente, en la que, algún interlocutor se esmera en defender la “cultura de la muerte”.

Y ¿cómo se efectúa el exorcismo? Pues planteando y plantando la bandera de la verdad. Defendiendo la Vida apoyándonos en las Enseñanzas de Jesús, poseedor de la autoridad. Aquí debemos prevenir que para librar estos combates debemos prepararnos a consciencia. Esa preparación encierra algunas accione que deben asumirse con profunda responsabilidad:  a) Oración, b) Vida Sacramental, c) lectura de la Palabra - estudio de la Sagrada Escritura d) estudio de la doctrina de la Iglesia. Recordemos que hasta los discípulos fracasaron expulsando algunos demonios por falta de mayor ayuno y oración. (Cfr. Mc 9, 29 recordemos que según algunos estudios, sólo se pedía oración προσευχῇ, el ayuno fue añadido posteriormente).

Cabe resaltar, también, que un exorcismo, propiamente dicho, sólo puede ser realizado por un sacerdote ordenado que haya recibido esta comisión de su Obispo. No cualquier persona puede enfrascarse en un duelo cuerpo a cuerpo con el Malo y sus poderes, muy superiores a los de un humano, sólo el “exorcista” respaldado por el poder de la Iglesia, tras de la que está el Poder del Novio, Jesucristo, puede librar esta clase de batallas.

Pero los –llamémoslos así- “pequeños exorcismos” que enfrentan la alienación intelectual por ideologías, podemos librarlos los laicos, premunidos –eso si- con las herramientas de la fe arriba señaladas; subrayamos aquí que, todo laico porta en sí el sacerdocio, no el ordenado, sino el común, gracias al cuál puede –asociado a la Comunión de los Santos- librar estas luchas y salir airoso en ellas. Es más, como empezamos el planteamiento, lo puede hacer y con sólidas opciones de victoria y está moralmente llamado y, hasta obligado, so pena de permitir el emponderamiento de los demonios y –pecando por omisión- al dejar un “prójimo” abandonado a sus manos.

2

El discipulado, insistimos, entraña un conocimiento de Jesús. Ese conocimiento –que no se parece al conocimiento que tenemos de la farándula- consiste en tratar de compenetrarnos con Él, tratar de aprehender su estilo, su manera de pensar y, lo más importante, tratar de obrar con ese mismo Espíritu hoy en día. La mejor manera de orientar nuestra existencia es procurar contestarnos en toda situación ¿qué habría hecho Jesús en este caso.

Sin dudarlo, la mejor vía para alcanzar este conocimiento es la lectura asidua de la Sagrada Escritura. No sólo del Nuevo Testamento sino del Primero, tanto como del Segundo, buscando percibir su continuidad y su unidad y teniendo en cuenta en toda ocasión que el Primer Testamento es –en su totalidad- una preparación para la llegada del Esperado Mesías.

En el Primer apartado veíamos las diversas etapas y acciones que nos ha presentado San Marcos en este Evangelio hasta donde lo hemos leído en estos –incluyendo el de hoy- cuatro domingos de este año litúrgico, ciclo B. Podríamos tomar estas perícopas como los momentos esenciales de un día en la vida de Jesús.

Tenemos la comunicación entre el Padre y el Hijo, ambos Dios, pero como paradigma para nosotros podríamos –teniendo en cuenta que Jesús era completamente hombre y no sólo completamente Dios- hablar de la comunicación plena de Dios y el hombre, donde el propio Dios-Padre le habla y donde se manifiesta el Espíritu Santo, porque esta comunicación sacramental es siempre coparticipada por las Tres Divinas Personas. Luego, como lo vemos en la perícopa de hoy, Jesús exorciza un demonio, veremos que a continuación Jesús sana  a la suegra de Pedro y a “muchos enfermos con dolencias de toda clase y también echó a muchos demonios” (cfr Mc 1, 34). Y luego, al alborear un nuevo día, Jesús re-emprende su diálogo con el Padre: “se levantó, salió y fue a un lugar solitario, donde se puso a orar” ναστς ξλθεν κα πλθεν ες ρημον τόπον κκε προσηύχετο. (Mc 1, 35b)

