sábado, 29 de octubre de 2011

LIDERAZGOS

Malaquías 1,14-2,2.8-10; 1 Tesalonicenses 2,7-9.13; Mateo 23,1-12

La mayoría de nosotros tiene un cierto poder y autoridad, algún tipo de responsabilidad para con otra persona. El poder no es sólo un factor en la política y en la sociedad, es también un factor en la Iglesia, en los conventos, en las parroquias, en las familias, en las asociaciones. En casi todos los rincones de la vida encontramos personas luchando por poder, usando y abusando de Él, dominando a otras personas y tratando de controlarlas.

Albert Nolan op.

“En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos” dice Jesús en Mt 23, 2. Nuestra situación es más complicada porque nosotros nos sentamos en la propia cátedra de Jesús; ellos decían que eran discípulos de Moisés, pero nosotros declaramos nuestro discipulado de Jesús, Nuestro Señor. ¿Qué decimos nosotros? ¿Cómo obramos?

Se habla con frecuencia del origen de todos nuestros males y de todas las problemáticas sociales, familiares y comunitarias, y se suela achacarlas a una crisis de dirección, a una crisis de liderazgo y de autoridad. Nos parece que, en esa situación nos encontramos ante un proceso de “desplazamiento” que así denomina la sicología a la estrategia mental de asignar la culpa a otro, o a otros. Como lo dice el Padre Nolan en el epígrafe, todos tenemos algún poder, y en más de una ocasión, se usa y se abusa de él para dominar y controlar.

Evidentemente, ejercen liderazgo los políticos, especialmente aquellos que han llegado al gobierno, los militares, en particular la cúpula; los empresarios, los gerentes, los obispos y los sacerdotes y los educadores a todo nivel, seguramente más aquellos que se desempeñan como directivos docentes. Pero también, son líderes los padres de familia, los estudiantes de grados superiores respecto de aquellos que se encuentra en los cursos inferiores; los universitarios lo son respecto de los que cursan la educación media; y los estudiantes de la secundaria influyen sobre quienes estudian la primaria; y así sucesivamente. Son líderes los empleados de mayor “rango” respecto de sus subalternos, y los más antiguos con respecto a los más inexpertos. Así, la enumeración se vuelve de nunca acabar. No podemos continuar el desarrollo de la idea sin recordar que los abuelos, son uno de los liderazgos más válidos, aún, cuando nuestra cultura actual los tenga por nulos en tanto “no son productivos” y, por tanto, prácticamente con cero poder adquisitivo.

Como dijimos en otro momento, la mitología democrática, pretende reducir a la instancia electoral nuestro ejercicio democrático y, la crisis de liderazgo nos llama con urgencia a ejercerla en todo momento, con vigilancia continuada, buscando siempre el reforzamiento de instrumentos de control democrático. Que nadie se engañe con la falsa ilusión de la vigilancia delegada. La vigilancia y control es un ejercicio de todo ciudadano. Podemos suponer, eso sí, que hay un papel profético que algunos ciudadanos “más concientes” abanderan, marchando a la vanguardia de la recuperación de valores-verdaderos y de su correcta jerarquización, dando a cada uno su importancia relativa respecto a los otros, estableciendo una axiológía válida y denunciando los falsos valores con los que se manipula la opinión; este rol ético del profetismo está a la orden del día.

Este papel profético, está llamado a cumplirlo la Iglesia: “Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee” Mt 5, 13. En este preciso momento debemos recordar , una vez más, que la Iglesia somos todos los bautizados, y no sólo sus jerarcas.