Orar para conocer la voluntad del Padre cada día y luego, pasar la jornada viviendo ocupado en cumplirla; como es lógico, la Voluntad de Dios es que dediquemos todo nuestro tiempo a hacer el bien y sanando a cuantos estén dominados por el diablo (cfr. He 10, 38) He aquí la clave para vivir Jesús-mente.

Por otra parte, queremos referirnos a la preparación para la Eucaristía dominical. Tenemos que ejecutar unas acciones previas a la visita al templo para la Eucaristía de cada domingo. En realidad la Eucaristía debe empezar para nosotros mucho antes de que el Sacerdote tome su lugar en el presbiterio, en la Sede. Litúrgicamente hablando, el domingo inicia con sus vísperas, el sábado al caer la tarde.

Una de nuestras acciones preparatorias puede ser la de contextualizar el Evangelio que va a ser proclamado ese domingo en su co-texto. Dar una mirada global a lo que pasó antes y a lo que sucederá en la perícopa inmediatamente siguiente. Conexa con esta acción está la de dar un vistazo a la perícopa que se leyó el domingo anterior, para lo cual es muy útil la “hojita” parroquial, es el momento de sacarla para mirar que fue lo que se leyó y, entonces, evocar las pautas que nos dio el sacerdote en su homilía.

Muchas personas sacan la hojita durante las lecturas en la Misa, pero, recordémoslo, la hojita no se hace con esta finalidad, por el contrario, durante la Misa la palabra debe seguirse con el oído, concentrando nuestra atención en el sentido del oído, atendiendo a su proclamación: «La palabra transmitida por medio de la escritura y del ojo es diferente de la palabra hablada a través de la boca y escuchada a través del oído… En la Misa, la Palabra no debe ser simplemente leída. Si esta fuera la intención, entonces sólo se necesitaría repartir libros y todos, el sacerdote y los creyentes, se sumirían silenciosos en la lectura. Lo que resultaría de allí sería una comunidad de lectura, pero esto no es lo que debe ser. La Palabra debe elevarse del Libro Sagrado a los labios, atravesar el espacio, ser escuchada por el oído atento y cogida por el corazón dispuesto»[4]

Romano Guardini, nos pone en relación de proporcionalidad lo que sería una comunidad de lectura contrastándola con lo que debe ser, una comunidad de escucha. Los ministros lectores prestan su voz para que nosotros nos podamos dedicar a nuestra función litúrgica de fieles en el momento de las lecturas nuestra función es definitivamente la escucha: ¡Shema Israel!

Nos gusta imaginar que si Jesús pretendiera la lectura como acción litúrgica abría aguardado o anticipado la era Gutemberg y habría acompañado sus predicaciones con misalitos cuidadosamente preparados y editados por sus discípulos; seguramente, en vez de pescadores, habría empleado publicistas, diagramadores y periodistas. ¡no lo quiso así!

3

Una de las actividades que Jesús practicó todo el tiempo y que es referenciada por los cuatro evangelistas, dándole, con ello, una alta probabilidad de veracidad histórica fue la de los exorcismos. Jesús la siguió practicando pese a las acusaciones y a la persecución de los fariseos quienes lo acusaban de hacerlo con el poder de Belcebú (Cfr. Mt 12 22 – 30) y que fue una de las utilizadas para llevarlo a la cruz fue la de los exorcismos.