Antes de pasar adelante, recordemos que la primera lectura que nos propone la liturgia para hoy corresponde a Malaquias, 1, 14b-2,2b. 8-10 un profeta post-exílico, quiere anunciar la llegada de un tiempo distinto pero la intuición que le da el Señor es que la casta sacerdotal se ha relajado, proliferan los matrimonios “mixtos”, lo que corrompe gradualmente la fe del pueblo y le daba entrada por la puerta trasera a los cultos paganos que se integraban sincréticamente al culto de YHWH. Además se extiende la costumbre de dar líbelo de repudio a las mujeres por razones mínimas, lo cual equivale a dar cabida al divorcio. Estas y otras costumbres desgastan el “pueblo escogido” y con el retorno de los exiliados se generará un problema aún mayor: Los que vuelven, llegan con pretensiones de retomar sus latifundios, llegan con dinero suficiente para pretender retomar –inclusive por la fuerza- sus derechos sobre la tierra. Los que se había quedado, por su parte, no les dieron la bienvenida, por el contrario, durante el exilio se sentían libres de impuestos y pudieron hacerse a lotes de cultivo. Cuál es la acusación de Malaquías a los sacerdotes: que “han aplicado la ley con parcialidad” Se pusieron de parte de los exiliados que retornaban con recursos suficientes desconociendo que los campesinos que estaban allí, también son “hermanos”,  que tienen todos “un mismo Padre”. Es decir, esta clase sacerdotal, esta dirigencia, se ha corrompido, ha cedido ante los poderosos de la tierra, ha desviado la justicia, dándole carta preferencial a los adinerados, a los más pudientes. Por eso dice el profeta –que habla lo que Dios le indica (del griego pro-fami)-  que estos sacerdotes “han anulado la alianza que hice con la tribu sacerdotal de Leví”.

Que diferente es la inserción de San Pablo en la 1ª a los Tesalonicenses, no viene a quitarle nada a nadie, con grande esfuerzo y fatiga “trabajando de día y de noche, a fin de no ser una carga para nadie” 1Tes 2,9b. Como propone Jesús, no debemos dejar ni siquiera que nos llamen “maestros” y nosotros simplemente somos “hermanos”, idea esta en la que también insiste Jesús. Es importante que siempre esté claro en nuestra conciencia que el Maestro es Jesús y que nunca pretendamos eclipsar su Magno Magisterio. El más grande se hará servidor, y ese es el núcleo de la verdadera autoridad, ponerse siempre al servicio del prójimos, preferenciando al necesitado.

Volvemos sobre la idea-fuerza de este Evangelio y las lecturas que orbitan en torno suyo, en este domingo 31º del tiempo ordinario, ciclo A: Todos tenemos autoridad, todos lideramos procesos, influimos y marcamos vidas, especialmente nuestros hijos y nuestros subalternos gravitan bajo nuestra égida.

Pero todavía hay un liderazgo mayor que nos compromete a todos. El liderazgo sobre nuestra propia vida, sobre nuestro propio ser y sus diversas dimensiones, de la cual no es la menor la dimensión espiritual. Tenemos que saber dirigirnos, orientarnos a nosotros mismos, discernir los caminos que conducen al cumplimiento de la Alianza. También nuestra relación con nosotros mismos puede ser de dominación y opresión o puede, por el contrario ser un autogobierno que libera y lleva hacia la plenitud, hacía la realización de nuestras propias potencialidades, todos los talentos que Dios nos dio, puestos al servicio de los demás y de nosotros mismos, claro, pero no exclusivamente.

sábado, 22 de octubre de 2011

EL TEMA DEL AMOR

Ex 22, 20-26; 1Tes 1, 5c-10; Mt 22, 34-40

Lo que sucede es que, si las personas están dentro del sistema, este sistema también está dentro de las personas. Habita en ellas, se impone en sus gestos, domina sus miembros.
Carlos Mesters

No se puede amar si no se es libre, la primera condición del amor es la libertad. Dios libero a su pueblo de la esclavitud y lo sacó de Egipto, más tarde lo traerá de vuelta de Babilonia, porque un pueblo esclavo está impedido para amar. Pero no basta la libertad exterior, no basta la libertad “política”; también necesitamos la libertad interior de todo yugo, de toda cadena, de toda prejuicialidad, de toda ideología. Libertad de toda alienación.

El concepto de alienación hunde sus raíces en los terrenos de la filosofía, podemos rastrear sus orígenes y su desarrollo en Rousseau, Schiller, Hegel, Marx, Marcuse, Horkheimer, Adorno y Habermas.