En el aparte #1 vimos la muy estrecha relación que existe entre esta actividad y el carisma liberador que tenía el Divino Maestro; y que nosotros, como discípulos suyos, estamos llamados a poner por obra. «El estar con Jesús conlleva por sí mismo la dinámica de la misión, pues, en efecto, todo el ser de jesús es misión… ¿a qué se les envía? “A predicar con poder para expulsar a los demonios” (Cf. Mc 3, 14s). Mateo explica el contenido de la misión con algún detalle más: “Y les dio poder para expulsar los espíritus inmundos y curar toda clase de enfermedades y dolencias” (10, 1)… el anuncio del Reino de Dios nunca es mera palabra, mera enseñanza. Es acontecimiento, del mismo modo que también Jesús es acontecimiento, Palabra de Dios en persona. Anunciándolo llevan al encuentro con Él»[5]

Y el Papa nos explicaba, ya en sus tiempos de Cardenal, que Jesús y sus discípulos vivieron una realidad donde todo se veía dominado por las potencias demoníacas, sumiendo al hombre en una sensación general de indefensión y desamparo: «Los hombres y también las comunidades humanas, parecen estar irremediablemente abandonadas a la acción de estos poderes. El cristiano sabe que tampoco puede hacer frente por sí solo a esa amenaza. Pero en la fe, en la comunión con el único verdadero Señor del mundo se le han dado las “armas de Dios”, con las que –en comunión con todo el cuerpo de Cristo- puede enfrentarse a esos poderes,…»[6]

Y ¿cuales son esas “armas de Dios”? Vayamos a la Carta a los Efesios (Ef 6, 14-18):   Tomen la verdad como cinturón, y la justicia como cota de malla. Como calzado usen el celo por promover el evangelio de la paz; tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, o sea, la palabra de Dios. Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu, sepan velar para proseguir su oración, sin desanimarse nunca, e intercedan por todos los hermanos.

4

«Los nómadas en la península del Sinaí llaman mann a una sustancia resinosa que segregan ciertos insectos en las hojas del tamarisco, arbusto abundante en aquella región. Dicha sustancia tiene que ser recogida por la mañana temprano, antes que el sol la derrita y los beduinos la usan para preparar tortas y pasteles y para endulzar bebidas. Algunos comentaristas relacionan el maná con este fenómeno natural,…»[7] En el capítulo 16 del Éxodo encontramos el relato sobre el Maná, en la segunda parte del versículo 13 leemos: «por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento.» y continua en el verso 14 y 15 «Después que el rocío se hubo evaporado, algo muy fino, parecido a la escarcha, quedó sobre la superficie del desierto. Como los Israelitas no sabían lo que era, al verlo se decían unos a otros: “¿Y esto qué es?” A lo que Moisés respondió:».

מָ֣ן ה֔וּא  “ ¿esto qué es? Definitivamente la expresión מָן es una voz interrogativa, porque ¡los israelitas no sabían lo que era! Más adelante Moisés los instruye para que recojan lo estrictamente necesario para aquel día y no guardar para el día siguiente. Vayamos al versículo 19 del mismo capítulo 16 del Éxodo y allí lo podemos comprobar. El único día que les era dado guardar reserva era el viernes para respetar el reposo del Sabbath Ex 16, 22-27.

En una situación similar, hoy en el Evangelio de San Marcos, la gente se pregunta Τί στιν τοτο ¿Qué es esto? (ya no en lengua hebrea sino ahora en griego). Esta vez no se trata del pan material que llena el estómago sino del pan espiritual, las enseñanzas de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún, porque el pueblo no sabía lo que era aquella διδαχὴ καινή enseñanza nueva.

No sabemos cómo expresar esta extrañación de la gente: Dios siempre nos prodiga algo, lo que corresponde con sus promesas, pero no resulta ser como lo esperábamos, sino que es algo desconcertante, algo –según nuestra mentalidad- insólito y no alcanzamos a ver en ello la Presencia y la respuesta de Dios; somos –por así decir- incapaces o impotentes para ver la Providencia del Señor que nos viste mejor que a los lirios del campo y con mayor esplendor que al mismísimo Salomón. Frente al maná o a las enseñanzas de Jesús, o a los caminos que nos presenta sólo acertamos a preguntar “Qué es esto”.