Hay cadenas y esclavitudes profundamente arraigadas en el fondo de nuestra mente, en rincones recónditos  de nuestra conciencia, en zonas limítrofes o declaradamente inconcientes. Existen formas de alienación autoinducidas, como la evasión. En otros casos la persona o la comunidad, están alienados política o culturalmente como es el caso en situaciones de desinformación o mal-información, donde se da la manipulación de la opinión pública y de las decisiones “democráticamente” tomadas, sucede así, allí donde la democracia se ha corrompido. También existen casos de alienación en sociedades que son “educadas”, desde muy temprano, aprovechando los bancos de la escuela, para imponerles “lentes” distorsionantes, para que su difracción “tuerza” la visión y la realidad sea vista desde parámetros deformantes. En tales situaciones la persona (y la comunidad como sumatoria de individualidades) pierden completamente su derrotero puesto que no sabe lo que siguen, ni lo que buscan, ni lo que respaldan. La alienación afecta al ser en su esfera primordial: la esfera relacional, la dimensión del ser donde el yo profundo conecta con la alteridad, allí donde el yo entra en contacto con el , lugar donde se construye el nosotros, donde se edifica lo comunitario; teológicamente hablando, allí donde se construye el Reinado de Dios.

En nuestra época, pero ya desde tiempo atrás, han sido los medios masivos de comunicación el artificio esencial para la inoculación  de una ideología alienante, irracionalmente consumista, centrada en su afán de lucro; y, como concomitante, en el desarrollo de falsas necesidades y en la forja de un estilo de vida signada por el despilfarro, el afán de aparentar, la identificación del ser-del-comprador con el prestigio de la mercancía adquirida; con la manía compradora que, como ya lo expresa el decir popular: “a mí, gastar me calma los nervios”. Una de las lacras conexas con este estilo de vida, es el así llamado “dinero plástico”, artilugio que consiste en poder gastar lo que todavía no nos hemos ganado. Se entiende, de suyo, que gastarnos el futuro equivale a contraer una esclavitud, entrando en un círculo vicioso: “hoy me gasto lo de mañana que mañana me gastaré lo de pasado-mañana”; ahí, ya hemos perdido nuestra libertad, ya estamos alienados. El consumismo ya tejió un contra-argumento incuestionable que se esgrime con ínfulas de irrebatibilidad: “De otra manera jamás tendríamos nada”.

Jesús, en Mateo 22, 34-40 nos habla de dos mandamientos fundamentales, cuando a Él le pidieron “el precepto más importante en la ley” les contestó con dos –dos citas Escriturísticas- pero que contienen en realidad tres preceptos: 1) Amar a Dios, por sobre todo, 2) amar al prójimo y 3) amarse a sí mismo.
 

Lo primero y lo fundamental, la cúspide de la Ley, amar a Aquel que lo ha Hecho Todo, al Sumo Creador, a nuestro Padre Celestial, al Amor-de-los-amores. Pero para llegar a lo más alto de una montaña, siempre hay que pasar por las faldas para ir en ascenso progresivo y poder alcanzar la cima.

Hay que pasar por el segundo piso: Ya nos lo dirá San Juan que uno no puede amar a Dios –a quien no ve- si no ama a su prójimo a quien si ve Cfr. 1Jn 4, 20. Por tanto, para llegar al tercer piso, habrá que pasar por el segundo. Pero ¿cómo amará alguien a su prójimo si no se ama a sí mismo? ¿Cómo construiré el segundo piso sin tener antes el primero?

Así están las cosas: Para alcanzar la meta del amar a Dios ( y cumplir el primer mandato de Jesús) tenemos que vivir y superar un proceso de autoestima, de auto-aceptación y valoración de la propia persona; queremos subrayar que se ame el ser, no el tener; y, podríamos ir más allá: que se ame el acariciar no el agarrar. Esto implica procesos de desasimiento, de ruptura de los apegos: En uno de sus textos, donde Tony de Mello sj. nos muestra cómo Ama Jesús (el texto se titula JESÚS AMA ASÍ) nos dice que el “yo es un impedimento para amar,  porque considero a las personas amadas como algo mío, Amo a mi hijo, a mi marido, a mi familia, porque son algo mío, distinguiéndolos de los que me quedan más lejos. Entonces estoy cosificando lo más cercano como pertenencias a las que debo amar” Evidentemente, la filosofía ha clasificado la cosificación como uno de los principales fenómenos de alienación.

Volvamos al texto de Tony de Mello: “Cuando elijes o comparas, o pides compensaciones, es porque necesitas a esa persona para amarte a ti mismo”. La experiencia nos muestra lo fallido de todos estos intentos de amarnos a través de otros; por el contrario, tenemos que usar, necesariamente, como plataforma de despegue, el amarnos primero de manera reflexiva, antes de intentar amar de forma transitiva. Cuando nuestro auto-amor sea sólido, nadie quedará por fuera de ese amor y seremos capaces de compartir a Dios, es decir, de evangelizar-de-verdad, porque la evangelización, la misión de llevar la Buena Nueva, es, simple y llanamente, desbrozar a otros el camino que lleva a le experiencia de Dios-Amor (recordemos que este Domingo, 23 de octubre –penúltimo de este mes- la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones).