Somos inocentes frente a nuestro estupor y desconcierto, pero responsables de superarlos y aceptar lo que nos da, simplemente  porque viene de sus Manos, porque su Amor es Eterno. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el Principio Ahora y siempre, por los Siglos de los Siglos. Amén









[1] Martínez Aldana, Hugo Orlando. EL DISCIPULADO EN EL EVANGELIO DE MARCOS Bogotá –Colombia CELAM 2006 p. 31
[2] Balancin, Euclides M. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE MARCOS ¿Quién ES JESÚS? Ed. San Pablo Bogotá – Colombia 2002 p. 32.
[3] Mateos. Juan,  sj. COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN MARCOS.  Ed. Tierra Nueva 5ª ed. Quito –Ecuador 2000 p. 33
[4] Guardini, Romano PREPAREMOS LA EUCARISTÍA. REFLEXIONES Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 2009 p. 75
[5] Benedicto XVI JESÚS DE NAZARET DESDE EL BAUTISMO HASTA LA TRANSFIGURACIÓN Ed. Planeta Bogotá – Colombia 2007 p. 211
[6] Ibid p. 214
[7] Sociedad Bíblica Colombiana LA BIBLIA DE ESTUDIO DIOS HABLA HOY Ed. CELAM con el Nihil Obstat de Raymundo Damasceno Assis Obispo Auxiliar de Brasilia Secretario General del CELAM. Comentario al versículo 31 del capitulo 16 del Éxodo p.114

sábado, 21 de enero de 2012

¡SIGUEME!

Jon 3,1-5,10 / Sal 25(24), 4-9; / 1 Cor 7, 29-31; Mc 1, 14-20

κα επεν ατος ησος Δετε πίσω μου κα ποιήσω μς γενέσθαι λιες νθρώπων
Y les dijo Jesús: Vengan tras de mí y yo haré que se vuelvan pescadores de hombres.


«El discipulado al que Jesús llama en los evangelios (y en general en el N.T.), se enmarca dentro de los parámetros de los discípulos de Dios en el primer Testamento, pero a la vez se distancia produciendo la novedad del “evento Cristo”. Jesús comienza llamando indistintamente parejas de hermanos (Mc 1, 16-20), o personas singulares (Levi: 2, 13-14; el rico: 10; 21; el ciego de Jericó: 10, 49-50).»[1]

Δετε πίσω μου Vengan tras de mí, en una sola palabra: “Síganme”. Es una invitación y a la vez un reto. «Jesús les dice que les va a hacer pescadores de hombres… es una metáfora que expresa como Jesús pretendía atraer a gente y para ello escoge colaboradores. Jesús escoge discípulos no para hacer un círculo cerrado, una elite, sino para hacerles pescadores de hombres y para ello les instruirá»[2] «El llamamiento no es hecho en un ambiente religioso particular, sino donde las personas viven realmente, en su vida cotidiana»[3] «Sus cuatro primeros discípulos son hombres trabajadores y de profesión pescadores, y de este quehacer cotidiano los toma consigo el Señor. Es decir, el discipulado comienza desde el ejercicio de la propia profesión y en un lugar concreto... En efecto, Jesús no los toma como trabajadores asalariados y con vacaciones aseguradas. Él simplemente los llama.»[4]