Este fenómeno de alienación que bloquea nuestra construcción del edificio teológico de tres pisos tiene su síntoma más flagrante en nuestra cultura cosmética que gasta anualmente ingentes cantidades de dinero en maquillajes que “enmascaran” nuestro yo; esta cosmetomanía nos deja detectar una especie de auto-rechazo so pretexto de “embellecimiento”. «Con menos de lo que la gente rica se gasta al año en maquillaje, helados y comida para mascotas, se podría proporcionar una alimentación adecuada, agua limpia y educación básica a los más pobres del mundo» ( Leíamos en el INFORME ANUAL DEL WORLDWATCH INSTITUTE. LA SITUACIÓN DEL MUNDO 2004). Directamente relacionado con lo anterior y no menos preocupante, en lo que respecta a nuestra baja auto-aceptación, es el crecimiento en flecha del gasto mundial en cirugías plásticas también so capa de estéticidad (leímos, en una revista, que la inversión en este “sector económico” en Colombia es del orden de los 2,3 billones de pesos anuales). Estos síntomas nos traslucen los problemas que enfrentamos en el primer piso de la edificación.

Jesús puede resumir la ley (toda la ley y los profetas) porque el tema del Dios no es el tema de las reglas y las leyes sino el de la superación de toda regla y toda ley para pasar a una aproximación diferente al problema: una práctica de vida integral, no se trata de vivir porque así lo establece una regla, se trata de vivir por Amor, donde cada acto fraternal y cada gesto de solidaridad –aún con mi prójimo-más-remoto- no es pura filantropía sino puesta en vida y obra de mi comprensión de Dios-Padre que en Jesús nos hace a todos hermanos. Así nos liberamos del yugo interno que no es otra cosa que la “internalización” del yugo que el establishment nos impone, a lo cual se nos invita en 1Tes “dejando los ídolos, se convirtieron a Dios”, porque esta alienación es pura idolatría. Desembocamos, pues, en 1Cor 13, 1: “Aunque hable todas las lenguas humanas y angélicas, si no tengo amor, soy un metal estridente o un platillo estruendoso”. Pero si tengo amor, me acepto, me perdono, me amo; y entonces, seré capaz de amar a mi prójimo y Dios se podrá complacer en mi amor.

En la lectura del Exodo 22, 20-26, YHWH se preocupa y entra en defensa de los extranjeros, las viudas, los huérfanos; ataca la usura y cuestiona la hipoteca (un prójimo tuvo que hipotecar su manto, lo único que tenía para cubrirse). Sabemos que Jesús se identifica con los que pasan sed y hambre, con el que está desnudo, enfermo, encarcelado, con los marginados; en nuestra sociedad seguro se identifica con todos los marginados, los pobres de la tierra, los incontables desplazados, los desempleados. Dice en esta perícopa del Éxodo que Dios escuchará su clamor, porque Él es nuestro Señor de la Misericordia. Desalienarnos consiste, en este caso, en encontrar la conexión entre amor al prójimo y justicia; a este respecto, quisiera concluir recordando a San Agustín: “Erit enim voluntas tua libera, si fuerit pia. Eris liber, si fueris servus, liber peccati, servus iustitiæ” (Tu voluntad será libre si es piadosa -es decir, si tiene fe. Si te haces esclavo, libre del pecado, serás esclavo pero de la justicia). ¡Que ideal, que meta para darle sentido a nuestra existencia! Evitar la esclavitud alienante para caer en la única dulce y deseable esclavitud que un discípulo de Jesús puede aceptar: estar esclavizado a la práctica de la justicia, sin discriminaciones, la que es capaz de hacer extensible el amor, sin fronteras, irradiando desde nuestro propio corazón –que ha tomado su fuego de la Llama Luminosa del Maestro- “por todo el mundo y anunciar la buena noticia a toda la humanidad”. Cfr. Mc 16, 15c.

viernes, 14 de octubre de 2011

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

¿Es lícito pagar tributo al César, o no?
Mt 22, 17b

Seguramente los fariseos la meditaron largamente. Se trataba de formular una pregunta muy astuta donde la salida fuera imposible. Seguramente todos se frotaron las manos y sonrieron con sorna y seguramente que aplaudieron al autor de la ocurrencia. “¡De este pregunta no podrá zafarse, se va a echar la soga al cuello él solito!” sería el comentario que hoy en día se haría en tal situación.

Cuando leo u oigo la respuesta de Jesús viene automáticamente a mi mente la frase en el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas: “Y todos los que lo oían estaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas” (Lc 2, 47). Tiene una profundidad insospechada. ¡Una respuesta digna de Dios!: “Pues den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21c).

Uno de los trucos favoritos del fariseísmo de todos los tiempos ha sido la compartimentación: Adoran los compartimentos estancos: ¡Que los curitas no se metan en política! ¡La religión que se quede allá en la Iglesia, aquí afuera es la vida real. ¡Afuera del Congreso soy creyente-cristiano, aquí adentro, soy legislador! (parafraseando) ¡Que van a saber ellos del matrimonio si son célibes!

Jesús en su respuesta nos demuestra que el ser humano no puede fragmentarse en sectores disyuntos. El ser humano es integral, es ciudadano, a la vez que ser espiritual, esposa(o) a la vez que trabajador, ser cívico y ciudadano de la patria celestial. Facundo Cabral decía en uno de sus apuntes mordaces que la sociedad procuraba dividirnos, que fuéramos uno arriba del nudo de la corbata y otros abajo. Podríamos llevarlo más lejos y decir que procura que seamos otro arriba del cinturón y otro debajo; y si me apuran, tratan de que seamos otro arriba del nudo de los cordones, y una cuarta personalidad distinta, de los cordones hacía abajo. Se trata pues de llevar la esquizofrenia a límites insospechados. La trampa era un intento de fraccionar a Jesús en dos pociones como mínimo: O fidelidad al judaísmo o lealtad al Cesar. “¡Conteste lo que contesta, estará perdido! Se dirían ellos.

También hoy se trata de recortar el alcance de la respuesta escamoteando lo esencial. ¡Nada es del César, todo es de Dios; entonces, no hay que darle nada a los gobernantes! ¡No hay que pagar impuestos! Quienes así razonan le prestan un mal servicio a Dios al olvidar que Él nos entregó la administración de nuestra realidad para que seamos Constructores de su Reino.

Los impuestos son útiles al bienestar social siempre y cuando se destinen al bien, con tal que se inviertan con justicia, esa que nos enseñó Jesús, la que se inclina preferente favoreciendo a la viuda, al huérfano; la justicia que era ágape para con los marginados, para con la mujer -ser definitivamente paria en el marco de esa sociedad; para con los enfermos, para con los niños, a quienes se les daba el valor del cero a la izquierda y –hoy día- para con los bebés que se ven amenazados frente a legislaciones que quieren apoderarse de lo que sólo le pertenece a Dios: su vida.

Lo que sin duda rechaza Jesús es la arrogancia de la que hace gala “El César” para pretenderse Dios. En cambio, Jesús nos propone un Dios humilde que se revela como Padre. Como “Papaíto” pues esa es la traducción del vocablo hebreo Abbá. Jesús lo ilustrará con una imagen: Él, el mismísimo Dios, se atará una toalla alrededor de la cintura y, como humildísimo siervo, se pondrá a lavarle los pies a los discípulos.

Al mirar en dirección a los impuestos, tema que no ha perdido para nada su vigencia, se nos plantea también a los cristianos-y-ciudadanos de hoy (que somos ambas cosas y no un rato lo uno y al otro rato lo otro) si debemos pagar los impuestos y la respuesta será un rotundo si; pero a la vez, comprometidos con los mecanismos de control ciudadano que vigilen el gasto público y su honesta destinación a la atención de las necesidades más sentidas de la comunidad, lo que significa un hondo sentido de responsabilidad y compromiso ciudadano. Para que la democracia sea una realidad no basta visitar las urnas hay que construirla día a día y buscar el perfeccionamiento de los mecanismos de control que prevengan o –cuando ya se ha instalado, la combatan- la corrupción.