El Evangelio nos informa que ellos “inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.” (Mc 1, 18) A nosotros nos parece relativamente normal porque vemos con frecuencia que los jóvenes se alejan de su hogar y van a vivir lejos de su familia originaria, buscándose un trabajo –muchas veces- en otra ciudad y a veces en una ciudad distante; en no pocas oportunidades los hijos se alejan, desde ya, para adelantar sus estudios en el extranjero. Hugo Orlando Martínez resalta que esto no era así en la sociedad y en los tiempos de Jesús: «Entre nosotros es notoria y normal la independencia familiar. En el contexto de la cultura de Jesús, la familia ocupaba el primer puesto en la escala de valores antropológicos; toda persona estaba ligada por lazos de sangre a una familia tribal. A la cabeza del grupo estaba el Pater-familias y el varón que contraía matrimonio simplemente construía su casa junto a la del padre y a la de los demás hermanos… Incluso el horno donde se cocinaba el pan era para uso común de toda la familia, no tenían necesidad de adquirir bienes estrictamente particulares como en nuestra sociedad… Dejar la familia era no sólo aislarse de ella, sino privarse de su medio de subsistencia, era casi imposible que una persona pudiera subsistir por sí misma fuera del núcleo familiar (cf. La parábola del hijo prodigo en Lc 15, 11-31)»[5]

«En… la actividad de Jesús… se ha puesto en relieve la estrecha relación entre Jesús y el “nosotros” de la nueva familia que Él reúne a través de su mensaje y su actuación… Este “nosotros” de la nueva familia no es algo informe. Jesús llama a un núcleo de íntimos particularmente elegidos por El, que continúan su misión y dan orden y forma a esa familia.»[6] «Los primeros discípulos se desprenden de sus propias familias y de sus propios trabajos, para formar una nueva familia con Jesús, con una nueva actividad: “estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 34-35)»[7]

«Los primeros discípulos de Jesús pertenecen a una clase favorecida de la sociedad, pues hacen parte de asociaciones familiares independientes en el trabajo de la pesca»[8]. Esta idea se ratificaría con el hecho, señalado por el propio Evangelio de Mateo , puesto que Santiago, Juan y su papá tenían μισθωτῶν, del singular μισθωτός es decir, empleados, personas que trabajaban con ellos por un sueldo (cf. Mc 1, 20). Si nos atenemos a lo que dice Juan Mateos, la situación socio-económica de estos primeros discípulos es más apretada: «Elige a gente trabajadora, de una categoría social no del todo mala: gente que por lo menos se ganaba la vida aunque con mucho trabajo.»[9]

«Jesús no inicia su obra sino cuando Juan, encerrado en la prisión, ha desaparecido de la escena. Su predicación no busca interpretar la ley, ni enseñar las mil filigranas de sus preceptos. Irrumpe como un anuncio nuevo: “Ha llegado el tiempo y el reino de Dios está cerca, vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias” (Mc1, 15).»[10]

2

κα λέγων τι Πεπλήρωται καιρς κα γγικεν βασιλεία το θεο  μετανοετε κα πιστεύετε ν τ εαγγελί: Y decía que se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios se les ha acercado, conviértanse y crean en la Buena Nueva. Al referirnos a que se ha cumplido el tiempo: Πεπλήρωται ὁ καιρὸς traemos a cuento la siguiente glosa: «Jesús no vino a anunciar el fin de los tiempos mediante una intervención sobrenatural. Sus palabras y actitudes hablan de la irrupción ahora, de un Dios que actuará, con medidas también históricas, sobre la deshumanización históricamente provocada por los hombres. De esta forma, su acción no viene explicita como un anuncio de lo que Dios hará en términos globales, sino menciona su misión en forma de plano histórico, un proyecto histórico que va a requerir toda la participación humana. Ésta es la primera gran novedad de Jesús de Nazaret. No delega responsabilidad. No verticaliza la relación.»[11] Por eso el versículo 15 en cuanto a que se ha cumplido el tiempo debe mirarse más en la dirección no de que Dios actuará, sino en que se nos brinda la oportunidad y las condiciones están por fin maduras, para que nosotros nos dejemos transformar.

Esa transformación, y vuelve la palabra μετανοετε que puede leerse también como conversión, no consiste en dejar de ser lo que se era, observemos que los “llamados” eran pescadores y van a seguir siéndolo; no es trabajar en otra cosa, sino trabajar en lo mismo pero con otra finalidad: Si antes se quería atrapar peces ahora se quiere liberar hombres νθρώπων Mc 1, 20c.  Al paso de Jesús se transformaron Simón, Andrés, Santiago y Juan porque ellos aceptaron la invitación: “Vénganse conmigo” “Δετε πίσω μου” (Mc 1, 17a) les dijo, “ἀπῆλθον ὀπίσω αὐτοῦ”. Y ellos se fueron tras Él (Mc 1, 20c).

Esto nos habla claramente a nosotros, creer en el Evangelio, aceptar con fe la Buena Nueva significa modificar nuestras actitudes radicalmente. Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar, nuestra manera de ver el mundo. Lo que se reclama con la conversión es alcanzar la μετανοέωmetanoéo”. «En un relato de vocación es habitual que la respuesta positiva se traduzca en una existencia radicalmente transformada.»[12] Creo que la dificultad para comprender esta μετανοετε consiste en que reducimos la transformación a dejárselo todo a Jesús, desplazamos todas nuestras responsabilidades existenciales a Dios, so pretexto de la fe. «Todo cristiano sabe lo que es la conversión: adecuarse a los valores que Cristo enseñó, que nos arrancan del egoísmo, la injusticia y el orgullo.»[13]Somos nosotros, miembros del Cuerpo Místico de Cristo, quienes estamos llamados  a trabajar los valores fundantes del reino: justicia, bondad, verdad, amor, unidad, belleza y trabajándolos, construir el reino. «la conversión requerida por Jesús no es sólo para pedir perdón de los pecados, sino creer que Dios está presente para salvar a aquellos que son marginados y condenados por una sociedad hipócrita (Buena Nueva)»[14]

3

Está históricamente establecido que muchos males le llegaron al pueblo de Israel por el Mar Mediterráneo, muchos invasores irrumpieron por esta vía, hasta que el Mar pasó a ser sinónimo del “mal”. Es así como quitarle los peces al mar significaría sacarlos del mal y llevarlos al bien. Algo análogo podemos interpretar de pescar a los seres humanos que, al sacarlos del mar, se les estaría salvando.

¿Por qué llama a cuatro en esta perícopa? ¿Por qué los llama de dos en dos? Según unos, se trata de que para la ley judía un testimonio se validaba por la presencia de por lo menos dos testigos, el mínimo jurídico sería de dos personas, así se explicaría porque de dos en dos. Según otros, se quiere hacer alusión a los “cuatro puntos cardinales” para significar que la vocación es universal, está dirigida sin discriminación a gentes del mundo entero. Según otros, se trata de mostrar que Jesús está construyendo comunidad, de hecho el Evangelio de San Marcos contiene diversos relatos de vocación que –como dijimos más arriba- a veces llama a parejas y otras veces a individuos aislados.

Lo que si se debe tomar muy en cuenta es que en este relato de vocación el primer vocacionado es San Pedro, seguramente para mostrar y dar valor causal de su primado. Si fue el primero en ser llamado, es razón poderosa para tomarlo como el más importante porque, siendo el más antiguo, fue quien sirvió de base a la construcción de la comunidad discipular y por ende de las primeras comunidades cristianas. Se trata pues, de justificar su primado por derecho de antigüedad.