Si queremos construir el Reino de Dios debemos erradicar toda corrupción y –por el contrario- lograr que se imponga la fidelidad. Construir el Reino de Dios consiste en implantar y hacer resplandecer la justicia. Porque, como lo afirma el salmo 96 (95), Dios “Gobierna las naciones con justicia”.  Gobierna, como aparece en Isaías 45, 4-6, valiéndose hasta de los que inconcientemente implementan sus designios y hacen realidad sus disposiciones. Aún entre quienes desconocen a Dios y no pronuncian su Santo Nombre, están los que sirven a la Voluntad de Dios que, como lo dijera San Agustín, escribe recto aún entre renglones torcidos.

La verdadera democracia, desmitificada de ser un simple acto de voto, una vez cada cierto número de años, es un ejercicio constante y perseverante; una práctica que cada creyente debe implementar en todas sus acciones, un modo de vivir cristianamente, con la convicción de poner paso a paso las precondiciones del Reinado de Dios. Sobre esa constancia tenaz que hace participación vigilante y conciente a cada instante, va enderezándose el cumplimiento de la promesa profetizada por el salmista: “el Señor que ya llega, ya llega a regir el orbe: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad”.

sábado, 8 de octubre de 2011

INVITADOS A UN BANQUETE DE BODAS

Mt 22, 1-14

Salieron los criados a los caminos y reunieron a cuantos encontraron, malos y buenos. El salón se llenó de convidados
Mt 22, 10



Jesús nos enseña por medio de esta otra parábola que apela a la imagen de un banquete para mostrarnos la naturaleza del Reino de Dios. Recordemos que San Mateo organiza su evangelio como una especie de Pentateuco, y que esta perícopa está ubicada en el centro de los capítulos 19 a 25 que conforman el quinto libro donde se nos indica, en definitiva, cómo será ese Reino. También vale la pena recordar que al decir Reino de los Cielos no quiere decir un reino que se construye como una realidad escatológica, para la otra vida, sino que, como los Judíos no podían pronunciar el Santo Nombre de Dios, el evangelista apela a este giro y lo llama Reino de los Cielos. No se trata entonces de un Reino Aeróstato, que flotaría entre las nubes, sino de una realidad terrena, campo de prácticas donde nos entrenaremos para vivir nuestra vida resucitada. Es algo que nos dice cómo vivir nuestro hoy, apuntando hacía el mañana y no algo que nos dice cómo vivir el mañana o el pasado mañana, que a su debida hora el Señor nos mostrará cómo, ya que “cada día trae su propio afán” (Mt 6, 34).

En el Apocalipsis Mayor de Isaías, es decir en los capítulos 24 a 27, ya encontramos esta imagen del “festín de manjares suculentos y vinos de solera” (Is 25, 6) Como podemos darnos cuenta esta realidad parabólica es de muy sencilla captación puesto que uno de los mejores momentos, plenos  de amistad, de relación interpersonal agradable y rebosante de alegría es el de un banquete. Isaías completa la imagen de plenitud del banquete con estas notas que incorpora en Is 25, 7-8:

a) “Arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones”. Se trata de un “develar”, de retirar el velo que oculta, que impide ver, ese que causa que miren y no vean y por más que escuchen no comprendan (cfr. Mt 13, 13) donde Jesús hace alusión a Is 6, 9-10. Está hablando pues de “revelarles” por fin lo que antes era impenetrablemente incomprensible. A lo cual corresponde el verbo griego ἀποκαλύπτω (apokalupto) de dónde proviene el título del último libro bíblico, el Apocalipsis.
b) “Aniquilará la muerte para siempre” lo cual nos afirma en la certeza de que una vez resucitados no volveremos a morir.
c) “Enjugará las lágrimas de todos los rostros y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país” esto se tiene que entender como una protección no retirada, aquí Dios nos manifiesta que podemos contar con Él, que al fin de cuentas, podemos contar con su bondad y su Misericordia puesto que van con nosotros todos los días de nuestra vida.

Esta tercera nota de Isaías nos conduce directamente a otro banquete, se trata del Salmo 22 donde el Señor nos prepara la mesa, nos sirve una copa rebosante y nos unge la cabeza con perfume. Este salmo es un salmo del huésped de YHWH, es decir de uno de sus amigos, de uno de sus invitados, que permanece fiel en el templo, que habitará en la Casa del Señor por años sin término, es decir, se trata de uno de sus escogidos, un miembro del pueblo escogido, que en términos cristianos no es un tema de raza sino de fidelidad y cumplimiento de sus mandatos.