Antes de concluir este apartado queremos señalar que este Evangelio –el de San Marcos- se escribió en un momento histórico en que Roma estaba hecha un hervidero; este marco histórico de persecución y martirologio nos permite contextualizar el momento en que los investigadores creen que se consignó por escrito y por eso en él están plasmados los debates continuos de Jesús con los fariseos y con otras sectas y partidos judíos, sus instituciones, su ritual, la sinagoga y con los poderes políticos romanos. «Cerca del año 70, comienzan a sucederse una serie importante de conflictos: Nerón busca responsabilizar a los cristianos del incendio de Roma (año 64), por el que sus adversarios lo responsabilizaban a él. Como dice un historiador de la época, en ellos encontró “chivos expiatorios”. En Jerusalén la tensión iba en aumento hasta que un grupo de celosos de las tradiciones, empezó la lucha armada contra los romanos (año 66). Esto motivó la respuesta del ejercito que empezando por el norte fue sitiando la ciudad de Jerusalén hasta destruirla y acabar con todo, murallas y Templo incluido (año 70). Como los cristianos –al menos los provenientes del judaísmo- no se distinguían todavía de los judíos, también ellos fueron víctimas de la guerra, salvo algún grupo que –según una leyenda, quizás con algo de verdad- huyó a una ciudad llamada Pella.»[15]

4

Muchos aspiramos al discipulado de Jesús. Queremos llamarnos cristianos de verdad pero lo que no queremos es tener que movernos, tener que cambiar algo en nuestras vidas. Muchos hay que quieren el discipulado pero conservar sus cómodos sillones, su poltrona reclinable, y su aceptación, por pasividad, por tolerancia, del statu quo; la injusticia es deliciosa mientras no me toque y, es aún mejor si puedo sacar partido de ella, si esa injusticia y ese estado de cosas me beneficia. Entonces podemos llegar al colmo de re-elaborar “buenas razones” para respaldar y excusar nuestra complicidad.

Hoy, debemos destacar la actitud de este cuarteto que constituye el embrión primigenio de la Comunidad Cristina; por ejemplo, el segundo par de discípulos “dejando a su padre Zabedeo, en el bote con sus empleados, lo siguieron: φέντες τν πατέρα ατν Ζεβεδαον ν πλοί μετ τν μισθωτν πλθον πίσω ατοῦ.  Ellos, con total desprendimiento, con disponibilidad y entrega total, sin cálculos de ganancia o conveniencia se “desacomodan” para dedicar su vida a seguirlo; asumen –como hemos dicho antes- convertirse en la nueva familia de Jesús que es la de sus discípulos, aquellos que ponen por encima de todo, el cumplimiento de la Voluntad del Padre Celestial.



A este respecto nos aclara Segundo Galilea: «El cristianismo no consiste sólo en el conocimiento de Jesús y de sus enseñanzas trasmitidas por la Iglesia. Consiste en su seguimiento… no existe una “espiritualidad de la cruz”, sino del seguimiento;… no existe una “espiritualidad de la oración”, sino del seguimiento… No existe una “espiritualidad de la pobreza”, sino del seguimiento… No existe una “espiritualidad del compromiso”, pues todo compromiso o entrega al otro es un fruto de la fidelidad al camino que siguió Jesús”»[16]

5

Muchos autores de hoy y de ayer se han maravillado ante la infinita creatividad de Dios que no se repite: siempre está creando y recreando y nada ni nadie es copia, cada ser es único, para Dios el concepto de producción en serie no tiene sentido. jnvestigaciones recientes muestran que la copia de los organismos debilita la especie y disminuye las defensas y los recursos de bio-permanencia, haciendo más fácil su extinción. Por el contrario, la bio-diversidad eleva la capacidad de los individuos de la especie para su supervivencia.


Muchas veces explicamos la santidad como una modelación de vida: Dios nos daría los santos para mostrarnos que es posible vivir la vida con santidad, que si podemos conformarnos con sus enseñanzas y cumplir con fidelidad sus mandamientos, dedicándonos a la construcción del Reino: los santos nos demuestran que la santidad no es una utopía sino que podemos hacer de esa utopía una topía, como quien dice, de ese sueño, de ese ideal, podemos hacer una realidad.

Pero, porque ellos  son modelos del amor vivido hasta los límites, con carácter heroico; no podemos pretender convertir nuestras propias existencias en reproducciones punto a punto (pixel a pixel) de sus vidas; por más geniales que sean y por virtuosas que hayan sido sus existencias, cada uno de nosotros tiene que recorrer su propio camino de virtud hacía el Señor. Son modelos inspiradores y no moldes para la reproducción. La lista de los santos es inagotable y sus biografías un leitmotiv para nuestro empeño por recorrer los caminos de Dios. Este apartado 5, llevaría por título: La irrenunciable vocación de cada uno a ser uno mismo.

«”Dios me ha creado para que lo ame, lo adore, le sirva… y así llegue yo a ser plenamente yo mismo.” Yo soy alma y cuerpo, he sido hecho por Dios tal como soy, y siendo en verdad y plenitud todo lo que Él quiso que yo fuera es como le sirvo le alabo y le doy gloria. Yo no puedo darle gloria a Dios si no empiezo por ser yo. Si yo no soy yo, no le doy gloria, y si soy medio yo, le doy media gloria. Para darle la gloria plena que yo puedo darle, yo he de ser plena y totalmente yo. De hecho, esa es la única manera que tengo yo de servirle y darle gloria: ser yo mismo en plenitud alegre y reconocida. Al ser yo mismo, no una copia, una réplica, una momia, sino un ser vivo y único y distinto, hago resaltar la originalidad y el poder del Creador que nunca se repite. Y así he de descubrir todas las potencialidades de mi existencia, todas las dimensiones de mi ser, todas las facetas de mi vida, y desarrollar cada una de ellas con plena responsabilidad y minucioso cariño, para que no se pierda ni una sola partícula de la revelación de Dios en mí, de su arte y su amor y su poder a través de mí.»[17]


[1] Martínez, Hugo. EL DISCIPULADO DE JESÚS SEGÚN SAN MARCOS en REVISTA SINFRONTERAS Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús. #292 2006 p.42
[2] Mateos, Juan, sj. COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN MARCOS Ed. Tierra Nueva. Quito – Ecuador 2000 p. 31
[3] Balancin, Euclides M. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE MARCOS ¿QUIÉN ES JESÚS’ Ed. San Pablo Bogota-Colombia 2002 p.27
[4] Martínez Aldana, Hugo Orlando EL DISCIPULADO EN EL EVANGELIO DE SAN MARCOS. Consejo Episcopal Latinoamericano CELAM Bogota-Colombia 2006 p. 23
[5] Ibid p. 24
[6] Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET DESDE EL BAUTISMO A LA TRANSFIGURACIÓN Ed. Planeta Bogota-Colombia 2007 p.207
[7] Martínez Aldana, Hugo Orlando. Op. Cit. p.25
[8] Balancin, Euclides M. Op. Cit. p. 28
[9] Mateos, Juan, sj. Loc. Cit
[10] Zea, Virgilio, sj. JESÚS EL HIJO DE DIOS Ed. Facultad de Filosofía Universidad Santo Tomas de Aquino. 1989 p.5
[11] Meier, Celito. LA EDUCACIÓN A LA LUZ DE LA PEDAGOGÍA DE JESÚS DE NAZARET. Ed. Paulinas Bogotá-Colombia 2006 p. 84
[12] Equipo “Cahiers Evangile”. PRIMEROS PASOS POR LA BIBLIA. Ed. Verbo Divino #35 Pamplona – España 1981p.47
[13] Galilea, Segundo. EL SEGUIMIENTO DE CRISTO Ed. San Pablo Bogotá Colombia. 1999 p. 9
[14] Balancin, Euclides M. Op. Cit. p. 29
[15] De la Serna, Eduardo. MARCOS ESCRIBE EN MEDIO DEL CONFLICTO en REVISTA SINFRONTERAS Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús. #343 Mayo de 2011 p.14
[16] Galilea, Segundo. Loc. Cit.
[17] Vallés, Carlos G, sj. CALEIDOSCOPIO. AUTOBIOGRAFÍA DE UN JESUITA. Ed. Sal Terrae  Santander – España 1985 p. 106