San Pablo en Filipenses, capítulo 4, nos dice que a una buena obra nuestra, como la solidaridad que mostraron los filipenses con Pablo y que le fue entregada por Epafrodito noble acción que sube a Dios como sacrificio agradable y aceptable a Dios, seguirá la esplendida riqueza de Dios que se encargará de cubrir todas nuestras necesidades, y las cubrirá con creces.

Por eso el Rey (Dios) no limita la invitación a una raza, al pueblo judío, sino que envía a sus criados (en la versión griega se habla de “esclavos” δοῦλοι, porque –como nos lo dice San Pablo en la 1Cor 9, 16-19 – anunciar el evangelio es una obligación ineludible, y añade, “aunque no soy esclavo de nadie, me he hecho esclavo de todos a fin de ganar para Cristo el mayor número posible de personas”) para que conviden a “don Raimundo y todo el mundo” sin hacer acepción de persona; observemos que en el evangelio dice específicamente que se convidaron no sólo a los buenos, sino también a los malos.

Aún otro detalle. Cuando era niño y oía que una persona que no iba vestida con el traje apropiado a una fiesta era totalmente discriminada me sonaba muy injusto; en ese momento dos ignorancias flagrantes me acompañaban: Primero, no sabía que la invitación de un Rey en ese tiempo incluía el vestido apropiado, y , en segundo lugar, yo no alcanzaba a captar que se trataba, en la parábola de un vestido Sacramental, aquel que nos proporciona el bautismo y, que luego, si se llega a manchar o enmugrar, podemos llevarlo a la lavandería que en términos sacramentales es el sacramento de la Conversión o sea de la Confesión o Reconciliación. Habida cuenta de esta información, hoy día, un poco mejor informado, tengo que cantar la Misericordia de mi Señor, el Rey que nos ha invitado al banquete de bodas, se celebran las Bodas del Cordero con su Prometida, la Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo. Al Dios y Padre nuestro sea la gloria por los siglos de los siglos.

viernes, 7 de octubre de 2011

SE HIZO HOMBRE Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS

Desde nuestra amada Iglesia Católica se insiste en la importancia histórica de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo porque en el mismo instante en que Santa María siempre Virgen dio su "fiat" (expresión latina que significa "hágase") desde ese preciso instante, lo que antes era sólo Eternidad entró en la historia hecho Hombre.

Otra palabra a este respecto: Se hizo Hombre, pero no cualquier Hombre, sino un Hombre que siendo enteramente Hombre, también es enteramente Dios. Se enfatiza, también, que esta hipóstasis de las dos naturalezas en la misma persona, era condición sine qua non la Redención no sería posible. Para poder redimir el pecado humano era indispensable que todo lo humano fuera asumido en el Redentor, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, puesto que lo que no es asumido no puede ser salvado.

Esta página del Misterio Salvífico escrita con Sangre humano-divina, empieza a escribirse con la anuencia de la Criatura-Arca que habría de llevar en su Vientre al Hijo de Dios.

Si de su Vientre nació el Hijo de Dios con toda precisión la llamamos Teotokos: "Madre de Dios", puesto que Jesús es la segunda persona de la Santísima Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que son Tres Personas distintas; pero los Tres son Un - Solo -Dios -Verdadero.

Estas verdades de fe pueden ser aceptadas no por la lógica formal del cientificismo engreído, sino por el Amor Maravilloso que nosotros, los bautizados, en calidad de hijos adoptivos de Dios, por medio de su Hijo que nos aceptó como hermanos invitándonos a llamarlo "Padre Nuestro", se ha infundido en nosotros como un ADN, no biológico, sino espiritual.

Estas líneas los consigno aquí, no como un fárrago intelectual, sino como una ORACIÓN que alaba y gloria la Misericordia de Dios, que todos los días y en cada momento de la historia se hace presente en todos los Altares y pone su Morada entre nosotros en los Sagrarios donde se guarda su Presencia Sacramental.

Quienes lean, eleven a Dios su corazón obediente y dócil aceptando la revelación y digamos como Santa María, Virgen Inmaculada le contesto al Arcángel San Gabriel; en esta fecha recordada bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario o de la Victoria: "Hágase en mi según tu palabra" (Lc 1, 38)